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Revista de Investigacion Psicologica

versión impresa ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  n.14 La Paz dic. 2015

 

ARTICULO ORIGINAL

 

Los estereotipos en la construcción de la Integración Latinoamericana1

 

Stereotypes in construction of Latin American Integration

 

 

María Lily Maric Palenque2

 

 


Resumen

El objetivo de este trabajo es estudiar el rol de los estereotipos en la construcción de la integración latinoamericana. Partimos de que los estereotipos no son productos solamente elaborados por la actividad cognitiva individual, son también productos sociales y colectivos y de poder dentro de una sociedad, funcionan como justificadores ideológicos, legitiman las relaciones sociales y construyen la identidad social del sujeto; por lo que su estudio no debe considerar solamente las actuales relaciones intergrupales, sino que, también debe estar familiarizado con la historia de estas relaciones.

Palabras Clave Cognición, Identidad, Integración, Estereotipos, Relaciones Intergrupales


Abstract

This work aims to study the way stereotypes influence in the construction of Latin American integration. The stereotype are not only results of individual cognitive activity, are also social, collectives and power products, they function as ideological justifying, they legitimize social relations and build the social identity of the subject; so their study should not be considered only inter-group relations, butthat should also be familiar with the history of these relations.

Keywords Cognition, Identity, Integration, International relations, Stereotype


Resumo

O objetivo deste trabalho é estudar o papel dos estereótipos na construção da integração latino--americana. Nós acreditamos que os estereótipos não são processados apenas por la atividade cognitiva individual, eles também são productos sociais, coletivos e poder de uma sociedade. Eles tambem som justificadores ideológicos, legitiman as relações sociais e construen a iden-tidade social do sujeito. Seu estudo não deve considerar somente relações intergrupais, mas também deve estar familiarizado com a história dessas relações.

Palavras Chave Conhecimento, Identidade, Integração, Estereótipos, Relações, Internacionais


 

 

Tiene algo que algo que decir la Psicología y, en particular la Psicología Social, referente a los procesos de integración en Latinoamérica. Parecería evidente que sí, para empezar porque la integración latinoamericana se trata de un proceso histórico que, como tal, necesariamente involucra a seres humanos y también porque en las relaciones internacionales cada vez se aprecia más la importancia de los factores subjetivos. Ramírez y Torregrosa, (1996) señalaban que: "La psicología social debe formar parte de las relaciones internacionales como área de estudios interdisciplinar, dado que las actitudes y las percepciones intervienen en estas relaciones como hecho". Sin embargo, hasta hoy, los psicólogos sociales han mostrado poco interés en estudiar estos procesos (Tajfel, H. (1983). No obstante autores de la importancia de Daniel Bar-Tal (2004), escribían que la psicología social debe estudiar el comportamiento social en los contextos reales, no sólo para volver con la psicología social a lo "social, sino para asegurarse de que sus contribuciones sean teóricamente relevantes y de valor para la sociedad.

Es en esta búsqueda de una psicología social enmarcada en un contexto real, que contribuya y efectivice el sueño de Ignacio Martin Baro de descubrir a través de la psicología social el sustrato común de los latinoamericanos es que desarrollamos el presente trabajo, buscando conocer el impacto de los estereotipos en la construcción de una integración latinoamericana.

El término "estereotipo" fue introducido por primera vez en la literatura en 1922 por Lippman como: las "imágenes en nuestras cabezas". Desde entonces, los estereotipos son comúnmente definidos como: las creencias consensuales sobre los atributos de un grupo social y sus miembros (Smith Castro Vanesa, 2006).

Partimos de la concepción que el estereotipo es una imagen estructurada y aceptada por la mayoría de personas, simplifica la realidad, agrupa características del medio, genera su ordenamiento y facilita la comprensión de la nueva información. En el área de las relaciones intergrupales, Tajfel H. (1984), menciona que los estereotipos son necesidades individuales de organización del medio, cuya función es comprender los acontecimientos para justificar los comportamientos frente a otro grupo (justificación social), clarificando o acentuando las diferencias, afín de establecer una distinción positiva en favor del propio grupo. En una línea similar, Sangrador (1996), señala que los estereotipos configuran una suerte de realidad social construida. Así, cuando las personas desean compartir espacios y formar parte de un grupo, comunican estereotipos sobre su propio y sobre los otros grupos, estos estereotipos terminan trazando límites o fronteras entre grupos, impidiendo el ingreso de personas ajenas a los mismos. De ahí que los estereotipos funcionan como justificadores ideológicos, legitiman las relaciones sociales y construyen la identidad del sujeto. Desde esta perspectiva, están lejos de ser atribuciones neutrales. Tajfel H. (1984). Por lo que los estereotipos se constituyen en factores importantes para conocer las percepciones que hacen a la construcción de nuestra América Latina.

La temática suscito el interés de diversos investigadores del ámbito social: Aguilar Villalobos (2005). Salazar, J.M. (1998); Sabarots, H. (2002); Espinosa, A. (2007)-(2009); Pérez de León,(2007). Varias de estas producciones unen historia y psicología, abriendo las puertas a la comprensión de los fenómenos sociales, explicando cómo y porque fueron construidas nuestras percepciones. Espinosa Pólit,3 señalaba que para alcanzar la comprensión de nosotros mismos, hay que indagar en el pasado a fin de remontarnos a la fuente primera de la que brotan las aguas del propio caudal, señalándonos el camino para deconstruir aquello que puede ser un obstáculo para lograr edificar una integración regional.

Todo lo expuesto hasta aquí fundamenta la importancia de dirigir la mirada al pasado de nuestra América Latina, que desde su conquista fue proveedor de materia prima y durante los tres siglos del régimen colonial, el sistema político, administrativo y comercial que España le impuso fue extremadamente centralizado. Cada colonia era gobernada directamente desde la metrópoli. Esta combinación de dependencia colonial con explotación intensiva de recursos mineros, sumado a la ausencia de interés por la agricultura y las indudables dificultades geográficas, generaron ciudades capitales construidas teniendo presente el servicio y beneficio de la metrópoli más que el desarrollo de la respectiva colonia. El resultado de esto fue la atomización de la América Latina en una veintena de repúblicas. Según los historiadores, no sólo las carencias intrínsecas de la región lograron dividir la América latina, sino también la relevante acción de algunas potencias mundiales, en particular Inglaterra y Estados Unidos.

"En la descomposición del Imperio Hispánico en los albores del siglo XIX se formaron nuestras polis oligárquicas, cada una controlando su comarca, mayor o menor y relacionada íntimamente con el Imperio Británico". (Ferré, M.1988)

La creación de los nuevos Estados latinoamericanos fue una construcción histórica ligada a un proyecto de país europeísta y liberal, que terminó por generar una cosmovisión prejui-ciosa y errada de la verdad en lo relacionado a lo étnico y/o racial de la sociedad local. La nación se constituyó en un artefacto cultural inventado y producido en buena parte por las elites intelectuales, lo que explicarían a decir de Valdez G, (1973) la alienación ideológica, económica y cultural que ha vivido América Latina.

Al pasar del tiempo, los nuevos estados así constituidos, sintieron la necesidad de retomar vuelo, de emprender un dialogo entre naciones, subscribieron entre ellos generosos convenios de comercio y complementación, pero sus mayores esfuerzos lo dedicaron a la organización del régimen político, de administración civil y militar y, se dieron a la tarea de definir sus fronteras. A ella se consagraron los hombres más destacados y desgraciadamente en muy escasas ocasiones las disputas escaparon a la definición bélica, con un gasto humano, económico y financiero que creó profundos obstáculos al desarrollo y dio origen a sentimientos patrióticos de agresividad reciproca cuya persistencia ha sido el freno para muchos intentos de integración y unidad (Ferré, M.1989). Los primeros ensayos de lograr una integración latinoamericana fracasaron y el sueño más grande de integración de la época, el sueño de Simón Bolívar de una América Latina que viviría bajo una misma nacionalidad, se vio frustrado por las diferencias e intereses de los países. La aparición de conflictos en la región, las metas incompatibles generaron emociones que cohesionaron al interior de las nuevas naciones a tiempo que crearon hostilidad hacia las naciones vecinas. Sherif (1967), señala que décadas e incluso siglos de hostilidad o amistad, dejan su huella en las poblaciones, formando estereotipos. Si no, cómo podemos explicar, los estereotipos negativos en regiones que confrontaron conflictos, caso de los bolivianos contra los chilenos, por los más de 100 años de encierro de Bolivia a causa de la guerra del Pacifico, o los estereotipos de paraguayos hacia los argentinos, demostrando que las heridas de la guerra de la triple alianza que les privo de gran parte de su territorio, aún no cicatrizan, por lo menos, esto se deduce del estudio de estereotipos nacionales en los países del Mercosur y España realizados por la Agencia Española de Cooperación internacional (2010).

 

¿Cuáles son las causas psicológicas subyacentes al conflicto entre grupos?

Llegado a este punto cabe preguntarnos ¿Cuáles son las principales causas psicológicas subyacentes al conflicto entre grupos, y cómo puede la Psicología y en particular la Psicología Social, colaborar en la comprensión de este tema? Los seres humanos se encuentran divididos en una serie de colectivos, conjuntos o categorías que comparten cierta homogeneidad (territorio, lengua, cultura etc.) y un sentimiento de pertenencia común a los que puede denominarse "pueblos" o "grupos étnicos" (Sangrador, 1996), entre estos existen determinantes objetivos (estructuras sociales, económicas, políticas e históricas) que para Tajfel, (1983) vendrían a ser prioritarios causalmente respecto al conflicto psicológico o subjetivo. Estos determinantes objetivos determinarían aquello que la teoría del conflicto realista y la teoría de la identidad social han explicado, constatado que la conducta de la gente difiere cuando interactúa en el ámbito interpersonal, como individuo frente a individuo, en comparación a cuando interactúa como miembro de un grupo frente a otro. Bastaría la sola existencia de grupos percibidos como diferentes para provocar actitudes y estereotipos negativos entre grupos, esta teoría de la comparación social ha sido señalada por Blake y Mouton (1964), quienes demostraron que ya antes de que exista un conflicto objetivo y real entre los grupos, los sujetos tienden a preocuparse de los otros y envidiarlos. Tajfel (1984), confirmaron que la mera creación mental de dos grupos, haciendo que las personas se asignaran a un grupo u a otro según un criterio estético (preferir un cuadro de Klee o Kandinski), hacía que los miembros del "grupo" generasen cohesión intragrupal y reforzasen el estatus de los líderes que animan la competición, elaborando estereotipos negativos sobre el exogrupo. Esto explica la formación de estereotipos entre los países de América Latina, los grupos de poder diseñaron imaginarios concebidos para "nacionalizar la nación" lo que implicaría considerar al otro, como el grupo al que nosotros no pertenecemos y del cual nos diferenciamos. Esta aparición de sentimientos de nosotros y los otros, construyeron estereotipos entre los nuevos territorios conformados.

Asimilados los principios de las diferencias entre naciones, obligo a estas a competir entre ellas, sobre todo por la situación de incertidum-bre en la que vivían, la psicología señala que esta tendencia a la competencia es más fuerte cuando las personas que están una frente a otra se perciben como miembros de grupos diferentes -ya no éramos una sola, éramos varias y nos percibíamos diferentes-Un estudio realizado por Brewer y Campbell (1976), con 27 grupos tribales de África del este, observo que se valoraba menos a tribus más cercanas geográficamente que a tribus más distantes.

Este resultado es coherente con la teoría de los Sherif (1979), puesto que los grupos vecinos tienen más probabilidades de verse implicados en situación de competición por tierras, ganado o agua y explicaría porque la mayoría de los estereotipos se producen entre grupos cercanos y similares, con una historia de lucha por recursos escasos. Desde esta perspectiva denominada: Teoría del conflicto realista, (She-rif-Sherif,1979; Tajfel-Turner, 1979), la actitud negativa y la conducta de discriminación hacia el otro o los otros queda explicada por esta lucha de recursos. Estudios experimentales confirman que la existencia de un conflicto para obtener recursos tiene efectos psicosociales. El conflicto provoca hostilidad entre grupos (aún compuestos los exogrupos por amigos), induce a la cohesión intragrupal y refuerza el estatus de los líderes que animan la competición, elaborándose estereotipos negativos sobre el exogrupo. El principio fundamental es simple: cuando las posiciones de los grupos (y por ende las identidades sociales de sus miembros) se ven amenazadas, los sujetos sienten una mayor necesidad de aferrarse a la seguridad de las categorías sociales de referencia y, en esa medida a expresar mayor hostilidad hacia los exogrupos, sean estos la fuente de la amenaza o no. Esto explica el incremento de estereotipos negativos hacia los exogrupos cuando las sociedades sufren de condiciones económicas adversas, entonces se tiende a percibir al exogrupo como responsables de las adversidades del endogrupo. Así, frustraciones originadas por condiciones económicas que se relacionan con la privación de necesidades básicas, sentimientos de desigualdad, ocasionan que los miembros del grupo que experimentan frustración desplacen su hostilidad hacia exogrupos, o sea, hacia el otro, puesto que las fuentes reales de frustración son normalmente desconocidas o están fueran de su alcance. Es lo que conocemos como la teoría del chivo expiatorio, originado en la teoría de Dollard y Miller, (1939) la cual postula que el comportamiento agresivo es siempre reacción a alguna frustración. Cuando los individuos se les impiden alcanzar alguna meta, reaccionan con agresividad y esta normalmente se dirige a la persona que causa la frustración; si esta persona es demasiado poderosa, o no puede identificarse fácilmente, la agresividad de los individuos se dirigirá hacia aquellos que tienen menos poder en el grupo.(Elosua M.R.1994) Un ejemplo es el caso de los bolivianos en Argentina, donde las manifestaciones discriminatorias se agudizaron en momentos de crisis sociales y económicas. Razón por la que a los migrantes bolivianos se los señalaba en los medios de comunicación como una amenaza al empleo, la seguridad y la sanidad del pueblo argentino, intensificando mecanismos de exclusión y discriminación, ocasionando varias veces tratos injustificados hacia poblaciones estereotipadas, como el que sucedió el 4 de marzo del año 2004, cuando Edgar Espejo Parisaca de nacionalidad boliviano, se quebraba al contar en su declaración en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 22 de Retiro, al referirse a los hechos del atentado que sufrió de parte de miembros de la policía argentina. "Me pegaron, me obligaron a subir al auto, en la parte de atrás. Luego el más viejo, que era el que manejaba, sacó su arma y me la colocó en la boca, disparó pero no tenía bala? Me lo hicieron tres veces. Me insultaron por mi color de piel. Me dijeron que era cómplice de Evo Morales y que era cocainero? Yo les rogué que no me maten, pero me dijeron: Maricón, vas a morir, ¿a qué venís a sacarle el trabajo a mis paisanos? Ahí me pegaron con la pistola en la cabeza.

En casos extremos, las actitudes y conductas negativas hacia los exogrupos pueden llegar a formar parte de la ideología formal del grupo, apoyarse en la legislación, las instituciones sociales formales, el sistema político y la cultura dominante, entonces los estereotipos son confirmados y validados por las fuentes de poder. En el caso argentino podemos ver los estereotipos negativos existentes hacia los grupos originarios de lo que es hoy Argentina, estereotipos que se legalizan en la constitución de 1853, y que dice

"Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un obrero inglés, que trabaja, consume, vive digna y confortablemente".

Otro párrafo señala:

¿Cómo, en qué forma vendrá en lo futuro el espíritu vivificante de la civilización europea a nuestro suelo? Como vino en todas épocas: Europa nos traerá su espíritu nuevo, sus hábitos de industria, sus prácticas de civilización, en las inmigraciones que nos envíe.

Estos estereotipos iban en desmedro de la población nativa, las cuales eran percibidas como representantes del atraso y una amenaza para la nueva nación que se conformaba, justificó posteriormente la eliminación de gran parte de la población nativa y el poblamiento del nuevo país con contingentes europeos (Sabarots, H. 2002).

Pero los estereotipos no son producto sólo de relaciones conflictivas, sino como señala Taj-fel H y colaboradores, (1981) estos también se basan en procesos psicológicos normales, como la categorización o clasificación de estímulos en conjunto o grupos, la identificación con el grupo y la comparación social entre grupos, no por nada Sangrador, J.L.(1996) mencionaba:

"Es la conciencia de pertenencia lo realmente importante, la auto identidad como miembro de dicho grupo étnico". Sangrador, J.L. (1996)

Alcanzar una identidad nacional supone adquirir, por lo menos, creencias, actitudes y valores, característicos de ese grupo. Estas son evaluadas a través de la comparación social (Tajfel, H.1984) que opera en distintos niveles: con otras naciones, con el pasado y futuro de la propia nación, o con estándares abstractos. Desde el punto de vista motivacional, las personas tienden a buscar una claridad cognitiva y a compartir una imagen positiva de su grupo de pertenencia, buscan así reducir la incertidum-bre y tener una buena imagen de sí personal y colectiva. De ahí que se presupone que la categorización en dos grupos distintos ayudará a ordenar cognitivamente la realidad al diferenciarse entre ellos, generando esta diferenciación una imagen positiva del endogrupo.

Generalmente las personas se identifican con sus grupos de pertenencia y tienden a compararse positivamente con otros grupos, presuponiéndose que ambos procesos permiten tener una imagen de sí positiva basada en el grupo. Esta tendencia al favoritismo endo-grupal parece confirmarse por los estudios antropológicos que muestran que en muchas de las culturas preindustriales, los autóctonos designan a los miembros de su grupo cultural como hombres o humanos. Por ejemplo, los indígenas chilenos se designaban como mapuches o los hombres -"ches"-de la tierra- "mapu"-. O sea, implícita o explícitamente, los otros grupos con los que se tiene contacto son "no hombres". La cultura clásica china designaba su imperio como el "reino del centro" o "el reino del medio" viendo a los otros grupos culturales como la periferia "bárbara". Este proceso de identificación con el propio grupo, incrementa la autoestima. Cuando el grupo de pertenencia no es categorizado en forma positiva el sujeto busca otro grupo, lo cual en casos de nacionalidad se torna difícil, por lo que los estereotipos negativos hacia el propio grupo terminan afectando la auto-categorización del sujeto. Cuando la situación de inferioridad del endogrupo se interpreta como justa, duradera y perdurable, sus miembros tienden a interiorizar dicha "inferioridad", pero algunos individuos intentarán preservar su autoestima mediante el abandono del grupo, que en el caso de lo nacional podría significar emigrar; aunque puede incluir el abandono exclusivamente psicológico mediante el énfasis en la comparación interpersonal y no intergrupal, "yo soy diferente a ellos". Cuando la situación de inferioridad se entiende como ilegítima e inestable o, con posibilidades de cambio, y se perciben como no traspasables las fronteras grupales, se optará por estrategias colectivas, en las que estará implicada una parte importante de los miembros del grupo.

 

¿Cómo se adquieren los estereotipos?

Sagrador J.L,(1996) señalaba que los estereotipos son sociales no sólo en cuanto a resultado de influencias sociales, sino especialmente al configurar una suerte de realidad social construida, los individuos adquieren estereotipos a lo largo de sus vidas. Nacen como tabula rasa, no poseen ningún estereotipo, sino que con el tiempo, aprenden a categorizar y caracterizar a los diversos grupos sociales. De ahí que los textos escolares, las películas, los periódicos, los discursos de líderes, las representaciones teatrales, la literatura y otras fuentes proporcionan información que permite la categorización de los exogrupos. Aveces se hace directamente, cuando las fuentes describen las características de otro grupo, y otras se hace indirectamente cuando la información proporcionada se refiere a temas tales como conductas o estilos y las características son inferidos por los receptores del mensaje. En cualquier caso, debido a la naturaleza social de los canales, estos llegan a todos los miembros del grupo y son responsables de que éstos tengan una percepción similar de los exogrupos.

La información ejerce una gran, sino determinante, influencia en la formación y cambio de los estereotipos de los miembros del grupo. En primer lugar, en algunos grupos o casos, la información que llega de fuentes institucionalizadas puede ser la única información disponible, dado que estas son frecuentemente creídas y se perciben como fiables. En muchos grupos, los canales formales de información, tales como periódicos, libros, o programas de radio o televisión se perciben como autoridades epistémicas. Es decir, el conocimiento que llega de estas fuentes es aceptado de forma incuestionable como válido y verídico (Bar-Tal, D.-Raviv, A.-Brosh,M.1991). Lo mismo pasa con los líderes quienes frecuentemente, tanto en sus apariciones públicas como en sus escritos, se refieren a los exogrupos y así ayudan a configurar los estereotipos mantenidos por los miembros del grupo. (Bar-Tal,D.-Raviv, A, 1992) Estas fuentes sociales sirven de modelos, proporcionan legitimidad a los estereotipos formados y reflejan la visión institucional de ellos.

El aprendizaje de los estereotipos no se produce solamente escuchando y modelando o por la instrucción, sino también a través del refuerzo. Los padres refuerzan los estereotipos y prejuicios a través de recompensas y castigos. Recompensan a sus hijos cuando expresan contenidos mantenidos por ellos y les castigan cuando los niños expresan contenidos inconsistentes con sus creencias. En uno de los estudios clásicos sobre esta cuestión, Horowitz, y asoc. (1938) encontraron que los niños blancos eran con mucha frecuencia castigados por jugar con niños negros. Igualmente, Monachesi,E.D.-Burdick,H.(1952) encontraron que los niños blancos cuyos padres les prohibieron jugar con los niños negros tenían más prejuicios que los niños blancos que no tuvieron que cumplir estas reglas.

Otra fuente importante es la versión oficial de la historia que se enseña en las escuela, caracterizada por transmitir una versión moralizada de los hechos y personajes históricos, donde priman las interpretaciones en términos de "los buenos" y los malos", "vencedores" y "vencidos", categorías que no están destinadas a promover la comprensión del pasado, sino a generar lealtad y a conformar la identidad nacional en función de las necesidades del presente, (Carretero, M. 2008).

 

¿Cómo modificar los estereotipos?

Una buena noticia es que la evidencia empírica ha demostrado que los estereotipos no son tan rígidos como se creía anteriormente. Su contenido puede cambiar en función de varios factores, siendo producto de una situación cultural e ideológica y reflejando las relaciones intergrupales dependiendo del momento histórico concreto.

En una investigación Phalety Poppe. (1997), confirmaron el carácter cambiante de los estereotipos, los adolescentes de varios países del centro y del oeste de Europa (Polonia, Rep. Checa, Bulgaria, Hungría, Rusia y Bielorrusia) modificaron sus estereotipos negativos sobre otras naciones y minorías étnicas, al pasar un año. Los factores que predecían este cambio estaban relacionados con el poder económico (a mejor desarrollo, estereotipos más positivos y viceversa) y relaciones intergrupales. Fiske S, Neubert S.(1989) por su parte, estiman que las personas no están obligadas a utilizar un estereotipo negativo mientras dispongan de otras alternativas por ejemplo, ellos pueden individualizar el objetivo de su juicio, tratarlo como una persona única, pero pueden también basarse para su interrelación, en otros estereotipos menos negativos o más positivos. En fin, algunos psicólogos sociales consideran que diversos modelos de intervención podrían cambiar, ser flexibles o contradecir al estereotipo, por ejemplo, el contar con información contradictoria y eficaz, sea, a través de una información fuerte y pertinente, sea por la subcategorización de la información en muchos grupos a los cuales se les otorga un tratamiento diferente de acuerdo al subgrupo que pertenezcan, para unos puede mantenerse el estereotipo, para otros puede modificarse siguiendo la nueva información (Taylor S.E, 1981). Estas diferencias en el tratamiento de la información son instrumentos privilegiados en el intercambio entre los seres humanos durante la resolución de conflictos por medio de la negociación. Precisamente cuando las personas negocian para alcanzar sus objetivos y encontrar una solución a sus problemas, los negociadores utilizan su identidad como mecanismo para captar quienes son como ellos o piensan como ellos y quienes son diferentes, esto está íntimamente ligado a la cultura, al sistema político y social y al contenido de los estereotipos nacionales. Para, Pekar Lempe-reur et Colson, (2010) en las negociaciones internacionales, el problema de la visión del otro, del extranjero se resuelve frecuentemente por el sesgo cognitivo que produce el estereotipo, por lo cual es necesario conocerlo, saber cómo controlarlo y utilizarlo a su favor, evitando que el estereotipo interrumpa en el proceso de negociación.

De ahí que es necesario comprender que los estereotipos son ideas que guían la conducta humana. La adquisición y el contenido de los estereotipos respecto a los otros y al nosotros, permitirá desarrollar estrategias de intervención, programas que fomenten el conocimiento mutuo, refuercen las imágenes positivas y combatan los prejuicios. Krech, Crutchfield y Ballachy, (1962) señalaban:

«El hombre actúa según sus ideas. Sus actos irracionales no menos que sus actos racionales están guiados por lo que piensan, creen, anticipan". Krech, Crutch-field y Ballachy, (1962).

El fundamento de la investigación es claro: para que se logre una integración regional es preciso que existan unas buenas relaciones entre las naciones y es imprescindible que sus poblaciones tengan imágenes positivas las unas de las otras. En consecuencia, para fomentar las actitudes de amistad, colaboración e intercambio entre los pueblos es necesario conocer qué estereotipos (creencias y opiniones sobre los rasgos de un grupo social) tienen los ciudadanos de un país sobre los de otro. Estableciendo qué se opina, qué se cree y qué se conoce respecto a los otros, es posible desarrollar estrategias de intervención: programas que fomenten el conocimiento mutuo, refuercen las imágenes positivas y combatan los prejuicios y generen y refuercen procesos de integración.

En resumen América Latina debería ser consciente de cómo nos vemos dentro de la región, o sea de que estereotipos mantenemos, la mantención o cambio de los mismos va a depender, en buena medida de que la región defina claramente qué desea ser, cómo quiere ser vista, y qué quiere hacer con su propia integración.

 

NOTAS

1     Trabajo presentado en el I CONGRESO LATINOAMERICANO DE SALUD MENTAL, Salta -Argentina. 3-4-5 de septiembre de 2015. Panel: Historias y actualidades: integración de la psicología latinoamericana.

2     María Lily Maric, es doctora en Psicología Social por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, actualmente se desempeña como Docente Emérito de la Carrera de Psicología en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Bolivia, e Investigadora Titular del Instituto de Estudios Bolivianos, en la misma Universidad. Correo Electrónico.: mlmaric@hotmail.com

3     Ensayista, poeta, crítico literario, traductor y catedrático universitario ecuatoriano. Sirvió como sacerdote de la orden de la Compañía de Jesús. Fundador de la Pontificia e iniciador de la actual Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit.

 

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