INTRODUCCIÓN

La vida cotidiana de las personas, en un mundo en constante cambio, exige la adaptación a nuevas formas de actuar y la imposición de reglas que permitan afrontar los desafíos de la globalización. Estos cambios generan conflictos en distintos escenarios, donde convergen diversas posturas y percepciones. La interacción entre estas diferencias impulsa la toma de decisiones, algunas de las cuales pueden resultar perjudiciales para la convivencia social. Comprender estos procesos es clave para fomentar un entorno armonioso, basado en el respeto y el diálogo. Solo a través de una reflexión crítica y una disposición a la convivencia se puede mitigar los efectos negativos de las decisiones individuales y colectivas, promoviendo así una sociedad más equilibrada y justa (^{Flores, 2016}).

Según la investigación de ^{Camps Bansell et al. (2019}), el conflicto es una interacción interpersonal caracterizada por la oposición entre individuos o grupos en relación con valores, conductas o perspectivas. No es intrínsecamente negativo, sino una manifestación de diferencias que pueden generar debate, transformación o aprendizaje. Su desarrollo puede ser abierto o sutil, reflejando la diversidad de posturas dentro de una comunidad. Es importante diferenciarlo de la agresión, ya que esta implica un componente disfuncional que afecta tanto al agresor como a la víctima, mientras que el conflicto puede ser un motor de cambio y evolución. En este sentido, el conflicto no debe interpretarse exclusivamente como una confrontación hostil, sino como un espacio de negociación y ajuste social donde se intercambian ideas y se redefinen posiciones en la interacción humana (^{Cano et al., 2020}).

Los conflictos pueden clasificarse en distintos tipos según su origen y manifestación. ^{Cabrera-Santos y Hernández-Velásquez (2022}) destacan los conflictos interpersonales, que surgen de discrepancias entre individuos debido a diferencias en valores o intereses. En el caso de la investigación de ^{Camps Bansell et al. (2019}) señalan los conflictos estructurales, derivados de desigualdades sociales o institucionales, que afectan la convivencia escolar. Por otra parte ^{Cano et al. (2020}) analizan los conflictos ideológicos, relacionados con creencias y posturas opuestas en el aula. En el caso de ^{Cañas Jaimes y Mosquera Téllez (2024}) abordan los conflictos afectivos, donde emociones intensas dificultan el diálogo. Otros autores como ^{Cardozo-Rusinque et al. (2019}) exploran los conflictos funcionales, que pueden generar cambios positivos si se gestionan adecuadamente.

Dentro del contexto escolar, los estudiantes reconocen que los conflictos pueden perturbar la armonía necesaria para una convivencia saludable. Sin embargo, también los consideran una parte natural del desarrollo, ya que les permite adquirir habilidades socioemocionales y mejorar sus estrategias de afrontamiento. Según ^{Moreno y Molero Jurado (2022}), los adolescentes utilizan diversos mecanismos para gestionar los conflictos, destacando la búsqueda de apoyo social y la evitación del problema. Estas estrategias pueden influir en el desenlace de los enfrentamientos, determinando si tendrán un impacto positivo o negativo en la dinámica grupal. Factores como la edad y el género también juegan un papel clave, afectando la forma en que cada estudiante percibe y enfrenta las dificultades. Por ello, el desarrollo de estrategias adaptativas es fundamental para fortalecer la convivencia escolar.

Durante la etapa escolar, los alumnos experimentan un aumento en su independencia y al mismo tiempo en sus interacciones sociales, desarrollando una identificación más contundente con sus compañeros. Este período marca el inicio y deseo de llegar a pertenecer a un grupo, a la vez, puede dar lugar a las competencias y conflictos que pueden manifestarse en formas continuas de maltrato dentro del entorno educativo (^{Perales Franco, 2021}). Del mismo modo, estos conflictos en las escuelas vienen creciendo y son motivo de inquietud tanto para los maestros como para los directivos y orientadores escolares, quienes se ven obligados a encontrar soluciones rápidas y efectivas como parte de su rol profesional (^{Rojo Guillamón y Ferrando Prieto, 2022}).

Dado el impacto significativo que tienen los conflictos en la dinámica escolar y el desarrollo socioemocional de los estudiantes, resulta esencial cuestionarse ¿qué vías abordar vías para su tratamiento con la aplicación de metodologías fundamentadas?, ¿cómo diferenciar sus orígenes y manifestaciones, para así identificar estrategias de gestión efectivas? Es por ello que el objetivo de esta investigación fue determinar los conflictos escolares, su clasificación y estrategias de resolución mediante modelos de intervención que transformen el conflicto en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.

MÉTODO

Para abordar la resolución de conflictos en el ámbito escolar, se realizó una revisión sistemática exhaustiva. Este enfoque metodológico permitió analizar estudios previos que han examinado la naturaleza, el impacto y las estrategias de gestión de conflictos en contextos educativos. La recopilación y análisis de fuentes se llevó a cabo bajo criterios de relevancia y calidad, garantizando la solidez de los resultados. La sistematización de esta información no solo contribuye al desarrollo de estrategias fundamentadas para la convivencia escolar, sino que también proporciona una base teórica y metodológica para futuras investigaciones. Así, este estudio busca ofrecer un marco de referencia que oriente nuevas investigaciones sobre el papel del conflicto en el aprendizaje y la socialización.

En la confección de esta investigación se aplicó el Método PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses), el cual proporciona una estructura transparente y replicable para la revisión sistemática de la literatura. Este proceso se desarrolló en cuatro etapas principales: identificación de fuentes relevantes, selección de estudios según criterios de inclusión y exclusión, evaluación de la calidad metodológica y síntesis de los hallazgos. La implementación de PRISMA permitió minimizar sesgos, asegurar la exhaustividad del análisis y mejorar la reproducibilidad de los resultados. Gracias a esta metodología, el presente estudio ofrece una base sólida para la comprensión de la resolución de conflictos en el ámbito escolar y facilita el desarrollo de futuras investigaciones en este campo.

La selección de la información es fundamental para una investigación de este tipo, por lo cual se llevó a cabo una revisión de tipo descriptiva, utilizando estrategias de búsqueda avanzadas con palabras clave y conectores booleanos. Se emplearon términos como conflictos, escuelas, estrategias, mediación y convivencia escolar, combinados con operadores lógicos para refinar la selección de fuentes relevantes. Además, se aplicaron filtros temporales y se dio prioridad a estudios de acceso abierto en revistas indexadas en bases de datos reconocidas como SciElo, Redalyc, EBSCO y Dialnet.

En cuanto a los criterios de selección de la bibliografía de la bibliografía, se establecieron criterios específicos de inclusión y exclusión. Se incluyeron artículos publicados entre 2019 y 2024, con acceso abierto e indexados en bases de datos como Google Académico, SciElo, Redalyc, Ebsco y Dialnet. Se priorizaron investigaciones que abordaran la resolución de conflictos escolares desde una perspectiva metodológica y con aplicación práctica en entornos educativos. Por otro lado, se excluyeron trabajos que no estuvieran en revistas arbitradas, que carecieran de fundamentación teórica sólida o que no presentaran evidencia relevante. También se descartaron estudios con enfoques exclusivamente anecdóticos, asegurando así la validez y aplicabilidad de los resultados obtenidos en esta investigación.

Figura 1 Flujograma correspondiente al método PRISMA 

DESARROLLO Y DISCUSIÓN

Los resultados de búsqueda en las bases de datos SciElo, Redalyc, Ebsco y Dialnet permitieron identificar un total de 309 artículos relacionados con la resolución de conflictos en escuelas. Por conceptos de referencias cruzadas y artículos duplicados antes del cribado se eliminaron 48 artículos, sometiéndose al cribado 261 artículos. Posteriormente, durante el cribado se descartaron 203 investigaciones por estar fuera del rango de tiempo definido encontrarse fuera del contexto de la investigación. Por último, considerando el título y el resumen, se seleccionaron 58 trabajos. De estos, se excluyeron 23 artículos por presentar un enfoque anecdótico. Como resultado se seleccionaron 35 artículos para la revisión, estos se relacionan en la Tabla 1.

Tabla 1 Informe de estudios incluidos 

Teniendo en cuenta el orden numérico de los artículos de la tabla 1, en la Tabla 2 se muestran los resultados para los términos más empleados para referirse a los conflictos, la cantidad de artículos que lo mencionan y el porciento que representa del total de artículos revisados.

Tabla 2 Palabras utilizadas en definiciones de conflictos 

El análisis de los artículos revisados revela que los términos más frecuentes para describir conflictos escolares fueron "desacuerdos" y "violencia", presentes cada uno en 6 artículos (17.1% del total). Le siguen en frecuencia "confrontación" y "discrepancias", mencionados en 4 artículos cada uno (11.4%), mientras que "discusiones" (3 artículos, 8.5%) y "diferencia de pensamiento" (4 artículos, 11.4%) aparecieron con menor recurrencia. El término "situación de tensión" fue utilizado en 3 estudios (8.5%). Es notable que conceptos como "pugna" y "disputa" no fueron empleados en ninguno de los trabajos analizados, lo que sugiere que estas expresiones no forman parte del vocabulario académico predominante en las investigaciones sobre conflictos en el ámbito escolar.

En la Tabla 3, se observan términos que definen la resolución de conflictos, de igual modo el nombre los artículos corresponden con número dado en la tabla 1. Los resultados de la tabla muestran la frecuencia y el porcentaje de artículos que citan diversas estrategias para la resolución de conflictos. La persuasión y la prevención son las estrategias más mencionadas, presentes en 8 artículos cada una, lo que representa un 22.8% de la selección total. Le siguen en relevancia la mediación, la conciliación, la confianza y la empatía, cada una citada en 7 artículos (20%).

En el caso de la negociación aparece en 6 artículos (17.1%), mientras que el diálogo y la escucha reflexiva se mencionan en 5 artículos (14.2% y 14.3%, respectivamente). Otras estrategias como el juego de roles (11.4%), el arbitraje y el círculo de paz (8.5% cada una), y las teorías de juegos (5.7%) tienen una presencia menor. Estos datos reflejan un énfasis en estrategias comunicativas y relacionales, como la persuasión, la mediación y la empatía, en contraste con enfoques más estructurados o teóricos, que aparecen con menor frecuencia.

Tabla 3 Estrategias de resolución de conflictos en artículos seleccionados 

Discusión

Los resultados de esta revisión sistemática, realizada bajo los criterios PRISMA, revelan una notable diversidad terminológica para conceptualizar los conflictos escolares. Los términos "desacuerdos" y "violencia" resultaron los más frecuentes (17.1% cada uno), resultado que coincide con investigaciones como las de ^{Cardozo-Rusinque et al. (2019}) y ^{Di Napoli (2020}), quienes destacan la naturaleza multifacética de los conflictos educativos. Esta dualidad conceptual entre diferencias relacionales y manifestaciones violentas refleja la complejidad del fenómeno en contextos escolares. Sin embargo, la ausencia de términos como "pugna" o "disputa" en la literatura analizada sugiere un enfoque académico que da mayor peso a categorías más específicas, lo que podría limitar comparaciones interculturales, tal como advierten estudios transculturales recientes.

Al examinar los tipos de conflictos predominantes, se observa que los interpersonales y estructurales fueron los más documentados. Este resultado concuerda con los planteamientos de ^{Camps Bansell et al. (2019}) y ^{Perales Franco (2021}), quienes identifican estas categorías como las más disruptivas para la convivencia escolar. En lo particularmente resulta relevante la investigación sobre los conflictos estructurales, que según ^{Ochoa Cervantes et al. (2021}) tienen su origen en desigualdades institucionales profundas. Los datos revelan que estos conflictos suelen ser más persistentes y requieren intervenciones sistémicas, a diferencia de los interpersonales que pueden abordarse con estrategias focalizadas. Esta distinción resulta crucial para diseñar políticas educativas efectivas.

En cuanto a las estrategias de resolución, el análisis muestra un predominio de enfoques comunicativos y relacionales. La persuasión (22.8%) y la mediación (20%) emergieron como las más utilizadas, lo que se contrasta con los resultados de ^{Cabrera-Santos y Hernández-Velásquez (2022}) en contextos de educación básica. Sin embargo, llama la atención el escaso desarrollo de métodos innovadores como las teorías de juegos (5.7%), a pesar de su demostrada eficacia en estudios como el de ^{Cruz-Barba y Rojo-Zárate (2023}). Esta brecha podría explicarse por la mayor complejidad de implementación de estos enfoques, que requieren formación especializada del profesorado, según advierte ^{Soto (2020}) en su análisis de competencias docentes.

Los resultados sobre estrategias socioemocionales (20%) requieren de una atención especial. Investigaciones como las de ^{Gutiérrez-Torres y Buitrago-Velandia (2019}) y ^{Merchán Gavilánez et al. (2019}) demuestran que estas aproximaciones no solo resuelven conflictos puntuales, sino que desarrollan habilidades permanentes en los estudiantes. No obstante, el análisis revela que su implementación suele ser irregular y dependiente de la voluntad individual de docentes, más que de políticas institucionales sistemáticas. Los resultados coinciden con las observaciones de ^{Padilla Hidalgo y López Mejías (2021}) sobre la necesidad de incorporar estas competencias en la formación inicial docente, aspecto que actualmente presenta importantes carencias según los estudios revisados.

Entre las limitaciones del estudio, cabe destacar el sesgo geográfico hacia investigaciones iberoamericanas, debido a los criterios de selección lingüísticos. Esta circunstancia, aunque permite profundizar en contextos específicos, dificulta la generalización de conclusiones a otras realidades educativas. Como señala ^{Moreno y Molero Jurado (2022}) en su revisión sistemática, los patrones de conflicto y su resolución varían significativamente según factores culturales e institucionales. Otra limitación importante fue la exclusión de literatura gris, que según ^{Zepeda (2020}) puede contener valiosas experiencias de intervención en contextos escolares reales. Estas restricciones metodológicas sugieren la necesidad de ampliar futuras revisiones hacia enfoques más inclusivos.

Esta revisión sistemática evidencia que los conflictos escolares requieren abordajes diferenciados según su naturaleza y contexto. Los hallazgos respaldan las propuestas de ^{Villalón y Zamorano (2023}) sobre la necesidad de "curricularizar" el conflicto como oportunidad pedagógica. Se constata que, mientras las estrategias tradicionales (mediación, diálogo) siguen siendo predominantes, existe un creciente interés por enfoques innovadores que merecerían mayor desarrollo investigativo. Los resultados enfatizan la importancia de formar docentes en competencias específicas para la gestión de conflictos, tal como plantea la literatura reciente. Futuras investigaciones deberían explorar el impacto diferencial de estas estrategias a largo plazo, así como su adaptabilidad a diversos contextos educativos y culturales.

CONCLUSIONES

Esta revisión sistemática mediante el método PRISMA permitió identificar los patrones fundamentales de los conflictos escolares, destacando su naturaleza compleja y multidimensional. Los resultados revelan que los términos "desacuerdos" y "violencia" son las conceptualizaciones más recurrentes, representando cada una el 17.1% de las referencias analizadas. Esta dualidad refleja tanto las tensiones cotidianas en las relaciones interpersonales como las manifestaciones más graves que afectan la convivencia escolar. La diversidad terminológica encontrada subraya la necesidad de establecer definiciones operativas más precisas que faciliten el desarrollo de intervenciones adaptadas a contextos educativos específicos.

El estudio identificó cinco tipos principales de conflictos, siendo los interpersonales y estructurales los más frecuentes y desafiantes para las instituciones educativas. Los primeros surgen principalmente de relaciones problemáticas entre estudiantes, mientras que los segundos se originan en desigualdades institucionales y normas poco inclusivas. Resulta particularmente relevante el reconocimiento de los conflictos funcionales, que bajo un enfoque pedagógico adecuado pueden convertirse en oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento grupal. Esta perspectiva transformadora del conflicto representa un avance significativo respecto a visiones tradicionales que lo consideraban únicamente como factor disruptivo.

En cuanto a las estrategias de resolución, el análisis demostró el predominio de enfoques basados en el diálogo y las habilidades socioemocionales. La mediación y la persuasión aparecen como las herramientas más utilizadas, representando el 20% y 22.8% respectivamente. Sin embargo, se observa una marcada diferencia con estrategias innovadoras como los círculos de paz o las teorías de juegos, que a pesar de su potencial demostrado aparecen en menos del 10% de los estudios. Esta brecha señala la necesidad de fortalecer la formación docente en metodologías alternativas y promover su implementación sistemática en las instituciones educativas.

Los principales factores generadores de conflictos identificados incluyen dinámicas de poder no resueltas, deficiencias en la comunicación y estructuras escolares poco inclusivas. Estos elementos interactúan creando escenarios donde los desacuerdos cotidianos pueden escalar hacia manifestaciones más graves como la violencia escolar. Los resultados enfatizan la importancia de abordar tanto las causas inmediatas como los factores estructurales, implementando sistemas de prevención temprana y protocolos de actuación diferenciados según la naturaleza de cada conflicto.

Como contribución final, esta investigación propone un enfoque integral para la gestión de conflictos escolares que combine prevención, intervención especializada y evaluación continua. Los hallazgos respaldan la visión del conflicto como fenómeno inherente a los sistemas educativos que, cuando se aborda adecuadamente, puede convertirse en una poderosa herramienta pedagógica. Este planteamiento refuerza la importancia de desarrollar políticas institucionales que fomenten la convivencia pacífica y transformen los desafíos relacionales en oportunidades para el desarrollo de competencias ciudadanas y socioemocionales en toda la comunidad educativa.