SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número17Estrella en el agua: Poesía boliviana de un siglo nuevoHistoria de camellos o los textos obscenos (segunda edición) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.17 Santa Cruz de la Sierra jun. 2014

 

DIALOGANDO EN CASTELLANO

 

Lectura, diálogo y escritura

 

Reading, Dialogue and Writing

 

 

Ricard Bellveser
Escritor, poeta, novelista, periodista y crítico literario Español.
Director del Instituto Alfonso el Magnánimo-Valencia, España.
ricardbellveser@ono.com

 

 


Resumen

La ponencia destaca el vínculo dialógico entre la vocación del escritor y la pasión del lector que justifica la creación y recreación de la obra literaria. Evidencia la cotidianidad del escritor y su discurrir entre la inspiración y la necesidad de sustento y reconocimiento, mostrando además de los cambios contingentes de los distintos soportes tecnológicos que facilitan el ejercicio del diálogo entre lector y escritor. De igual manera, explicita las funciones de La Institució Alfons el Magnánim (IAM) organismo de la Diputación provincial de Valencia, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, que tiene por objeto la gestión directa de actividades culturales, mediante una organización especializada, actividades tales como estudiar y difundir la cultura de las humanidades en los ámbitos de interés valenciano, español y universal.

Palabras clave

Escritura, Dialogo, Lectura, La Institució Alfons el Magnànim (IAM).


Summary

The presentation highlights the dialogic link between the vocation of the writer and the passion of the reader that justifies the creation and recreation of the literary work. Evidences the quotidian aspect of the writer and the flow between inspiration and the need to make a living and be recognized, while also showing the contingent changes of the various technological supports that facilitate the exercise of the dialogue between reader and writer. In the same manner, it clearly sets out the functions of the La Institució Alfons el Magnànim (IAM), an organization of the provincial council of Valencia, belonging to the Superior Council of Scientific Investigations of Spain, whose mission is the promotion of cultural activities, through a specialized organization, activities such as the study and divulgence of the culture of the humanities in the Valencian, Spanish, and universal fields of interest.

Key-words

Writing, Dialogue, Reading, La Institució Alfons el Magnànim (IAM).


 

 

Aula Magna de la UPSA. 25 de marzo de 2013.

Siempre he querido ser escritor, lo mío es un caso flagrante de vocación, y digo siempre porque con ese adverbio me refiero a todo el tiempo del que tengo conciencia de mi propio yo. Esto ha sido así desde niño, hasta el punto de que no recuerdo ni por un solo momento que haya querido ser otra cosa, médico o bombero, soldado o astronauta. Cuando a los niños, en fiestas de cumpleaños, o por las Navidades, o en reuniones familiares, los mayores los ponían encima de la mesa del comedor para que bailaran moviendo las caderas con los brazos en jarras, a mí me pedían que les contara cuentos. Es decir, no era yo, el niño, el que perseguía a los adultos para que me contaran uno, sino que esos mayores me pedían a mí que me los inventara, porque les hacía una gracia descomunal. Tengo vivísimos esos recuerdos y también puedo refrescar alguna de las historias que improvisaba.

Ya de mayor, de muy mayor, un amigo director teatral me pidió que le facilitara algunos cuentos para su compañía de teatro infantil, y entonces tuve que recordar aquellas historias que ni yo mismo sabía de dónde me venían, y le volví a contar esos cuentos que me inventaba para regocijo de mis mayores. Por ejemplo, el de un pueblo en el que nadie sabía ponerse los pantalones. Para ello se habían hecho algo así como patrullas que iban por las casas, y cada uno de los vecinos tomaba un lado del pantalón hasta que hacían una cosa parecida a las lonas que preparan los bomberos cuando alguien debe saltar desde una ventana para huir del fuego. Aquí tomaban el pantalón abierto por la cintura, mientas que el vecino que se estaba vistiendo saltaba desde una silla y se colaba por las perneras. Lo idee viendo a mi padre y a mi primo el mayor, saltando a la pata coja para no perder el equilibrio, mientras intentaban meter la otra pierna entre la tela.

También me inventé uno de un enamorado que como tenía la novia muy lejos, le daba a un amigo su corazón envuelto en un pañuelo para que se lo llevara a ella. Hoy me pregunto de dónde salió todo aquello porque créanme si les digo que tenía muy pocos años, cuatro, cinco, seis, y yo qué iba a saber del amor o de esas cosas, y mucho menos de que esa última, la del corazón en un pañuelo, es una historia acreditada dentro de las que conforman el romancero del Ciclo Carolingio.

Pero además esas fábulas, ya de adolescente, las escribí y no sé dónde fueron a parar. Este ingenio tiene la culpa de que nunca aprendiera a escribir a máquina con los diez dedos, sino solamente con dos o tres, que es como sigo haciéndolo, esto es, muy mal en lo que se refiere a la mecánica de digitalización. Pero volviendo al tema, antes de la disipación, ahora acabo de ganar un premio literario, el Jaime Gil de Biedma, con un libro titulado Las cenizas del nido, que cuenta la experiencia de deshacer la casa de mis padres tras su fallecimiento y la urgencia de abandonar el piso, en cuyos armarios y cajones estaba una parte de mi pasado, pero no ha aparecido ninguno de estos cuentecillos que debí dejar olvidados en mi casa del pueblo, y en alguna limpieza general se irían a la basura, porque esa casa también la abandonamos un día como las serpientes, para poder seguir creciendo, abandonan sus pieles durante la muda.

Siempre he querido ser escritor, decía, y esa vocación me ha llevado por caminos abruptos. Por ejemplo, lo primero que hice fue estudiar periodismo, porque tenía la confusa idea de que una de las cosas que hacían los escritores era escribir en los periódicos. Y, claro que los periodistas escriben, pero no era esa forma de escritura la que yo estaba pretendiendo. Aún así me quedé allí dos décadas. Estudié Ciencias de la Información (especialidad de periodismo) guiado por el mismo instinto, y, en efecto, mejoré algo, pero seguía sin ser aquello lo que buscaba, razón por la que estudié Filología que, ahora sí, era el camino que debía conducirme a donde quería ir, pero ya no podía dejar el periodismo a menos que con él dejara mi única fuente solvente de ingresos.

Desde niño, aquel niño de pueblo que soy, lo que más me gustaba era y es la poesía, con lo que se demuestra lo raro que era y que sigo siendo, afición que me hizo entrar en la inquietante secta de los poetas. Con el tiempo averigüé que es una secta igual de inmutable en todos los países. Tengo amigos poetas rusos, serbios, argentinos, bolivianos, ingleses, franceses, italianos, y prácticamente todos hablamos de lo mismo y del mismo modo, muy especialmente los que compartimos lengua, los que entendemos la vida como un inagotable diálogo, una forma de dialogar, en nuestro caso, en castellano, como expresa el enunciado del encuentro de Santa Cruz de la Sierra y su UPSA que tan cordialmente nos acoge.

Escribir es un corolario de leer, pues lo segundo es imprescindible para lo primero. La lectura es una huida, un mirador, una aventura, una inmersión, un hallazgo y un modo de viajar para aquellos que no pueden hacerlo físicamente. Tuve una estrecha relación personal con el escritor Juan Gil-Albert, que llegó a decir de mí que era su secretario, eso sí honorario porque lo hacía por puro amor, al que le debo muchas y buenas cosas. Juan, excepto por su breve exilio mexicano, nunca viajó. Escribió de la Rusia de los zares, de Francia, de México, sin salir de casa. Cuando una vez le pregunté por esto me dijo, "cómo voy a viajar si aún no he acabado mi viaje interior". Tampoco viajó Julio Verne y ha quedado entre nosotros como el escritor más viajero que cuantos han existido, capaz de darle la vuelta al mundo el 80 días y hacer 20.000 leguas de viaje submarino. Todo lo fiaba a una inmensa bola del mundo que tenía en su despacho y a su biblioteca. Por el contrario la vida de Jack London es la de un ser cuya biografía es más intensa que sus novelas y sin embargo su recuerdo entre nosotros no es ese, sino el de un hombre audaz y un periodista inquieto. Leer nos permite viajar sin movernos, que es otra forma de ver las cosas, y es, por encima de todo, una pasión.

"Siempre he querido ser escritor, lo mío es un caso flagrante de vocación, y digo siempre porque con ese adverbio me refiero a todo el tiempo del que tengo conciencia de mi propio yo"

Así lo creo. Leer no es un acto vocacional, o cultural, o de instrucción pública, sino que es una pasión y como tal es algo que no se puede controlar. Lo llamamos pasión porque se trata de un sentimiento que no desiste nunca, ni se rinde, ni abandona, ni se pierde, ni se olvida, sino que antes al contrario, persiste e insiste en existir, es como la bravura de los toros de lidia. La pasión se suele tener en plena juventud, incluso antes, en la adolescencia que es el momento de construir los mitos. Si la pasión se adquiere de muy adulto, o se convierte en un sentimiento colérico, que ya no es pasión, sino apasionamiento, o se nos presenta como una emoción desventada, como si estuviera caducada por pasada de fecha.

Ese niño lector que era yo, se encontró en su pubertad con un problema difícil de resolver. Todos me decían que leer era muy bueno, maestros, familiares, amigos cultos, los curas del colegio, etc. pero al mismo tiempo me advertían de los siguientes peligros que comportaba mi afición:

Era malo:

1. Leer al sol, porque el sol sobre las páginas blancas quemaba la vista.

2. Leer con un flexo muy potente, porque la luz rebotaba en la página y podía dañar mis corneas.

3. Era malo, ya está dicho, leer con mucha luz, pero también era malo leer con poca luz, porque en ese caso había que forzar mucho la vista y por ese camino primero me tendrían que poner gafas y después me quedaría ciego.

4.  Era malo leer en verano después de comer, porque se habían dado casos de cortes de digestión, imagino que por la mala calidad de lo leído.

5.  En general era malo quedarme leyendo mientras mis amigos se iban a jugar al balón, porque por ese camino me convertiría en un niño raro, sin amigos, asocial y enfermizo.

Entonces ¿cómo es posible que todos consideraran que leer era muy bueno pero luego con sus reglas lo impidieran?, ¿había algún momento en el que leer fuera bueno, de verdad, sin pega alguna?

Sí, ese momento existía, era un poco antes de dormir, de modo que se creaba la siguiente asociación conductista paulaviana, libro igual a sueñecito. Conmigo no funcionó, porque si empezaba a leer antes de dormir y el libro me gustaba me decía a mí mismo "va, un capítulo más, va unas cuantas páginas" y me iba animando. Y si no me gustaba me ponía de pésimo humor, temperamento desaconsejable para dormir. Leer siempre ha sido, al menos para mi, sinónimo de conversar, sinónimo de dialogar, sinónimo de disfrutar, sinónimo de estudiar, con la singularidad, un poco repelente, de que para mi estudiar era algo placentero, o sino, algo satisfactorio.

Y se me ha olvidado el factor moral de la lectura. Leer, como ya he dicho, para algunos era malo en determinadas circunstancias, al sol, bajo el flexo, con el estómago vacío, en penumbras, etc. pero el verdadero peligro de la lectura estaba en hacerlo sin nadie que guiara mis pasos porque, me advertían con el dedo hacía arriba, me acechaban las "lecturas peligrosas" de las que debía huir, sin que dieran con una explicación solvente de qué quería decir

exactamente eso de "peligroso", pues la pregunta surgía inmediatamente, peligroso ¿para qué y para quién?. Esas dudas se resolvían dando parte a mi confesor de qué estaba leyendo, mi confesor con quien durante mis primeros años infantiles de lucidez, dialogaba más que con mis propios padres, y él me aconsejaría para que no me saliera del "buen camino", expresión que necesariamente he de entrecomillar para subrayar su inexplicada intención. Los confesores por entonces en aquel colegio, los asignaba la dirección del centro y el que me asignaron a mi era un anciano desencantado, con los dedos retorcidos por la artritis, que dudo mucho que tuviera la menor formación literaria e incluso que la religiosa en esos momentos le interesara en exceso. En una ocasión fui a consultarle por unos libros y me contestó: "No hay ninguna lectura peligrosa, porque el mal no entra por la inteligencia a menos que el corazón del lector esté enfermo". Era una idea de enorme complejidad, que sube y baja por el tobogán del conocimiento y su comprensión precisa unos minutos de reposo, pero yo, aquel niño que era, la entendí inmediatamente y además siempre la he tenido presente.

"La lectura es una huida, un mirador, una aventura, una inmersión, un hallazgo y un modo de viajar para aquellos que no pueden hacerlo físicamente"

¿Por qué algunos leemos más que otros, más tiempo, más libros, más escritos? Y al hilo de esta afirmación vienen otras, ¿por qué algunos somos más dialogantes que otros? Tiendo a pensar que es porque en un momento de nuestro desarrollo se activa alguna área de nuestro cerebro infantil que está unida a este fenómeno. ¿Quiere esto decir que en otros no se activa y que siendo una cualidad innata podría haber quedado sin desarrollar? Sí, eso creo y eso pienso, como en mí puede haber quedado inédita alguna cualidad innata para aprender idiomas, jugar al ajedrez, componer música, bailar con destreza o hacer operaciones aritméticas de cabeza, por esta razón al hecho de ser lector, de desarrollar la cualidad de lector, en contra de lo que suele suceder, no lo considero algo que tenga un extraordinario valor, como si tuviera un plus sobre los demás, sino que me resulta una interesante singularidad como quien tiene dotes para la música o para el álgebra.

Es más, quiero recordar a los presentes que leer no es cultura, sino que es un vehículo para adquirir cultura, pero no es el único. De hecho considero que el diálogo atento, el diálogo enriquecedor, es mucho más útil que muchas lecturas de las que no siempre obtenemos el provecho deseado. Quiero decir que el hecho de tener la afición de leer está en ocasiones sobrevalorado. Hoy hay otros medios para recibir formación, cultura, educación, aprender principios y copiar modelos admirables, que no pasan necesariamente por la lectura en soledad, por ejemplo son cada vez mayores los medios de comunicación oral, pongamos por caso, como sucedía en el mundo entero hasta la Ilustración. Los e-books leen por nosotros y llevamos el libro en nuestro bolsillo mientras al oído nos cuenta la novela una voz amable. Eso sí es otra forma de dialogar con el libro, aunque lo que yo tenga que decir, y lo digo en un momento en el que creo que se lee más que nunca, porque la telefonía móvil ha vuelto a activar los sobreentendidos, la picardía literaria, la complicidad, los guiños, las bromas, todo aquello que conforma el hecho literario y que ahora nos llega a lomos de los SMS, los blogs, las redes sociales y mecanismos afines.

Ciertamente que la lectura ayuda al desarrollo intelectual, de esto no cabe duda, pues la lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio al cuerpo, como lo es el diálogo, pero también el álgebra, tocar el piano o resolver problemas con la Nintendo.

Pero, entiéndaseme bien porque ahora sí que estamos en el corazón mismo del tema: el secreto de la lectura no está en leer muchas cosas sino leer con mucha atención, porque la mente se forma leyendo intensamente, no leyendo gran cantidad de cosas de forma dispar. Son muchas las personas que leen, pero pocas las que saben leer y ese debe ser el compromiso que hemos de adquirir con nuestros hijos. Desacralizada la idea de la lectura, habría que devolverle su verdadero valor y llevarla a sus límites, regresar al nivel más alto del proceso educativo, desprovisto de su entorno mitológico.

Porque, vamos a ver, la enseñanza de la lectura, su proceso, su mecanismo de comprensión y todo lo que le rodea, constituye hoy en día el centro de la labor de la Escuela. Los niños van a la Escuela a aprender esta herramienta que les ayuda a descifrar los códigos secretos que transportan el pensamiento, las ideas, la visión del mundo, la interpretación de la existencia, su comprensión durante siglos, porque la lectura fomenta el respeto por la opinión ajena. Además no se leen solamente palabras, hay que saber descifrar también los nuevos y diferentes modos de lenguaje a los que hoy nos enfrentamos lo que incluye sus mundos referenciales.

Además hay muchos modos de acercarse a la lectura pues existe una gran diferencia entre aquellas personas que piden con avidez algo que leer, y aquellas personas que cansadas, piden un libro para leer, pero este sería otro tema para abordar en otro momento.

He empezado diciendo que siempre he querido ser escritor, pero no tenía muy claro qué diantres podía ser eso de la profesionalidad del escritor. Para un adolescente, un escritor debe ser una persona conocida, famosa incluso, como Quevedo o como Borges, al que los demás leen.

Luego llega la realidad con su realidad y se ajusta la vida. Somos muchos los escritores como son muchos los futbolistas, somos miles y miles que nos ganamos honradamente la vida en este oficio de tinieblas que yo primero hice compatible con el periodismo, y ahora lo hago con la dirección de una Institución pública, e incluso con un programa de televisión, pero famosos, de los que venden miles de ejemplares, hay muy pocos, el resto somos el batallón de infantería, con momentos de gloria y vida diaria de obreros, a la búsqueda de un lector que nos justifique.

 

Funciones de la institución Alfons el Magnànim

Auditorio Centro Simón I. Patiño. 27 de marzo de 2013.

"Luego llega la realidad con su realidad y se ajusta la vida. Somos muchos los escritores como son muchos los futbolistas, somos miles y miles que nos ganamos honradamente la vida en este oficio de tinieblas que yo primero hice compatible con el periodismo, y ahora lo hago con la dirección de una Institución pública", con estas palabras acababa mi intervención en la UPSA, y ahora creo que es el momento adecuado para explicar cual es la institución que dirijo, a qué se dedica, que funciones cumple.

La Institució Alfons el Magnànim (IAM) es un organismo de la Diputación provincial de Valencia, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, tiene por objeto la gestión directa de actividades culturales, mediante una organización especializada, actividades tales como estudiar y difundir la cultura de las humanidades en los ámbitos de interés valenciano, español y universal.

Desde allí promovemos actividades de proyección social de las humanidades en aquellos temas de interés general, establecemos y mantenemos la adecuada relación con otros organismos del resto de España e internacionales de cometido similar, así como coordinamos nuestra labor con otros organismos culturales comprendidos dentro de la esfera de esta Institución.

Llevamos a cabo publicaciones directamente relacionadas con el objeto del servicio y procedemos a la difusión de las mismas, organizamos los Premios "Alfons el Magnànim" de poesía y narrativa a los que todos ustedes están invitados a participar, y aquellas otras labores que en el futuro se nos puedan encomendar.

La institución está compuesta por un Consejo de Administración, un director gerente y los directores de Aulas, Colecciones y Revistas.

El Consejo de Administración es el órgano rector y de gestión de las actividades propias de la institución, es designado por el Pleno de la Diputación de Valencia en el que se encuentras representados los diferentes partidos políticos, y está compuesto por un máximo de quince miembros.

En el Consejo que es ideológicamente plural, tiene la función de confeccionar y proponer los presupuestos de la Institución, aprobar las programaciones anuales, proponer las contrataciones, administrar los fondos, convocar los premios y en general cuantas actuaciones desarrolla la institución.

Yo soy el director-gerente cuya función es hacer cumplir los acuerdos del Consejo de Administración, dirigir el funcionamiento de la Institución y de su personal, representar al organismo, dirigir sus funciones llevar la contabilidad y coordinar a los directores de aula.

La institución publica la revista "Debats", revista trimestral cuyos contenidos se refieren a temas relacionados con la actualidad en los ámbitos de la sociología, el arte, la literatura y el urbanismo Dedica asimismo atención a temas históricos y aquellos que se relacionan con corrientes del pensamiento contemporáneo.

Las Aulas de la Institución proponen y establecen el programa editorial anual de la Institución, así como las actividades científicas (trabajos de investigación congresos, seminarios etc.) y son el Aula de Literatura, el Aula de Historia, el Aula de las Artes y el Aula de Pensamiento. La actividad editorial de estas Aulas se refleja en una serie de colecciones que constituyen el fondo editorial reflejado en el Catálogo general de Publicaciones.

La institución se ha convertido en una de las instituciones mas importantes de España y probablemente la más eficaz de la CECEL en su ámbito de trabajo y proyección, reconocimiento que le ha venido por el elevado rigor de sus estudios, ensayos e investigaciones, y por el merecido respeto que se ha sabido ganar en las áreas de pensamiento, literatura, historia y arte.

Los cuatro centenares de publicaciones editadas en los últimos cinco años, da una idea clara del esfuerzo realizado en este período. La diversidad de los asuntos, la seriedad de los trabajos, el rigor en la edición dejan fuera de toda duda las razones del alto prestigio académico, universitario y investigador que durante casi 60 años continua teniendo la IAM.

La IAM desarrolla su rigurosa labor en una doble dirección, hacia el exterior y hacia el interior.

A. Hacia el exterior por medio de un convenio con el Instituto Cervantes de España que le permite trasladar las obras de autores valencianos vivos, a distintos países europeos como Francia, Portugal, Italia, y por descontado España. También tiene abiertas líneas de traducción con editorials extranjeras, algunas tan importantes como la rusa Azbooka, la británica Sussexy otras. Como consecuencia de esto parte de los trabajos que se realizan en València encuentran inmediatamente un eco internacional. Gracias a la Diputación de Valencia, un escritor que supere determinadas exigencias de calidad, tiene

la oportunidad de que su obra sea traducida simultaneamente a cinco lengüas diferentes y se distribuya entre departamentos universitarios, críticos, escritores, especialistas y lo que es igualmente importante, lectores de editoriales. La primera traducción es al español. Este modelo está siendo imitado per distintas administraciones públicas e incluso privadas.

B. Hacia el interior por medio de sus colecciones ordinarias, o por los acuerdos existentes en distintos organismos, entidades o instituciones. En estos momentos hemos cerrado líneas de colaboración institucional con organismos diversos para coordinar la edición de estudios e investigaciones de interés común.

Claves son también los premios literarios de poesía y narrativa, dotados con 15.000 y 30.000 euros por género. Los Premios Alfons el Magnànim "Valencia" de Literatura, comenzaron a fallarse en 1950, hace por tanto sesenta años. En ese tiempo han ganado estos premios los principales escritores españoles y algunos hipanoamericanos. Hoy son unos de los más importantes de España, tanto por los jurados formados por destacadísimos intelectuales, como por la dotación económica, las editoriales que los comercializan y por término por los ganadores. Lo mismo he de decir de las novelas, cuyo impacto mediático y crítico está fuera de toda consideración y basta hacer un rastreo por internet para comprobarlo.

Las buenas tradiciones, las instituciones eficaces y los buenos premios nos trascienden. Cambian los rectores pero continúan las Universidades, cambian los alcaldes, los ministros, los presidentes del gobierno, pero se mantienen los países, los gobiernos. Los demócratas estamos convencidos de que las personas que dirigen instituciones o gobiernos, cambian pero no estas. Quiero decir que hemos de ser responsables de lo que hemos heredado y de lo que tenemos que dejar a los que vienen detrás. Por eso pienso que más allá de nosotros está la historia que nos juzgará y me gustaría mucho que los Premios Alfons el Magnànim estuvieran siempre fuera de la pelea política.

La Institució Alfons el Magnànim además lleva a cabo una intensa actividad cultural en materia investigadora, divulgadora y editora, que se ha traducido en un altísimo ritmo editor, alredor de 40 publicaciones anuales, lo que equivale a editar casi una publicación a la semana o cada diez días.

También la realización de Congresos internacionales de filología en los que participan los más destacados medievalistas europeos y que, además, ha dado pie a las sesiones y congresos organizados y celebrados en Berlín, Roma y Nápoles, por citar tan solo tres ciudades bien importantes.

Se han abierto líneas de investigación sobre aspectos concretos de nuestra realidad, entre ellas las biografías y documentas, se ha emprendido un Plan de Obras Completas en especial dirigidas a aquellos autores cuyo apoyo se consideró más atinado, como es el caso de, Juan Alfonso Gil Albors, Pla y Beltran, muerto en Cuba o de José Ricardo Morales, residente en Chile, cuya edición de su Teatro Completo ha producido una verdadera conmoción en los ambientes teatrales e intelectuales hispánicos, y continuamos con la edición de las Completas de Max Aub, de las cuales llevamos más de trece tomos.

Todo esto unido a numerosos actos literarios así como actos combinados y también coediciones o actividades de colaboración institucional de gran envergadura, como coediciones con Universidades del reino Unido o editoriales rusas e italianas, que mantienen el prestigio de la IAM como la institución más activa, eficaz y eficiente, a juzgar por sus datos, del CECEL-CSIC.

No quiero olvidarme de un programa singular que hemos llamado "Letra y música". Consiste en reunir a un músico, Joan Manuel Serrat, Loquillo o Luis Eduardo Aute, y el poeta que le hace las letras o que le ha hecho algunas letras, y abrir un diálogo entre ellos y con el público. En estas sesiones saltan las ideas, los detalles, se dan a conocer aspectos que de otra manera nunca habríamos podido conocer y se actualiza la relación entre música y poesía que proviene de los coros griegos e incluso de antes, una vinculación que se ha mantenido viva en el tiempo.

Y ahora que he hablado del ritmo editor de la Institució Alfons el Magnànim, me viene como algo natural la urgencia de dialogar —y bien que me interesaría conocer la opinión de ustedes— en torno al libro digital, en el que la IAM está comprometida porque sobre él cada vez hay una mayor demanda. Recientemente he asistido a un diálogo en torno a esta cuestión, al libro y el periodismo digital. En la conversación se presentó, cómo no, el futuro del libro y el del periodismo ligado a la tecnología electrónica y cautivos de ella.

En el caso de los libros electrónicos, a todas la dudas y sospechas que despierta Internet en términos generales, como la carencia de garantías de credibilidad o de fiabilidad, hay que añadirle el exagerado abaratamiento, la vulnerabilidad de los derechos de autor y la vulgarización. Es habitual que alguien nos ofrezca el estudio sobre algo y se entregue junto a él un océano de documentación en un CD, por un precio final absurdo, de tan bajo, complejas documentaciones, libros en primeras ediciones en facsímil, incunables, manuscritos, hemerotecas enteras y etc. Pero el centro de la cuestión es la falta de garantías de rigor pues hasta las e-enciclopedias no son en muchas ocasiones más que chismorreo.

Y hay una cuestión de perdurabilidad, pues hoy por hoy el único soporte duradero es el papel. Se nos dijo que la cinta de vídeo era un soporte excelente y ya no hay quien la quiera ver, sucedió con el casete en todas sus formas y complejidades, ha ocurrido con el CD-ROM, con el DVD, sucede con el lápiz o pendrive, ocurre con tantos y tantos supuestos avances técnicos que con el tiempo han demostrado que no eran ni tanto ni tan buenos, y solo el papel, en todos sus formatos, modos, variaciones y a través de los siglos, sigue siendo el más seguro y fiable. Aquello que se escribió o se imprimió en papel, continúa legible en las bibliotecas.

Bien, perdonen ustedes esta disipación pero me había parecido oportuna para indicar, de un modo abierto, que todas las instituciones y la IAM no se libra de eso, por supuesto, tienen sus programas de estudio e investigación, de edición y difusión, pero también la amenaza de la presión tecnológica que no sabemos —solo lo podemos imaginar— dónde va a ir a parar.

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons