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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versão impressa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.34 Santa Cruz de la Sierra jun. 2023

 

https://doi.org/10.56992/a.v1i34.411

ARTÍCULOS

 

La cibervictimización en las
escuelas secundarias públicas
y privadas de
Cusco, Perú

 

Cybervictimization in public and
private high schools in
Cusco, Peru

 

 

Julio César Chalco-Fernández*
* Universidad César Vallejo
Correo: jchalcof@ucvvirtual.edu.pe
Fecha de recepción: 10 de abril de 2022     Fecha de aprobación: 24 de mayo de 2023

 

 


Resumen

El objetivo del presente estudio es evaluar y comparar la cibervictimización en los estudiantes de cuatro escuelas secundarias mixtas: dos públicas y dos privadas de la ciudad de Cusco. Para tal efecto se ha contado con un universo de 423 estudiantes y una muestra aleatoria simple de 204 estudiantes, entre varones y mujeres de 13 a 16 años; todos del cuarto grado de secundaria, quienes resolvieron las primeras 15 preguntas del Test Cyberbullying (TCB), correspondientes al perfil de la cibervíctima en sus tres dimensiones: hostigamiento, denigración y suplantación. La conclusión más importante es que la cibervictimización mayoritariamente se halla en las dimensiones hostigamiento y denigración; que el mayor número de cibervíctimas son mujeres comprendidas entre los 14 y 16 años, y estas mayoritariamente provienen de escuelas secundarias privadas.

Palabras clave: ciberacoso, cibervictimización, escuelas secundarias, estudiantes, Cusco-Perú.


Abstract

The objective of this study is to evaluate and compare cybervictimization in students from four mixed secondary schools: two public and two privates in the city of Cusco. For this purpose, there has been a universe of 423 students and a simple random sample of 204 students, between men and women from 13 to 16 years old; all from the fourth grade of secondary school, who solved the first 15 questions of the Cyberbullying Test (TCB), corresponding to the profile of the cyber victim in its three dimensions: harassment, denigration and impersonation. The most important conclusion is that cybervictimization is mostly found in the dimensions of harassment and denigration; that the largest number of cyber victims are women between 14 and 16 years old, and these mostly come from private secondary schools.

Keywords: cyberbullying, cybervictimization, secondary schools, students, Cusco-Perú.


 

 

Introducción

El ciberacoso es un problema que está presente en todos los sistemas educativos a nivel global y la cantidad de sus víctimas, menores de edad, es cada vez mayor (De Pascuale et al., 2021; González-Moreno, Cuenca-Piqueras y Fernández-Prados, 2020; Casas, Del Rey y Ortega-Ruiz, 2013). En ese sentido, los países con el mayor índice de esta problemática están entre Norteamérica y Europa, seguidos por algunos países latinoamericanos. En un reciente informe de UNICEF (2019) ha advertido que un 70.6% de los jóvenes, de ambos sexos, de entre 15 y 24 años, están expuestos al acoso en línea. Por su parte, otro informe de la UNESCO (2019), que usa la data de más de 144 países, confirma que las formas de acoso (como el ciberacoso) son de los mayores problemas a los cuales se enfrenta la educación actual. Esta situación ha provocado que recientemente estamentos como la UNICEF (2019), en combinación con todas las redes sociales, hayan creado un grupo de guías para que las potenciales víctimas puedan informarse y afrontar el ciberacoso o los padres de estas sepan cómo actuar. En la actualidad, todas las redes sociales tienen estos documentos y son públicos.

En el caso de Latinoamérica, como ya habíamos adelantado líneas arriba, el panorama no se muestra distinto. Los principales focos de prevalencia del fenómeno son Brasil, México, Chile, Argentina y Colombia, por citar algunos ejemplos, (Clemente, 2020; Herrera-López, Romera y Ortega-Ruiz, 2018). En los demás países latinoamericanos como Perú, el fenómeno está en franco crecimiento, tomando en cuenta que seguimos pasando un proceso de pandemia que solo ha contribuido a aumentar los casos de ciberacoso.

Para el caso del sistema educativo peruano tenemos varios episodios sobre este fenómeno, especialmente en el nivel secundario. La plataforma SíSeVe (2021) ha reportado que en los últimos años hubo más de 22.000 casos de acoso escolar a nivel nacional, entre los cuales se hallaba un buen porcentaje de casos de ciberacoso. Es más, durante el año 2021 la misma plataforma ha reportado un total de 137 casos de ciberacoso en las 24 regiones del país. Este tipo de acoso se realizó especialmente desde las redes sociales como Facebook o Instagram, o directamente por el teléfono móvil: mediante llamadas, mensajes de texto o vía WhatsApp y Telegram. Otro dato adicional es que las víctimas mayoritariamente fueron mujeres.

A partir de las cifras de la plataforma SiseVe (2021) algunas unidades de gestión educativa (UGEL)1 de la Región de Cusco, entre ellas la UGEL Cusco, han organizado eventos de fortalecimiento de capacidades para gestionar el ciberacoso en las escuelas secundarias públicas y privadas, desde los profesores y los padres de familia. Como resultado de estos talleres, se ha adaptado un grupo de protocolos de actuación para casos de acoso y ciberacoso dentro de la escuela. Por otra parte, ya por el año 2019, la Autoridad Nacional de Protección de Datos Personales del Ministerio de Justicia de Derechos Humanos (MINJUSDH, 2019), realizó una campaña denominada Yo cuido mis datos personales para prevenir el ciberacoso en las principales escuelas secundarias de la ciudad.

Ciberacoso y cibervictimización

El ciberacoso (Finkelhor, Mitchell y Wolak, 2000) es una variante del bullying (Olweus, 1973) en el que el acosador o acosadores llaman y escriben a la víctima (generalmente adolescentes de casi todas las edades y contextos) por el teléfono móvil y las redes sociales; exponen información sensible por las mismas vías (Garaigordobil y Larraín, 2020); espían; desprestigian; hostigan en la red; exhiben la privacidad y seguridad; etc. Sus principales características son que el daño siempre es intencional, repetitivo, cotidiano, anónimo; se da siempre entre menores; se actúa por medios digitales (redes sociales, correo y teléfono móvil) y por su gravedad es necesaria una intervención y políticas para combatirlo (Estévez, Flores, Estévez y Huéscar, 2019; Acosta y Amador, 2021) y así garantizar una educación de calidad y libre de acoso.

Al igual que en el acoso tradicional, en el ciberacoso se pueden reconocer tres tipos de actores: el ciberagresor, la cibervíctima y los ciberespectadores (Garaigordobil y Larraín, 2020; Di Lorenzo, 2012). Esta investigación se ha dedicado exclusivamente a describir el perfil de la cibervíctima en el contexto estudiado, por ser el primer actor sobre el cual recaen las consecuencias mayoritarias del ciberacoso (Zych, Ortega-Ruiz y Del Rey, 2015). Durante la investigación bibliográfica se ha encontrado que la cibervíctima no posee un perfil establecido, pero sí algunas particularidades que la hacen atractiva para que el agresor la acose: debilidad, aislamiento, baja autoestima, ensimismamiento, etc. La mayoría de los autores consultados señalan que el proceso de victimización es silencioso y progresivo, y sucede generalmente en la adolescencia (con mayor frecuencia en los últimos grados de la educación secundaria). La cibervíctima sólo se da cuenta cuando queda expuesta e indefensa frente al ciberacosador (Niño, Orozco y Fernández, 2020; Iñiguez-Berrozpe, Cano-Escoriaza, Cortez-Pascual y Elboj-Saso, 2020; Garaigordobil y Larraín, 2020).

Sabemos que el acoso escolar en la red o la violencia en los entornos virtuales (Cano y Cortés, 2018) no es un tema de investigación reciente; por tanto, hay una considerable cantidad de estudios recientes y en proceso. En este caso, nos vamos a concentrar en los estudios relacionados con la cibervictimización, porque estos son los actores con mayor representación porcentual en la tradición investigadora, en comparación a los ciberacosadores y cibertestigos (Mallman, Lisboa y Calza, 2018; Zalba et al., 2018; Mendoza, Rojas y Barrera, 2017; Kowalski, Giumetti, Schroeder y Lattanner, 2014; Schneider, O'Donnell, Stueve y Coulter, 2012; Hinduja y Patchin, 2010).

En general, existen muchos estudios que han documentado este fenómeno. En ese entender, la cibervictimización parece tener consenso en cuanto a las variables edad y sexo. En principio, la mayoría de las investigaciones reportan que no existen diferencias sustanciales respecto al sexo de las cibervíctimas (Pichel et al., 2021; Martínez-Ferrer, León-Moreno, Suárez-Relinque, Del Moral-Arroyo y Musitu-Ochoa, 2021; Laca-Arocena, Pérez-Verduzco, Luna-Bernal, Carrillo-Ramírez y Garaigordobil, 2020; Susanibar y Andrade, 2020; Garaigordovil, 2017; Garaigordovil, 2020; Chocarro y Garaigordobil, 2019; Redondo-Pacheco, Luzardo-Briceño, Inglés-Saura y Ri-vas, 2018; Álvarez-García, Barreiro-Collazo y Núñez, 2017). Otros estudios encontraron que esta conducta ocurre mayoritariamente en la adolescencia, entre el tercero y cuarto de secundaria (Rojo, Ferrera, Mañanas y Guevara, 2022; Clemente, Carrascosa, Ortega-Barón y Iranzo, 2019) y la juventud (Núñez, Álvarez-García y Pérez-Fuentes, 2021; Garaigordobil, Martínez-Valderrey y Aliri, 2019; Ruiz-Maza, Sánchez-Salvatierra y Moreno-Arteaga, 2017, Vega-López, González-Pérez y Quintero-Vega, 2013). Algunos creen que empieza y se consolida incluso desde los últimos grados de la educación primaria (Machimbarrena y Garaigordobil, 2017). En lo que se refiere a la presencia de la cibervictimización en el tipo de escuela secundaria, hay estudios que reportan que existe mayor presencia en las escuelas secundarias públicas (Machimbarrena y Garaigordobil, 2017). En cambio, otros creen que hay mayor ocurrencia en las privadas (Bermejo terrones, Paredes Díaz, Meneses La-Riva y Ocupa-Meneses, 2021; Amemiya et al., 2013), aunque también están los que encontraron que no hay diferencias significativas entre ambos tipos (Garaigordobil, Martínez-Valderrey, Páez y Cardozo, 2015). Por otra parte, hay un grupo de estudios que concluyeron que la cibervictimización está asociada a la violencia intrafamiliar (Castro-Casteñada, Vargas Jiménez y Huerta Zúñiga, 2019) y que a mayor cibervictimización, habrá menor autoestima (Guijarro y Larzabal, 2021; Aybar, 2021; Zych, Farrington, Vicente y Llorent, 2019). Finalmente, en cuanto a la identidad del ciberacosador y la denuncia; la gran mayoría de los estudios afirma que los ciberacosadores son anónimos y las cibervíctimas no suelen denunciar el acoso (Sánchez y Magaña, 2021).

Por todo lo expuesto líneas arriba, el objetivo del presente estudio es evaluar y comparar la ci-bervictimización en los estudiantes de cuatro escuelas secundarias mixtas: dos públicas y dos privadas de la ciudad de Cusco para encontrar las diferencias y coincidencias.

 

Método

Dadas las características de la temática que estudiamos, el presente estudio es de diseño no experimental, descriptivo y comparativo porque se ha pretendido diagnosticar y comparar el perfil de las cibervíctimas del ciberacoso en dos grupos de estudiantes diferenciados por la edad, el sexo y el tipo escuela secundaria de origen dentro del casco urbano de la ciudad.

En cuanto a los participantes, se ha contado con un universo de 423 participantes de ambos sexos que estudian en el cuarto grado de cuatro escuelas secundarias mixtas de la ciudad del Cusco (dos públicas y dos privadas). Nuestra muestra fue aleatoria simple y estuvo conformada por 204 estudiantes divididos de la siguiente manera:

El instrumento que se ha utilizado para la elicitación de los datos es la primera parte del Test Cy-berbullying (TCB) de Garaigordobil y Fernández-Tomé (2011), que evalúa el perfil de la cibervíc-tima de ciberacoso desde las siguientes dimensiones: hostigamiento, denigración y suplantación.

Luego de sometido a la prueba de fiabilidad Alfa de Cronbach para la muestra del estudio, el instrumento alcanzó un coeficiente de 0,918, lo que nos indica su alta precisión respecto a los datos que pretendemos obtener. Para todos los casos se consideraron los siguientes baremos:

La encuesta que se explicó y entregó a los participantes fue electrónica y estuvo diseñada en la aplicación Formularios de Google. En cuanto al número de ítems, el cuestionario contaba con 15 preguntas que refieren a igual número de conductas de las cibervíctimas y que estaban agrupadas de la siguiente manera: las primeras 5 estaban dedicadas a la dimensión hostigamiento; las siguientes 5, para denigración y las últimas 5, para suplantación. Las respuestas posibles fueron 4 y estuvieron hechas en base a la Escala de Likert: nunca ocurre (0), a veces ocurre (1), ocurre casi siempre (2), siempre ocurre (3).

En lo referido al procedimiento: primero se convocó y reunió a los sujetos de la investigación por tipo de institución mediante salas virtuales de Google Meet (una clase para cada grupo). En esas reuniones se definió el ciberacoso y la cibervictimización de manera oral y escrita a todos los participantes. Luego se les explicó en qué consistía el test, qué es lo que medía, además de insistir en su carácter anónimo. Finalmente, se les pidió que contesten a cada pregunta según su experiencia en el último año. Cabe señalar que el test ha sido validado en varias investigaciones actuales (Laca-Arocena, et al., 2020; Garaigordovil, 2017; 2020) y de años pasados (Garaigordobil y Aliri, 2013; Garaigordobil y Fernández-Tomé, 2011). Finalmente, en lo que se refiere al análisis de datos, se han ordenado los datos en el programa informático de Excel y computado el porcentaje y la frecuencia de las agresiones a las cibervíctimas, de acuerdo a las características que hemos detallado líneas arriba. Para calcular las diferencias de sexo y edad en las escuelas secundarias públicas o privadas, se ha utilizado el chi-cuadrado de Pearson.

 

Resultados

A continuación, se presentan los hallazgos de la investigación. En primer lugar, se exponen los resultados comparativos de la cibervictimización de ambos grupos de estudiantes de las escuelas secundarias. El resultado muestra los datos según las dimensiones hostigamiento, denigración y suplantación. Luego se exponen los resultados globales por cada grupo y por tipo de escuela secundaria. Finalmente se hace una comparativa de los resultados por sexo y edad.

Como se puede observar en el gráfico 1, la tendencia de la cibervictimización, tanto en escuelas secundarias mixtas públicas como privadas, es parecida. Ambas se hallan entre los niveles bajo y medio en todos los casos. Sin embargo, es preciso hacer algunas observaciones por cada dimensión. En primer lugar, en lo que respecta a la comparativa de la dimensión hostigamiento, hay una mayor presencia del nivel medio en las IE privadas (6%) frente al (1%) de las públicas. Para el caso de la dimensión denigración, el nivel medio es mayor que en la anterior dimensión y la tendencia es mucho mayor en las privadas (9%) frente al (3%). Finalmente, para el caso de la suplantación, solo hallamos casos en las IE privadas (6%).

Lo que nos señalan estos resultados es que los mayores niveles de cibervictimización, en las tres dimensiones, se hallan más en las IE privadas y que, si sumamos ambos tipos de instituciones, el mayor porcentaje se halla en las dimensiones hostigamiento y denigración.

En el gráfico 2 se observa que la cibervictimización, a nivel bajo tiene mayor presencia en ambos tipos de escuela secundaria. Es preciso aclarar que en el nivel bajo también incluimos a todos los estudiantes que no presentaban ninguna incidencia o su respuesta fue a veces. Sin embargo, cuando se trata del nivel medio, vemos que las instituciones privadas tienen un 5,20% de cibervíctimas, respecto al 0% de las públicas. Este resultado se ve respaldado por los datos del gráfico 1 y lo que veremos líneas abajo, en el gráfico 3. No hemos hallado ningún porcentaje en el nivel alto. Lo que demuestra la ausencia de casos graves de cibervictimización.

El gráfico 3 nos muestra los puntajes promedio para ambos grupos y por sexo. Analicemos cada caso. En primer lugar, para las instituciones públicas el promedio es de (1.8), para mujeres y (2.19), para varones. Es decir, los varones son el género que más sufre de cibervictimización en las instituciones públicas. En segundo lugar, en las instituciones privadas los resultados son contrarios, el número es mayor (3.98) para mujeres y (1.56) para varones.

La diferencia salta a la vista. Mientras que en las instituciones públicas las cibervíctimas son mayo-ritariamente varones (2,19), en las privadas son las mujeres (5.27). Si nos concentramos en este último resultado, nos damos cuenta que, incluso duplica al de las instituciones públicas.

En lo referido a la edad, el gráfico 4 nos muestra datos reveladores. En primer lugar, en el caso de las escuelas secundarias públicas los resultados tienen una ligera diferencia entre los dos rangos de edad: de 13 a 14 y de 15 a 16. Aunque es la segunda la que tiene esa ligera ventaja. Para el caso de los privados, la tendencia es parecida a la del primer grupo. Aunque aquí, el segundo rango de edad (de 15 a 16) es mucho mayor comparado al primero.

De ello podemos concluir que, tanto en instituciones públicas y privadas las cibervíctimas se hallan entre los rangos de 15 a 16 años de edad, y que la tendencia más fuerte, la siguen teniendo las escuelas secundarias privadas.

 

Discusión

Tomando en cuenta que el objetivo de nuestro estudio era describir y comparar el perfil de las cibervíctimas de las escuelas secundarias públicas y privadas mixtas del casco urbano de la ciudad de Cusco, hemos llegado a los siguientes resultados:

En lo referido a las dimensiones de la cibervíctima, se ha encontrado que los mayores niveles de cibervictimización se hallan más en las escuelas secundarias privadas, y que el mayor porcentaje está en las dimensiones hostigamiento y denigración. Aunque, es preciso señalar que, en estas escuelas, a diferencia de las públicas donde solo se ha encontrado porcentajes en hostigamiento y denigración, el porcentaje de presencia de las tres dimensiones es parejo. Este resultado coincide con el de Bermejo-Terrones et al. (2021) quienes sugieren que hay mayor prevalencia en las escuelas secundarias privadas peruanas. Lo mismo concluyen Amemiya et al. (2013), aunque en escuelas primarias privadas y mixtas de Lima. Por otra parte, nuestro estudio parece contradecir al estudio de Machimbarrena y Garaigordobil (2017) o el de Clemente et al. (2019), quienes hallaron que la cibervictimización era más frecuente en las escuelas secundarias públicas de España. Es importante aclarar que el primer estudio lo hicieron en los últimos grados de primaria.

Por otra parte, cuando se trata de diferenciar los niveles de cibervictimización en general, se ha encontrado que ambos grupos tienen parecidos índices de cibervictimización baja. Pero cuando se trata del nivel medio, vemos que las instituciones privadas tienen un 5,20% de cibervíctimas, respecto al 0% de los públicos. Ya Pichel et al. (2021) encontraron que para el caso de Galicia era de 5,8%.

En cuanto a las diferencias por sexo de las cibervíctimas. Se ha hallado que mientras en las escuelas públicas, las mayores cibervíctimas son mayoritariamente varones (2,19) y en menor medida, mujeres (1,8); en las escuelas privadas son las mujeres (5.27) y en menor medida varones (1,56). Este último resultado duplica al de las escuelas públicas. Aunque no en cifras, este resultado coincide con el de Pichel et al. (2021) quienes hallaron que el mayor porcentaje de cibervíctimas de los institutos de Sevilla eran mujeres. O con el de Laca-Arocena et al. (2020), hecho en el contexto del bachillerato mexicano. O el de Jiménez, Berrocal y Alonso (2020) en adolescentes de bachillerato de Granada. O el de Garaigordobil et al. (2015) en el País Vasco e incluso con los reportes del SiSeVe (2021). Nuestro estudio parece contradecir a lo encontrado por Pichel et al. (2021), Martínez-Ferrer et al. (2021), Laca-Arocena et al. (2020), Susanibar y Andrade (2020), Garai-gordovil (2020), Chocarro y Garaigordobil (2019), Redondo-Pacheco et al. (2018), Álvarez-Gar-cía et al. (2017) quienes, en sendos estudios y en diferentes contextos, han encontrado que no existen diferencias significativas entre varones y mujeres en cuanto a la cibervictimización.

Finalmente, otro aspecto a describir y comparar era la edad de la cibervictimización. En ambos grupos de las instituciones las cibervíctimas se hallan entre los 15 a 16 años de edad, y que la tendencia más fuerte, la siguen teniendo las escuelas secundarias privadas. Es decir, las mayores víctimas, en cuanto a edad, siguen estando en las instituciones privadas. En este resultado coincidimos con Bermejo Terrones et al. (2021) quienes también creen que existe una mayor incidencia en escuelas privadas y que generalmente inicia en el tercer grado. Al respecto Clemente et al. (2019), en un estudio en Valencia, había constatado que la edad típica en la cual la cibervíctima se ve expuesta al ciberacoso está entre los 14 y 16 años entre (3o y 4o de la ESO). Por su parte, Pichel et al. (2021) parecen coincidir, aunque no especifican la edad, manifiestan que, para el contexto ibérico, se halla en los últimos años de la preparatoria. También se suman a este grupo Martínez-Ferrer et al. (2021) en un estudio en Sevilla.

 

Conclusiones

Respecto a la cibervíctima se ha demostrado, en primer lugar, que los mayores niveles de ciber-victimización se hallan más en las escuelas privadas en comparación de las públicas. A pesar de que la cantidad de informantes era ligeramente mayor en las instituciones públicas, esto no ha sido determinante para alterar este resultado. En esa misma línea, si dividimos los resultados de la cibervictimización en las dimensiones hostigamiento, denigración y suplantación; encontramos que, en las escuelas, tanto públicas como privadas, el mayor porcentaje de ocurrencia está en las dimensiones hostigamiento y denigración, especialmente en las escuelas públicas. En cambio, si nos remitimos sólo a las privadas, hallamos que el porcentaje de presencia de las tres dimensiones es parejo.

En cuanto se refiere a las diferencias en los niveles de cibervictimización en general (baja, media y alta), se ha encontrado que ambos grupos tienen parecidos índices de civervictimización baja. Pero cuando se trata del nivel medio, vemos que las escuelas privadas tienen un 5,20% de ciber-víctimas, respecto al 0% de las públicas. Este resultado ya ha sido respaldado con los resultados de otras investigaciones, en la parte de la discusión.

Respecto a las diferencias de la cibervictimización por sexo, se ha encontrado dos escenarios muy distintos. Mientras que en las escuelas públicas las potenciales cibervíctimas son mayoritariamen-te varones (2,19) y en menor medida mujeres (1,8); en las privadas son las mujeres (5.27) y en menor medida, varones (1,56). Si atendemos al detalle, el resultado de la cibervictimización femenina en las privadas triplica al de las mujeres de las escuelas públicas. En el caso de los varones; si bien, la cibervictimización es mayor en las escuelas públicas, la diferencia con el resultado de las privadas, no es significativa.

Otro aspecto a describir y comparar era la edad de la cibervictimización. Los datos muestran que en ambos grupos de escuelas secundarias las cibervíctimas se hallan entre los 15 a 16 años de edad, y que la tendencia más fuerte, la siguen teniendo las escuelas secundarias privadas. Es decir, las mayores víctimas, en cuanto a edad, siguen estando en las instituciones privadas.

Si bien, los resultados de la investigación nos ofrecen datos empíricos sobre la real existencia de la cibervictimización en los estudiantes de la zona urbana del Cusco; no son suficientes para poder extrapolarlos a toda la región o el país. Esa es quizá la mayor limitación a la que nos hemos enfrentado durante el trabajo. Por tanto, se necesita de mayores estudios, especialmente longitudinales y correlacionales, que nos ayuden a ver el problema desde una perspectiva más amplia y abarcadora. En esa misma línea, se abre la posibilidad de estudiar la relación entre la cibervictimización y el desempeño académico; la autovaloración, las relaciones interpersonales, la inteligencia emocional, etc.

 

Nota

1 Una UGEL es aquella Unidad de Gestión Educativa Local que se encarga de administrar la educación en una determinada provincia del Perú.

 

Referencias

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