SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issueESPECIALCOVID 19, Bolivia: Affective Status, Perception, Compliance, Expectations and Proposals author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Revista de Investigacion Psicologica

Print version ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  no.Especial La Paz Sept. 2020

 

REFLEXION

 

Reflexiones sobre la pandemia COVID 19

 

Reflections on the COVID 19 pandemic

 

Reflexões sobre a pandemia COVID 19

 

 

Gina Cynthia Pérez [1]
[1] Lic. en Psicología Universidad Católica Boliviana La Paz-Bolivia. Master en Psicología de la Salud por la Universidad de Concepción Chile. Diplomada en Educación Superior Universidad Mayor de San Andrés y Universidad Pinar del Río. Diplomada en Aprendizaje cooperativo Universidad Católica de Brasilia. Docente titular emérita UMSA. Miembro Comité Editorial Revista de Investigación Psicológica IIIPP Universidad Mayor de San Andrés. docente Investigadora del Instituto de Investigación, interacción y postgrado de psicología. -docente responsable del servicio de psicología de la salud Instituto de Investigación, de pendiente de la Carrera de Psicología de la UMSA. Correo electrónico: ginacynthia@hotmail.com.

 

 


 

 

La pandemia está dando lugar para quienes lo quieran ver, a un cambio de mirada y de conciencia, porque nos ha mostrado que ni ricos ni pobres, ni potentados, ni negros ni blancos ni cobrizos, son mejores. Este virus  ha desnudado la fragilidad de todos los seres humanos y sus grandes construcciones, sus grandes fortunas, pero también sus grandes miserias...Estamos en un momento de la historia de la humanidad en el que tenemos la opción de un  crecimiento imperativo  fundamental hacia grados de conciencia superiores que suponen, abrirnos hacia una nueva  visión del sentido de la vida, o, la opción de luchar a ultranza por mantener un sistema  supuestamente impecable y  perfectamente establecido, que no había tenido los cimientos necesarios  para un verdadero desarrollo y avance de la humanidad, porque mantiene al grueso de la población absorta  en escenarios de competencia y luchas por la hegemonía en todas las áreas de nuestra vida...personales, sociales, laborales, económicas y otras,  desafiando nuestra propia finitud, mostrando lo absurdo de un ego que no tiene otro asidero que sí mismo. ¿Las consecuencias? Cada día se van develando mostrando a un mundo sin compasión alguna frente al dolor ajeno.

Hemos estado presos en la continua obsesión por la sobrevaloración y acreditación ante el mundo, de nuestra “normalidad” en la que vivimos por siglos, enmarcados en aquello que según lo establecido había de ser aceptado o rechazado, sin considerar que esa normalidad había sido la cárcel para las grandes almas...sin considerar que esa normalidad había sido un ancla para una verdadera salud física y mental...

Lo irónico...las disciplinas llamadas científicas dentro de las ciencias sociales y humanas,  tuvieron a lo largo de su historia y aún hoy, fieles seguidores portadores de estas anclas, rindiendo un culto desafortunado a la cuantificación per se del ser humano con el objetivo de evaluar y valorar su accionar en el mundo a partir de su posición central en la curva y aplaudiendo a los que dentro de ella habitan, desmereciendo el valor de aquellos seres  que con valentía habían roto sus fronteras para emprender un vuelo  inusual...un vuelo sanador... un vuelo liberador... que según los portadores del ancla sólo correspondía a los descriteriados que debían ser encerrados en alguna institución psiquiátrica.

Alguien dijo alguna vez que la ciencia pretende ser objetiva con quien menos objetivo es, y es el ser humano... y allí radica el inicio de la distorsión.

El habernos centrado en la enfermedad y en el trastorno, como los grandes desafíos de nuestro quehacer como profesionales, nos ha alejado del significado profundo del sentido de la vida aquí en la tierra, nos ha colocado en el pedestal de la falta de sensibilidad humana, desde donde nos sentimos dueños del mundo y dueños de la vida.

Qué hermoso descubrir que la pandemia está quebrando esa normalidad...para que el ser humano pueda visualizar otros espacios de existencia, otros espacios de infinitud insospechada del alma.

Es el momento de desnudar nuestras propias falencias y reconocerlas, es momento de desnudar la pequeñez de nuestro intelecto y de nuestro corazón...nuestra inconsistencia como seres humanos basada en una altivez producto de almas mediocres...a tal punto de desmerecer a aquellos que se rebelan a la cuantificación de la vida, a tal punto de, en nombre de la ciencia, estigmatizar alternativas de intervención y ayuda liberadoras para los que lo necesiten, por no estar enmarcadas en lo que el sistema exige como válido...

Qué  oportuna la llegada de la pandemia que pone la curva normal de cabeza...por lo insostenible de su discurso...qué importante enfocar la perspectiva de nuestra  mirada en el reconocimiento de la  vivencia subjetiva de los seres del planeta empequeñecidos...pero grandes en su esencia que con valentía van quebrando esos esquemas porque intuyen un camino distinto  para sus vidas,  porque intuyen que desde otra perspectiva, la vida cobra otro sentido; que importante reconocer que se va destruyendo nuestro castillo de arena desde donde nos permitíamos  limitar los derechos fundamentales de las personas genuinas y honestas, desde donde se pregonaban las bondades de nuestras anclas.

Hoy nos damos cuenta de que el conocimiento del que nos habíamos vanagloriado, no había significado nada sin el ingrediente del amor... porque habíamos sabido mucho pero no habíamos comprendido y dimensionado el valor de la vida, y eso se ve reflejado en las miradas de millones de personas en todo el mundo que, aun siendo aparentemente poderosas, sufren por carencia afectiva, sufren de soledad en medio de multitudes.

¿Habíamos estado enfocados en la apariencia ignorando el fondo de las cosas, habíamos pensado que seríamos eternos en nuestro poderío y nuestra inconsistencia ante la vida, y este virus nos bajó del pedestal para mostrarnos no solo la vulnerabilidad de nuestra condición humana sino la interrogante de preguntarnos y después de esto qué?

Los valores humanos se perdieron en el camino, uno a uno, para dar paso a la vivencia de un mundo frenético y sin sentido, hasta llegar a niveles de violencia y destrucción colectiva insostenibles y todo ello avalado por el sistema, como una normalidad absurdamente consensuada.

Y sin embargo de todo esto, aún hay quienes vehementemente piden...volver a la normalidad, la pregunta es…. a la normalización de todos nuestros desaciertos del pasado? ¿Volver a la imposición del fuerte sobre el débil? ¿Volver a subirnos al pedestal de la propia miseria humana? Creo que no...aquellos que abrieron los ojos buscan nuevos escenarios para la vida y esa es una muy buena oportunidad de comenzar de nuevo.

Evidentemente la pandemia está trayendo cambios importantes. Necesitamos ampliar nuestro entendimiento hacia la comprensión de la vida, necesitamos...dejar de rendir culto a lo que habíamos construido en el contexto de una conciencia ególatra, para dar lugar y propiciar nuevos caminos por donde transitar en paz y armonía.

Estamos, si lo queremos ver, ante el reto de ser parte de aquellos que trabajan por el advenimiento de una conciencia expandida, universal que, rompiendo los límites del ego, pueda tender puentes de solidaridad, de hermandad, que posibiliten el establecimiento de una nueva actitud generosa de compasión hacia toda vida y el respeto por el planeta entero.

Necesitamos inicialmente romper las fronteras desde nuestro intelecto, porque ellas nos quitan la posibilidad de encuentros fraternales y genuinos. Debemos, luego de esta experiencia de la pandemia, abrir el corazón y visualizar nuevos escenarios para todos, desde donde nos encontremos.

Aprendamos las lecciones de sufrimiento que deja en toda la humanidad esta pandemia,  trabajemos sobre aquello que dignifique al ser humano, pongamos la mirada en lo esencial, en aquello que hemos estigmatizado por estar fuera de los límites de una aparente normalidad, y ampliemos el horizonte hacia el reconocimiento del valor y la cualidad de todo ser vivo que habita en este planeta; sólo la apertura de una nueva perspectiva hacia la expansión de nuestra conciencia, nos permitirá potenciar valores y recursos olvidados del ser humano que tienen que ver con la compasión, solidaridad y empatía, en un nuevo contexto de hermandad donde puedan compartir todos sin las murallas impuestas de posiciones ególatras que sumieron en la muerte y desesperanza a millones de habitantes del mundo entero.