INTRODUCCIÓN

La pandemia de COVID-19 representó una crisis sanitaria global sin precedentes que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020), afectó a casi todos los países y poblaciones del mundo. Desde el inicio de la emergencia, se advirtieron consecuencias invisibles que trascendían lo estrictamente sanitario, entre ellas, el impacto negativo en el ámbito académico, la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes. El cierre de los centros educativos y el confinamiento domiciliario obligaron a adoptar el aprendizaje en casa, lo que generó una fuente adicional de estrés tanto para las familias como para los propios estudiantes.

En este escenario, los adolescentes emergen como una de las poblaciones más vulnerables. En muchos casos, además de asumir responsabilidades familiares como el cuidado de hermanos menores, debieron adaptarse rápidamente a un entorno educativo virtual sin las condiciones adecuadas, tales como acceso a internet o disponibilidad de dispositivos tecnológicos en el hogar. Esta transición abrupta trajo consigo múltiples estresores que afectaron directamente su desempeño académico y su bienestar psicosocial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023a) ha reconocido que la pandemia y sus efectos constituyen una problemática de salud pública que requiere ser abordada desde múltiples dimensiones: sanitaria, social, económica y educativa. En este sentido, comprender el impacto del estrés académico en la educación virtual durante la pandemia implica considerar las voces de sus principales actores: los estudiantes. Tal como lo señala la UNESCO (2020), los adolescentes constituyen una población de alta vulnerabilidad frente a los factores estresantes del confinamiento.

En este contexto, el presente artículo de revisión tiene como propósito sistematizar la evidencia científica existente sobre el estrés académico en adolescentes latinoamericanos en el marco de la educación virtual durante la pandemia de COVID-19. La pertinencia de este estudio radica en la necesidad de reunir hallazgos que orienten futuras intervenciones, políticas públicas y estrategias pedagógicas centradas en la recuperación educativa y emocional post pandemia.

Como lo indica ^{Reimers (2021}), las investigaciones desarrolladas durante la emergencia sanitaria pueden constituir una guía para diseñar respuestas educativas integrales. Estas deben ofrecer oportunidades de recuperación de los aprendizajes, mejorar el rendimiento académico y, sobre todo, promover el bienestar de los estudiantes, considerando los efectos del estrés y los traumas vividos durante el confinamiento.

MÉTODO

La investigación se desarrolló bajo un enfoque documental, orientado a la construcción teórica-conceptual, cuyo objetivo fue sistematizar estudios relacionados con el estrés académico en la educación virtual en adolescentes de Latinoamérica durante la pandemia de COVID-19. Para ello, se siguió la metodología propuesta por ^{Kitchenham (2004}) y por ^{Okoli y Schabram (2010}), la cual guarda correspondencia con la declaración PRISMA (^{Liberati et al., 2009}), con el fin de organizar rigurosamente los hallazgos encontrados y facilitar su replicabilidad.

Se aplicó el protocolo de ocho etapas planteado por ^{Okoli y Schabram (2010}), que permitió llevar a cabo una revisión sistemática con base en los siguientes pasos: (1) definición del propósito de la revisión; (2) diseño del protocolo y formación; (3) búsqueda de literatura; (4) cribado para inclusión; (5) evaluación de calidad; (6) extracción de datos; (7) síntesis de los estudios; y (8) elaboración de la reseña. Estas fases se correspondieron con las etapas de planificación, desarrollo y reporte propuestas por ^{Kitchenham (2004}).

La revisión se orientó por dos preguntas centrales: ¿Cuántos estudios se han desarrollado sobre el estrés académico en adolescentes durante la pandemia? y ¿Qué análisis puede derivarse de estos estudios? El periodo de búsqueda comprendió desde abril de 2020 hasta abril de 2023, tomando en cuenta que la pandemia fue declarada en marzo de 2020 y la emergencia sanitaria se dio por finalizada en mayo de 2023.

Se utilizó el motor de búsqueda Google Scholar, aplicando filtros por idioma (español) y por año (2020-2023). Los descriptores empleados fueron: “estrés escolar” en “educación virtual” en “adolescentes en pandemia”, “estrés escolar” en “educación virtual” en “adolescentes” en “COVID-19”, “estrés académico” en “educación virtual” en “adolescentes” en “pandemia” y “estrés académico” en “educación virtual” en “adolescentes en COVID-19”. Para afinar los resultados, se utilizaron comillas en los términos compuestos. Los resultados obtenidos se sistematizaron en la Tabla 1.

Tabla 1 Resultados de la búsqueda en Google Scholar. 

Se descartaron los registros no pertinentes, duplicados, sin vínculo directo con el objetivo del estudio o que no correspondían a artículos de investigación. El proceso de búsqueda fue diagramado mediante el flujograma PRISMA, con el propósito de garantizar la transparencia metodológica (Figura 1).

Figura 1 Sistematización de artículos sobre el perdón en la convivencia escolar por año de publicación. 

Posteriormente, se seleccionaron únicamente artículos de investigación publicados en revistas indexadas, con disponibilidad de texto completo y pertinencia temática. A partir de la revisión manual de cada artículo, se identificó la base de datos correspondiente desde la página web de cada revista. Se elaboró una matriz bibliográfica en Excel para registrar los 18 artículos obtenidos inicialmente. De estos, se excluyeron 12: dos por duplicidad, cuatro por no reportar resultados completos o claros, y cinco por no abordar de forma directa las variables del estudio. Finalmente, se incluyeron seis artículos en la revisión sistemática, los cuales fueron analizados en profundidad.

DESARROLLO Y DISCUSIÓN

En el marco de esta revisión, se seleccionaron seis artículos científicos que abordan de manera directa el estrés académico en adolescentes latinoamericanos durante la educación virtual impuesta por la pandemia de COVID-19. Estos estudios fueron escogidos por su pertinencia temática y metodológica, ya que comparten las mismas variables de análisis del presente trabajo. La información extraída de cada investigación se sistematiza a continuación en la Tabla 2, la cual resume los principales datos metodológicos y hallazgos de cada estudio.

Tabla 2 Reportes del nivel de estrés académico en adolescentes en estudios de Latinoamérica. 

En la Tabla 2 se observa el análisis de los seis estudios seleccionados, los cuales evidencian la prevalencia del estrés académico en adolescentes latinoamericanos durante la pandemia de COVID-19. Uno de los estudios resalta que el abordaje de las consecuencias sanitarias en el sector educativo resulta significativo, enfocándose en determinar la correlación entre la confianza en sí mismo, el sentirse bien en soledad, la resiliencia y el estrés académico en estudiantes de secundaria de aulas piloto de un colegio público peruano. El estudio, de enfoque cuantitativo, tipo básico y diseño descriptivo-correlacional, se aplicó a 52 estudiantes seleccionados por juicio de expertos mediante encuesta virtual. Se utilizaron instrumentos como el Rango de resiliencia y la versión adaptada del cuestionario de estrés académico SISCO SV. Se concluyó que los estudiantes con mayor apoyo familiar y material presentan niveles más altos de resiliencia, lo que disminuye su estrés académico en contextos virtuales, destacando la importancia de empoderar dichas capacidades desde la familia y la institución educativa (Castro et al., 2020).

Desde otra perspectiva, se analizó la percepción de los adolescentes sobre la educación virtual en la parroquia de Salasaca, Ecuador, durante el confinamiento. La investigación, de enfoque cualitativo y método descriptivo, empleó entrevistas semiestructuradas aplicadas a 13 estudiantes. Los resultados revelaron una percepción negativa de la virtualidad, con sentimientos de estrés, ansiedad y en algunos casos depresión, atribuidos a la falta de preparación docente y la baja adaptabilidad de los estudiantes, lo cual afectó su rendimiento académico (Chicaiza y Moyano, 2021).

En un estudio de revisión bibliográfica se aborda el impacto psicológico de la COVID-19 en la población infantojuvenil, señalando que esta emergencia sanitaria introdujo nuevos estresores que afectaron la estabilidad emocional de los adolescentes. Entre los principales riesgos se identificaron el estrés psicosocial y el retraso académico, subrayando la necesidad de estrategias de intervención orientadas a este grupo etario (^{Sánchez, 2021}).

Otro estudio, de enfoque cuantitativo, transversal, observacional y analítico, tuvo como objetivo determinar el estrés escolar en adolescentes durante la pandemia. Se encuestó a 1.395 estudiantes mediante un formulario de Google utilizando un instrumento validado en Colombia. Los hallazgos revelaron que el 92 % manifestó preocupación por su rendimiento académico, el 60,2 % expresó nerviosismo al hablar con sus padres sobre sus calificaciones, y el 62,5 % señaló sentirse nervioso por no comprender las clases virtuales. Se concluyó que gran parte de los adolescentes presentaron síntomas de ansiedad, depresión y estrés, asociados a la incertidumbre de la pandemia y la alteración de sus rutinas (^{Cañón et al., 2021}).

También se identificaron cambios biopsicosociales provocados por el confinamiento, los cuales impactaron significativamente la salud mental de los adolescentes. En un estudio cuantitativo, de tipo descriptivo, correlacional, comparativo por género y de corte transversal, se evaluó a 1.154 adolescentes de 21 ciudades del Ecuador (67,7 % mujeres y 32,3 % hombres, entre 14 y 19 años de edad). Se aplicaron las pruebas de Afectos Positivos y Negativos, de Dificultades en la Regulación Emocional, de Salud General de Goldberg y de Estrés Percibido. Los resultados mostraron niveles moderadamente elevados de estrés, somatización, ansiedad, insomnio y deterioro de habilidades sociales y académicas. Se concluyó que las emociones negativas y el estrés repercutieron significativamente en la salud mental y el rendimiento académico de los adolescentes (^{Zumba-Tello y Moreta-Herrera, 2022}).

Finalmente, se examinó la presencia de estrés académico, los factores estresores, el afrontamiento y el rendimiento académico en estudiantes peruanos de secundaria. El estudio, con enfoque mixto y diseño explicativo secuencial, incluyó a 178 estudiantes de los tres últimos años escolares. Se evidenció la presencia de estrés académico, siendo más pronunciado en mujeres, estudiantes de escuelas privadas y alumnos del último año. Los factores más estresantes fueron el incremento de actividades, el poco tiempo para realizarlas y la falta de comprensión de los temas desarrollados, lo cual afectó negativamente el rendimiento académico (^{Tacca et al., 2022}).

Discusión

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023b) declaró el 13 de mayo de 2023 el fin de la emergencia sanitaria global iniciada en marzo de 2020. Este anuncio fue realizado por el director general de la organización, quien indicó que, durante el periodo de pandemia, se notificaron oficialmente cerca de 7 millones de muertes; sin embargo, las estimaciones apuntan a una cifra superior, alcanzando los 20 millones. Además de la pérdida de vidas humanas, la OMS advirtió sobre las deficiencias de los sistemas de salud pública en varios países.

La salud pública, según la OMS (2020), comprende el conjunto de herramientas orientadas al cuidado y la promoción del bienestar poblacional. A su vez, la definición vigente de salud en la Constitución de la OMS (1949) la concibe como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (p. 1). En línea con esta perspectiva integral, la OMS (2023a) desarrolló una nueva agenda para la salud mental en las Américas, reconociendo que la pandemia generó un impacto sin precedentes en esta dimensión del bienestar. En particular, se destaca la afectación en la población infantil y adolescente, lo que motivó un llamado a los Estados miembros a priorizar la salud mental en el entorno escolar. De este modo, las instituciones educativas y el personal docente tienen un papel esencial en la implementación de estrategias orientadas al cuidado de la salud mental.

En este contexto, ^{Zumba-Tello y Moreta-Herrera (2022}) definen la salud mental como la manera de pensar, sentir y actuar frente a las experiencias de vida, subrayando que la adolescencia representa una etapa de profundos cambios y reorganización afectiva que influye en la salud y el bienestar futuros. Los autores también resaltan que uno de los factores más influyentes en esta etapa es el estrés, el cual se manifiesta como un estado de agotamiento mental derivado de exigencias excesivas. En el ámbito escolar, este tipo de estrés es frecuente y afecta tanto la salud mental como el rendimiento académico de los adolescentes.

De manera similar, ^{Cañón et al., (2021}) identifican diversos factores de riesgo a los que se enfrentan los adolescentes en situaciones críticas como la pandemia por COVID-19, destacando entre ellos el estrés psicológico. Durante ese periodo, los principales estresores fueron las prácticas parentales negligentes, la violencia doméstica, el maltrato infantil, el estrés de padres y cuidadores que se reflejaba en los hijos, el cierre de las instituciones educativas y el cambio a la modalidad virtual. Estos factores tuvieron un impacto directo en el rendimiento académico de los adolescentes.

Lo expuesto por ^{Cañón et al., (2021}) concuerda con lo señalado por ^{Sánchez (2021}) y Castro et al., (2020), quienes reconocen que los adolescentes constituyen una población altamente vulnerable debido a los múltiples cambios característicos de esta etapa. La irrupción del COVID-19 intensificó estos efectos, generando consecuencias psicológicas que repercutieron significativamente en la salud mental de esta población. Estos autores coinciden en la urgencia de que las instituciones educativas desarrollen estrategias de atención integral, con mecanismos que permitan abordar los factores estresantes y superar el rezago académico provocado por el aislamiento social. En este sentido, Castro et al., (2020) enfatiza la importancia de la colaboración entre familia, escuela y sistema de salud como un soporte fundamental para fortalecer las capacidades de resiliencia en los adolescentes, recurso esencial para afrontar situaciones adversas.

Los estudios revisados permiten comprender la situación actual de la salud mental en adolescentes, poniendo especial énfasis en los niveles de estrés y su repercusión en el desempeño académico. Estas investigaciones contribuyen a delimitar el estado del arte en la región latinoamericana, aunque aún se carece de datos precisos y actualizados sobre esta población. No obstante, desde un enfoque pragmático, estos aportes permiten delinear mecanismos de intervención eficaces para reducir el impacto de la pandemia en la salud mental de los adolescentes y favorecer su recuperación.

En esta línea, investigaciones como las de Chicaiza y Moyano (2021) y ^{Tacca et al., (2022}) evidencian las percepciones de los propios estudiantes. El primer estudio revela que, según los adolescentes encuestados, la educación virtual implementada durante la pandemia no cumplió con sus expectativas, situación que posiblemente se replicó en otros países de la región, dada la falta de preparación ante un escenario de emergencia sanitaria. Por su parte, Tacca et al., (2022) constataron altos niveles de estrés en los estudiantes durante la pandemia, siendo más elevados en mujeres y en estudiantes de grados superiores. Sin embargo, ambos sexos reportaron síntomas como baja concentración, falta de motivación para realizar actividades escolares y somnolencia, lo que afectó negativamente su rendimiento académico.

En consonancia con lo anterior, la UNESCO (2020), ^{Reimers (2021}) y la OMS (2023a) insisten en la necesidad de fortalecer la promoción del bienestar y la prevención de los problemas de salud mental a lo largo del ciclo vital. Proponen abordar los factores de riesgo individuales y sociales, potenciar los factores de protección y fomentar la resiliencia, especialmente en la adolescencia, etapa considerada de alta vulnerabilidad. Dado que la pandemia exacerbó los factores que comprometen la salud mental, es ahora más necesario que nunca que los Estados inviertan en estrategias sostenidas de prevención y promoción en este ámbito. En este esfuerzo, el sector educativo desempeña un papel central, ya que no solo forma académicamente, sino que también contribuye al desarrollo de habilidades para la vida como la resiliencia y el manejo emocional. Si los adolescentes logran desarrollar estas competencias, estarán mejor preparados para afrontar los desafíos propios de la adultez.

CONCLUSIÓN

La evidencia analizada muestra que los adolescentes fueron particularmente afectados durante el confinamiento por la COVID-19, al enfrentar múltiples factores estresantes que se sumaron a los desafíos propios de su etapa de desarrollo. Las responsabilidades en el hogar, la interrupción de clases presenciales, el acceso limitado a internet y dispositivos tecnológicos, así como las dificultades de adaptación a la educación virtual, influyeron negativamente en su rendimiento académico. Sin embargo, aquellos estudiantes que contaron con un entorno familiar de apoyo experimentaron menores niveles de estrés, mayor confianza en sí mismos y un mejor desempeño escolar. Estos hallazgos subrayan la necesidad de diseñar e implementar estrategias educativas integrales que promuevan tanto la recuperación académica como el bienestar emocional, fortaleciendo la interacción entre familia, escuela y sistema para favorecer la resiliencia en esta población vulnerable.