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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.28 Santa Cruz de la Sierra jul. 2020

 

ENSAYOS

 

Pandemia

 

Pandemic

 

 

Carol M. Gainsborg Rivas.
Boliviana formada en la carrera de filosofía en la Universidad Católica Boliviana San Pablo, Cochabamba, Bolivia,
con postgrado a nivel maestría en Educación y Nuevas Tecnologías de la Universidad de Salamanca.
Profesora del Liceo Francés de Santa Cruz de la Sierra y Docente de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra.
carolgainsborg@upsa.edu.bo

Fecha de recepción: 05 de junio 2020 Fecha de aceptación: 20 de junio 2020

 

 


Resumen

La Pandemia COVID-19 dadas las posibilidades de interconexión y comunicación en el mundo actual, adquiere características de ficción, o al menos quisiéramos que así fuera. Es esta frontera entre realidad y ficción en los relatos cotidianos de la pandemia, lo nos permite hacer un análisis social de la inequidad evidenciada en este contexto, aludiendo a relatos ficcionales de la literatura que constatan lo absurdo de nuestro accionar inconsciente como especie en el devenir histórico.

Palabras clave. pandemia, COVID-19, inequidad.


Abstract

Given the possibilities of interconnection and communication in the world today, the COVID-19 Pandemic acquires fictional characteristics, or at least we wish it were so. It is this boundary between reality and fiction in the daily stories of the pandemic, which allows us to make a social analysis of the inequity evidenced in this context, alluding to fictional stories in the literature that confirm the absurdity of our unconscious actions as a species in the historical path.

Keywords. pandemic, COVID-19, inequality.


El autor declara no tener conflictos de interés con la Revista APORTES


 

 

Slavoj Zizek (20 de marzo de 2020) cita a Martin Luther King "Puede que todos hayamos venido en distintos barcos, pero ahora estamos en el mismo bote", para decir que la pandemia no discrimina. Quizás lo más próximo a la realidad sea aceptar que la pandemia es un hecho irrefutable, que como especie y ante un mundo globalizado como el actual, nos pone en el mismo océano, pero bajo ningún concepto nos permite habitar el mismo barco.

Camus inicia "El extranjero" con la siguiente cita: "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer" (Camus, 2012, pág. 3). ¿Cómo reaccionar ante la muerte? Es la oposición perfecta a toda aspiración humana, inevitable, pero absolutamente nueva en cada experiencia cercana de ella. La muerte es la constatación del absurdo como estado de hecho, pero podría representar también aquella posibilidad de conciencia lúcida que ciertas personas adquieren de ese estado absurdo, según Camus.

La primera evidencia de que no somos habitantes del mismo barco se estableció en nuestra relación como sociedad con nuestros ancianos. Sin mucho pudor se habilitó el debate sobre el valor de la vida de quienes aún respiran, pero cuya obsolescencia programada alcanza vencimiento para los intereses del mercado. Dan Patrick, vicegobernador de Texas (EE.UU.) declara sin tapujos que los ancianos deberían estar dispuestos a morir a causa del COVID-19 para no afectar el estilo de vida estadounidense, argumenta que el salvataje de la economía y con ella del sueño americano justifica la muerte de unos cuantos estadounidenses que ya vivieron lo suficiente (Redacción, 2020). Efectivamente la muerte es inevitable dada nuestra naturaleza, pero no por ello podemos depreciar el valor de la vida humana como si de un activo fijo se tratara, ni tampoco podemos simular la defensa de un interés mayor y hacer de los principios acto obsceno sobre los derechos de los demás, porque los consideramos dispensables.

La segunda evidencia de que no habitamos el mismo barco descansa en la regulación del precio de la vida humana en el mercado siempre encubierta en el discurso de la meritocracia. "El pobre es pobre porque quiere" y en tal sentido la precarización de los sistemas de protección social mundial no es responsabilidad de nadie, sino consecuencia natural del ejercicio de la sana competencia del "lasciate fare".

Sólo es paliativo de conciencia durante la Navidad reconocer al pobre y a veces ni eso, como Dickens graficó ya en 1843 en el aborrecido por los niños, pero emulado Scrooge por los adultos:

"Deseo que me dejen en paz —dijo Scrooge—. Ya que ustedes, señores, me han preguntado lo que deseo, esa es mi respuesta. Yo no celebro la Navidad; y no voy a pagar para que la celebren gentes desocupadas. Contribuyo al mantenimiento de las instituciones que he mencionado: me cuestan bastante dinero. Quienes se encuentren en mala situación económica, que recurran a ellas. —Muchos no pueden ir a ellas; y otros preferirían morirse antes que ir. —Si prefieren morirse —dijo Scrooge—, es mejor que lo hagan, y así disminuirá el exceso de población.
Además, discúlpenme, yo no sé nada de esas cosas.
—Pero podría saberlo —observó el caballero. —No es asunto mío —replicó Scrooge—. A cada hombre le basta con velar por sus propios asuntos y no meterse en los ajenos. Los míos me tienen constantemente ocupado. ¡Buenas tardes, caballeros!" (Dickens, 2009, pág. 25).

Lo cierto es que cada vez menos gente tiene acceso a una salud decente y es cierto también que la distribución de reactivos, respiradores, barbijos, y quizás la vacuna mañana, se ajustan y ajustarán a la lógica del mercado.

Lo cierto es que cada vez menos gente tiene acceso a una salud decente y es cierto también que la distribución de reactivos, respiradores, barbijos, y quizás la vacuna mañana, se ajustan y ajustarán a la lógica del mercado.

La tercera constatación de que no habitamos el mismo bote, se devela en la confirmación de que los intereses cortoplacistas de unos pocos con poder, siempre podrán más que los intereses de muchos a largo plazo.

¡Huid del abismo que os espera! ¡Porque la isla donde os encontráis no es una isla, sino una ballena gigantesca que eligió en medio de este mar su domicilio desde antiguos tiempos, y merced a la arena marina crecieron árboles en su lomo! ¡La despertasteis ahora de su sueño, turbasteis su reposo, excitasteis sus sensaciones encendiendo lumbre sobre su lomo, y hela aquí que se despereza! ¡Salvaos, o si no, nos sumergirá en el mar, que ha de tragaros sin remedio! ¡Salvaos! ¡Dejadlo todo, que he de partir! (Anónimo. Vernet, 1970, pág. 748)

Así como Simbad descubre que la gozada isla era un pez gigante que había reposado el tiempo suficiente para la acumulación de tierra y vegetación sobre él. Así la tierra se sacude en proceso de equilibrio natural frente a la acción destructiva que nos caracteriza en nuestra conducta parasitaria o mejor aún virulenta sobre el ecosistema. Nuestro afán de acumulación es tan absurdo, que en él perdemos el sentido del valor que le atribuíamos. La alimentación desmedida de un ego que sólo aumenta su autovaloración al punto que aniquila la posibilidad de la existencia del otro y con su eliminación la imposibilidad de la ansiada distinción en una prolongación al infinito de la propia subjetividad (Han, 2014). Aniquilamos nuestro espacio de vida por un tesoro que la vida no alcanza a gastar.

La cuarta constatación de que no habitamos el mismo barco radica en la evidencia de que frente al temor a la muerte somos capaces de perder todo aquello por lo que valga la pena vivir, primero la cercanía, luego la comunidad y finalmente la libertad. La traducción de la pandemia en retórica belicista nos convence de que estamos sometidos a un estado permanente de guerra en el que la forma de sobrevivir es aceptando el estado de excepción como única alternativa, la democracia es una pérdida justificable cuando de atesorar las vidas que valen se trata, cuando el nacionalismo nos convence de poner el cuerpo por la patria "volviendo a inscribir la distinción espuria entre vidas dolorosas e ingratas, es decir, aquellos quienes a toda costa serán protegidos de la muerte y esas vidas que se considera que no vale la pena que sean protegidas de la enfermedad y la muerte" (Butler, 2020, pág. 62). El teletrabajo no es para muchos. Los cuerpos reales son fundamentales para el sistema, hacen la carne de cañón en el campo de batalla y justificamos su muerte en la espectacularización de la precariedad de las condiciones en las que dan la vida, haciéndolo héroes caídos de "nuestra" supuesta guerra.

El estado nos convence de ser el refugio último para la supervivencia y le damos acceso a los rincones más íntimos, el biopoder en su mayor expresión de control de la intimidad. Son 36 años de distancia frente al vaticinio de Orwell, pero no estamos tan lejos de la distopía anunciada.

...el invento de la imprenta facilitó la manipulación de la opinión pública contribuyendo en gran escala la radio y el cine a acentuar tal proceso. El desarrollo de la televisión y el progreso técnico volvió posible recibir y emitir a un tiempo en el mismo aparato con lo que acabó definitivamente con la privacidad... (Orwell, 2013, pág. 177).

La quinta constatación de las balsas en las que muchas habitan es la transeccionalidad de la violencia de género. Miles de mujeres y niños encerrados en los llamados hogares, que se convierten en espacio de tortura, presos en un entorno precario, sometidos a la voluntad de su agresor. Colonia de Barba Azules despojados no sólo del atractivo físico, sino del dinero con el mismo hambre de mujeres reducidas a cuerpos que poseer. Los datos de feminicidio y violencia intrafamiliar, desde ya subregistrada son más que alarmantes durante la pandemia.

Queda también la evidencia de la responsabilidad del cuidado descargada por completo sobre las mujeres. Las escuelas, representan la posibilidad para las madres y hermanas de encontrar cierto grado de emancipación y de respaldo económico en las calles. El no retorno a clases limita las posibilidades de generación de recursos y/o de protección de niños y niñas al quedar expuestos ante la salida de las madres.

La sexta constatación de que las mayorías naufragan a la deriva, es la ratificación del modelo colonial de gobierno mundial. La dependencia absoluta del conocimiento y tecnología del primer mundo para la atención de la enfermedad. Las ofertas de rescate de los países desarrollados profundizan el endeudamiento de los países menos desarrollados, alimentando las arcas de corrupción de las oligarquías de turno.

La séptima constatación de la inequidad en la repartición de flotadores descansa en la imposición del teletrabajo, el cual es la evidencia mayor que quizás como sociedad hemos consolidado un sistema de hiperexplotación. Una sociedad del cansancio como indica Byung Chul Han (2012), en la que ante la ilusión de la eliminación de los sistemas de dominación laboral frente a la alternativa del autoempleo y la autorrealización como posibilidad y éxito de la sociedad contemporánea "... más bien hace que libertad y coacción coincidan. Así, el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento" (pág. 21). El exceso de trabajo en busca de libertad se convierte en el sistema de opresión que sobreexplota. "Víctima y verdugo" no se distinguen, la precarización de las condiciones de vida no son resultado del fracaso de una colectividad sino de uno mismo, al eliminarse por completo la posibilidad de otro como presencia real.

La sociedad del cansancio destruye el vínculo entre individuos, lo suplanta por conexiones en redes de información. La percepción de la realidad se reduce a la vista y con ella es más fácil eliminar de la retina todo aquello que no se parece a uno, en lo que el autor define como una prolongación al infinito de un yo que a la vez carece de capacidad de medición de valor de vida en la pérdida de la capacidad de reconocer los pesos de las cosas. En el mundo virtual, las cosas no pesan, el sudor no se huele, el dolor no cuenta.

Miles de empresas en el mundo reconocen con claridad la posibilidad de reducción de costos fijos en el teletrabajo, no solo por la reducción de costos en mantenimiento y funcionamiento de infraestructuras. Sino en la posibilidad máxima de autoexplotación en un trabajo de rendimiento máximo sin horario fijo, en el que se desdibuja por completo la línea entre lo público y lo privado.

Los despidos masivos no responden solamente a la imposibilidad de mantener los costos de los empleados, sino a la posibilidad de rendir igual o más que antes con la mitad de la gente a cargo del trabajo.

"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer" (Camus, 2012, pág. 3). ¿Cómo reaccionar ante la muerte? Es el mayor de los misterios, nunca estaremos preparados, no importa cuán cerca de la muerte estemos.

La consciencia de esta, no la adquirimos en la carne propia, sino en la muerte de la carne ajena. Pero al menos puede ser ese momento, el estar rodeados de tanta muerte (reconocida) la que pueda permitirnos parar, sentir el paso del tiempo en su verdadera densidad y hacer del absurdo de la existencia en tanto estado de hecho, conciencia lúcida y a partir de ella no reconocer otra cosa que todos y cada uno de nosotros somos enteramente responsables de nuestro actos y su efecto, segundo a segundo.

Quizás en esa lucidez, podamos tomar el lugar de "extranjero" sobre nuestra propia vida en la esperanza tibia y testaruda de vivir más allá de la epidemia biológica, superando la epidemia moral que nos aqueja desde hace tanto. Y que nos confina a la soledad y esa extensión absurda de un ego que solo evidencia "que los hombres no se pueden pasar sin los hombres" (Camus, 1983, pág.173).

La real percepción del tiempo desde la marginalidad del extranjero, puede quizás permitirnos ver la importancia del otro y reconocer, en el seguimiento minuto a minuto del escándalo del dolor ajeno y pueda sublevarse la empatía que hace al espíritu humano.

Quizás la pandemia no acabe con el capitalismo que se vende a sí mismo en propaganda perfecta, convenciendo a diestra y siniestra que es cuestión moral aferrarse al modelo único que nos permite la autorrealización ante la amenaza que constituyen los demás lobos de hombres. Ojalá la conciencia lúcida de la pandemia nos permita ver en la solidaridad, ese lugar "entre medio de la miseria y el sol".

 

Referencias bibliográficas

Anónimo. Vernet, J. (1970). Las mil y una noches. Tomo II. Barcelona: Planeta.        [ Links ]

Butler, J. (2020). El capitalismo tiene sus límites. Edición virtual: ASPO.        [ Links ]

Camus, A. (1983). La peste. Santiago de Chile: Andrés Bello.         [ Links ]

Camus, A. (2012). El extranjero. Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Dickens, C. (2009). Cuento de Navidad. Madrid: Anaya.         [ Links ]

Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.         [ Links ]

Han, B. C. (2014). La agonía del Eros. Barcelona: Herder.         [ Links ]

Orwell, G. (2013). 1984. Barcelona: Debolsillo.        [ Links ]

Redacción. (26 de marzo de 2020). Coronavirus: la polémica en Estados Unidos después de que el vicegobernador de Texas hablara de arriesgar las vidas de los mayores para salvar la economía. BBC - News, pág. Edición digital.        [ Links ]

Zizek, S. (20 de marzo de 2020). Coronavirus en el mundo. Revista Ñ. Clarín, s/p (versión digital).        [ Links ]

 

 

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