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Oikos Polis
versión impresa ISSN 2521-960Xversión On-line ISSN 2415-2250
Oikos Polis v.5 n.2 Santa Cruz de la Sierra dic. 2020
ARTÍCULOS
Crecimiento económico, desigualdad y pobreza en México en el
siglo XXI: ¿crecimiento Pro-Poor?
Economic growth, inequality and poverty in Mexico
XXI century: Pro-Poor growth
Christian R. Millan ρ, Mario Camberos C. £, Joaquín Bracamontes N. π
ρ CIAD-Hermosillo. Correo electrónico:
£ CIAD-Hermosillo. Correo electrónico:
π CIAD-Hermosillo. Correo electrónico:
Recepción: 28/07/2020 Aceptación: 15/10/2020
Resumen
Los niveles de pobreza en nuestro país dan cuenta que el crecimiento económico es insuficiente para subsanar este problema; por lo tanto, se deben buscar nuevos caminos complementarios. Por ello, el objetivo es investigar si el crecimiento en México durante el periodo 2000-2018 fue pro-poor. La hipótesis afirma que el crecimiento económico ha beneficiado más a los ricos que a los pobres. Para probarlo utilizamos el marco teórico los índices de Kakwani, Pernia, Son, Ravallion y Chen, Dollar y Kray, Banco Mundial, estimados con base a la información de las Cuentas Nacionales y los índices del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social del (CONEVAL). Los resultados indican que el crecimiento ha sido más bien thricle down y no pro-poor, la pobreza se redujo del 52% al 48%, lejos de las metas del milenio de reducirla a la mitad en 2014. La causa es el bajo crecimiento, ausencia de políticas pro-poor y una elevada desigualdad.
Palabras clave: Crecimiento pro-poor, trickle-down, desigualdad.
Abstract
The levels of poverty in our country show that economic growth is insufficient to correct this problem; therefore, new complementary paths must be sought. So, this research has the objective of investigating whether growth in Mexico during the 2000-2018 period was pro-poor. The hypothesis states that, economic growth has benefited the rich more than the poor. To test our hypothesis, we address the Kakwani, Pernia, Son, Ravallion and Chen, Dollar and Kray, World Bank theoretical framework and indices, estimated based on information from the National Accounts and of the National Council for the Evaluation of Social Policy of (CONEVAL) The results indicate that economic growth in Mexico has been rather a thrickle down, no pro-poor, poverty has been reduced from 52% to 48%, far from meeting the millennium goals of halving it in 2014. The cause is low growth, the lack of true pro-poor policies and the high level of inequality.
Keywords: Pro-poor growth, trickle-down, inequality.
INTRODUCCIÓN
Una preocupación central de la política económica es promover el crecimiento económico para reducir la pobreza. Sin embargo, a pesar de que el crecimiento es necesario para mejorar los recursos financieros de las personas, por sí solo al parecer ha sido insuficiente para reducir la pobreza (Bigsten et. al., 2002, Ravallion y Datt (2002). La eficiencia de la reducción de la pobreza depende también de la forma en que las ganancias del crecimiento se comparten entre la población.
Este aspecto de la distribución de las ganancias del crecimiento entre las personas, fue tratado originalmente por Pareto, como la teoría de la distribución personal del ingreso (1900), de donde surge una de las proposiciones más influyentes en la ciencia económica si se quiere mejorar el bienestar social, bajo el supuesto teórico que el bienestar social es función de la suma de las utilidades del ingreso: no se puede elevar más la utilidad del ingreso de una persona, sin rebajar la utilidad del ingreso de otra persona (De la Paz, 2006), que ha dado lugar a una controversia que dura más de un siglo, pues se convirtió en una suerte de candado durante prácticamente el siglo XX ¿Por qué?.
Solo concebía mejorar el bienestar social por medio del crecimiento económico; no dejaba lugar a la redistribución del ingreso, cualquier intento de ella violaba automáticamente el axioma distributivo de Pareto. Esa explicación está detrás de la proposición inicial del Banco Mundial con Kakwani y Pernia (2000), Ravallion y Chen (2002), Dollar y Kray (2000) a la cabeza, que el crecimiento económico reduciría la pobreza, suponiendo que el aumento del ingreso de los pobres, que les tocara en la distribución, sería suficiente para reducir la pobreza. Pero después de 2 décadas, las últimas del siglo XX, ocurrió lo mismo que con la desigualdad, se creía, de acuerdo a la hipótesis de la U-Invertida (Kuznets,1955), que el solo crecimiento económico llevaría a la reducción de la desigualdad en el largo plazo (Ahluwalia, 1976 ); pero a la luz de estudios de varias décadas se probó que en el largo plazo la desigualdad aumentó al inicio del desarrollo en los 1960s y se mantuvo en elevado nivel hasta los 1990s en América Latina (Lustig, 1999 y Altimir, 1994) y México no fue la excepción (Szekely, 2003 y Camberos, 1994), en lugar de una U invertida, formó una L invertida.
De esto surgen visiones de la distribución de la riqueza diametralmente opuestas. Partiendo del primer caso está el desarrollo vertical o trickle-down, el cual propone que los primeros beneficiados del desarrollo económico han de ser los ricos, quienes al invertir y consumir harán participes a los menos favorecidos de la riqueza, pero ya en un segundo tiempo, pero que logrará beneficios equitativos para todos disminuyendo la pobreza. En contraposición a esta visión está el crecimiento pro-poor, que menciona que se debe buscar lograr una distribución del ingreso en favor de los pobres para disminuir la pobreza (Kakwani y Son, 2008).
Estos resultados sin duda alertan que crecimiento económico y desigualdad no siguen un patrón kuznetsiano; que pueda beneficiar a los pobres mediante la reducción de la desigualdad; por el contrario, podría suceder un proceso de concentración del ingreso que lleve a un aumento de la desigualdad y de la pobreza ¿Cuál de los dos procesos se ha observado en México en el siglo XXI? O se han alternado. Lo dilucidaremos a lo largo de este artículo; para ello, seguiremos el siguiente plan de trabajo. Primero revisamos experiencias en el mundo sobre crecimiento pro-poor para adentrarnos en el tema y desentrañar el problema. Luego, estableceremos los fundamentos teóricos del crecimiento pro-poor. Enseguida mostramos la metodología para medir el crecimiento pro-poor con los diferentes índices. Después, mostramos la evidencia para México del crecimiento económico, de la desigualdad y de la pobreza. Continuamos con la estimación de los índices pro-poor. Finalmente haremos una discusión de resultados y conclusiones.
2. COMO EL CRECIMIENTO IMPACTA LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD
En este apartado mostramos las evidencias empíricas sobre el tema obtenidas por diferentes investigaciones en otros países y México. Al respecto Abbas (2018) platea su estudio con el objetivo de reunir de manera sistemática los datos disponibles sobre los países asiáticos y luego analizar la relación entre el crecimiento y la reducción de la pobreza en una perspectiva de largo plazo, así como el impacto de las diferentes variables macroeconómicas sobre la intensidad de esta relación. Con una aproximación metodológica en la que se enmarcan variables políticas que se suponen impactan en los determinantes macroeconómicos de la pobreza, demuestra que no solo existe una fuerte relación positiva entre el crecimiento y la reducción de la pobreza, sino también que esta relación es muy variable entre países y períodos de tiempo.
Essama-Nssah y Lambert (2009) proponen una medición del grado pro-poor definido como un promedio ponderado de la desviación de un patrón de crecimiento del caso de referencia. Una aplicación al caso de Indonesia en la década de los 90s revela que la cantidad de reducción de la pobreza lograda durante ese período sigue siendo muy inferior a lo que se habría logrado en virtud de la neutralidad de la distribución. Esta conclusión es sólida para la elección de una medida de pobreza entre los miembros de la clase separable aditivamente, y puede rastrearse a los cambios en los componentes del gasto. Luo en 2011 desarrolla un índice de crecimiento Pro-poor para cada componente de ingreso, y encuentra que el ingreso de los empleos informales es el principal contribuyente a la disminución del crecimiento pro-poor en la zona urbana de China.
Duclos y Verdier-Chouchane (2011), con base en la metodología de Ravallion y Chen (2001), Kakwani y Pernia (2000) y Kakwani et al. (2003) y el uso de datos de encuestas de hogares analizan la pobreza, la desigualdad y los cambios en pro de los pobres en Sudáfrica durante el período 1995-2005 y en Mauricio en el período 2001-2006. Obtienen como resultado que el crecimiento de Sudáfrica no ha sido pro-poor en términos relativos. Por el contrario, el crecimiento fue absolutamente pro-poor en Mauricio durante el período 2001-2006.
En 2003, Pasha y Palanivel platea, su estudio con el objetivo de reunir de manera sistemática los datos disponibles sobre los países asiáticos y luego analizar la relación entre el crecimiento y la reducción de la pobreza en una perspectiva a largo plazo, así como el impacto de las diferentes variables macroeconómicas sobre la intensidad de esta relación. Con una aproximación metodológica en la que se enmarcan variables políticas que se suponen impactan en los determinantes macroeconómicos de la pobreza, demuestra que no solo existe una fuerte relación positiva entre el crecimiento y la reducción de la pobreza, sino también que esta relación es muy variable entre países y períodos de tiempo. Además, demuestra que los principales determinantes macroeconómicos del grado de crecimiento pro-poor parecen ser las tasas de empleo y el crecimiento agrícola. La inflación, al menos hasta cierto nivel, no afecta la pobreza negativamente, mientras que el papel de las exportaciones es esencialmente indirecto a través de la contribución a la tasa general de crecimiento económico.
Kudebayeva y Barrientos (2017) examinan la contribución del crecimiento económico y las políticas de redistribución a la reducción de la pobreza mediante un análisis de los datos de las encuestas de hogares en Kasakhstan. Encuentran que el crecimiento ha sido muy favorable a los pobres. Y afirman que el crecimiento fue el principal impulsor de la caída de la pobreza en la primera mitad de la década, pero la redistribución ganó importancia en la última parte de la década.
Para México, Szekely (2005) hace un análisis de la pobreza y la desigualdad del período 1950 a 2004, lo que le da las bases para argumentar que en ese periodo en el país existe una fuerte correlación inversa entre la pobreza y el crecimiento económico, y una fuerte correlación positiva entre la pobreza y la inflación, y entre la pobreza y la desigualdad, esto es ambas aumentan con el crecimiento económico. Con la intención de responder si el crecimiento económico de México y España ha sido en favor de los pobres, Huesca y Padilla (2011) hacen una comparación entre los efectos que tiene el crecimiento económico entre los ochenta, noventa y primera década del siglo XXI. Ellos explican el fundamento de las políticas pro-poor en el contexto de la medición del crecimiento económico y su impacto en el bienestar. Advierten también de la importancia de evaluar los efectos del crecimiento económico en favor de los pobres a largo plazo, ya que pueden ser nulificados aun con crecimiento sostenido en un entorno con desigualdad. Huesca y Padilla concluyen que mientras México obtuvo un crecimiento que no fue pro-poor durante el periodo 1984-1996, lo contrario sucedió en España; de 1996 a 2008, ambos tuvieron un efecto pro-poor, pero España no mostró mejoras significativas; 2006-2008 no fue pro-poor en México y las políticas educativas y de salud no revirtieron la tendencia.
Por su parte, Ramirez y Valdez (2018) utilizan las metodologías propuestas por Ravallion y Chen (2001) y Kakwani y Pernia (2000), estiman el impacto del crecimiento económico sobre la reducción de la pobreza para las regiones de México en el periodo 1987-2005. Con el objetivo de estimar periodos de crecimiento, su relación con la pobreza y la distribución, encuentran que no existe un patrón definido entre las regiones en la relación crecimiento del ingreso, pobreza y distribución.
En este aspecto cabe señalar que en la década de los 1960s el crecimiento económico en los países en desarrollo creció de una manera sin precedentes, sin embargo, millones de personas en estos países permanecían en pobreza (Arndt, 1983). A este fenómeno encaja perfectamente con la idea del trickle-down o crecimiento vertical (Arndt, 1983). Kakwani (et al, 2003) menciona que se da el fenómeno de trickle-down cuando el pobre recibe proporcionalmente menos beneficios que el rico.
Es difícil no extrapolar estas posiciones a la economía mexicana en la que se ha manejado una política de crecimiento vertical. Así, en nuestro periodo de estudio (2002-2020) México muestra un crecimiento económico positivo, pero lento de menos del 2%, mientras que la pobreza aumentó casi 20% (19.41%); mostrando que, pese al aumento en el crecimiento económico, este no ha logrado, ya no disminuir la pobreza, sino que esta haya aumentado. Por lo tanto, el crecimiento benefició de manera desigual a los grupos de población, resultó inequitativo, indicativo que entre el crecimiento económico y la pobreza, se oculta un problema: la desigualdad; por eso, el objetivo de este trabajo es conocer y medir la relación entre crecimiento económico, pobreza y desigualdad en México en el siglo XXI, que constituyen 3 problemas que han sido estudiados por separado, pero que ahora en el siglo XXI ha cobrado más fuerza su análisis integral. La hipótesis refiere que el crecimiento económico en México en las primeras décadas del siglo XXI no fue pro-poor, benefició más a los no pobres, debido a la elevada desigualdad.
3. COCEPTOS TEORICOS SOBRE POBRESZA Y CRECIMIENTO PROPOOR
En virtud de la importante relación que existe entre el crecimiento económico, la desigualdad y la pobreza es pertinente buscar opciones que establezcan una relación clara y operativa entre estos tres elementos, como las políticas conocidas como pro-poor (Kakwani y Son, 2008), las qué, además de logar la conjugación de estas tres variables, resalta en contraposición a la visión trickle-down.
3.1. Crecimiento Pro-Poor: una discusión
Al intentar mostrar expresiones matemáticas y prácticas al término de crecimiento a favor de los pobres, Kakwani y Pernia (2000) propusieron la primera definición. La definición básicamente compara el ingreso de los hogares pobres con respecto a los cambios en el ingreso de los no pobres.
Usando esta definición limitada, el crecimiento puede observarse como favorable a los pobres si el crecimiento distributivo cambia para beneficiar a los pobres. Es en este sentido que Kakwani y Pernia (2000) definen el crecimiento pro-poor como aquel que beneficia proporcionalmente más a los pobres que a los no pobres, resultando de esa manera en una distribución del ingreso en favor de los pobres; mientras que, al haber un crecimiento negativo, será pro-poor si la perdida es proporcionalmente menor para los pobres que para los no pobres (Kakwani y Son, 2008). En resumen, esta definición sugiere que el crecimiento en favor de los pobres debería considerar el progreso en la desigualdad.
Para calificar si el crecimiento es o no pro-poor Kakwani y Son (2008) establecen las siguientes condiciones:
con:
ΔY: tasa de crecimiento del ingreso de los hogares o individuos
Δn-p: tasa de crecimiento del ingreso de los hogares o individuos no-pobres
Δp: tasa de crecimiento del ingreso de los hogares o individuos pobres.
De esto se derivan el crecimiento pro-poor relativo y el absoluto:
El Crecimiento Pro-Poor Relativo indica cómo varía la pobreza debido a los cambios en la desigualdad relativa que acompañan el proceso de crecimiento. El crecimiento es pro-pobre en un sentido relativo si el cambio en la desigualdad relativa que acompaña al crecimiento reduce la pobreza total.
El Crecimiento Pro-Poor Absoluto ocurre cuando los pobres reciben los beneficios absolutos de un crecimiento igual o mayor que los beneficios absolutos que reciben los que no son pobres. Siguiendo este enfoque, la desigualdad absoluta se reduciría durante el curso del crecimiento.
¿Cuál es el problema que enfrenta esta medida pro-poor? Se puede observar que al no considerar el índice (P) o de incidencia (H), que mide la pobreza, tampoco se puede comprobar si realmente hubo o no cambios en la reducción de pobreza, como lo comprobaremos en las estiamciones que haremos en la aplicación de la metodología. Esta medida supone que el solo aumento del ingreso de los pobres garantiza la reducción de la pobreza (P), resultado que no es del todo cierto. A saber, si el incremento del ingreso de los pobres, producto del crecimiento económico, los mantiene por debajo de la línea de pobreza como consecuencia, el número de pobres no disminuirá y tampoco el índice H.
Es en este sentido que Kakwani y Pernia (2000) definen el crecimiento pro-poor como aquel que beneficia proporcionalmente más a los pobres que a los no pobres, resultando de esa manera en una distribución del ingreso en favor de los pobres; mientras que, al haber un crecimiento negativo, será pro-poor si la perdida es proporcionalmente menor para los pobres que para los no pobres (Kakwani y Son, 2008).
Hay que aclarar que esta definición también se opone a la idea pro-poor del Banco Mundial (Ravallion, 2004) que define crecimiento pro-poor como un crecimiento que reduce la pobreza. Según esta definición, los pobres pueden recibir solo una pequeña fracción de los beneficios totales del crecimiento, pero aun así el proceso de crecimiento se llamará pro-poor. Para Kakwani y Pernia (2000) esta definición es la misma de trickle-down, y la denomina pro-poor débil.
Sin embargo, esta definición relativa de crecimiento en favor de los pobres presenta tres restricciones, particularmente cuando se aplica en un contexto operativo:
Primero, el término crecimiento pro-poor que utiliza esta definición puede considerarse como desigualdad (la brecha entre los no pobres y los pobres) en la reducción del crecimiento. Al centrarse en gran medida en la desigualdad, la definición relativa de crecimiento en favor de los pobres podría conducir a un resultado subóptimo para los hogares pobres y no pobres. Supongamos que si una comunidad quiere lograr un crecimiento pro-poor basado en esta definición restrictiva, habría espacio para un aumento promedio del 2% donde los ingresos de los hogares pobres de la comunidad crecen al 3% sobre un resultado donde el crecimiento promedio fue 6%, pero los ingresos de los hogares pobres crecen un 4%. Mientras que el patrón distributivo de crecimiento favorece a los hogares pobres en el primer caso, tanto los pobres como los no pobres se sienten más cómodos en el segundo caso (Kakwani y Pernia, 2000).
Y el segundo, una recesión económica (caída de los ingresos) podría ser favorable a los pobres si el ingreso de los hogares pobres disminuyera en una pequeña proporción en comparación con la disminución de la proporción del ingreso de los hogares no pobres. La forma opuesta puede ser analizada. Durante un período de expansión, un aumento en la desigualdad, a pesar del beneficio que los pobres podrían tener, este crecimiento quizás no pueda considerarse como favorable, si resultan relativamente más beneficiados los no pobres. Finalmente, esta definición podría favorecer las acciones del sector público que reducen la desigualdad, por su impacto en el crecimiento (Kakwani y Pernia, 2000).
Dollar y Kraay (2000) también se centran en una definición limitada del crecimiento en favor de los pobres. Han utilizado datos transversales de 65 países durante el período de 1980 y 1990, y han definido a los pobres como el quintil inferior (quinto) de la distribución del ingreso.
Han argumentado que el 20% de los ingresos de los más pobres aumenta directamente con el crecimiento económico. Por lo tanto, en promedio, el gasto en ingresos) de los hogares pobres aumenta uno a uno con el crecimiento económico. Un aumento en el crecimiento económico en cierta proporción induce el mismo aumento en el nivel de ingresos de los hogares pobres.
Por lo tanto, el crecimiento económico es una condición necesaria y suficiente para alcanzar un crecimiento pro-poor. Llegaron a la conclusión de que "el crecimiento económico es bueno para los pobres". Las principales críticas del estudio de Dollar y Kraay están relacionadas con la relación directa uno a uno resaltada en sus conclusiones. El crecimiento no es suficiente en sí mismo y depende de los niveles iniciales de desigualdad (distribución inicial). Si se considera que el porcentaje inicial de pobres en el ingreso nacional es pequeño, entonces obtienen una pequeña parte del beneficio del crecimiento económico. Un aumento en el ingreso promedio del quintil pobre puede conducir a un aumento mayor en el quintil más rico que el pobre.
Por el contrario, Ravallion y Chen (2001) sugieren una definición más amplia (segunda definición) que se centra en la relación entre la reducción de la pobreza y el cambio en el crecimiento. Por lo tanto, evita algunos de los problemas derivados de las definiciones anteriores.
Los problemas con el aumento de los ingresos del quintil rico (quintos) y del quintil pobre (quintos). Según su definición, el crecimiento se considera pro-poor si y solo si los hogares pobres se benefician en términos absolutos. En resumen, el crecimiento es pro-poor cuando cae la incidencia de la pobreza. Esta es una definición bastante completa de crecimiento a favor de los pobres y, en la mayoría de los casos, clasificará el proceso de crecimiento económico considerado como a favor de los pobres. Por lo tanto, esta definición no está exenta de problemas.
En virtud de la importante relación que existe entre el crecimiento económico, la desigualdad y la pobreza y las críticas recibidas a su definición inicial, Kakwani, Khandere y Son (2004) consideraron pertinente buscar opciones que establecieran una relación clara y operativa entre estos tres elementos, como fundamento de la definición pro-poor (Kakwani y Son, 2008) qué, además de logar la conjugación de estas tres variables, resalta en contraposición a la visión trickle-down.
Por lo tanto, se busca otra definición que considere conjuntamente el cambio del crecimiento del ingreso y de la pobreza, para calificar si el crecimiento es pro-poor. Asi, el crecimiento sería pro-poor si un incremento del crecimiento produce una reducción de la pobreza, como lo concebían originalmente Kakwani y Pernia (2000), Dollar y Kray (2000) y Ravallion y Chen (2001); sin embargo, estudios previos para probar las relaciones entre el crecimiento y la desigualdad (Kuznets, 1955; Ahluwalia, 1976; Anand y Kanbur, 1993) mostraron que con el crecimiento económico cambia produce cambios en la desigualdad; por lo tanto, una definición más completa de pro-poor sería aquella que contemplara los 3 conceptos: el crecimiento económico será pro-poor si es acompañado por la reducción de la pobreza y la desigualdad. Pero incluso la definición anterior se queda corta para los alcances que busca una política pro-poor más eficiente, de ahí surge otra más completa: el crecimiento es pro-poor si la tasa de reducción de la pobreza es mayor que la del crecimiento económico; lo que obviamente supone que debe ir acompañada de una reducción de la desigualdad.
Finalmente, Kakwani y Son (2008) propusieron un nuevo concepto que relaciona el crecimiento, la desigualdad y la pobreza: la tasa de crecimiento de pobreza equivalente "pro-poor" (PEGR), que toma en cuenta tanto la tasa de crecimiento del ingreso medio como la distribución de los beneficios del crecimiento entre los pobres y los no pobres. De este modo, demuestran que la magnitud de PEGR determina el patrón de crecimiento: si el crecimiento es favorable a los pobres en sentido relativo o absoluto, o si es "reductor de la pobreza" a favor de los pobres.
3.2. Las relaciones entre crecimiento económico, desigualdad y pobreza
El problema central del crecimiento pro-poor, es cómo afecta la pobreza. Para responder la pregunta dicen Kakwani y Pernia, necesitamos saber cuáles son los factores de los cuales depende la reducción de la pobreza: 1) la magnitud del crecimiento económico, bajo la hipótesis que cuanto mayor sea la tasa de crecimiento económico, mayor será la reducción de la pobreza. 2. Además, el crecimiento económico generalmente será acompañado por cambios en la desigualdad, bajo la suposición que un incremento en la desigualdad reduce el impacto del crecimiento económico sobre la reducción de la pobreza; por lo tanto, se busca otra medida que considere conjuntamente el cambio del crecimiento del ingreso y de la pobreza, para calificar si el crecimiento es pro-
poor. La medida reconocida es el índice de crecimiento pro-poor de Kakwani yPernia(2000).
La primera medida pro-poor propuesta por Kakwani y Pernia (2000), que relaciona el crecimiento y la desigualdad y mide el efecto que produce en la reducción de la pobreza por el crecimiento económico de 1% es el índice:
donde η mide el impacto del crecimiento económico (g) sobre la pobreza (p), cuando la desigualdad permanece constante, la que sería similar a la propuesta por Dollar y Kray (2000) y Ravallion y Chen (2001), no contempla el efecto de la desigualdad; tal vez, en el fondo prevalecía la idea de que el crecimiento económico reduciría también la desigualdad, como lo planteó Kuznets (1955) con su hipótesis de la U-Invertida.
En este planteamiento en general, el crecimiento sería pro-poor si η< 0; esto es. si el crecimiento económico g, redujera la pobrezap; pro-poor fuerte si un cambio del 1% en g, disminuyera en más de 1% p; pro-poor débil si la reducción fuera de menos del 1% y anti pro-poor, si a pesar del crecimiento no se redujera la pobreza.
Como puede desprenderse de lo anterior, el factor que está oculto en el tipo de pro-poor que genera el crecimiento, es la desigualdad, de ahí que Kakwani y Pernia proponen otra relación con el índice pro-poor δ, que descompone como elasticidad total del crecimiento más la desigualdad:
Como lo hace Kakwani et. al. (2004), donde 8 es el cambio proporcional en la pobreza cuando hay un cambio positive del 1% del crecimiento. η es el puro efecto del crecimiento (%) y ε es el efecto de la desigualdad, entonces el grado de pro-poor puede ser medido por el índice:
Φ será mayor que 1, si ε < 0. Con ello, Φ > 1, así, el crecimiento será pro-poor, porque beneficia proporcionalmente a los pobres más que a los no pobres. Hay una redistribución en favor de los pobres. Cuando 0 < Φ< 1, el crecimiento no es estrictamente pro-poor; esto es, el crecimeinto produce una distribución contra los pobres, aunque todavía reduzca la incidencia de la pobreza. Esto es lo que se conoce como crecimiento "thrickle down". If Φ < 0, entonces el crecimeinto económico produce una situación caracterizada como crecimiento pauperizador. (Bhagwati 1988, en Kakwani y Pernia, 2006), o crecimiento anti pro-poor.
3.2.1. La Tasa de Crecimiento de la Pobreza Equivalente PEGR
La deficiencia de la medida Φ de Kakwani y Pernia (2000) y de autores como Dollar y Kray, Ravallion y Chen, es que no considera el efecto en la pobreza que produce cambio simultáneo del crecimiento económico y la desigualdad; por lo tanto, una última medida sugerida por Kakwani y Son (2002 y 2008), es la tasa de crecimiento de la pobreza equivalente (PEGR) por sus siglas en inglés. La PEGR toma en cuenta la tasa de crecimiento del ingreso medio y su distribución, tanto entre pobres como no pobres. Puede ser vista como una medida de crecimiento pro-poor y también como una medida alternativa de impacto de cambios en la desigualdad sobre la pobreza. La PEGR (Kakwani, et. al., 2004) es definida como:
γ* (g*) es la PEGR y γ (g)es la tasa de crecimiento, δ es la elasticidad de crecimiento de la pobreza, η la elasticidad de crecimiento relativa neutral de la pobreza derivada de Kakwani (1993), que no considera la desigualdad ε, que mide el efecto de la desigualdad sobre la reducción de la pobreza,Φ es el índice propuesto arriba por Kakwani y Pernia (2000).
Si (γ*>γ), el crecimiento es definido como pro-poor. Si (γ*< γ) el crecimiento es no pro-poor. Si (γ*<0), la PEGR es negativa, significa que la pobreza incrementa, es anti-propoor.
Durante las recesiones, como la que vivimos en este 2020, cuando g < 0, la pobreza generalmente crece, pero si la desigualdad se reduce más, puede producir reducción de la pobreza, en tal caso g* > g, entonces sería recesión fuertemente pro-poor. La recesión será pro-poor si g < g* < 0, en cuyo caso la la pobreza se incrementa, pero los pobres resultaran menos dañados que los no pobres. La recesión es anti pro-poor si g* < g < 0, sería el caso en que la pobreza se incrementa y los pobres son dañados más que los no pobres.
Para hacer más claro el significado de la PEGR, supóngase una elasticidad total de la pobreza de un país es de 2/3 de la elasticidad del crecimiento de la pobreza. Entonces, se deduce que una tasa de crecimiento del 9% es igual a la PEGR del 6%. Así, la tasa de crecimiento efectiva para la reducción de la pobreza es 3% más baja que la actual tasa de crecimiento, porque el gobierno actual no está siguiendo políticas pro-poor.
Por otro lado, si la elasticidad total de la pobreza es 20% mayor que la elasticidad del crecimiento de la pobreza, entonces, la tasa actual del crecimiento del 9% será igual a tasa de crecimiento equivalente de la pobreza de 10.8%. Esto indica que la tasa es pro-poor, porque la PEGR es 1.8% más alta que la actual tasa de crecimiento económico. En suma, la condición para que se cumpla (γ*> γ), el efecto del crecimiento y desigualdad deben ser negativos (η < 0, ε < 0). (Raziye and Yildiz, 2020).
4. METODOLOGÍA PARA MEDIR EL CRECIMIENTO PRO-POOR
Cuando se pretende medir los cambios de variables económicas y su impacto, es recomendable utilizar medidas que proporciones resultados robustos, que cumplan con axiomas, En esta idea, Ravallion y Chen (2001) proponen 2 axiomas a cumplir a fin de lograr una medición del crecimiento pro-poor.
4.1. Axiomas para la medición del crecimiento pro-poor.
Axioma 1. La medida debe ser coherente con la forma en que se mide el nivel de pobreza agregada en que una reducción (aumento) de la pobreza debe registrar una tasa positiva (negativa) de crecimiento en favor de los pobres.
Axioma 2. Los axiomas de Sen de enfoque, monotonicidad y de transferencia de la pobreza (1976). a) El axioma de enfoque (la medida es invariable a los cambios de ingresos para los no pobres);
Axioma 3. De monotonicidad (cualquier ganancia de ingresos para los pobres reduce la pobreza) y
Axioma 4. De transferencia (reducción de la desigualdad, las transferencias entre los pobres reducen la pobreza).
4.2. Como medir el crecimiento pro-poor
El índice de Kakwani y Pernia (2000), Kakwani Khander y Son (2003 y Kakwani y Son (2008) se define como el cociente de la elasticidad de la pobreza frente al crecimiento de los ingresos y la elasticidad de la pobreza frente al crecimiento de los ingresos con neutralidad en la distribución. De acuerdo con esta definición podemos establecer de inicio una función que establece que el nivel de pobreza P está determinada por los factores crecimiento económico (G) y la desigualdad (I) de la forma siguiente:
P = p(G, I), que puede ser transformada como P = I(1 -G)
de donde se desprende que la pobreza se reduce con el crecimiento económico y crece con la desigualdad; por lo tanto, el cambio esperado de la pobreza de un tiempo (t) a otro (t + 1) se establece como:
dP/dt = (dP/dI)dt - (dP/dG)dt; con (dP/dI)dt > 0 y (dP/dG)dt < 0, con Dp,Dg
el crecimiento será pro-poor si reduce la pobreza y esto ocurrirá solo si la desigualdad no cambia; sin embargo, el crecimiento económico produce también cambios en la desigualdad; por lo tanto, es necesario conocer los cambios combinados para entender mejor como se puede medir el crecimiento pro-poor.
Si definimos los cambios en el tiempo t2-t1: dP/dt = p, dG/dt = g, dI/dt = d, con p = pt2-pt1 cambio en el índice de pobreza por ingreso; g = gt2-gt1, tasa de crecimiento del pib percápita; d = It2-It1, tasa cambio en el índice de desigualdad y dG/dT = tasa de crecimiento promedio del período, entonces podemos escribir (dP/dG)dt = p/g; (dP/dI)dt = p/d y dP/(dG, dI) = (p/g + p/d)/dG definidas η = (p/g)dG y ε = (p/d)dG, tendremos las elasticidades referidas de Kakwani, Pernia (2000); Kakwani, Khandrere y Son (2004), para estimar los índices de crecimiento pro-poor.
4.3. La medición del crecimiento pro-poor
La primera medida es la elasticidad η, supone que la desigualdad no cambia en el tiempo y tiene como resultado el máximo efecto en la reducción de la pobreza con el crecimiento económico:
El crecimiento sería pro-poor si η < 0, aunque el crecimiento simplemente redujera la pobreza como en Dollar y Kray (2000) y Ravallion y Chen (2001), o thrickle down que refiere Kakwani y Pernia (2000); pro-poor fuerte si un cambio del 1% eng, disminuyera en más de 1%p; pro-poor débil si la reducción fuera de menos del 1% y anti pro-poor, si a pesar del crecimiento no se redujera la pobreza
En seguida tenemos el índice que combina separadamente la elasticidad del crecimiento económico η, con la elasticidad de la desigualdad ε
δ es la elasticidad total, que es igual a la suma de las elasticidades conjuntas del crecimiento económico y la desigualdad divididos por la tasa de crecimiento promedio del período.
Cabe destacar que este índice es un paso necesario para llegar al índice de pobreza Φ de Kakwani y Pernia (2000). Este sería propiamente el segundo índice para medir el crecimiento pro-poor Φ, que combina ponderadamente crecimiento y desigualdad:
Si Φ > 1, el crecimiento será pro-poor, Cuando 0 < Φ < 1, el crecimiento no es estrictamente pro-poor, reduce la incidencia de la pobreza, pero a una tasa menor que g. Es lo que se conoce como crecimiento "thrickle down". Cuando Φ < 0, el crecimiento económico es empobrecedor. (Bhagwati 1988, en Kakwani y Pernia, 2006), o anti pro-poor.
El tercer índice, el más completo, la tasa de crecimiento de pobreza equivalente (PGER) g*, se puede estimar siguiendo 1, 2, y 3:
Si (g*>g), el crecimiento es definido como pro-poor. Si (g*< g) el crecimiento es no pro-poor. Si(g*<0), la PEGR es negativa, es anti pro-poor, aumenta la pobreza. En épocas de recesión será pro-poor si g < g*< 0, en cuyo caso la pobreza se incrementa, pero los pobres resultaran menos dañados que los no pobres. La recesión es anti pro-poor si g* < g < 0, sería el caso en que la pobreza se incrementa y los pobres son dañados más que los no pobres.
Cabe agregar, que por ser estos los índices más reconocidos en las investigaciones para evaluar el crecimiento pro-poor, el procedimiento elaborado para explicar la forma en que fueron construidos es el que utilizaremos para evaluar el crecimiento económico de México en las dos primeras décadas del siglo XXI y responder a la pregunta si fue pro-poor. Para adentrarnos más en el tema, a continuación, revisamos la evolución del crecimiento económico, de la desigualdad y la pobreza en el período que abarcó 3 sexenios presidenciales.
5. EL CRECIMIENTO, ECONÓMICO, LA DESIGUALDAD Y LA POBREZA
En este apartado explicamos la evolución de las tres variables en el siglo XXI, que corresponde a la última etapa del neoliberalismo en México, marcado por gobiernos sucesivos de 6 años de los partidos dominantes inspirados en políticas neoliberales, de mínima intervención del Estado en la economía y por la entrega de los recursos del país a las empresas extranjeras gobierno; a pesar de ello, o tal vez debido a ello, se caracteriza por bajas tasas de crecimiento económico, que solo un año llegaron al 5%, pero que en la crisis del 2008-2009, cayeron hasta en 6%; mientras que los índices de pobreza y desigualdad rondaron el 50%, como lo mostraremos a continuación.
5.1. El crecimiento económico
El siglo XXI iniciado en el año 2000 inauguraba en México un nuevo régimen de gobierno, encabezado por un partido político de oposición de derecha, que hacía abrigar, como la mayoría de los cambios, esperanzas de mejores tiempos; sin embargo, el cambio de gobierno y el proceso de organización interno del nuevo, aunado desde el primer año a la crisis de las "Torres Gemelas" del 2001, eliminó prácticamente el crecimiento económico los dos primeros años 2000-2002, el nuevo régimen tuvo que remar, desde el principio, contracorriente ¿Cuáles fueron los saldos del crecimiento económico?
El crecimiento económico lo concebimos como el crecimiento del PIB per cápita o ingreso per cápita a precios constantes de acuerdo con la definición original de Kuznets (1955 y 1973), definición que fue adoptada por los organismos supranacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y adoptada por los países afiliado a tales organismos. El cuadro 1 registra el crecimiento bianual estimado con base a las cuentas nacionales, junto con los índices de pobreza y desigualdad, que registra el CONEVAL (2019), el organismo oficial que mide la pobreza y la desigualdad en México cada dos años de acuerdo a Nueva Ley de Desarrollo Social (2004), que son la base para estimar y evaluar si los índices de crecimiento fueron o no pro-poor.
En la gráfica 1 se muestra el cambio comparativo entre las tres variables. El primer hallazgo indica que el crecimiento durante todo el período 2000-2018 fue de 15.8%, menos de 1% anual ¿A quién beneficiaria más ese crecimiento, a los pobres o, por el contrario, a los no- pobres? En otros trabajos se ha probado como durante el período neoliberal se beneficiaron los empresarios; mientras que los asalariados mexicanos perdieron más del 50% de la capacidad de compra comparada con la obtenida en 1980 (Camberos, 2015; Hernández y Vázquez, 2003).
Una explicación del bajo crecimiento, sin duda, es el bajo nivel de inversión y lo reducido del mercado interno, promovido por la política de crecimiento hacia afuera con el mundo globalizado y el abandono de una política de industrialización que había producido buenos dividendos en las 3 décadas anteriores al neoliberalismo, es cierto con un modelo de desarrollo hacia adentro que ahogó la productividad y endeudó a México; sin embargo, lo cierto es que el país creció a tasas del 3%; mientras que en el 2000-2018, creció a menos del 1%, tal y como registra el cuadro 1.
Se debe considerar un factor contrario al crecimiento, que genera un crecimiento negativo en dos períodos, el 2000-2002 de -2.29%, que coincide con la primera crisis del siglo XXI en el mundo, conocida como de las Torres Gemela. El segundo período de decrecimiento económico lo sufrió México en 2008-2010 por -3.2%, como resultado de la crisis financiera-hipotecaria mundial del 2008, que revirtió el crecimiento de los seis años anteriores, algo que se volvió una regla en México las 3 últimas décadas del siglo XX y la primera de siglo XXI, las crisis se presentaban no cada 10 años, como establece la teoría de los ciclos, sino cada 6, empezando con la crisis de la devaluación del peso de 1976, cuya paridad con tipo de cambio fijo se mantuvo por 26 años.
Pero este crecimiento económico paupérrimo, languidece si se compara con el endeudamiento que hizo el gobierno para apuntalar la inversión, que pasó de representar el 25.5% del PIB en el año 2000, al 44.6% en el 2015 (CEFP, 2016) y alrededor del 50% (Banco de México, 2019), al final del último gobierno neoliberal. Es decir, el país creció en 15%; pero la deuda pública de México, que incluye a la privada lo hizo en 25.5 puntos porcentuales, es decir 10 puntos más, lo que significa que para que creciera un punto el PIB, se requirieron 1.5 puntos de deuda en las primeras dos décadas del siglo XXI; lo que significa que el país no creció, sino que lo hizo la deuda, o que, si el país no se hubiera endeudado, su crecimiento hubiera sido cero.
En suma, el ciclo de crisis por las que pasó México afectó al crecimiento y este se convirtió, a su vez, en su manifestación, que le ha costado al país el empobrecimiento y la desigualdad, porque entre menos producto excedente se pudo repartir a lo largo del siglo XXI, la lucha se hizo más encarnizada por obtenerlo y finalmente quien se quedó con la mayor parte del producto, no es tan cierto que lo determinó el mercado, en México ha sido a quien apoyó más el Estado con su política económica, fiscal principalmente y social, a la élite empresarial que forma el 10% más rico, como veremos en el siguiente apartado.
5.2. La desigualdad
¿Qué ha ocurrido en México en el trascurso del siglo XXI? ¿Es hoy México un país con una distribución del ingreso más justa que en el pasado reciente? ¿Las administraciones que se sucedieron durante el siglo XXI en México ¿aplicaron una política social que redujera la desigualdad? O por el contrario, la desigualdad empeoró.
De acuerdo a los resultados de investigaciones recientes, México ha visto repuntar los niveles de desigualdad en la presente década (OXFAM, 2017; CONEVAL, 2017), de ahí que sea importante explicar los cambios en la desigualdad a lo largo de las primeras décadas del siglo XXI. En este trabajo referiremos la distribución del ingreso personal como desigualdad por la manera tan inequitativa en que ha participado la mayoría de los mexicanos de la distribución del ingreso corriente a lo largo de 6 décadas y que ha dado lugar a uno de los problemas más lacerantes: la desigualdad en México, agravado en la segunda década del XXI.
Utilizamos el coeficiente de Gini G para medir la desigualdad. Porque es una de las medidas más conocidas desde que la introdujo Corrado Gini en 1912, derivada de la curva de Lorenz (1905) y tiene la ventaja de estar acotada 0< G < 1, donde 0 representa la distribución más equitativa, esto es, cada agente recibe el mismo ingreso per cápita, no hay diferencias entre ello; de ahí su fácil interpretación. Su uso es recomendado por las Naciones Unidas (PNUD, 2010) y el Banco Mundial (WB, 2014) para hacer comparaciones entre países en un mismo punto en el tiempo, comparaciones intertemporales de cambios en la desigualdad de un país en un tiempo determinado, como mostraremos para México.
El coeficiente de Gini se puede definir como la mitad de la diferencia media relativa, que es la media aritmética de los valores absolutos de las diferencias entre todos los pares de ingresos.
De acuerdo a esta medida, los resultados tomados del Coneval (2019) y de Cortes (2013) señalan que la desigualdad del ingreso personal observó una mejora a lo largo de la primera década del siglo XXI (cuadro 1), tanto para los hogares como para las personas, aunque con valores para las, personas superiores a G = 0.5, la tendencia fue decreciente de G= 0.546 en el año 2000, hasta G = 0.494 en el año 2010 para las personas. Nos centramos en este último, toda vez que las diferencias abismales de ingreso entre las personas, resultó ser el problema que dio origen a la teoría de la distribución personal del ingreso de Pareto (1900). La información del mismo cuadro, en general registra también elevados índices de desigualdad del ingreso personal durante la segunda década que supera el G = 0.5 repuntando en 2014 hasta G = 0.524 y se redujo en los siguientes dos años, 2016 y 2018. Cabe hacer la aclaración
que estos resultados son cuestionables, porque se encontró que el INEGI, institución encargada de recabar la información, maquillo los datos del 2016 incrementando artificialmente el ingreso de los deciles más bajos (Boltvinik, 2017) y reduciendo el ingreso del decil X (Camberos y bracamontes, 2020), procedimiento que al parecer se repitió para la ENIGH 2018. Para dar salida a este problema, Camberos realizó una redistribución considerando el modelo de Jaramillo (Boltvinik, 2017) y un ajuste propio de ingresos de la ENIGH 2016 por fuentes con las cuentas nacionales, de poco más del doble en promedio; mientras que el subregistro de la propiedad, que se concentra en el decil X, era más de 4 veces; por lo tanto, redistribuyó los ingresos entre los deciles y reestimó G = 0.5602 en 2016, el de mayor nivel del siglo XX1 (Camberos y Bracamontes, 2020), niveles solo comparables con los registrados a finales de la década de los 1990's, como producto de la crisis ocurrida en esa misma década (Camberos y Bracamontes, 2015).
Como pudimos comprobar, la desigualdad en México alcanzó los mayores niveles los años 2014 y 2016. ¿A qué atribuírsela? Tal vez a las políticas económicas equivocadas, a las políticas sociales no implementadas, a las Reformas truncas, a la simulación de que han sido aplicadas, a la corrupción e impunidad, o a todas ellas. El resultado es el mismo, mayor desigualdad, pero con la novedad de que se ha polarizado la distribución del ingreso en favor del 1% más rico.
5.3. La pobreza
La pobreza que consideramos para el estudio del crecimiento pro-poor, es la definida por el CONEVAL (2109) como pobreza por ingreso, medida con base al método Lp (Sen, 1976) y los índices FGT (Foster, et al, 1984), que cumplen con los axiomas más importantes de una buena medida de pobreza: transferencia y monotonicidad, que en conjunto definición y método son aceptados por los autores reconocidos en la medición de la pobreza a nivel mundial como Sen, Foster, Kakwani, Bourguignon, Alkire (2007); en México, Lustig, Boltvinik, Hernández, Szekely y Camberos; e instituciones supranacionales como el Programa Mundial para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), el Banco Mundial, la OCDE y La CEPAL. El índice considerado para evaluar el crecimiento pro-poor en esta investigación es el de incidencia:
Con: Hq: porcentaje global de pobreza
q: individuo pobre
Z: línea de pobreza
yi: ingreso del individuo i
Las estimaciones aparecen en el cuadro 1 supra, en el cual se puede observar a lo largo del período una reducción de la pobreza entre 2000-2006 de 54% a 43%; pero durante la crisis y en los años posteriores alcanzó nuevamente los niveles de 53% a en 2014, más de 60 millones de pobres; en contraste con las reducciones observadas prácticamente en todos los países latinoamericanos en el período (CEPAL, 2018); pero la pobreza se redujo nuevamente a menos del 50% a fines de la segunda década, aunque los resultados son cuestionables por las mismas razones que las expuestas para la desigualdad en el apartado anterior; sin embargo, aceptando la estimación más reciente de pobreza que registra el Coneval (2019), México rebasa nuevamente los 60 millones de pobres, como ocurre desde 2012.
6. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Para elaborar las estimaciones primero se calcularon los cambios en la tasa de crecimiento económico (g), de la pobreza (p), de la desigualdad (d) para cada período de 2 años, que son registrados en el cuadro 2 y la tasa de crecimiento del período dG = 0.79%. En seguida, estimamos los índices pro-poor η, ε, δ, ϑ y la tasa de crecimiento de pobreza equivalente (PEGR) g* o Y, el índice completo, que se registran en el cuadro 3 en el orden señalado. El primero mide el crecimiento pro-poor η como originalmente los pensaron el mismo Kakwani y Pernia, Ravallion y Chen, Dólar y Kray, crecimiento "thrickle down", para 5 períodos califica como pro-poor porque reduce la pobreza. Cuando se considera la desigualdad como factor determinante con el índice cp, los resultados son diferentes, hay un período thricle down 2000-2002, con crecimiento del pib negativo, compensado con la reducción de la desigualdad; tal vez por ello resultaron menos perjudicados los pobres y no aumentó la pobreza.
Por el contrario, en 2006 la elasticidad de la desigualdad positiva es mucho mayor que la del crecimiento, en consecuencia, el crecimiento es calificado como anti pro-poor. Especial atención merece el año 2010, que registra los efectos de la crisis hipotecaria mundial 2008-2009, que si bien es cierto registra incremento en la pobreza por la caída del crecimiento, este pudo haber sido mayor, pero la desigualdad observó también la mayor reducción del período. Otro año que llama la atención es el 2016, con alto crecimiento económico del 4%; pero con incremento en la desigualdad en mayor porcentaje, lo que resultó en crecimiento anti pro-poor, a pesar de la reducción de la pobreza, pero en un porcentaje muy inferior, apenas del 2%.
El análisis que nos brinda la PEGR (g*) ofrece resultados más completos que los del índice ϑ y es el que sirve finalmente para evaluar que tan efectivas resultaran las políticas para combatir la pobreza y la distribución de los frutos del crecimiento económico.
¿Cómo interpretar los resultados? Al respecto, lo que nos muestra el cuadro 3 en la columna final, es la evaluación de la política de combate a la pobreza, la que registra en cada uno de los sexenios: 2006 con Vicente Fox, 2010 Felipe Calderón y 2016 Peña Nieto, una calificación anti pro-poor, evidencia de que las políticas de combate a la pobreza basadas en programas como Oportunidades y Prospera, punta de lanza de la política social de los últimos gobiernos neoliberales, no fueron suficientes para reducir la pobreza, que registró al final del período 48%. Si esta se hubiera reducido al ritmo del crecimiento económico promedio del 0.79%, en el sentido que el modesto crecimiento beneficiara a los pobres, la pobreza se hubiera reducido hasta el 37%. Si bien lejos de la meta del milenio de reducirla al 26%, hubiera mostrado la intención de beneficiar a los pobres, pero no fue así. Estos resultados contrastan con los logros conseguidos por países latinoamericanos en el siglo XXI. De acuerdo a CEPALSTAT (2020) entre 1999 y 2014, Bolivia redujo la pobreza de 64 a 32%, Brasil de 32.9 a 16.5, Chile de 14.6 a 6.1%, Colombia de 43.1 a 10.2 y México subió de 38.9 a 39.1%.
Sin duda, estos resultados reflejan lo que ocurrió en estos 3 últimos sexenios neoliberales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad en sentido contrario, se aplicaron políticas fiscales y hacendarias para favorecer a un grupo de empresarios que engrosaron las páginas de Forbes (2020) con 16 mexicanos milmillonarios en dólares y en contraste, más de 60 millones de pobres en México (Coneval, 2019), lo que significa que no se están siguiendo políticas pro-poor.
7. CONCLUSIONES
A la luz de los resultados, es claro que en el siglo XXI, la desigualdad, ni mucho menos la pobreza, se han reducido con el crecimiento económico a los niveles de los países desarrollados o ricos; más bien parece confirmar que el crecimiento constituyó una trampa, toda vez que nos fue llevando por el camino de las políticas de crecimiento económico, durante un período de 50 años, dejando de lado el problema de la inequidad hasta convertir a América Latina en una de las regiones del mundo más desiguales (Lustig, 1999 y Perry et. al. 2006).
La discusión sobre a quién debe beneficiar el crecimiento económico en nuestro país es hoy todavía un tema de la mayor relevancia, el cambio de gobierno que pretende acabar con las políticas económicas y sociales propias de neoliberalismo, que considero siempre como secundario el problema de la pobreza y la desigualdad, dejando en manos del mercado su solución y en el mejor de los casos, reduciéndolo a un programa como Oportunidades y Prospera en México, Con el triunfo de la cuarta transformación se ha vuelto a la discusión sobre ¿qué es más eficiente, un sistema donde la distribución sea primero a los ricos y al ellos gastar la riqueza este derrame al resto de estratos más pobres? En palabras más específicas, ¿qué es más eficiente, un sistema que favorece un crecimiento trickle-down o un crecimiento pro-poor?
A la luz de los resultados podemos concluir que en nuestro país el crecimiento anti pro-poor en cada uno de los tres sexenios que abarca esta investigación, es el que ha regido la distribución de la riqueza en el periodo 2000-2018, en el cual no sólo no ha podido reducir de manera constante la pobreza para conseguir las metas del milenio programadas por la ONU para este periodo, como sí lo hicieron varios países de la región de acuerdo a los registros estadísticos de la CEP AL, sino que aumentó el número de pobres por encima de los 60 millones. Todo lo anterior confirma la hipótesis que en el Siglo XXI el crecimiento económico ha beneficiado más a los ricos que a los pobres en México, esto es; no ha sido pro-poor.
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