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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.22 Santa Cruz de la Sierra jul. 2017

 

ENSAYO

 

Un cuerpo que no es uno carne, sexo y género

 

A body that is not one: flesh, sex and gender

 

 

Dra. (c). Isabel Gamboa Barboza
Universidad de Costa Rica isabelgamboabarboza@gmail.com San Pedro de Montes de Oca- Costa Rica
Recepción: 08 de abril de 2017 Aceptación: 12 de mayo de 2017

 

 


RESUMEN

La duda es el motivo de este trabajo. En él, reflexiono sobre el tema de la incertidumbre que conllevan tanto el cuerpo, como el deseo. Para ello, discurro sobre dos corrientes de pensamiento que cuestionan las certezas sobre la carne, el deseo y el género. Además, discuto sobre algunos dispositivos culturales, principalmente desde el Estado, que insisten en fijar a los seres humanos en dos categorías corporales correspondientes con un género y un deseo. Por último, propongo algunas breves reflexiones.

Palabras Claves: Incertidumbre, cuerpo, género, sexo


ABSTRACT

Doubt is the reason for this work. In it, I reflect on the subject of the uncertainty that both the body and the desire entail. To do this, I discuss two currents of thought that question the certainties about the flesh, desire and gender. In addition, I discuss some cultural devices, derived mainly from the State, that insist on fixing humans in two corresponding body categories with a gender and a desire. Finally, I propose some brief reflections.

Keywords: Uncertainty, body, gender, sex


 

 

Introducción

En el año de 1929 el endocrinólogo madrileño, Gregorio Marañón, dijo que los varones y las hembras tipo eran entes casi en absoluto fantásticos, y que los estados de confusión sexual eran tan abundantes que apenas hay ser humano cuyo sexo no esté empañado por una duda concreta o por una sombra de duda (1929). Al decirlo, cuestionó las certezas sobre el cuerpo, que se construyen desde la medicina y la cultura, y que tanto nos empeñamos en cumplir.

Muchísimos años después de la afirmación de Marañón en lo que sería el comienzo de una investigación que planeaba hacer, sobre intersexualidad, fui a buscar a una persona que alguien me recomendó entrevistar y que vivía "retirada en la montaña".

Así, llegué a la Suiza de Turrialba, en la provincia de Cartago, Costa Rica, casi a la hora del café, y la llamé desde el alto de la colina, pero sólo me respondieron los perros. Después de insistir, salió ella. A su lado, la incertidumbre. Era, ciertamente, una extraña persona que se burló con solo poner su cuerpo frente al mío de mi supuesta apertura frente a la intersexualidad.

Ya en la sala, mis ojos se fueron acostumbrando a ella como se acostumbra una al paso de la oscuridad a la luz repentina. Tomamos café y hablamos: le conté de la investigación y la invité a participar, pero se negó a aceptar. Al despedirme de ella en muy buenos términos me quedé con un vacío, con un hueco que estaba debajo de la certeza que ella me arrebató con su presencia. Se trataba de un hombre transexual, cuya familia lo había "depositado" en aquel remoto lugar para evitar que les avergonzara.

Esa experiencia me hizo pensar en lo que pasaba cuando esa seguridad era arrebatada a alguien con un título en la pared y un bisturí en una mano: un médico. Casi siempre cortan, cosen y medican. Pero para bien de la humanidad, existen al menos dos corrientes de pensamiento que cuestionan las certezas que llevan a mutilar estos cuerpos.

No todo el mundo cree lo mismo: desde las ciencias

Mencionaba antes que existen al menos dos corrientes de pensamiento que se enfrentan al saber institucional sobre los cuerpos. La primera, surgida principalmente a partir de la década de los años sesenta, está constituida por intelectuales de distintas disciplinas que han venido interrogando la relación entre el cuerpo, el sexo y el género, y la manera en que la cultura interviene en ello.

La filósofa Judith Butler, por ejemplo, supone que el género es un constructo cultural que requiere ser constantemente actuado para lograr una subsistencia apenas imperfecta; y que, de la misma manera, los deseos están en constante formación (2006). Así, para Butler, el cuerpo no sería un instrumento, ni de liberación, ni de opresión, sino una construcción cultural inacabada (1999).

Por su parte el también filósofo, Michel Foucault, desveló que la homosexualidad, tal y como la conocemos hoy, fue un invento de las instituciones médicas y de justicia penal del siglo XIX, y que, junto a ella, también se produjo una formidable tecnología del cuerpo conformada por una serie compleja y abundante de mecanismos para administrar la carne y los deseos (2003).

Desde la antropología, Gayle Rubin afirmó que la sexualidad occidental responde a una serie de paradigmas culturales que reconocen como normalidad sólo algunas prácticas, algunos deseos y algunos cuerpos, dejando al resto en lo más bajo de un sistema clasificatorio. Desde el paradigma dominante, esos escalones bajos de la sexualidad representarían un peligro para la estabilidad de la sociedad (Rubin, 1989).

Finalmente, el historiador, Thomas Laqueur, asegura que la idea de los dos sexos no ha estado siempre presente en la cultura occidental, y que más bien se fue conformando, a través de los siglos, a partir de la creencia original griega en la existencia de un único sexo (1994).

No todo el mundo cree lo mismo: desde la política

La segunda corriente de pensamiento que interpela la certeza de los dos sexos y de una supuesta correspondencia con el deseo, la integran las personas militantes, o no, profesionales, o no, que con sus declaraciones explícitas, sus existencias individuales o sus investigaciones empíricas, desafían la relación unívoca entre cuerpo y deseo, y ponen en evidencia una serie de mecanismos institucionales empeñados en sostener forzosamente dicha relación.

Aquí debo citar a aquellas personas que con su sola presencia corporal socavan las certidumbres sobre cómo son los cuerpos y cuáles son sus deseos. Por ejemplo, la modelo brasileña Lea T1, el modelo bosnio Andrej Pejic2, la conductora y actriz mexicana Alejandra Bogue3 o la muy enigmática escritora Patricia Highsmith4.

Además, tengo que mencionar a las abundantísimas organizaciones presentes en prácticamente todos los países del mundo autodenominadas gays, lésbicas, transexuales, intersexuales, bisexuales, etc. Estas agrupaciones, gracias generalmente al financiamiento de organismos de derechos humanos, investigan, intentan intervenir las legislaciones que regulan el tema, se reúnen y denuncian lo que consideran atropellos a los derechos humanos asociados al cuerpo, la sexualidad o el género 5.

Estas organizaciones han venido denunciando que desde muchas instituciones médicas, jurídicas y educativas, es decir, desde el Estado, se instituyen esos cuerpos como truncados y se establecen procesos de administración corporal, mediante la realización de investigaciones, intervenciones médicas, administración de justicia, y producción de discursos.

Según lo han reportado estas organizaciones, como por ejemplo GATE (Acción Global para la Igualdad Trans) en los hospitales, cada vez que nace una persona cuyo sexo es difícil de determinar dentro de las categorías de femenino o masculino, la endocrinología, seguida por la genética y la cirugía, con la ayuda eventual del trabajo social, la psiquiatría, pediatría, urología, psicología y la ginecología, se encargan de zanjarlo cortando lo que decidan cortar y agregando lo que consideren necesario.

Pero como el poder no es un objeto sino una relación, como nos lo recuerda Halperin (2000), el equipo médico suele contar con la venia de quienes rodean a la persona por operar: además de médicos, hay mamás; a la par de una psicóloga, hay papás; con el enfermero, hay una vecina. Al final, es una comunidad la que opera a un cuerpo que no recibirá en su barrio sin arreglo previo.

Además, otras instituciones juegan un papel determinante para garantizar la eficacia de estos dispositivos normalizadores. Por ejemplo, en Costa Rica, el Ministerio de Educación Pública, lleva décadas produciendo materiales educativos usados por quienes estudian y por quienes educan en los que insiste en las diferencias biológicas y sociales entre mujeres y hombres. En ellos, se reiteran afirmaciones tales como que el hombre y la mujer son necesarios para tener y cuidar hijos, que las células reproductoras determinan el comportamiento de género, y se hacen llamados a valorar la identidad y el rol sexual propios (Gamboa, 2010).

Desde el punto de vista médico, la incertidumbre corporal, más que eso, es interpretada como un incumplimiento que puede ser de tipo gonodal (ovarios y testículos), genético (cromosomas), genital (vulva, vagina, pene y próstata), fenotípico (caracteres sexuales secundarios), o, ya más asociado a lo social, de aspectos psicosexuales (una persona no se identifica con el sexo con el que se le reconoce)7.

La medicina tiene un largo camino nombrando y normando la carne que no enuncia certidumbre: empezando con el eunuquismo, la disfunción ovárica, el virilismo, el criptorquismo y las hipospadias (OMS, 1957); continuando con la hiperplasia suprarrenal congénita, la feminización testicular, el seudohermafroditismo y el síndrome de Klinefelter (OMS, 1978); y acabando con el síndrome de resistencia androgénica, la ectopia testicular y el síndrome de Turner (OMS, 1995).

Pero, cada vez más intensamente, al lado de la voz médica, se oyen otras voces que planten que, lo tomado por ambigüedad, no es más que un destino cultural de la diversidad de cuerpos sexuados, algo así como un desafío, en tanto diversidad corporal, de las normas culturales (Cabral, 2009).

Así, en disputa del supuesto saber institucional sobre los cuerpos, existen abundantes investigaciones y publicaciones que se han llevado a cabo en los últimos tiempos. Por ejemplo, una de las más ambiciosas, porque incluye varias investigaciones en muchos países latinoamericanos, es el libro Interdicciones, editado por Mauro Cabral (2009). En él, se presentan los resultados parciales de cinco indagaciones, llevadas a cabo desde diferentes disciplinas y con una postura militante reconocida explícitamente.

El primer trabajo (Alcántara, 2009), discurre sobre los resultados de una investigación etnográfica, con fuentes documentales y entrevistas a familiares y personas en condición intersexual, provenientes de diferentes departamentos mexicanos. En ella, la investigadora sugiere que la relación existente entre el personal médico y las personas tratadas en los hospitales, está marcada por el poder desde niveles diferentes. Por ejemplo, desde el racismo. Apunta también que la condición intersexual se vuelve algo secundario, para estas personas, frente a su condición de pobreza extrema. Agrega que en las comunidades donde habitan personas en condición intersexual suelen ser más tolerantes con ellas que el mismo personal médico.

En el segundo ensayo (Lins, 2009), se hace una reflexión a partir del caso de la judoka intersexual brasileña Edinanci Silva, ganadora de una medalla de oro en unos Juegos Panamericanos. Lins narra cómo las instituciones deportivas reaccionaron acatando completamente los discursos médicos y su prescripción de dos sexos, y cómo los medios de comunicación reprodujeron, sensacionalistamente, las representaciones de sentido común con respecto a la intersexualidad, al presentar a Silva como una aberración y como un prodigio, al mismo tiempo, y al ubicarla en el lugar de lo exótico.

El tercer ensayo (Lavigne, 2009), critica los discursos teóricos y categoriales de la medicina en cuanto a diagnóstico, tratamiento, prevención y clasificación de la intersexualidad. La investigadora hizo un trabajo de campo que incluyó entrevistas a personal médico y a militantes intersex de Argentina. Sus hallazgos develan y confirman las estrategias de intervención y normalización de la sexualidad por parte de la medicina.

El cuarto avance (Grégori, 2009), se ocupa de estudiar el contexto español en función de las personas diagnosticadas como intersexuales. En su investigación, la autora encontró que en España las personas intersexuales comparten historias de silencio y soledad, pero también de lucha y reivindicación política. Además, Grégori hizo un recorrido por la organización política intersex, pasando por la incorporación de esta población en agrupaciones militantes ya existentes, los debates al interior de las mismas y los encuentros y contradicciones que se revelan allí.

Finalmente, el quinto (Sadrine, 2009), es un estudio etnográfico, en un hospital de Brasil, que expone tres historias de campo correspondientes a tres casos de la vida real. A través de ellos, Sadrine discute sobre la construcción de un binarismo sexual por parte del personal de salud, responsable de tratar a personas intersex, describe cómo se ha visto históricamente la ambigüedad sexual, argumenta contra el poder de los médicos, expone el papel del avance de las tecnologías médicas en el tema de la sexualidad, y desvela la existencia de tensiones entre el discurso médico y las experiencias cotidianas de las personas intersex.

El a priori carnal

Me parece que puedo afirmar que, tanto la posición de los que se aventuran en corregir los cuerpos de los demás, como la de quienes abogan por otorgarles una existencia simbólica tal cual nacieron, se fundamentan parcialmente en una actitud voluntarista. Esto es, en la idea de que se puede decidir y actuar en uno u otro sentido, según el propio deseo. Y a este propósito es que deseo comentar rápidamente una postura que interrogaría dicha voluntad.

Para el filósofo francés Maurice Merleau Ponty: "La voluntad de poseer un cuerpo sano o el rechazo del cuerpo enfermo no se formulan por sí mismos; la experiencia del brazo amputado como presente, o de un brazo enfermo como ausente, no son del orden del "yo pienso que..."" (1975:100).

Que el cuerpo sea una condición imborrable se debe a que posibilita eso que él llamó ser del mundo. La naturaleza terrenal y corporal de la existencia de los seres humanos hace que tener un cuerpo permita a alguien, en particular, formar parte de un contexto específico e involucrase en él (Merleau-Ponty, 1975).

El ser el cuerpo los brazos, los ojos, la espalda, los genitales el medio para ser del mundo, una "anormalidad" significaría, culturalmente, una marca que erige una diferenciación. Mi "anormalidad" sería interrogada por el mundo en una especie de reclamo por la ausencia que evidencia (Merleau-Ponty, 1975). Esas regiones de silencio como llamó el filósofo a lo que queda en el lugar de la falta, determinan el lugar en el mundo.

Precisamente desde ahí, desde los postulados de Merleau-Ponty, el filósofo español, Francisco Vázquez, propone la consideración del a priori carnal en el estudio de lo que considera como límites del constructivismo en el análisis de la transexualidad (2009).

Vázquez sugiere que, tanto el personal de salud, como las personas transexuales, mantienen una postura constructivista que debería moderarse con elementos fenomeno lógicos de la interpretación del cuerpo (2009).

Fundamenta su argumento en el hecho de que las personas trans pueden ubicarse en dos grupos, quienes obedecen al modelo médico, mediado de común por la necesidad de contar con un estatus legal que les posibilite una vida normal, y quienes se agrupan para desafiar enteramente dicho modelo y sus representaciones, argumentando que, tanto el sexo como el género, son meras construcciones sociales (2009).

Por otra parte, asegura que el personal médico también está integrado por posiciones contradictorias al sostener la visión dicotómica de la existencia de dos sexos y dos géneros pero, también, al cuestionar dicho esencialismo cuando reconocen el carácter cultural del género (2009).

De esto resulta que, según Vázquez, ambos grupos tienen en común el oponer la naturaleza a la cultura y en olvidar que el cuerpo es la materialidad desde la que se está en el mundo. Según Vázquez, unos dan el protagonismo a la biología, otros a la cultura, reduciendo la cuestión del cuerpo a una imposición que no considera qué hace el sujeto, por ejemplo, con eso que la cultura le impone (2009). Para Vázquez, después de todo, no todas las personas transexuales pueden elegir entre un cuerpo y otro, ni pueden darse la libertad de vivir tal cosa como una transgresión.

 

Conclusiones

Si se es, o no, intersexual, si una se asume transexual o transgénero, si nos declaramos heterosexuales (duros o vainillas) o en el cuerpo equivocado.... Pareciera que todo lo asociado al sexo lo está también a la angustia. Si esto fuera así, el sexo y todas sus manifestaciones serían, parafraseando a Allouch, el síntoma gracias al cual sabemos que nos cuidamos calamitosamente.

¿De qué se cuida alguien cuando se siente muy femenino, muy masculina, poco o muy sexual, con los senos o el pene muy pequeño? ¿De la ignorancia que nos nace al creer que, como diría Cabral (2008), del sexo no sabemos nada? Será que, con o sin hormonas u operaciones, las personas siempre estamos condenadas a nuestra propia carne en la forma en que lo planteó Merleau-Ponty. Casi como si dijéramos, creyendo a la tradición judeo cristiana, que sufrimos las tribulaciones de la carne.

 

Notas

1   Una de sus fotografías puede verse en: https://encryptedtbn2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSP7kahSHuYIqUSwN6ocVQre8Vt03HueGI6ibl9WqOO-Z_YcGEE

2   Una fotografía suya puede ser vista en: https://encrypted-tbn3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTsyKDA-hmu4DYMeu63H6q1I9823ZYni8Q2M5QTNDLog4YVjJHSKA

3   Puede ver su foto en: http://www.bacanalnica.com/images/stories/old_blog/alejandra_bogue_02.jpg

4   Su foto en: https://encryptedtbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTfcF5UV8ywKJw1IXDveMlMAaOmrlCzwveJwS48du0Ivl08AMMkHQ

5 Sólo por señalar algunas pocas: International Lesbian and Gay Associaton (ILGA); Asociación Lésbica gay de Sierra Leona (SLLAGA); Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos (CIPAC), ubicada en Costa Rica y dedicada a la investigación y promoción de los derechos; Proyecto de Minorías Sexuales bajo Acción de las Mujeres para el Cambio (WAC), organización de las islas Fiji; Sexuality Policy Watch (SPW), organización internacional dedicada a la investigación y el activismo; Blue Diamond Society, organización ubicada en Nepal que trabaja en los temas de salud sexual; Asociación Brasileña de gays, lesbianas y transexuales, también dedica a los derechos; Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, que se ocupan del mismo tema.

6   Gate informa regularmente en su sitio: http://transactivists.org

7  Consúltese por ejemplo, Money, J. (2002). Errores sexuales del cuerpo y síndromes relacionados. Una guía para el asesoramiento de niños, adolescentes y sus familias. Córdoba: Editorial Biblos. Y Pombo, M. (2002). Tratado de endocrinología pediátrica. Madrid: McGraw-Hill.

 

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