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Revista de Investigacion Psicologica

versión impresa ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  no.28 La Paz dic. 2022

https://doi.org/10.53287/rypq1564am83r 

ARTÍCULOS TEÓRICOS

El estatus epistemológico de la psicología: un análisis deconstructivo desde el historicismo Kuhniano

The epistemological status of psychology: a deconstructive analysis from Kuhnian historicism

O estatuto epistemológico da psicologia: uma análise desconstrutiva a partir do historicismo kuhniano

Fabio Anselmo Sánchez Flores1 
http://orcid.org/0000-0002-0144-9892

1 Fabio Anselmo Sánchez Flores, es doctor en psicología, maestro en educación superior y licenciado en filosofía. Se dedica a la docencia universitaria en las especialidades de psicología y filosofía. Es autor de Homo Terreus (2013), El sentido del mundo en las culturas prehispánicas del antiguo Perú (2015), Cartografía del crepúsculo (2018) e Investigación cuantitativa, cualitativa y mixta. Ex becario del DAAD (Deutscher Akademischer Austauschdienst) en Berlín (Alemania), brindó conferencias en la Università Degli Studi Di Padova (Italia) y Metalibrería (España). En la actualidad complementa sus actividades de docencia universitaria en el Departamento de Filosofía y Psicología de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, con la psicoterapia individual. Correo electrónico.: fabio.sanchez@unsaac.edu.pe


Resumen

El presente artículo tiene como objetivo realizar una deconstrucción de la naturaleza y desarrollo científico de la psicología desde el historicismo epistemológico de Thomas Kuhn. Siguiendo su línea argumentativa, la psicología no tiene el estatus de ciencia al no existir un paradigma único y hegemónico que establezca las pautas teóricas y metodológicas dentro del quehacer psicológico en general. Para ello, se aplicó una revisión metateórica y hermenéutica sobre el modelo kuhniano, examinando si esta disciplina se encuentra, ciertamente, en un estadio precientífico y si reúne en la actualidad las condiciones y posibilidades que permitan viabilizar la unificación de los sistemas psicológicos que la componen. Como resultado de la misma, se concluyó que la psicología no tiene un estatus epistémico precientífico, sino científico, y que las pretensiones unificadoras u homogeneizantes de los paradigmas psicológicos deviene en una tarea y aspiración tan lejana como plausible, debiéndose antes fundamentar y definir si las propuestas integradoras resultan pertinentes, necesarias y legítimas dentro de su decurso histórico y científico.

Palabras claves: Paradigma; Psicología; Ciencia; Integración de sistemas; Epistemología

Abstract

The objective of this article was to carry out a deconstruction of the nature and scientific development of psychology from the epistemological historicism of Thomas Kuhn, since, following his line of argument, psychology does not have the status of science since there is no single and hegemonic paradigm that establish the theoretical and methodological guidelines within the psychological work in general. For this, a metatheoretical and hermeneutical review was applied to the Kuhnian model, examining whether this discipline is certainly in a pre-scientific stage and, thus, whether it currently meets the conditions and possibilities that allow the unification of the systems to be viable psychological elements that make it up. As a result of it, it was concluded that psychology does not have a pre-scientific epistemic status, but a scientific one, and that the unifying or homogenizing claims of psychological paradigms become a task and aspiration as distant as plausible, having to first base and define if the integrating proposals are pertinent, necessary and legitimate within its historical and scientific course.

Keywords: Paradigm; Psychology; Science; Systems integration; Epistemology

Resumo

O objetivo deste artigo foi realizar uma desconstrução da natureza e do desenvolvimento científico da psicologia a partir do historicismo epistemológico de Thomas Kuhn, uma vez que, seguindo sua linha de argumentação, a psicologia não tem o status de ciência, pois não existe um único e hegemônico paradigma que estabelecem as diretrizes teóricas e metodológicas do trabalho psicológico em geral. Para isso, aplicou-se uma revisão metateórica e hermenêutica ao modelo kuhniano, examinando se esta disciplina certamente está em um estágio pré-científico e, portanto, se atualmente reúne as condições e possibilidades que permitem a unificação dos sistemas ser viável. elementos psicológicos que a compõem. Como resultado, concluiu-se que a psicologia não tem um status epistêmico pré-científico, mas científico, e que as pretensões unificadoras ou homogeneizadoras dos paradigmas psicológicos tornam-se uma tarefa e aspiração tão distantes quanto plausíveis, tendo como base em primeiro lugar e definir se as propostas integradoras são pertinentes, necessárias e legítimas dentro de seu percurso histórico e científico.

Palavras chaves: Paradigma; Psicología; Ciência; Integração de sistemas; Epistemologia

I. Introducción

Desde la publicación de La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn en 1962, el planteamiento cognoscitivo y epistémico que propone para explicar y comprender la evolución de la ciencia en el decurso de su desarrollo, ha sido motivo de múltiples críticas y debates sobre su método historicista, siendo uno de los más destacados el desplegado por Karl Popper (1994, citado en Jaramillo & Aguirre, 2004), quien le criticó el atribuir a la acumulación de observaciones y conocimientos como causantes de las revoluciones científicas que transforman las teorías y permiten el progreso científico; contrario a ello, Popper, afirmaba que no son tales acumulaciones las que generan cambios, sino el “repetido derrocamiento de teorías científicas y su reemplazo por otras mejores o más satisfactorias” (1994, p. 264), que fuesen capaces de sobrevivir a la falsación o refutación de sus postulados.

Pese a ello, el planteamiento historicista de Kuhn para comprender el desarrollo de las ciencias, sobre todo, naturales, tiene una vasta aplicación en la filosofía de la ciencia y es considerado por diversos historiadores de la psicología como un referente de valor para comprender el estadio científico de la psicología desde sus orígenes científicos con Wilhelm Wundt en 1879 hasta la actualidad. De ahí que connotados historiadores y epistemólogos de la psicología como Hothersall (1997), Ardila (2010) y Staats (1991), entre otros, se remitan a Kuhn, historiador de la ciencia, para definir el estatus paradigmático de la psicología.

Bajo este contexto, el presente artículo busca deconstruir los principales postulados de Kuhn, en la obra mencionada, aplicados a la ciencia psicológica, y de esta manera ponderar si las categorías epistémicas (por ejemplo: “paradigma”, “precientífico”, “anomalía”, etc.) propias del historicismo kuhniano son aplicables a la psicología o por el contrario su uso deviene más bien descontextualizado, anacrónico y, per se, intempestivo para comprender y explicar su desarrollo científico y el estatuto epistemológico en el que se encuentra. Para ello, se procede a describir los principales postulados de Kuhn en su comprensión del desarrollo y transformación de la ciencia, posteriormente se aplica los mismos a la psicología. Y, finalmente, se pondera su adecuación o inadecuación para definir y establecer, además del estatus epistémico mencionado, las condiciones y posibilidades que permitan viabilizar la unificación de los sistemas psicológicos contemporáneos. Permitiendo colegir, si tal pretensión unificadora u homogeneizante deviene en una tarea y aspiración tan legítima y necesaria como plausible y pertinente.

II. Los “paradigmas” en el historicismo de Thomas Kuhn

Si bien, Kuhn (2013), no mantiene una definición regular y homogénea del concepto de paradigma, tal que se conserve relativamente estable y libre de ambigüedades a lo largo de su obra. La polisemia del término no le permitió remitirse a un significado en particular, ya que, al referirse a ellos en diferentes oportunidades, es posible identificar distintas atribuciones del término, ya sea como modelos de investigación, sistemas de conocimientos, cosmovisiones del mundo; entre otros conceptos conexos (Klappenbach, 2003). No obstante, en uno de los segmentos de su obra, se refiere a ellos de manera más puntual, como aquellas “logros científicos universalmente aceptados que durante algún tiempo suministran modelos de problemas y soluciones a una comunidad de profesionales” (Kuhn, 2013, p. 94). De ahí que sea posible colegir que:

1. Los paradigmas tienen que ser aceptados de manera universal por la comunidad científica dentro del cual se circunscribe el fenómeno o materia de estudio.

2. Los paradigmas tienen una aceptación temporal, pues están sujetos a cambios, renovaciones o revoluciones permanentes, cuando su cuerpo teórico se muestra insuficiente para explicar ciertos hechos (anomalías) que otro sistema de conocimientos, un nuevo paradigma emergente, sí lo hace y de manera más eficaz, veraz y, sobre todo, simple.

3. Los paradigmas comprenden un cuerpo sistemático de conocimientos que se muestran eficientes para solucionar problemas básicos (teóricos) o aplicados (prácticos) en un momento dado.

4. Los paradigmas se fundamentan en una ontología acerca de la finalidad de la materia objeto de estudio. La misma que dispone a quienes la comparten y aceptan a concebirla de una manera singular, estableciendo así un método adecuado a sus condiciones y características para investigarlo.

Siguiendo esta concepción paradigmática kuhniana, aquellas disciplinas científicas en las que no exista un paradigma claramente imperante, se encontrarían en un estadio precientífico; es decir, una etapa germinal en su proceso de maduración como ciencia. Un espacio de tiempo caracterizado por el desacuerdo de diversas escuelas o corrientes divergentes que no logran aún ponerse de acuerdo en cuanto a los aspectos básicos de toda ciencia, tales como el objeto de estudio y los métodos del que deben valerse para definir e incrementar sus conocimientos, los mismos que permitan establecer un paradigma único que dé lugar a un periodo de “ciencia normal”.

III. Psicología y “ciencia normal”

Kuhn (2013), define a la “ciencia normal”, como ese conocimiento que, regido por las leyes y teorías de un determinado paradigma, crea y resuelve problemas o “rompecabezas”, sobre las reglas y métodos que este dispone. En tal sentido, trasponiendo el término al desarrollo histórico de la psicología, se trataría de un periodo de aceptación de ciertas leyes y teorías propias de un paradigma imperante dentro de esta disciplina científica, sobre cuyas bases metodológicas se crean y resuelven problemas con el objetivo de explicar con mayor certeza, validez y objetividad, los fenómenos de la investigación, aplicando las técnicas y procedimientos propios y concordantes con sus convicciones ontológicas y fundamentos epistemológicos. No obstante, la “ciencia normal” puede entrar en crisis cuando se muestran incapaces de explicar las “anomalías” cognoscitivas, que alteran la “normalidad” imperante y rompen con los preconceptos aceptados habitualmente dentro de aquella.

IV. “Anomalías” cognoscitivas en la psicología

En tal sentido, el concepto de “anomalía”, según Kuhn (2013), comprende aquellos hechos o fenómenos que no pueden ser explicados a partir de las leyes y teorías del paradigma imperante, los mismos que dependiendo de su trascendencia cognoscitiva, lo hacen entrar en crisis y son el anticipo de las revoluciones científicas, pues en este trance surge otro paradigma que sí los puede explicar, pero sobre la base de otras leyes y teorías que resultan inconmensurables con el paradigma anterior, esto es, surgen de principios totalmente distintos de los que pertenecen al paradigma antiguo. De ahí que el nuevo paradigma emergente, en virtud de esta condición, impone gradualmente sus postulados, cambiando no sólo el contexto de investigación, sino la visión del mundo a partir de sus asunciones. Por ello, transponer este concepto al desarrollo histórico de la psicología, se correspondería con aquellos fenómenos que no pueden ser explicados desde un paradigma anterior, lo que los hace entrar en crisis, pero que sí resultan comprensibles y explicables a partir de un nuevo paradigma emergente.

V.“Paradigma” o “paradigmas” en la psicología

En consecuencia, siguiendo la Estructura de las revoluciones científicas de, Kuhn (2013), la psicología podría encontrarse en una de las siguientes condiciones:

1. Un estadio precientífico en el que muchas corrientes, escuelas o sistemas psicológicos se mantienen autónomos los unos de los otros, conservando sus propias concepciones sobre el objeto de la psicología y desarrollando los métodos que consideran más pertinentes según sus presunciones cognoscitivas y epistémicas (Staats, 1999; Ardila, 2010; Alarcón, 1997; Sternberg & Grigorenko, 2001; Bruno & Miceli, 2009).

2. Un estadio multiparadigmático en el que la psicología, como disciplina científica, deviene en un conglomerado -relativamente uniforme- de diversos paradigmas que se mantienen coexistiendo los unos con los otros sin aspiraciones ni posibilidades de integración teórica ni metodológica, pues responden a ontologías distintas y cada uno de ellos tienen compromisos cognoscitivos propios que no necesariamente implica el consenso ni cooperación con los otros paradigmas con los que convive en un mismo periodo de tiempo (Ribes-Iñesta, 2000; Brunetti y Ormart, 2010; Kirschner, 2006; Koch, 1995).

VI. “Revoluciones científicas” en la psicología

Para ponderar las dos opciones anteriores, es necesario destacar las aplicaciones que tendrían los conceptos de “ciencia normal” y las “anomalías” dentro de la ciencia psicológica. En este sentido, es necesario resaltar que, desde el nacimiento de la psicología científica en la Universidad de Leipzig en 1879, esta disciplina ha carecido de un periodo de “ciencia normal” en el sentido kuhniano, pues sólo para definir el concepto de la Personalidad a mediados de la década de los treinta del siglo pasado, se contaba con una cantidad no menor a 400 definiciones distintas (Antuña, Cano & García, 2009).Por eso, resultaría inconmensurable atribuir este concepto dentro de una posible “ciencia normal” en la ciencia psicológica.

Por su parte, las “anomalías” se tornan inviables e inexistentes, pues no habiendo existido ningún periodo de “ciencia normal”, no debieran existir “anomalías” o hechos desconocidos que los pongan en crisis de desaparecer y ser así reemplazados por otros paradigmas que den lugar a un periodo científico nuevo, esto es, no se pueden encontrar grietas en los muros o cimientos de un edificio que todavía no ha sido construido. No obstante, bajo estos preceptos habría que reconocer que la psicología en tanto ciencia, todavía “no existe”, porque no existe un paradigma imperante sobre el cual se despliegue aquella “normalidad” científica que dé lugar a nuevos hallazgos y conocimientos de manera mancomunada a través del esfuerzo de toda la comunidad científica integrada y cohesionada como una unidad. De ahí que, al no contar la ciencia psicológica de tales condiciones en la actualidad ni en ninguna etapa de su desarrollo histórico, se encontraría así en un periodo precientífico. Un hecho poco sostenible y contradictorio, pues ¿cómo puede una ciencia encontrarse en un periodo precientífico y, a la vez, considerarse una ciencia? (Brunetti & Ormart, 2010), ya que para aceptar que la psicología se encuentra en un periodo precientífico habría que considerarla una no-ciencia, y así más próxima a la filosofía de la mente, la metafísica e incluso a la parapsicología, una disciplina carente de todo contacto con la práctica experimental y fáctica propios del método científico. Una afirmación que rompe por completo con un criterio lógico o, más propiamente, el principio lógico del tercio excluido, uno de los tres principios fundamentales de la lógica clásica (Aristóteles, 2006); esto es, que un enunciado es verdadero o falso, no cabe otra posibilidad (A o no A), o lo que es lo mismo: un ser y no ser a la vez, en un mismo momento. Así, la psicología no puede ser una ciencia y no-ciencia, a la vez.

En este sentido, si la psicología se encuentra en un estadio precientífico, ¿a qué ciencia pertenecerían las leyes del condicionamiento clásico y operante de John Watson y Burrhus Skinner, respectivamente; a qué disciplina correspondería incluir toda la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget (2000); a qué sistema de conocimientos debería insertarse la teoría sociocultural del desarrollo cognoscitivo de Lev Vygotsky (2012)? Esto sin hacer referencia a destacados científicos como Clark Leonard Hull (1943), Edward Tolman (1967), Jerome Bruner (1988), entre otros psicólogos del siglo XX.

Ahora, respecto de las “revoluciones científicas” en la psicología, siguiendo el modelo epistemológico de Kuhn (2013), estas se encontrarían carentes en esta ciencia, pues al encontrarse en un estadio precientífico, no podrían existir revoluciones científicas al no existir aún una ciencia psicológica en el sentido kuhniano del término, vale indicar, una “ciencia normal” en el que impere un paradigma aceptado por toda la comunidad científica. Es evidente que, en el desarrollo científico de la psicología, han existido numerosas muestras de revoluciones científicas; aunque tal vez no en el sentido que Thomas Kuhn las describe: cambios de paradigma donde uno nuevo toma el lugar del anterior “viejo”, “desfasado”, “insuficiente” o “caduco” (Kuhn, 2000, p. 45). Contrario a ello, se tienen muestras de cambios revolucionarios en algunos conceptos dentro de la ciencia psicológica, tal como, el concepto de inteligencia cognitiva en Alfred Binet (1857-1911), por el de las inteligencias múltiples en Howard Gardner (2019), en el que el segundo deviene en una concepción totalmente revolucionaria de concebir las capacidades o aptitudes individuales para la asunción y resolución de problemas, ya no limitado a las habilidades cognitivas (como en el modelo o paradigma clásico) circunscritas al cociente intelectual (CI), mensurado con un test de inteligencia como el desarrollado por David Wechsler en 1939, a través de su mundialmente conocida: Wechsler Adult Intelligence Scale (WAIS), en el que sólo unos pocos afortunados se ubican en los niveles superiores, mientras que la gran mayoría alcanzan los niveles promedio a inferiores, sino una nueva asunción de (un nuevo paradigma) en el que la concepción de las habilidades cognitivas se extienden a capacidades de diverso orden, como las verbales, kinestésicas, interpersonales, etc., que todos los seres humanos tienen en mayor o menor magnitud en el que ya no existen los privilegiados, pues todos disponen de la misma capacidad para desarrollarlos y potenciarlos en función de sus preferencias e intereses personales.

Es así que, la “anomalía” que habría generado la crisis en el concepto clásico de inteligencia, habría sido la escasa predictibilidad de éxito personal que tenía aquella, pues, contrario a lo que se presuponía, el tener un CI muy alto, no brindaba más que un 30% de probabilidades de alcanzar las metas previstas y tener éxito en la vida. De ahí que surgiesen otras explicaciones más satisfactorias para dar cuenta de ello, como el desarrollado por Howard Gardner en 1983 y, posteriormente, por Peter Salovey y John Mayer en 1990, con la inteligencia emocional, que implicaba habilidades como la capacidad de empatía, automotivación, el manejo del estrés, etc.; que adquirieron una mayor validez y relevancia en la predictibilidad del éxito que podría alcanzar una persona en el transcurso de su vida. Hechos que revolucionaron los conceptos de inteligencia en el siglo XX, respecto de los que se conservaban hasta finales del siglo XIX.

Si bien el ejemplo descrito no explica un cambio o revolución en algún paradigma de la ciencia psicológica, tal que cambie la forma en que esta es concebida y genere un método propio bajo reglas distintas, sí refleja una de muchas “pequeñas” revoluciones que permitieron concebir de maneras totalmente distintas conceptos y modelos clásicos que fueron renovados a partir de modelos nuevos.

VII.El “progreso científico” de la psicología

Del mismo modo que el descrito con el concepto de “inteligencia”, se generaron otras “pequeñas” revoluciones científicas que posibilitaron los cambios de modelos un tanto más amplios que el descrito, y cuyas “anomalías” habrían generado las “crisis” para “revolucionar” los conceptos básicos y permitir un cambio de paradigma, por ejemplo del funcionalismo al asociacionismo, de éste al conductismo y así sucesivamente hasta llegar a los cuatro sistemas psicológicos o paradigmas predominantes en la actualidad, como son el Objetivismo, Psicoanálisis, Humanismo y Constructivismo; aunque cada uno evolucionando a partir de raíces distintas y que poco o nada comparten entre sí. Por eso, a la hora de definir, verbigracia, el objeto de estudio de la psicología y los métodos de estudio que debe seguir para explicar los fenómenos e incrementar el conocimiento, mantengan concepciones no solo divergentes, sino irreconciliables unos respecto de otros (Ribes-Iñesta, 2000, Martínez, 2003; Brunetti & Ormart, 2010). Sin embargo, todos ellos se reconocen formando parte de la misma ciencia, no menos que el modelo de la inteligencia cognitiva de Binet y el de las inteligencias múltiples de Gardner, que también se conciben como elementos importantes y complementarios en la psicología del desarrollo humano.

En suma, existieron cambios significativos tanto en distintas asunciones conceptuales que permitieron no solo una revolución en la forma de concebirlos en la vida práctica de las personas, como determinantes para los cambios de modelos teóricos y metodológicos, ya sea para generar conocimientos psicológicos puros para el incremento del conocimiento en sí mismo (investigación básica) o prácticos para la solución de problemas psicológicos de diverso orden (investigación aplicada), en los distintos contextos históricos y sociales que demandaron su participación activa.

Hasta este punto es posible colegir que cada una de las escuelas psicológicas cumplirían los criterios que señala Kuhn (2013) respecto de los paradigmas, ya que cada una de ellas, desde el Estructuralismo hasta el Neoconductismo y el Cognitivismo, habrían transitado por las fases que describe en su obra, tales como los de “ciencia normal”, porque tuvieron un auge y aceptación por una gran mayoría de la comunidad científica en su momento de mayor desarrollo; “crisis”, a causa de hechos inexplicables o “anomalías” desde sus sistemas teóricos, que habrían sido superados por otros paradigmas emergentes que los habrían explicado mejor, revolucionando los modelos antiguos e imponiendo modelos nuevos con reglas propias y determinando nuevas formas de concebir y teorizar la práctica y aplicación de la ciencia psicológica.

Sin embargo, a diferencia de las concepciones de Kuhn, la mayoría de las escuelas psicológicas, como el Estructuralismo y Funcionalismo, que podrían ser identificables como paradigmas, no se extinguieron a causa de haber sido reemplazadas por otras, pues muchas de ellas coexistieron por muchas décadas sosteniendo sus principales postulados teóricos, sino se fueron debilitando porque se fundamentaban más en concepciones dogmáticas y compromisos personales con sus fundadores que fungían de patriarcas de las mismas (Klappenbach, 2003), cuyos adeptos fueron desapareciendo a la vez que sus creadores. Pese a ello, muchos de los principios teóricos y metodológicos de las mismas, se pueden identificar y agrupar en los cuatro grandes sistemas psicológicos que coexisten hoy en día, tales son el Objetivismo, Psicoanálisis, Fenomenalismo y Constructivismo (Antuña, Cano & García, 2009). Los mismos que, semejante a las escuelas psicológicas del pasado, coexisten de manera sincrónica y sin nexos visibles entre sus principales postulados teóricos (Ribes-Iñesta, 2000).

En consecuencia, la aplicación del modelo de Kuhn, que establece como una condición básica el que los paradigmas sean inconmensurables entre sí, se cumpliría para describir la relación de estos cuatro sistemas psicológicos, porque cada uno de ellos parte de ontologías y compromisos epistemológicos distintos y que poco o nada tienen que compartir entre sí. De ahí que, por ejemplo, el desarrollo cognitivo desarrollado por Jean Piaget (2012), para explicar las etapas por las que atraviesan los seres humanos desde su primera infancia hasta el inicio de la edad adulta, es inconmensurable con las etapas del desarrollo psicosexual, según Sigmund Freud (2012), cuyas asunciones no son consideradas ni de asomo por el psicólogo suizo, y viceversa, por el neopsicoanálisis.

En este sentido, existiría cierta correlación con el criterio de inconmensurabilidad de Kuhn (2013), ya que, es evidente que los paradigmas psicológicos descritos no se encuentran reemplazándose unos a otros diacrónicamente, pues conviven en sus sendas regiones teóricas con sus respectivos seguidores, quienes a diferencia de la lealtad que se tenía otrora con las escuelas psicológicas, no las eligen en función de compromisos personales ni dogmáticos, sino en función de los resultados que les brindan a la hora de aplicarlos a su práctica profesional cotidiana. Psicólogos sociales, clínicos, organizacionales, comunitarios, educativos, etc., quienes no solo desconocen estas pugnas epistemológicas entre los diversos sistemas psicológicos, sino que los ignoran o les prestan la menor atención, pues asumen que su debate corresponde con un nivel de análisis metateórico que trasciende los límites de la psicología y que poco o nada guarda relación con su praxis profesional y el bienestar de los clientes a quienes se deben (García & Fantin, 2012; Fierro, Bruna & Brisuela, 2016). Un hecho que, por cierto, no permite definir, consensuar ni integrar a los sistemas psicológicos contemporáneos. Si los mismos interesados en revelar estos dilemas epistemológicos se muestran renuentes, esquivos e indiferentes para dilucidar los criterios sobre los cuales se fundamentan el origen de los conocimientos que ponen en práctica en su vida profesional cotidiana, el panorama por encontrar canales o nexos de comunicación entre los cuatro sistemas psicológicos se tornan cada vez más lejanos, difusos e inviables.

Sin embargo, lejos de las intenciones integracionistas, otros psicólogos conscientes de estas divergencias, se muestran escépticos frente a una posible integración de los sistemas psicológicos, afirmando que la psique y conducta de los seres humanos son tan complejos que el que existan perspectivas o prismas psicológicos distintos para estudiarlos no hace más que enriquecer las interpretaciones y así tener una mayor variedad de criterios de análisis, comprensión y explicación. En consecuencia, siendo esta su convicción metateórica, la integración no sería no solo inviable, sino innecesaria (Brunetti & Ormart, 2010).

VIII. Algunas reflexiones finales

Se ha evidenciado que el criterio epistemológico de Kuhn al definir las condiciones y características del estadio precientífico de un sistema de conocimientos, es inaplicable al desarrollo científico de la psicología, ya que implica soslayar un criterio lógico tal que una ciencia no puede ser no-ciencia y ciencia a la vez. Así la psicología no puede ser una ciencia y a su vez una no-ciencia por encontrarse, según Kuhn, en un estadio precientífico, porque cuenta con todos los criterios básicos de una ciencia convencional, tales como la contrastación empírica de hipótesis, el control de variables en contextos experimentales, el análisis idiográfico del fenómeno, entre otros; pese a que no todos los sistemas psicológicos que la integran lo aplican como principios metodológicos de investigación, la demarcan de manera general como un conocimiento distinto y lejano al de la filosofía de la mente, a concepciones metafísicas o pseudocientíficas de los procesos psicológicos y del comportamiento humano.

Así también, se ha podido esclarecer que, la mayoría de los sistemas psicológicos contemporáneos, excepto el psicoanálisis, presentan las mismas características que el concepto de paradigma en el modelo de Kuhn; tales como el haber atravesado por un proceso de origen, desarrollo, crisis y cambio revolucionario. No obstante, a diferencia del modelo kuhniano, donde los paradigmas se sobreponen de manera diacrónica unos sobre otros, los sistemas psicológicos, pese a la inconmensurabilidad de sus principios teóricos y metodológicos, se mantienen vigentes, coexistiendo entre sí de manera sincrónica y reconociéndose como partes integrantes y necesarias de la ciencia psicológica en general, pese a que todos ellos provienen de orígenes ontológicos y criterios epistemológicos distintos, y mayormente divergentes.

Las condiciones divergentes de los sistemas psicológicos contemporáneos -equivalentes a los paradigmas, según el modelo de Kuhn-, no ha representado un óbice para su desarrollo teórico u cognoscitivo desde sus orígenes científicos en 1879 con Wilhelm Wundt en el laboratorio de la Universidad de Leipzig, pues, en contraste con el nivel de avance científico que se tenía a finales del siglo XIX, limitado al estudio experimental de unos cuantos procesos sensoriales y cognitivos mediante la introspección experimental. En la actualidad se puede afirmar que la psicología se encuentra en un estadio de bonanza cognoscitiva, ya que no sólo es capaz de describir y explicar los procesos cognitivos y el comportamiento humano, sino también predecirlo y controlarlo de manera satisfactoria y en condiciones semejantes al de las ciencias naturales; aunque no por ello, limitada a este contexto de investigación, donde se tiene un control estricto de las variables, ya que también abarca estudios que van más allá de la cuantificación, como los aplicados por la etnopsicología, la psicología social, la psicología comunitaria, entre otros; que son una clara expresión de su riqueza metodológica que le permite abarcar la investigación no solo de fenómenos objetivos o concretos (como al que se limitan y circunscriben las ciencias naturales), además subjetivos e ideales (más propios de las ciencias sociales) que trascienden cualquier intento de matematización de sus contenidos o significaciones. En tal sentido, la psicología goza así de un espacio de investigación vasto y diverso, mediante el cual se ha ido desarrollando desde hace ya aproximadamente un siglo y medio de práctica científica, que impugna las asunciones precientíficas que se les atribuirían según el esquema epistemológico de Kuhn en vista de la ilogicidad de tal afirmación por las razones ya mencionadas.

Por su parte, respecto de la integración teórica y metodológica de los sistemas psicológicos contemporáneos, se ha destacado que todos ellos parten de supuestos ontológicos y fundamentos epistémicos distintos y divergentes, pues cada uno de estos sistemas se enfoca en el estudio de fenómenos, en sí mismos, diferentes, y con metodologías no menos distantes y opuestas entre sí (como la introspección y la extrospección). Todo ello, permite colegir que tales sistemas se encuentran no solo muy lejos de integrarse en un solo paradigma imperante en el sentido descrito por Kuhn, sino que, es más, no se encuentra la mínima intención de aproximaciones teóricas o metodológicas entre sí. Por ello, la complejidad que implica el estudio del fenómeno más suigéneris existente sobre la faz de la tierra, como es la cognición y el comportamiento del ser humano, quien, a diferencia de los otros fenómenos de la realidad, es el único que tiene conciencia de sí mismo y, al ser así, goza de libertad para autodeterminarse en concordancia con las diversas condiciones sociales, históricas y culturales. Tales características ameritarían la existencia de diversos paradigmas psicológicos coexistiendo en una misma época, a pesar de guarden una nula o casi inexistente comunicación con los otros, ya que cada uno de ellos, al enfocar su estudio desde posiciones disímiles, brindarían una mejor perspectiva de su naturaleza, en vista de la diversidad y el contraste metodológico que mantienen; enriqueciendo de esta manera el sustrato teórico acerca de su consistencia real, natural o verdadera, tales como su objetividad material (la conducta y la base neurofisiológica de la cognición), la subjetividad inherente a su libertad (su experiencia existencial desde el mundo de vida), su condición finita, su irracionalidad (los elementos no conscientes y subrepticios de su comportamiento) y su ser social (su condición agente y receptiva en la construcción social de la realidad). Hechos que tornarían innecesaria la pretendida unificación de la psicología.

IX. Conclusiones

En consecuencia, todo lo anteriormente vertido acerca del desarrollo científico y el estatus epistemológico de la psicología, permite afirmar que el sistema historicista que propone Thomas Kuhn, para describir la evolución epistemológica de las ciencias en su obra la Estructura de las revoluciones científicas, no solo se muestra insuficiente para explicar de manera satisfactoria el peculiar desarrollo de la psicología desde sus orígenes científicos hasta la actualidad, siguiendo la línea temática de esta obra, se cae en contradicciones palmarias e insostenibles, sino también, el esquema kuhniano se ha evidenciado además insuficiente para brindar las bases que permitan establecer nexos de integración entre los diversos paradigmas o sistemas psicológicos que componen la ciencia psicológica en la actualidad, porque su planteamiento se enmarca dentro del análisis de las ciencias naturales, como la física, química y biología; soslayando el desarrollo de las ciencias sociales y humanas. Conservando así un sesgo positivista en el decurso de su obra, lo que no permite comprender a cabalidad y con la claridad necesaria el proceso por el cual se hubieron establecido ciencias como la sociología, antropología, arqueología, etc., de consolidación más reciente en el siglo XX y cuyo desarrollo científico guarda una mayor proximidad epistemológica con el de la psicología, al compartir con ella su condición multiparadigmática. Por lo tanto, se torna necesario recurrir a otros modelos metateóricos para explicar el proceso de evolución y estatus epistemológico de la psicología, que no se enmarquen o limiten bajo esquemas impermeables como el positivismo o neopositivismo, y que extiendan las interpretaciones de su proceso histórico, fundamentados en otras corrientes epistemológicas como la fenomenología y hermenéutica, que brinden un panorama más amplio e integrador que el modelo historicista desarrollado por el célebre epistemólogo norteamericano.

Conflictos de interés

El autor declara no tener conflicto de interés

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Recibido: 22 de Febrero de 2022; Aprobado: 11 de Septiembre de 2022

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