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INTRODUCCIÓN
En el campo educativo, la inclusión debe garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a la enseñanza y al aprendizaje, independientemente de sus diferentes circunstancias. En esta mirada, los educadores tienen el desafío de asumir el rol de docentes inclusivos, donde deben ser capaces de enseñar y orientar a todos los estudiantes (condiciones), ya que existen barreras para el aprendizaje y la participación de todos los estudiantes en el ámbito escolar.
Ante ello, la educación inclusiva debe fortalecer e integrar a la comunidad educativa brindando un acceso educativo equitativo a pesar de las condiciones de cada integrante; por tanto, es importante hablar de las actitudes de los docentes frente a los procesos educativos inclusivos, pues estas actitudes son fundamentales en la formación de enfoques educativos benéficos, representa un factor posibilitador de una visión de calidad para todos los estudiantes.
Por tanto, la educación inclusiva se basa en un sistema que busca acomodar diferentes tipos de estudiantes, busca eliminar o reducir todas las formas de barreras al desempeño de los estudiantes y promover una educación de calidad (Sevilla et al., 2018). Por ello, se debe comprender que el comportamiento docente para la educación está en función a las expectativas públicas para la enseñanza, así como de la medida en que la sociedad requiere una mejor atención para todos los estudiantes (Nasqui et al., 2018).
En el contexto internacional, según la Unesco (2020) una parte importante del proceso educativo inclusivo es asegurar que todos los maestros estén disponibles para todos los estudiantes. A pesar de las diferencias en los estándares y las normas de los docentes, los sistemas educativos afrontan el desafío de cambiar las actitudes, empoderar a los educadores para que apoyen a todos los estudiantes y brindar un entorno de trabajo propicio y de calidad. La admisión solo es posible si los docentes están capacitados para ser agentes de cambio y poseen los valores, conocimientos y actitudes necesarias para que los estudiantes puedan cumplir su derecho a una educación de calidad e inclusiva.
En América Latina, Unicef (2021) las circunstancias provocadas por la pandemia también ponen en evidencia las brechas que existen en la sociedad y la educación, respecto a las oportunidades educativas, debido que no están al alcance de todas las niñas y niños. Si bien, el valor de nuestra educación no se mide por los mejores alumnos, sino por la medida en que atrae, apoya e incorpora a los incluidos y a los menos apoyados. A pesar, de los tratados y normas internacionales, estipulan que la educación debe ser inclusiva y atender las necesidades de los estudiantes, especialmente de aquellos con necesidades requeridas o especiales.
En Perú, la MINEDU (2021) menciona que el Estado trata de garantizar una igualdad frente a la educación, lo que significa que se den las condiciones para que todos de integren, en equidad y en acceso de oportunidades, viendo los apoyos necesarios para el aprendizaje, quitando barreras existentes y ejecutando planes y programas para llegar ha dicho objetivo. Pero la realidad es otra respecto a la educación inclusiva e igualitaria, tal cual lo dice la Defensoría del Pueblo (2019) la financiación pública para la inclusión en la educación inclusiva representa el 0,62% del presupuesto total del distrito escolar y está destinada a personas con discapacidad. Existiendo la falta de participación de los líderes y autoridades en el tema inclusivo, resaltan el bajo reconocimiento de la labor docente quien es el intermediario educativo, el cual afecta sus actividades mediante las actitudes y prácticas pedagógicas.
La profesión docente necesita ser reformada en la sociedad, para comprender mejor sus métodos de enseñanza y sus estrategias pedagógicas. La educación inclusiva incluye mediante el sistema educativo una lucha por enfrentar el problema de la exclusión y las desigualdades. Si bien, aplican estrategias o métodos para reducir los factores que contribuyen hacia la exclusión. De este modo, es importante comprender que el comportamiento que persiguen los docentes para la educación incluye la función de las expectativas públicas para la enseñanza. En este sentido, el objetivo del artículo es analizar la actitud del docente en la educación inclusiva.
En cuanto a la importancia del tema se evidencia que mediante las referencias conceptuales e ideas sobre la actitud del docente en la educación inclusiva. Además, se desenvuelve con el fin de mejorar las actitudes de los docentes y contribuir con el desarrollo educativo además de mejorar la calidad. Todo esto con la finalidad de beneficiar a los docentes, estudiantes e instituciones, debido a que destaca como se desenvuelve la educación inclusiva.
METODOLOGÍA
El estudio se realizó mediante un análisis de revisión sistemática, consultando revistas científicas educativas sobre la actitud del docente en la educación inclusiva, de esta manera asegurar que se obtenga información relevante para esa investigación, considerando los artículos de los 5 últimos años. Para Esquirol y Sánchez (2017) mediante esta revisión se desarrolla un proceso de selección; analiza y sintetiza documentos científicos, generando la construcción del conocimiento. Por tanto, e estudio realiza una revisión centrándose en los aspectos relevantes sobre las actitudes de los docentes en la inclusión educativa.
En la búsqueda bibliográfica, se realizó una indagación en revistas científicas ubicadas en diferentes buscadores como Scopus, SciencieDirect, Dialnet, Google Academico, Scielo y Researchgate; aplicando los lógicos AND, NOT, OR; por medio de palabras simplificadas como: “Actitud docente en la educación inclusiva”, “Teaching attitude in inclusive education”, “Desenvolvimento de Professores em Inclusão”, “desarrollo docente en inclusión” y “Teacher development in inclusion”.
En la selección de búsqueda, se inició con 320 artículos que fueron resultados de los buscadores académicos, con relevancia al tema de estudio se sintetizaron a 223 artículos. Para la siguiente simplificación se consideraron criterios de inclusión como estudios de los años 2017-2022, solo artículos científicos, idioma (inglés, portugués y español); como parte del criterio de exclusión fueron descarte de duplicados, distintos tipos de documento, fuera del tiempo de plazo; obteniendo 88 artículos, de los cuales se escogieron 50 artículos sobre los aspectos de las actitudes del docente en la educación inclusiva (Figura 1).
Por otra parte, luego de la selección de artículos; se procedió con la agrupación para realizar la síntesis y conceptualizaciones de los aspectos recolectados, posteriormente se procedió con las discusiones y conclusiones.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
El estudio consideró 50 artículos en selección de los cuales se clasificaron en 4 grupos (Gráfico 1).
Orígenes conceptuales
La educación inclusiva en la formación de los alumnos requiere del comportamiento y actitud del profesorado en el grupo y del individuo implicado. Por tanto, la actitud del docente se considera un elemento esencial de la actividad profesional requerida por la educación actual; además, de optimizar este comportamiento a través de la práctica es el primer paso para promover la educación inclusiva (Rodríguez et al., 2021).
Ante ello, las actitudes se pueden definir como las percepciones que tiene el individuo sobre un objeto o un estímulo de su entorno que reflejan una forma de pensar, sentir y acción (Solís y Arroyo, 2022). La actitud del profesor constituye un conjunto de percepciones, creencias, sentimientos a favor o en contra y formas de reaccionar ante inclusión, además, busca el logro de los aprendizajes de los estudiantes con necesidades educativas (Solís, 2021). Frente a la educación inclusiva, las actitudes de los docentes configuran un conjunto de ideas, influencias que puede ser positiva o negativa en el camino de la participación, además, busca alcanzar las metas de aprendizaje hacia a los estudiantes con necesidades de aprendizaje.
La conceptualización de educación inclusiva ha recorrido una serie de procesos de transformación a lo largo de la historia, debido a las diferentes visiones sobre la atención y la diversidad en el aula (Sevilla et al., 2018). La educación incluye la representación de todos los mejores sistemas educativos a nivel mundial, y es a través de la lucha que se tiene la posibilidad de enfrentar el problema de la exclusión y las desigualdades actuales en el sistema formativo.
La educación inclusiva incluye garantizar que todos los estudiantes, independientemente de su género, participen en un entorno de enseñanza y aprendizaje en el que se valoren sus capacidades y se satisfagan sus necesidades. Además, la inclusión asegura la aceptación de los derechos de todos los individuos y comunidades donde la participación es en todas las situaciones (Nasqui et al., 2018).
De acuerdo, la inclusión no se trata solo de reducir o desaparecer las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todos los estudiantes; la inclusión rige las actividades educativas como la docencia, metodología, pedagogía, etc. (Valdés et al., 2021; Rodríguez et al., 2020). La educación inclusiva se centra un enfoque en la asistencia, logros y participación de todos los estudiantes en el salón de clases y en la escuela, brindando oportunidades igualitarias con otros estudiantes.
Acciones inclusivas en las escuelas
Las instituciones como parte de las acciones inclusivas, tratan de establecer políticas y normas que fomenten la inclusión, también direccionan las responsabilidades a los docentes, ya que están en constante involucramiento con los estudiantes (Ismailos et al., 2022). Además, generar la inclusión educativa se convierte en un elemento clave del sistema educativo global (Desombre et al., 2021).
El propósito de adoptar la práctica colaborativa es un factor importante para determinar el comportamiento docente en el aula. Solo los dos factores, actitud y autoeficacia, se combinan para predecir el bienestar y la educación incluida (Opoku et al., 2021). Como parte de la pedagogía de la inclusión se tiene tendencia actual, el sistema educativo integra a los estudiantes con un tipo de necesidad educativa, además de tomar medidas que pueden afectar el proceso educativo, las características de los estudiantes, la disponibilidad de recursos, la capacitación y el apoyo (Castro y Castillo, 2021; Galaterou y Alexander, 2017).
El desarrollo de la educación inclusiva tiene un efecto diferente de acuerdo al país que se centra, ya que los aspectos culturales, geopolíticas y tradiciones pueden intervenir (Dorjia et al., 2021). La inclusión se desenvuelve como la incorporación de todos los estudiantes, en una escuela y no segrega a los estudiantes en función de su capacidad, identidad propia o interacciones sociales (Engelbrecht et al., 2017).
Promover la participación en la educación se demuestra como un desafío; en muchos países, la excusión escolar ha disminuido, pero solo levemente (Timo, 2018). Es por ello, que existen demandas de adaptación hacia las instituciones para ejecutar la integración del alumnado. En el proceso de implementación del programa inclusivo, especialmente de educación básica, surgen muchas interrogantes relacionadas con el quehacer diario de los docentes en las diferentes clases (Hellmich et al., 2019). Por lo tanto, es importante considerar estos elementos del desarrollo del docente, como el carácter, la contribución y el trabajo social.
La escolarización y la educación continua incluyen nuevos enfoques docentes para la capacitación, las calificaciones relacionadas con diferentes sistemas escolares, experiencia incluida, así como programas de formación docente (Miesera y Gebhardt, 2018). Es por eso, que debe haber un equilibrio entre las actitudes positivas y negativas y el grado de neutralidad que pueda indicar apatía actual, ignorancia o imágenes de cambio e indecisión (Czyż, 2018).
La implementación de la educación inclusiva aún es difícil, por lo tanto, la preparación de los docentes para la participación, no recibe mucha atención, como la calidad, el conocimiento de la discapacidad y los métodos de enseñanza, así como la importancia práctica de preparar a los docentes para la participación (Srivastava et al., 2017). La educación inclusiva requiere cambios en los enfoques de las diferentes características de los estudiantes y prácticas educativas, pero sobre todo una revisión de las actitudes básicas hacia la educación.
Cómo actúa la educación inclusiva con las necesidades especiales
El sistema educativo reconoce lo que significa la inclusión para los estudiantes, centrándose en los recursos disponibles en la formación que necesitan más oportunidades para involucrar y enseñar a los estudiantes con necesidades especiales en sus años escolares, deben tener experiencia y confianza, así como el conocimiento de las normas y reglamentos (Tuncay y Kizilaslan, 2022). Por tanto, dentro de la realidad educativa, los estudiantes con necesidad especial están menos incluidos en los sistemas educativos convencionales (Sarriset al., 2018; Almahdi y Bukamal, 2019; Jury et al.,2021).
Si bien, existe una gran cantidad de niños con diferentes condiciones, pocos estudios han explorado las condiciones que necesitan los estudiantes para conformar la inclusión total. Entre los factores que se tienen en cuenta en el servicio escolar se encuentran variables demográficas, como la formación previa en un entorno inclusivo, la educación, la experiencia práctica y la confianza en la enseñanza de los estudiantes con discapacidad surgieron como predictores importantes de las actitudes (Opoku et al., 2021).
A pesar que los estudiantes con discapacidad pueden aprender y crecer como estudiantes comunes, por lo que la infraestructura de aprendizaje de muchos países desarrollados depende del sistema educativo incluido (Hamid y Mohamed, 2021). Además, existe la importancia para generar una inclusión educativa hacia los estudiantes de diferentes condiciones, además de capacitar y gestionar el conocimiento del personal docente, de esta manera minimizando la negatividad hacia los objetivos educativos (Gamboa et al., 2019).
Aunque la adecuación por parte del sistema educativo hacia la inclusión, creación de una provisión de educación especial en la que los estudiantes con educación especial Necesidades (SEN) de regularizar las incidencias que puedan intervenir en el desarrollo (Ediyanto et al., 2021). Para fomentar la participación de los estudiantes NEE es un desafío para varias escuelas debido a los recursos inadecuados, los docentes poco capacitados y la incapacidad para participar sin las instalaciones adecuadas. Por lo tanto, además de desarrollar iniciativas de la industria para la inclusión académica, también es importante desarrollar una actitud de conocimiento y apoyo a la diversidad y necesidades de los estudiantes (Calderón et al., 2021).
Si consideramos que la experiencia de la vida escolar temprana en la infancia es central, para la apreciación de todas y cada una de las verdades del aprendizaje. También es importante que la participación en clase, el proceso de enseñanza y aprendizaje se convierta en una realidad divertida, tanto para el estudiante promedio como para aquellos con necesidades especiales, en una forma interesante de encontrar información nueva y emocionante para aprender (González y Triana, 2018). La calidad es un factor clave para evaluar la satisfacción de los estudiantes con las condiciones de vida, comprender el bienestar de los educandos, ante las adversidades y necesidades que pueda contar a nivel individual, comunitario, familiar y escolar (Muñoz y Losada, 2018).
Existe resistencia a la práctica de la preparación inadecuada hacia los docentes y los sistemas educativos, quienes, por su falta de experiencia y formación en educación especial, les cuesta comprender el valor de la participación, la capacidad de gestionar la inclusión, lo cual incluye educar a los alumnos con discapacidad (Jury et al., 2021; Zachary y Agnes, 2018). La aceptación de estas medidas no resulta en cambios significativos en el marco de la política educativa incluida, pero hubo una transferencia de ideas y prácticas de la educación especial al departamento de educación general. Es importante centrarse en este paso por su carácter antidiscriminatorio, ya que la educación se incluye como elemento disuasorio social y es la forma más eficaz de combatir las conductas hacia la exclusión (Polo y Aparicio, 2018).
Participación del docente en la educación inclusiva
En la educación, los docentes deben estar dispuestos a realizar cambios en sus comportamientos y actitudes para promover la participación en el aula, siguiendo los requisitos para el cambio, que sea robusto y eficaz en la predicción de la inclusión (Hassanein et al., 2021; Scanlon et al., 2022; Zapundza et al., 2022). Las actitudes de los maestros hacia la inclusión, son fundamentales para el éxito académico de los estudiantes con discapacidades. Los maestros deben tener apoyo continuo del sistema educativo (Kozikoğlu y Albayrak, 2022).
Las actitudes se combinan con estrategias para comprender, reconocer, sentir a favor o en contra y cómo actuar frente a la verdad académica para poner su esfuerzo en resultados de aprendizaje (Angenscheidt y Navarrete, 2017). Algunas características, dependen del lugar de enseñanza, la formación académica como experiencia profesional. Por tanto, es necesario para evaluar la convicción y disposición para enseñar en clases; además de examinar la relación entre su comportamiento y la autoeficacia y determinar el impacto de la población y el desempeño profesional en estas dos funciones (Martin et al., 2021).
Al reconocer las actitudes de los docentes en el sector de la educación como el pensamiento, los valores y comportamiento autosuficientes, es importante centrarse en la relación entre estos elementos, para promover la inclusión mediante las políticas (Alabdallat et al., 2021). La autoeficacia con respecto al manejo del comportamiento y la colaboración se relaciona con las actitudes generales hacia la educación inclusiva, permitiendo el desarrollo de la formación docente previa al servicio y la inclusión educativas (Yada y Savolainen, 2017).
Los docentes que son actores clave en el desarrollo de la educación que, a su vez, sus actitudes inciden directamente en el comportamiento de los propios estudiantes (Hernández y Marchesi, 2021). Por lo tanto, es importante conocer las percepciones de los docentes sobre los diferentes tipos y perspectivas de los diferentes estudiantes en sus aulas. Tanto la actitud de los docentes, el alumnado con NEE como en el ámbito educativo, puede incidir en las actitudes y comportamientos de los docentes, para mejorar las competencias y promover actitudes positivas hacia el sistema educativo (Pit et al., 2018).
Las actitudes de los docentes hacia la educación inclusiva afectan su implementación exitosa dentro de las escuelas ordinarias (Ewing et al., 2018; Supriyanto, 2019). Los maestros deben enfocarse en su efectividad al implementar el compromiso, especialmente cuando enseñan a estudiantes con discapacidades intelectuales, debido a que se encuentran a desafíos emocionales y de comportamiento (Moberga et al., 2020). Las escuelas enfatizan la efectividad de la educación especial, los maestros sobre las ideas y condiciones efectivas que respaldan la necesidad de una educación inclusiva.
El aprendizaje implica reconocer que los estudiantes de diferentes orígenes tienen diferentes personalidades, incluidas diferentes habilidades de aprendizaje y desarrollo cognitivo, es por ello, que se necesita docentes capacitados para fomentar la eficiencia educativa (Butakor et al., 2020). La actitud y dirección de los docentes y la importancia de la educación especial, la política docente es un requisito previo para la implementación de la educación incluyendo el bienestar (Alnahdi et al., 2019; Kurniawati et al., 2017). Cabe mencionar que muchos países, presentan desafíos para medir las actitudes hacia la inclusión.
La educación incluye una fuerte conexión con el desarrollo y la práctica de valores culturales, donde requiere que la mayor parte de la escuela se base en recursos adecuados. La actitud del docente ha sido reconocida como un indicador clave de la plena participación de niños y jóvenes. Superar la adversidad es un problema que enfrentan muchos países, pero la superación de esta, surge únicamente a través de la comunicación con los objetos culturales, costumbres, políticas, etc.
Desde este punto de vista, es importante recalcar que existen diferencias constantes entre las mismas personas, que determinan si la sociedad lo acepta o lo rechaza. En este sentido, hay un rasgo y características que a lo largo de la historia involucran una actitud y comportamiento hacia la inclusión o exclusión. Con base en su descripción, el gobierno, los jefes de educación y las escuelas tienen la importancia absoluta de establecer el plan de estudios, el apoyo, inversión al sistema educativo, etc. Pese a la realidad que se vive hoy en día, las inversiones en la educación no son parciales, existiendo de esta manera desigualdad de oportunidades para los diferentes estudiantes, por su parte, afectando el progreso laboral y educativo del docente hacia el estudiante.
Respecto a los orígenes conceptuales, la inclusión es un elemento importante en la educación, debido a la oportunidad hacia el derecho de todos a tener una buena educación y brindar las mismas condiciones ante los demás. En conjunto la actitud del docente, se centra en el comportamiento y perspectiva que el educador desarrolla frente a la atención pedagógica de los estudiantes., donde las influencias que pueden ser positivas o negativas en el camino de la participación. Solís y Arroyo (2022), Valdés et al. (2021); Rodríguez et al. (2020) Como tal, la educación inclusiva, es un proceso que busca acomodar la diversidad de organizaciones estudiantiles, buscando eliminar o reducir cualquier forma de impedimento para la implementación de esta política, involucrando el desarrollo y actitud del docente.
En parte hacia las acciones inclusivas en las escuelas, en los diferentes países, el sistema educativo emplea distintos modelos para el desarrollo del aprendizaje y fortalecimiento de los estudiantes junto al personal docente. En el tema de la inclusión educativa, las instituciones involucran a los educadores como mediadores para fomentar la inclusión y participación hacia los distintos estudiantes, desarrollando su actitud y comportamiento como mecanismo de influencia. Según, Galaterou y Alexander (2017), Engelbrecht et al. (2017); Srivastava et al. (2017) la participación e inclusión, depende de las actitudes de los docentes hacia los estudiantes, donde sus ideas y diferencias en clase pueden repercutir el desarrollo educativo. La educación inclusiva requiere cambios en los enfoques de las diferentes características de los estudiantes y prácticas educativas, pero, sobre todo, un cambio en los valores fundamentales para la formación y desarrollo.
La procedencia en la educación inclusiva hacia los estudiantes de necesidades especiales, se centran en la importancia de pensar la forma o manera de incorporar y fomentar la inclusión a estudiantes con condiciones particulares o especiales, tratando de atender las necesidades educativas, apoyados junto a la evolución social, reforma de sistema educativo, la enseñanza, calidad y oportunidades.
En la participación del docente en la educación inclusiva, los docentes son actores claves en la creación de un entorno que va más allá de su salón de clases, son mediadores de aprendizaje e integración, donde su actitud y expectativas repercuten en una participación exitosa y especialmente para los resultados de los estudiantes. De acuerdo Supriyanto (2019); Pit et al. (2018) Moberga et al. (2020) refieren que, especialmente entre los docentes tienen la capacidad de influenciar a los estudiantes; en el caso de estudiantes con NEE repercutirá una mejor calidad siempre en cuando el docente este especializado y capacitado.
CONCLUSIÓN
Parte de la inclusión presenta un gran desafío en la educación, muchos estudios denotan la actitud del docente como un elemento de conexión hacia la educación inclusiva. Cabe mencionar, parte de las funciones de un entorno inclusivo es mejorar la capacidad de aprendizaje y participación hacia los alumnos respetando sus condiciones, brindándoles los recursos necesarios.
La inclusión educativa se relaciona con los principios de igualdad, respeto la justicia, condición social, religiosa, entre otros, donde tienen derecho a acceder a la educación en igualdad de condiciones; en caso de las actitudes del docente, se centra en el comportamiento que el educador realiza, se considera un elemento esencial de la actividad profesional requerida por la educación actual; además, de optimizar este comportamiento a través de la práctica es el primer paso para promover la educación inclusiva.
Las instituciones, en el marco de las acciones de inclusión, intentan establecer políticas y normas que promuevan la inclusión hacia los estudiantes a cierto tipo de necesidades educativas, además de tomar posibles medidas que influyan en el proceso educativo, las características de los estudiantes, la disponibilidad de recursos, la formación y el apoyo. Por lo tanto, es importante considerar tales factores del desarrollo de un maestro, como el carácter, la contribución y el trabajo social.
La educación inclusiva en base a los estudiantes con necesidades especiales, ha conllevado una adaptación del sistema educativo hacia la inclusión generando una creación de un programa de educación especial hacia dichos educandos. A pesar de dichas implementaciones, es un desafío para mucha s escuelas debido a los recursos inadecuados, los maestros mal capacitados y la incapacidad de participar sin las instalaciones adecuadas. Por lo cual centran la importancia de desarrollar actitudes como iniciativas que comprendan y apoyen la diversidad y las necesidades de los estudiantes.
Finalmente, los docentes son los principales agentes claves en el desarrollo de la educación inclusiva, mediante sus actitudes como comportamientos influyen en el desarrollo educativo del estudiante, más aún los estudiantes con necesidades especiales. Si bien, muchos docentes no se encuentran totalmente capacitadas a generar la inclusión, el sistema educativo debe fortalecer y apoyar el desarrollo del docente.
