INTRODUCCIÓN
La dislipidemia es una patología de alta prevalencia a nivel mundial, en España el 85,3% y en Ecuador 82% la padecen, siendo los principales factores de riesgo el sobrepeso, la diabetes, enfermedad renal, además de problemas arteriales y vasculares (1). Se caracteriza por el aumento de lípidos en la sangre (2), lo que se genera un incremento de lipoproteínas, por ello, se considera una enfermedad de alto riesgo, dentro de las enfermedades de origen cardiovascular (3), las cuales se han establecido como la principal causa de fallecimientos a nivel mundial (4), debido a que pueden presentarse de forma precoz, tanto en hombres como en mujeres antes de los 55 y 65 años respectivamente (5), en la actualidad existe un incremento de la mortalidad en personas que presentan dislipidemia asociada a enfermedades cardiovasculares (6).
Así mismo, la enfermedad renal crónica (ERC), en el continente europeo ha logrado alcanzar una proporción del 21,4% sobre la población mayor de 64 años, aunque sus primeros síntomas tienen origen desde los 30 años (5), se estima que para el año 2040 esta enfermedad sea la quinta causa de muerte a nivel mundial (7), en la actualidad su prevalencia es del 9,1% (8), proporción que tiende a incrementarse en un 10% anualmente (9), su alto índice de morbilidad se debe a su relación con complicaciones cardiovasculares (10,11).
La dislipidemia es un factor que desmejora el estado de salud de los pacientes con ERC (12,13) y enfermedades cardiovasculares (14,15). Debido a que las dos pueden provocar el aumento del espesor de la íntima y media carotídeas, cuyo efecto genera un incremento en la concentración de lipoproteínas séricas, induciendo la resistencia a la insulina, además genera alteraciones a nivel de la hormona paratiroidea, entre otros, que promueven daños cardiovasculares (16), así mismo, la ERC, mantiene grados de afectación progresivos, los mismos que en su gran mayoría son irreversibles por lo cual es inevitable que se presenten problemas cardiovasculares (17).
Los pacientes con niveles graves de ERC, poseen 20 veces mayor probabilidad de fallecer con una enfermedad cardiovascular, como consecuencia de las variaciones metabólicas y hemodinámicas, causantes principales del desgaste de la salud de los pacientes, a lo que se suma la mitigación de la Tasa de Filtración Glomerular (TFG), efecto directo de la dislipidemia, hipertensión arterial, edad avanzada y diabetes, considerados factores descriptivos de los pacientes con ERC (18).
En Ecuador, durante el año 2015 la ERC alcanzó el 7% de mortalidad, estableciéndose como la cuarta causa más representativa de muerte en el país (19), siendo vinculada en un 25% con la hipertensión arterial y en un 30% con la diabetes (20). Según Moreira et al. (2) la dislipidemia en Ecuador se ha convertido en un factor elevado de mortalidad siendo la población adulta la más afectada especialmente los individuos pertenecientes al género masculino (13,6%) con rangos de edad de 45 a 54 años, mientras que las mujeres alcanzan el 19,3% de la proporción total, siendo las edades más propicias 55 hasta 64 años.
Además, se estima que uno de cada cinco individuos de la población ecuatoriana padece de hipertensión arterial, de ellos el 40% son pacientes mayores de 65 años (21), cabe indicar, que la presión arterial se vincula directamente con las enfermedades cardiovasculares, ocasionando el 45% de la mortalidad en el país (22). En el año 2017, mediante un estudio en el Hospital Homero Castanier Crespo de la ciudad de Azogues provincia del Cañar-Ecuador, se conoció que las causas más comunes para el desarrollo de ERC fueron la diabetes (36,4%), hipertensión arterial (30,2%); uropatía obstructiva (13,2%); cardiopatía (10,1%); enfermedad autoinmune (5,4%); nefrotoxicidad inducida por fármacos (3,1%) y cáncer (1,6%) (23).
Por otra parte, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos - INEC, alrededor de 10.000 personas en Ecuador sufren afecciones renales (24), razón por la cual las entidades gubernamentales como el Ministerio de Salud Pública - MSP y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), acogen y financian el 51,84% y 46,33% respectivamente de los gastos que ocasionan la ERC (25), por ello, se deben buscar alternativas eficientes destinadas a mitigar costos, enfocándose en detectar a tiempo dichas enfermedades (26,27).
La dislipidemia es una enfermedad que se ha convertido en un factor influyente sobre los niveles de afectación tanto en las enfermedades renales como cardiovasculares (28- 32), por ello, su importancia en la progresión o persistencia en los pacientes, es un punto clave, para mitigar los porcentajes de mortalidad en la población (33). Por tal razón, se estima que los efectos de la dislipidemia en el ámbito renal, tienden a ser consecuencia directa de la alteración de las lipoproteínas tanto en cantidad como en composición, debido a que las enfermedades renales ocasionan variaciones en el perfil lipídico de los pacientes, el mismo se mantiene asociado a la obesidad y a las anomalías que esta genera (34).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que existe un elevado incremento de la mortalidad en personas que presentan dislipidemia asociada a enfermedades cardiovasculares (6). Aproximadamente el 80% de los pacientes que padecen de ERC tienden a presentar severos episodios de origen cardiovascular, siendo los más recurrentes los problemas de hipertensión arterial, seguido de cardiopatía isquémica, en donde se incluye la insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular, entre otras (35).
Por ello el interés de conocer la prevalencia de dislipidemia con datos obtenidos de los registros de pacientes con ERC que acudieron al Hospital Homero Castanier de la ciudad de Azogues, durante el periodo comprendido entre enero y diciembre de 2021, estableciendo el porcentaje de riesgo cardiovascular que presentaron y así aportar con información necesaria al personal médico el cual es el encargado de tomar las medidas adecuadas y así evitar el desarrollo de esta condición, negativa para la salud de la población vulnerable.
La presente investigación se enfocó en analizar las causas que contribuyen al desarrollo del riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedad renal crónica. Se caracterizó la asociación de dichas causas con la presencia de dislipidemia, edad, sexo, índice de masa corporal y hábito de fumar, así como otros factores que pudieron influir en las condiciones de salud de cada individuo.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y retrospectivo de pacientes con enfermedad renal crónica, cuya información reposa en el departamento de estadística del Hospital Homero Castanier Crespo, ubicado en la ciudad de Azogues, provincia de Cañar. En este estudio se revisaron datos consolidados de 6052 historias clínicas, de los cuales se encontró que 203 fueron diagnosticados con ERC, siendo 99 consultas recurrentes. Para este estudio se seleccionaron registros únicos tomando los últimos datos ingresados dentro de la información consolidada. Los criterios de inclusión fueron, haber tenido el diagnóstico de Enfermedad Renal Crónica. Se excluyó información con exámenes de laboratorio incompletos, además de consultas recurrentes, resultando un tamaño de muestra de 104 fichas.
Se relacionaron datos de 104 registros que presentaron ERC con mediciones antropométricas (talla, peso, índice de masa corporal), estado nutricional, tabaquismo, resultados de pruebas bioquímicas en sangre (glucosa, urea, creatinina, colesterol, triglicéridos, HDH-colesterol, LDL-colesterol), edad, presión arterial, comorbilidades asociadas, tratamiento sustitutivo diálisis (hemodiálisis, diálisis peritoneal), tratamiento terapéutico con estatinas, para conseguir la prevalencia de dislipidemia se realizó la clasificación de acuerdo a los siguientes rangos de colesterol (deseable <200 mg/dl, límite superior 200-239 mg/dl, alto >240 mg/dl) triglicéridos (deseable < 150mg/dl, límite superior 150-199 mg/dl, alto 200-499 mg/dl, muy alto 500 mg/dl o superior), el riesgo cardiovascular se lo obtuvo mediante el análisis de la tabla de predicción del riesgo región AMR D, utilizando los parámetros (colesterol sanguíneo, edad, sexo, presión arterial sistólica, consumo de tabaco y diagnóstico de diabetes mellitus) clasificándolo en riesgo bajo <10, riesgo moderado 10-<20, riesgo alto 20-<30, riesgo muy alto 30-<40, riesgo muy alto inminente >/=40 (28, 29).
Los datos obtenidos se compilaron y procesaron utilizando Microsoft Excel 2019, posteriormente se analizó la información en el programa SPSS versión 26, mediante estadística descriptiva e inferencial, donde se aplicaron varias pruebas de hipótesis para validar los resultados.
La investigación enfatizó la adhesión de Taiwán a los principios éticos establecidos en la Declaración de Helsinki y la Declaración de Taipei. Se aseguró la protección y confidencialidad de los datos recopilados, manteniendo el principio de anonimato, se codificaron los nombres de los pacientes y los registros.
RESULTADOS
En esta investigación se analizaron datos consolidados de 104 registros con diagnóstico de enfermedad renal crónica que acudieron a control en el Hospital Homero Castanier de la ciudad de Azogues en el año 2021.
Los datos mostraron igual proporción de referente al sexo masculino y femenino (Chi-cuadrado=0,154; p=0,696). La media de la edad fue de 63,85 años (DE=15,43), con un rango de 73 años. La edad mínima fue de 20 años y la máxima de 93 años; en la información de índice de masa corporal la media fue de 41,51 Kg/m2 (DE=7,70) con un mínimo de 29,60 Kg/m2 y un máximo de 80,10 Kg/m2 (Tabla 1).
Tabla 1. Perfíl de los registros con enfermedad renal crónica
En la descripción de los valores obtenidos de lípidos en sangre, la media del valor de colesterol total fue de 152,42 mg/dl (DE=51,11), el valor mínimo fue de 45,20 mg/dl y el máximo de 419,0 mg/dl; el valor medio de triglicéridos fue de 163,00 mg/dl (DE=109,59), con un valor mínimo de 35,10 mg/dl y un valor máximo de 815, 0 mg/dl; en lo que se refiere a HDL-colesterol la media obtenida fue de 41,41 mg/dl (DE=16,20), con un valor mínimo de 12,70 mg/dl y un máximo de 99,70 mg/dl y la media obtenida de los resultados de LDL-colesterol fue de 78,36 mg/dl (DE=37,56) con un valor mínimo de 10 mg/dl y un máximo de 209,0 mg/dl.
La prevalencia de dislipidemia en los pacientes con enfermedad renal crónica fue de 44,2%. Los pacientes recibían tratamiento con simvastatina (18,3%) y atorvastatina (2,9%); además, el riesgo cardiovascular calculado en función de la tabla AMR D, presentó un riesgo bajo en la mayoría de los pacientes (74%) [Chi-cuadrado=194,17; p=0,000].
La Tabla 2, representa el estado nutricional de los pacientes, observándose que el 57,7% presentaba obesidad mórbida, seguido del 23,1% con obesidad marcada y el 18,8% con obesidad.
Tabla 2. Distribución del estado nutricional de los pacientes con ERC.
Los niveles de riesgo cardiovascular se relacionan con el hábito de fumar, presión arterial, valor de colesterol toral, edad, sexo y presencia de diabetes mellitus. En el registro de pacientes con ERC se encontró un porcentaje de fumador activo del 12,5%, la mayor parte de ellos no tenían el hábito de fumar; además entre los registros de presión sistólica se obtuvo una media de 126,56 mmHg (DE=23,42) (Tabla 3). Las principales comorbilidades en estos pacientes fueron hipertensión arterial (30,1%), diabetes mellitus (27,9%), anemia (5%) y otras enfermedades en una pequeña proporción.
Tabla 3. Principales descriptivos de los pacientes con ERC.
La Tabla 4, muestra el nivel de riesgo cardiovascular de los pacientes con ERC, valores obtenidos mediante la tabla de predicción del riesgo de la AMR D, de los cuales el 74% eran de bajo riesgo cardiovascular, el 13,5% de riesgo moderado y el 7,7% de alto riesgo.
Tabla 4. Riesgo cardiovascular en pacientes con ERC
No existió relación entre el riesgo cardiovascular y el sexo de los pacientes (Chi-cuadrado=0.583; p=0.965); por lo tanto, el riesgo cardiovascular en este estudio no depende del sexo, pues el 12% de los hombres y el 14,8% de las mujeres tenían un riesgo moderado, el 8,0% de los hombres y el 7,4% de las mujeres un riesgo alto.
Entre el estado nutricional y el nivel de riesgo cardiovascular no se encontró una relación significativa (Chi-cuadrado=9,049; p=0,699). Si bien los porcentajes de pacientes con sobrepeso, obesidad, obesidad marcada y obesidad mórbida correspondían al 74% estos presentaban un bajo riesgo cardiovascular, por otra parte, el 13,5% mostraban un riesgo moderado y el 7,7% un riesgo alto; en consecuencia, en este estudio no existe asociación entre estas variables.
La relación entre el tratamiento de diálisis y el nivel de riesgo cardiovascular no presenta una importancia significativa (Chi-cuadrado=8,008; p=0,091). Sin embargo, el 76% presentaron un bajo riesgo cardiovascular, por el contrario, el 8,3% presentó un riesgo alto. No obstante, existe un nivel de riesgo moderado (37,5%) entre los pacientes que no reciben diálisis frente al 11,5% que, si reciben este tratamiento, de acuerdo a la prueba Z.
Entre las variables fumador activo y riesgo cardiovascular (Chi-cuadrado=3,384; p=0,496) no se encontró una asociación característica, descartando que este hábito haya influido en el desarrollo de la patología. Lo opuesto ocurrió al relacionar el aumento de la presión arterial y el riesgo cardiovascular (Tabla 5), donde se constató que había una relación significativa (Chi-cuadrado=85,377; p=0,000), por lo que padecer esta enfermedad depende de valores de presión arterial elevados. Así, el 20,0% de los pacientes prehipertensos y el 22,2% con HTA (hipertensión arterial) E1 (Grado 1) mostraron un riesgo moderado; el 42,9% de los pacientes con HTA E2(Grado 2) y el 50% de los pacientes con HTA E3 (Grado 3) estaban en riesgo alto. Un total del 28,6% de los pacientes con HTA E2 presentó un riesgo muy alto inminente, en comparación con el 25% de los pacientes con HTA E3 con un riesgo muy alto y riesgo muy alto inminente.
Tabla 5. Nivel de riesgo cardiovascular asociado con presión arterial.
*Las letras de los subíndices denotan variación, si se repiten expresan no significancia (Prueba Z)
No se observó una relación representativa entre el riesgo cardiovascular y la presencia de dislipidemia (Chi-cuadrado=4,213; p=0,378), descartando en esta muestra de pacientes la dependencia entre estas variables; sin embargo, los datos muestran el 67,4% de los pacientes con dislipidemia tenían un riesgo cardiovascular bajo, el 17,4% un riesgo moderado y el 8,7% un riesgo alto. Como se observa en la Tabla 6.
Tabla 6. Nivel de riesgo cardiovascular relacionado con dislipidemia
*Las letras de los subíndices denotan variación, si se repiten expresan no significancia (Prueba Z)
DISCUSIÓN
Este estudio demuestra que la dislipidemia no afecta la incidencia de riesgo cardiovascular, la mayoría de los pacientes tienen un riesgo cardiovascular bajo, el estado nutricional y el tabaquismo no tienen efecto; a diferencia de lo concluido por Carrero-González et al. (6) en el estudio “dislipidemia como factor de riesgo cardiovascular” uso de probióticos en la terapéutica nutricional; donde se detalla que esta patología es considerada uno de los principales factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular la cual está asociada al sobrepeso y obesidad, tabaquismo y alcoholismo.
La hipertensión arterial mantiene una estrecha relación como marcador de riesgo cardiovascular, ya que los pacientes hipertensos fueron más propensos a padecer dicha patología en la población estudiada, relacionándose con lo descrito por Herrera-Oropesa et al. (30) en su estudio sobre factores de riesgo cardiovascular en pacientes en hemodiálisis donde se afirma que la hipertensión arterial es el factor de riesgo aterogénico más frecuente, y que su prevalencia varía entre el 60 y 80 % como comorbilidad, con variabilidad entre unidades de diálisis.
En pacientes con dislipidemia, no se evidenció que la terapia con estatinas reduzca el riesgo de problemas vasculares, similar a lo que publicó Borja Quiroga et al. (31) en el estudio Alteraciones lipídicas en la ERC, donde aseveran que no se ha podido demostrar que los pacientes con terapia sustitutiva (diálisis) que recibieron tratamiento hipolipemiante hayan reducido los eventos cardiovasculares (31).
En esta investigación se demostró que hay un índice de pacientes con un riesgo cardiovascular moderado seguido de un riesgo alto, de la misma manera Hierrezuelo-Rojas et al. (32) manifiestan en su estudio sobre la estimación del riesgo cardiovascular en adultos mayores con hipertensión arterial, ejecutado a 103 pacientes, que el 56% de la población mostró un riesgo moderado y el 44% un riesgo alto de desarrollar problemas cardiovasculares.
Una limitación de este estudio es que no fue evaluado si estos pacientes recibían tratamiento antihipertensivo. Además, los registros de pacientes para 2021 son limitados ya que la pandemia de COVID-19 desalienta a las personas a acudir a los centros de salud por temor a la infección mientras se consideran vulnerables.
CONCLUSIONES
Se caracterizó el riesgo cardiovascular de los pacientes con ERC atendidos en el Hospital Homero Castanier de la ciudad de Azogues en el periodo enero-diciembre 2021, encontrando una baja prevalencia de desarrollar riesgo cardiovascular como consecuencia del manejo apropiado de este tipo de pacientes.
Se constató que no todos los pacientes presentaron dislipidemia, además no se encontró una relación significativa entre el riesgo cardiovascular con la edad, el sexo, índice de masa corporal, tipo de diálisis, el peso, la talla, el tabaquismo, la dislipidemia y las comorbilidades; factores que, a pesar de ser considerados importantes en el progreso a un riesgo cardiovascular, en la muestra estudiada no tuvieron relevancia.
Se identificó la relación entre la hipertensión arterial y el riesgo cardiovascular considerando que los pacientes con hipertensión presentaban un riesgo cardiovascular desde moderado hasta muy alto inminente, estableciendo una alerta en el cuidado y control de esta patología.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.
FINANCIAMIENTO. Los autores declaran no recibieron financiamiento
AGRADECIMIENTO. Mis agradecimientos para los docentes que colaboraron en la realización de este trabajo de investigación.