Introducción
El interés por el estudio de la cultura, la interculturalidad y las competencias culturales se ha incrementado a lo largo de los años, dando lugar a diferentes definiciones, categorizaciones y modelos. En lo que respecta a la concepción de “cultura”, en el ámbito de las ciencias sociales, Kroeber y Kluckhohn (1952) revisaron diferentes conceptos, desde las primeras formulaciones realizadas por Taylor en 1871 hasta la de Sorokin en 1947. Estos conceptos, que en algunos casos pueden solaparse entre sí, se clasificaron en las siguientes categorías: las descriptivas-enumerativas que reúnen aquellas definiciones que hacen referencia a los comportamientos, costumbres y productos producidos por el hombre; las históricas que contemplan las tradiciones y los procesos de enculturación; las normativas, relacionadas con los estilos de vida y las normas que regulan el comportamiento individual y grupal; las psicológicas que consideran el comportamiento y los procesos de adquisición de la cultura, ajuste al medio social y la solución de problemas; las estructurales que consideran a la cultura como guía del comportamiento; y las genéticas ligadas al “origen de la cultura como producto, conjunto de ideas y símbolos” (Lévano, 2022, p.29). Posteriormente, Baldwin et al. (2006) analizaron las definiciones planteadas por diferentes campos, tales como la sociología, psicología, comunicación, educación, antropología cultural y ciencias políticas ampliando las categorías propuestas por Kroeber y Kluckhohn. Por otro lado, cabe mencionar que Sánchez Lobato (2008) considera que la definición de “cultura” comprende tanto la culta como la popular. La primera hace referencia al conocimiento aprendido por pocos y que está vinculado al enriquecimiento del espíritu, mientras que la segunda se refiere al saber pragmático adquirido y compartido por muchos. Frente a esta diversidad de nociones, se señala que la cultura “es un concepto matizado, de índole visible o invisible, creado y compartido por muchos o por pocos, un conjunto de ideas materializadas o no, en productos y comportamientos” (Simons y Six, 2012, p.3).
En vista de todas las propuestas existentes, Katan (2004) señala que es muy difícil lograr un concepto unitario y consensuado de lo que significa cultura, ya que existen múltiples aproximaciones, desde la cognitiva, la conductista, la funcionalista y la etnocéntrica. Sin embargo, lo que sí resulta determinante, es su consideración en el campo de la traducción, en vista que esta es una actividad de orden intercultural. En efecto, el enfoque multidisciplinar de la traducción requiere considerar definiciones de distintos ámbitos que permitan identificar y clasificar aquellos fenómenos de naturaleza lingüística y extralingüística que puedan representar un obstáculo para la comunicación intercultural y, por ende, para la traducción. Al traducir “se están comparando lenguas, culturas y sociedades y, por lo tanto, es necesario conocer en profundidad los aspectos socioculturales tanto de la cultura del texto original como los de la cultura del texto meta” (Igareda, 2011, p.22).
Al respecto, se hizo una revisión de diferentes definiciones de cultura, así como la clasificación de referentes culturales realizada por Nida, Mayoral, Santamaría y añadió a las propuestas existentes “aspectos que se estimaron significativos tales como: la intertextualidad, el humor, la ironía, la metáfora y las variedades lingüísticas, los aspectos de la historia de especial relevancia, entre otros” (Igareda, 2011, p.9). Esta propuesta considera siete categorías, a saber: Ecología que abarca geografía/ topografía, meteorología, biología y ser humano; Historia que comprende los edificios históricos, acontecimientos, personalidades, conflictos históricos, mitos, leyendas, héroes e historia de la religión; Estructura Social que abarca el trabajo, la organización social, la política, la familia, las amistades, los modelos sociales y los personajes destacados y las religiones; Instituciones Culturales que comprenden las bellas artes, el arte, la cultura religiosa, las creencias, la educación y los medios de comunicación; Universo Social que incluye las condiciones y los hábitos sociales, la geografía cultural, el transporte, los edificios, los nombres propios, el lenguaje, las expresiones, las costumbres y la organización del tiempo; Cultura Material que abarca la alimentación, la indumentaria, la cosmética, el tiempo libre, los objetos materiales, la tecnología y la medicina; y Aspectos Lingüísticos Culturales que incluyen elementos morfológicos propios de las lenguas, así como expresiones de determinados países, refranes, juegos de palabras y el humor.
Como se observa no solo existen diferentes perspectivas sobre lo que significa cultura y clasificaciones de referentes culturales, sino también se han propuesto diferentes modelos multicomponenciales que consideran a la competencia cultural como un componente de la competencia traductora. La competencia cultural se define como “comprende no solo conocimientos enciclopédicos con respecto a los países donde se hablan las lenguas correspondientes, sino también incluye valores, mitos, percepciones, creencias y comportamientos y sus representaciones textuales” (Kelly, 2002, p.8). En una visión más amplia y autorreflexiva, Witte (2008), por otro lado, hace referencia a la conciencia crítica del traductor para evaluar lo que sabe y lo que debe aprender sobre su cultura primaria y las otras. Por lo tanto, la competencia cultural se define como la capacidad que tiene el traductor para contrastar ambas culturas, comprenderlas y actuar de acuerdo con el objetivo de la comunicación, el contexto y las necesidades comunicativas de los participantes de dos culturas distintas. Finalmente, se considera a la competencia cultural como la capacidad que tiene el traductor para “movilizar y contrastar los conocimientos sobre la cultura de partida y los de la cultura de llegada en relación con un fenómeno cultural percibido en el texto original con el fin de llegar a una solución aceptable en el texto meta” (Olalla-Soler, 2017, p. 245).
Por otro lado, en el marco de la enseñanza de lenguas extranjeras, se habla de competencia comunicativa intercultural. Gudykunst (2003) señala que, en todo acto comunicativo, el interlocutor debe usar estrategias que le permitan transmitir información a pesar de las diferencias culturales. Además, menciona que la falta de conocimiento de la cultura del otro genera malentendidos en la comunicación intercultural. Por último, Schäffner (2023) compara los estudios de traducción con los de comunicación intercultural y señala que ambos tienen principios básicos similares.
Del mismo modo, luego de revisar la literatura en torno a la competencia cultural, se señala que “la concepción de cultura durante el proceso de formación de traductores se debe centrar en un sistema útil para interpretar la realidad y organizar la experiencia, y no debe ser contemplado como algo puntual enmarcado en una asignatura para tal efecto” (Gregorio Cano, 2012, p.130). En el marco de la enseñanza de la competencia intercultural, se plantean, por otra parte, seis objetivos para el desarrollo de la competencia intercultural del traductor entre los que se encuentran: la sensibilidad perceptiva ante las diferencias culturales; la capacidad de aceptar cognitivamente las diferencias sin realizar juicios de valor a priori, y reconocer y aceptar el propio condiciona- miento cultural; la capacidad de tomar conciencia y saber modificar la conducta en relación con la conducta propia y la ajena; y la capacidad para reaccionar y actuar para facilitar la comunicación intercultural (Witte, 2008).
Por otro lado, el Proyecto INCA, Intercultural Competence Assessment, considera otras dimensiones para evaluar la competencia intercultural: la flexibilidad en el comportamiento, la conciencia comunicativa, la curiosidad intelectual, el respeto por los otros y la empatía (Byram et al., 2014). Bennett (2009) desarrolla, entre tanto, el modelo de sensitividad cultural o DMIS (Developmen- tal Model of Intercultural Sensitivity) para evaluar la perspectiva de los estudiantes y profesores sobre el proceso de adaptación a otra cultura. Aquí el estudiante pasa por las fases de negación, defensa, minimización, aceptación, adaptación e integración para adquirir la competencia traductora.
La Unión Europea, asimismo, no se ha mantenido al margen de la necesidad de incorporar la competencia cultural en la formación del traductor. Para tal efecto, financió el proyecto PICT (Promoting Intercultural Competence in Translators) con el objetivo de contribuir a la implementación de la didáctica de la Comunicación Intercultural en los programas de traducción a nivel de posgrado. PICT proporciona una guía para la formulación de objetivos y el diseño de actividades e instrumentos de evaluación, los mismos que deben adaptarse al contexto de enseñanza antes de ser implementados (Xiangdong Li, 2016).
Por su parte, la CIUTI, la Conference Internationale Permanente d’Instituts Universitaires de Traducteurs, reconoce la importancia del conocimiento cultural en la formación del traductor, ya que factores intratextuales y extratextuales intervienen en la comunicación intercultural que se contextualiza en una sociedad y cultura específica, ya que percibe que los estudiantes deben adquirir una competencia intercultural tomando en cuenta el contexto sociocultural en el proceso de traducción y reconociendo las posibles diferencias entre emisor y receptor (Forstner en al., 2015). La CIUTI vincula las áreas de formación con las calificaciones profesionales que debe tener el traductor.
En otros ámbitos profesionales, como el sanitario, la competencia intercultural se entiende como la habilidad que tiene el profesional para interactuar con individuos de otras culturas (Chen y Starosta, 1996) de manera “respetuosa y eficaz, de acuerdo a las múltiples identidades de los participantes y/o usuarios, fomentado actitudes de respeto, tolerancia, diálogo y enriquecimiento mutuo, constatando que la verdad es plural y relativa, y que la diversidad puede ser fuente de riqueza” (Rodrigo, 1997, p.8). Asimismo, los desafíos en torno a la prestación de servicios culturalmente sensibles en sociedades complejas incluyen la necesidad de contar con habilidades y valores relacionados con la competencia intercultural, entendida como el reconocimiento del propio bagaje cultural sobre la cultura primaria y extranjera, así como la capacidad de comprender diferentes realidades, puntos de vista y estilos de comunicación (Fernández et al., 2018).
Según lo expuesto, los trabajos sobre cultura y competencia cultural (intercultural) son bastante amplios; por lo tanto, el objetivo de nuestro trabajo es identificar la producción científica sobre competencia intercultural en diferentes áreas, en el ámbito de la traducción y en disciplinas interrelacionadas. Al respecto, se considera que la competencia intercultural es transversal a todas las disciplinas y un elemento fundamental en la formación de cualquier profesional del siglo XXI.
Método
Esta investigación es de tipo documental descriptiva y sigue la metodología bibliométrica que permite identificar la productividad científica sobre el tema, así como la cantidad de artículos publicados por año, revistas, países y autores (Rodríguez, 2012). El trabajo se realizó en tres fases y se siguió el método Prisma para la selección del objeto de estudio. Los artículos que se analizaron fueron seleccionados en julio de 2023.
La primera fase consistió en la búsqueda de documentos en la base de datos Scopus. Para ello se utilizaron los descriptores “intercultural AND competence” en el título, en el resumen y en las palabras clave. A partir de la base de datos se obtuvieron como resultado 4.441 documentos provenientes de disciplinas como las ciencias sociales, humanas, técnicas, administrativas y sanitarias. En esta primera fase se analizó la productividad a lo largo del tiempo, el país y el área temática.
En la segunda fase se procedió a limitar los artículos a las áreas de ciencias sociales y ciencias hu- manas, a saber: “Social Sciences”, “Arts and Humanities”. El periodo de búsqueda se redujo a 10 años, del 2012 al 2023, y el tipo de documento a “Article”. A partir de este último se obtuvo un total de 2.379 artículos, los mismos que se analizaron para conseguir información sobre la producción científica, sobre la competencia intercultural por número de artículos publicados y sobre los países con mayor productividad en las áreas de ciencias sociales.
En la tercera fase se restringió la búsqueda al área de “Social Sciences”, que fue la que tenía la mayor cantidad de artículos y se añadió “Translator” como descriptor adicional. De esta forma quedó la fórmula de búsqueda como TITLE-ABS-KEY (intercultural AND competence AND translator) AND PUBYEAR > 2011 AND PUBYEAR < 2024 AND (LIMIT-TO (SUBJARE, "SOCI") OR LIMIT-TO
(SUBJAREA , "ARTS" ) AND (LIMIT-TO ( DOCTYPE , "ar") y los documentos a analizar se redujeron a 41. Se procedió a generar datos sobre productividad, país, autor, fuente de publicación y afiliación. Finalmente, se extrajeron las palabras clave de los abstracts y se organizaron en categorías operativas. En la tabla 1 se observa la relación de artículos analizados.
Resultados
A continuación, se muestran los resultados obtenidos para cada fase del estudio:
Fase 1: todos los campos temáticos en los que Scopus organiza la producción científica sobre competencia intercultural del 2000 al 2023.
Fase 2: artículos sobre competencia intercultural en el área de ciencias sociales del 2012 al 2023.
Fase 3: artículos sobre competencia intercultural vinculados al campo de la traducción del 2012 al 2023.
En la fase 1 se trabajaron los siguientes descriptores: producción científica, países y área temática.
Como se observa en la figura 1 se ha producido un incremento constante en el número de publicaciones sobre comunicación intercultural, salvo en el año 2021 en el que se presenta una disminución significativa. A julio de 2023, el espectro de investigaciones de este año corresponde a más del 50% de lo producido en el 2022, lo que evidencia un aumento significativo.
Figura 2. Producción científica en los veinte países con mayor productividad.
Se han realizado estudios sobre competencia intercultural en 105 países de los cinco continentes. En primer lugar y con una amplia mayoría, se ubica los Estados Unidos, seguido de Alemania que son justamente, por cuestiones socioeconómicas y geográficas, los países que albergan el número más alto de inmigrantes, al igual que Canadá y Australia. Precisamente, contextos de migración de este tipo requieren de estrategias de comunicación intercultural y el Estado apuesta por los servicios de traducción e interpretación de servicios públicos. En el caso de Latinoamérica, Chile presenta mayor productividad, seguido de México y Argentina. Al respecto, México tiene avances significativos en lo que es traducción de lenguas indígenas y se ubica en el marco de la traducción de servicios públicos y comunicación intercultural.
Como se observa en la figura 3, hay una mayor productividad en los campos de las ciencias socia- les y humanidades, donde se ubica la disciplina de la traducción. Se aprecia que en el marco de las ciencias sociales se ha producido la mayor cantidad de definiciones y clasificaciones de ‘cultura’. Del mismo modo, resulta interesante observar el campo de la psicología, medicina, enfermería y otras profesiones vinculadas al ámbito sanitario, donde los profesionales que prestan servicios a la comunidad requieren habilidades de comunicación intercultural.
En la fase 2 se trabajaron los siguientes descriptores: producción científica en ciencias sociales en relación con otras áreas temáticas y número de publicaciones por país.
Como se puede observar en la figura 4, los estudios sobre competencia intercultural tienen una amplia presencia en el ámbito de las ciencias sociales y reflejan un porcentaje significativo (más del 50%) del total de estudios realizados en diferentes campos.
Figura 5. Producción científica en ciencias sociales por país.
El país donde se publicó el mayor número de artículos fue Estados Unidos, seguido de España y de Rusia. Los países asiáticos también tienen una presencia importante, especialmente en el caso de China, que tiene una tradición importante en cuanto a los estudios culturales. La productividad en Latinoamérica es mucho más baja. Chile destaca con 32 artículos, Colombia con 23 y México, Brasil y Argentina cada uno con 13 respectivamente.
En la fase 3, se añadieron filtros (traductor) y se obtuvieron datos sobre la producción científica, los países donde se generan los artículos y las áreas temáticas.
Figura 6. Productividad sobre competencia intercultural en estudios relacionados con el traductor.
A diferencia de las otras áreas disciplinarias, los estudios en el campo de la traducción no presentaron una tendencia al aumento. En los años 2017, 2018 y 2020 se evidencia una disminución en la producción científica. A partir del 2021, se aprecia una recuperación que, según los datos obtenidos, parece que se mantendrá en el 2023.
Figura 7. Producción científica por país.
A diferencia de los estudios realizados en otras áreas disciplinarias, los estudios sobre competen- cia intercultural en el caso de los Estados Unidos no son tan recurrentes, a diferencia de los países europeos donde el plurilingüismo es más frecuente. España mantiene un liderazgo interesante al igual que Rusia, ya que en sus territorios coexisten una variedad de lenguas nacionales, además de las extranjeras. Es importante mencionar los esfuerzos de la Unión Europea en las investigaciones sobre competencia intercultural. Por un lado, la incorporación de la sección de cultura como una de las áreas de formación del traductor en el EMT (European Master’s in Translation) y, por otro, el apoyo para el proyecto PICT. En el caso de la traducción de servicios públicos, España ofrece formación a nivel de posgrado, con maestrías en varias universidades y también cuenta con grupos de investigación, como FITISPos, Formación e Investigación en Traducción e Interpretación en los Servicios Públicos.
Figura 8. Producción científica por autor.
En los 38 artículos, se identificaron 69 autores. Solo Gavrilenko participó en dos artículos. En cuanto al número de autores por artículo, se observa un aumento en la producción científica en la que participa más de un investigador.
Figura 9. Producción científica por idioma.
El inglés sigue posicionándose como el idioma de la comunicación científica, seguido del español, lo que es coherente con el hecho de que España se ubica en el segundo lugar entre los países con mayor producción científica en materia de competencia intercultural.
Tabla 2. Fuentes de publicación de artículos sobre competencia intercultural.
Se ubicaron 29 revistas donde se publicaron los artículos de investigación. Si bien las lenguas de las revistas son 11, los artículos se publican mayormente en inglés. Se revisaron las revistas y se identificaron diferentes coberturas temáticas que corresponden básicamente a dos categorías: Letras y Ciencias Sociales. La subdivisión en áreas temáticas se muestra en la figura 10.
El área más recurrente en los estudios de traducción intercultural corresponde a la de lengua y lingüística que pertenecen tanto a letras como ciencias sociales, seguida de literatura y teoría literaria, y educación. Solo en una revista consultada existe un área que contempla los estudios en Traducción e Interpretación. Las otras áreas son un reflejo de las diversas concepciones que existen en torno a la cultura en diferentes disciplinas.
Se ubicaron 139 palabras clave cuya recurrencia en los estudios analizados es muy baja, tal como se puede apreciar en la figura 11. Las tres palabras más recurrentes son intercultural competence (12), translation (10) y translation/translator training (13). En el caso de translation es un tér- mino bastante general, que puede abarcar diferentes dimensiones. A continuación, se presenta la relación de palabras clave encontradas. Se ha procedido con la reducción de algunos términos que presentaban variación como ‘culture-bound terms’, ‘culture-specific item’ ‘culturonym’; ‘transla- tion training’, ‘translator training’, ‘translation didactics’, ‘translation education’, por citar algunos casos.
A partir de las palabras clave identificadas, se puede proponer el mapa de los estudios interculturales en el ámbito de la traductología, el mismo que puede evolucionar y perfeccionarse con los aportes de las investigaciones que se sigan realizando en el campo de las ciencias sociales, ciencias humanas y las disciplinas vinculadas con la traducción e interpretación.
En la figura 12 se presenta una propuesta del mapa de estudios interculturales que contemplan tres ramas fundamentales: competencia intercultural, comunicación intercultural y transferencia intercultural, las mismas que se ramifican en dimensiones más específicas.
Conclusiones
El campo de estudio de la competencia intercultural es bastante amplio y transversal a las lenguas, culturas, disciplinas y áreas temáticas. Si bien su presencia es elevada en el campo de las ciencias sociales, no lo es en la frecuencia que debería ser en los estudios de la traducción y del traductor. Esta situación puede deberse a la elección de la base de datos Scopus para la realización de este estudio, y al hecho de que la mayoría de investigaciones que se realizan en el campo de la traducción son de naturaleza descriptiva y las revistas donde se publican estos artículos se encuentran indexadas en Scielo y Latindex. Asimismo, se evidencia una tendencia en incorporar el componente intercultural como parte de las competencias profesionales debido a las intervenciones y negociaciones en las que se ve involucrado el profesional (contextos multiculturales).
Por lo tanto, los estudios vinculados al sector educativo representan un porcentaje significativo, así como las revistas que publican artículos sobre formación de la competencia intercultural como Interpreter and Translator Trainer.
Finalmente, uno de los aportes de los trabajos de revisión bibliométrica es contribuir a la construcción de mapas que sinteticen las áreas y objetos de investigación y que puedan servir de base para la realización de futuros estudios empíricos en otros contextos, como el latinoamericano, donde el factor multicultural y multilingüístico vinculado con nuestros pueblos originarios es un área por desarrollar.