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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.15 Santa Cruz de la Sierra nov. 2011

 

ARTICULO ORIGINAL

 

450 Años de arquitectura cruceña

 

 

Victor Hugo Limpias Ortiz
Arquitecto. Decano de la Facultad de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo
de laUniversidad Privada de
Santa Cruz de la Sierra - UPS A.

 

 


 

 

Como dimensión material de la cultura cruceña, la arquitectura del oriente boliviano expresa en sus espacios el carácter y la personalidad de los cruceños, sus limitaciones y posibilidades, sus sueños y aspiraciones, así como permite reconocer su mestizaje, su arraigo y sus vínculos con el mundo. A las tres tipologías desarrolladas durante los dos siglos y medio coloniales, los habitantes de Santa Cruz fueron adicionando una serie de tipologías arquitectónicas, con coincidencia sincrónica con los intercambios culturales y comerciales que fueron sucediéndose en la región después de 1825.

Las más de cuatrocientas mil edificaciones construidas por los cruceños en 450 años de historia presentan hoy una diversidad tipológica y arquetípica, en un proceso de construcción histórica del entorno físico cargado de contradicciones, superposiciones y yuxtaposiciones. Se ha definido y consolidado tipologías, y también, de manera progresiva, se ha marginado y definitivamente eliminado a la mayor parte de ellas, a costa de la imposición de nuevas tipologías arquitectónicas, las que a su vez, han sufrido su respectivo proceso de maduración, segregación y marginalización, en una dinámica que ha alcanzando un dinamismo notable en el último medio siglo.

La conservación de una pequeña parte del patrimonio material históricamente relevante, contrasta con el dinamismo y la heterogeneidad de la modernidad y la postmodernidad, conformando una realidad compleja coincidente con la diversidad de lo cruceño en la contemporaneidad. Con base en un marco epistémico disciplinar urbano arquitectónico, se intentará articular la diversidad de valoraciones y expresiones de carácter cultural, social, económica y ambiental, entre otras, que fueron y son protagonistas de la construcción y definición del entorno material en donde los cruceños viven, trabajan, estudian, compran, venden, circulan, descansan y se divierten.

A partir de las tipologías arquitectónicas reconocibles históricamente, se sintetiza el desarrollo de la arquitectura urbana cruceña en las tipologías siguientes, respetando el orden cronológico en el que surgen, el que, sin embargo, es independiente del tiempo de su vigencia, desaparición e incluso, resurgimiento.

La primera expresión de la arquitectura cruceña debió ocurrir en Santa Cruz de la Sierra la Vieja, cuando un constructor, de quien posiblemente jamás sabremos su nombre u origen, realizó una adaptación genial de la cabaña rural española, creando la cabaña rural mestiza del oriente, que hoy llamamos pahuichi cruceño, constituido por una estructura maderera y cobertura vegetal a dos aguas. La apertura de la "punilla" en uno de los extremos del volumen residencial a dos aguas, asegurando una condición espacial conveniente, funcional y ambientalmente, habría de repetirse miles de veces, vigente hasta hoy en las zonas rurales. A partir de esa solución creativa, han surgido otras alternativas, como la punilla intermedia, que ya pueden considerarse como (re)productivas. El pahuichi no solamente implicó una proposición funcional espacial o tecnológica, sino que también supuso una nueva propuesta tecnológica, al adaptarse el sistema maderero de las malocas prehispánicas a la solución de cabaña con paredes de tabique.

La tipología de vivienda compacta está constituida por edificaciones simples de viviendas en hilera, que se organizan como cuartel recto o alrededor de un patio, generalmente circunstancial, y es muy común como tipología de tambos o de cuartos de alquiler. Presenta dos soluciones diferenciadas en lo morfológico y tecnológico. Una vez que la población logró establecerse, esta tipología reemplazó

parcialmente a los pahuichis, especialmente en el área central. Está constituida por hileras de habitaciones continuas que conforman patios circunstanciales. Los muros pueden ser de adobe, pero generalmente se trata de armazones madereras con paredes no estructurales de tabique. Viedma indica que la mayor parte tenía como cubierta a troncos de palma en traslape, y muy pocas estaban cubiertas con tejas.

Algunos ejemplos de esta tipología contaban con dos plantas, caracterizándoles el balcón en voladizo en el nivel superior. Los muros portantes son de adobe, y apoyan las vigas en saledizo donde se construye el balcón que comunica las habitaciones superiores entre sí. Dos de ellos, construidos a principios del siglo XIX, se mantienen en pie, aunque perdieron sus balcones-corredor entre 1955 y 1970. Otros se construyeron a mitad del siglo XIX, no como expresión regional, sino como continuidad de una tipología que es común al resto de hispanoamérica, que tiene en la region andina boliviana una cantidad significativa de ejemplos aún en uso, especialmente en Sucre y Potosí.

La tipología maderera de vivienda con corredores exteriores de madera, corresponde a una sociedad ya con varias décadas de actividad en la producción agrícola y ganadera, y que se interesa en la construcción de un entorno más elaborado. Los volúmenes macizos, previamente descritos, de estructura maderera y paredes de tabique, ganaron corredores cubiertos hacia la calle y hacia el patio interior, manteniéndose la organización de habitaciones en hilera y patios circunstanciales. Las columnas y capiteles de madera se trabajaron con detalles vegetales

estilizados y se pintaron con colores obtenidos por resinas naturales.

Una vez que se gana continuidad en la calle, esta tipología transforma la imagen urbana precaria y sencilla. La galería exterior contínua, como un espacio transicional que no es público ni privado, favorece una vivencia extraordinaria de la calle. Los corredores exteriores continuos proporcionarán la espacialidad necesaria para la tertulia, la protección de la lluvia a los transeúntes y las erosionables paredes de tabique. Ofrecerán sombra protectora y generarán una condición de temperatura favorable del interior de la vivienda, aunque en la práctica favorezcan un inconvenientemente elevado índice de humedad. Con todo, se consolida como tipología predominante de la zona central más urbanizada la ciudad.

Reemplazada sistemáticamente desde el auge gomero, restan varios ejemplos de esta tipología en el centro histórico, y todavía se reconoce áreas urbanas condicionadas por su destacada morfología. Recientemente, cierta arquitectura residencial y comercial ha adoptado esta tipología, aunque limitándola en la mayor parte de los casos al tratamiento exterior. Los trabajos de reconstrucción y restauración en Chiquitos han contribuido a promover la aplicación de la columna con capiteles labrados en varias de las nuevas galerías de la ciudad.

En estas tipologías virreinales llama la atención el uso del tronco de la palma negra como tejado en traslape y también como plafón en los techos de teja de barro, dos soluciones que bien podrían ser reconocidas como tecnologías propositivas. No es posible precisar si la puerta de cuatro hojas, de la cual no se tiene referencias de antecedentes españoles, fue una creación regional, pero se trataría de una expresión propositiva, de haber surgido localmente. Otro elemento arquitectónico que supone un paso creativo es el capitel, cuyas formas, si bien pudieron ser originalmente imitados a partir de la arquitectura mudéjar, presentan en la ciudad varios ejemplos inspirados en la vegetación local, que se constituyen en sencilla, pero expresiva manifestación propositiva del barroco mestizo, posiblemente desarrollado recién en el siglo XVIII.

La apropiación cultural colectiva que se hace de estas soluciones arquitectónicas virreinales, que permite la generación de algunas soluciones parciales propositivas, ya mencionadas, convierte a estas soluciones, junto al propositivo pahuichi en expresiones de la arquitectura vernácula cruceña. Durante los años virreinales y durante la mayor parte del siglo XIX, las tres expresiones de esta arquitectura definirán la imagen y características funcionales de la ciudad. Sin ofrecer la solución más conveniente desde una perspectiva contemporánea (tecnológica y ambiental), la arquitectura vernácula se afianza en todos los sectores sociales de la entonces pequeña ciudad y hoy se constituye en referencia patrimonial histórica de la misma.

El que solamente dos obras neoclásicas se hayan construido al final del período virreinal, obliga a interpretar al Neoclasicismo como un estilo republicano. Después de la Independencia se inicia las obras de la Catedral de San Lorenzo, las que quedan inconclusas durante el resto del siglo XIX. La primera obra neoclásica inaugurada será el templo de San Francisco, la primera edificación levantada con ladrillo y no con adobe o tabique, como antiguamente. El auge económico derivado de la producción agroindustrial y la goma elástica del norte amazónico, propicia la mejora de la imagen urbana, y la adopción de la tecnología y la estética neoclásica, pero ésta se adapta al medio, preservando los corredores y patios. Este "neoclasicismo tropical" está representado, por la nueva Casa de Gobierno, casonas como la que actualmente ocupa la Municipalidad, y ya tardíamente, edificios menores como el Consejo Departamental (actual Concejo Municipal).

La consolidación del intercambio comercial con Europa, a través de Buenos Aires y Belén de Pará, promueve la incorporación de tendencias arquitectónicas más sofisticadas como el Historicismo, que recupera estilos medievales. El primer ejemplo lo constituía la desaparecida glorieta neogótica del centro de la Plaza de la Concordia. El nuevo templo de Jesús Nazareno, presenta un lenguaje neogótico de inspiración italiana que no le impide incorporar una galería neoclásica. Después, se reemplazará al antiguo templo maderero de La Merced con una edificación también neogótica, cubierta con la primera bóveda de ladrillo. El último ejemplo es el templo neo-románico de San Andrés. Siguiendo esa línea de sofisticación arquitectónica, el Eclecticismo con sus combinaciones de corte clasicista y medieval definirá algunos de los ejemplos de arquitectura pública más

sobresalientes de los primeros años del siglo XX. Se destacan el Colegio Nacional Florida, el Asilo de Huérfanos y los pabellones Sandóval y Santistevan del Hospital San Juan de Dios.

Fueron pocas las obras nacionales que se inspiraron en el Art Nouveau, relegado más que todo a la decoración de los ambientes interiores de algunas viviendas. En Santa Cruz se destacan dos viviendas de la segunda década del siglo XX, las residencias Gutiérrez Jiménez (Museo de Historia Regional) y la Casa de Peregrín Ortíz. Los ejemplos conocidos del Art Decó son el actual Rectorado de la UAGRM y una vivienda construida a principios de los años '40, en las calles Junín y España.

Consecuencia de la esperanza por lograr una arquitectura hispanoamericana, el neocolonial rescata diferentes elementos de la arquitectura virreinal, como el arco, la portada y la ornamentación colonial. Los chalets Mozer construidos en la zona sur en la década de los '40, respondían a esa tendencia, cuyos ejemplos más significativos fueron la Casa Bonino (Restaurante Leonardo) y el Banco Central de Bolivia (actual Palacio de la Gobernación).

La arquitectura resultante del análisis racional de los requerimientos funcionales, se desarrolla a partir de los postulados del llamado Movimiento moderno en arquitectura. Rechaza la ornamentación de las tendencias anteriores y paulatinamente se incorpora a la cultura regional, hasta llegar a dominar la estética cultural espacial en todos los frentes. Las primeras edificaciones de este línea se basaron en modelos de revistas internacionales de arquitectura, y contribuyeron a masificar el uso del hormigón armado, el aluminio, los grandes paños vidriados, el ladrillo industrial y las cubiertas de losa. Entre las obras pioneras cruceñas se destacan los cines Santa Cruz y René Moreno, el complejo residencial de Guabirá en el norte cruceño, y los colegios La Salle y Santa Ana, los que mantienen el criterio de adaptación al medio, incorporando corredores y patios cubiertos.

Una segunda generación de arquitectos cruceños, formada en Brasil y Argentina, se alinearía con el racionalismo formalista y el brutalismo, intentando encontrar una expresión propia. Obras paradigmáticas de

la etapa madura de la modernidad fueron las residencias Weise y Stelzer, la Facultad de Veterinaria de la UAGRM y la Terminal de Ómnibus. Las dos primeras de un formalismo depurado, la segunda funcionalista, y la tercera, brutalista. Todas ellas respondiendo adecuadamente a su entorno tropical.

Durante los setenta y primera mitad de los '80, la modernidad se consolida en varios frentes. Ejemplos racionalistas poco integrados fueron las sedes de la administración pública estatal, y algunos complejos educacionales y hospitalares diseñados en la sede de gobierno. En cambio, ejemplos notables de integración fueron el Policlínico de la Caja Petrolera, la sede de la CRE y Cordecruz (Direcciones de la Gobernación). Tres obras significativas, el Aeropuerto Viru Viru, el Palacio de Justicia y la Terminal Bimodal, representan la fase tardía de la modernidad.

Desde los años '50, los sectores populares comienzan a familiarizarse con la tecnología moderna del hormigón armado, mientras aprenden el "nuevo orden" espacial que implica el chalet y las soluciones del edificio comercial moderno en altura. Paulatinamente, los sectores populares abandonan las técnicas y materiales tradicionales y asumen como propios los modernos.

La arquitectura de la postmodernidad es el resultado inevitable de las reinterpretaciones individuales, la globalización y la sofisticación de la sociedad cruceña. Esta tercera generación de arquitectos lideró la combinación acrítica de los racionalismos f uncionalistas y formalistas con el interés simbólico que caracterizó a década de los '80. La adopción masiva de esa estética mixta de doble código por parte de la arquitectura popular terminaría marcando las zonas comerciales urbanas (Mercado Siete Calles), asícomo la arquitectura convencional residencial y administrativa. Con todo, algunas obras propositivas del periodo sentarán las bases para una fase más creativa e integrada a la realidad local. La Casa de España (AECI) es el mejor ejemplo de ella.

El boom económico que deriva de la NPE, generó una significativa cantidad de oportunidades durante la última década del siglo XX. Ello, junto a la demanda de imágenes corporativas diferenciadoras, y el aumento de la escala de las edificaciones e incremento de las tipologías funcionales, ofreció condiciones nunca antes vistas para los arquitectos locales. Todo ello dio mayor libertad creativa, permitió la consolidación de un mercado inmobiliario y una industria de la construcción cada vez más competitiva, promoviendo inversiones que transformaron la ciudad capital y las demás ciudades del departamento.

Los complejos residenciales en altura que se levantaron durante la década de los '90, mientras rompían la monotonía del perfil urbano cruceño, buscaban-aún torpemente-articularse con el entorno regional (condominios Yotaú, Yaguarú y Mishima). La grave crisis del cambio de siglo dio la oportunidad para que una nueva generación de arquitectos, buena parte de ella ya formada en la propia región, tome el liderazgo y proponga obras de notable creatividad, calidad tecnológica, e insertas

apropiadamente tanto en su medio como en las tendencias de vanguardia universal. Lo local y lo global se reconoce en edificios como la UPSA, Transredes, Saguapac, Corte Electoral, Tacuaral, y en el Monumento a la Cumbre, en los que se aprovecha las cualidades de la espacialidad regional a través de las celosías, galerías y patios porticados.

Con los años, la mayor sofisticación de la demanda ha permitido el diseño y construcción

de obras residenciales de calidad internacional que han merecido su publicación en todo el mundo. Edificios como las sedes de Utepsa, Kolping y Yanbal, complejos como Cinecenter, decenas de condominios y sedes corporativas, con sus formas arrojadas y tecnología de vanguardia, así como sus propuestas funcionales novedosas, han contribuido no solamente a consolidar la arquitectura cruceña en el contexto sudamericano, sino que principalmente, están redefiniendo las referencias materiales simbólicas de la cultura regional.

Durante los años 1980s, los sectores populares ya se han afianzado económicamente, y empiezan a diferenciar sus soluciones arquitectónicas en relación a las propuestas formales de los arquitectos de vanguardia. Progresivamente, se van adoptando criterios de ocupación del lote, de solución vertical y aprovechamiento de los espacios, que encajan con la lógica del máximo aprovechamiento del terreno. Con la adopción de algunos elementos morfológicos diferenciadores, el sector comercial popular ha logrado "desmarcarse" de la práctica tradicional arquitectónica, muy vinculada a lo propositivo, y ha desarrollado una arquitectura de reproducción muy particular, extremadamente sencilla funcionalmente.

La arquitectura de los sectores de escasos recursos, como en la mayor parte de las ciudades hispanoamericanas, se expresa de manera espontánea, con soluciones precarias, tanto espacial como tecnológicamente. El uso de materiales está sujeto a la disponibilidad de recursos y no a criterios de diseño, ni siquiera de proyección futura. Solamente cuando la familia se afianza económicamente se inicia un proceso de construcción que se vincula a las soluciones tecnológicas de la modernidad, aunque funcionalmente puede adscribirse a la versión contemporánea del volumen compacto.

En ese marco, la arquitectura cruceña hoy se presenta más dinámica y diversa, expresando en su heterogeneidad la personalidad abierta y el origen diverso de quienes habitan Santa Cruz de la Sierra. Simultáneamente, los esfuerzos por articular las tendencias contemporáneas con las demandas particulares de la cultura y el ambiente local, afianzan el carácter llanero tropical de la mayor metrópoli del corazón sudamericano, y al otorgar renovada vitalidad a la cultura material urbana cruceña, refuerzan la identidad cruceña contemporánea.

 

BIBLIOGRAFÍA

El presente artículo es una síntesis de contenidos incluidos en los siguientes libros del autor: Santa Cruz de la Sierra, arquitectura y urbanismo (Santa Cruz: UPSA, 2001) y Arquitectura Cruceña: 1956-2006 (Santa Cruz: Colegio de Arquitectos, 2006).        [ Links ]

 

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