INTRODUCCIÓN
Actualmente, la evaluación formativa representa un problema relevante para la sociedad. Sobre todo, en instituciones educativas donde sus integrantes no están comprometidos para bridar una educación de calidad, los mismos que no se involucran en la indagación de estrategias didácticas, que permitan el logro de este proceso.
Teniendo en cuenta, que aún existen docentes que no comprenden el propósito de esta evaluación, las instancias pertinentes deben gestionar capacitaciones continuas, a fin de optimizar la labor docente y consecuentemente el aprendizaje de los escolares (Quiñones et al., 2021). En ese sentido, se considera importante tener conocimiento sobre esta forma de evaluar. Al respecto, Dolorier et al. (2021) manifiestan que la evaluación formativa se brinda tanto en el proceso de enseñar como de aprender, lo que permite a maestros y educandos tomar decisiones oportunas con miras a mejorar el aprendizaje de los estudiantes. En esa misma línea, Komorowska (2019) expresa que es una manera de seleccionar testimonios significativos del aprendizaje de los escolares, lo que constituye un instrumento valioso para optimar la interacción en el aula y sobre esas evidencias realizar los reajustes pertinentes, para una continua mejora.
El principal objetivo de este tipo de evaluación es ayudar a los estudiantes, para que logren el propósito planteado (Bhagat et al., 2019). Es por ese motivo, que el tema de la Evaluación formativa ha ganado gran importancia en los últimos años, pero no es reciente. En palabras de Quiñones (2020) esta forma de evaluar, no es un tema nuevo; pero sí difícil de comprender y aceptar, coincidiendo a lo manifestado por Falcón et al. (2021) quienes probaron la existencia de cierta indiferencia de los maestros para incorporar esta evaluación en su labor docente.
En Perú, a pesar de los esfuerzos que ha realizado el Ministerio de Educación (MINEDU) para que se aplique este tipo de evaluación; la mayoría de los docentes aún son renuentes al cambio, ya que consideran que les demanda mucho tiempo utilizarla. Entonces insisten en desarrollar la evaluación de antaño, lo que es coherente con lo expresado por Torres et al. (2021) quienes indican que los educadores continúan aplicando una evaluación de tipo tradicional con sus estudiantes, renunciando al apoyo de una excelente aliada para innovar en el proceso de enseñar y aprender. Olvidando que la evaluación formativa enriquece el aprendizaje, cuando educador y educandos reflexionan sobre sus acciones.
Resulta claro que una educación de calidad, necesita de una óptima evaluación formativa. Por ello, urge aplicar convenientemente diversas estrategias didácticas que permitan realizar un proceso de evaluación planificado y enfocado en obtener metas determinadas (Córdoba et al., 2021). En consecuencia, es indispensable que los docentes se apropien de las diversas estrategias que existen y por qué no, innovar otras que permitan lograr este tipo de evaluación. Todo sobre la base de un proceso bien planificado y orientado a la mejora.
En relación a la idea anterior y teniendo en cuenta que la mayoría de los profesionales de la educación desconocen las estrategias didácticas que pueden utilizar para ejecutar la evaluación formativa, se vislumbra un grave problema para una práctica eficaz dentro del proceso enseñanza aprendizaje. Es posible que este desconocimiento se deba a la deficiente sensibilización que se hace desde las instancias superiores. Así lo expresan, Amelia et al. (2021) al indicar lo urgente que es valorar el cumplimiento de la evaluación formativa, así como la difusión de su importancia dentro del sistema educativo; con el fin de que los educadores acepten sus bondades.
De esta manera se tendrá claro lo que es y el propósito que persigue esta evaluación. Por ello, la importancia de investigar este tema; considerando que, de continuar aplicando la evaluación tradicional, se estaría dejando de lado el enfoque por competencias. Es decir, no se estaría formando personas conscientes de su propio aprendizaje. A respecto, Abildina et al. (2021), expresan que cuando un escolar asume su evaluación, adquiriendo capacidades para autoevaluarse y obtener mejores logros; es que ya está utilizando la evaluación formativa.
Por lo expuesto en los párrafos anteriores, es innegable que el tema elegido es relevante, ya que las estrategias de evaluación formativa que aplican los profesores en su trabajo docente; son punto clave en la mejora de los aprendizajes. Así, lo dieron a conocer Abella et al. (2020), al comprobar que es necesario añadir al proceso educativo, estrategias de evaluación más encaminadas en los estudiantes. Esto indica que es recomendable que las estrategias planificadas, sean ejecutadas por los propios alumnos y no sólo por los maestros, ya que esto ayuda a que los escolares sean autónomos y dirijan su aprendizaje de una manera reflexiva, tratando siempre de obtener mejores logros.
Por otro lado, Amelia et al. (2021), señalan que debe socializarse las investigaciones que han evidenciado la aplicación de la evaluación formativa, así como la producción de instrumentos que ayuden en el recojo de información. Justamente, es lo que se pretende con este estudio, para que quienes lo analicen puedan conocer las variadas estrategias para evaluar de manera formativa y las pongan en práctica en su labor pedagógica. De este modo, se pretende que los docentes, no utilicen una sola estrategia; sino que pongan en práctica la variedad que existe.
Para una mejor organización del estudio, se planteó las siguientes interrogantes: ¿Qué es evaluación formativa?, ¿Cuál es el problema en la práctica de la evaluación formativa? Y ¿Cuáles son las estrategias didácticas de evaluación formativa utilizadas en educación primaria?
Esta investigación tuvo como objetivo general proporcionar conocimiento actualizado sobre el concepto, estrategias didácticas y problemática de la evaluación formativa en educación primaria. Para ello, fue pertinente la búsqueda de información sobre los temas referidos, teniendo en cuenta artículos a partir del año 2017 en adelante. Posteriormente, se realizó la discusión de los datos encontrados; que conllevó para conocimiento de la comunidad educativa y ejecución óptima de la evaluación formativa en el proceso de enseñanza aprendizaje, de quienes, interesados en brindar una educación de calidad, investigan las diferentes formas de enseñar y aprender.
METODOLOGÍA
El estudio comprende a una revisión sistemática que toma en cuenta las pautas del método PRISMA, planteado para ejecutar de manera óptima estas investigaciones que valúan los efectos de las aplicaciones de los estudios (Yepes et al., 2021). Consecuentemente, se debe tener presente los elementos de verificación que plantea este método (Do Nascimento et al., 2019). Así pues, se ha utilizado los estándares de calidad: criterios de elegibilidad, fuentes de búsqueda, estrategias de investigación, elección de estudios, extracción de información y extracto de resultados (Hinojo et al., 2019).
En cuanto a los criterios de elegibilidad; específicamente en criterios de inclusión se optó por elegir artículos cuya publicación oscilaba entre los años 2017 al 2021, referidos a estrategias de evaluación formativa en educación primaria, de idioma español e inglés, así como de enfoque cuantitativo y cualitativo. Por otro lado; tomando en cuenta el criterio de exclusión se omitieron los artículos que abordaban otro nivel y que fueron publicados en años anteriores a 2017.
Como fuentes de información, han sido considerados artículos publicados en revistas, alojadas en bases de datos como: Scopus, Scielo y Mendeley Discovery; las que fueron consideradas por presentar información confiable.
Así también, en la estrategia de búsqueda, se optó por utilizar las palabras clave, así como la respectiva versión en inglés: “Evaluación”, “evaluación formativa”, “estrategias”, “estrategias didácticas”, “aprendizaje”, “retroalimentación”, “autoevaluación”, “autónomo”. Además, fueron utilizados los operadores booleanos básicos (AND, NOT, OR), los cuales fueron de gran ayuda porque limitaron la búsqueda, haciéndola cada vez más precisa para una organización adecuada de la información.
En Mendeley Discovery se encontraron 13 artículos, en Scopus 130 artículos y en Google académico 45 estudios. Para la selección se procedió a revisar artículos que hacían referencia, en el título, resumen y/o palabras clave, a los términos: estrategias, estrategias didácticas, evaluación, y evaluación formativa. Adicionalmente, se incluyó el término educación primaria.
Para la extracción de información se trabajó varios filtros, teniendo en cuenta los criterios seleccionados. En un primer momento, se obtuvo 188 artículos los cuales contenían temas relacionados a las estrategias de evaluación formativa; sin embargo, se detectó la existencia de tres de ellos que se repetían, por lo que se procedió excluirlos. Seguidamente, se utilizó el primer filtro, a través del cual se dio lectura a los títulos de los estudios y como resultado fueron apartados 74 de ellos, por hacer referencia a estrategias ya obsoletas. En el segundo filtro se dio lectura a los resúmenes, quedando descartadas 68 investigaciones porque no hacían referencia al nivel de educación primaria. En el tercer filtro, al leer los artículos de manera completa, se pudo separar 9 de ellos, que no presentaban información relevante. De este modo, se pudo obtener 31 artículos de investigación, que pasaron todas las pruebas; los mismos que fueron analizados para responder las interrogantes planteadas y lograr un artículo interesante, comprensible para el público lector y así contribuir a la difusión del conocimiento en este campo.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
La evaluación formativa
De acuerdo al concepto de Evaluación formativa, se ha logrado obtener los siguientes resultados.
El problema en la práctica de la evaluación formativa
La evaluación formativa, es un problema que ya tiene buen tiempo causando malestar a docentes y estudiantes en el contexto donde realizan el proceso enseñanza - aprendizaje. En la revisión se encontró lo siguiente:
Nota: La Tabla 2 muestra el problema en la práctica de la evaluación formativa por diferentes autores. Autoría propia.
Estrategias de evaluación formativa
Los resultados de los estudios analizados, determinaron que el uso adecuado de estrategias de evaluación formativa, genera óptimos aprendizajes en los estudiantes. Y, que, existen diversidad de estrategias, para optimar este tipo de evaluación (Dolorier et al., 2021).
Nota. La Tabla 3 muestra las diferentes estrategias de evaluación formativa propuestas por diversos autores. Autoría propia.
Discusión
El humanizar la educación, constituye un reto que los seres humanos de esta época tienen que lograr. Es extraño que los docentes trabajando con seres humanos, aún quieran formar máquinas que sólo resuelven problemas sin reflexionar y es raro que se desee enseñar a todos por igual; sabiendo que no existen dos seres humanos iguales en el mundo (Alzate y Castañeda, 2020).
En lo referente al concepto de evaluación formativa, los estudios encontrados reflejan lo percibido claramente por la mayoría de docentes; un proceso donde profesor y estudiantes recaban información para analizarla, y desde ese criterio tomar decisiones para seguir mejorando. Lo que persigue esta evaluación es el desarrollo constante y no el desaprobar estudiantes por el simple hecho de no resolver un examen. Coinciden con este resultado (Morse et al., 2019). Babinčáková et al. (2020) Ministerio de Educación del Perú (2020) en la R.V.M. 094. Por su parte Abildina et al. (2021) mencionan que es aquella donde un estudiante usa la autoevaluación, lo que es coherente con Rekalde et al. (2018) quienes mencionan además que esta evaluación se logra cuando los estudiantes son conscientes de lo que saben y lo que les falta aprender. Al respecto, Mollo y Medina (2020) la consideran como una propuesta pedagógica exhaustiva, basada en una ideología complicada y reflexiva; donde para lograr aprender, primero se debe reflexionar sobre esta práctica.
Es decir, se debe reconsiderar la importancia del aprendizaje; esta idea es coherente con lo expresado por Bizarro et al. (2019) quienes en su estudio de revisión concluyen que la evaluación formativa es un proceso continuo, que se desarrolla a través de la comunicación y reflexión, siempre orientada a mejorar el proceso de aprendizaje de los estudiantes. En la misma línea Marina (2021) aporta que evaluar es un proceso que comprende significados, construcciones propias, prácticas y sentimientos. Esta idea hace referencia al rol principal que cumple el docente en la evaluación, así también destaca su gran responsabilidad, pues impacta directamente en la vida de sus estudiantes. Si los docentes, reflexionaran más sobre su práctica de evaluación, comprenderían que su trabajo deja huella en las personas y muchas veces son los responsables de sus triunfos o fracasos.
Es importante también, el aporte de Herrero et al. (2020) quienes manifiestan que la evaluación formativa busca que el docente y los estudiantes, interactúen para mejorar su práctica en el proceso de enseñar y aprender, logrando de esta manera la mejora continua. Así, ambos agentes educativos se benefician. A partir de esta cita, se puede concluir que este tipo de evaluación se da en un proceso recíproco constante y cuidadoso donde los docentes y estudiantes encuentran e interpretan datos para conocer el avance de aprendizaje que les permita tomar decisiones con fines de mejora.
Por otro lado, se percibe que el problema para aplicar la evaluación formativa, radica en la falta de conocimiento de parte de quienes están implicados en el proceso de enseñanza aprendizaje. Este punto es defendido por Schildkamp et al. (2020) quien declara que el conocimiento, las habilidades, los factores psicológicos y los factores sociales; son esenciales para lograr una óptima evaluación formativa. Al respecto, un estudio realizado por Contreras y Jara (2021) evidencia que los profesores urgen de una preparación sobre evaluación formativa. A esta idea se unen las de Falcón et al. (2021), Amelia et al.(2021), (Nolazco, 2020), Pasek (2017). Así también lo confirman Uzcategui y Albarrán (2020) al encontrar en su estudio la existencia de docentes que no tienen claro cómo aplicar esta evaluación.
Además, otro problema que no se puede dejar de lado, es el de aquellos docentes que, habiendo planificado la evaluación formativa, no la ejecutan en su labor educativa. Esto, deja entrever la poca coherencia que existe entre la documentación y la práctica de la evaluación formativa. (Quiñones et al., 2021). En algunas instituciones se continúa administrando la evaluación tradicional; aquella que etiqueta al estudiante con un número, sin tener en cuenta el avance que logra en el transcurso del proceso enseñanza aprendizaje.
Ante esta situación, es preciso que los docentes adquieran cierta formación, a fin de que puedan evaluar de manera adecuada al estudiante en su labor diaria. Tal como lo manifiestan Menéndez et al. (2019), para lograr un aprendizaje efectivo, es necesario que el docente tenga ciertas capacidades que le ayuden a brindar a los educandos una correcta evaluación formativa. También, es preciso que los educadores tengan habilidades de lectura y comprensión, a fin de que puedan investigar y apropiarse del conocimiento, en este caso conocer el tema de evaluación formativa.
Debe señalarse, tal cual lo expresa Moreno (2020) que los estudiantes ya no son los de antaño, por lo que es necesario entender claramente que en cierta época de la historia el profesor era el único con acceso a las Bibliotecas, entonces se dedicaba a transmitir el conocimiento adquirido. Hoy, esto se considera obsoleto, puesto que el saber lo podemos obtener mágicamente a través de internet. Los niños y jóvenes han crecido en un mundo inundado por recursos tecnológicos, por tanto, tienen el conocimiento a su disposición. Ante esto se hace necesario que el docente les acompañe en este proceso de aprendizaje de manera constante, a partir de la reflexión. Es decir, se necesita de docentes preparados para afrontar desafíos del presente siglo.
Otro problema, no menos importante es el de aquellos maestros que muestran un marcado desinterés en aplicar la evaluación formativa: docentes acostumbrados a las pruebas de fin de mes; que creen que evaluar de manera formativa es sólo un artificio para aprobar a todos, lo que consideran una gran injusticia. No tienen en cuenta lo que el estudiante aprendió, ni cómo lo aprendió. Para ellos, solamente una prueba final, les dará la certeza que el alumno adquirió los aprendizajes esperados. Es evidente la importancia de conocer este tema, a fin de aplicarlo. Mohammad y Mohammad (2020) precisaron que entre los problemas encontrados al analizar la evaluación formativa, se encuentra: la formación de los maestros, así como las estrategias para el logro de esta evaluación, que promueve aprendizajes óptimos y cambios en la evaluación actual.
En algunas instituciones se continúa administrando la evaluación tradicional; aquella que etiqueta al estudiante, sin tener en cuenta el avance que logra en el transcurso del proceso enseñanza aprendizaje. Al respecto Estebaranz (2017) indica que para evaluar competencias es imprescindible que se haga desde innovadoras perspectivas, formas e instrumentos; por lo que es más dificultoso, que evaluar solo conocimientos o procedimientos. Es decir, que siempre es necesario un gran cambio en el tema de evaluación; de lo contrario, estaremos frente a la evaluación tradicional. Esto en coherencia con lo expresado por Cañadas y Santos-Pastor (2021) quienes asumen que los docentes no administran la evaluación formativa en la práctica, de forma completa. Es decir, solo introducen pequeñas variaciones que dan un enfoque diferente a la evaluación.
Así también, los estudiantes deben adecuarse a este tipo de evaluación. Por ello, se considera importante el aporte de Walss (2020) quien sugiere que para lograrla, se tiene que abastecer a los estudiantes de información, la misma que les hará tomar decisiones y realizar ajustes en su proceso de aprendizaje. En este caso, es conveniente que los educandos comprendan que la evaluación busca su mejora continua y no el desaprobarle. Consecuentemente, se formarán como personas que dirijan su propio aprendizaje y que no necesitan tener al lado, alguien que les recuerde que tienen que aprender. Si la persona tiene la curiosidad y necesidad de adquirir un conocimiento que le hace falta, pues lo busca, lo comprende y lo aplica.
Dentro de este orden de ideas, se confirma que esta forma de evaluar, genera que los estudiantes sean conscientes tanto de los aprendizajes que están obteniendo, así como de aquellos que aún les falta alcanzar. (Rekalde et al., 2018). Cuando una persona está consciente de lo que sabe y lo que le falta aprender, es necesario que a la vez comprenda que lo que aún no domina lo puede lograr, a través de diferentes estrategias.
Todos estos aportes, hacen percibir que cuando los docentes se proponen ejecutar la esta forma de evaluar, se encuentran con muchos problemas como; desconocimiento de estrategias de evaluación coherente con las nuevas formas de enseñar y aprender; el tiempo y esfuerzo que requiere este tipo de evaluación, entre otros. (Romero et al., 2018).
Finalmente, en relación a las estrategias de evaluación formativa, queda claro que son diversas y constituyen un punto clave para lograr aprendizajes significativos. Consecuentemente, para que un docente pueda afrontar los desafíos que se le presentan al evaluar de manera formativa; debe tener conocimiento de estas estrategias. Sólo de este modo, las podrá aplicar en su labor pedagógica.
En esta investigación, se comenta estrategias muy interesantes, como las propuestas por Allal y Perrenoudl, citados por Dolorier et al. (2021), Black y Wiliam citados por Barana et al. (2019), (Torres et al., 2021). Así, Fraile et al., citados por Bartolomé (2021) precisan que en la evaluación formativa el uso de estrategias de autoevaluación y coevaluación ayudan al estudiante, a ser autónomo y a reflexionar sobre su propio aprendizaje. No se puede dejar de lado la estrategia del cuestionamiento que propone Milawati (2017) quien investigó cómo el docente pregunta a sus alumnos, para hacerles reflexionar y descubrir el aprendizaje adquirido, consecuentemente tomar las decisiones pedagógicas pertinentes para seguir aprendiendo.
También se encontró autores que proponen estrategias apoyadas en el uso de herramientas tecnológicas. Así tenemos a (Bhagat et al., 2019). Al igual Morse et al. (2019). En ese sentido otro excelente aporte lo encontramos con Tirado et al. (2021), quienes aplican dinámicas lúdicas, para evaluar el aprendizaje. Es indispensable desarrollar y aplicar en las experiencias de aprendizaje, el uso de las herramientas tecnológicas, pues la sociedad del conocimiento así lo reclama. El manejo y uso de artefactos tecnológicos ayudan a gestionar el conocimiento de una manera más rápida, atrayente y motivadora, consecuentemente hace de la evaluación un proceso dinámico y divertido.
Otra estrategia, considerada muy necesaria es la autorreflexión, mencionada por Medina y Deroncele (2019) quienes la señalan como una práctica permanente y como vía para desarrollar una óptima evaluación formativa. De esta manera, un docente que practica el autorreflexión, logrará con mucho éxito aplicar este tipo de evaluación, puesto que para seguir aprendiendo es necesario detenerse a pensar qué se ha logrado y qué falta lograr, así también el qué se hará para lograr lo que falta. En esa línea, otros autores proponen la retroalimentación, sin embargo, precisan que más que una estrategia es un proceso propio de esta forma de evaluar, que persigue mejorar la formación de los educandos. (Asiú et al., 2021)
Quien aplica la evaluación formativa debe tener conocimiento óptimo sobre las estrategias que varios autores recomiendan. Por ello, es innegable que se necesita de docentes investigadores de su propia práctica, que averigüen y no esperen que un experto les capacite; docentes capaces de afrontar el reto de la evaluación, de una manera autónoma, lo que les hará competentes en su campo de acción.
CONCLUSIÓN
En el transcurso de esta investigación, se ha evidenciado que el concepto de evaluación formativa, no está claro entre la comunidad educativa; consecuentemente no es aplicada por la totalidad de docentes, quienes presentan un problema de desconocimiento; el cual se debe a la poca práctica que tienen los profesionales de la educación para realizar investigación sobre los problemas que les atañe en su campo de trabajo y al mal hábito de solicitar capacitaciones, teniendo el conocimiento al alcance de sus manos.
En la práctica, la evaluación formativa se presenta como un problema que tiene ya muchos años conviviendo con los docentes y estudiantes en el contexto donde se desarrollan los aprendizajes; y es que no se aplica de manera óptima, pues se piensa que es la misma evaluación tradicional que sólo ha cambiado de nombre. Esto, a pesar de los esfuerzos hechos por el MINEDU para contrarrestarlo.
Se requiere que las Instancias superiores sensibilicen a la comunidad educativa sobre esta forma de evaluar. Así también, es urgente que quienes se educan para ser docentes, reciban talleres y sesiones óptimas en este tema; así como en investigación, la cual debe primar en la formación de los educadores. Esto, les ayudará a ser autónomos, para dar solución a los problemas que se presenten en su labor pedagógica.
Es innegable la importancia que tienen las estrategias didácticas para lograr una óptima evaluación formativa en educación primaria. Así lo demuestran los diversos autores citados en este estudio; ello deja entrever la existencia de cuantioso material, que puede ser de gran ayuda para asegurar una óptima evaluación. Es pues momento de que los docentes se agencien de ellas, para ponerlas en práctica en su didáctica.
Finalmente, para que la evaluación formativa sea óptima, es necesario que los implicados en el proceso educativo, se apropien de conocimiento y la lleven a la práctica. Además, es útil aprovechar la retroalimetacion, partiendo de los resultados de la evaluación de los escolares, para hacer sugerencias y comentarios, que permitan reflexionar sobre los errores y aprender de ellos. (Contreras Pérez y Zúñiga González, 2018).