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Economía Coyuntural

versión impresa ISSN 2415-0622versión On-line ISSN 2415-0630

Revista de coyuntura y perspectiva v.5 n.3 Santa Cruz de la Sierra sep. 2020

 

ARTÍCULOS ACADÉMICOS

 

Pensar la Economía: Contribuciones humanistas para un nuevo conocimiento

 

Thinking the Economy: Humanist contributions to a new knowledge

 

 

Armenio Pérez Martínez α ,Aimara Rodríguez Fernández π
α PhD. en Ciencias Económicas. Coordinador del departamento de Innovación y Calidad
Universitaria. Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil. Ecuador. aperezm@ulvr.edu.ec.
π PhD. Aportaciones Educativas a las Ciencias Sociales y Humanas. Rectora Universidad
Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil. Ecuador. airodriguezf@ulvr.edu.ec.
Recepción: 03/06/2020 Aceptación: 05/08/2020

 

 


Resumen

La ciencia económica se encuentra enfocada en la solución de los principales problemas que afronta la sociedad contemporánea; sin embargo, es necesario reconocer que necesita una nueva perspectiva. El objetivo de este artículo es generar un debate sobre las posibilidades de consolidar un nuevo enfoque dentro de las ciencias económicas basada en la importancia del bienestar humano y la sostenibilidad del planeta. Para el desarrollo del presente estudio se utilizó el paradigma cualitativo para la selección e interpretación de la información científica. La investigación es teórica por el manejo de la información que realiza y se emplean varios métodos del nivel teórico, tales como el análisis, la síntesis y la generalización teórica. Las conclusiones apuntan a la necesidad de que se genere un conocimiento científico económico más práctico y el bienestar humano y desarrollo sostenible será la medida principal del desarrollo.

Palabras clave. Economía, conocimiento, complejidad, sostenibilidad, ética.


Abstract

Economic science is focused on solving the main problems facing contemporary society; however, it is necessary to recognize that you need a new perspective. The objective of this article is to generate a debate on the possibilities of consolidating a new approach within the economic sciences based on the importance of human well-being and the sustainability of the planet. For the development of the present study, the qualitative paradigm was used for the selection and interpretation of scientific information. The research is theoretical due to the handling of the information it carries out and various methods are used at the theoretical level, such as analysis, synthesis and theoretical generalization. The conclusions point to the need for more practical scientific economic knowledge to be generated and human well-being and sustainable development will be the main measure of development.

Keywords. Economy, knowledge, complexity, sustainability, ethics.


Clasificación JEL: A10, A11, A12, A13.


 

 

INTRODUCCIÓN

La humanidad atraviesa por un momento de complejidad único, sensiblemente matizados por la presencia de la combinación de condiciones nefastas nunca antes vista. Problemas de índole económico, sanitario, gobernabilidad, laboral entre otros, emergen dentro de la crisis ocasionada por el COVID-19, dejando entrever la necesidad de hacer más sostenible la vida en el planeta y garantizar la sostenibilidad de la especie humana (Lunn et al, 2020; Organización Panamericana de la Salud, 2020).

Según António Guterres, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, el modo de enfrentar esta compleja situación ha mostrado carencias en la organización, coordinación y liderazgo estratégico de los gobiernos más poderosos del mundo, así como de la ciencia, la tecnología y el conocimiento (Guterres, 2020). Otros organismos internacionales han mostrado varias perspectivas de este análisis. Los sistemas de salud no han sido óptimos a la hora de descubrir y enfrentar esta enfermedad, siendo muy superior el impacto sobre la salud humana que otras pandemias como la peste negra, viruela, sarampión, fiebre española (1918), cólera, VIH o Ébola (Organización Mundial de la Salud, 2020).

La economía ha dejado de crecer y desarrollarse, mostrando indicadores de decrecimiento significativos hasta valores superiores a la Gran Depresión de 1929 y afectando a varios sectores productivos que se encuentran actualmente a punto de quebrar en cadena (Banco Mundial, 2020). Se han visto afectados 2700 millones de personas, el 81% de la fuerza de trabajo mundial; se prevé que el desempleo en el segundo trimestre de 2020 aumente alrededor de un 6,7%, equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo (Organización Internacional del Trabajo, 2020).

Afirmar que la sociedad está cambiando no encierra novedad alguna (Chomsky, 2018). En el discurso desde todas las perspectivas, académicas o no, enfatizan que las condiciones que garantizan la existencia humana han entrado en un estado de fragilidad sin precedentes y que las explicaciones que tradicionalmente se han aceptado y justificado de estas condiciones en que vivimos dejan vacíos a la racionalidad y la moral de nuestro tiempo (Stiglitz, 2006). Con imperiosa premura, las ciencias tienen que ser capaces de captar más la realidad, analizarla desde el compromiso social y promover transformaciones para garantizar la existencia de la especie humana con bienestar posible en armonía con su entorno.

La economía ha sido una de las ciencias más cuestionadas en las dos primeras décadas de este siglo. (Quintana y Galarza, 2017; Durán y Lozano, 2018). Su aporte al conocimiento humano de los últimos 250 años ha estado marcado por importantes descubrimientos científicos que han contribuido a cimentar determinados conceptos, categorías y prácticas de estabilidad a la política y la gobernabilidad de las naciones. Ideas sobre la riqueza, el mercado, el desarrollo, las clases sociales, el empleo y las finanzas marcan la vida cotidiana, y parecen funcionar como leyes inmutables sin saber si han estado y estarán ahí por siempre o es el ser humano quien se encarga de reproducirlas sistemáticamente.

Esta ciencia social se ha vuelto - quizás siempre lo ha sido - una ciencia lejana para la sociedad, al nivel de la física, la química, la biología. Con esta afirmación no se está haciendo una crítica a las ciencias de otra naturaleza por su objeto de estudio; las que tienen que utilizar laboratorios y experimentos, realizar abstracciones, trabajar desde la modelación, buscar alternativas para problemas muy puntuales que, en primera instancia, no parecen tener trascendencia para los humanos (Banerjee y Duflo, 2017b; Banerjee y Duflo, 2019). Pareciera que actualmente la economía como ciencia se desarrolla así, desde grandes cátedras y laboratorios, modelando con la pobreza y la desigualdad, contribuyendo a los análisis de los centros de poder hegemónicos y de mercado, buscando escenarios geográficos para hacer demostraciones o haciendo llamamientos a buscar la sostenibilidad sin romper las estructuras de la globalización neoliberal (Stiglitz, 2010). Este planteamiento se hace reconociendo que ha estado faltando un análisis comprometido de los problemas humanos desde la esencia de estos, aplicando el conocimiento para responder a las preguntas correctas hallando respuestas convincentes que no generen nuevas condiciones para volver a realizar nuevamente el mismo cuestionamiento.

Tanto en la vida cotidiana, como en el carácter científico, la economía es más antigua que otras ciencias sociales, tales como la psicología, la sociología, la pedagogía, etc. Las demás ciencias sociales ubican su surgimiento en el incipiente capitalismo del siglo XIX, mientras que la economía se remonta a fines de la época feudal de la segunda mitad del siglo XVIII. Su devenir académico estuvo amparado en la explicación causal de importantes hechos históricos: su papel para explicar los grandes conflictos bélicos, los movimientos sociales, las condiciones de vida de los grupos sociales según la posesión de medios de producción; sin embargo, poco a poco fue calando en lo profundo de la sociedad y de los políticos la necesidad de explicar el desarrollo y la riqueza, el funcionamiento del mercado, las políticas de los gobiernos. Su rol como generador de explicaciones a estos últimos elementos le valió un espacio importante dentro de las ciencias en el siglo XIX, dentro del floreciente capitalismo.

Mientras otras ciencias sociales han estado siendo cuestionadas por su aparente falta de carácter científico (carácter positivista, papel del investigador, etc.) la economía ha gozado de gran aceptación en este aspecto, convirtiéndose en una ciencia social altamente aceptada, tanto en la producción y generación de conocimiento, como en su puesta en práctica. Además, si se compara con otras ciencias sociales como la psicología, la administración y la sociología los conceptos de la economía son más extendidos en su uso cotidiano y a la vez, mal manejados por el lenguaje social (Pacheco, 2006; Garzón, 2017; Maldonado y Figueroa, 2019; Pérez, 2019).

El presente artículo no pretende valorar los modelos económicos ni los sistemas sociales contemporáneos; más bien analiza la economía y sus condiciones de aportar al fomento del desarrollo humano. El conocimiento económico científico es un arma enfrentar los retos sociales; sin embargo, resulta una ardua tarea encontrar avances en la concepción de una economía que encierre nuevos planteamientos, alejados de la concepción racional del ser humano (Homo Economicus) y del papel preponderante del mercado. Por lo tanto, el objetivo del presente artículo es debatir sobre las posibilidades de consolidar un nuevo enfoque dentro de las ciencias económicas basada en la importancia del bienestar humano y la sostenibilidad del planeta.

 

2. MÉTODOS

Para el desarrollo del presente estudio se utilizó el paradigma cualitativo para la selección e interpretación de la información científica, asumiendo una postura crítica y constructiva del conocimiento. La investigación es teórica por el manejo de la información que realiza y se emplean varios métodos del nivel teórico, tales como el análisis, la síntesis y la generalización teórica (Taylor y Bogan, 1987).

La secuencia metodológica aplicada se diseñó en tres pasos. En primer lugar, se realizó la búsqueda de los principales autores referentes del objetivo propuesto en esta investigación, como son: Premios Nobel y autores clásicos de Economía. También se obtuvo información de organismos internacionales, lo cual se utilizó para caracterizar el estado actual del conocimiento y de la realidad social. Posteriormente se definieron unidades de análisis en torno a la crítica de la economía y su pertinencia actual. A continuación, se realizó la elaboración de un conjunto de ideas en torno a la necesidad de construir una economía de nuevo tipo con carácter sistémico, complejo, interdisciplinaria, ética y sostenible.

 

3. RESULTADOS

Crítica al enfoque tradicional de la economía

La economía contemporánea y los principales problemas sociales se encuentran asociados a la globalización neoliberal. La globalización ha generado un fenómeno peculiar. Aproximadamente hasta el siglo XX los problemas afectaban a toda la sociedad de un país determinado, por ejemplo, la violencia en Centroamérica, la pobreza en África o Haití; sin embargo, actualmente las personas dentro de los propios entornos pueden alejarse de los problemas, poniendo a salvo su capital en paraísos fiscales, viviendo en otros países, alejándose lo más posible de las zonas de conflictos sociales ocasionados por la globalización. Áreas exclusivas de residencia para magnates ubicadas ciudades con todos los servicios para que vivan una vida totalmente enajenada de los conflictos que ocasiona su riqueza; mientras que las cuatro quintas partes de la humanidad no logra acceder, a la vez, a los servicios básicos que garantizan sus derechos humanos: salud y educación de calidad, vivienda digna, empleo (Stiglitz, 2015).

La globalización ha sido un espejismo, una falacia de equilibrio y justicia de mercado. La economía actual justifica la apertura indiscriminada de los mercados, la desaparición de las fronteras, sin embargo, a la hora de globalizar los resultados, los mecanismos existentes garantizan que la mayor parte de estos queden en los países desarrollados y en manos de los grandes capitales. En su obra Chang (2008, 2012 y 2015) plantea que hay una historia real y una historia imaginaria en materia del desarrollo de las naciones, desde el surgimiento del capitalismo hasta nuestros días. Una parte es lo que la economía se ha encargado de justificar para perpetuar en las prácticas mercantilistas y financieras internacional, por otra parte, la interpretación sesgada de la realidad, como es la interpretación del crecimiento y desarrollo económico asociado al libre mercado.

El problema es que la brecha de productividad actual entre los países desarrollados y los países en desarrollo es mucho mayor que la que existió en épocas anteriores entre los más desarrollados y los menos desarrollados de los países hoy ya desarrollados. La ortodoxia actual que aboga por el libre comercio y las políticas industriales de laissez faire estaría en desacuerdo con la experiencia histórica y los países desarrollados que propagan tal visión parecen estar de hecho dando "la patada a la escalera" que estos países desarrollados utilizaron para llegar a la posición privilegiada que ahora ocupan (Chang, 2009).

A la economía con carácter científico, se reconoce su surgimiento en el año 1776 con la obra de Adam Smith titulada: "Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las Naciones". Amplios debates se han generado desde entonces en torno a la importancia de los mecanismos económicos asociados al desarrollo tecnológico, productivo y social de la humanidad (Stiglitz, 2012). Para Smith (1759, como se citó en Ashraf, Camerer y Loewenstein, 2005, p. 140)

La sociedad puede mantenerse sin beneficencia, aunque no es la situación más confortable; pero si prevalece la injusticia, su destrucción será completa [..]. La beneficencia [..] es el adorno que embellece el edificio [...]. La justicia, en cambio, es el pilar fundamental en el que se apoya todo el edificio. Si desaparece, entonces el inmenso tejido de la sociedad humana [..] en un momento será pulverizada en átomos.

Poco a poco el conocimiento generado ha contribuido a las relaciones financieras y comerciales que se presentan hoy día. A pesar de ello, en múltiples ocasiones este conocimiento provocó enconados debates en torno a temas medulares como la pobreza, la exclusión, la desigualdad, etc., aunque ha prevalecido el criterio respaldado más allá del criterio científico, específicamente desde posturas políticas y financieras.

El enfoque tradicional considera que la economía tiene la función de medir las riquezas, proyectar mercados, etc., pero no ha dado los resultados para la humanidad. Los mismos problemas año tras año y la riqueza continúa en aumento en el mundo, gracias a la ciencia y la tecnología. La visión miope de algunos economistas que continúan aferrados a modelos arcaicos de intercambio y desarrollo sin validez consolidan un conocimiento que ha evolucionado poco, mientras las condiciones de vida de los humanos se han transformado vertiginosamente.

La economía se ha encargado de contabilizarlas personas e instituciones que concentran la mayor parte de la riqueza del mundo, con una elevada precisión, mientras que las personas que no tienen recursos son números aproximados, nada preciso. Sus condiciones de vida también son analizadas desde imprecisiones y disparidades. El problema fundamental de la economía no puede seguir siendo el mismo. En primer lugar, es falso pensar absolutamente que las necesidades en los seres humanos son siempre crecientes y que los recursos son escasos para satisfacerlas. También moralmente imposible considerar que una persona pueda tener la riqueza que ayudaría a solucionar, por ejemplo, la cantidad de niños que mueren de enfermedades curables o el acceso a agua potable o a la educación de calidad. Es racionalmente imposible concebir que quien necesite subsistir, quien necesite comer o necesite un techo sus necesidades serán siempre crecientes y se encuentran en condiciones de entrar a una economía de mercado. Por lo tanto, el objetivo no puede seguir siendo la gestión eficiente de los escasos recursos para satisfacer las necesidades ilimitadas de todos; no todos tienen necesidades más allá del día a día, ni los recursos (al menos los financieros) son tan escasos, solo que los concentran unos pocos. Todo ello es una convocatoria a replantear el conocimiento económico, desde su utilidad y pertinencia.

La ciencia económica actual justifica la transformación de todos los recursos y factores de producción en riqueza que va a parar a manos de unos pocos sujetos que concentran un patrimonio suficiente como para enfrentar situaciones sociales de insalubridad, analfabetismo y desempleo en muchos países. La economía tradicional que promulga el crecimiento ilimitado, exponencial, a costa de los recursos que sean necesarios: naturales, financieros, humanos. Más de dos siglos de justificación para el uso indiscriminado de los recursos del planeta. Esta práctica ha sido científicamente justificada, sobre todo en los países subdesarrollados, que dependen de la explotación de sus recursos. ¿Acaso podremos hallar economistas en la actualidad que sugieran que es mejor dejar las cosas como están que seguir persiguiendo un crecimiento dañino? Por supuesto que sí. ¿Son todas las voces de los economistas que así se expresan? Por supuesto que no. Esta aparente divergencia de criterios no hace más de generar una mayor producción científica para justificar una u otra perspectiva. Los índices en los que ha disminuido la pobreza en los últimos 20 años, a pesar de los esfuerzos por justificar científicamente otros impactos, están más relacionados con el aumento de la riqueza de otros que con los esfuerzos realistas por acabar con este mal. Al mismo ritmo en que aumentan 5 veces las riquezas del mundo, disminuye algo la pobreza.

Un ejemplo ilustrativo se manifiesta en los estudios sobre la pobreza. Se puede reconocer los aportes de Jeffrey Chang (Premio Planeta Azul, 2015; considerado en dos ocasiones como una de las personalidades más influyentes del mundo y asesor de varios gobiernos y de la ONU), quien fundamenta la necesidad de ayuda financiera masiva a los países más pobres (Sachs, 2005, 2008,2014; Iranzo, 2007). Por otro lado, Angus Deaton (Medalla Frisch, 1978; Premio Fronteras del Conocimiento, 2011, Premio Nobel de Economía, 2015) propone que la ayuda a la pobreza solo genera dependencia y desestimula la búsqueda de alternativas para salir de la pobreza (Deaton, 2015). Mientras que Abhijit Banerjee y Esther Duflo (Premio Nobel de Economía, 2019), formulan criterios experimentales sobre la pobreza que generan nuevas oportunidades en países como India y Nigeria. Sin embargo, estos autores premiados están muy lejos aún de resolver el problema de la pobreza, sin dudas uno de los más acuciantes actualmente (Banerjee y Duflo 2017a, 2017b, 2019). Tres alternativas para solucionar un problema que continúa manifestándose con toda su cruda realidad social.

Shoshana Zuboff, catedrática de Administración de Empresas en Harvard Business School, titulado "Los crímenes económicos de Wall Street contra la humanidad", compara a los financieros actuales con los criminales nazis como Adolf Eichmann (Zuboff, 2009). Esta autora enfatiza en que los responsables de las crisis económicas normalmente niegan las consecuencias de las mismas. A la vez, genera críticas a estos centros de poder y conocimiento que justifican estas acciones, quienes consideran que la responsabilidad de estas situaciones es de la sociedad en su conjunto y evaden las responsabilidades individuales de los grandes capitales y las mayores economías del mundo.

Sin dudas, la Economía ha ido devaluando el carácter humano de las sociedades, convirtiéndolas en grupos de consumidores, números para estadísticas, clases sociales, potenciales clientes, etc. Es un proceso de cosificación del ser humano, reduciéndolo a su potencial como sujeto económico racional. Ha pasado de estar la economía al servicio del ser humano y su desarrollo, a ser el ser humano quien se encuentra al servicio de los modelos económicos.

El hombre como ser social, ni ningún individuo aislado puede ser considerado como el centro superior, inmóvil, estático e intemporal de cualquier actividad. Al igual que el Sol también se encuentra en movimiento e interacción, todo lo humano se mueve e interactúa con su entorno, sin importar los recursos con que cuente. No somos ni únicos ni superiores, sino integrado y la economía tiene que ser capaz de realizar análisis y valoraciones no solo en función del hombre sino en función de todo el entorno. Pareciera como si los economistas olvidarán las preguntas centrales de la economía científica: qué, cómo y para quién producir; y en otros casos, equivocan las respuestas. Lo más importante para un país no debe ser la cantidad de millonarios o el PIB que posee, sino la cantidad de personas sin acceso a los servicios básicos, a alimentos, hogar, salud. Lo que debe importar no es el crecimiento de la riqueza, sino cuántas personas se benefician de ella. Los economistas no pueden continuar esquivando la responsabilidad moral que encierra esta situación y sus actos justificativos.

La economía no puede conformarse con mirar las cifras, hay que analizarlas, contextualizarlas, revisarlas y proyectarlas. El bienestar humano depende del uso eficiente y productivo de todos los recursos y la distribución sensata y ética que de estos se hagan. Si en la teoría del mercado se justifica la concentración del capital, el carácter ilimitado de los deseos y aspiraciones de unas pocas sociedades, deben ser analizadas otras teorías contrapuestas, encontrar espacios de divulgación y aplicación para garantizar el bienestar humano. La esencia de ser humano tiene que ser el objetivo de la economía, el conocimiento el camino, mientras que la ética y la moral es la brújula en este recorrido.

Todos los elementos señalados con anterioridad permiten comprender algunas ideas que encierra la economía científica tradicional. Por un lado, pareciera que existe actualmente un determinismo y destino económico en la especie humana. Los pobres son solo pobres, los ricos son ricos. Los mecanismos de concentración del capital se encuentran justificados y vitales en la economía desde hace siglos y así seguirá siendo (Marx, 1962). En la obra de Karl Marx (1973) se aborda la realidad enajenada del hombre como una existencia sin esencia, siendo consecuente con la cotidianidad social del siglo XXI, el ser humano se encuentra en una realidad enajenada.

Se considera que un grupo significativo de economistas y de organizaciones financieras internacionales sufren el Síndrome del Burnout, como si fuera un doctor de una Unidad de Cuidados Intensivos. Se ha acostumbrado tanto a la miseria y la pobreza de millones de seres humanos, de continentes enteros, que nada de esto le llama la atención, lo ve como algo natural. No se sienten impactados por las abrumadoras cifras que muestran que el mundo puede cambiar si se hacen las cosas de otra manera, pensando más en el ser humano y menos en las riquezas.

La economía tiene que empezar a pensarse con conceptos y categorías diferentes. Parece poco probable que una economía con el énfasis en la riqueza sea necesaria hoy día. Tiene que fundarse una economía de la particularidad, de la peculiaridad de los países, de las regiones, de las personas. Así mismo, considero que la economía actualmente está influenciando otras ciencias sociales, de manera que las investigaciones de estas, se enfocan más a intereses mercantilistas, que verdaderamente científicos.

Para Eduardo Galeano, destacado intelectual latinoamericano

La memoria del norte se divorcia de la memoria del sur. La acumulación se desvincula del vaciamiento. La opulencia no tiene nada que ver con el despojo. La memoria rota nos hace creer que la riqueza no tiene nada que ver con la pobreza, que vienen de la eternidad y que así son las cosas (Galeano, 1998, p. 23).

Parece que cuando se publican los resultados económicos positivos del PIB de un escaso grupo de países no se mira atrás para saber que la mayoría de los recursos provienen de los países que no crecen, o que los nombres de los millonarios de las grandes revistas, no tienen deudas con los millones de seres humanos a quienes les roban la esperanza de vivir y la oportunidad económica de contribuir al desarrollo.

El enfoque tradicional, ante todo, presenta limitaciones en la búsqueda de soluciones prácticas a los principales problemas sociales relacionados con la actividad económica. Las investigaciones no son concluyentes en cuanto a los principales problemas contemporáneos y se genera una polifonía que causa más confusión que integración en materia de conocimiento científico. A pesar del auge de la experimentación, aun existe prejuicios en una parte del ámbito académico en cuanto la validez del empleo de la metodología no positivista. Así mismo, los espacios de integración de conocimiento con otras ciencias sociales resultan insuficientes.

 

4. DISCUSIÓN

Características de un nuevo conocimiento económico

Resulta necesario superar la visión asistencialista de la economía contemporánea. Más de 30 años combatiendo a la pobreza con escasos resultados, la volatilidad de los mercados constantemente sorprende a los analistas y empresarios, las crisis tienen carácter sistémico y afectan a todos por igual, tanto a los países ricos como a los pobres. Conflictos arancelarios entre potencias desestabilizan los mercados (Estados Unidos v.s. China); las crisis migratorias afectan la economía de las áreas geográficas receptoras (crisis migratorias en Siria, Afganistán y Venezuela, entre otros), movimientos telúricos generan grandes afectaciones en economías aparentemente consolidadas (casos de Haití, 2010 y Ecuador, 2016) y en otros casos la ayuda se desvanece sin aportar resultados sostenibles (caso Haití, India países de África); bloques consolidados política y económicamente se fracturan (BREXIT, 2019). Por último, pandemias hacen colapsar bolsas de valores importantes, avizorando crisis sin precedentes en el presente siglo (COVID-19). Los países se arrodillan ante organismos financieros internaciones que carecen de vida fuera del contexto económico, ya que no agrupa a ningún grupo humano.

Según Banerjee y Duflo (2019) es necesario volver a convertir a la economía en alto grande o útil a la sociedad (Make Economics Great Again — MEGA-). Hay que revisar y repensar la economía, por lo que realmente le está aportando para el desarrollo de la sociedad contemporánea. No existen consenso sobre cómo enfrentar los problemas más acuciantes de la humanidad: pobreza, cambio climático, insalubridad, analfabetismo, desempleo, corrupción, etc. Es necesario que ética y economía comiencen a complementarse para influir más en el desarrollo de la humanidad. Lo que es económicamente correcto, la mayoría de las veces no es para nada ético, como dejar a millones de personas sin seguro médico, invertir más en armas que en alimentos o medicinas, los viajes turísticos a la Luna solo sirven para engrandecer el ego de algunos adinerados.

Hay en la economía como ciencia una responsabilidad ética que parece olvidada: la responsabilidad con la significación la vida humana. La riqueza trae pobreza, aunque después se trate de distribuir esa riqueza a través de donaciones o ayuda. La justificación científica de un orden económico y social injusto y deshumanizante es uno de los grandes logros de la economía. Mantener el funcionamiento de las leyes económicas, de las categorías y conceptos teóricos, de los indicadores económicos es otro mérito de esta ciencia.

La economía actual poco a poco se va adaptando más a lo que se requiere para mantener el desarrollo económico y tecnológico que lo que necesita el desarrollo social. Se preocupa más por lo que se genera en materia tecnológica que en su impacto para el desarrollo de la sociedad. Prioriza el estudio de los crecientes mercados de productos tecnológicos, sus interpretaciones se realizan a nivel de los productos y no de las sociedades. Sin perder de vista el enfoque de oferta y demanda complementan más lo que depende de lo tecnológico.

En la actualidad es preferible no continuar oscureciendo el panorama de la economía, sino ofrecer nuevas luces para el análisis de la compleja realidad social desde la perspectiva del análisis económico. Los conceptos que necesita la economía hoy tienen una perspectiva integradora y compleja. Es necesario pensar una nueva economía, donde los actores estén interconectados, no solo por relaciones económicas, sino relaciones humanas: los ricos solo ven a los pobres para explotarlos o realizarles donaciones; sin embargo, los grandes problemas sociales que afectan a los más ricos surgen de la insatisfacción de las necesidades de los pobres (Sunstein y Thaler, 2017).

Tiene que ser una ciencia económica que analice el impacto de la acción humana sobre la naturaleza, no que justifique el derecho de algunos de continuar obteniendo riquezas basado en la idea de crecimiento económico y de desarrollo social; una ciencia económica que destierre la idea de que el crecimiento económico desenfrenado acabara con la pobreza y la desigualdad. Donde es necesario que un grupo de individuos, organizaciones y países obtengan elevadas utilidades para brindar caridad a los más pobres. Una ciencia económica donde tampoco ocurra lo contrario que se deje a los más pobres a su suerte y que caigan en las redes del mercado.

Es necesario construir una economía realista y posible, con los recursos actuales, con los factores de producción y los recursos humanos que cuente en este momento, para proyectar avances sólidos en materia de desarrollo. Una economía que concrete las posibilidades y materialice las potencialidades, que genere integración social y conciencia ética frente a los problemas y las soluciones. Una economía diferenciada y crítica, que no generalice lo que puede ser útil para las grandes economías, que no aplique recetas ni interpretaciones a fenómenos totalmente: la pobreza no es ausencia de riqueza, tampoco el desarrollo es ausencia de crisis.

La economía como ciencia tiene que ser capaz de aportar al debate desde posiciones distintas a los propios bandos del campo de batalla (pobreza vs. riqueza). No que el economista esté ajeno, sino que encuentre verdaderos límites, puntos de contacto entre los "bandos en conflicto". Posturas sesgadas desde cualquier perspectiva de análisis del fenómeno económico hacen que las interpretaciones y soluciones a los problemas económicos trascendentes se queden siendo defendidos por cada bando, lo que hace que no se obtengan realmente resultados que perduren en el tiempo (Kahneman, 2017). Dejando de lado las interpretaciones parcializadas por obtener explicaciones causales y predictivas de fenómenos verdaderos.

No es posible hablar de desarrollo sostenible dentro de la economía antigua, es necesario un nuevo tipo de economía científica, que no esté interesada en las respuestas definitivas y exactas de las preguntas actuales, sino que quiera trazar nuevas hipótesis, explorar nuevos caminos. Es hacer que la economía mute hacia una nueva forma de interpretar los problemas económicos de la sociedad. Dar vida propia a una nueva forma de analizar la realidad del ser humano inmerso en un entorno complejo.

Resulta importante desechar la idea de una economía centrada en el egoísmo psicológico, en la lógica del consumo, de las necesidades abstractas, de las pretensiones de lujo y ostentación, sino una economía de la transformación, del avance. Una economía de la colaboración, la integración, la interdisciplinariedad, la ética y la responsabilidad.

 

5. CONCLUSIONES

Debatir sobre la actualidad del conocimiento económico contemporáneo puede acercarnos a la comprensión de las principales limitaciones de la economía clásica. En primer lugar, urge reconocer que en la práctica más de 250 años de ciencia económica no han contribuido a eliminar los principales problemas que este conocimiento enfrenta. La principal limitación que se manifiesta es la incapacidad de resolver todos estos problemas, que, en muchos casos, se han exacerbado y se han transformado. Aquí se manifiesta un segundo elemento que exige modificaciones en cuanto al conocimiento económico: la ética y el compromiso responsable con los problemas económicos y sociales. Es necesario un saber crítico, sensible y responsable.

Por otro lado, desde el punto de vista metodológico, se aprecia que muchos avances en la práctica de varias regiones no se adaptan a las demás, perdiéndose esfuerzos y recursos económicos. Además, la importancia de la experimentación social viene pujando por abrirse paso en este nuevo conocimiento, avalado por el reconocimiento de importantes estudios de la última década que han impactado el conocimiento. La perspectiva teórica también se ha visto influida por esta nueva visión de la economía, principalmente por dos elementos que anteriormente no existían: la perspectiva compleja y la interdisciplinariedad. Los conceptos tradicionales empleados por la economía tienen que ser, necesariamente, complementados desde estas novedosas perspectivas. Por lo tanto, es ineludible un conocimiento práctico, complejo y sostenible.

Nuevos caminos se abren frente a la ciencia económica, actualmente menos dogmática y ortodoxa. Poco a poco la necesidad de un nuevo conocimiento seguirá haciendo más sensibles y comprometidos a los economistas, el conocimiento será más práctico y el bienestar humano y desarrollo sostenible será la medida principal del desarrollo.

 

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