INTRODUCCIÓN
El mundo actual se ha visto afectado por las diversas consecuencias de la pandemia de COVID-19 (1), la cual tuvo un impacto significativo en la población global, afectando la salud, la economía, la estabilidad social y emocional de las personas (2), situación que ha generado diversas sensaciones en la población como son el temor, la incertidumbre, el aislamiento, el cambio de hábitos y además de permanecer en casa con el temor de contagiarse, enfermarse o morirse (3) y la presencia de conflictos y violencia en el entorno familiar, laboral y social, asociado al estrés, ansiedad y problemas de sueño a corto plazo en los estudiantes universitarios (4, 5), depresión y trastorno de estrés postraumático a largo plazo a causa de la crisis sanitaria afectando su salud mental (6).
El escenario pospandemia ocasionó diferencias y cambios importantes en el estilo de vida y la salud mental de los individuos (7) condición a las cuales los universitarios se vieron afectados (8). La salud mental de los estudiantes universitarios en la era pospandemia sigue siendo una preocupación importante.
Un estudio encontró que el 43% de los estudiantes universitarios reportaron niveles altos de ansiedad durante la pandemia, un aumento considerable en comparación con las tasas previas a la pandemia (9), otro informe reportó que la prevalencia de ansiedad moderada disminuyó del 18 % al 13,6 %, pero el trastorno de estrés postraumático aumentó del 21,5 % al 29,6 % entre los estudiantes más de un año después de la pandemia (10), asimismo se informó que más del 50% de los estudiantes experimentaron niveles clínicos de trastornos del sueño y depresión, lo que indica problemas persistentes de salud mental (11), además se encontró que el 56% de los estudiantes universitarios experimentaron una disminución en su rendimiento académico debido a las dificultades relacionadas con la pandemia (12).
Por otro lado, estudios realizados en Colombia y Chile, coinciden en que los universitarios sufrieron problemas de salud mental durante la pandemia, siendo las de sexo femenino quienes mostraron mayores problemas vinculados a la ansiedad y depresión, respecto al masculino (13, 14).
En las últimas décadas, el estudio de la salud mental ha trascendido la visión tradicional centrada exclusivamente en la presencia o ausencia de trastornos psicológicos, para incorporar enfoques más integrales que consideran el bienestar subjetivo, emocional, psicológico y social como componentes fundamentales del desarrollo humano (15, 16). Esta perspectiva da lugar al concepto de salud mental positiva, entendido como un estado de funcionamiento óptimo que permite a las personas desplegar sus capacidades, afrontar el estrés cotidiano, trabajar de manera productiva y contribuir a su comunidad (16).
La salud mental positiva, también conocida como estado de bienestar, ayuda a las personas a manejar el estrés diario, contribuyendo positivamente en el entorno de manera adecuada, apreciando y disfrutando de la vida (17); es un estado en el que los individuos experimentan emociones positivas, satisfacción con la vida, y funcionan de manera efectiva en sus roles sociales y personales (15), por otro lado, Neff (18) argumenta que el autocuidado, incluyendo la autocompasión y la gestión del estrés, son componentes esenciales de la salud mental positiva, ya que fomentan prácticas que mejoran el bienestar y previenen el agotamiento (19).
La salud mental positiva ha sido conceptualizada desde diversas perspectivas a lo largo del tiempo. Una de las primeras y más influyentes aproximaciones fue propuesta por Jahoda (20), quien planteó un modelo normativo de funcionamiento psicológico saludable. Para Jahoda, la salud mental no se limita a la ausencia de enfermedad, sino que implica un estado dinámico de equilibrio interno, adaptación al entorno y autorrealización. Su teoría identifica seis factores fundamentales para definir la salud mental positiva (satisfacción personal, actitud prosocial, autocontrol, autonomía, solución de problemas - autoactualización y habilidades de relación interpersonal), percepciones que son susceptibles de variación en función a factores como la edad, el nivel académico y el sexo (20, 21).
Posteriormente, María Teresa Lluch (22-24) retoma y amplía esta concepción a través de investigaciones que validan empíricamente el constructo de salud mental positiva, especialmente en contextos hispanohablantes. Lluch define la salud mental positiva como un estado en el cual la persona experimenta bienestar, funcionalidad, y recursos personales para afrontar de forma adaptativa los desafíos de la vida. Su modelo se basó en los seis factores clave, medibles mediante su instrumento Escala de Salud Mental Positiva (24).
En conjunto, las contribuciones de Jahoda y Lluch permiten comprender la salud mental positiva como un proceso dinámico, multidimensional y contextualizado, que integra componentes emocionales, cognitivos, conductuales y sociales. Esta visión resulta especialmente pertinente en poblaciones universitarias, donde las demandas académicas y personales exigen recursos psicológicos sólidos para un desarrollo integral.
El estudio sobre los niveles de salud mental positiva en universitarios bajo contexto pospandemia, son escasos, Calizaya et al. (25) analizaron la salud mental positive según variables sociodemográficas en universitarios, durante el COVID-19, encontrando nivel medio de Salud Mental Positiva (84.7%), nivel medio (50.4%) en la capacidad de adaptación; nivel alto (44.7%) en satisfacción personal y autonomía y nivel medio (44.7%) en tolerancia a la frustración.
Además, el comportamiento de la Salud Mental Positiva varió de acuerdo con los factores sociodemográficos como sexo, edad, estado civil, funcionalidad familiar, labor, orientación religiosa y área de estudios (p< 0.05), en conclusión, los jóvenes universitarios evidenciaron dificultades para adaptarse a los nuevos escenarios ocasionados por el Covid-19. En Colombia, De La Hoz et al. (26) evaluaron a universitarios, no encontrando diferencias significativas por género en las medias de la SMP.
Este estudio resulta relevante, por ser necesario reports actuales sobre la prevalencia de la salud mental de la población en especial los universitarios, además de la escasa evidencia empírica al respect. Por tanto, el estudio tiene como finalidad describir los niveles de salud mental positiva en universitarios peruanos en pospandemia COVID 19, según sus factores y género e indagar de la existencia de diferencias en las puntuaciones de SMP, según género.
MATERIALES Y MÉTODOS
El tipo de estudio fue básico, diseño no experimental y enfoque descriptivo. Participaron 840 estudiantes universitarios peruanos, bajo un muestreo no probabilístico por conveniencia, siendo incluidos estudiantes matriculados en alguna universidad peruana y aceptaron participar del estudio de forma voluntaria y anónima.
El rango de edad fue de 17 y 35 años (M= 22; DE= 11.9), el 68% fueron mujeres y un 32% hombres, el 58.7% de Lima y un 41.3% de otras regiones peruanas, con estudios en universidades públicas o privadas, con un porcentaje similar del 50%.
Los datos se recogieron con la Escala de Salud Mental Positiva (SMP) de Lluch (24), llevada al escenario peruano por Aguilar (27), con 39 proposiciones reunidas en 6 dimensiones: Satisfacción Personal, Actitud Prosocial, Autocontrol, Autonomía, Resolución de Problemas y Actualización y Habilidades de relación interpersonal. Con cinco opciones de respuesta tipo Likert, que van de 4 (Siempre/Casi siempre) hasta 1 (Nunca/Casi nunca). Adecuada consistencia interna para la escala total (α= .910) y sus dimensiones (α de .71 a .82) y validez de constructo.
Luego de recoger los datos, se procedió a los análisis descriptivos correspondientes, para alcanzar la información pertinente orientada a describir los niveles solicitados en los objetivos. El análisis se realizó a través de la estadística descriptiva utilizando el software Jamovi v.2.3.21 para la creación de la base de datos y el procesamiento de estos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Se muestran en la Tabla 1, los estadísticos descriptivos que denotan de la orientación de los promedios hacia los puntajes máximos. Además, se alcanza una variabilidad de 12.33% en la SMP, lo que sugiere homogeneidad en los puntajes. En relación a la g1 y g2 se pueden apreciar asimetrías con tendencia negativa en la mayoría de los casos, mientras que los valores de la curtosis siguen una tendencia leptocúrtica.
Nota. Min: puntaje mínimo; Max: puntaje máximo; M: media; DE: desviación estándar; g1: coeficiente de asimetría; g2: coeficiente de curtosis
En la Tabla 2, se observa que el nivel de salud mental positiva en los universitarios, es muy bajo en el 21.1%, nivel alto en un 20.5%, nivel bajo en el 19.9%, nivel medio en el 19.6% y nivel muy alto en el 18.9%, formando el grupo de los no afectados. Las proporciones halladas lograron inferir que la SMP de los universitarios resultó posicionarse en un nivel muy bajo.
En la Tabla 3, se observan los niveles de SMP por dimensiones, siendo para satisfacción personal su presencia en un nivel muy bajo en un 25.5% de los universitarios, lo cual permitió deducir que la satisfacción personal resultó deficitaria. Para la actitud prosocial el nivel presente es bajo en un 27.4% de los universitarios. Mientras que los valores hallados para el autocontrol señalaron que las percepciones de los evaluados se ubicaron en el nivel muy bajo con un 25.5%. Por otro lado, para autonomía los promedios se concentraron en el nivel muy bajo con un 27.7%. Del mismo modo, para resolución de problemas y autoactualización, las puntuaciones obtenidas se inclinaron en el nivel medio con un 27%. Y los valores hallados para las habilidades de relación interpersonal se agruparon hacia el nivel bajo con el 23.6%.
En relación a la salud mental positiva por género en la Tabla 4, se puede observar que respecto al sexo femenino que la percepción de los encuestados se inclinó tanto al nivel muy bajo (21.4%) y bajo (21,4%), representando el grupo de afectados por la pandemia de COVID 19. De igual modo, las cifras encontradas al sexo masculino señalaron que el grupo que vio afectada su SMP por el COVID representó al nivel muy bajo con un 20.3%. Sin embargo, se observaron niveles muy alto (21.4%) y alto (20.7%), respectivamente.
En la Tabla 5, se determinó a través del estadístico U de Mann Whitney, que no existe diferencias significativas entre las medias (p>.71) en las medidas de Salud mental positiva, según el género, lo cual se corrobora en la Tabla 6, a través del análisis descriptivo entre grupos
Discusión
En este estudio, se analizó el nivel de salud mental positiva y los resultados mostraron que había una diferencia del 39,4% en el nivel de salud mental positiva entre los grupos muy bajo, bajo y medio. Además, el 34,2% se encontró relacionado con la satisfacción personal, es decir, los estudiantes encuestados no se sentían felices, sino que tenían una visión negativa de la vida, creando así una autoimagen negativa sobre sí mismos.
Asimismo, el 28,3% mostró brecha en actitudes prosociales, mientras que el 35,6% correspondió a la autonomía. También se tuvo en cuenta el nivel de resolución de problemas y autorrealización, una diferencia del 32,3% y finalmente se encontró una diferencia del 36% para las habilidades interpersonales.
Evidencia de que la pandemia de coronavirus ha afectado la salud mental positiva de los jóvenes universitarios, lo cual abarca el bienestar emocional, psicológico y social (28). Al igual que los componentes de la salud mental, como la satisfacción personal, las actitudes prosociales, el autocontrol, la autonomía, la resolución de problemas, la autorrealización y las habilidades interpersonales, también se ven afectados por una crisis de salud. Viéndose afectados para experimentar emociones positivas, satisfacción con la vida y funcionar eficazmente en sus roles sociales y personales (15).
De manera similar, en cuanto a salud mental positiva, la diferencia fue del 38,2% para las mujeres y del 42,1% para los hombres. Sin embargo, se determinó que no había diferencias en las puntuaciones medias de las puntuaciones de salud mental, por género. Hallazgo similar al estudio de la Hoz et al. (26) al evaluar a universitarios colombianos. Lo cual confirma que la pandemia de COVID 19 ha afectado la salud mental positiva de estudiantes de ambos géneros. Existe una necesidad urgente de ayudar a los estudiantes con programas preventivos en salud mental.
Así, en general, se puede observar que el estrés diario afecta el bienestar personal, familiar y educativo de los estudiantes. Es decir, tienen dificultad para afrontar experiencias estresantes y conflictivas y muestran intolerancia a la ansiedad. Esto lo confirma Ríos et al. (29) en su estudio señala que estudiantes en Lima exhiben altos niveles de ira y miedo como resultado de las órdenes de contención emitidas por autoridades políticas y sanitarias. Está claro que la epidemia ha provocado miedo, ansiedad, depresión, pánico y dolor en personas y estudiantes universitarios.
En este sentido, el escenario por la pandemia y las medidas de confinamiento han generado diversos problemas de naturaleza psicológica sin importar el género, contexto social o económico (30), y el mundo en general se ha visto afectado por las diversas consecuencias de la pandemia de COVID-19 (1), impactando no solo en su salud, sino en la economía, la estabilidad social y emocional de las personas (2), escenario que ha generado diversas reacciones en la población como son el temor, la incertidumbre, el aislamiento, el cambio de hábitos y además de permanecer en casa con el temor de contagiarse, enfermarse o morirse (3).
CONCLUSIONES
De estos datos se puede concluir que aparte de las consecuencias mortales por el Covid-19, se evidencia el impacto pospandemia sobre la salud mental positive de los jóvenes universitarios, viendo afectados en diversos niveles su autoconcepto positivo, actitud prosocial, autocontrol, autonomía, habilidades para resolver problemas y autorrealización, y construir relaciones empáticas, y su adaptación ante experiencias adversas.
Por tanto, a juzgar por los hallazgos, en el contexto universitario, la promoción de la salud mental positiva cobra especial relevancia, existe una necesidad urgente de que las instituciones universitarias desarrollen diversas estrategias para su prevención y cuidados de la SMP de los estudiantes universitarios. Porque la pandemia de COVID 19 ha creado una brecha en la salud mental y el desarrollo emocional de los estudiantes universitarios, considerando que la salud mental positiva no solo contribuye al bienestar general del estudiante, sino que también se relaciona con un mejor rendimiento académico, relaciones interpersonales más saludables y una mayor capacidad de resiliencia (31).



















