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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.34 Santa Cruz de la Sierra jun. 2023

 

https://doi.org/10.56992/a.v1i34.421

ARTÍCULOS

 

"YO NACÍ EN LA CASA DE GABRIEL
RENÉ MORENO": Memoria y Legado de
Lucha por la Integración Chileno-Boliviana
de Leonardo Jeffs Castro
(1938-2015)

 

"I WAS BORN IN THE HOUSE OF GABRIEL RENÉ MORENO":
Memory and Legacy of the Struggle for Chilean-Bolivian
Integration by Leonardo Jeffs Castro (1938-2015)

 

 

Víctor H. Rojas Vásquez*, José Gabriel Jeffs Munizaga**, Claudio Tapia Figueroa***
*Doctor phil., Universität Erfurt, Alemania, Magíster en Historia de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, académico de la Universidad San Sebastián.
Correo: victorrojas74@gmail.com

**Periodista y Licenciado en Comunicación Social, Doctorando en Comunicación
de la Universidad Nacional de La Plata, Magíster en Estudios Internacionales
de la Universidad de Santiago, académico de la Escuela de Negocios Internacionales
de la Universidad de Valparaíso.
Correo: jose.jeffs@uv.cl

***Doctor en Estudios Americanos de la Universidad de Santiago,
Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, director del Departamento
de Humanidades de la Universidad Técnica Federico Santa María.
Correo: catf72@gmail.com

Fecha de recepción: 18 de febrero de 2022     Fecha de aprobación: 20 de abril de 2023

 

 


Resumen

El presente artículo corresponde a una biografía y transcripción de la última entrevista al historiador chileno, académico universitario, militante por la integración latinoamericana y la causa marítima boliviana, Leonardo Jeffs Castro. Esta fue realizada meses antes de su muerte en Valparaíso el año 2015.

El profesor Jeffs deja un legado imperecedero por su labor como educador para la integración continental y su alegato a favor de la causa marítima boliviana. Dedicó su vida y obra a esta luchadesde 1969 hasta su muerte. Difundió, a su vez, el legado de su paso por Chile de Gabriel René Moreno, Manfredo Kempff Mercado, Roberto Prudencio y Jorge Siles Salinas, entre otros.

Incansable impulsor de los encuentros intelectuales binacionales chileno-bolivianos, aprendió a conocer, amar y entender los sentimientos del pueblo boliviano, sus anhelos y sensibilidades.

La presente contribución se estructura de la siguiente forma: extractos de sus memorias a través de lo que fue la última entrevista y subsecuentemente se ahonda en los hitos fundamentales presentes en su bio-bibliografía.

Palabras claves: Bolivia, Reintegración Marítima, Integración Latinoamericana, Latinoamérica, Historia de las Relaciones Internacionales, Historiografía.


Abstract

This article corresponds to a biography and a transcription of the last interview given by the Chilean historian, university academic, Latin America integration and Bolivian maritime cause activist, Leonardo Jeffs Castro. This was made a few months before he passed away in the year 2015 in Valparaíso.

Professor Jeffs leaves an endless legacy for his duty as an educator for the continental integration and his advocacy in favor of the Bolivian maritime cause. He dedicated his life and work to this fight from 1969 until his death. He spread, in turn, the legacy, from his time in Chile, of Gabriel René Moreno, Manfredo Kempff Mercado, Roberto Prudencio and Jorge Siles Salinas, among others.

Tireless promoter of the binational Chilean-Bolivian intellectual meetings, he learned to know, love and understand the feelings of the Bolivian people, their sensitivities and desires.

This contribution is structured as follows: extracts from his memories through his last interview, and subsequently deepened in his main milestones found in his bio-bibliography.

Keywords: Bolivia, Maritime Reintegration, Latin America Integration, Latin America, International Relations History, Historiography.


 

 

Introducción

Leonardo Humberto Jeffs Castro era un hombre multifacético y de convicciones profundas, pareciera que el haber nacido en la casa que Gabriel René Moreno, intelectual cruceño, padre de la historiografía boliviana y destacado educador que desarrolló gran parte de su obra estando radicado en Santiago de Chile, marcó su vida y los hechos posteriores tienden a revelar un destino marcado en aquella casa de la calle San Isidro.

El trabajo desarrollado como educadores junto a Elena María Munizaga, su compañera de vida, fue un apostolado que los llevó a formar a generaciones entre Santiago, Limache, Antofagasta, Viña del Mar y Valparaíso, ciudad en donde en el último tiempo de su vida fue director del Instituto de Historia de la Universidad de Valparaíso.

Sus inquietudes políticas como católico progresista lo llevaron, junto a su esposa, a ser parte del Movimiento Iglesia Joven, dirigente de la Izquierda Cristiana, integrante de la Unidad Popular y candidato a diputado en dos oportunidades.

Sin duda la gran pasión de su vida fue la lucha por la integración latinoamericana, los derechos y la dignidad humana. La expresión de la integración latinoamericana está más clara a través de su obra como historiador, que marca un hito fundamental en el estudio de la historia de las relaciones chileno-bolivianas. Su estudio de la participación de los oficiales chilenos, liderados por Aquiles Vergara Vicuña, como parte del ejército boliviano, en la guerra del Chaco, sus investigaciones sobre la trascendencia de bolivianas y bolivianos en Chile y de chilenas y chilenos en el devenir de Bolivia, sumado a su decidido apoyo a la demanda marítima boliviana marcó su obra y la formación de muchas y muchos en Chile. Una fecunda obra, desde libros, artículos académicos y de prensa hasta su tesis doctoral, así lo atestiguan.

Formó y creó instituciones como el Instituto Chileno-Boliviano de Cultura y los Encuentros binacionales de Historiadores y Cientistas Sociales Chileno-Boliviano y la Cátedra Latinoamericana para la Integración.

Su lucha por el entendimiento entre ambas naciones y la búsqueda del retorno de Bolivia al Océano Pacífico, lo llevó a liderar el Acta de Lovaina en 2005. En esta declaración un grupo de académicos de Chile, Perú y Bolivia se pusieron de acuerdo para lograr formas de entendimiento trinacio-nal en pro de la recuperación de la soberanía marítima de Bolivia. Todo un hito para la diplomacia que marcó su devenir académico.

Su rol en la Academia

Uno de los aportes más sustantivos del trabajo de Leonardo Jeffs en el ámbito de la Academia, se relaciona con las clases que dictó en el ámbito de la historia de américa y especialmente dentro de estas la relevancia del proceso de conocimiento y comprensión de las realidades de todos los países de la región latinoamericana, ello como parte de la necesaria construcción de integración desde el mundo intelectual en el que los estudiantes de pedagogía, especialmente del área de la historia y las ciencias sociales debían conocer, para poder colaborar, desde la Academia, a la mejora de las relaciones interestatales.

En efecto, durante su permanencia en instituciones como el Instituto Profesional de Estudios Superiores y posteriormente la Universidad Blas Cañas (actualmente Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez), como también en la Universidad de Valparaíso, entre muchas otras casas de estudio. Leonardo Jeffs manifestó permanentemente su preocupación por la construcción de espacios en donde los temas de la integración latinoamericana fuese una constante, dejando como importante herencia cientos de estudiantes y actualmente docentes que se vincularon de una u otra forma a la tarea de conocer en profundidad, la historia y la cultura de los países vecinos.

Esta tarea se vio potenciada en los esfuerzos desarrollados desde mediados de la década del 90' con relación a los encuentros académicos desarrollados entre planteles de educación superior chilenos y de argentinos, peruanos y bolivianos. En la práctica, los encuentros de historiadores de Chile con Argentina, y sus resultados promisorios fueron parte del impulso que permitió avanzar en encuentros con intelectuales y académicos de Perú y de Bolivia hacia finales de la década. En todos estos encuentros se destacó la figura de Leonardo Jeffs, participando activamente en la promoción y en la organización de dichos encuentros cuya realización se realizaba alternadamente en uno u otro país.

Así, comenzando el siglo XXI, los esfuerzos por desarrollar una política de integración desde el mundo de la Academia fueron potenciados en la medida que el profesor Jeffs consolidaba su labor docente en el Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso, situación que se consagró en 2003 con la creación de las I Jornadas de Historia de las Relaciones Internacionales, punto de partida para una serie de eventos que se fueron desarrollando en los años siguientes y que fueron parte de una acción que apoyó el Instituto de Historia y Ciencias Sociales, y que se vio consagrado cuando en 2006 se creó el Centro de Estudios Latinoamericanos, bajo la dirección del profesor Jeffs y que permitió no solamente continuar con la organización de eventos académicos, sino que también proyectar los debates y discusiones en estas instancias con la creación de la Revista de Estudios Latinoamericanos. Además, de la organización de seminarios de invierno y verano por la participación de destacados académicos provenientes de los países vecinos cuyo enfoque se orientaba en la búsqueda de espacios de comunión en la historia, así como los desafíos integracionistas con una mirada de futuro.

 

Memoria

Sus primeros años, desde la casa de Gabriel René Moreno a la vocación pedagógica.

ENTREVISTADOR (E. en adelante): sábado 25 de abril de 2015, Don Leonardo háblenos un poco usted, dónde nació, háblenos sobre sus padres.

Leonardo Jeffs (L.J. en adelante):

Nací en Santiago de Chile, el 3 de noviembre de 1938, en un barrio central, en la calle San Isidro, en una casa que ocupaban mis abuelos paternos. En esos años las guaguas nacían en las casas, no era usual que nacieran en otra parte. Esa casa de San Isidro N°1281 la tengo marcada porque esa casa perteneció a Gabriel René Moreno, gran bibliógrafo boliviano, que, por razones que serían largas de contar, la legó por testamento a una joven chilena, Luisa Rocuant quien después ya mayor pudo disponer de la casa y se la arrendó a mi abuelo, ahí nací.

Al poco tiempo me fui a vivir a la casa de mi abuela paterna, la mamá de mi padre que vivía en la calle Blas Cañas, una callecita corta que existe hasta el día de hoy. Era una casita pequeña allí transcurrieron los años de mi niñez, juventud hasta que ya decidí casarme.

Mis padres eran gente modesta, mi padre descendía de británicos, mi abuelo Guillermo con su hermano Charles tenían una mueblería en San Isidro, que se llamaba Fábrica Inglesa de Muebles de Mimbre. Mi padre desde muy joven colaboró con mi abuelo en esa fábrica, porque mi tío Charles murió cuando tenía 19 años, cuando mi padre tenía alrededor de cinco años.

Mi padre siempre acompañó a mi abuelo hasta el año 42 en que mi abuelo falleció. Después la fábrica, como se le llamaba, fue controlada por mi abuela María Balmori, hija de mexicana y español. Mi abuela María decidió confiar en mi tío Juan para seguir con la empresa. Mi tío Juan, más joven que mi papá, puso un empuje especial a la fábrica y le dio muchas posibilidades de desarrollo. Los muebles de mimbre se transformaron en muebles de caña. Nosotros dependíamos familiarmente de las ventas de los muebles. Mi padre tenía una parte de eso, la que tenía que ver con la confección de los cojines, que era una parte menor del total de la venta, así que mi padre muchas veces se dedicó a hacer algún otro tipo de negocio, ya sea compraba cosas, como máquinas de coser o bicicletas, las arreglaba y luego las vendía. También iba a remates y remataba por unos objetos que después lograba vender a un mejor precio.

Mi madre siempre lo ayudaba en todos sus quehaceres, porque mi madre hasta el día que se casó, trabajó como empleada en la Casa Gath & Chaves. Ella había estudiado en un instituto comercial que estaba en Alameda con Santa Rosa, mi padre había estudiado en el colegio San Pedro Nolasco de los religiosos Mercedarios y después en el Instituto de Humanidades Luis Campino, en pleno centro de Santiago, pero no completó sus humanidades, yo tengo un hermano un poco menor, Eduardo, que vivió también en nuestra casa hasta el día que se casó, un tiempo después de haberme casado yo.

E: ¿A qué escuela fue usted Don Leo, a qué Liceo fue?

L.J.: ¡Uf! yo pasé por muchos, primero estuve un tiempito con mi abuela María en La Granja, cuando era más bien campo que otra cosa, no sé por qué razón mi abuela se fue a vivir allá y me mandaron a aprender a leer y escribir con una señora que vivía en frente de la casa. Me enseñaba a leer y escribir recortando letras de los diarios.

E: ¿Recortando letras de los diarios?

L.J.: Sí, entonces uno iba uniendo las letras e iba formando frases. Después más adelante entré al Oratorio Don Bosco de los Salesianos de la calle San Isidro, pero no tuve una buena experiencia, me tocó ahí un sacerdote que, a mi juicio, era muy autoritario y yo me enfrenté con él y bueno aquel enfrentamiento significó que tuve retirarme del colegio.

Una tía mía, hermana de mi abuelo, muy vinculada a algunas esferas eclesiásticas, tenía mucha influencia, logró que mi hermano y yo fuésemos admitidos en el colegio San Pedro Nolasco, con medias becas, y ahí nos mantuvimos varios años, como nueve años y fue una experiencia de dulce y agraz. Tengo solamente un buen amigo de esos años (Rafael Terreros), no tengo tan buenos recuerdos porque no me sentí valorado, en el colegio se valoraba mucho a los deportistas o a los que tenían condiciones para destacarse en el deporte, pero por cosas especiales yo me fui descuidando de los estudios y repetí el quinto año de humanidades (el tercero medio de hoy día). Al repetir, los religiosos le dijeron a mi padre que no podían mantenernos bajo esa condición de dos medias becas, así que tendría que pagar completo. Mi padre no tenía la situación económica para eso. A pesar de que quería mucho al colegio y que había hecho parte de sus estudios ahí, cuando los religiosos le dijeron que le pagáramos con muebles de la mueblería, mi padre lo consideró insultante, así que decidió que no siguiéramos.

Al poco tiempo encontré en la calle Carmen, frente a Blas Cañas, casi a una cuadra de distancia de mi casa, un letrerito que decía "Instituto Carlos Casanueva, dependiente de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Católica. Educación gratuita", llegué contentísimo a mi casa y les hablé a mis padres de lo que había encontrado y me pude matricular ahí, mi hermano, en cambio, se fue al colegio Leonardo Murialdo.

Para mí, el encuentro con el instituto fue un acontecimiento, una oportunidad con la cual se me abrían puertas, empecé a ser valorado, tomado en cuenta, a tener confianza en mis profesores, algunos muy poco mayores que yo, y me destaqué. Hice el quinto y sexto de humanidades y ya una vez egresado pude constatar que, por lo menos cinco compañeros de curso, estábamos optando por estudiar pedagogía, algo inusitado en la escuela, algo fuera de lo común. Lo que provocó eso, fue la calidad de los profesores que teníamos.

Posteriormente trabajé un tiempo en el instituto coordinando un taller, trabajé también, en un organismo dependiente del instituto que era un liceo nocturno mixto. Hice clases de filosofía ahí, mientras llegaba el profesor, que afortunadamente, para mí, no llegó nunca. No importaba mucho porque ese establecimiento no tenía exámenes válidos entonces los alumnos se presentaban por su cuenta ante la comisión del Liceo Barros Borgoño.

Allí aprendí, a través de una sugerencia del rector, el profesor Enrique Cueto, que, si quería yo abocarme por la política, que era algo que empezaba a interesarme en mi vida, que estudiara pedagogía porque de esa forma conocería al ser humano y así podría entender mejor la política.

Un pedagogo y servidor público

E.: Sus primeros pasos como pedagogo, según usted, contaba los dio en el Instituto Carlos Casa-nueva, pero quisiéramos saber más al respecto.

L.J.: Sí, mis primeros pasos los di en el propio Instituto Carlos Casanueva y posteriormente, ya estando en el Pedagógico de la Universidad de Chile, trabajé en el Liceo del Buen Pastor, hasta que me casé, en el año 1964, y a partir de ahí dejé mi trabajo en el liceo parroquial, como así, también diversas actividades que realizaba en el Instituto Carlos Casanueva.

E.: ¿Le quitaba mucho tiempo?

L.J.: Sí, además que yo soy muy desordenado. A partir de esos años me cautivó la Doctrina Social de la Iglesia y el cooperativismo. Se dio la ocasión de que pude inscribirme en un curso para instructores en cooperativismo, lo seguí y a partir de ahí conocí a Emilio Saa-vedra, un dirigente demócrata cristiano e hicimos buenas migas y él me facilitó contactos para que yo pudiera entrar a trabajar como asesor de cooperativas en INDAP. Sin ser yo demócrata cristiano, trabajé varios años en INDAP, tuve buenos maestros en cooperativismo, gente convencida, era una mirada y un proyecto en el cual valía la pena avanzar.

Trabajé un tiempito en Santiago y posteriormente en la actual Quinta Región, en lo que era entonces la provincia de Valparaíso. En esto se trabajaba directamente con las organizaciones.

E.: ¿Ese fue su tiempo de vivir en Limache?

L.J: Sí, ahí viví en Limache, la oficina estaba en Quillota y había que ir a terreno. Lo cual implicaba trabajar hasta tarde, cosa que no era suficientemente bien entendido por los funcionarios de oficina, ya que ellos entran a una hora y salen a una hora determinada. Nosotros sencillamente entrábamos más tarde y salíamos a la hora del cuete (sic). A veces estábamos comiendo algo y salíamos recién a las 10:30 de la noche, afortunadamente teníamos vehículos de INDAP, pero no eran los mejores. Hicimos una labor muy digna, tal vez los resultados no fueron los esperados, pero se trabajó con pasión por ayudar a los campesinos y los pescadores.

Luego volví a Santiago y allí no funcionó, a decir verdad. Mi jefe me dijo que me buscara otra región, otra provincia "donde puedas trabajar a gusto". Así empecé a buscar por el norte, a lugares donde la gente no quería irse y, justamente, en Calama estaba el puesto vacante y a mí me gustaba, así que finalmente opté por Calama.

Nos fuimos en el año 1970, nos instalamos primero a vivir en Antofagasta, yo iba tres semanas del mes a Calama y a los pueblos del interior, y una semana al mes recorría las caletas del litoral, hasta que me pidieron que diera unas conferencias en una escuela de invierno organizada por la universidad de la zona. Al terminar estas conferencias realizadas en Antofagasta, recurrieron varios religiosos jesuitas, el tema era "Cristianismo y Realidad Latinoamericana", que era un tema que conocía desde mi experiencia y a partir de ahí me ofrecieron trabajar en la Universidad del Norte por media jornada, les dije que lo agradecía, pero media jornada no me servía, yo vivía de un sueldo y media jornada era medio sueldo y yo buscaba la manera de juntar las dos jornadas.

Así estuve vinculado a la Universidad Católica del Norte un tiempo como profesor a honorarios y después en el año 71 logré ganar un concurso, el cual me mantuvo en la universidad hasta el 31 de octubre de 1973. En la universidad desempeñé varios cargos como jefe de carrera y como director de departamento.

E: ¿En la carrera de Historia?

L.J: Sí, en Historia, una cosa curiosa que... son cosas que suceden, yo no estaba titulado, pero se dan esas situaciones y para mí eso no es ningún problema, pero para otras personas sí era un problema.

Por ejemplo, está el caso de Don Oscar Bermúdez. Yo dudo que haya terminado su enseñanza media y es el más destacado historiador del salitre, y Don Guillermo Feliú Cruz, que fue decano de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, dudo que haya terminado la universidad, fue también director de Bibliotecas, Archivos y Museos, así que los grados y títulos a mí me tienen sin cuidado porque lo importante es que uno sea capaz de hacer las cosas.

El Golpe de Estado en Antofagasta

L.J.: Para el 11 de septiembre del 73, vivía con mi familia en una casa que había sido asignada a un trabajador de Cordechuqui (actualmente esa urbanización lleva por nombre Villa Codelco). Ese trabajador no podía vivir solo por un problema de alcoholismo que había vivido, necesitaba compañía y nosotros no teníamos dónde vivir, entonces se juntaban dos situaciones que se complementaban y se ayudaban mutuamente.

Bueno, a raíz del Golpe todo se complicó y lo primero que yo traté de hacer, una vez que se levantó el toque de queda, fue ir al banco a sacar algo de dinero, después tratar de encontrar algunas amistades. Al primero que busqué fue al historiador y gran amigo, Oscar Bermúdez, que vivía en la parte central de Antofagasta, pero a varias cuadras de la playa. Con él nos reuníamos periódicamente a conversar reescribiendo una nota, él no era solamente un estudiante era un hombre múltiple, culto que sabía mucho de todo. Bueno, me encontré con él y comprobé que estaba bien. Otra de las personas que traté de ubicar, fue a la poetisa Chely Toro, me relacionaba con ella porque ambos éramos del directorio del Instituto Chileno-Boliviano de Cultura de Antofagasta, institución en la cual me cupo un rol, con otras personas, al fundarla el año 71. El Instituto Chileno-Boliviano de Cultura de Antofagasta fue para mí muy importante, muy importante.

Otra institución, a la cual yo estuve vinculado estrechamente, fue la Izquierda Cristiana, de la cual fui dirigente y candidato a diputado en las elecciones de marzo del 73.

De estrecha vinculación conmigo fue también la Universidad del Norte de Antofagasta, de la cual yo era profesor, primero a honorarios desde el año 70 y después definitivamente contratado el año 71. Ahí traté de ubicar gente, estaba preocupado por lo que estaría por venir.

Bueno, para nosotros los de la Izquierda Cristiana en realidad no debería haber sido tan preocupante la situación, porque éramos un grupo pequeño de pocos militantes con una votación muy escasa en la elección parlamentaria pero ahí uno nunca sabe, siempre está más el temor que la realidad y me relacioné tanto con la gente de la universidad en la cual tenía varios amigos, tales como Waldo Valenzuela, su mujer Ulda Miranda, que no pertenecía a la Universidad pero que a su casa llegaba mucha gente.

Waldo tenía y tiene aún, un espíritu de acogida muy grande, junto con Ulda. Después vi a don José María Casasas, que era un profesor de origen catalán que trabajaba en la universidad, algunos de mis alumnos y, de repente, supe de que había aparecido fusilado un ex alumno de la carrera de Pedagogía en Historia y Geografía de la universidad que había sido interventor de la Compañía Cervecerías Unidas.

En este momento no puedo recordar el nombre, pero es fácil encontrar que él está entre los primeros ejecutados (en búsqueda complementaria a la entrevista se encontró el nombre del estudiante: Washington Radomil Muñoz Donoso). Me impactó mucho porque era un muchacho joven, sano, bien intencionado, de esfuerzo.

Después me encontré con don José Papic, que era un empresario panadero de Antofagasta. Don José era del Instituto Chileno-Boliviano de Cultura, un hombre con un espíritu integracionista. Nada, de un tirón le manifesté mi preocupación por el secretario general Regional del Partido Socialista, Mario Silva. Él me dijo que estaba haciendo todas las gestiones posibles para lograr que no le pasara nada, pero lo vi muy afectado después cuando me reconoció que sus empeños habían sido infructuosos porque Mario también fue uno de los fusilados.

Un hombre íntegro y que fue fusilado por ser socialista, hay otros como Eugenio Ruíz-Ta-gle que fue secretario general de la Universidad del Norte y que posteriormente fue gerente general de INACESA (Industria Nacional del Cemento) y que también murió fusilado.

Hay otras personas que conocí como el alcalde de Tocopilla, Marco Felipe de la Vega Rivera, un hombre del Partido Comunista, integro total. No sé por qué se ensañaron tanto con algunos, tal vez para amedrentar a la población, se atribuyen todas estas muertes y otras más a la llamada "Caravana de la Muerte", tengo la convicción de que el general a cargo de Antofagasta, don Joaquín Lagos Osorio, era un hombre muy noble, pero tengo también la certeza de que sobre él se impusieron otros mandos y fueron los que obligaron a torturar, a dejar en estado calamitoso a los detenidos, y que no hubo ninguna otra opción frente al paupérrimo estado en que se encontraban que no fuera fusilarlos para que murieran definitivamente. Esos son algunos recuerdos después del Golpe, pero tengo más recuerdos.

E.: ¿Cuándo sintió usted que su vida ya corría peligro profesor?

L.J: No, nunca sentí eso, pero quisimos venirnos a Santiago por unos días a averiguar a la casa de mi suegros si podíamos volver, algún temor tendríamos, bueno yo llego a Santiago y por supuesto que era una pregunta absurda si podíamos estar ahí en la casa de mis suegros -pero uno hace preguntas absurdas de repente- luego volvimos a Antofagasta y fuimos preparando todo para el regreso a Santiago y mientras tanto en mi oficina en la universidad entraron algunas personas, se supone militares, y sustrajeron sobre un centenar de libros, yo presenté el listado al general Joaquín Lagos reclamando y nunca tuve respuesta, pero vuelvo a repetir tengo buen concepto del General Lagos no así de su lugarteniente, un coronel muy sanguinario (sic).

Segunda parte de la entrevista del sábado 25 de abril del año 2015, Don Leonardo:

E: ¿Quiere seguir con los recuerdos del Golpe?

L.J.: Sí, yo quiero recordar algunas de las otras tantas aberraciones que se cometieron en Antofagasta, como fue la muerte de una pareja joven, el Nesco y la Lula, que trabajaban en la universidad y pertenecían al MIR eran personas totalmente entregadas a los estudiantes. Ellos fueron fusilados, según dicen por la famosa ley de la fuga. ¡No puede haber más injusticia que fusilar a alguien por la espalda y sin dar ni una posibilidad, ninguna posibilidad, ninguna, ni una a un juicio justo si es que hay algo en contra de uno!

Al volver a Antofagasta, después de haber estado unos días en Santiago, decidimos la vuelta y yo perseguí que me reconocieran los años de servicio en la universidad con eso pude lograr una pequeña indemnización, no fue fácil, pero lo logré y pudimos partir de Antofagasta, de regreso a Santiago, el 31 de octubre del 73.

En Santiago viví un proceso de acomodo que no fue fácil, después de algunos años regresé a Antofagasta de paso con un grupo de estudiantes en un viaje al norte.

E.: Esos estudiantes ¿de qué institución eran profesor?

L.J.: Del Colegio Saint George. Sí, y pude descender en Antofagasta, caminar por sus calles, recorrer los sitios conocidos y no logré ver a casi nadie conocido salvo a Don Oscar Bermúdez, pero me sentía como si esa hubiese sido siempre mi ciudad, en la cual pude realizar muchas actividades, fue un período muy creativo de mi vida y logré alcanzar grandes amistades, la principal de ellas fue Don Oscar, quiero dejar hasta ahí mis recuerdos del Golpe, no sé si habría algo más.

Bolivia, tantas veces y para siempre

E.: Su inquietud por Bolivia profesor ¿cuándo nace?

L.J: Parte de una casualidad, estamos en el año 1969, en Santiago de Chile. Yo era presidente del Movimiento Iglesia Joven, una agrupación de postura crítica dentro de la Iglesia Católica, pues bien llega un muchacho a traerme una invitación para un Congreso de Profesionales Cristianos del Cono Sur de América Latina. ¿Qué podía decir yo, que me encantaba viajar? Podría haber sido a cualquier parte, eso sí y habría aceptado con gusto, no tenía ninguna preferencia por Bolivia, más bien Bolivia estaba sobre los países que tenía prejuicios y fui a ese congreso. Ese encuentro del año 69 fue para mí como si hubiera estado ciego y viera el mundo, fue sorprendente, fue como un impacto en mi ser, gente joven de ese país, conocerla, tan esperanzada, comprometida por un país mejor, con un espíritu tan abierto hacia todos, incluso hacia nosotros los chilenos.

Desde allí empecé a interesarme por Bolivia. Me acuerdo que de las primeras cosas por las que me llamó la atención fue la Revolución Boliviana, después por conocer un poco la relación de nosotros, los chilenos respecto a los bolivianos. Tanto me interesé por Bolivia que después trabajando en la Universidad del Norte el año 70, ofrecí un curso sobre Bolivia y después había que tener material y me ofrecí ante la universidad para ir a buscar el material a Bolivia.

El año 71 viajamos como familia a Bolivia por tierra, frecuentamos una familia amiga, conocimos algo, esos son mis primeros viajes a Bolivia.

E: ¿Qué ruta hacían profesor?

L.J: En el caso del viaje que hicimos con mi familia el año 71, nos fuimos en una de estas micros chicas hasta la frontera. Allí nos aseguraron que podríamos conseguir movilización para continuar, porque hay un tren que llegaba hasta la frontera, era un tren especial de muchos contrabandistas. Pues bien, a duras penas conseguimos espacio y continuamos en el tren hasta La Paz. Esa era la ruta que usábamos en ese tiempo.

E: ¿Vía Antofagasta?

L.J: No, Arica. Al regresar lo hicimos también La Paz-Arica, pero en otras oportunidades usamos otra ruta. Me acuerdo de que, en otro viaje, ya oficialmente invitado, fue en un avión de Lufthansa. El segundo viaje creo haberlo hecho en avión desde Arica y después muchas veces usé, cuando íbamos con estudiantes, el tren desde Calama a Oruro.

E: ¿Y cuánto duraba ese viaje?

L.J: ¡Uf! en algunos casos era tremendo, 37 horas imparables, el tren no se detenía en todo el trayecto. He viajado por todos los medios, conocía parte de Bolivia, pero no conocí todo. Así que de ahí comencé a interesarme, empecé a estudiar, a conocer.

De repente me encontré con que yo coincidía en la necesidad de que Bolivia volviera a tener mar y que la relación entre chilenos y bolivianos fuera mejor, apareció la figura de Aquiles Vergara Vicuña, alguien me lo mencionó, me dediqué a estudiarlo y encontré una enorme coincidencia entre lo que él había querido hacer y lo que hizo y, desde luego, lo que nosotros queríamos hacer. De tal manera que ahí hice una biografía de Aquiles (Jeffs, 1995).

E: Esa biografía de Aquiles Vergara Vicuña fue el puntapié inicial para la producción historiográfica posterior.

L.J: Yo creo que sí, porque ahí me di cuenta de otras cosas, Aquiles era parte de un grupo y de ahí surgió una serie de trabajos que se encuentran en el libro "Encuentros y Desencuentros: Chile y Bolivia 1928-1935" (Jeffs, 2005) y fueron surgiendo otros.

Ese fue el punto de partida para mi tesis doctoral sobre Chile y la guerra del Chaco. Quiero recordar que no soy militar ni lo he sido y que ni siquiera fui al servicio militar. Entonces he tenido que aprender de un ámbito que no conocía.

Este aprendizaje no fue fácil, tengo algunos amigos militares que me ayudaron a comprender algunas cosas, de alguna manera mi tesis doctoral pretende acercar a nuestro pueblo con la realidad de la guerra del Chaco, que es una realidad tremenda a la cual también Chile se vio enfrentado. Bueno, nace de una necesidad de buscar un entendimiento, en algún momento compartimos algunas cosas, sino también es ver cómo podemos solucionar los problemas. los cuales existen y no los podemos negar.

E: ¿Usted considera profesor que hay una solución?

L.J: Yo soy optimista por esencia, entonces creo que todo se puede lograr, pero para eso hay que poner voluntad de muchas partes, quizás lo que hay que poner hoy día es una muy buena voluntad de la opinión pública de los países involucrados, sobre todo de Chile y, más que nada, de Perú y después de los estudiosos, los que no siempre ayudamos en estas cosas.

Perú, Bolivia y Chile nos necesitamos mutuamente, nosotros separados como hemos estado somos menos que si estuviéramos unidos, creo que en algún momento algo puede resultar.

E: Ahora, ¿alguna propuesta suya para intentar solucionar los conflictos?

L.J: Yo diría que debe ocurrir la reactivación de la propuesta del Acta de Lovaina, que se hizo el 2006, en la Universidad Católica de Lovaina por parte de cuatro chilenos, cuatro bolivianos y cuatro peruanos, que constituye en el norte de Chile un área de desarrollo económico que active el sur del Perú, el occidente boliviano y el norte de Chile, dentro de eso inserto el problema del mar. El problema del mar sin un plan de desarrollo no soluciona nada.

E: Pero profesor, desde el punto de vista del desarrollo del puerto de Arica, éste es muy funcional a Bolivia, ¿Está presente, mejor dicho, el hecho de lo que es para el pueblo boliviano, en lo que significa del punto de vista identitario el tener una costa?

L.J: Por supuesto que sí, estoy de acuerdo, pero no basta con eso. Hay que verlo traducido en progreso económico y oportunidades para todos.

E: ¿Y esas oportunidades para todos tienen que ser trinacionales?

L.J: Por supuesto que sí, porque nadie va a estar dispuesto a ceder algo si no se beneficia, los seres humanos tenemos una cuota de ego que necesitamos satisfacer.

E: ¿Qué mensaje le deja usted a los chilenos profesor?

L.J: A los chilenos, que no nos sigamos creyendo los seres perfectos de América Latina, no nos sigamos creyendo que somos los mejores, sino que somos parte de un todo en el cual todos nos necesitamos, nosotros podemos aportar, pero también debemos estar dispuestos a recibir. De los bolivianos podríamos recibir mucho si los conociéramos un poco más, potencialidades al respecto hay muchas.

E: ¿Piensa usted que es una tarea pendiente?

L.J: Por supuesto que síy creo que es una tarea pendiente para mucho tiempo, no es una cosa fácil, pero se puede ir avanzando poco a poco. Tengo mucha esperanza en la visita del Papa a Bolivia para julio y en lo que pueda hacer él respecto a este tema y en su posterior visita a Chile para el próximo año, porque el Papa cuando se mete en los llamados "asuntos pastorales" no está pensando en crear una oración, está pensando en contribuir a solucionar los problemas para que la calidad de vida de los habitantes de esta tierra sea mejor. Así que tengo mucha esperanza en él.

E: Su mensaje al pueblo boliviano profesor

L.J: Un saludo fraterno, un agradecimiento de todo lo recibido desde el año 1969 hasta el año 2013, que fue la última vez que fui a Bolivia.

Tres años después de la partida de Leonardo Jeffs, se realizó el XV Encuentro Boliviano-Chileno de Historiadores y Cientístas Sociales, en la ciudad de La Paz, instancia en la que se rindió un homenaje póstumo a quien fuera uno de sus mayores artífices, especialmente desde el mundo de la academia, pero también desde el compromiso personal (Lara, 2017). Para este 2023, nuevamente se está desarrollando la convocatoria, esta vez organizada por la Universidad de Tarapacá, bajo el mismo espíritu de aporte desde la academia, hacia el entendimiento entre ambos países, tal como lo predicaba Don Leo, durante su vida.

 

Trayectoria académica de Leonardo Jeffs Castro

•   Profesor de Estado en Historia y Geografía (Titulado en la Universidad de Chile).

•   Magíster en Estudios Internacionales (Graduado en la Universidad de Chile).

•   Doctor en Estudios Americanos, Mención en Estudios Internacionales (Graduado en la Universidad de Santiago de Chile).

•   Profesor Titular de Historia de Chile y América en la Universidad de Valparaíso (1983 a 2015).

•   Director del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEL) (2005 al 2015) y de la Revista Estudios Latinoamericanos (2005-2012), dependiente del Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso.

•   Director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso (marzo de 2007 al 31 de octubre de 2013).

•   Integrante de la Asociación Argentino-Chilena de Estudios Históricos e Integración Cultural desde 1995.

•   Artífice y partícipe de los Encuentros Bolivianos-Chilenos de Cientistas Sociales, Historiadores e Intelectuales (1999 a 2011).

•   Presidente de la Asociación Chilena de Historia de las Relaciones Internacionales (AChiRRII) (2007-2012).

•   Integrante de la Asociación Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales (2001 a 2015).

•   Integrante del Centro de Estudios Chilenos (CEDECH) (1983 a 2014).

•    Presidente del Instituto Chileno-Boliviano de Cultura de Antofagasta (1971-1973).

•   Presidente del Centro de Amistad Chileno-Boliviano (1988-1990). Presidente del Instituto Chileno-Boliviano de Cultura (1990-1998). Huésped Ilustre de la ciudad de La Paz, Bolivia (1995).

•   Integrante del Comité Asesor del Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos CETYL de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

 

Referencias

Deves-Valdés, E., Forteza, R., yJeffs, L. (2008) Bolivia-Chile: Figuras intelectuales compartidas. Editorial Universidad de Aquino - Bolivia/ Universidad de Valparaíso.         [ Links ]

Jeffs, L. (1985). Orígenes históricos del APRA. Santiago de Chile: Ediciones Nuestramérica. Colección Tierradentro.         [ Links ]

Jeffs, L. (1995). Aquiles Vergara Vicuña: perfil biográfico de un hombre íntegro. Santiago de Chile: Ediciones del Instituto Chileno-Boliviano de Cultura.         [ Links ]

Jeffs, L. (2005) Encuentros y desencuentros: Chile y Bolivia (1928- 1935). Santiago de Chile: Ediciones Peña Andina.         [ Links ]

Jeffs, L. (2012) Encuentros con Bolivia. Valparaíso: Ediciones Peña Andina.         [ Links ]

Lara, M. (2017). La integración latinoamericana como vocación. El caso de Leonardo Jeffs Castro (t). Diálogo andino, (52), 7-14. http://dx.doi.org/10.4067/S0719-26812017000100007        [ Links ]

 

 

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