INTRODUCCIÓN
El autismo es una condición que perturba el desarrollo del cerebro y que se exterioriza trastocando la interacción social, la comunicación y el aprendizaje. Este concepto se originó con Leo Kanner en 1943, quien lo usó para caracterizar a niños que mostraban dificultades para interactuar con los demás y una alta reactividad a las alteraciones en su ambiente. Esta condición es una perturbación del neurodesarrollo que menoscaba la comunicación, el comportamiento y el aprendizaje de las personas que lo padecen (1). Aunque se desconoce su causa exacta, se cree que tiene un origen multifactorial que involucra factores genéticos y ambientales (2).
Cabe señalar, que el autismo forma parte de un conjunto de desórdenes conocidos como Trastornos del Espectro Autista (TEA), que abarcan diferentes grados de severidad y características (3). Dicho trastorno es una condición neurológica que afecta al desarrollo y que se exterioriza además por la aparición de conductas e intereses limitados y repetitivos (4). Asimismo, presenta una gran diversidad y complejidad, tanto en sus causas como en sus manifestaciones y evolución a lo largo de la vida.
Sobre la manifestación del TEA, se presenta de forma diversa y se clasifica en un espectro que abarca desde casos leves hasta severos, según el grado de afectación y las habilidades de cada individuo (5). Según el DSM-5 el TEA es un diagnóstico único que abarca cuatro categorías que antes se consideraban distintas: trastorno autista, síndrome de Asperger, trastorno desintegrativo infantil y trastorno generalizado del desarrollo no especificado (6). El TEA afecta al desarrollo neurológico y aunque se pensaba que era un trastorno raro, la prevalencia del mismo ha aumentado de manera sostenida en las últimas décadas (7-10). La sintomatología varía según el sexo, la edad, el desarrollo y las condiciones asociadas que pueda tener la persona (1,11).
Según las estadísticas disponibles, la incidencia de los TEA ha experimentado un aumento considerable y de acuerdo a un estudio reciente, el 2.8 % de los niños de 8 años de edad (1 de cada 36) presentan algún tipo de TEA. Este indicador refleja la proporción de personas diagnosticadas con alguna forma de TEA (12).
En cuanto a la estimulación temprana, la misma es definida como una intervención que se centra en suscitar el desarrollo de las habilidades de los niños con autismo, y se ha demostrado que es efectiva para optimar su calidad de vida (13,14). Los programas de estimulación temprana son intervenciones dirigidas a niños con trastornos del desarrollo, como el autismo, que buscan favorecer su adaptación e integración social, así como mejorar sus habilidades cognitivas, comunicativas y emocionales (14,15). Estos programas se basan en la evidencia científica de que el cerebro infantil tiene una mayor plasticidad y capacidad de aprendizaje en el curso de los primeros años de vida (16).
Una de las dificultades que presentan estas personas es la adaptación y flexibilidad ante los cambios que pueden ocurrir en su entorno habitual, lo que afecta a su bienestar psicológico en situaciones como la pandemia de COVID-19, la cual representó un gran desafío para la implementación de estos programas, ya limitó las posibilidades de interacción presencial entre los especialistas, los niños y sus familias. A pesar del esfuerzo por garantizar el acceso a la enseñanza universal durante la pandemia, algunos niños que requerían instrucción especial se vieron afectados por su privación (17,18).
Al mismo tiempo, con la reorganización del sistema de salud, los niños con trastornos del neurodesarrollo, como el TEA, advirtieron la interrupción de sus terapias y actividades escolares. Las condiciones que se impusieron durante la pandemia, impactaron drásticamente en las condiciones de vida de las familias, que han tenido que adaptarse al aislamiento social y al teletrabajo. Estas circunstancias pueden tener repercusiones negativas en la salud mental, cuya magnitud aún se está investigando (18,19).
Este estudio se encamina a explorar las experiencias de trabajo con programas de estimulación temprana para niños con TEA y su efectividad durante la crisis sanitaria de la COVID, puesto que producto de las restricciones impuestas durante este período, se vio afectada la prestación de servicios de estimulación temprana (17,20) y los niños con TEA, generando un mayor deterioro en diversas áreas de su funcionamiento cotidiano. Asimismo, el cierre de escuelas y centros de atención obligó a los niños con autismo a recibir servicios de modo remoto (21). Por tal razón, se esperaba que los padres de niños con TEA mostrarían niveles más elevados de estrés y menores recursos de afrontamiento respecto a sí mismos y a sus hijos en cotejo con los padres de niños sin alteraciones neuroconductuales. Esto en atención al hecho de que la interacción entre las personas y su entorno influye en sus procesos de desarrollo (17).
Sobre los señalamientos anteriores surge la siguiente interrogante: ¿resultan efectivos los programas de estimulación temprana para niños dentro del espectro autista durante la pandemia por COVID-19. La respuesta a esta interrogante permite formular el objetivo de esta pesquisa, el cual está orientado a analizar la literatura científica sobre la efectividad de los programas de estimulación temprana para niños dentro del espectro autista durante la pandemia por COVID-19. Esta revisión es relevante porque permitirá conocer el estado actual de estos programas, las dificultades y los logros que se han obtenido en este ámbito, así como orientar futuras acciones e investigaciones que contribuyan a mejorar la atención a estos niños y sus familias.
METODOLOGÍA
Esta revisión bibliográfica tuvo como objetivo analizar la literatura científica sobre la efectividad de los programas de estimulación temprana con niños dentro del espectro autista durante la pandemia del COVID-19. Para ello, se siguieron cuatro pasos a saber:
1. Búsqueda y selección de las fuentes: se consultaron las bases de datos Scopus, Web of Science, Scielo, Latindex y Google Scholar, con ecuaciones de búsqueda elaboradas con los descriptores y operadores booleanos: "programas de estimulación temprana”, “trastorno del espectro autista”, “pandemia COVID-19". Se filtraron los resultados por idioma (inglés, español), por año de publicación del 2020 al 2023 y por tipo de documento (artículo). De los 40 artículos encontrados, se seleccionaron 29 que cumplían con los criterios de inclusión y exclusión.
2. Selección de los estudios relevantes: se revisaron los artículos seleccionados aplicando los siguientes criterios: Inclusión: que el artículo aborde aspectos referidos a programas de estimulación temprana para niños dentro del espectro autista durante la pandemia por COVID-19, que el artículo presentara una investigación empírica o teórica sobre el tema; que el artículo tenga una calidad metodológica adecuada. Exclusión: que el artículo no abordara explícitamente la temática planteada; que el artículo no presentara una investigación empírica o teórica sobre el tema; que el artículo tenga una calidad metodológica deficiente.
3. Extracción y organización de los datos: se elaboró una ficha para cada artículo seleccionado, donde se registraron los siguientes datos: autor(es), año, título, revista, país, idioma, objetivo, metodología, resultados y conclusiones.
4. Análisis e integración de los datos: se realizó un análisis comparativo y crítico de los artículos atendiendo a la relevancia y situación específica del estudio, identificando las principales tendencias, hallazgos, limitaciones y aportes sobre el tema de estudio.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Se examinaron 29 estudios relacionados con los descriptores y criterios de búsqueda planteados. Se efectuó un análisis crítico de los estudios prosiguiendo los siguientes criterios: a. Determinación de la relevancia del tema investigado: Relevancia: qué problema se aborda en el estudio. b. Escenario Clínico: qué situación de salud específica se relaciona con el estudio. c. Pregunta: qué pregunta se intenta responder. 2. Descripción del estudio: a. Diseño. b. Pacientes. c. Intervención. d. Resultados. e. Conclusiones. 3. Análisis crítico: a. Validez Interna: calidad metodológica del trabajo. b. Validez Externa: aplicabilidad. c. Comentario: conclusiones personales basadas en los datos mostrados por el estudio y en la evaluación metodológica realizada. Se reconocieron las tendencias y hallazgos más apreciables. Se discutieron los alcances teóricos y experiencias investigativas sobre programas de estimulación temprana con niños dentro del espectro autista durante la pandemia COVID-19.
Seguidamente, se presenta una descripción teórica de las categorías encontradas producto de la revisión y análisis de los documentos científicos:
Programas de estimulación temprana con niños dentro del espectro autista
Los programas de estimulación temprana son intervenciones educativas que se aplican a los niños con autismo desde el momento de su diagnóstico, corrientemente antes de los tres años de edad (3). Estos programas tienen como objetivo coadyuvar al desarrollo integral de los niños, especialmente en las esferas de comunicación y lenguaje, que suelen estar más afectadas por este trastorno (22). La estimulación temprana se basa en el principio de que mientras más pronto se formalice la intervención, mayores serán las probabilidades de acrecentar el pronóstico y la condición de vida de los niños con autismo y sus familiares.
Los programas de estimulación temprana para mejorar las capacidades sociales se adecúan a las características, requerimientos e intereses de cada niño y su familia, y se realizan en diferentes contextos, como el hogar, el centro educativo o la comunidad (23). Ante una dificultad compartida como el TEA, cada persona tiene sus propias formas de enfrentarla, lo que implica el reto del equipo terapéutico de adaptar el tratamiento según las características y las transformaciones de cada paciente a lo largo de su evolución (4).
Estos programas requieren de un equipo multidisciplinar integrado por especialistas en el ámbito del autismo, como psicólogos, pedagogos, logopedas, terapeutas ocupacionales o maestros, que coordinan sus acciones con los padres y cuidadores de los niños (18,21). Asimismo, estos programas implican una evaluación continua del progreso de los niños y una revisión periódica de los objetivos y las estrategias de mediación.
Algunos de los beneficios que se han observado en los niños con autismo que participan en estos programas son: una mejora en el lenguaje, la comunicación, la atención, la memoria, el razonamiento, la resolución de problemas y la creatividad; una mayor interacción social y afectiva con sus padres, hermanos y compañeros; una reducción de los comportamientos repetitivos, estereotipados y autolesivos; y una mayor independencia y autonomía en las prácticas habituales (18,24).
Comunicación y lenguaje
El TEA puede afectar gravemente al desarrollo del lenguaje en algunas personas (25). En algunos casos, el lenguaje no se adquiere nunca, aunque las habilidades cognitivas no verbales sean normales o superiores. La capacidad de compartir el interés por un objeto o evento con otra persona, y el estímulo atencional se encuentra alterada en los niños con TEA, lo que dificulta su desarrollo social y comunicativo. Esta situación implica que la comunicación verbal y gestual sea muy limitada, y que la conducta sea el principal medio de expresión (26).
Los programas de estimulación temprana para mejorar las competencias comunicativas y lenguaje de los niños con autismo se pueden catalogar en dos tipologías: los cimentados en el enfoque conductual y los fundamentados en el enfoque comunicativo (27). Los primeros se centran en enseñar habilidades específicas mediante el uso de refuerzos positivos y negativos, siguiendo una secuencia estructurada y jerarquizada. Los segundos se enfocan en fomentar la interacción social y el uso funcional del lenguaje, partiendo de los intereses y motivaciones del niño y adaptándose a su nivel (28). Ambos tipos de programas tienen evidencia científica que respalda su eficacia, aunque algunos estudios sugieren que el enfoque comunicativo puede ser más adecuado para los niños con autismo que presentan un nivel cognitivo más alto y una mayor capacidad simbólica (4).
Habilidades sociales
El TEA se distingue por presentar perturbaciones en el ámbito de la interacción social, que dificultan el establecimiento de relaciones adecuadas con los demás (13,29). Estas personas necesitan desarrollar habilidades sociales que les permitan comunicarse, expresar sus emociones, comprender las intenciones de los otros y adaptarse a las normas sociales (11). Para ello, se requiere una reescritura y optimización de los contenidos pedagógicos que consideren las necesidades específicas de este colectivo y que favorezcan su inclusión y participación social (30).
Entre los beneficios de los programas de estimulación temprana se encuentran la mejora de las habilidades sociales, que resultan primordiales para el intercambio con los demás y la integración en la sociedad (26). Algunas de las habilidades sociales que se trabajan en estos programas son el contacto visual, la imitación, el juego compartido, la expresión y comprensión de emociones, la comunicación verbal y no verbal, la empatía, la cooperación y la resolución de conflictos (26).
Los programas de estimulación temprana para incrementar las experiencias sociales de los niños con autismo se ajustan a las particularidades, requerimientos e intereses de cada niño y su familia, y se realizan en diferentes contextos, como el hogar, el centro educativo o la comunidad (13).
Habilidades motoras
Los niños y niñas que tienen TEA suelen mostrar dificultades en el despliegue de sus facultades motrices, lo que puede repercutir negativamente en la realización de tareas cotidianas. Los niños con TEA presentan dificultades en sus habilidades motoras, lo que repercute negativamente en el desarrollo de las habilidades sociales a lo largo de su vida (18,31). Estas dificultades pueden manifestarse en distintos ámbitos, como la coordinación, el equilibrio, la fuerza o la planificación motora. Por ello, es importante ofrecerles apoyo y estimulación adecuados para favorecer su autonomía y bienestar (17).
Dentro de estos programas, se incluyen actividades específicas para mejorar las destrezas motoras, que son imprescindibles para la autonomía, la interacción y el bienestar físico de los niños (32). Algunas de las actividades que se pueden realizar son: juegos sensoriales, ejercicios de equilibrio y coordinación, manipulación de objetos, imitación de gestos y movimientos, estimulación vestibular y propioceptiva, entre otras (13,30). Estas actividades deben ser adaptadas a las particularidades de cada niño, y realizadas con la guía y el apoyo de profesionales especializados.
Los beneficios de los programas de estimulación temprana para las habilidades motoras de los niños con autismo son múltiples, entre ellos: mejorar la postura, el tono muscular, la fuerza, la flexibilidad, la destreza, la precisión, el ritmo y la velocidad; favorecer la exploración del entorno, el juego simbólico y el contacto con otros niños; potenciar la autoestima, la confianza y la seguridad; reducir el estrés, la ansiedad y las conductas repetitivas; y facilitar el aprendizaje de otros conceptos y habilidades cognitivas, lingüísticas y sociales (33). En tal sentido, los cuidadores de niños con TEA valoran la participación de la familia en las terapias en momentos de confinamiento, ya que esto favorece el bienestar emocional y la cohesión familiar (18,34). Por ello, se recomienda incluir el tiempo en familia como un elemento clave en el plan terapéutico, y diseñar actividades que fomenten la interacción positiva y el apoyo mutuo entre los miembros de la familia (18).
Habilidades cognitivas
Algunas de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) también presentan una discapacidad intelectual, lo que dificulta aún más su adaptación e integración. Se estima que esta situación se da en alrededor del 30% de los casos de TEA. En estos individuos, las manifestaciones del trastorno pueden ser más evidentes y menos atenuadas por otras capacidades cognitivas que se mantienen intactas (35).
La estimulación temprana consiste en ofrecer a los niños con autismo actividades adaptadas a sus necesidades, intereses y potencialidades, que estimulen sus funciones cognitivas como la atención, la memoria, el razonamiento, la resolución de problemas y el lenguaje (13). El propósito es optimar su calidad de vida y su vinculación social, así como prevenir o reducir las posibles dificultades o retrasos que puedan presentar en el futuro (21).
Conducta y trastorno del espectro autista
La conducta de los niños con autismo suele presentar dificultades como la falta de atención, la impulsividad, la rigidez, la agresividad o las estereotipias (18). Estas conductas pueden interferir con el aprendizaje y la concordancia social de los niños, y generar estrés y frustración en sus familias y cuidadores (17). Los programas de estimulación temprana buscan mejorar la conducta de los niños con autismo mediante el uso de técnicas como el refuerzo positivo, el modelado, el moldeamiento, el encadenamiento o el análisis funcional. Estas técnicas permiten enseñar a los niños habilidades adaptativas, reducir las conductas problemáticas y aumentar su motivación y autoestima (3,36).
Trastorno del espectro autista y COVID-19
El COVID-19 ha personificado desafíos de gran magnitud para los niños con TEA, su familia y el personal que les brinda atención, ya que envuelve cambios drásticos en sus rutinas, limitaciones en sus apoyos y terapias, y exposición a situaciones de estrés e incertidumbre (37). Estos factores pueden generar un mayor riesgo de ansiedad, depresión, aislamiento y deterioro funcional en las personas con TEA (3,18,38). Por tal razón, es primordial que se concierten medidas específicas para proteger su salud mental y física, además de facilitar su adaptación e inclusión en el contexto actual. Algunas de estas medidas son: mantener una estructura y una previsibilidad en el día a día, ofrecer información clara y adaptada sobre el COVID-19 y las disposiciones de prevención, fomentar el contacto con las redes de apoyo social, proporcionar recursos y estrategias para regular las emociones, y asegurar el acceso a los servicios de salud y educativos de forma presencial o telemática (39).
DISCUSIÓN
Siendo el objetivo de esta pesquisa revisar la literatura científica sobre la efectividad de los programas de estimulación temprana con niños dentro del espectro autista durante la pandemia se puede mencionar que los resultados de esta revisión coinciden con los de otras investigaciones que han analizado la efectividad de los programas de estimulación y señalando que los mismos impactan positivamente (25,34). Estos programas tienen como propósito mejorar el progreso cognitivo, social y emocional de los niños mediante la provisión de experiencias de aprendizaje enriquecedoras y adaptadas a sus necesidades (40) y han demostrado tener efectos positivos en niños con TEA, tales como: el desarrollo de habilidades lingüísticas, comunicativas, cognitivas y creativas; el fomento de la sociabilidad y la afectividad con su entorno familiar y escolar; la disminución de conductas disruptivas, rígidas y autoagresivas; y el aumento del nivel de independencia y autonomía en las actividades cotidianas (18,24).
La pandemia COVID-19 ha afectado categóricamente tanto a la calidad como a los resultados de los programas de estimulación temprana y por ende su efectividad (31). Con relación a los estudios revisados, los mismos muestran una gran diversidad de variables y medidas de evaluación, así como de programas y estrategias de intervención que combinan diferentes tratamientos (3,13,30). Para algunos autores esta variedad dificulta extraer conclusiones definitivas sobre la efectividad de programas específicos. Sin embargo, se pueden identificar algunos puntos clave que orientan la intervención en autismo tales como comprender que los objetivos de los programas de intervención deben ir más allá de lo puramente académico y considerar el futuro de la persona en todas las dimensiones de la vida (25).
Se debe reconocer que la mayoría de los estudios que se han realizado sobre este tema tienen una duración limitada, y que se requieren más estudios longitudinales para determinar los efectos a largo plazo de los programas de estimulación temprana en el escenario de la pandemia del COVID-19, que ha supuesto un reto adicional para niños con autismo, las familias y los especialistas encargados de la atención de estos niños (3,18).
Asimismo, se debe considerar que la efectividad de los programas de estimulación temprana no es uniforme, sino que depende de diversos elementos, como el tipo de intervención que se aplique, la intensidad y la frecuencia con que se ofrezca, y las características individuales del niño, como su edad, su nivel de funcionamiento, sus intereses y sus preferencias (3). Lo topado en esta revisión sugiere que los programas de estimulación temprana constituyen un elemento de mediación importante para los niños TEA durante la COVID-19 (2,13). Los niños con TEA no siguen un patrón de aprendizaje convencional, puesto que concurren formas de vinculación y aprendizaje que pueden favorecer su desarrollo (11,31). Por lo tanto, es necesario personalizar las intervenciones y evaluar su impacto de forma continua, para poder ajustarlas según las necesidades y los progresos de cada niño.
La crisis sanitaria del COVID-19 implicó que muchas familias tuvieran que incorporar en su cotidianidad el aislamiento social, el trabajo remoto y, sobre todo, el acompañamiento educativo desde el hogar de los niños con TEA (20,40). El impacto de esta crisis afectó la salud mental de los individuos con TEA, y se señala que las familias de estos niños se mantuvieron en una situación de vulnerabilidad, con la posibilidad de presentar trastornos psicológicos durante el lapso que se mantuvo el confinamiento (41). Es probable que el encierro haya repercutido negativamente en el aprendizaje de estos niños, ya que sus terapias y procesos educativos se alteraron significativamente, y en el ámbito familiar, muchas veces no contaban con los recursos ni el apoyo profesional adecuado para atender sus necesidades específicas (18).
La educación virtual se convirtió en una modalidad de aprendizaje para los niños con TEA durante el aislamiento, que alteró sus actividades curriculares habituales. Los niños con TEA pueden experimentar dificultades emocionales cuando se enfrentan a un ambiente escolar con demasiados estímulos sensoriales, cambios frecuentes de tarea, contenidos y materiales poco adaptados a sus intereses y escasa recompensa social (4,13). Estas dificultades pueden afectar negativamente a su proceso de aprendizaje (38).
Resulta esencial diseñar propuestas de intervención claras y coherentes que coadyuven al avance de los niños con TEA, integrándolos a las actividades, que estimulen su motivación y autoestima, y preparándolos para una inclusión responsable y efectiva que facilite su retorno a las clases presenciales (3,31). En niños con TEA se deben aplicar programas de intervención flexibles y adaptados a sus necesidades, con bases didácticas que se originen en experiencias significativas para una incorporación gradual a clases (3,31). La inclusión se basa en las acciones que los especialistas llevan a cabo con los recursos que le permiten implementar estrategias adecuadas para la atención de los niños con TEA. Estas acciones se sustentan en las teorías que orientan la práctica inclusiva y que promueven el respeto a la diversidad y el despliegue integral de los estudiantes (42).
La cuarentena provocó una situación de incertidumbre e inestabilidad para muchos padres que tuvieron que adaptarse a una nueva forma de educación, ante los desafíos emocionales que suponía el confinamiento y las pérdidas familiares (43). Este desafío social supuso, en algunos casos, la adquisición de dispositivos digitales para proseguir las clases online y no interrumpir su progreso académico. Las TIC han transformado los procesos de enseñanza-aprendizaje y las intervenciones para los niños con TEA, afectando tanto a las metodologías, como a los contenidos y las evaluaciones (44).
Para los niños con algún tipo de discapacidad, la estimulación temprana es un aspecto imprescindible para su desarrollo integral. Esta estimulación les permite aprender e interactuar con su entorno de manera adecuada, potenciando sus capacidades físicas, cognitivas y socioemocionales (25). Resulta especialmente importante que reciban esta estimulación durante los primeros años de vida, ya que es el período más sensible para el desarrollo cerebral. Por eso, es fundamental que se realice una detección precoz de la discapacidad y se implementen programas de estimulación adecuados a las necesidades de cada caso (3,29). Se debe partir del hecho de que el propósito de estos programas de intervención es impactar sobre la esfera cognitiva, motora, social y sobre la educación para la salud, logrando el desarrollo y la preservación de una salud óptima a lo largo de toda la existencia, considerando las diferentes fases vitales de los individuos y las comunidades (18,21,44).
CONCLUSIONES
Los resultados indican que los programas de estimulación temprana impactan positivamente en el desarrollo cognitivo, lingüístico, social y emocional de los niños con autismo, independientemente de la modalidad de entrega. Además, se observa que los programas remotos tienen ventajas adicionales, como mayor flexibilidad, menor costo y mayor participación familiar. Estos hallazgos respaldan la importancia de implementar y mantener programas de estimulación temprana para niños con TEA durante escenarios de contingencia como la pandemia del COVID-19, así como de adaptarlos a los requerimientos y preferencias de cada familia. No obstante, la pandemia ha afectado negativamente tanto a la calidad como a los resultados de los programas de estimulación temprana.
En niños con TEA la estimulación temprana es un aspecto fundamental para su desarrollo integral. Por lo tanto, se les debe ofrecer experiencias de aprendizaje e interacción con su entorno, adaptadas a sus necesidades y potencialidades, desde los primeros años de vida. De esta manera, se estimulan sus capacidades físicas, cognitivas y socioemocionales, favoreciendo su autonomía, inclusión y bienestar.
Para optimar la calidad y la eficacia de los programas de intervención dirigidos a los niños con TEA, es necesario basarse en criterios de pertinencia e impacto. Esto implica diseñar estrategias y actividades que ayuden al perfeccionamiento integral de los niños, adaptándose a sus necesidades y potencialidades. Asimismo, se debe impulsar el compromiso activo de la comunidad educativa, brindando orientación y apoyo a los niños y sus familias. Finalmente, se debe garantizar la observancia de las disposiciones de bioseguridad en todo momento, para resguardar la salud y el bienestar de todos los involucrados














