La investigación es un área de resultados clave, o un proceso sustantivo en el funcionamiento de las instituciones de educación superior. Interactúa armónicamente con la docencia-extensión universitaria, para lograr la calidad e integración de la universidad con la sociedad. Una investigación no concluye hasta publicar sus resultados, aunque estos no sean importantes o novedosos, sin la publicación la ciencia no existe. Lo ideal es publicar en revistas indizadas, y mejor aún, en aquellas de alto factor de impacto (AFI), que influyen en la calidad, alcance y nivel científico. Estas publicaciones son verificadas, evaluadas, replicadas e incorporadas rápidamente al conocimiento científico.

Los docentes e investigadores de las universidades debieran publicar sus resultados en revistas indizadas, especialmente en las de AFI, porque ello estratifica y selecciona a los científicos, otorgándoles reconocimiento y estatus económico. Además, les permite obtener logros relevantes, avanzar sin contratiempos en su carrera científica, lograr rápida promoción académica y obtener financiamiento para becas y proyectos de investigación.

La Universidad o Centro de Investigación cuyos docentes o investigadores publicasen en revistas con AFI, ocuparían posiciones destacadas en rankings que miden su rendimiento y, por tanto, mayor reconocimiento, que sería proporcional al nivel de sus publicaciones. Además, con mayor facilidad, podrían firmar convenios internacionales y obtener recursos económicos para nuevos proyectos de investigación.

Todas las revistas trabajan constantemente por lograr su indización y mantener un trabajo encaminando a aumentar su nivel, alcanzar y elevar el factor de impacto. Esto se expresa el número promedio de veces que se lo cita a un artículo publicado, calculándose como la razón del número de citas recibidas en los 2 últimos años anteriores al año en curso, divididas en la cantidad total de artículos en igual período.

A mayor factor de impacto de una revista, mayor probabilidad que el un trabajo pueda ser citado, y así tendría mayor repercusión para los investigadores y sus instituciones. Este indicador, aunque no es imprescindible, debe tomarse en cuenta, pues considera la frecuencia de citaciones de una revista y consecuentemente, es un reflejo de su visibilidad e influencia en la comunidad científica. Además, es el principal criterio de evaluación de las revistas y, por tanto, de los investigadores que en ellas publiquen. En función a lo anterior, se ordenan y el AFI, es sinónimo de calidad, importancia y prestigio científico de una revista y de los investigadores.

A pesar de las ventajas de publicar en revistas indizadas y de AFI, muchos docentes e investigadores no lo logran, aun cuando tienen investigaciones con alto rigor científico y resultados novedosos. Las principales causas que lo impiden son: i) incorrecta elección de las revistas, ii) errores y/o descuidos en la presentación formal del manuscrito, iii) adopción de un enfoque erróneo en el planteamiento del trabajo, iv) vacíos en la redacción científica, v) inexperiencia a la hora de levantar las observaciones y/o sugerencias de editores y evaluadores. La selección de una revista, para que sean mayores las posibilidades de publicar un artículo, con mayor brevedad, comienza con la valoración del alcance y cobertura, se deben seleccionar aquellas cuyas temáticas y tipología concuerden con el manuscrito que se pretende publicar, especialmente las que publiquen temáticas que los autores son especialistas.

Otros factores que deben considerarse, son el factor de impacto de una revista, el periodo de tiempo entre el envío, arbitrajes, aceptación y publicación de artículos, su periodicidad y la cantidad de artículos por número, y la tasa de aceptación/rechazo de la revista. Como el manuscrito puede ser rechazado se debe considerar la elección de al menos 3 revistas.

Una vez seleccionada la revista, los autores deben adoptar algunas estrategias para que su trabajo sea aceptado, entre ellas, identificar los objetivos de su trabajo y la relación con el contenido de la revista, citar, siempre que proceda, en la introducción y discusión de los artículos publicados en la revista a la cual se enviará su manuscrito, especialmente en los últimos 2 años, esto contribuirá en aumentar el factor de impacto de esa revista y, por tanto, habrá más posibilidades de que acepten su trabajo.

Además se debe involucrar en la autoría del trabajo a colegas experimentados y de confianza, que tengan alto conocimiento sobre publicaciones científicas en su campo y vinculación con la revista, siempre que no se violen principios éticos y éstos contribuyan sustancialmente a la concepción y diseño del estudio, a la obtención análisis e interpretación de los datos, escriban el borrador del artículo, lo revisen críticamente realizando importantes aportes al contenido y aprueben la versión final¹.

En no pocas ocasiones, en los manuscritos se detectan errores y descuidos en la presentación formal del manuscrito, relacionados con el orden de los autores firmantes, que no se ajusta a lo establecido en la mayoría de las revistas científicas, razón que provoca demoras en la publicación o rechazo del trabajo^1,2.

Tscharntke et al.³ plantean que el primer autor es el que concibió el trabajo, planificó y lideró la ejecución en sus diferentes fases. El segundo, tercero, otros, son quienes escriben el artículo, aportan comentarios sustanciales o ejecutan tareas especializadas. El último es quien revisa críticamente el manuscrito y certifica que el artículo está listo para el envío, esta posición se corresponde con investigadores experimentados⁴.