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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.23 Santa Cruz de la Sierra dic. 2017

 

RESEÑAS LITERARIAS

 

Reseña
"Diversidades sexo/género y sexualidad”
Rosario Aquim Chávez

 

 

Victoria Sagárnaga
visalop@yahoo.com.ar Buenos Aires - Argentina
La autora declara no tener conflictos de interés con la Revista APORTES.
Fecha de recepción: 25 de noviembre de 2017 Fecha de aceptación: 2 de diciembre de 2017

 

 


 

 

Los libros que se presentan: "Diversidades sexo/ género/sexualidad" y "Afrodita Bizarra", tienen en común, el hecho de que ambos trabajan, sea desde el ensayo, sea desde la poesía, el tema del cuerpo. Esa singularidad única e irrepetible, que constituye nuestra certeza material de ser, sentir, pensar y estar en el mundo, en tanto vida, potencia y existencialidad; pero al mismo tiempo, es ese mismo cuerpo, el último testigo y testimonio, del vacío del adiós, del último aliento, cuando llega la muerte.

En esto libros, la genealogía del cuerpo, no está del lado de los dioses, no remite a ningún origen divino, a ningún comienzo esencial, donde todo es perfecto. Los cuerpos no tienen origen metafísico, los cuerpos son constructos sociales impregnados de historia y al mismo tiempo, destruidos por la historia. Desde este punto de vista, no hay cuerpos originarios, no hay cuerpos portadores de la verdad, no hay cuerpos esenciales, porque el origen y la esencia no existen, fueron inventados paso a paso, por el oscuro accidente de la procedencia.

La procedencia de los cuerpos, nos remite a una fuente "humana, demasiado humana", en cuya raíz está el hastío, el conflicto, la guerra. La procedencia de los cuerpos nos refiere a la sangre, a la raza o a la tradición lejana de una historia efectiva, mediada por una dicotomía jerárquica valorativa, a partir de la cual se instaló la diferencia. Los cuerpos no son iguales, hay cuerpos que valen más que otros, hay cuerpos cuyo valor es tan insignificante que no valen nada, son cuerpos de desecho.

Exceso de violencia
el color de tu piel conquistadora,
angustia de imposibilidad
la oscura tristeza de tu piel conquistada.

Carcajada irónica
las orillas del abismo
el odio desmedido
la inconsciencia
que sacude nuestros huesos.

No hay origen originario
para los cuerpos atravesados de cruces.
Todos terminan suturados y encogidos.
Perros moribundos Cuya pestilencia insoportable
sólo resisto,
porque soy un más
de esa jauría de perros.

La dicotomía jerárquica, instala la diferencia racial, la diferencia sexual, la diferencia respecto al género y en relación a la sexualidad: lo blanco vale más, que lo negro; el macho es más, que la hembra; el varón es más, que la mujer; la heteronormatividad pesa más, que la homobisexualidad. De ahí que, la procedencia, en cuanto, pertenencia al grupo, enraizada en el cuerpo, nos descubra que no hemos sido creados por dioses, en un primer amanecer de los tiempos, que no somos perfección divina, sino accidente marcado por el dolor y la sangre.

Pasión criminal
me abismas a una vida errante
a la noche del calabozo
al pequeño titubeo de la insignificancia.

Nómada perpleja ante el azar
la simple saciedad
no me contiene.

Mi espíritu descarriado
consagrado
a los fetiches de la razón
preserva las injurias del tiempo
arranca los astros
arremolina las hojas
orilla mi sombra
al borde de los labios.

Pensar el cuerpo, es restablecer los diversos sistemas de sumisión, es reabrir el juego azaroso de las dominaciones, en cuyo centro el cuerpo aparece como el espacio privilegiado del ejercicio del poder. No hay poder sin cuerpo. El poder sólo puede ejercitarse sobre la vida. Los cuerpos son vida. A partir de este ejercicio, la relación de dominación, impone obligaciones y derechos a los cuerpos, los dociliza, los "amanza", los controla, los vuelve cuerpos útiles para la función productiva y reproductiva tanto de la propia vida, como de las vidas en tanto materia prima productora de riquezas, es por eso, que el poder impone una serie de reglas destinadas a satisfacer su violencia.

El poder siente placer al imponer las reglas, ellas le permiten la continuidad de su dominación. Pero la regla, también permite que se haga violencia a la violencia y, que otra dominación en resistencia, pueda doblegar a aquellos mismos que dominan. Es un error pensar, que el cuerpo no tiene más leyes que su fisonomía y que escapa a la historia. El cuerpo está aprisionado por una serie de regímenes de poder, por opresiones múltiples que lo atraviesan, está escindido por la explotación del trabajo, está esclavizado por lo cotidiano, está intoxicado por venenos culturales y leyes morales, y sin embargo, resiste, emerge siempre de sus propias profundidades.

No soy costilla
ni barro primordial
de ningún Adán
ni germen inventado
por mitos que anidan en la memoria.

Soy Afrodita,
Subversión bizarra
borramiento del rastro
del rostro.

Soy
anormalidad, rareza, excentricidad,
contra natura,
reflejo en el espejo
de la archianimalidad.

Mi furia desbocada
embiste demonios siniestros
dueños del amor y del placer normal
que Dios bendice y la sociedad aplaude.

Me trago y escupo mil veces
esos monstruosos hombrecillos infernales
absurdos
lóbregos
mortales y finitos. La emergencia del cuerpo, ese

punto de surgimiento, ese principio y ley singular de una aparición, se da precisamente en este estado de correlación de fuerzas. La emergencia del cuerpo y sus pulsiones, instala el lugar de enfrentamiento, un no lugar, una distancia, los intersticios que dejan las reglas vacías, violentas, las reglas sin finalidad, hechas para servir a éste o aquel poder. Por esos intersticios, se cuelan, emergen las fuerzas siempre presentes, de los dominados. Esta fuerza, esta contra-memoria, lucha incluso contra sí misma por imponerse, y en momentos de debilidad, se disfraza incluso de alto valor moral y cae en lo mismo que criticaba. Es por eso, que la historia, no es otra cosa, que el eterno retorno del misterio en saber: quién se adueñará y utilizará en la siguiente vuelta de los tiempos, las reglas del poder, contra aquellos que las habían impuesto.

Nuestro presente inmediato, nos habla precisamente de estos avatares sociales, ideológicos y políticos a los que se enfrenta hoy, el reconocimiento social de los cuerpos dominados.

En mis libros solo me refiero a uno de esos cuerpos, que no valen nada: el cuerpo intersextranshomo-bipansexual.

¿Por qué vivir tras la máscara,
engrillada en el closet,
tapiada por el miedo?
¿Porqué?

Si el cementerio es un océano
de huesos sin sexo
de polvo sin vida
de dioses sin respeto
ni jerarquías.

Pedazo de suelo ajeno
tu última morada,
semillero de nombres
que no significan nada,
jardín artificial de flores secas
que vigilan ciegas
el gélido silencio
de lo que nunca fuiste.

Tragedia del fingir,
mordaza que ahoga el gemido,
carcelera de la carne
vacía de poesía.

Los mismos inventores de reglas, manifiestan su rechazo frente a aquellos cuerpos que tienen otro sexo distinto al de la hembra o el macho "normales", como los intersexuados y los transexuales; cuerpos que han desestructurado el género femenino (mujer) o el masculino (hombre), como los transgéneros, los travestis, los transformistas; cuerpos que han decidido vivir su sexualidad en forma distinta a la "heteronormatividad" moralmente aceptada, como los gays, las lesbianas, los bisexuales y los pansexuales.

Ven estas presencias estéticas del cuerpo y sus prácticas de la sexualidad, como una transgresión, un desafío a los mandatos sociales de la familia patriarcal y de la Iglesia colonial y, por tanto, sus expresiones son reprobadas, censuradas, violentadas por quienes las conciben como una monstruosidad, un "contra natura", una desviación o una enfermedad.

Merced a estas posturas, la discriminación se ha encarnizado en el cuerpo intersextranshomo-bipansexual, en actos que van desde: negar o anular sus derechos, limitar sus oportunidades de trabajo, burlarse, excluirlos, rechazarlos, verlos diferentes, maltratarlos, no respetarlos, hasta darles un trato de inferioridad o exterminarlos. Estas situaciones son vividas cotidianamente por quienes dan vida a la diversidad sexo/género/sexualidad.

El poder de turno, en las sociedades modernas, ha propiciado hipócritamente, el reconocimiento de la sexualidad como un derecho: pero este derecho no es otro, que el derecho de la identificación del cuerpo, como un espacio sexualmente controlado, manipulado, reprimido y sometido al ejercicio dominante de la heterosexualidad como un mandato institucional legítimo.

Este mandato, se hace carne, principalmente, en el cuerpo de las mujeres y, con ellas, en todos los otros cuerpos, que devienen feminizados en razón de estigma. Estos cuerpos, así feminizados, infantilizados, inferiorizados, animalizados, son víctimas de violencia:

Me aterra
el relámpago estruendoso
de tus ojos.
Tus gritos
bandada de pájaros negros furiosos.
Tus puños
gigantescas rocas en remolino
tu siniestra y sorda insensatez.

Y aunque renuncio
al nudo en mi garganta
a tener el alma en un hilo
a encogerme de susto
al temblor que me reprime
y que paraliza mis alas
cautiva del insulto
de tus miserias
harta de ser victima
de tu amargo ultraje
frustrada de cargar con la cobardía
de mis despojos:
no tengo quejido
ni sollozo
ni suspiro.

Me revelo
a tu violencia
que se pavonea impune.

Estos cuerpos feminizados, son usados en la prostitución:

Hebras largas
doradas
esparcidas como rayos
cubren tu pálida
enjuta
descarnada figura
de ojos encendidos.

Cortesana ardiente
agorera
de los festines de Baco
de vida disoluta
envilecida por amor.

Tu comitiva
de guardias y bufones
de genios sin honor
de espectros sin gemido
no tiene privilegios
en la decadencia de la pasión.
No hay templos, ni dioses
para las lágrimas de tus malvados.

Sólo la concha de caracol
escondida en tu laberinto
guarda hospitalidad
en su secreta sepultura
para las sombras errantes que recorren impetuosas
los ríos del infierno.

Estos cuerpos feminizados, son cosificados en el incesto:

El ojo relumbrante
vigila
las serpientes plateadas
que pasean su crimen.

La vejez
acaricia su alma difunta
enemiga de los placeres
olfatea
la flor de su cimiente.

Renace
en el rostro del destino
la pasión ya muerta
y somete el aliento
con violencia.

La antorcha del amor
se extingue.
El soplo del céfiro
se congela.
Las bocas del abismo
escupen su veneno.

En el extremo del miedo
el cráter sangra
su dolor perpetuo.

Se sustituye en los altares
el trigo, la flor, el fruto
por la hija de tu vientre.

Un círculo de conjuros
estremece el tiempo.
El rugido ensordecedor de mi venganza.

Recojo su cuerpo
limpio sus llagas
entrego sus huesos
a la melancolía de los cipreses.
Bajo los ramajes sombríos
espero
-con los ojos atravesados de espinas-
los presagios infaustos
de la justicia.

Estos cuerpos feminizados, son violados:

En el centro del bosque
duermen los muertos
y vigilan sin tregua
los ángeles inquisidores
la paz de las sombras.

Allí
nace el comercio íntimo
entre dioses y hombres.

En el limbo del pantano del averno
desafío las puertas del infierno.

Deshojo tus pétalos
saboreo el placer de tu nido virgen,
disfruto el olor de tus frutillas pequeñas
de tus pomelos rosados
recorro tu continente
poblado de misterio.
Busco el vellocino de oro
Que crece
en tu corazón de hoguera.

Pero los magos adoradores del fuego
te privan de mi amor
destrozan nuestros viñedos sagrados
te asedian, te atrapan, te raptan, te violan
con cruel impiedad.

Solo la tierra se conmueve
abraza tu cuerpo entre sus brazos
para siempre.

Mi espectro vaga sin consuelo
refugia su amargura en la justa certeza
del designio
de la violencia y la guerra
de los cuatro jinetes del apocalipsis.

Estos cuerpos feminizados, son cercenados y comercializados por la "trata":

No tolero tu inmundicia
mercader de órganos.

Tu mano sacrílega
corta el olivo
con el garrote indolente del crimen.
Hay sangre en las monedas
de tu ofrenda fúnebre.

Vendedor de cuerpos privados de sepultura.
Hecatombe de sepulcros que imploran al cielo
gigantescas bocas abiertas que escupen fuego
eterna hondura del averno.

No hay especie que contenga
la vergüenza
de tu indignidad.

La expresión de todas estas diversidades sexo/ género/sexualidad, se enfrenta aún hoy, a la discriminación, la exclusión, la violencia social que genera su transgresión. Entonces, ¿cómo creer en la doble moral, en la "honestidad" del poder y sus reglas, si sabemos de antemano que es deshonesto y grotesco, y que su existencia es congénita a su ejercicio violento y de dominación? Ante la evidencia de la respuesta, sólo queda el grito de la rebelión.

Extraviada
envilecida
furibunda
he destrozado la cabeza de Dios
entre mis manos.

Te busco
con impaciencia
con inquietud
con desazón
como la Parca
estoy cansada de tempestades.

Atizo el fuego.
Te espero.
Ilumino las tinieblas con mi hoguera.

Pájaro mudo
oprimido bajo el peso
de tus múltiples dioses
cubriré tu espalda
con la noche estrellada
abriré tu sepultura
enteraré tu libertad
arrojaré en tu pecho
la cabeza de Dios
para que juntos intenten
convertir la nada
en paraíso.

 

 

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