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Revista de Investigacion Psicologica

Print version ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  no.13 La Paz June 2015

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

 

El pepino paceño: de insignificante a significante pleno

 

The "pepino" representsa full significant of la paz city carnival's

 

 

Fernando Arce Hochkofler1

 

 


Resumen

La figura del pepino no tiene connotaciones étnicas ni sociales, representa al mestizaje y a lo humano genérico, universaliza el carnaval paceño al hacer serie y da continuidad a las fiestas saturnales de Roma que honraban a la tierra fértil y hacían propicio el comienzo del año, negando el carácter mortífero del tiempo que todo lo consume. Y así como en los pueblos de Europa se representaba al carnaval por un muñeco de paja vestido de harapos, que era bien la efigie de la Muerte a la que se quemaba, como una forma de echarla del pueblo-para que venga a continuación la fertilidad de la vida; nuestro pepino es enterrado como una forma ritual de despedirlo del municipio, en medio de falsos llantos con los que se delimita su existencia desde la despedida del dios aimara de la abundancia (el ekeko y la fiesta del jisk'a anata) hasta su entierro el domingo de tentación católico (por un desplazamiento religioso de las fiestas del solsticio de verano, éstas se celebran 45 días antes de las fiestas de Pascua). Este sincretismo desliza el ritual pagano de adorar en este personaje, la negación de lo efímero mortal, a condición de arrepentirse y hacer penitencia. Lo que se desentierra y entierra es el ciclo de la vida, la semilla que muere para dar frutos abundantes, es la iniciación en la sexualidad y la fertilidad de los jóvenes lo que en realidad se disfraza y venera: tanto en la cosmovisión centrada en lo agrario de los aimaras, como en la originaria fiesta europea. Luego, lo que esta fiesta bacanal celebra y llora es la sensualidad floreciente bajo la advocación fervorosa a la Celestial Madre Católica, mientras la terrena diosa nativa (Pachamama) se lleva los réditos y las ofrendas de danzas rituales y urgencias; en cuya intencionalidad sólo Dios sabe qué deseo inconsciente cada quien resbala.

Constituye entonces, el significante del deseo carnavalero y, por un desplazamiento metonímico, la astucia del gozar sin hacerse cargo del propio deseo, la mascarada del goce sin la identidad consciente del sujeto. Por el mismo giro, permite hacer alusión al amante anónimo que deja la huella de un goce prohibido que se hubiese querido sin rastro. Por eso, llegó a designar también al que no tiene padre, al que no tiene identidad, al que no tiene derecho al goce excepto cuando ejerce de bufón anónimo. El único lugar que cabía para él, era el de ser el payaso que encarnaba los deseos de abundancia y placer, y su existencia se limitó habitualmente, al ciclo del desenfreno dionisíaco. Hoy sin embargo, es un prestigioso abanderado que abre el carnaval paceño. Se le ha elevado de condición y seguirá convirtiéndose en un personaje fastuoso.

Palabras Clave

Significante metafórico - deseo reprimido - sujeto - Nombre-del-padre - psicoanálisis


Abstract

The emblematic figure of La Paz City Carnival's , in Bolivia, called the "pepino" has no ethnic or social connotations. Represents the miscegenation and the human generic, the "cholopaceño" while any citizen, the La Paz carnival universalized because it allows to make series and give continuity to the Roman Saturnalia celebrations honoring the fertile land and were led to the beginning of the year, denying the deadly nature of time all-consuming. And just as the peoples of Europe was represented at the carnival by a straw man dressed in rags, who was well effigy of Death which was burned, hanged or buried as a way to throw, out of the village—for then comes the fertility of life; our "pepino" is buried as a ritual way to dismiss the municipality, amid false cries with which it defines its existence to the Mardi Gras carnival.

It is then, the signifier of desire carnival and for a metonymic displacement, cunning enjoy without taking charge of one's own desire, Masquerade conscious enjoyment without the identity ofthe subject. Bythe sameturn, you can make reference to the anonymous loverwho leaves the trace of forbidden pleasure that had wanted no trace. So he came to also designate who has no father, who has no identity, which is not entitled to enjoy anonymous except when exercising like buffoon. Therefore, the "pepino" significant went to the foundling, which does not have a symbolic place, the nameless, the humiliated accessing an anonymous identity. It was therefore the wordless, who barely spoke because it was not subject.

Key Words

Metaphoricalsignificant -psychoanalysis - name-of-the-father - subject - full signifiant versus common signifiant empty of means


Resumo

A figura emblemática do pepino não tem conotações étnicas ou sociais. Representa a miscigenação eo genérico do cholo Paceño, humano enquanto qualquer cidadão, o La Paz carnaval universalizado porque permite fazer série e dar continuidade às celebrações das festas Romanas Saturnales em honra a terra fértil e foram levados para o início do ano, negando a natureza mortal do tempo que tudo consome. E assim como nos povos da Europa foi representada no carnaval por um homem de palha em trapos, que era uma efígie da Morte, que foi queimado, ele enforcado ou enterrados como uma maneira de jogar, fora da aldeia para-em seguida, vem a fertilidade de vida; nossa pepino é enterrado como uma forma ritual de retornodo município ao tempo de represão social.O único lugar adequado para ele era ser o palhaço que personifica o desejo de riqueza e prazer, e sua existência é geralmente limitada ao ciclo de desborde dionisíaco.

É então, o significante do desejo carnavaleiro e por um deslocamento metonímico, una astúcia pra desfrutar sem assumir o comando do próprio desejo, prazer numa Masquerade consciente sem a identidade do sujeito. Pelo mesmo turno, você pode fazer referência ao amante anónimo que deixa o traço de prazer proibido que quisesse nenhum vestígio. Assim, ele passou a designar também ao que não tem nenhum pai, ao que não tem identidade, ao que não tem o direito de desfrutar, exceto quando é um sujeito anonimo, quando asume a identidade do bufão, do bobo carnavaleiro. Foi, portanto, o significante do quão insignificante.

Você tem que cuidar dele porque pega a cidade qual diabo, sensual e rude duende, para cometer o mal e maldade. Foi o único que convida a perder a sanidade e consciência, que apelou para desencadear paixões reprimidas que buscam surgir em momentos de tristeza edescassez, durgência hormonal e davideza libidinosa.

Palavras Chave

Significante metafórico- desjo reprimido - sujeito - nome-do-padre - psicanálise


 

 

La construcción social del pepino como significante metafórico de sus carnavales, le ha llevado al alma colectiva de la ciudad de La Paz, más de cien años. Se fueproduciendodesde el siglo XIX, de a poco, año tras año, en los largos feriados consagrados a fiestas, bailes, jugarretas e historias de amor vividas en familias, barrios y calles paceñas;con los aportes culturalesde todos sus habitantes y entre los cuales no faltaron ingredientes andinos, europeos y depaíses de la región.

Durante este siglo de vida, su valor simbólico ha ido cambiando con el paso de los años: desde representar los restos del bufón medie va l, pasaje de contrahechos durante los carnavales europeos, y ocasión de venganza por su exclusión con los golpes que propinaban con algún artefacto burlesco; pasando por el humilde pepino que cual saco de gatos daba cabida a cuanto solitario o excluido quería salir de lo vergonzosopara Nuestra Señora de La Paz y divertirse con carta plena de ciudadanía en la holgura carnavalera. Se le cambió el chorizo por el matasuegras, la bolsa de misturapor una de globos; compañero heteróclito del ch'utaaltiplánico, a veces tocandouna concertina, otras una mandolina; en considerable estampida o como repetido acosadoren la farándula de ingeniosos; hasta llegar a ser el actual abanderado y personaje mimado del carnaval paceño cuya prosapia nos enorgullece, pues le hacemos descendiente del bufón cortesano, del k'usillo aimara, del Pierrot francés, del arlecchino italiano y del pepino 88 uruguayo.

Y aunque se deje establecido su lugar de nacimiento ante la Unescoy, la notable habilidad artesanal de los bordadores locales le haya confeccionado sendos trajes que le hacen parecer un fastuoso y noble personaje digno de verse sólo en fotografías; contrastatal magnificenciacon los disfraces baratos que cuelgan en puestos callejeros al alcance de cualquier bolsillo de quien quiera disponer de esta identidad para perderse en el anonimato de la fiestade Carnaval que con danzas venera, con bailes y juegos celebra y, con sangre y alcohol trasiega y ch'alla. Nuestro soberbio héroe ¿notendráun origen más prosaico, menos altisonante?

Recordemos que ya en 1890,J. G.Frazeren su obra "La rama dorada",publicó crónicas sobre el entierro del carnaval en Europa, particularmente el relato de un viajero inglés que el año 1877 vio en Lérida, España la celebración del carnaval. Iniciaba con la entronización en una carroza triunfal de un gran muñeco llamadoSu Gracia Pau Pi, que durante tres días auspiciaba un gran jolgorio con máscaras, caballería y sin fin de carruajes por calles y plazas; hasta que a medianoche del último día recorría la misma procesión pero esta vez en un carro fúnebre, llevando a su Gracia muerta. Las estudiantinas que antes habían alegrado la entrada con bromas y jaranas, ahora estaban disfrazadas de curas y obispos que rezaban responsos, la muchedumbre de a pie y desde los balcones atiborradoscon antifaces de lujo y crespones acompañaba el sepelio bufo; jinetes e infantes con antorchas y máscaras de luto en melancólica procesión cantaban el réquiem y marchas destempladas. Al llegar a la plaza principal, recitaban una oración fúnebre burlesca y cuando se disponían a enterrar a su Gracia en una fosa preparada, aparecía un grupo de diablos que arrebataba el falso cadáver y huían con él, pero la pantomima terminaba con la recuperación del "muerto", la dispersión de los diablos y el entierro efectivo en medio de una gran algazara que daba fin al Carnaval de ese año.

Por tanto, la emblemática figura del pepino no tiene connotaciones étnicas ni sociales. Representa al mestizaje y a lo humano genérico, al cholo paceño y al mismo tiempo a cualquier ciudadano, universaliza el carnaval paceño porque permite hacer serie y dar continuidad a las fiestas saturnales de Roma que honraban a la tierra fértil y hacían propicio el comienzo del año, negando el carácter mortífero del tiempo que todo lo consume. Y así como en los pueblos de Europa se representaba al carnaval por un muñeco de paja vestido de harapos, que era bien la efigie de la Muerte a la que se quemaba, ahorcaba o enterraba como una forma de echarla, sacarla del pueblo-para que venga a continuación la fertilidad de la vida; nuestro pepino es enterrado como una forma ritual de despedirlo del municipio, en medio de falsos llantos con los que se delimita su existencia a las carnestolendas del carnaval. Su efímera vidacorre desde la despedida del dios aimara de la abundancia (el ekeko y la fiesta del jisk'a anata) hasta su entierro el domingo de tentación católico (por un desplazamiento religioso de las fiestas del solsticio de verano, éstas se celebran 45 días antes de las fiestas de Pascua. Se entierra al carnaval el miércoles de ceniza,en otros lugares).

Tal sincretismo desliza el ritual pagano de adoraren estetricorniopersonaje, la negación de lo efímero mortal, a condición de acto seguido arrepentirse y hacer penitencia. Sin embargo, está claro que no es lo perecedero lo que se desentierra y entierra; sino el ciclo de la vida, la semilla que muere para dar frutos abundantes, es la iniciación en la sexualidad y la fertilidad de los jóvenes lo que en realidad se disfraza y venera: tanto en la cosmovisión centrada en lo agrario de los aimaras, como en la originaria fiesta europea. Luego, lo que esta fiesta bacanal celebra y llora es la sensualidad floreciente bajo la advocación fervorosa a la Celestial Madre Católica, mientras la terruñadiosa nativa (Pachamama) se lleva los réditos y las ofrendas de danzas rituales y urgencias; en cuya intencionalidad sólo Dios sabe qué deseo inconsciente cada quien resbala. Eso que no se dice, eso que no quiere decirse, se significa como "el pepino". Siguiendo las resistencias que la moral impone, hemos hecho de un término común, justamente por su banalidad y por su vaciamiento de significado, el lugar propicio para proyectar los deseos reprimidos.

Constituye entonces, el significantedel deseocarnavalero y, por un desplazamiento metonímico, la astucia del gozar sin hacerse cargo del propio deseo, la mascarada del goce sin la identidad consciente del sujeto. Por el mismo giro, permite hacer alusión al amante anónimo que deja la huella de un goce prohibido que se hubiese querido sin rastro. Por eso, llegó a designar también al que no tiene padre, al que no tiene identidad, al que no tiene derecho al goce excepto cuando ejerce de bufón anónimo. Fue por tanto el significante de lo insignificante, de ahí que sirvió para metaforizar el ninguneo: "a mí ningún pepino me va a faltar el respeto", "yo no soy ningún pepino para que se me trate así"; añejas sinécdoquespaceñas,rubicundas de indignación y de dedo índice agitado, en las que se empleaba la palabra pepino en un sentido del cual su significado habitual era sólo una parte. Por lo mismo, el significante "pepino"se destinó al expósito, al que no tiene un lugar simbólico, al sin nombre, al humillado que accede a una identidad anónima. Fue por ello el sin palabras, el que apenas hablaba pues no era sujeto; no tenía el significante primero del nombre-del-padre, pura careta blanqueada cual mimo de la estupidez, de la sátira y de la concupiscencia irresponsables.

Padre putativo de los sin padre y cubrimiento de cuanto embarazo concebido en hora mala o en estado de inconsciencia por el exceso de alcohol, el pepinollegó a personalizar lo precario de la existencia jaranera, la irresponsabilidad del desenfreno carnaly la ausencia del sujeto. Jugaba comoun personaje tonto a pegara mujeres y niños con un chorizo y; cual dios bufo de la abundancia, "sin calzón" y sin un peso,era el que sacaba de una bolsita mistura y monedas para regalar nada, y de él se burlaban irónicos los que mentaban su abundancia carente, pues sabiéndole pelado("lamphinchu"),aun así le pedíanque "chauchite" (desparrame). El único lugar que cabíapara él, era el de ser el payaso que encarnaba los deseos de abundancia y placer, y su existencia se limitó habitualmente, al ciclo del desenfreno dionisíaco.Hoy sin embargo, es un prestigioso abanderado que abre el carnaval paceño. Se le ha elevado de condición y seguirá convirtiéndose en un personaje fastuoso. Antaño encarnaba la tentación y el peligro, y no eran pocos los mareados que se quejaban de haber sido asaltados y golpeados por delincuentes disfrazados de pepinos, pues hasta los pillos se aprovechan de su identidad genérica, para para enmascarar sus impulsos psicopáticos y revestir al personaje de agresividad y de algo siniestro. Había que cuidarse de él porque se apoderaba de la ciudad cual duende maligno, sensual y grosero, para cometer travesuras y maldades. Era el que invita a perder la cordura y la consciencia, el que convocaba a dar rienda suelta a las pasiones reprimidas que buscan emerger en épocas de estrechez y tristeza, de apremio hormonal y de amoríoslicenciosos.

Quizá por eso, quien desde su infancia carnavalea disfrazado de pepino, sabe que las pasiones suelen encontrar, en un sujeto tentado, buenos pretextos para pasarlas al acto, mientras durael tiempo en que se licencia el juicio y se levantan las barreras de la represión social. Y quien mucho ha gozado en la vida como si toda ella fuera un carnaval, sabe que lo real del sujeto del inconsciente insiste en nuestros chistes, en los actos fallidos y en la repetición del mismo fracaso porque en el anverso del goce, está la efigie de la muerte. Por eso, cabe oponer a la divisa del paceño carnavaleroesa de que"nadie te quita lo bailado y lo gozado, pues es lo único que te llevas al dejar esta vida."; aquella escrita en su envés: "Una hora de alegría es algo que robamos al dolor y a la muerte, y el cielo nos recuerda pronto nuestro destino."

 

Notas

1 Fernando Arce Hochkofler es psicoanalista a tiempo completo. Realizó estudios de Maestría en Psicología Clínica en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires y cursos de Doctorado en psicoanálisis (DEA de PsychanalyseConcepts et Clinique) en l'Université Paris VIII de Vincennes-Saint-Denis, Francia. Su formación analítica la llevó a cabo con destacados analistas como Germán García y Graciela Musachi de Buenos Aires y ,Serge Cottet de París. En sus 25 años de carrera profesional ha trabajado en hospitales psiquiátricos, en colegios y empresas, antes de dedicarse exclusivamente a la consulta privada y a la investigación de temas éticos, estéticos y culturales susceptibles de ser interpretados desde la lectura psicoanalítica. Su dirección electrónica es: ferahoch@hotmail.com

 

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