SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número18LazosAdiós índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.18 Santa Cruz de la Sierra jul. 2015

 

POSTÍTULO EN ESCRITURA CREATIVA PROSA

Sobresalir

 

 

Por Natalia Chávez Gomes da Silva
Licenciada de la carrera de Comunicación Estratégica y Corporativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra - UPSA

 

 


 

 

—Todos flacos y drogadictos.

—Ay, mamá, calláte.

—Mirálos. Mirála a ésa con su cara demacrada, no debe tener ni veinte años.

—Mami, ¿y? ¿a vos te afecta?

—Me emperra.

Rocío y su hija estaban en la presentación del libro de María Fernanda Cabrales, muy cercana amiga de la hija. Era en una librería pequeña del centro de la ciudad, cerca del Casco Viejo, iluminada apenas, muy fotografiable, que olía a humedad y papel.

—¿Cómo está, señora? Qué gusto que haya venido —dijo María Fernanda en lo que se ponía de pie y le daba un abrazo usando solo un brazo. La mesa en la que estaban los marcadores con los que firmaba los libros, quedaba de separación entre las caderas de ambas.

—Bien, hija, vine porque la traje a Roxana; si viene sola, de ahí no hay hora que vuelva a la casa.

—¡Amiga! -gritó Fernanda —¿Cómo estás?

—¡Amiga! —respondió Roxana —aquí, amiga, con mi mamá.

Seguían sonriendo muy ampliamente mientras se miraban, aparentemente sin saber cómo continuar. Rocío hojeaba con desgano el libro que se presentaba. Se esforzó para dar un bostezo.

—Felicidades, amiga, ¿cómo fue? Contame todo el proceso.

—Hija, un parto. Desde que mis papás pagaron hasta que pude juntar todos los poemas, y encima tenía que ir a cada rato a la editorial porque había que hacer, según ellos, miles de correcciones. Al final sí, todo bien, lo que más ansiosa me tenía era presentarlo. En un ratito llegan del periódico a sacar fotos.

—¿Y por qué decidiste escribir, María Fernanda? —preguntó la madre mirándola atenta, sosteniendo en la boca una especie de mueca que no llegaba a ser ni sonrisa ni de burla.

—Ay, mamá, ¿y qué es?

—No sé, señora, a ver, desde siempre me han dicho que escribo bonito, y tenía algunas cosas guardadas, y no quiero ser del montón de gente que lo único que hace es estudiar o trabajar, dormir, comer, tener hijos, sin ánimos de ofender, ¿ya?... me aburre pensar en todo ese tedio, ay, no, no quiero eso. Un libro es algo fuera de lo común, algo que no cualquiera tiene.

—Bueno eso no es lo que te pregunté. Quería saber por qué escribís, no por qué publicaste algo que escribiste.

—Ah.

—Madre, ya, dejá.

—Eh, escribo porque me sale natural.

—Ah.

—Mami.

— Y escribo porque tengo mucho para decir. —Ah ya.

Rocío se veía como de cuarenta y pico años. La mayoría de los que estaba ahí parecía de la edad de la autora del libro que se presentaba o alrededor de eso, como de veintidós años. Roxana se ausentó un rato de donde estaba su madre y fue a fumar afuera de la tienda. Rocío hojeaba libros, tomaba de la copa de vino que había agarrado a la entrada del evento, miraba a la gente.

—Disculpe.

-¿Sí?

—¿Usted es Rocío Montenegro?

—Sí.

—La leí hace años y nunca más supe de usted. ¿Ha escrito algo después de "Lata de atún para dos"?

—Sí, pero no libros. He escrito informes, impuestos, correos, sms, pero no libros.

—Jeje, ¿y qué pasó?

—¿Qué pasó de qué?

—¿Por qué no escribió más?

—Porque no pude. Lata de atún fue un trauma que nunca se curó. Una herida que está abierta. Ay, perdón por la figura, es que vengo a estos eventos y se me hace que tengo que hablar bonito.

—Mamá, ¿puedo ir con ellos a la casa de Vania? —vino Roxana a interrumpir la conversación con el lector. Apuntaba con la mano a un grupo de chicos.

—No, hija, ya vámonos.

—Ay, mami, ¿en qué te afecta?

—En que después me quedo preocupada, sola en la casa, pensando demás.

—Mami, dejáme vivir.

El lector que había estado hablándole a Rocío se había ido alejando del nuevo diálogo. Rocío miraba a su hija con tranquilidad.

—Ay, ni que fuera tan increíble vivir.

—¡Mami!

—Vamos, nomas, otro día ves a tus amigos.

— Ay, vas a ver. Me voy a suicidar. —Hija, calláte, vamos en calma, ya. —Vas a ver.

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons