SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número20Estadísticas de Género de las Universidades de la Ciudad de Santa CruzLa experiencia de Luis Ramiro Beltrán como defensor del lector índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.20 Santa Cruz de la Sierra jul. 2016

 

ENSAYOS

 

Argumentación y Performatividad en el Discurso Político de Sergio Almaraz Paz

 

Argument and performativity in political discourse Sergio Almaraz Paz

 

 

Roberto Vila De Prado
Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Bolivia titov@cotas.com.bo Santa Cruz -Bolivia

Fecha de recepción: 4 de mayo de 2016 Fecha de aceptación: 6 de junio de 2016

 

 


Resumen

En este artículo se pone el acento en la relación discurso-praxis considerando que las cuestiones teóricas no tienen valor en sí mismas, independientemente de toda práctica, aunque posean coherencia lógica. Sergio Almaraz Paz (1928-1968) decía que "no se entiende la realidad sino obrando sobre ella" (1964a, p. 33). Sobre este mismo tema, Gramsci, en sus Cuadernos (1995), apuntaba que las ideas no son paridas por otras ideas, sino que expresan el desarrollo histórico. De acuerdo con Zemelman (1989, p. 91), "en la misma medida en que el discurso teórico deviene en discurso político, la verdad del primero se transforma en la posibilidad de hacer viables las construcciones que propone el segundo".

Palabras claves: Discurso teórico - estrategia - praxis -performatívidad.


Abstract

In this artícle, the emphasis is placed on the relatíonship between discourse and practíce, considering that theoretícal concerns, independent of any practíce, have no value in themselves even if they possess logical coherence. Sergio Almaraz Paz (1928-1968) stated that "reality is not understood unless it is worked upon" (1964a, p. 33). Regarding this same topic, Gramsci, in his work Prison Notebooks (1995), pointed out that ideas are not born from other ideas; on the other hand, they express historical development. According to Zemelman (1989, p. 91), "to the same extent that theoretícal discourse is transformed into political discourse, the truth of the first becomes the possibility of the constructíons proposed by the second."

Key words: Theoretícal discourse - strategy - praxis -performatívity.


 

 

Introducción

Sergio Almaraz Paz (SAP) era partidario del nacionalismo con una visión humanista de fuerte inspiración existencialista, especialmente la que proviene de los escritos de Albert Camus. Según Oscar Terán (1991; 56), "es el cruce entre el existencialismo sartreano y el marxismo, el que operará como 'humus' ideológico de la valorización de la praxis social en detrimento de la función propiamente intelectual", en los teóricos bolivianos de los años sesenta1:

SAP adoptó el marxismo como método antes que como ideología o doctrina. No era cuestión de repetir conceptos extraídos de la obra de los clásicos asumiendo una actitud sectaria, por el contrario, hay que razonar "con el rigor lógico de un obrero" y ser "capaz de sistematizar conclusiones en el nivel de una formación cultural superior" (Almaraz, 1969, p. 59).

SAP sostenía que para comprender la realidad había que obrar sobre ella. En palabras de Zemelman, 1989, p. 91), "en la misma medida en que el discurso teórico deviene en discurso político, la verdad del primero se transforma en la posibilidad de hacer viables las construcciones que propone el segundo".

El presente estudio tiene como objetivo analizar la argumentación y la performatividad del discurso de Sergio Almaraz. Aquí, como en toda secuencia discursiva surgen, por lo menos, cuatro preguntas referidas a su exterior (Pecheux (1981):

La siguiente exposición girará en torno a estas cuatro interrogantes.

 

La estrategia revolucionaria

Cuando se habla de "revolución", el término se suele asociar con un momento de ruptura. Sin embargo, la revolución es un proceso, una relación histórica (temporal) entre el antes y el después de la ruptura; de una ruptura que une y que a la vez separa a dichos momentos. El problema de la revolución es el problema de la transición, y éste está ligado a la necesidad de la estrategia.

La estrategia debe partir de una visión de conjunto, la que no puede ser una suma de fragmentos de conocimiento. "Para apreciar un paisaje hay que encontrar en él, el punto saliente y el resto del panorama será visualmente accesorio". (Almaraz Paz, 1964 a, p. 32).

Toda estructura de acción -dice René Lourau (1974, p. 365)- se halla sometida a la contingencia, la racionalidad y la obsolescencia. Dicho de otra manera, la estrategia se encuentra en los niveles de lo posible, lo contingente y lo no -necesario (Dussel, 2004) Si bien, como afirma Weber (1919) y nos recuerda Borón (2004), no se consigue lo posible, sino se intenta lo imposible.

Se trata de mejorar la condiciones de la gente en forma inmediata, tratando de que al mismo tiempo se abran oportunidades para victorias futuras: "unir lo inmediato/posible con lo mediato posible (Soto & Crespo, 2005, p. 27).

Coincidiendo con estas ideas, dice SAP:

Una revolución es un corto y fluido período de la historia. Los acontecimientos no siempre pueden ser controlados ni los errores evitados. Todo lo que importa es que los aciertos pesen más en el balance último (Almaraz Paz, 1969, p. 52).

Un planteamiento que conciba al conocimiento como respuesta a la pregunta estratégica ¿qué hacer?, es ya un planteamiento organizativo.

... La organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica [...] mientas que en la mera teoría pueden convivir pacíficamente las concepciones y tendencias más dispares y sus contrastes toman simplemente la forma de discusiones que pueden desarrollarse en el marco de una misma organización sin que necesariamente rompan con ésta, cuando estas mismas cuestiones se presentan desde el punto de vista organizativo irrumpen como orientaciones contrapuestas e irreconciliables (Lukacs, 1969, p. 312).

Si el alcance de un error queda circunscripto al plano de la superestructura (es decir, al ámbito de las relaciones políticas e institucionales momentáneas), esto no podrá cambiar el curso de una revolución.

 

La infecundidad del sectarismo

Una orientación equivocada puede descomponer el cuerpo de una revolución. La esterilidad teórica del sectario -por ejemplo-lo lleva a confundir los objetivos centrales de la estrategia y a adoptar comportamientos políticos innecesariamente violentos (Almaraz Paz, 1969, p. 59).

Una de las características más manifiestas del pensamiento sectario es la creencia de que se puede hacer siempre ciertas cosas aunque la situación político-militar haya cambiado (Gramsci, 1990, p.90). "El dogma es menos útil que la bosta de vaca", le dijo Mao a Malraux, en una entrevista. (1983, p. 522). El sectarismo en Bolivia, dice SAP, no ha producido más que piezas de divulgación doctrinaria de escaso valor, se limita a repetir conceptos extraídos de los clásicos (Almaraz Paz, 1969, p. 58).

 

La ética y la economía de la violencia

El existencialismo de Camus influye en su valoración del individuo y su papel en la historia, desde una perspectiva ética en contra del absurdo, la crueldad y la violencia, y en general contra todo lo que amenaza la existencia del hombre.

En SAP encontramos, como en Maquiavelo, una economía de la violencia2, es decir un uso estratégico de la violencia, pero indisolublemente ligado a una visión ética del tema. Él se opone a "la violencia por la violencia", pero reconoce la dignidad del hombre que se rebela.

No es necesario buscar una medida de la nobleza de un pueblo en su aptitud para tomar un fusil. Es cierto que hay momentos en la vida de un pueblo en que un fusil es más importante que toda la sabiduría del mundo. Pero la dignidad no se puede medir en términos de muerte...Dignidad y muerte son conceptos no equiparables porque el hombre que muere, muere simplemente (Almaraz Paz, 1964c, p. 84).

Ya Camus decía que si el individuo acepta morir y muere en el momento de su rebelión está mostrando que se sacrifica en beneficio de un bien del que estima que sobrepasa a su propio destino (Camus, 1996).

La visión estratégica de SAP se pone de manifiesto cuando, desde una perspectiva sociológica, señala el carácter institucional de la violencia en Colombia (que en lugar de impulsar, detiene; en lugar de afectar, distrae). La violencia institucionalizada es un elemento que pertenece a la estructura de la sociedad colombiana, y la complementa:

Una violencia del tipo de la colombiana puede estar tan lejos de la revolución como podría estarlo un país que por la satisfacción plena de sus necesidades ha llegado a un estado de saciedad e indiferencia. Se trata de un "tío vivo" enloquecido, que gira sobre su propio eje sin avanzar en ninguna dirección. El país no avanza ni retrocede, se queda (Almaraz Paz, 1964c, p. 74).

SAP no aboga por un pacifismo dogmático de inspiración religiosa. No se trata de sustituir el fusil por el crucifijo, sino de emplear un arma más, el pensamiento: "... En Bolivia y en América Latina respiramos los agrios olores de la revolución, sea ella bienvenida. Pero si una revolución puede triunfar únicamente por la violencia, para mantenerse necesita el diálogo" (Almaraz Paz, 1964 a, p. 31).

En un ensayo escrito en 1964, advierte sobre los peligros de una violencia ciega e irreflexiva, que puede poner en riesgo los avances de la revolución:

La violencia en Bolivia está agazapada esperando el momento del salto que será sobre el vacío. Las milicias privadas, al ardor irreflexivo de los dirigentes sindicales, la incitación abierta a la oposición a emplear la violencia, ese estado de permanente "tour de force" de los sectores políticos y el gobierno, son las semillas dispersas que empezaron a germinar (Almaraz Paz, 1964b, p. 83).

Según Camus, violencia y no-violencia, ambas deben encontrar sus límites. El hombre rebelde no puede dejar de vivir en contradicción: No puede aspirar a no matar ni mentir sin renunciar a su rebelión, pero tampoco puede aceptar el asesinato y la mentira sin destruir sus razones para la insurrección (Camus, 1996, p. 338).

La idea más grande vale menos que la vida del hombre más humilde, admite SAP, pero hay momentos en que las únicas alternativas visibles son la muerte o la vida, y la vida es la revolución (cultura, dignidad, seguridad y bienestar). "¡Cuánto respeto merece la condición de boliviano cuando a uno le reconocen el derecho a la rebeldía!" (Almaraz Paz, 1967, p. 95).

Camus dice que el hombre rebelde está dispuesto a sufrir la muerte por este derecho que, aunque arranca del corazón del individuo, no es personal sino humano.

 

El escenario y el clima intelectual de la época

En el período comprendido entre las dos grandes crisis que conmovieron al mundo (nos referimos a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial), los gobiernos de los países centrales adoptaron políticas económicas intervencionistas. A partir de ese momento, en las formaciones sociales latinoamericanas nuevas exigencias impusieron la ruptura de las viejas estructuras y se pusieron en práctica transformaciones sociales, especialmente en lo que respecta a la reforma agraria, los proyectos de industrialización y la regulación de las inversiones extranjeras.

El Estado conducido por gobernantes inspirados por una ideología que podríamos denominar "nacionalismo popular" intervino activamente en la vida económica para fortalecer la formación de un empresariado nacional.

A pesar de la violencia que se desencadenó en algunos países y de la fuerte resistencia de las elites tradicionales, los proyectos nacionalistas se inscribieron dentro de la perspectiva de un "capitalismo de Estado" que en ningún momento intentó abolir la propiedad privada. El Estado considerado como un planificador y un gestor, tenía como misión afrontar los altos costos que demandaban las obras de infraestructura, así como el desarrollo de las industrias básicas. Ninguna de estas tareas podía ser encarada por las débiles burguesías nacionales (Faletto, 1979, p. 41).

Para poder enfrentar con éxito a la oposición, las nuevas elites dirigentes construyeron un sistema de alianzas con fuerte participación popular. De manera que cada proyecto político concreto podía ser considerado como más a la izquierda o más a la derecha, según se pusiera más énfasis en lo popular o en la formación de un empresariado nacional.

Los éxitos relativos que alcanzaron estos movimientos dependieron básicamente de una coyuntura internacional favorable. Cuando la situación cambia, la contradicción entre acumulación y consumo (que correspondía a diferentes intereses en el seno de la coalición dominante) contribuyó al debilitamiento de estas políticas.

La base de la estrategia era la nacionalización de los recursos naturales de propiedad extranjera para reorientar la actividad económica y utilizar los beneficios que estos produjeran con propósitos de inversión. También se admitía la posibilidad de que el capital extranjero, sobre todo en el período de despegue, pudiera ofrecer una ayuda complementaria dada la falta de maquinaria y materias primas, siempre y cuando las garantías ofrecidas por el país que recibiera las inversiones no afectaran sus derechos de soberanía (Lange, 1977, p. 45).

En un mundo militarmente bipolar pero políticamente multipolar, la rivalidad de las superpotencias -según H. Kissinger (1976, p. 90)- ofrecía a terceros países muchas oportunidades para el "chantaje" y esto que afirmaba uno de los grandes estrategas del imperio, también era sostenido por un eminente economista marxista:

Los "regímenes intermedios"3 son los proverbiales terneros que maman a dos vacas: ambos bloques les demandan ayuda financiera y compiten por ello. Así ha sido posible lograr el "milagro" de obtener algunos créditos de los EEUU sin condiciones en cuanto a política económica interna (Kalecki, 1979, p. 130).

En Bolivia, la revolución nacional modificó radicalmente la estructura socioeconómica del país; la nacionalización de las minas, la reforma agraria, la diversificación de la producción, así como esfuerzos orientados hacia la integración del espacio económico, constituyeron las principales reformas.

La situación de Bolivia con respecto a los EEUU era diferente a la de otros países que habían realizado una revolución similar. El país del Norte interfirió en mucha menor medida que en la revolución guatemalteca, por ejemplo, y las causas de esta tolerancia puede encontrarse en un conjunto de circunstancias:

En primer lugar ningún lobby poderoso de EEU, como la United FruitCo., tenía intereses en Bolivia; los intereses de la minería del estaño no tenían conexiones tan importantes; y la reforma agraria no afectó a ninguna plantación de EEUU ya que éstas no existían. La explotación de las minas de estaño nacionalizadas no constituía una propuesta muy atractiva ya que, al estar agotadas en gran medida, suponen definitivamente unos costos elevados. Además, el mineral se suele vender en el mercado norteamericano y no hay fundiciones en el país (Kalecki & Kula, 1980, p.228).

EEUU no interfirió en la nacionalización del estaño y la reforma agraria, aunque mediante la llamada "asistencia económica" influyó poderosamente en los asuntos del país.

Un tema que demandó la preocupación constante de SAP fue el de las relaciones Bolivia -EEUU. Puede ser, como afirma R. Barrios, que su enfoque no haya escapado al clima antí-yanqui de aquellos años, lo cierto es que enfatízó los aspectos "antagónicos, conflictívos y excluyentes (de estas relaciones) sin opción a introducir eventuales elementos cooperativos".

Sin embargo, este mismo autor admite que el análisis que hace SAP sobre las condicionalidades cruzadas, condiciones que limitaban las conductas de Bolivia a cambio de créditos, está suficientemente fundado (Barrios, 1993, p. 40).

SAP era partidario de la doctrina de la neutralidad positiva que sostenía el bloque de los países no alineados (al que Bolivia no adhirió) y se mostraba contrario a los efectos de la Guerra Fría.

 

Los recursos naturales, una pieza estratégica clave

La estrategia para la construcción de un poder nacional efectivo, según SAP, debía tener como base fundamental el aprovechamiento de los recursos naturales. La vulnerabilidad de Bolivia, en cuanto nación, sólo podría reducirse fortaleciendo el poder nacional mediante el control de su riqueza natural. Las preguntas que era necesario responder para formular una estrategia de desarrollo eran las siguientes:

¿Cómo reducir nuestra vulnerabilidad externa? [...] ¿Cómo hacer de este territorio y riqueza un país de "verdad", ¿Cómo transitar de lo potencial a la expresión del poder nacional efectivo? (Barrios, 1993, p. 35).

Si el Estado dejaba de defender aquellas empresas estatales que eran claves para su soberanía y símbolos de modernidad, no sería viable ni como Estado ni como nación. La gestión nacional de la riqueza minera e hidrocarburífera era un factor que contribuiría a alterar las relaciones de poder a favor de los países productores de materias primas.

 

Desarrollo económico y alianza de clases

En un ensayo escrito en 1963, SAP sostenía que la conducción organizada de las fuerzas nacionales estaba debilitada por la confusión que era, a su vez, el resultado de una crisis ideológica.4 Pero la construcción de una ideología y su difusión era un proceso lento, y la pragmática revolucionaria exigía encontrar alivio a la miseria que asfixiaba a los bolivianos (Almaraz Paz, 1969, p. 64).

Sólo el desarrollo puede atacar con éxito a la pobreza. Cualquier tarea que quede pendiente repercutirá en lo ideológico y provocará cambios en el rumbo de la revolución.

La única respuesta descubierta por el ingenio humano contra la pobreza es el desarrollo. Pero hay una profunda diferencia entre lo que se entiende por desarrollo en una sociedad estancada en los moldes capitalistas y la idea que se tiene de él y de los medios disponibles para promoverlo, en otra que vive transformaciones dinámicas (Almaraz Paz, 1969, p. 63).

La estrategia para el desarrollo debía ampliar la base económica del Estado y para ello era necesario movilizar a los sectores medios:

Hay que fomentar la acción del capital nacional por pequeño que sea y allí donde se encuentre. Esta línea de la economía no significa debilitar o excluir el desarrollo de la empresa estatal. El Estado no debe perder el control sobre los recursos básicos mineros, sobre la energía, el comercio exterior y sobre determinados sectores del transporte. (Almaraz Paz, 1969, p. 64).

Hay que aumentar la producción minera con el esfuerzo fundamental de la minería pequeña sin debilitar la COMIBOL, para lo cual habrá que revisar la política de fomento de créditos; como la producción agropecuaria se encuentra engrilletada por el minifundio, será indispensable, aplicando el sentido común, volver los ojos hacia la propiedad mediana, único soporte de la producción cuando sobrevienen las transiciones de la reforma agraria: hay que salvar la industria elevando los niveles productivos... (Almaraz Paz, 1969, p. 62).

De esta manera, se aliviaría al Estado, poseedor del 70% del patrimonio nacional, ampliando su base económica y al mismo tiempo su base social mediante la alianza de los obreros con las capas medias.

Tapia (2002, p. 85) dice que SAP no escribió sobre el movimiento obrero, y que su análisis privilegia el estudio de la estructura de poder. Sin embargo, esto no significa que no tuviera en cuenta el importante papel del proletariado como sujeto revolucionario, tal como se pone de manifiesto en uno de sus artículos más difundidos:

La juventud del proletariado boliviano no disminuye su vigor político. Su vacilante presencia en el escenario nacional en los años 20, afirmase que en la década del 40 y actualmente es decisiva. Sociológicamente, condensa y cataliza. Condensa, porque los derechos sociales de los trabajadores constituyen el punto de gravitación de los demás problemas económicos; y cataliza porque a través de su lucha une y divide, compone y recompone la posición de las capas medias tornándolas en partidarias o adversarias (Almaraz Paz, 1969, p. 49).

Con respecto a las masas campesinas, su posición es otra. Reconoce en diversos pasajes de sus obras el despojo de las tierras y la explotación que soportaron, así como su potencial rebelión que suavizara el antagonismo entre conservadores y liberales en la primera mitad del siglo. Sin embargo, es posible que pensara que la capacidad revolucionaria de esta clase había mermado; es decir, su capacidad para contribuir a un orden social nuevo con posibilidades de evolucionar hacia las estructuras propias de una nación moderna.5

De esta manera, describe SAP a los sectores medios rurales:

Nuestra economía -la nuestra y la de Latinoamérica- por su atraso es agraria. Con la gran propiedad en aquellos países a los que no ha llegado la reforma agraria coexisten la mediana y pequeña propiedad. Y en los que se ha parcelado la tierra, hay miles o cientos de miles de nuevos propietarios. Este es el venero inagotable de las nuevas capas medias rurales (Almaraz Paz, 1969, p. 48).

En cambio, los sectores medios urbanos tienen una composición diferente. Al igual que Lukacs (1969, p. 287), SAP pensaba que la ideología nacionalista estaba viva en las capas medias, así como en el proletariado, especialmente en el de las naciones oprimidas, y que la receptividad del proletariado para con el internacionalismo dependería de la maduración de la clase.

 

La táctica complementaria

Después del fracaso de la guerrilla, SAP propone seguir una "táctica complementaria de la situación". La misma consistía en desplazar el campo de lucha desde lo político global a temas concretos como la defensa de las materias primas, pensando que sería más difícil para el gobierno combatir a alguien porque atacaba a la Gulf, que por apoyar a la guerrilla:

... Es admisible la posibilidad de una variante si los militares nacionalistas desplazan a la camarilla comprometida con el Pentágono" [...] la condición previa es que tal desplazamiento sea respaldado por un movimiento popular (Almaraz Paz, 1969, p. 88).

A partir de 1965, el Gral. Ovando reunió en secreto a un grupo de jóvenes nacionalistas contrarios a la política de Barrientos; integrantes de dicho grupo eran el escritor Marcelo Quiroga Santa Cruz, Alberto Bailey (editor del matutino Presencia), José Ortiz Mercado y Sergio Almaraz, entre otros. Cuando Ovando accede al gobierno mediante un golpe de estado en 1970, algunas de estas personas fueron designadas ministros.6

 

Los efectos performativos del discurso de SAP

Los escritos de SAP generaron una ola de nacionalismo que arrastró también al ejército. Él sabía que la oficialidad boliviana provenía de las clases medias de la ciudad y del campo, de condición modesta. Sin embargo, el ejército estaba demasiado fragmentado para servir de sostén al gobierno del Gral. Ovando y, además, la extracción social de sus miembros fue siempre un factor ambiguo.

Es evidente que la función performativa, es decir los "efectos de verdad" que amplían el campo de maniobra política son más importantes que las prácticas discursivas, (Richards, 2002).

El discurso de SAP y su constante batallar despertaron la conciencia del país sobre la defensa de los recursos naturales, dedicando a esta tarea "los mejores años de su vida, entre los 25 y los 40 años, por lo menos, aun en prejuicio de su propio logramiento personal" (Zavaleta Mercado, 1979, p. 165).

Pese a que los dueños de los diarios silenciaron su muerte, para obreros y estudiantes la nacionalización de la Gulf tenía un dueño: SAP.

El nombre de Almaraz se hace sonoro y magnífico, mucho más poderoso que la simple mención de los intereses políticos (Zavaleta Mercado, 1979, p.159)

La acción de SAP iba desde las charlas de persuasión política a técnicos y dirigentes gremiales, hasta la redacción de artículos, comunicados y votos resolutivos a nombres ajenos, y la inspiración de foros y congresos estudiantiles.

En la presencia de los generales Torres y Ovando en los funerales de SAP, hecho que causó gran sorpresa entre sus amigos y familiares, tenemos un símbolo de los efectos de su discurso. "Estos hombres querían permanecer asociados a la memoria del muerto" (Zavaleta Mercado, 1979, p. 159).

Las recomendaciones estratégicas de SAP se basaron el análisis de la relación de las fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura; así como en el análisis de las fuerzas políticas, es decir el grado de auto-conciencia de las clases subalternas.

 

Conclusiones

El pensamiento de SAP lo ubica en la corriente latinoamericana que fue llamada "izquierda nacional". Su discurso se produce en una coyuntura internacional que favorecía la transformación social de los países periféricos, donde los dirigentes de los movimientos nacionales pudieron construir alianzas que incluían a las capas populares.

Los escritos de SAP se ocupan principalmente de problemas estratégicos: La base de la estrategia debía ser la nacionalización de los recursos naturales. Había que rechazar tanto el uso descontrolado de la violencia como el pensamiento sectario. Se debía, por ejemplo, admitir la presencia del capital extranjero para impulsar el desarrollo sobre todo en la etapa del despegue. El discurso iba dirigido a los intelectuales y a los dirigentes de los estratos sociales que debían ser los actores de la estrategia: los grupos medios urbanos, las masas campesinas, el movimiento obrero, y el ejército nacional cuya oficialidad tenía su origen en las clases medias.

 

Nota

1 Terán se refiere a los nacionalistas argentinos, pero este comentario es válido para los intelectuales latinoamericanos de la corriente nacional y popular. En el caso de SAP, Albert Camus influyó más en su obra que Jean Paul Sartre.

2 El tema de la economía de la violencia en Maquiavelo ha sido estudiado por S. Wolin (1974, p. 241): "La aprobación pública, lejos de limitar su iniciativa, podía ser utilizada para reducir el alto costo en violencia que implicaban las reformas profundas". La comparación de las ideas de SAP con Gramsci, Malraux y Lukacs tiene por objeto mostrar la coincidencia de ellas con las de dichos pensadores. Esto no significa que SAP se haya necesariamente apoyado en estos textos.

3 M. Kalecki (1980, p. 225) utiliza el término "regímenes intermedios" para designar a países que llevaron a cabo la reforma agraria e iniciaron un proceso de desarrollo económico con una participación significativa del Estado, pero que no pueden ser considerados capitalistas ni socialistas.

4 Aunque el ensayo fue escrito en 1963, fue publicado en 1969 en la revista Letras Bolivianas No. 4, Cochabamba, UMSS.

5 En los marxistas de la época se advierte un reduccionismo clasista cuya lectura de la realidad social deja fuera del análisis a las masas indígenas en cuanto actor político, con excepción de J. Ovando Saénz, cuya obra El problema nacional y colonial en Bolivia (1984) tuvo escasa repercusión. Véase García Linera (2005)

6 Una de las fuentes de apoyo del Gral. Ovando fue una pequeña tecnocracia "cepalina" (G. Philip, 1989, p. 292).

 

Bibliografía

Almaraz, S. (1964.a). Para abrir el diálogo. En revista Praxis N° 3 (noviembre). La Paz. En S. Almaraz , et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

Almaraz, S. (1964.b). La violencia en Bolivia (agosto) S. Almaraz, et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

Almaraz, S. (1964.c). Notas sobre la violencia. En revista Praxis N° 3 (diciembre) S. Almaraz, et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

Almaraz, S. (1969). Revolución y clase media En revista Letras Bolivianas N° 4. Cochabamba. UMSS. S. Almaraz, et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

Almaraz, S. (1967). La historia combatiente de un escritor. En Clarín Internacional (febrero) S. Almaraz, et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

Barrios, R. (1993). Aspectos estratégicos en el pensamiento de Sergio Almaraz. En L. H. Antezana et al. El pensamiento de Sergio Almaraz. Cochabamba. CISO-FACES-UMSS.        [ Links ]

Borón, Atilio, 2004, La izquierda latinoamericana al comienzo del siglo XXI, Revista OSAL, Año V, N° 13 (enero- abril), 41-55.        [ Links ]

Camus, A. (1996). El hombre rebelde. Madrid: Alianza.        [ Links ]

Dussel, E. (2009). Política de la Liberación. Vol. II. La arquitectónica. Madrid: Editorial Trotta S. A.        [ Links ]

Faletto, E. (1979). La dependencia y lo nacional-popular. En Nueva Sociedad, N°40 (enero-febrero), 40-49.        [ Links ]

García, A. (2005). El desencuentro de dos razones revolucionarias: indianismo y marxismo En Barataria, N° 1 (marzo-abril), 477-500. La Paz. Editorial Malatesta.

Gramsci, A. (1990). Pasado y presente. Cuadernos de la Cárcel N° 5. México: Juan Pablos Editor.        [ Links ]

Kalecki, M. (1979). Sobre el capitalismo contemporáneo. Barcelona: Grijalbo.        [ Links ]

Kalecki, M. & Kula, M. (1980) Bolivia: Un 'régimen intermedio' en Latinoamérica. En M. Kalecki (1980). Ensayo sobre las economías en vías de desarrollo. Barcelona: Grijalbo.        [ Links ]

Kissinger, H. (1976). Política exterior americana. Barcelona: Plaza & Janéz.        [ Links ]

Lange, O. (1977). Ensayos sobre planificación económica. Barcelona: Ariel.        [ Links ]

Lourau, R. (1974) La burocracia como clase dominante. En J. Pronteau, et al. Sociología y revolución (Coloquio de Cabris). México: Fondo de Cultura Económico.        [ Links ]

Lukacs, G. (1969). Historia y conciencia de clase. México: Grijalbo.        [ Links ]

Malraux, A. (1983). Antimemorias. Buenos Aires: Sudamericana.        [ Links ]

Richards, N. (2002). "Saberes académicos y reflexión crítica en América Latina". En D. Mato (coord.) y otros. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Caracas: CLACSO-CEAP-FACES-UCV. Obtenido en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cultura/cultura.html        [ Links ]

Soto, C. & Crespo, C. (2005). Los desafíos de una red libertaria boliviana: Ser de izquierda es ser anarquista. En Barataria N°1 (marzo-abril). La Paz: El Juguete Rabioso.

Tapia, L. (2002). La producción del conocimiento local. Historia y política en la obra de René Zavaleta. La Paz: CIDES-UMSA-Muela del Diablo.

Teran, O. (1991). Nuestros años sesentas. Buenos Aires: Punto Sur.        [ Links ]

Zavaleta, R. (1979). Recordación y apología de Sergio Almaraz. Oxford. En S. Almaraz, et al. (1979). Para abrir el diálogo. La Paz. Los Amigos del Libro.        [ Links ]

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons