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Revista Investigación y Negocios

versión impresa ISSN 2521-2737

Investigación y Negocios vol.12 no.19 Sucre abr. 2019

 

ARTÍCULOS

 

Estado, capitalismo e indios: los kajchas (cooperativistas) mineros en Potosí

 

State, capitalism and indians: the mining kajchas (cooperative) in Potosí

 

 

PhD. Franz Flores Castro
Docente en la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca franzflo@gmail.com Sucre - Bolivia
Recibido, enero 2019 Aceptado, abril 2019

 

 


Resumen

En agosto de 2006, en el primer Gobierno de Evo Morales, Walter Villarroel juraba como nuevo ministro deminería. La posesión no hubiera sido más que un dato si no fuera porque Villarroel era un expresidente de las Cooperativas mineras, un grupo de indígenas empresarios mineros que habían logrado surgir como una nueva elite económica y política en el país. En el artículo trato de mostrar las condiciones históricas de surgimiento de estos nuevos empresarios, su lucha permanente con el Estado, su condición de marginalidad étnica y cómo el neoliberalismo se constituye en el espacio ideal para el avance de sus intereses económicos, mismos que luego se consolidarán con el Estado Plurinacional al frente del gobierno indígena del Movimiento al Socialismo.

Palabras clave: economía indígena, capitalismo, indios, cooperativismo.


Summary

In August of 2006, in the text of the Government of Evo Morales, Walter Villarroel was sworn in as the new minister of mining. The possession would have been only a good time, but it was not because Villarroel was a former president of the mining cooperatives, a group of indigenous people, the miners who have emerged as a new economic and political elite in the country. The article tries to show the historical conditions of the emergence of these new entrepreneurs, their permanent struggle with the state, their condition of ethnic marginality and how neoliberalism is integrated into the ideal space for the advancement of their economic interests. Consolidate with the Plurinational State at the head of the indigenous government of the Movement to Socialism.

Key words: indigenous economy, capitalism, Indians, cooperativism


 

 

Introducción

Bolivia, un país ubicado en el corazón de Sudamérica, tiene dos características por la que es conocida en los países del exterior: es un país exportador de materias primas (minerales e hidrocarburos; y su población es mayoritariamente indígena. Los datos los corroboran, durante el siglo XIX fue uno de los mayores exportadores de plata del mundo, así como en el siglo siguiente lo fue del estaño. De igual manera, pese a todos los cambios demográficos la población indígena es mayoritaria en este país, para el censo del año 2012 un 62% de la población mayor a 15 años decías tener identidad indígena.

Por otro lado, diferentes historiadores han señalado que los indios permanentemente han poseído una cosmovisión comunitaria en lo económico, de rotación de cargos en lo político y de plena solidaridad en lo social, en fuerte tensión al esquema occidental y de mercado impuesto por la colonia.

En este artículo, propongo que una mirada más detenida sobre la historia de determinados actores bolivianos puede deparar interesantes sorpresas, y obligarnos a repensar esta “natural” aversión del indio al individualismo y al mercado. En concreto, en el presente artículo ofrecemos una descripción histórica de un actor minero de hondas raíces indígenas como los Kajchas que, a lo largo de más de 4 siglos defendieron su libertad individual, tanto frente al estado colonial que los quería convertir en mitayos y el estado republicano que busco hacerlos trabajadores asalariados hasta el punto que a inicios del siglo XXI se convirtieron en prósperos empresarios capitalistas. Postulo es esto se debe a dos factores: en primer la explotación minera es una actividad sumamente azarosa donde existe la  gran probabilidad de que en la bocamina aparezca un grueso filón que convierta al minero rico de la noche a la mañana; en ese contexto ser trabajadores dependientes de un salario es frenar las posibilidades de ser ricos en algún momento. En segundo lugar, postulo que esta esperanza de riqueza se halla íntimamente ligada a la creencia de que el Cerro Rico de Potosí es una entidad viva, una suerte de deidad que se encarga tanto de proveer riqueza como de quitarla.

 

Los Kajchas y el estado colonial

El descubrimiento de América por parte de los españoles género un cambio profundo en la correlación de fuerzas geopolítica en el “viejo mundo” puesto que potenció la influencia de Europa y colocó a la monarquía hispánica como dominante. Hasta bien entrado el siglo XVIII ningún poder europeo podía rivalizar con el imperio español (Klein 1982).

Parte de ese poder se debía al descubrimiento de las vetas de plata del Cerro de Potosí en 1545, cuya explotación generó un flujo determinante para la economía de España. Empero nada de la plata hubiera sido posible de extraerla sin la fuerza de trabajo que escasa en España era abundante en América.

Una vez que en los primeros 25 años desde el descubrimiento del Cerro se habían explotado los yacimientos del cerro del mineral de plata que se encontraban casi a flor de tierra, se hacía urgente construir largas galerías dentro de la montaña para que lleven al minero hacia los yacimientos de mineral; empero esto conllevaba costos adicionales que de ninguna manera la hacían rentable. Para enfrentar esta situación el Virrey Toledo en 1570 instituyó la mita que obligaba a la población indígena a trabajar por un año, de cada seis, en las minas de Potosí. Se calcula que cada año, las minas potosinas acogían a 13,500 hombres (Idem 55) Esta medida junto con la amalgamación y el uso de la fuerza hidráulica dió impulso a la minería al punto que entre 1581 y 1600 Potosí produjo el 42% de la plata mundial (Serrano 2010: 6).

Sin embargo, al margen de este circuito de explotación minera, compuesto por gremios de mineros y azogueros de ascendencia española, apareció el circuito de los mineros Kajchas, un grupos de indígenas con experiencia en el trabajo minero y fuera de la obligación de la mita, que por cuenta propia y riesgo ingresaban cada fin de semana a explotar las vetas mineras (Barragán 2014). Antes de las reformas del Virrey Toledo, los Kajchas habían logrado tener derechos de explotación en las minas potosinas, sin embargo a partir de 1570 este derecho fue recortado compensándoles con la posibilidad de que durante la semana trabajasen en las minas de los españoles, pero de manera libre y por su cuenta en los fines de semana (Idem). De seguro los Kajchas aceptaron este sistema puesto que conocedores de las minas y sus secretos, podían trabajar de lunes a viernes para el dueño español y dejar pendiente la explotación de filones más ricos para el sábado o domingo que era cuando el resultado de su trabajo era para su propio beneficio.

Con el paso del tiempo el kajcheo es una práctica muy común en las minas de Potosí, pese a que los mineros españoles se quejan de su práctica porque ella les sustrae una buena parte de sus beneficios, en los hechos no pueden prescindir de los Kajchas que les proveen de mano de obra especializada en la extracción y selección de mineral, además de coadyuvar a reducir los costos de explotación minera cuando los precios bajan y ayudan a aumentar la rentabilidad del dueño de la mina en los años de auge (Absi 2005: 18). Se calcula que los Kajchas llegaron a producir entre el 15 y 35% de la plata del cerro de Potosí. de hecho en 1759 los Kajchas producían el 38% de la plata registrada por la Casa de Moneda de Potosí (Barragán 2014:; Absi 214)

2.1. Los Kajchas y el estado republicano

Pese que a lo largo de las primeras décadas de la República (1825) la práctica del Kajcheo fue considerada anticuada e irracional y que en el contexto de auge de la producción argentífera (1870-1899) se buscó su desaparición esto nunca se logró, los Kajchas continuaron con su práctica tanto a así que a en 1827 el Cerro Rico les debía el 50% de su producción (Absi 2014: 223). Por ejemplo se conoce que en 1837, mediante una carta propusieron por escrito a los mineros españoles una relación de trabajo que oficalizara el sistema Kajcha, legalizando su trabajo libre los fines de semana, sin que hayan tenido respuesta positiva (Idem).

De todas maneras los Kajchas siempre se negaron a trabajar como asalariados y persitieron en este propósito. A fines del siglo XIX se regularizó el Kajcheo bajo el nombre de trabajo “a partición” donde dueño y trabajadores se repartían el producto de la mina por partes. Una tercera parte del minera era de la empresa y esta compraba las dos terceras partes restantes del Kajcha, sin que este útimo tuviera derecho a vender su mineral a otro “rescatista”.

Por otro lado, si bien la naturaleza del trabajo Kajcha es la explotación de un mina que no es de su propiedad, esto no quiere decir que entre sus ambiciones no estuviera el de tener su propio paraje para explotarlo por cuenta propia y de ser reconocidos por el Estado republicano. Para los Kajchas el tener en propiedad una mina así como estatuto legal, les daba la posibilidad de mayores réditos a su actividad junto a una mayor capacidad de interlocución con el Estado. Por ejemplo en la Constituyente de 1937, en los años de posguerra del Chaco, los Kajchas representados por algunos constituyentes del Partido Socialista demandaron que la Constituyente suprima la declaratoria del Cerro de Potosí como reserva fiscal, lo que les impedía tener parajes de explotación, aunque sin lograrlo. Años después, todavía en el Estado oligárquico, tuvieron una concesión en enero de 1952, cuando los Kajchas del Cerro de Potosí reciben dos bocaminas “abandonadas y catastradas con el número 341 y 342”.

kajcjas y estado nacionalista

Fue la revolución de 1952 la que amplió la posibilidad para los Kajchas de tener su propio yacimiento minero a la vez que fueran reconocidos por el Estado. Por una parte se les adjudica de parajes mineros1 y por Decreto se convierte a los Kajchas en Cooperativas lo que señala su reconocimiento por el Estado como una organización social y económica2. Esto era parte de una lógica de integración del Estado de varias organizaciones económicas bajo la modalidad de Cooperativas, un esquema promovido por el MNR puesto que le permitía control estatal.

Empero, este proceso no es del todo satisfactorio para los intereses Kajchas ya que es planteado del control estatal de la cadena de exploración, producción y comercialización de minerales. La creación de la COMIBOL es fatal para los intereses Kajchas ya que ello representa serias limitaciones a sus ambiciones de ampliar la extensión y calidad de sus concesiones mineras. Por tanto si bien el Estado los reconoce como una organización económica convirtiéndolos en cooperativistas, a la vez coloca un freno a sus ambiciones empresariales ya que la Política minera es centralistamente definida, no solo porque la COMIBOL tiene tuición sobre una amplio espacio minero sino porque todos los mineros están obligados a vender su producción al Banco minero, lo que reduce sus ganancias puesto que el pago era en moneda nacional al tipo de cambio oficial, cuyo monto estaba muy por debajo del fijado por el mercado de divisas paralelo.

Esta lógica hace que el Kajcha vea en los trabajadores mineros sindicalizados un obstáculo para sus intereses económicos. Quizá por ello, en los años setenta, deciden desafiliarse de la Central Obrera Boliviana para apostar por establecer canales directos de negociación con el Estado, sin la mediación del Sindicato. Es probable que los cooperativistas trataran de aprovechar el contexto de permanente tensión y ruptura entre los gobiernos del MNR y los militares, para probar fortuna con algún gobierno autoritario.

No sabemos si esta estrategia dio frutos, es probable que de haberlo estos no hayan colmado las expectativas de los cooperativistas. La historiografía no aclara esto. Por una parte, ellos no son tomados en cuenta por las políticas de desestatización de la minería que plantearon Rene Barrientos (1964-1968), o Banzer (1971-1977) que, como se sabe, promovieron la inversión extranjera y la minería mediana. Por otro lado, es posible que los regímenes militares fueran con las Cooperativas tan represivos como con los mineros sindicalizados. Por ejemplo, en septiembre de 1965, durante la dictadura de Barrientos, en pleno conflicto con la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) cuyo epicentro era la mina de Huanuni, se conoce la noticia del nombramiento de un interventor del Departamento del trabajo para la Cooperativa Kajchas libres del Cerro de Potosí (Crítica, la voz del Sumak Orcko, 12.09.1965).

Por tanto en las más de tres décadas de vigencia del Estado nacionalista (1952-1985), este no integró más que débilmente a los Kajchas. El proyecto nacionalista trató de fomentar a la empresa privada y de crear una burguesía nacional, pero no hizo esfuerzos por hacer lo mismo con los cooperativistas, siendo que ellos también son empresarios. Esto se debe a que las características de las Cooperativas mineras, constituida en su gran mayoría por indígenas y mestizos y que trabajan de forma es artesanal con poco uso de tecnología, contradecía la lógica modernizante de los gobiernos posteriores a la revolución de 1952. Para la elite política constituida por la clase media, obrera y militar que gobierna Bolivia, los cooperativistas son un residuo del pasado, un anacronismo que se debía superar en pos de hacer una minería moderna3.

1. 1985: Estado neoliberal, región y cooperativistas mineros

La lógica sobre la cual estaba asentado el estado nacionalista sufre un giro radical en 1985, cuando en el marco de la política neoliberal que busca reducir el protagonismo estatal en la economía, las minas pasan a los actores privados. En concreto, se levanta la condición de Reserva fiscal de las minas lo que aumenta la posibilidad de que los Kajchas puedan acceder a los yacimientos anteriormente negados por la presencia de la COMIBOL en ellos. Aunque la intención de los gobiernos neoliberales es fomentar la empresa privada extranjera y las políticas mineras están diseñadas para facilitar su ingreso, fomentan la expansión de los cooperativistas porque, en lo fundamental ellos pueden absorber la mano de obra despedida de las minas del Estado y trabajan en yacimientos que no son apetecidos por la minería extranjera.

Como se puede ver en el siguiente Cuadro, entre 1986 y 1993 existe un aumento de la participación de las Cooperativas en el conjunto de la producción minera, siendo el caso más notable el estaño y la plata que, para 1993, es de 59 y 42% respectivamente.

Este aumento tiene efectos notables en el capital económico de las Cooperativas y en la cantidad de trabajadores. A un año del ajuste estructural, en 1986 la cantidad de personas que trabajaban en las minas es de 30 mil personas aproximadamente, para 1989 esta cifra sube a 44.500 y en 1992 llega a las 52.000 lo que, de hecho, representa un 90% de la fuerza laboral dedicada a la minería. Esto no es posible sin el masivo despido de los mineros sindicalizados, en un número que llegaba a las 30.000 personas. Los mineros de la COMIBOL volvieron a trabajar en las minas pero en calidad de cooperativistas (Michard)

Esta aparición no deseada por los gobiernos neoliberales representan un reto para su propia lógica económica. La idea de los gobiernos neoliberales era librar las minas de la órbita estatal para pasarla a un sector privado, dotado de capital y tecnología que explotara las mina de forma eficiente y moderna, cosa que en su criterio nunca había hecho la COMIBOL. Así como para el estado de 1952, los cooperativistas seguían representando un anacronismo, un sector extraño al mundo deseado por ellos. Si los toleraron fue por que las cooperativas absorbieron el costo social del ajuste estructural (Francescone y Díaz 2013).

De todas maneras, si bien en un primer momento se buscó imponer un cierto orden en el ámbito minero con medidas y nuevas leyes mineras que dejaban en claro las condiciones de explotación y dotación de concesiones mineras, en los hechos estas leyes fueron sobrepasadas por los cooperativistas. Se hace normal que los Cooperativistas tomen las minas de manera violenta y ocuparla hasta que “el gobierno les acordara el derecho a explotarla como Cooperativa (Michard 2008 12).

Ante esta situación, los gobiernos en vez de insistir en el control que hubiera significado un alto costo económico y político pactó con ellos. De pronto, las cooperativas no solo que reciben nuevo yacimientos sino también bienes de la COMIBOL, asistencia técnica, financiamiento, extinción de deudas y presencia con capacidad de decisión en el directorio de la COMIBOL En otras palabras, el Estado que construye el neoliberalismo no obedece tanto a lo proyectado por sus propulsores sino que es producto de un Estado pactante (Barragán 2014) que tiene que modificar lo proyectado en función de una estrategia de poder antes que de Estado.

Cabe mencionar que la característica principalmente artesanal y de baja tecnología con la que el cooperativista desarrolla su actividad no quiere decir que no busque alianzas con el capital privado y extranjero. Por ejemplo, en 1989 cuando la empresa COMCO ingresa a explotar las colas y desmontes del Cerro Rico tuvo que hacerlo en alianza con los cooperativistas. Según los testimonios recogidos, los cooperativistas en un plazo sospechosamente breve se adjudicaron los desmontes y colas del Cerro de Potosí (por el hecho de ser basura no había legislación sobre los mismos) y luego la transfirieron en propiedad a la COMCO de propiedad de Gonzalo Sánchez de Lozada. Años después, los cooperativistas ya completamente empoderados se hacen de las colas y desmontes del Cerro y en alianza explícita con la empresa extranjera promueven la creación de la empresa minera San Bartolomé que procesa los desmontes.

Con todo, que el neoliberalismo represente una apertura al capital privado no quiere decir que el estado renuncie al centralismo sobre los recursos naturales. De hecho las periferias mineras continúan sin tener capacidad de decisión sobre sus recursos mineros. La región no tiene poder tanto sobre las concesiones mineras, los impuestos que deberán pagar las empresas, el uso del agua, la contaminación que genera esta actividad, ni sobre el destino de las ganancias que son llevadas al exterior de país y a otros departamentos. Las regiones mineras continúan siendo objeto del mismo centralismo que se dio desde la misma fundación de la republica sin posibilidades de cambio. En los hechos la región no puede establecer un canon tributario que beneficie a la región, ni imponer que parte de las utilidades de las empresas sea reinvertida en el departamento y, lo que quizá sea peor, no puede imponer ningún tipo de control sobre la destrucción del Patrimonio y la contaminación del medio ambiente. Los cooperativistas jamás estuvieron de acuerdo en transar en ninguno de estos aspectos y cuando el Comité Cívico Potosinista (COMCIPO) se puso al frente la atacaron sin piedad. En el corto periodo presidencial de Carlos Mesa que trató de ser un mandato que se acerque más al “deber ser” del Estado se intentó vanamente controlar la actividad de los ingenios mineros en la ciudad de Potosí, una protesta de los cooperativistas la detuvo.

Un dato relevante es que la emergencia de las cooperativas da lugar a una nueva elite económica en el departamento, empero poco integrada al mundo urbano. Para los citadinos los cooperativistas, pese a su riqueza, son indios o cholos con dinero y para aquellos los citadinos son k´aras que no saben trabajar. Esto a la larga es fatal para la suerte de la periferia, puesto que si bien tiene unas élites poderosas, ellas no ensamblan su suerte empresarial a la suerte de la región. Esto marca una diferenciación clarísima en el caso de una periferia activa como la cruceña donde su elite agroindustrial portadora de capital social y prestigio, logra insertarse en la sociedad y a la postre defender sus intereses a la vez que los de la región.

2. 2006: Estado plurinacional, cooperativas y región

Para el año 2003 la minería pasa por el mejor momento en la historia de las últimas décadas. Inducidos por la demanda del crecimiento económico mundial, en especial de China, los precios de los minerales no han parado de marcar récords históricos. Entre 2003 y 2005 los precios se han más que duplicado. Para una minería como la boliviana y en especial la cooperativa el efecto precio sobre la producción fue directa. En este periodo, el Valor Bruto de la Producción Minera promedio anual sube a US$ 787.3 millones del 2000, 3.5 veces su valor de 1986 (Devischer 2008: 4). Asimismo, entre 1985 y 2003 el número de concesiones mineras a las empresas cooperativistas aumentó de 34 en 1988 hasta más de 200 en 2000, lo que marca una notable ocupación de las minas por los cooperativistas y consiguientemente su importancia en la actividad minera4 (idem: 4-7).

Empero, una nube negra amenaza el cielo puro de la bonaza cooperativista: el fin del ciclo neoliberal y la aparición del MAS y de Evo Morales con su propuesta de retorno del estado y control de los recursos naturales. En el plano concreto esto significaba la reconstitución de la COMIBOL y el retorno de la condición de reserva fiscal de los espacios mineros, medidas que, como vimos, eran veneno para los intereses empresariales cooperativistas.

Sin embargo esta posibilidad de retorno al pasado nacionalista, encontraba a los cooperativistas más fuertes que nunca. Por una parte, no solo eran un conjunto de empresas ubicadas en el vasto espacio minero sin conexión entre sí, sino empresas organizadas nacionalmente. Por otro lado tenían recursos económicos y políticos que los hacía una fuerza apetecible para cualquier partido político que quisiera llegar al poder, así como una amenaza para cualquier gobierno que quisiera mantener en él. Si se suma de manera modesta la cantidad de personas trabajando de manera directa en las cooperativas para 2003 ellas llegan fácilmente a las 60.000 personas, número que puede sobrepasar las 300.000 si se toma en cuenta su radio familiar y de influencia económica.

Empero a medida que la crisis se ahonda y el MAS se convierte en una fuerza cada vez más central en el devenir político, los cooperativistas se acercan a este partido sumándose a las demandas enarboladas por los movimientos sociales como la realización de una Asamblea constituyente. Los cooperativistas en una adecuada lectura política, sin duda producto de su larga y tensa relación con el Estado, estaban persuadidos que el modelo neoliberal llegaba a su fin y que era más útil para sus intereses establecer acuerdos con el MAS antes que sumarse a la oposición. En Potosí, esto significó que los cooperativitas apoyaran las medidas de la Central Obrera Departamental (COD) y COMCIPO cuyas directiva estaba plenamente volcada a la lógica de generar inestabilidad política al gobierno de Carlos Mesa. El enero de 2005 realizan una toma física de varias instituciones pidiendo la renuncia de la Prefecta Guisela Derpic y en mayo participan en la ciudad de La Paz en una multitudinaria marcha en la que se pide la nacionalización de los hidrocarburos y la realización de una Asamblea Constituyente.

Con todo la acción que demostró el pleno compromiso de los cooperativistas potosinos con el MAS fue en junio de 2005. Los cooperativistas potosinos se trasladan a la ciudad de Sucre con el objetivo de generar un escenario de violencia, que presione tanto a Hormando Vaca Diez como a Mario Cossío, Presidente de Senado y de Diputados para que no acepten la Presidencia de la República que les correspondía por sucesión constitucional ante la renuncia de Carlos Mesa. Al final la presión dio resultado, el congreso terminó por designar a Eduardo Rodríguez Veltzé, por entonces Presidente de la Corte Suprema de Justicia, como Presidente con el mandato de llamar a nuevas elecciones.

Cuando en enero de 2005 Evo Morales llega a la Presidencia del país, los cooperativistas realizan acciones para hacer que el nuevo gobierno no cumpla con su discurso nacionalista, esto es, aumentar el control estatal sobre la minería. De hecho la estrategia de los cooperativistas era continuar con el modelo neoliberal, en el nuevo esquema de estado plurinacional). Para ello, dentro del MAS se pusieron en contra de una buena porción de izquierdistas, muchos de ellos dirigentes sindicales fogueados en la lucha contra el neoliberalismo (Filemón Escobar, Andrés Soliz Rada, por ejemplo), para que sus ideas radicales no terminen por la reconstituir la COMIBOL y aumentar el control estatal sobre la minería.

Si bien a fuerza policía de los cooperativistas consistía en 5 diputados5, lo más notable es que el exdirigente de FENCOMIN Villarroel es posesionado como nuevo ministro de minas, que trata de bloquear por un tiempo las medidas relativas a su sector. Sin embargo esto no es posible ya que desde el gobierno como desde la propia sociedad civil se pide un mayor control de la minería.

Por ello, los cooperativistas pese a que nunca rompen del todo con el gobierno del MAS, de hecho no dejan de recurrir a las movilizaciones cuando ven que sus intereses están en juego. Esta dualidad se explica porque los cooperativistas en rigor no son un movimiento social, su apoyo al gobierno no es ideológico, ni programático, sino empresarial. En realidad, lo que buscan es la continuación de la lógica neoliberal que, como vimos amplió como nunca antes sus intereses económicos.

 

Notas

1 Meses después de la Revolución de 1952 se adjudica al sindicato de Kajchas de la Compañía Unificada dos bocaminas del Cerro Rico de Potosí por 10 años.

2 La formación de las cooperativas mineras de Bolivia tiene su base en la Ley General de Sociedades Cooperativas (LGSC, o Decreto Ley No. 5035) del 13 de septiembre de 1958 (Michard 2008: 11).

3 El Cooperativista es un trabajador que no ha perdido sus lazos económicos y culturales con el mundo indígena del cual proviene, lo que impide que sea un obrero disciplinado tal cual busca la lógica capitalista. De hecho se trata de un trabajador libre, orgulloso de serlo (Absi, 2009).

4 Este sector se dedica a la explotación de Zinc, estaño, oro, plata, antimonio, plomo, wolfran, cobre, bismuto, ulexita, cristales de amtrino, baritina, tanatalina, cuarzo rosado, amatista, entre otros.

5 Para las elecciones nacionales de 2005, los cooperativistas Hilarión Bustos y Severino Limachi son elegidos diputados por Potosí bajo la sigla del MAS.

 

Bibliografía

  • Absi, Pascale (2014). “Qaqchas y obreros. Apuntes sobre la organización del trabajo minero en Potosí (1930-1940)” en Anuario de estudios bolivianos, archivísticos y biblográficos. Sucre: ABNB.
  • Absi, Pascale (2009). Los ministros del diablo. El trabajo y sus representaciones en las minas de Potosí. La Paz: PIEB-IFEA
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  • Barragán, Rossana (2014). “Kajchas, trapiches y plata en el Cerro de Potosí en el periodo colonial, en Anuario de estudios bolivianos, archivísticos y biblográficos. Sucre: ABNB.
  • Klein, Herbert (1982). Historia de Bolivia. La Paz: Ed. Juventud
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