INTRODUCCIÓN
A escala global en los últimos años, organismos como la UNESCO (2012) han expuesto la necesidad de desarrollar las habilidades y destrezas propias del individuo, exhortando a las naciones que deben ofrecer a todas las personas, independientemente del lugar de nacimiento o del nivel socioeconómico las posibilidades de adquirir competencias, con el fin de prepáralos para el mundo laboral de manera digna, garantizando su participación plena en la sociedad.
El ámbito educativo se ha visto afectado de diversas maneras por los múltiples cambios que ha traído consigo la globalización como fenómeno social, económico, político y cultural. Como resultado, países alrededor del mundo están desarrollando un modelo educativo para enfrentar los desafíos que presenta esta situación. Por ello, se ha adoptado un enfoque socioformativo holístico en la educación, enfocándose en ayudar a los estudiantes a desarrollar las competencias y habilidades necesarias para tomar decisiones éticas frente a una amplia gama de desafíos del mundo real. Para seguir siendo flexibles y adaptables a las necesidades cambiantes de la sociedad, las personas deberán desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, la resolución creativa de problemas, el trabajo en equipo y la alfabetización digital como parte de su educación desde la escuela primaria en adelante (World Economic Forum, 2016).
En este sentido, a mediados de la década de los noventa, comienza la implementación del concepto de Habilidades Blandas en entornos de gestión y emprendimiento; incluso son conocidas como habilidades no cognitivas o habilidades socioemocionales, entre otras (Rodríguez, Rodríguez y Fuerte, 2021). Autores como Goleman (1998) define estas habilidades como inteligencia emocional, considerando que influyen y determinan la capacidad de adaptabilidad frente a nuevas circunstancias vividas en los diversos contextos del ciclo vital.
En el ámbito educativo, Duckworth y Yeager (2015) exponen como concepto de habilidades blandas a las destrezas obtenidas por el individuo, tanto estudiantes como docentes, que permiten optimizar su propio desempeño en los distintos ámbitos en los que se desenvuelve (académico, emocional, profesional, personal) y que se complementan con las habilidades conocidas como duras, relacionadas con el conocimiento, manejo de información, entre otras. Además, Marrero et al., (2018) señalan que estas destrezas son importantes en el ámbito educativo, desarrollándose a lo largo del proceso formativo del estudiante, es decir, desde la etapa de educación inicial hasta el nivel superior, por consiguiente, es necesaria su consolidación con la aplicación de metodologías permitan su desarrollo.
En efecto, las habilidades blandas son recursos que ayudan a las personas a crecer como seres completos y fortalecer sus relaciones con los demás. Esto, a su vez, anima a las personas a hacerse cargo de su propia educación conectando sus conocimientos previos a nueva información para resolver problemas del mundo real (Rubilar, 2015). Desde este punto de vista, se cree que las escuelas de hoy son más que lugares para adquirir conocimientos en áreas temáticas específicas; más bien, son una extensión de las familias que tienen la responsabilidad de inculcar valores fundamentales en sus hijos, quienes algún día se convertirán en los adultos con liderazgo. Por ello, es imperativo que desde las bases educativas se provoquen cambios profundos para ajustar la escuela a las necesidades y objetivos que experimentan los jóvenes en todos los ámbitos sociales (Buxarrais, 2013).
Los agentes encargados de adiestrar a los docentes han tenido que hacer ajustes al proceso de formación permanente, que enfatiza el cultivo de valores y el crecimiento de habilidades socioemocionales como complemento al conocimiento académico a fin de preparar a los educadores para enfrentar desafíos más complejos (Hurtado, 2020). La necesidad de cultivar líderes, pensadores independientes, empáticos para el trabajo en equipo, solucionadores de problemas creativos y comunicadores confiados, se destaca como una de las metas más cruciales y prominentes.
Lo anterior, estará ayudando a formar una generación de personas que puedan integrarse con éxito en sus comunidades a través de la lente de un fuerte cociente emocional (Hirsch, 2017). También es crucial que los docentes sean evaluados para fomentar una cultura de evaluación y reflexión entre los educadores (Rueda et al., 2010), donde se valoren y reflexionen las prácticas pedagógicas que orientan el mejoramiento de la calidad educativa (Guzmán, 2016). De esta manera, el papel de un maestro coincide en valorar la interacción con los estudiantes y utilizando estándares y materiales curriculares que están al día con lo que está sucediendo en el mundo actual y que se traducen en la solución de un problema del mundo real, sobre todo después de las secuelas en la dinámica mundial dejada por la pandemia de COVID-19 (Vásquez-Pajuelo et al., 2021).
En este sentido, se plantean las siguientes preguntas en la investigación ¿Qué son exactamente las habilidades blandas? ¿Las TIC puede ayudar a mejorar y desarrollar las habilidades blandas? ¿De qué forma el desarrollo de las habilidades blandas mejora el desempeño docente? Por lo tanto, el objetivo planteado fue analizar el desarrollo de habilidades blandas para la mejora del desempeño docente. Finalmente, el estudio se justifica por consideraciones sociales y metodológicas. Como problema social, se ha encontrado que los docentes de América Latina y específicamente Perú no están abordando adecuadamente la falta de competencia en habilidades blandas básicas entre sus estudiantes. Esta es una preocupación latente en el ámbito educativo, ya que estas habilidades son esenciales en todos los demás ámbitos de la vida, siendo fundamental aplicarlas para lograr una adecuada convivencia y una efectiva participación en las escuelas (Marrero et al., 2018). Por esta razón, los diseños educativos modernos tienen como objetivo promover la conexión entre el conocimiento y los sentimientos (Alzina et al., 2017).
METODOLOGÍA
La investigación fue de tipo cualitativa con un diseño de revisión sistemática de fuentes publicadas extrayendo y recopilando la información pertinente y necesaria para sustentar el estudio realizado. La búsqueda se efectuó en diversas bases de datos, específicamente en: Dialnet, Scopus, Scielo y Latindex; empleando las palabras clave y frases compuestas: “Habilidades blandas”, “soft skills”; “habilidades blandas y desempeño docente”, “soft skills and teaching performance”, obteniéndose en principio 129 estudios (100%). Para el almacenamiento, organización y procesamiento de las investigaciones se utilizó la herramienta Zotero.
En la escogencia, análisis y selección se aplicó la declaración PRISMA, considerándose publicaciones en revistas con DOI, tesis, libros o capítulos y/o artículos derivados de eventos académicos, donde se haya abordado las habilidades blandas y desempeño docente. Como criterios de inclusión se hallan los estudios con discernimiento científico en idioma español, inglés y portugués, publicados desde 2018 al 2023, que realizaran aportes significativos al análisis. Los criterios de exclusión fueron: por duplicidad de contenidos, se eliminaron 27 investigaciones (23.3%), publicaciones fuera del contexto escolar, o diferentes a la temática trabajada se descartaron 29 (25.2%), 56 investigaciones debido a que no correspondían con las variables de estudio (54.2%), quedando finalmente 17 registros o investigaciones que equivalen el 20.5 % del total encontrado.
En la Tabla 1 se presentan la información sobre las investigaciones analizadas por: Autor(es), Año, Título y Fuente.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
El desarrollo de habilidades blandas genera variedad de ventajas; por ejemplo, en el ámbito profesional, contar con estas habilidades conduce a un mayor nivel de desempeño y resultados más efectivos a corto, mediano y largo plazo; en la vida personal, personas con estos rasgos tienden a ser más empáticos, abiertos al diálogo y dispuestos a esforzarse más; siendo un desafío en entornos donde el desarrollo de estos rasgos se inicia a una edad temprana, como son los niveles iniciales académicos.
Concepto de habilidades blandas: tensiones en su teoría y metodología
Las investigaciones analizadas coinciden en afirmar que el desarrollo de habilidades blandas tiene efectos intrapersonales e interpersonales de gran alcance en el ámbito de la educación, y también fomenta la adquisición de habilidades cognitivas que promueven el crecimiento personal y social. Las habilidades blandas, también conocidas como habilidades socioemocionales, habilidades no cognitivas e inteligencia emocional (Aguinaga y Sánchez, 2020) son las herramientas que nos ayudan a reconocer y manejar nuestros propios sentimientos y los de los demás, cultivar y mantener relaciones positivas, establecer y alcanzar metas optimistas en la vida y tomar decisiones personales y responsabilidad por nuestras acciones (Instituto Mexicano de la Juventud, 2017).
Por lo tanto, las habilidades blandas se componen de destrezas que permiten un desarrollo saludable en una variedad de entornos de la vida (Ortega et al., 2016), estas competencias interpersonales y sociales sirven a las necesidades humanas fundamentales, como la comunicación, la resolución de problemas, la formación de relaciones saludables y la regulación de las emociones (Vera, 2017). Según Rodríguez et al., (2021) las habilidades blandas se dividen en dos competencias: (a) personales y (b) sociales; entendiéndose como competencias personales, la conciencia emocional, la valoración y la confianza en sí mismo, incluyendo la motivación de logro, el compromiso y el optimismo. Asimismo, como competencias sociales se destacan la empatía, orientación hacia el servicio, el beneficio de la diversidad, la conciencia política, así como la comunicación, el liderazgo, la valoración al cambio, la resolución de conflictos y las habilidades de equipo.
Para ilustrar esto, las habilidades blandas pueden tomarse como sustituto de las competencias de desempeño, las competencias clave o incluso las competencias multifuncionales. Las habilidades y los conocimientos se tratarán por separado porque solo las primeras se han relacionado con un mejor desempeño laboral y, por lo tanto, ofrecen una ventaja comparativa en el proceso de aprendizaje (Blanco, 2009; Vázquez et al, 2022; Chan y Zaldívar, 2023).
Influencia de las TIC en la mejora y desarrollo de las habilidades blandas
Dada la postura de Orwig (2020) que sugiere que la mayoría de los profesionales de la educación reconocen el valor de perfeccionar las habilidades interpersonales y técnicas de los estudiantes , incluida, entre otras , la capacidad de usar dispositivos móviles de manera efectiva en el aula, se deduce que los maestros de hoy son más propensos a usar al menos uno de esos dispositivos ellos mismos.
Estos desafíos se concentran cada vez más en la era digital, que augura un mayor fortalecimiento y dominio de las competencias TIC, donde no se debe perder de vista la socialización a través de las habilidades fluidas y transparentes que posibilita la tecnología (García et al., 2017), con un énfasis correspondientemente grande en el aprendizaje del descubrimiento del conocimiento que esto implica generar de forma autónoma. García (2018) señala que para responder adecuadamente a los escenarios que se requieren en el siglo XXI, una persona no solo debe tener habilidades cognitivas, sino también trabajar en el desarrollo de habilidades blandas o habilidades socioemocionales como las habilidades intrapersonales e interpersonales que le pueden ayudar desarrollar un sentido claro de quiénes son.
Cedeño (2020) destaca que la incorporar medios tecnológicos favorece la gestión y organización del conocimiento, desarrollando las habilidades blandas. En este sentido, al establecer nuevas experiencias pedagógicas se contribuye a elevar la calidad del aprendizaje, sin olvidar que, para el uso de las TIC de manera adecuada los docentes deben estar debidamente preparados para su implementación dentro del aula. Asimismo, Araujo (2019) afirma que la incorporación de las TIC en el ámbito educativo y dinámica escolar, ayuda a que cada estudiante, dentro de su propia complejidad, fortalezca la inteligencia emocional, el carácter y trace su proyecto de vida, lo que permite dar paso a una verdadera transformación educativa.
Desarrollo de las habilidades blandas en la mejora del desempeño docente
El rendimiento académico del docente se refiere a qué tan bien los docentes llevan a cabo sus deberes profesionales en relación con las demandas del campo elegido. La evaluación de su desempeño tiene como finalidad constatar y valorar el impacto educativo que el despliegue de competencias pedagógicas del docente tiene sobre sus alumnos y sus compañeros de aula (Valdés et al., 2009; Naranjo, 2019; Aguinaga y Sánchez, 2020; Vásquez-Villanueva et al., 2021). El desempeño de los docentes, o "eficacia docente", se refiere a las acciones que realizan en el aula a medida que llevan a cabo las responsabilidades que conlleva su trabajo.
En cuanto al desempeño docente, Faria et al., (2016) explican cuán crucial es para el crecimiento del proceso educativo, particularmente en el desarrollo del trabajo colaborativo dentro de las instituciones educativas, los docentes, apoyados por un mediador, realizan la planificación, realización y evaluación de un conjunto de actividades que conformarán el base de un proceso de aprendizaje. Además, los docentes deben tener una amplia preparación en habilidades y conocimientos y gestionar activamente su propio desarrollo profesional para satisfacer las necesidades de la sociedad moderna en términos de brindar una educación de alta calidad (Guillén y Astorga, 2020).
En contraste, algunos autores plantean que la actuación de un docente consiste en una secuencia de actividades que debe realizar con referencia a su práctica pedagógica, donde sus habilidades y destrezas le permiten dominar conocimientos teórico-prácticos sobre el aprendizaje y el comportamiento humano, y cuyo objetivo es fomentar relaciones constructivas para fomentar el crecimiento de un conjunto particular de habilidades, convirtiéndose en un componente crucial para la calidad educativa y, en consecuencia, es imperativo adiestrar profesionalmente a personas competentes capaces de desempeñar tareas pedagógicas en las escuelas (Martinez y Lavin, 2017; Betancourth et al., 2017; Tacca et al., 2020; Chinchay et al., 2023).
Por otro lado, los directivos de las instituciones educativas y los educadores han reconocido la importancia de desarrollar estas habilidades, fomentando la ejecución de estrategias en el proceso de formación continua de manera transversal para promover habilidades blandas y contribuir al desarrollo en diversas áreas de la vida de los docentes (Sánchez y Canales, 2020). Así, más allá de una educación mecánica en la transmisión de conocimientos, se promueve una mayor participación de los actores involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, contribuyendo a formar mejores personas, además de adquirir habilidades en el ámbito emocional.
Por tanto, el uso de estrategias de aprendizaje contribuye a la formación de personas capaces de asumir liderazgos, responsables de las acciones que se deben realizar en un contexto académico específico, en un contexto social donde docentes y estudiantes con relaciones interpersonales sanas participen de las demandas de una sociedad cada vez más competitiva (Charoensap et al., 2016; Farías y Méndez, 2023). Del mismo modo, dentro del análisis de las investigaciones, no existe información específica que determine cuál es la clave para adquirir habilidades blandas; sin embargo, Ortega (2017) menciona que las personas en sí mismas pueden desarrollar habilidades blandas, pero para poder desarrollarlas en un entorno profesional es necesario una serie de características como: saber escuchar, tolerancia a los errores propios y de los demás, estar abierto al trabajo en equipo, y comunicarse de manera efectiva.
Aunque la mayoría de las publicaciones analizadas adoptan enfoques diferentes, todas están de acuerdo en que el desarrollo de habilidades sociales o socioemocionales marca una gran diferencia en la forma en que los maestros hacen su trabajo y ayuda a las personas a mejorar al brindarles las herramientas que necesitan para hacer frente a las demandas del mundo de hoy. Varios estudios han demostrado que las habilidades blandas ayudan a los estudiantes a aprender y reducen el comportamiento disruptivo en el aula (Cedeño, 2020; Palacios, 2022; Chinchay et al., 2023). En resumen, tienen un gran impacto tanto en el desarrollo profesional de los docentes como en la calidad de la educación en lugares que tienen como objetivo formar mentes jóvenes.
Para resumir, los docentes están sujetos a una amplia gama de estándares, incluidas las siguientes competencias que son útiles en la evolución del proceso de enseñanza: la capacidad de planificar lecciones, comunicarse de manera efectiva, usar la tecnología de manera efectiva, aplicar una metodología apropiada para el tema y el contexto, interactuar con confianza con los estudiantes, brindar tutoría significativa y fomentar el aprendizaje colaborativo e independiente (Rodríguez, 2020; Valle et al., 2022).
CONCLUSIONES
Este estudio permitió analizar e interpretar el papel de las habilidades blandas en el desarrollo de destrezas que influyen tanto en el ámbito intrapersonal como interpersonal del individuo, siendo fundamentales en el entorno educativo. Estas capacidades favorecen la adquisición de competencias cognitivas clave para el crecimiento personal y social. En este sentido, rara vez se enseñan de manera explícita, desarrollándose más bien a través de experiencias académicas y vivencias personales. Además, no existen aún métodos plenamente confiables para medirlas; no obstante, algunos trabajos han explorado su evaluación mediante dinámicas colaborativas, observación contextual y resolución de casos simulados.
Los hallazgos coinciden en resaltar el papel activo del profesorado, cuya labor se ha orientado cada vez más hacia el compromiso y la formación continua. La sociedad valora la actitud proactiva de los docentes de educación básica, quienes buscan motivar el aprendizaje a pesar de las adversidades. Por tanto, es esencial mantenerlos informados sobre los retos que surgen en el abordaje de estas competencias. Lejos de concebirse como un contenido aislado, su fomento debe integrarse transversalmente en las prácticas pedagógicas, especialmente a través de metodologías como el aprendizaje basado en proyectos y el enfoque por resolución de problemas.
La tecnología, en este contexto, cobra especial relevancia como herramienta clave en la formación contemporánea, facilitando el desarrollo de cualidades esenciales para el estudiante del siglo XXI. Entre estas se destacan el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la comunicación y la resolución de problemas. Diversos autores coinciden en que se está afrontando con éxito el reto de formar talento humano preparado para responder a las exigencias de un entorno laboral cambiante, con competencias integrales que aportan al desarrollo personal y social.
Asimismo, se resalta la figura del docente como modelo de humanidad y profesionalismo. Su capacidad emocional y compromiso con el proceso de enseñanza-aprendizaje fortalecen su imagen frente al alumnado, a las autoridades educativas y a la comunidad en general. La presencia de habilidades como la empatía, la responsabilidad, la convivencia armónica y la comunicación asertiva lo posicionan como un líder transformador, que promueve relaciones positivas, equitativas y colaborativas dentro del entorno escolar.
Finalmente, estas habilidades se reflejan de manera concreta en la práctica pedagógica: desde una planificación eficaz hasta una comunicación clara, pasando por el dominio de herramientas tecnológicas, la interacción constructiva con los estudiantes, el acompañamiento significativo, la capacidad de autorreflexión y el trabajo en equipo. Todo ello constituye un perfil docente integral, acorde a los desafíos educativos actuales.
















