La Pandemia del Covid-19 ha generado muchos problemas en distintos ámbitos de la vida cotidiana de las poblaciones y los gobiernos, el sector salud ha sido una muestra del impacto negativo sufrido, que ha desnudado todas las deficiencias de estructura y capacidad de respuesta ante las emergencias y desastres incluso en países del primer mundo y obviamente con mayor impacto en países en desarrollo.
El sector educativo también sufrió el efecto de la pandemia y ha demorado mucho en adaptarse al uso de las herramientas virtuales y las nuevas tecnologías de información y comunicación, pues se evidenció que no estaba listo para enfrentar un cambio trascendental de la educación tradicional y presencial que, además, garantice la efectividad de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Sin embargo, una diferencia sustancial entre los sectores educativo y de salud, es que las TICs y las Plataformas Virtuales ya tuvieron antes de la pandemia un gran desarrollo y difusión de sus cualidades y se generaron gran cantidad de herramientas que contribuyen a mejorar y cualificar los procesos de formación de profesionales en todas las áreas incluido el sector de la salud. Países del primer mundo ya desarrollaron avances fundamentales en procedimientos de simulación clínica y realidad virtual aplicada a la atención de pacientes con probada efectividad. Aunque estos adelantos no se pueden implementar con la misma velocidad y amplitud por los elevados costos de inversión que representan.
En el sector salud la realidad fue distinta, la velocidad de expansión del Covid-19 en todos los países y la gran cantidad de pacientes afectados en las diferentes olas, sobrepasaron las capacidades instaladas en todos los países latinoamericanos y peor aún no se tuvo una respuesta clara y basada en sustento científico para los procesos de detección, pesquisa, diagnóstico y manejo clínico de los pacientes. Una gran cantidad de protocolos de manejo fueron difundidos por muchos medios no formales (redes sociales) y sin ninguna base científica ni respaldo de evidencia reconocida; el miedo y el apuro en dar alguna respuesta a los pacientes se impuso al razonamiento clínico que garantice un manejo seguro y efectivo de los casos. En ese contexto, todos los medios e instancias relacionadas con la difusión de información médica y científica en el área de salud, deben comprometerse a contribuir en la socialización de la información pertinente, oportuna y en lo posible basada en evidencias científicas, con el propósito de evitar la generación de caos y de alarmas innecesarias en tiempos en donde todos los países necesitan mejorar las estrategias necesaria de control de la pandemia por Covid-19 y otras emergencias sanitarias que se prevén en un futuro mediato.
EDITOR INVITADO