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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.13 n.28 La Paz jun. 2010

 

Inmigración boliviana en España

Un caso para la comprensión de la migración internacional con perspectiva de género1

Bolivian migration to Spain
A case for understanding international migration from a gender perspective

Marcela Tapia Ladino2

T’inkazos, número 28, 2010,  pp. 109-127, ISSN 1990-7451

Fecha de recepción: noviembre de 2009

Fecha de aceptación y versión final: junio de 2010

El artículo explora, desde la perspectiva de género, el caso de la migración boliviana reciente a España y su articulación con los sistemas de desigualdad en la sociedad de origen y de destino. Postula que el género organiza las migraciones en la medida que afecta las decisiones de quienes migran e impacta en los resultados de la migración de manera diferenciada.

Palabras clave: mujeres / género / migración femenina / migración internacional / migración familiar / migración – España / flujos migratorios / migración laboral

The article explores, from a gender perspective, the case of recent Bolivian migration to Spain and its relationship with the systems of inequality both in the society of origin and destination. We argue that gender organizes migration as it affects the decisions of those who migrate and impacts on migration results differently.

Keywords:women / gender / migration by women / international migration / migration by families / migration – Spain / migration flows / migrant workers


Maribel Vargas, de 40 años, fue la primera pasajera de Air Comet que ayer superó el control de pasaportes. Bajo los focos de una decena de cámaras y chispazos de flashes, los periodistas le preguntaron: “¿Ha venido usted como turista?”. “Sí”, respondió. “¿Y qué piensa hacer, ahora que ya se encuentra en España?”. “Trabajar” (Bárbulo, 1 de abril de 2007).

Bolivia es uno de los países que recientemente se ha inscrito en la historia migratoria iberoamericana a España dentro del contexto de la emigración extra-comunitaria. Esta inscripción comparte rasgos comunes con los colectivos migrantes que le precedieron, como la mayor proporción de mujeres, estrategias migratorias y los modos de incorporación laboral similares. Sin embargo, una característica distintiva, que es necesario tener en cuenta, se refiere a la irregularidad que presenta este colectivo en España hasta la fecha3. Esta situación se ha traducido en una mayor preocupación por las condiciones de vulnerabilidad social y laboral y el impacto que ha tenido la crisis económica mundial en el envío de remesas y el retorno, entre otros temas.

En este marco, el objetivo del presente artículo es analizar el caso de la migración reciente de bolivianos a España desde el enfoque de género con el fin de ampliar el conocimiento de las migraciones y el impacto diferencial en hombres y mujeres migrantes. La incorporación de la perspectiva de género permite detenernos en aspectos, aparentemente neutros de la migración, que han predominado en los enfoques clásicos y al mismo tiempo desnaturalizar dichas miradas. El afán de este análisis es superar la noción de migrante como trabajador –casi siempre conceptualizado como varón– para entenderla como un proyecto de hombres y mujeres, padres y madres, parejas, novios y esposos. Para ello se muestra cómo las motivaciones y las expectativas entre quienes deciden migrar se construyen de manera coincidente y diferenciada a la vez, durante la configuración del proyecto migratorio en la sociedad de origen. La elección del momento en que se construye y elabora la empresa migratoria tiene un afán heurístico en el sentido de intentar comprender cómo la experiencia de hombres y mujeres y sus resultados se encuentran fuertemente afectados por las representaciones e identidades de género actuando en muchos casos como predictor de experiencias (Parella y  Calvalcanti, 2008).

Asimismo, interesa revisar cómo las expectativas para migrar y las posibilidades reales de trabajo en España están afectadas por el género y cómo éstas se superponen sobre otros sistemas de desigualdad social. El mercado laboral y la política migratoria española se revelan generizadas4 en la medida que la primera se organiza de manera segregada canalizando la mano de obra hacia nichos laborales específicos donde cada vez más se inscriben los/las migrantes internacionales. Por otro lado, la política migratoria restringe la entrada favoreciendo el expediente de entrar como sea para luego aguantar con vistas a la obtención de papeles (Izquierdo y  López de Lera, 2003). Así, la gestión de los flujos migratorios y las opciones laborales en la sociedad de destino se entrelazan para acortar o aumentar el tiempo de la empresa migratoria y las estrategias para cumplir con los objetivos trazados en el país de origen, casi siempre con resultados desiguales para mujeres y hombres.

La metodología utilizada en este trabajo comprende el análisis de entrevistas en profundidad a emigrantes bolivianos residentes en Madrid realizadas durante los años 2007 y 2008. Asimismo, considera el uso de fuentes secundarias            – especialmente de la producción investigativa y teórica reciente – y el análisis de fuentes estadísticas españolas. También se incorporó la información de prensa disponible en Internet durante el periodo que cubre esta investigación.

A partir de las fuentes de información mencionadas el artículo se propone ubicar la emigración boliviana en el contexto de la migración extra-comunitaria de origen iberoamericano en general. Para ello utilizó, como eje central del análisis, el género, principio articulador de la migración a España en tanto se reconoce que el género organiza la migración y la migración reorganiza el género y permite explicar la mayor proporción de mujeres en ese movimiento de población.

En la primera parte del artículo se plantea un recorrido teórico que da cuenta de cómo se ha incluido el género en los estudios migratorios y su importancia como herramienta analítica. La segunda parte corresponde al análisis del caso, con una revisión general de los contextos, y luego se presenta la construcción del proyecto migratorio de hombres y mujeres boliviano/as y los modos de incorporación laboral en España.

El género en la organización de las migraciones internacionales

La incorporación del género como categoría taxonómica y analítica en el estudio de las migraciones internacionales es relativamente reciente en las Ciencias Sociales y ha venido de la mano de los aportes de la teoría feminista para la comprensión de la realidad social. Así, su inclusión en el análisis de los fenómenos sociales se relaciona con la necesidad de despejar una serie de invisibilidades de las que han sido objeto las mujeres en el marco del predominio de una mirada androcéntrica en el análisis social. En el caso de las migraciones, las teorías concibieron casi siempre a los migrantes como varones, interpretación que omitió la participación de las mujeres en los movimientos de población, especialmente internacionales (Morokvasic, 1984). Esta situación ensombreció la presencia de las mujeres en las migraciones en circunstancias en que ésta ha sido histórica y en algunos flujos ha superado a los varones (Hondagneu-Sotelo, 1992; Hondagneu-Sotelo y  Cranford, 1999)5.

La invisibilización de las mujeres en el estudio de las migraciones internacionales se relaciona con la definición que se ha hecho de los migrantes como trabajadores, en el marco de la división sexual del trabajo que asigna a los hombres la responsabilidad de provisión económica del hogar y a las mujeres las tareas de reproducción social. De modo que cuando el estudio de las migraciones consideró a las mujeres, casi siempre fueron conceptuadas como acompañantes de sus parejas o maridos. Predominó así la mirada asociacional de la participación femenina, como acompañantes de sus cónyuges o parejas y rara vez se indagó por las motivaciones laborales de esos desplazamientos y de los proyectos migratorios (Gregorio, 2006; Morokvasic, 1984). Del mismo modo, los varones fueron vistos como sujetos neutros, sin género, en circunstancias que el patrón migratorio masculino se adscribe de manera más evidente a los mandatos de género; sin embargo, han sido escasamente discutidos o considerados objeto de investigación.

La inclusión del género en los estudios migratorios ha supuesto una verdadera ruptura conceptual (IOÉ, 2002: 31), en tanto que no sólo releva a las mujeres como sujetos de la migración, sino porque cuestiona el modo en que se ha producido la investigación hasta la fecha y discute los presupuestos epistemológicos desde los que se han abordado los estudios de la movilidad humana. De esta manera, en un corto periodo de tiempo –que comprende desde los años ochenta a la fecha–, se ha pasado de la incorporación del género como categoría de análisis de los movimientos humanos a situar el género como principio organizador para la comprensión de las migraciones (Boyd y  Greco, 2003; Gregorio, 2009).

En este contexto, el actual fenómeno, denominado “feminización”de las migraciones, va más allá de visibilizar lo cuantitativo de la migración. Esto quiere decir que si bien se verifica un aumento de la proporción de las mujeres en los movimientos de población internacional (Zlotnik, 2003), lo que llama la atención son los aspectos cualitativos contenidos en la actual movilidad femenina. Entre los rasgos que podemos mencionar se encuentra el aumento del rol económico de las mujeres migrantes, en tanto cada vez más son las mujeres quienes encabezan la migración y dan lugar a cadenas migratorias, la mayoría de las veces como parte de una estrategia familiar y en otros casos con un proyecto migratorio propio (OIM, 2006; Organización de Naciones Unidas, 2006a). Esta situación es reflejo de otro fenómeno, el del aumento de las mujeres jefas de familia que asumen la provisión económica principal de sus unidades familiares, especialmente notorio en el caso de  América Latina en las últimas décadas (Arriagada, 2002; 2005).

Otro rasgo que llama la atención, se relaciona con que la mayoría de las mujeres migrantes son jóvenes y se encuentran en edad productiva y reproductiva. De modo que es frecuente que las migrantes dejen a sus familias e hijos en el país de origen, casi siempre a cargo de otras mujeres, lo que ha dado lugar a las familias transnacionales y las cadenas del cuidado global (Hochschild, 2000; Salazar Parreñas, 2001). En este sentido, el ejercicio de la maternidad a distancia, por una parte, ha puesto en entredicho la noción unificada de familia nuclear cohesionada predominante; y por otra, ha instalado la idea de la migración femenina como problema, situación que no había ocurrido con la migración masculina histórica (Hondagneu-Sotelo y  Avila, 1997).

Asimismo, la movilidad femenina actual se relaciona con la mayor visibilización de las condiciones de vida y trabajo que esperan a las migrantes internacionales, acentuada por la condición de extranjera y las políticas migratorias restrictivas que operan en el contexto de recepción. En el pasado, durante el periodo de urbanización latinoamericana, las migraciones internas del campo a la ciudad, motivaron el desplazamiento de numerosas mujeres que vieron en las ciudades la posibilidad de trabajar en el servicio doméstico o actividades informales de comercio urbano (Chant y  Craske, 2003; Jelin y Paz, 1991). En este contexto, fue frecuente que las mujeres que partían dejasen a los hijos a cargo de familiares, regularmente de las abuelas y del apoyo de la familia extensa. Sin embargo, en la actualidad la condición de extranjera, de mujer y de trabajadora, en un contexto patriarcal desigual, por lo general agudiza la discriminación que viven las mujeres, la que incluso puede verse acentuada con la emigración internacional (Boyd, 2006; Boyd y  Greco, 2003; Parella, 2000; 2003).

 

 

España y Bolivia, unidos por la migración

La migración de bolivianos a España es el capítulo más reciente de la historia migratoria del país andino, pero al mismo tiempo es parte de un fenómeno que se viene registrando a nivel mundial, en distintas latitudes con diferentes velocidades e intensidades, especialmente en las últimas décadas. En este sentido podemos destacar el carácter global que están teniendo estos movimientos en el último tiempo. No cabe duda que las migraciones se han extendido por todo el mundo, que cada vez son más los países involucrados y mayor es la diversidad de su composición. Asimismo, la movilidad geográfica actual no implica necesariamente una ruptura con el país de origen, como ocurría en el pasado, gracias a las facilidades que ofrece la comunicación y el abaratamiento de los costos del viaje (Organización de Naciones Unidas, 2006b).

En este escenario, España es probablemente el mejor ejemplo de cómo la dinámica de acentuación y aceleración de las migraciones descrita anteriormente, se ha venido desarrollando en las últimas décadas en un caso concreto: el de bolivianos/as en España. La reciente migración extra-comunitaria es en gran parte consecuencia de la historia reciente del país ibérico en el marco de un notable desarrollo económico a partir de la incorporación a la Unión Europea en la década de los ochenta que se ha intensificado en  los años noventa6.

Los cambios sociodemográficos recientes, que incluyen el aumento de la incorporación de la mujer española al mercado de trabajo, el envejecimiento de la población y el aumento del nivel educacional de la población, han supuesto una disminución de población nativa en edad de trabajar7 y un aumento en la demanda de mano de obra para alimentar el crecimiento económico del país (Oficina Económica de la Presidencia, 2006). Estos cambios llevaron a una reestructuración de la demanda laboral y un creciente proceso de segmentación delmercado de trabajo. Este último proceso es el que explica, en parte, que España tenga uno de los porcentajes más importantes de economía sumergida de la Unión Europea donde se ubican los nichos laborales de menor aceptación por parte de los nacionales a los que regularmente acceden los recién llegados (Cachón, 2006)8.

En este contexto, la llegada de boliviano/as a España se enmarca dentro del auge migratorio de origen iberoamericano al país europeo cuyos pioneros son los países andinos, entre ellos Colombia, Perú y Ecuador, que han ido a satisfacer la creciente necesidad de mano de obra en el sector de servicios y de la construcción. En el caso que nos ocupa, España es el destino reciente en la historia migratoria boliviana, luego de un largo devenir de movimientos de población interno y fronterizo. La movilidad humana ha sido una pieza central en la ocupación del vasto territorio del país andino y una estrategia para ampliar y complementar los recursos familiares en zonas rurales y urbanas (Cortes, 2000). La migración fronteriza ha sido parte de ese repertorio de estrategias, en el cual la emigración al exterior es, de algún modo, una extensión de esas fórmulas para buscar la vida más allá de las fronteras nacionales (Farah, 2005; Grimson, 2000; Hinojosa, 2007; Hinojosa, 2004; De la Torre, 2004).

El boom migratorio del colectivo boliviano al país ibérico tiene sus antecedentes en los primeros años del siglo XXI. Según las cifras oficiales del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España se advierte como, en muy poco tiempo, la migración boliviana pasó de una escasa importancia a un rápido aumento de su volumen. En 1990 había en el país poco más de 700 bolivianos con tarjeta de residencia en vigor, para pasar el año 2000 a 1.748 y casi 5.000 el año 2002 (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 1996; 2000; 2002). Sin embargo, el mayor crecimiento fue experimentado a partir del año 2004, al pasar de poco más de 7.000 personas a casi 70.000 el año 2007, con un crecimiento de casi un 1000% para ese periodo (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2002; 2004). Según datos de otra fuente estadística, el Padrón Municipal9, la población boliviana empadronada en 1998 ascendía a 1.249 personas para pasar a 52.345 el año 2002 y a 239.942 personas el 1 de enero de 2008 (Instituto Nacional de Estadística España, 2008).

Los factores que ayudan a comprender la emigración de boliviano/as a España se enmarcan, en el ámbito internacional, en la pérdida de importancia de Argentina como destino preferido de la migración fronteriza durante el siglo XX y al aumento de las restricciones de entrada a Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 (Farah, 2005; Whitesell, 2008). En el ámbito interno, las jornadas de protestas y movilización iniciadas a principios de la nueva centuria alcanzaron el punto más crítico el año 2003 con enfrentamientos en las calles, la salida del presidente Sánchez de Lozada del gobierno y su huida del país (Cabezas, 2007). En un contexto de efervescencia social, la incertidumbre y el desencanto se apoderaron de gran parte de la población, especialmente de quienes habían hecho esfuerzos por obtener estudios profesionales o habían acumulado un pequeño capital para montar sus propios negocios. En un escenario de crisis económica e institucional, la búsqueda de trabajo, la estabilidad laboral y los emprendimientos se dificultaron o desplomaron y con ello las expectativas de éxito en el corto plazo (Latinobarómetro, 2004; Seligson, et al., 2004). Este fue el marco propicio en el que se fraguó la migración boliviana internacional como alternativa a la crisis y a la pérdida de expectativas en el futuro del país.

Durante los primeros meses del año 2007, se observó un crecimiento extraordinario y sin precedentes de la inmigración de origen boliviano a España. Las razones son variadas, pero sin duda, la puesta en vigor de la legislación de la Unión Europea que impuso visado especial a los bolivianos a partir del 1 de abril de 2007, actuó como un verdadero efecto llamada. De hecho,  se estima que sólo el año 2006 desembarcaron en España 110.000 bolivianos/as y en los tres primeros meses de 2007 se sumaron otros 56.000 (Bárbulo, 1 de abril 2007). Se desató así uno de los capítulos más intensos de la historia migratoria internacional de Bolivia que alcanzó, en varios casos, ribetes dramáticos por alcanzar suelo español y por reagrupar a los familiares ante la expectativa de no poder hacerlo después de esa fecha10.

El género, elemento articulador de la emigración

Estudios en España sobre la migración femenina de dominicanas, ecuatorianas y filipinas realizados por Gregorio (1996; 1997), Pedone (2006) y Ribas (2004), advierten cómo el género es una categoría de análisis social fundamental para comprender por qué a la hora de migrar las mujeres lo están haciendo en mayor proporción en varios países de América Latina. Estas investigaciones demuestran que el género actúa como un factor diferencial asociado a los distintos roles que cumplen hombres y mujeres al interior de la familia de origen y a las posibilidades de inserción laboral en el destino migratorio.

En este contexto, la expectativa de encontrar un trabajo mejor remunerado en el país de recepción y de acceder a mayores recursos que aquéllos conseguidos en el país emisor, actuaron como verdadero efecto llamada especialmente en aquellos que ya contaban con familiares en España. Los hallazgos investigativos españoles advierten que cuando la migración ha sido liderada por mujeres la red migratoria tiende a feminizarse; a la inversa, cuando los hombres lideran la partida se favorece la migración de los varones (Pedone, 2006; Ribas, 2004). Este es un fenómeno que se repite de manera similar en los colectivos que precedieron al boliviano y es uno de los factores que ayuda a comprender tanto la masculinización de algunos colectivos como la feminizaciónde los flujos migratorios.

En el caso de la migración boliviana a España, lo que se advierte es que, de manera parecida a lo ocurrido con otros colectivos latinoamericanos, han sido las mujeres bolivianas quienes han encabezado el proyecto migratorio. En este sentido las mayores facilidades para entrar al mercado laboral español para las mujeres extranjeras, afectaron la configuración de la empresa migratoria y el modo de incorporación laboral. Las noticias de oportunidades de trabajo en nichos laborales específicos y la posibilidad de obtener más recursos económicos con la migración alentaron a muchas mujeres a migrar.

A diferencia de la historia migratoria de Bolivia del siglo pasado, lo que se aprecia en este nuevo capítulo es un sustantivo cambio en la dirección y composición de la migración. En efecto, durante el siglo XX la migración boliviana fue fundamentalmente fronteriza –dirigida a Argentina– y liderada por varones11. La crisis del año 2000 en el país trasandino, desincentivó la migración a ese país y se abrió con ello una nueva etapa en la historia de la movilidad humana, la migración internacional primero a Estados Unidos12 y recientemente a España.

Como señalamos al principio, se trata de una emigración de rápido crecimiento que se aceleró en los primeros meses de 2007 con una alta presencia femenina cuya proporción varió de 55% el año 2001, 54,2% el año 2002 y  56,8% el año 2005 (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2001; 2002; 2005). El proceso de regularización de ese último año logró beneficiar a más personas de este colectivo, especialmente de aquellos que llevaban más de tres años en situación de irregularidad. La obtención de papeles favoreció la inserción laboral y posibilidad de llevar a cabo la reagrupación familiar formal e informalmente. De modo que el año 2007, ante la expectativa del visado, muchas mujeres hicieron traer a sus maridos, parejas e hijos, hecho que se evidenció en una disminución de la proporción de mujeres (45,2%) (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2007)13.

La migración internacional como proyecto femenino y masculino

Al situarnos en el nivel de sujetos migratorios, advertimos que las condiciones de la etapa pre-migratoria fueron centrales en la conformación de un proyecto migratorio, en la decisión de migrar y en la selectividad por sexo. Valores como la solidaridad, la reciprocidad y la lealtad a la familia, fueron elementos que afectaron la decisión de partir, por parte de las mujeres. En la mayoría de los casos la emigración femenina fue concebida como un proyecto familiar que no rompió con el rol definido por género, sino que incluso fue posible reforzarlo. El lugar de la familia fue central en la concreción de la empresa migratoria y en la disminución de las contradicciones que generó la partida. Si bien el patrón migratorio hacia España ha sido fundamentalmente femenino, la empresa migratoria boliviana posee un fuerte componente familiar, es decir, ha tenido por objetivo el regreso rápido a Bolivia para estar con la familia en mejores condiciones o la reagrupación una vez en España y conocidas las posibilidades laborales.

En la toma de la decisión familiar, hubo una confluencia de factores que conectó el origen con el destino y las expectativas de la empresa migratoria. Hombres y mujeres bolivianos comenzaron a idear la partida a España alentados por las noticias de amigos o parientes que llegaron primero –a la aventura– y luego narraron los logros alcanzados. La incertidumbre en el futuro inmediato, la necesidad de cubrir las necesidades familiares o las deudas por el cierre o quiebra de sus emprendimientos impulsaron la búsqueda de oportunidades más allá de las fronteras. La acción de las redes migratorias fue central para facilitar la toma de la decisión y la incorporación laboral en España.

Los motivos que detonaron la migración a nivel micro, se relacionan en la mayoría de los casos con la coyuntura personal, entre ellos una crisis conyugal o de pareja, la pérdida del trabajo, la quiebra de los negocios familiares, la alta competencia en los negocios informales y un denominador común, la expectativa de que las cosas no mejorarían sustantivamente en Bolivia, por lo menos en el corto plazo. Una vez tomada la decisión, se configuró una estrategia de solidaridad y reciprocidad familiar, preferentemente en los casos en los que había hijos pequeños. En una primera instancia los hijos se quedaron con familiares –de preferencia de la madre– y en otros, los que tuvieron más suerte en la aventura migratoria, fueron reagrupados antes del 1 de abril del año 2007. Las historias relatadas son variadas, se trata de mujeres casadas o con hijos, que viajaron solas con apoyo de otro familiar, y no en pocos casos a probar suerte. La información que circulaba en Bolivia, antes de la imposición del visado, hizo surgir una verdadera empresa de la emigración en las principales ciudades del país, con agencias de viajes y préstamo que ofertaban todo tipo de servicios para el viaje, lo que multiplicó las expectativas de la emigración y las esperanzas en un futuro mejor.

Si bien los factores mencionados fueron el escenario común para hombres y mujeres, es preciso señalar que las motivaciones que tuvieron unos y otros se encuadran en las representaciones e ideología de género predominantes en Bolivia. Para las mujeres bolivianas entrevistadas en esta investigación, la sensación de vulnerabilidad que predominó en los primeros años de la actual centuria las impulsó a buscar nuevas alternativas laborales fuera de su país. Asegurar el bienestar familiar, especialmente en relación a la educación, salud de los hijos o la compra de una vivienda, fueron algunos de los motivos que impulsaron la toma de la decisión migratoria.

Bueno en el futuro asegurar el estudio, lo único de mis hijos y la estabilidad de los hijos que están enfermos, pues seguir adelante (mujer, casada, 32 años, procedente Cochabamba).

Más que todo por mi hijas para ayudarles – ellas están estudiando y necesito más factor económico– y por eso me vine acá, ya me habían dicho que es mejor acá que… claro, he visto que el dinero de allá y acá es mucha fortuna, entonces por esa razón me vine para acá (mujer, soltera, 46 años, procedente de La Paz).

Yo más que nada he sufrido por la vivienda y por eso me he animado a venir aquí, porque es imposible que pudiera tener una casa y aquí es igual, pero no sé, el sueldo de aquí sí me alcanza, por lo menos para un anticrético allá (mujer, convivencia, 29 años, procedente de La Paz).

Sin embargo, no fue poco frecuente encontrar motivos extra-económicos detrás de las motivaciones laborales. Estos motivos se relacionan, por ejemplo, con la posibilidad de encontrar en la migración propia o de la pareja, el término de un matrimonio o convivencia insatisfactoria o mal avenida. La partida se configuró en algunos casos como una salida legitimada o de hecho a esa relación, el tiempo y la desterritorialización facilitaría el término de la vida en común.

…yo me tengo que separar de él, tampoco quería darle ese disgusto a mis padres, no quería decirles me voy a separar y ya está, me daba cosa que ya no lo podía hacer, decía me voy a España y ahí ya yo lo tenía solucionado porque el otro se iba a dar duro (mujer, convivencia, 34 años, procedente de Santa Cruz de la Sierra).

En el caso de los varones entrevistados, la migración se configuró como una fórmula para reafirmar la masculinidad socavada en Bolivia. Periodos de recurrente cesantía, trabajo esporádico y mal remunerado, en definitiva de una crónica inseguridad en la consecución de los ingresos, favoreció la migración masculina como una forma de reponer el rol de proveedor familiar.

Muy mal, él se sentía mal porque al ver que yo era la única que traía el dinero a casa ¿no?, o sea, así fijo, fijo, porque él traía, traía pero no era nada fijo, entonces él se sentía muy mal, por eso nació la iniciativa de él de venirse (mujer, casada, 34 años, procedente de Santa Cruz de la Sierra).

Muy mal, un hombre siempre se debe sentir mal en esa situación porque ningún hombre creo que quiere que la mujer saque adelante a todos. Entonces ése fue el motivo que me impulsó a venir (hombre, casado, 29 años, procedente de Cochabamba).

Algunos fueron pioneros de la migración y aprovecharon las redes migratorias de parientes que les aseguraron un trabajo y otros se sumaron a sus mujeres una vez que ellas lograron reunir el dinero para el pasaje. Les alentó la posibilidad de poder aportar sistemáticamente con el mandato de provisión económica que no lograban cubrir en Bolivia o la dependencia de los recursos aportados por las mujeres como ingreso principal.

Es más en lo económico que nos venimos todos, pero también había un motivo o sea, la familia de mi mujer tiene dinero y yo no, yo venía de una familia más pobre entonces mi suegro no quería que me case que estemos juntos… o sea como yo allí no trabajaba antes que le conozca a ella y eso fue más el motivo, para demostrar que sí podría trabajar y sacar a mi familia adelante sin ayuda de ellos. Ya conseguí, ocho años, tengo mi casita y han visto que sí valió la pena que se case conmigo su hija. Ese ha sido más el motivo… (hombre, 29 años, casado, procedente de Cochabamba).

El intercambio de tareas y responsabilidades de género sigue siendo socialmente poco aceptado en América Latina, a pesar de lo extendido de la asunción del rol económico de las mujeres. De manera que, si dentro de una pareja, la mujer era quien más aportaba a la economía doméstica y en la práctica era la sostenedora principal de la familia, a menudo el hombre se enfrentó a la sanción social de parte de su entorno y a una falta en su identidad masculina. Esta situación se podía mantener temporalmente, pero cuando aumentaron las necesidades y el diferencial de recursos aportados en la pareja se acentuó, la posibilidad de migrar se configuró como una oportunidad para restituir el orden de género.

Con todo, las estrategias migratorias diseñadas en cada caso variaron si se trató de un hombre o una mujer, si tenían hijos o no y de quién partió primero. Si fue la mujer quien lideró la migración recayó en ella mayor responsabilidad, puesto que de manera frecuente fueron ellas quienes debieron asegurar el funcionamiento del grupo doméstico durante su ausencia. Para lograrlo recurrieron a su capacidad para articular una compleja trama de ayuda mutua, donde el rol de otras mujeres –abuelas, tías, hermanas– fue fundamental y sirvió para minimizar el impacto de la partida y establecer relaciones de reciprocidad futura. Si migró el varón primero, en general el orden de las cosas no se afectó, las mujeres buscaron formas para organizar la vida familiar minimizando el impacto de la partida del marido o de la pareja. En ambos casos, recayó en las mujeres la responsabilidad de llevar a cabo los ajustes y acomodos para que las dinámicas familiares se mantuviesen después de la migración.

Trabajar en lo que sea… oficios de hombres y mujeres bolivianos

Como señalamos antes, las diferencias que se presentan en un mismo continente o al interior de un mismo país, tienen que ver con procesos de selección que operan en el origen y actúan en el destino migratorio y viceversa. En dicha selectividad es central comprender cómo funciona el sistema desigualdad de género en las sociedades emisoras y cómo éstas se trasladan a la sociedad receptora. La posibilidad de acceder a ocupaciones “femeninas” ha favorecido la entrada al mercado de trabajo español de mujeres inmigrantes, especialmente latinoamericanas, y por añadidura ha propiciado la feminización de las redes migratorias. La demanda de mano de obra femenina ha ido a cubrir, preferentemente, las necesidades de cuidado y de reproducción social de una sociedad que se moderniza rápidamente. De hecho, según un Informe de Población de Naciones Unidas, en España un 70% de las mujeres inmigrantes que trabajan –procedentes, en su mayoría, de América del Sur– llegan para realizar tareas domésticas y cuidar a personas (Organización de Naciones Unidas, 2006a).

A partir del auge económico español de la década de los noventa, se ha producido una acentuación de la segmentación del mercado laboral que se ha organizado básicamente en torno a dos variables: el género y la nacionalidad. En este sentido se aprecia que ciertos trabajos están siendo cada vez más realizados por inmigrantes, especialmente mujeres en el servicio doméstico y de cuidado de personas, y de varones en la construcción. Esta segmentación ha sido propiciada por una política laboral estrechamente ligada a la política migratoria y es la que explica, en parte, el boom migratorio a España.

El aumento de la demanda de mano de obra femenina extranjera se debe por un lado a que las mujeres autóctonas, que realizaban las tareas de reproducción social, carecen de relevo generacional por la baja estima social y el desprestigio de estos trabajos (Aparicio y  Roig, 2005; Parella, 2003; 2005). Por otro lado, la mayor preparación de las mujeres españolas ha favorecido la salida al mercado de trabajo y su permanencia en él. Sin embargo, la inserción laboral de las nacionales no ha ido necesariamente acompañada de una sustitución en las tareas domésticas al interior de la unidad familiar –paliada en parte por la ayuda de las madres/abuelas– o de una relación más paritaria en el reparto de dichas tareas dentro de la pareja (Tobío, 2005). De modo que la doble presencia de las mujeres españolas en el trabajo y la familia ha motivado la contratación, formal e informal, en modalidad de internas y externas, de mujeres autóctonas de clase baja y con nivel educativo bajo y de mujeres extranjeras, en muchos casos sobrecalificadas para esas tareas.

En este contexto, la información que llegaba a Bolivia acerca de las oportunidades laborales advertía de las auspiciosas posibilidades que ofrecía España para quienes quisieran trabajar (Noya, 2003). Antes de partir la mayoría de las personas entrevistadas en esta investigación tenían una noción más o menos clara de las oportunidades laborales que les esperaban. Sin embargo, el aspecto más importante en la configuración de la empresa migratoria se relaciona con la idea de encontrar trabajo rápidamente y de ganar más dinero que en Bolivia en un corto lapso. De acuerdo a esas expectativas se construyeron la mayoría de las empresas migratorias estudiadas:

...me comunicaba con otras amigas y me decían, véngase, véngase, aquí es facilín el trabajo y se gana bien, aquí no se hace nada (mujer, casada, 34 años, procedente de
Santa Cruz de la Sierra).

Bueno porque había… tenía familiares que estuvieron acá habían recomendado diciendo de que el trabajo estaba bien, que estaban pagando bien, que estaba una buena temporada para venir y poder ahorrarse un dinero. Y eso fue… lo que nos hizo animar (hombre, 24 años, convivencia, procedente de Sucre).

No, yo sabía que mucha gente del campo decidían venir aquí (España)  y que trabajaban como doméstica y que hacían dinero y que regresaban allá pero casi todas muchachas jóvenes y yo dije, yo me voy a lanzar (mujer, 60 años, separada, procedente de Cochabamba).

Las representaciones sobre las oportunidades que ofrecía España –especie de sueño hispánico–en muchos casos no daban cuenta de la realidad, especialmente respecto de las condiciones laborales y de vida que les esperaban, pero sí daban luces sobre las oportunidades diferenciadas de acuerdo al género. Para las mujeres, la vía de ingreso al mundo laboral era casi siempre el servicio doméstico interno y el cuidado de niños y personas mayores. La mayoría de las entrevistadas reconoció no haber desempeñado ese tipo de oficios en su país que, en muchos casos, estaba por debajo de las capacidades y la preparación educacional alcanzada antes de la partida14. El modo de incorporación laboral se configuró como una estrategia para asegurar la concreción de los objetivos migratorios. La pérdida de estatus social se asociaba a la temporalidad acotada del proyecto migratorio y las ganancias que reportaría la migración. En este sentido, la mayoría de los/as entrevistadas concibió en la sociedad de origen, una empresa migratoria de corto plazo, pensando en el regreso con un capital importante, especialmente en el caso de los varones; y en el caso de las mujeres para hacer traer al marido o la familia. Sin embargo, una vez instalados en España y contrastada la realidad con la imagen construida desde Bolivia, la situación cambió.

Si las mujeres contaron con redes migratorias, especialmente durante los primeros años del siglo XX, la posibilidad de alcanzar los objetivos trazados en origen se facilitaron. Antes del boom migratorio boliviano a España, algunas mujeres decidieron aventurar y llegar sin contactos previos. En esos casos fue frecuente que padecieran la explotación laboral y precariedad en sus condiciones de vida. Al mismo tiempo se alargó el periodo de estancia en España en muchos casos más allá de lo trazado en origen. Aquéllas que llegaron en pleno auge migratorio boliviano, especialmente a partir del año 2004, vinieron casi siempre como parte de una red migratoria que facilitó la canalización laboral, ayudó a moderar el impacto de la partida y la instalación en la sociedad receptora.

En el caso de los varones, las oportunidades laborales que ofrecía el boyante sector de la construcción, permitieron la incorporación efectiva,  ganar dinero y cumplir los objetivos migratorios. Sin embargo, el reverso de esta opción laboral fueron las difíciles condiciones de trabajo, el esfuerzo físico que éste requería y el riesgo que muchas veces suponía esta labor. No obstante, es necesario precisar que tanto para los hombres como para las mujeres de origen boliviano, la precariedad laboral que predominó en el modo de incorporación laboral fue acentuada por la condición de irregularidad cuya expresión más notoria ha sido la falta de contratos de trabajo y, por tanto, del goce de derechos laborales. Un 71,9% de los encuestados en un estudio realizado por ACOBE declaró no contar con un contrato (2007:19). Esta situación no sólo afectaba a los sin papeles, sino también a quienes tenían autorización de residencia y trabajo, grupo en el que sólo un 5,9% contaba con un contrato de trabajo indefinido y un 14,5% con un contrato de duración determinada (ACOBE, 2007: 19).

En el largo plazo lo que se registra es que, si bien los hombres y las mujeres boliviano/as tienden a permanecer en nichos laborales específicos, las recompensas económicas fueron mayores para los varones una vez que lograron conseguir un trabajo y regularizaron su situación de residencia de acuerdo a los procesos de normalización. En el caso de las mujeres, cuando lograron reagrupar a sus familias o parejas, regularmente pasaron del servicio doméstico interno o “puertas adentro”, al externo o de “puertas afuera”. Algunas pudieron realizar un trabajo distinto, como operadoras, teleoperadoras o dependientas del comercio. Sin embargo, las remuneraciones en esos oficios, por lo general, no fueron significativamente mayores a las obtenidas como trabajadoras domésticas. En aquellas mujeres que decidieron salir del servicio doméstico y que accedieron a trabajos mejor remunerados –siempre en el sector de servicio– los factores que facilitaron este tránsito nos remiten al ciclo migratorio, el nivel educacional y la acción de las redes sociales en el contexto de destino.

En el caso de los varones, una vez que ellos se incorporaron al mercado laboral accedieron a mejores remuneraciones, con frecuencia mayores que las de sus parejas incluso en situación de irregularidad. Las mejores oportunidades de trabajo para los varones, implicaron casi siempre la restitución del orden de género en España, puesto que fueron las mujeres bolivianas las que buscaron conciliar la vida familiar y laboral en base a los aportes económicos de los varones. Esta situación liberó a las mujeres de la carga de la provisión económica del hogar, aunque, en varios casos, aumentó la dependencia económica respecto de sus parejas. De todos modos, no es posible establecer una relación causal entre ingresos y subordinación, puesto que es necesario considerar otros elementos del contexto de destino como el tipo de relación de pareja y el capital social en cada caso.

 

 

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CONCLUSIONES

Como sabemos, casi siempre las explicaciones teóricas intentan aprehender una realidad social compleja, por lo que es común que los fenómenos evolucionen más rápido que la comprensión de los mismos. Las migraciones son un claro ejemplo de un fenómeno que presenta gran dinamismo y complejidad, que ilustra esa brecha entre explicación y realidad. Uno de los aspectos a los que más atención se ha puesto en el último tiempo, es la presencia de las mujeres en las migraciones y las consecuencias desiguales que la experiencia migratoria tiene para hombres y mujeres.

En este contexto, la migración boliviana a España –el capítulo más reciente de la historia migratoria de ese país– contiene características recurrentes encontradas en otros casos de migración extra-comunitaria de las últimas décadas. Es preciso señalar que Bolivia es uno de los países más pobres de América Latina, y sus habitantes desde hace tiempo vienen apostando por la migración como una estrategia para ganarse la vida, primero fronteriza y recientemente internacional. No obstante, la atención en la mayor proporción de mujeres per se, a menudo ha oscurecido la dimensión relacional que contiene el género y ha dado menos cuenta del carácter generizado de la migración en su conjunto. Por lo tanto, el afán por relevar a las mujeres migrantes, ha contribuido, sin querer, a afirmar el carácter neutral –sin género– de la migración masculina y del impacto diferenciado en unos y otros.

En el sentido señalado la inclusión del análisis de género, para el caso de la migración boliviana a España, nos ha permitido ilustrar cómo las expectativas comunes y las motivaciones diferenciadas entre hombres y mujeres están afectadas por el género. Asimismo, nos ha permitido comprender el lugar que ocupan las identidades masculina y femenina en la decisión de migrar, en la configuración de las estrategias migratorias y los modos de incorporación laboral en el contexto de destino. La articulación de género, política migratoria y mercado laboral entregan luces acerca de cómo se trazan las trayectorias migratorias, casi siempre diferenciadas; y cómo se imbrican sistemas de desigualdad en los que de manera sistemática las mujeres son menos favorecidas por los dividendos de la migración. Asimismo, nos ayuda a despejar la interrogante acerca del potencial de cambio en las relaciones de género.

Advertimos que la vía por la que se mantienen las inequidades de género en la sociedad emisora y cómo éstas se vinculan a la sociedad receptora, ocurre fundamentalmente por la persistencia de la división sexual del trabajo en el contexto migratorio. La asignación distinta de tareas para hombres y mujeres, que si bien se pueden intercambiar como producto de los ajustes que requiere la migración, no supone un rompimiento o una transformación de las labores y responsabilidades asociadas a dicho reparto. Es esta división el eje principal que explica la persistencia y la centralidad del género como organizador de la migración. Se ha revisado que en un contexto de crisis recurrente y de baja cobertura social, la necesidad de resolver los problemas de la vida diaria, queda con frecuencia en manos de las personas. En ese marco, las mujeres son las más afectadas en épocas de crisis y quienes tienden a asumir las responsabilidades familiares de acuerdo a los mandatos de género.

La división sexual del trabajo también es el eje que conecta género con oportunidades laborales en el contexto de destino, las que casi siempre estaban por debajo de las capacidades y habilidades adquiridas antes de migrar. Los hombres y las mujeres boliviano/as, como la mayoría de los migrantes extra-comunitarios de origen iberoamericano en España, han ido a ocupar ciertos espacios laborales en fuerte concordancia con las representaciones de género. Las mujeres en tareas del ámbito de la reproducción social y los hombres en el ámbito productivo, en trabajos pesados y riesgosos.

Estas conexiones e imbricaciones nos advierten de fenómenos globales de nivel estructural donde las migraciones son la manifestación más notoria de los desajustes y contradicciones no resueltas por los avances de las mujeres. Estos avances y retrocesos están asentados sobre una estructura patriarcal desigual que cambia lentamente y que posee una dimensión transfronteriza. Asimismo este entrecruzamiento de sistemas de desigualdad, que releva la migración internacional, da cuenta de cómo los procesos globales de producción no se dan desconectados de los procesos de reproducción social. De alguna forma estos procesos se proyectan a nivel global y adquieren mayor expresión en la migración internacional, especialmente cuando atendemos al impacto en hombres y mujeres migrantes.

La consideración de los contextos en la etapa previa a la migración y los modos de incorporación laboral en el destino nos ha permitido mirar esos fenómenos a escala global y analizar cómo se interconecta lo que aparentemente no está relacionado. De modo que los aportes de los análisis que incorporan el género permiten relevar cómo lo productivo y reproductivo se trasladan y se reproducen en un contexto global. El caso de los bolivianos y bolivianas en Madrid es sólo un ejemplo que  ilustra cómo las identidades de género se articulan con la migración y cómo se obtienen resultados contradictorios que no son ajenos a las representaciones de género de las sociedades de origen y destino.


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Notas al Pie

1   Este artículo es parte de la tesis doctoral de la autora titulada “Yo venía con un sueño… Relaciones de género entre inmigrantes de origen boliviano en Madrid. 2000 – 2007” del Programa de Doctorado en América Latina Contemporánea, adscrito a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, dictado por el Instituto de Investigación Universitaria José Ortega y Gasset de Madrid.

2   Marcela Tapia Ladino es profesora de Historia y Geografía, magíster en Historia y doctor en América Latina Contemporánea. Desde el año 2000 es docente e investigadora de la Universidad Arturo Prat y desde el año 2005 forma parte del Instituto de Estudios Internacionales, INTE, de la misma universidad. Correo electrónico: marcelatapial@gmail.com, marcela.tapia@unap.cl. Iquique - Chile

3   Según el Informe de la Asociación de Cooperación Bolivia-España, ACOBE, “Situación general de los bolivianos en España”, del total de encuestados (600 personas),  el 62,5% se encontraba en situación de irregularidad al momento de la encuesta, seguidos de un 30,7% regularizados y un 6,8% en tramitación de sus papeles (ACOBE, 2007: 12).

4   El concepto generizado es un neologismo y una traducción del inglés engendering  por le cual se reconoce que el género es parte de todos los aspectos de la vida humana (Acker, 1990: 146).

5   Un dato ilustrativo se refiere al predominio de las mujeres en la migración legal a Estados Unidos desde 1930 en adelante, momento en que las mujeres comenzaron a superar a los varones (Morokvasic, 1984).

6   “La economía española ha registrado desde 1996 un crecimiento medio anual del 3,5%, muy por encima del crecimiento medio del PIB de los socios de la zona euro (2,1%), de la UE-25 (2,3%) e incluso por encima del registrado en EE. UU (3,3%). Este elevado crecimiento ha venido acompañado por un intenso ritmo de creación de empleo, un notable crecimiento de la población activa y una espectacular reducción de la cesantía. Según la Encuesta de Población Activa, la economía española ha sido capaz de generar empleo a un ritmo medio anual de más de 600 mil personas desde 1996, con una cada vez mayor incorporación de la población al mercado de trabajo, lo que ha elevado la tasa de actividad total de la economía en el año 2006 hasta más del 70% desde 61,5% en 1996. La enorme capacidad de creación de empleo de la economía estos años ha posibilitado que, a pesar del crecimiento de la población activa (casi cinco millones desde 1996), la tasa de cesantía descendiese desde niveles por encima del 20% en 1996 hasta niveles europeos (8,1% en el tercer trimestre de 2006)” (Oficina Económica de la Presidencia, 2006).

7   “Así, desde 1993 desciende la población activa de 16 años, y en los años subsiguientes va descendiendo la de 17, la de 18, etc. Así llegamos a 2005, año en el que el descenso afecta a todo el tramo de 16 a 30 años, lo que ya ha supuesto que la incorporación de nuevos jóvenes al mercado laboral haya ido descendiendo progresivamente en los últimos años. Pero vale la pena resaltar que esta misma dinámica afecta cada nuevo año a un tramo mayor de edad (en 2010 afectará al tramo 16- 35, etc.), de forma que los efectos de la caída de la natalidad producida a partir de 1976 van a ser cada vez mayores, dando lugar a un continuo descenso de la incorporación de nuevos jóvenes (nativos) al mercado laboral. Comparando el período 1993-2005 con los anteriores, se ha producido una media de unos 160.000 efectivos incorporándose de menos cada año al mercado laboral, es decir, unos 2 millones en todo el período” (Pajares, 2007).

8   La economía sumergida en España representa aproximadamente un 20% del PIB, lo que ubica a este país detrás de Grecia e Italia, según los datos del Consejo Económico y Social de España (Comisión Económica y Social, 2004).

9   El Padrón Municipal es un registro administrativo donde figuran los vecinos inscritos en cada municipio español.

10 En Santa Cruz de la Sierra se desató una protesta que amenazó a la compañía con su destrucción y el secuestro de sus funcionarios. Hasta la Fuerza Aérea Boliviana debió intervenir, lo que motivó el flete de un avión con pasajeros para aliviar la angustia de quienes se quedaron en tierra (Quiroga, 31 de marzo 2007).

11 La migración de bolivianos a Argentina empieza su apogeo en 1930, especialmente al noroeste, debido a la demanda estacional de mano de obra para la actividad agrícola de caña de azúcar y tabaco. En una primera etapa se trató de una migración temporal y circular a Jujuy y Salta, de tipo rural-rural y rural-urbano, formada básicamente por hombres y seguidos de mujeres y niños que podían colaborar en la tareas de cosechas o atenderlos a ellos (Balán, 1990). Luego, debido a la crisis de las economías regionales en los años sesenta, los trabajadores bolivianos comenzaron su emigración a Córdoba y el Litoral, especialmente Buenos Aires, para trabajar en la construcción, el servicio doméstico y las industrias y manufacturas con demanda intensiva de trabajo. Se trataba todavía de una migración mayoritariamente masculina y transitoria, de idas y venidas (Hinojosa, 2000), procedente de Tarija y Santa Cruz (Vior, 2006). Progresivamente los bolivianos se fueron concentrando en al Área Metropolitana de Buenos Aires, para superar en los ochenta a los que se encontraban en el noreste (Ceva, 2006; Vargas, 2005).

12 Para el año 2000 se estimaba en 44 mil los bolivianos en Estados Unidos. Ver: Pellegrino, 2003; De la Torre, 2004.

13 Según estudios realizados en Cochabamba, se señala que “la actual emigración de los valles tiene rostro de ‘mujer-madre’ que se construye y re/construye en ausencia, pero sin dejar de asumir la responsabilidad de satisfacer las necesidades básicas de su entorno familiar. Datos de nuestro trabajo revelan que el 67% de la migración internacional cochabambina de los últimos seis años está compuesta por mujeres; la cifra sube al 70% en caso de las migraciones hacia Italia. Asimismo cifras del Ayuntamiento de Barcelona para el año 2007 refuerzan esta realidad cuando señalan que del total de bolivianos empadronados en dicha ciudad el 60% son mujeres” (Hinojosa, 2007: 22) .

14 Según el informe de la Asociación de Cooperación Bolivia-España se registra una notable diferencia entre los trabajos y oficios ejercidos por los migrantes de origen boliviano entre el país de origen y España. Del total de la muestra considerada en dicho estudio se advierte que sólo un 5,6% de los encuestados/as se desempeñaba en el servicio doméstico en Bolivia, frente a un 32,8% que lo hace en España al momento de la encuesta (ACOBE, 2007: 18).

 

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