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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.17 Santa Cruz de la Sierra jun. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

 

Pensamiento emancipador y Comunicación en América Latina

 

Emancipatory Thinking and Communication in Latín America

 

 

Erick R. Torrico Villanueva
Comunicador Social boliviano.
Director Académico de la Maestría en Comunicación Estratégica, Universidad Andina Simón Bolívar-La Paz
etorrico@uasb.edu.bo

 

 


Resumen

El campo de estudio de la Comunicación se desarrolló desde la década de 1920 con un enfoque predominante de origen estadounidense basado en la generación de efectos y, más tarde, en los años sesenta, fundado también en la difusión de innovaciones. Aunque muy pronto tanto en Europa como en América Latina surgieron críticas a esa concepción fue a lo largo de 1960 y 1970, las "décadas rebeldes", que el pensamiento emancipador latinoamericano, heredero de una larga historia de búsqueda de identidad propia, cuestionó abiertamente ese modelo y se planteó la lucha contra la dependencia. En ese contexto, de modo contemporáneo a la Pedagogía de la Liberación, la Teología de la Liberación, la Teoría de la Dependencia y la Filosofía de la Liberación, surgió la Comunicología de Liberación. Esta última, postulada por el boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón, se orientó a liberar tanto el conocimiento como la práctica de la comunicación y representa hoy una veta intelectual que es preciso explorar.

Palabras clave

Comunicación, Pensamiento crítico latinoamericano, Luis Ramiro Beltrán.


Summary

As an academic field of study, Communication was developed since 1920 with a North American main approach based on culture diffusion and the production of mass effects. Although very soon criticism about it arose in Europe and Latin America, it was during sixties and seventies, the "rebellious decades", when the Latin American emancipatory thinking -heir of a large critical tradition- protested against that model and decided to fight for achieving independence. In that context, contemporary to the Pedagogy of Liberation, the Liberation Theology, the Dependence Theory and the Philosophy of Liberation, emerged the Communicology of Liberation. This final option, proposed by Luis Ramiro Beltrán Salmón, a Bolivian expert, was guided to liberate both, communication knowledge and practice, and currently symbolizes an intellectual vein which is necessary to explore.

Key-words

Communication, Latin American critical thinking, Luis Ramiro Beltrán


 

 

Introducción

Como campo de estudio reconocido, y si se toma como referencia la tesis doctoral del estadounidense Harold Lasswell sobre las técnicas de la propaganda en la primera guerra mundial (Otero, 1998, pág.27), la Comunicación se fue estructurando internacionalmente desde finales de la década de 19201. Treinta años después ya contaba con un significativo acumulado de conceptos y experiencias de investigación empírica que sustentaba toda una corriente en la materia, la estructural-funcio-nalista, cuya influencia comenzó a irradiarse en Latinoamérica a inicios de los años sesenta del siglo veinte. Dos vías fundamentales de acceso para ello fueron las recomendaciones surgidas desde la actividad docente del Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL)2, con sede en Quito, y las ideas y prácticas de la "comunicación para el desarrollo" de cuño difusionista que empezaron a expandirse en la región en ese período gracias a las políticas y acciones de cooperación para la modernización (Gumucio-Dagron y Tufte, 2010, pág. 20).

Sin embargo, frente a ese que era el enfoque predominante en la concepción y la aplicación comunicaciona-les -caracterizado por una visión unilineal (transmisión) del proceso y por una confianza extrema en su presunta capacidad para generar efectos directos en los receptores (como la incorporación de valores y hábitos "modernos" en las poblaciones de las naciones "atrasadas"), emergió una posición crítica de raíz europea inspirada en los cuestionamientos marxistas del capital a la vez que otra, aunque posterior, alimentada por pensadores latinoamericanos, varios de ellos imbuidos igualmente del ideario y las categorías socialistas.

En el primer caso, la impugnación de las consecuencias enajenado ras de la comunicación masiva fue hecha por la Escuela de Frankfurt en contra de lo que sus representantes denominaron la industria cultural, es decir, la fabricación y comercialización masivas de productos culturales; en el segundo, los autores latinoamericanos, dentro del territorio del área o inclusive en el interior de los propios Estados Unidos de Norteamérica, tomaron como su objeto de análisis la dependencia comunicacional de los países de la región respecto de los capitales, los conceptos, las tecnologías y los patrones de contenidos estadounidenses así como el "colaboracionismo" local de las élites empresariales y políticas. Los decenios de 1960 y 1970 fueron emblemáticos de esa insubordinación de América Latina frente a los modos hasta entonces aceptados de definir, hacer e investigar la comunicación.

La emancipación, marca latinoamericana

El acto de fuerza que representó la conquista de los pueblos precolombinos desde finales del siglo XVI y la posterior política ibérica de dominio colonial de los principales territorios de lo que recién a mediados del siglo XIX se iría a nominar como América Latina constituyeron, en tanto prácticas de sometimiento a intereses externos, la marca de origen de la región. Tal situación indujo un tipo de pensamiento signado por el ideal de la libertad, que también iría a impregnar el ámbito de las reflexiones sobre la comunicación.

Si bien ya hacia 1840 surgió en Latinoamérica la preocupación por el pensamiento propio (Zea, 2010) y por la inserción de todo producto analítico en la circunstancia regional subordinada (Salazar-Bondy, 2006), tal inclinación se enfatizó a fines de esa centuria (XIX) y en las tres primeras décadas de la siguiente, lapso en el que descollaron las obras señeras de José Martí ("Nuestra América", 1891), José Enrique Rodó (Ariel, 1900), Manuel González Prada ("Nuestros indios", 1904) y José Carlos Mariátegui (Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, 1928).

Los llamados políticos de estos hombres a luchar por la independencia nacional y continental, contra el expansionismo de las potencias extra-continentales y en pro de la liberación social interna de los sectores oprimidos y discriminados (las poblaciones indígenas, en concreto) no sólo irían a repercutir en los debates de ideas e incluso en la organización partidaria de su tiempo y años posteriores sino, asimismo, llevarían a identificar a la emancipación como un rasgo y un horizonte peculiares del pensamiento latinoamericano.

Más adelante, entre 1968 y 1969, el carácter y el porvenir de las tradiciones de ese pensamiento fueron sometidos a discusión.

Primero, Augusto Salazar Bondy (2006) criticó la falta de originalidad y autenticidad del filosofar en la región y planteó que esos atributos sólo serán factibles de alcanzar cuando se supere la situación de dominación, dependencia y subdesarrollo. En respuesta a ello, Leopoldo Zea (2010) sostuvo que el pensamiento latinoamericano sí era auténtico en la medida en que permitió tener conciencia de la propia humanidad frente a la que el "hombre occidental" pretendió imponer como un modelo privativo y remarcó que esa autenticidad, por tanto, debía ser entendida como la base de la posibilidad de una revolución libertaria y no como su consecuencia.

En cualquier caso, lo que nadie puso en duda fue el compromiso emancipador de los pensadores críticos de la región.

Las décadas rebeldes

Y fue precisamente en los años en que se registró tal debate que Latinoamérica atravesó un importante "ciclo revolucionario" (Zanatta, 2012, pág.169 y ss.) que principió con la victoria de los guerrilleros comandados por Fidel Castro en Cuba, en 1959, y concluyó con el triunfo del Frente Sandinista para la Liberación Nacional en Nicaragua, en 1979.

En medio se desarrollaron otras experiencias guerrilleras urbanas y rurales, más bien frustradas, como las de Guatemala, Colombia, Perú, Venezuela, Uruguay, Brasil y Bolivia, así como la represión militar del movimiento universitario mexicano y el violento derrocamiento del gobierno socialista electo de Salvador Allende en Chile. Luego vendría un largo tiempo de golpes de Estado y de dictaduras militares anticomunistas alentadas por la "Doctrina de Seguridad del Estado" que los Estados Unidos de Norteamérica se encargaron de inculcar en los oficiales de los ejércitos de la región mediante su "Escuela de las Américas" instalada en Panamá. En el plano intelectual, ese período de más o menos 20 años se distinguió por una prolífica actividad crítica. Inaugurada por la teoría de las desiguales relaciones centro-periferia y de la necesidad de la industrialización interna que Raúl Prebisch postuló desde la Comisión Económica para América Latina en 1949, se desplegó toda una corriente crítica ante la teoría del desarrollo y la sociología de la modernización (Roitman 2008, pág. 53)3, la cual pronto desbordó el plano del análisis económico y se empalmó con los de la política y la cultura.

Así, los intelectuales y académicos que para el tercer cuarto de siglo habían reemplazado a los letrados decimonónicos formularon consistentes y polémicas propuestas en las áreas económica, política, sociológica, pedagógica, religiosa, filosófica y comunicacional.

En tal sentido, se puede decir que las expresiones más vigorosas de ese pensamiento cuestionador y propositivo fueron la Pedagogía del Oprimido (1970), la Teología de la Liberación (1971), la Teoría de la Dependencia (1973), la Comunicología de la Liberación (1976) y la Filosofía de la Liberación (1977). Aquí sólo se ofrece un muy breve acercamiento a la penúltima, la comunicacional, y a dos de sus inmediatos antecedentes: la pedagogía liberadora y el dependentismo.

Entre la dependencia y la liberación

Los dos polos que focalizaron la discusión latinoamericana durante las dos décadas de rebeldía ya mencionadas fueron la situación de dependencia -y, por tanto, la de subdesarrollo- de la región y la de las consiguientes vías para alcanzar la liberación (revolución o reforma). En ese marco, cabe decir que tanto la Teoría de la Dependencia. Cardoso y Faletto (1988), así como Marini y Millán (1994). Como la Pedagogía de la Liberación (Freire, 1981) lograron una notable influencia sobre el pensamiento comunicacional de esa etapa.

La primera asumió que tras la creación de los Estados nacionales en América Latina la penetración capitalista -primero europea y luego estadounidense- generó una situación condicionante de las posibilidades de desarrollo de cada nación y del conjunto de la región, presionando para que se ajusten a los requerimientos jerarquizados de la estructura productiva y comercial internacional al igual que estableciendo una articulación entre los intereses de los países dominantes y los de los sectores dominantes en las sociedades dependientes. En ese proceso, que promueve además la imitación subdesarrollada de los estilos de vida de los centros hegemónicos, la teoría dependentista identificó que tanto la difusión de los mismos como la de sus respectivos patrones de consumo se llevaba a cabo por los medios de comunicación masiva. Consiguientemente, se debía buscar la superación de las "barreras estructurales" puestas al desarrollo y a la dependencia mediante movimientos sociales y políticos que consideraran el juego de poder presente en las relaciones de dominación.

La segunda, a su vez, se pronunció contra el flujo vertical y autoritario de la "educación bancaria" que "deposita" saber seleccionado en las cabezas de los educandos y alimenta su "inmersión" acrítica en el sistema social que les oprime. Dada esa negación de la humanidad de los educandos y de la de los propios educadores que terminan fungiendo como opresores ("domesticado-res") por complicidad, así como por el hecho de que las relaciones educadores-educandos son fundamentalmente discursivas, la pedagogía liberadora propugnó la educación problematizadora basada en el diálogo (no en la transmisión) y orientada a la "inserción crítica" del educando en la realidad.

De ese modo, colateral en un caso y casi sobreentendido en el otro, el carácter socialmente constitutivo de los aspectos comunicacionales fue visibilizado en esas aproximaciones analíticas; sin embargo, su expli-citación efectiva junto a la de su papel en la busca de la emancipación más bien fue llevada a cabo por especialistas de este campo4. Uno de los autores más representativos en este sentido fue sin duda el boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón, quien se desempeñó como asesor del coordinador de los ministros de Información del Movimiento de Países No Alineados que en 1976, en Túnez, postuló el establecimiento de un Nuevo Orden Informativo Internacional5.

Hacia la doble emancipación comunicacional

Con su tesis doctoral "Communication in Latin America: persuasión for status quo orfor national development?", que presentó a la Universidad de Michigan, Beltrán inició en 1970 una importante serie de escritos críticos entre los que conviene destacar sus "Apuntes para un diagnóstico de la incomunicación social en América Latina: la persuasión a favor del status quo" (Costa Rica) ese mismo año, al igual que estos textos principales para la cuestión que acá interesa: "Comunicación y dominación: el caso de América Latina; notas preliminares para un diagnóstico de situación" (México, 1971), "Incomunicación y subdesarrollo en América Latina: el contenido de los mensajes de los medios masivos de comunicación" (Buenos Aires, 1972), "Communication research in La-tin America: the blindfolded inquiry?" (Leipzig, 1974), "La influencia de los Estados Unidos en la comunicación masiva en América Latina: desequilibrio en el flujo de información" (con Elizabeth Fox6, Honolulu, 1976), "Alien premises, objects and methods in Latin American communication research" (Londres, 1976) y, por último, "Communication between the United States and La-tin America: A case of cultural domination" (Nueva York, 1978).

En todos esos documentos, artículos y ponencias Bel-trán expuso de forma descarnada y fundada la situación latinoamericana de dependencia y subdesarrollo en su intrínseca vinculación con la índole de las comunicaciones masivas. Sus diagnósticos de 1974 y 1976 (Beltrán, 2000), en particular, fueron fundamentales para sustentar sus propósitos de liberar el conocimiento y la práctica comunicacionales, doble emancipación que quedaría sintetizada en su planteamiento de una Comunicología de Liberación.

En el pensamiento de Beltrán es posible hallar elementos de análisis provenientes del dependentismo (a partir, por ejemplo, de las ideas del brasileño Theotonio dos Santos) y de la pedagogía freireana del oprimido, como otros derivados del enfoque del imperialismo cultural (del estadounidense Herbert Schiller) y de la aplicación del marxismo a la crítica de la comunicación (sobre todo en base a los trabajos del belga Armand Mattelart).

Un programa crítico y visionario

Ya a inicios de la década de 1970 Beltrán manifestó su optimismo acerca de la emergencia, en ese momento, de una nueva generación de investigadores latinoamericanos de la comunicación, mas al mismo tiempo expresó su preocupación por el riesgo de que buena parte de la tarea de esos intelectuales no diferenciara el compromiso con las necesidades de la realidad regional de la adopción de posiciones dogmáticas de derecha o de izquierda equivalentes al final, en su criterio, a "vendas" distorsionadoras de cualquier búsqueda. En esa dirección, en 1974 se preguntó: "¿Significará esto que la investigación en comunicación en América Latina puede caer un día en el peligro de sustituir un funcionalismo ideológicamente conservador y metodológicamente riguroso con un radicalismo no riguroso?" (Beltrán, 2000, pág.64).

En su posterior examen (1976) acerca de la presencia dominante de "Premisas, objetos y métodos foráneos en la investigación sobre comunicación en América Latina" (Beltrán, 2000, pág. 87) afirmó que los precedentes que halló para elaborar su diagnóstico mostraron que "(...) los investigadores de los problemas de comunicación en Latinoamérica (...) no se han comportado autónomamente y, hasta el momento, han fallado en cuanto a formular conceptos enraizados en la experiencia particular de la vida de la región".

Ahí mismo, empero, reiteró su apreciación acerca del surgimiento de "una nueva promoción de investigadores" que clasificó en dos grupos, los "de mente reformista" y los "inclinados hacia la revolución" (Beltrán, 2000, pág.115), en quienes afincó su esperanza de que alienten el logro de "(...) una conciliación programática y libre de dogma entre la lúcida intuición y la medición valedera que conduzca al óptimo empleo de las diversas tendencias de las diferentes técnicas, así como a la creación de conceptos y procedimientos genuinamente adecuados a la región" (Beltrán, 2000, pág.116).

Pero Beltrán fue más allá y anticipó el nacimiento de la Comunicología de Liberación destinada a contribuir a la superación de la estructura social latinoamericana injusta y a renovar, en función de las particularidades regionales, la concepción teórica de la comunicación tanto como sus procesos de realización práctica y sus correspondientes objetivos y formas de investigación.

Entendida como una especialidad crítica pero de precisión que estudia los fenómenos de la comunicación, esta Comunicología fue prefigurada por Beltrán como una alternativa concreta de emancipación frente a la dominación extranjera (sobre todo estadounidense) de los patrones y contenidos mediáticos de América Latina al igual que frente a la dependencia epistemológica, teórica y metodológica que caracterizaban en ese período -y por lo que se advierte aún lo siguen haciendo-la producción académica comunicacional en la región.

Horizonte por acometer

En términos generales, pese a que distintos aspectos de la circunstancia regional que se vivió en los decenios de 1960 y 1970 se han modificado -por ejemplo, respecto a la vigencia de formas democráticas, al crecimiento económico registrado y a la mejora de varios indicadores sociales-, el sentido liberador de las contribuciones hechas por el pensamiento crítico latinoamericano en diferentes disciplinas mantiene su pertinencia frente a la situación subordinada que continúa afectando a la zona. Los principios, modelos y jerarquías de la vida colectiva e individual que prevalecen en ella no han dejado de ser los de carácter nordocéntrico, esto es, aquellos centrados en los valores y los patrones de la sociedad capitalista europeo-estadounidense (del norte), hecho que lógicamente concierne también al ámbito del conocimiento, en el cual inciden de forma evidente los criterios epistemológicos, teóricos, metodológicos y temáticos definidos paradigmáticamente por la "ciencia occidental".

En ese marco, aunque durante las "décadas rebeldes" y algo más tarde también diversos comunicólogos latinoamericanos cuestionaron la subordinación y la instrumentalización del campo comunicacional7 como parte de la dependencia económica, política y cultural, la propuesta de Luis Ramiro Beltrán de una Comuni-cología de Liberación fue la única planteada de manera clara en tanto noción y denominación.

Esta propuesta epistémica sin duda representa hoy una veta que tanto los estudios como la revalorización del pensamiento emancipador de América Latina deben tomar en cuenta no sólo en el cuadro general de las elaboraciones intelectuales cuyo foco está en la libertad y la justicia para el subcontinente sino, además, entre las alternativas para hacer de éstas una realidad concreta.

 

Notas

1 Aquí se escribe Comunicación con mayúscula para hacer referencia al campo de estudio y comunicación, con minúscula, cuando se menciona al proceso.

2 Creado con auspicios de la UNESCO en 1959 y con apoyo de la Organización de Estados Americanos y de la Fundación Ford, este Centro formó por años a decenas de periodistas latinoamericanos y brindó orientaciones en materia de principios, métodos y contenidos para la preparación universitaria de personal de los medios masivos en la región. Cfr. Nixon (1978).

3 Ambas estaban basadas en la idea de la difusión, es decir, de la transferencia de unos elementos culturales desde una "sociedad desarrollada" hacia otras consideradas "atrasadas".

4 Llama la atención, a este respecto, que los pensadores de otras ramas hayan tendido a desconocer las aportaciones de quienes trabajaron reflexivamente desde la Comunicación, a la inversa de éstos que casi siempre tomaron a aquéllos como referencia. Es probable que esto se deba a la falta de reconocimiento académico que aún hoy afecta a los estudios comunicacionales, erróneamente considerados por expertos de otras áreas sociales como carentes de la posibilidad de tener autonomía y/o rigor suficiente.

5 Los principios guía de este planteamiento fueron la descolonización, el antimonopolismo y el antiimperialismo. Posteriormente, el debate fue trasladado al seno de la UNESCO, que en 1980 aprobó con dificultad el informe Un solo mundo, voces múltiples (Informe MacBride), que tras un diagnóstico internacional demandaba la democratización de las comunicaciones y el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NO-MIC). El rechazo provino de las potencias capitalistas que, a partir de ese momento, pusieron a la UNESCO en una crisis financiera y política hasta que en 1987 consiguieron retomar el control de esa agencia intergubernamental que dejó de lado las propuestas del NOMIC y la anterior (1974) del Nuevo Orden Económico Internacional, también surgida de los No Alineados. Cfr. Torrico (1989:259-297).

6 En 1980 publicó en colaboración con esta experta estadounidense-colombiana el libro Comunicación Dominada. Estados Unidos en los medios de América Latina. (Edit. Nueva Imagen, México).

7 Por ejemplo, se puede consultar las obras del venezolano Antonio Pasquali (1977), del español-colombiano Jesús Martín-Barbero (1978), del colombiano Antonio García (1980) o del paraguayo Juan Díaz Bordenave (1985).

 

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