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Revista de Investigacion Psicologica

versión impresa ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  n.11 La Paz jun. 2014

 

ARTICULO ORIGINAL

 

Capacidad resiliente en niños y niñas de 9 a 12 años que pertenecen a familias monoparentales de la unidad educativa "general Esteban arce"

 

Resilient capacityin childres from 9 to 12 years belonging to single - perent families of education unit”General Esteban Arce".

 

 

Magalí Maya Quisbert Gómez41
Fecha de Entrega: 5 de Mayo de 2014 Manejado por Pr. Martha Escobari Cardozo Fecha de Dictamen: 14 de Mayo de 2014

 

 


Resumen

Cada día el ritmo de vida en el mundo y, particularmente en Latinoamérica, se vuelve más acelerado, las exigencias del contexto así lo provocan. Este ajetreo ha sido ocasionado por el llamado "proceso de modernidad", en el que se ha acentuado una sociedad más consumista, dependiente de la tecnología, individualista y competitiva en el campo laboral.

Las familias en estas circunstancias se ven muchas veces abandonadas, en el sentido de unión e interacción de sus miembros.

Una de las consecuencias o derivaciones en franco crecimiento de los constantes cambios y el estrés que muchas veces éstos ocasionan, es la estructuración familiar monoparental, cuyas causas principales son el divorcio de los padres o el abandono del hogar de uno de ellos; el fallecimiento de uno de los progenitores o la migración por motivos laborales, y la situación de madre o padre solterismo.

Ante este panorama los hijos: niños, niñas o adolescentes, se ven ante una condición la cual deben afrontar con el progenitor a cargo, asumiendo de alguna forma mayor responsabilidad con la familia y en muchos casos jugando el rol de una persona adulta.

En paralelo, deben seguir estudiando, jugando y soñando como corresponde, muchos no lo logran y se sumergen en situaciones de riesgo, pero un gran porcentaje de niños, niñas y adolescentes seguramente sobrellevarán con éxito la adversidad y más aún, lograrán salir fortalecidos, serán resilientes.

El presente estudio se desarrolla en torno a la temática de resiliencia en niños y niñas que pertenecen a una familia monoparental. Se pretende identificar la presencia de dicha capacidad y la dinámica de los factores que la implican. Los sujetos son niños de 9 a 12 años de la Unidad Educativa General "Esteban Arce".

Palabras Claves

Resiliencia, Familias monoparentales, Factores resilientes, Factores de riesgo, Enfoque resiliente.


Abstract

Each day, the pace of life in the world, particularly in Latin America , it becomes faster, the demands of the context so cause . This bustle was caused by the so-called "process of modernity", which has increased a consumer society, dependent on technology, individualistic and competitive in the workplace.

Families in these circumstances are often abandoned in the sense of union and interaction of its members.

One of the consequences orthe ex-lead growth of the constant changes and stress often resulting therefrom,isthesingle-parentfamilystructure,whosemaincausesareparentaldivorceordesertion ofoneofthem,thedeathofoneparentorlabormigration,andthestatusofmotherorpadresolterismo. Against this background the children: children or adolescents are faced with a condition which must cope with the parent by assuming the form of a higher responsibility to family and often playing the role of an adult.

In parallel , they should continue studying, playing and dreaming appropriately, many do not and are immersed in situations of risk, but a large percentage of children and teenagers surely sobrellevarán of adversity and even more , they achieve emerge strongerwill be resilie.

The present study was developed around the theme of resilience in children belonging to a single parent. It is intended to identify the presence of this capacity and the dynamics of the factors involved. The subjects are children of 9-12 years of General Education Unit "Esteban Arce".

Keywords

Resilience, Single parents, Resiliency factors, Risk factors, Resilient approach.


Resumo

A cada dia, o ritmo de vida no mundo, particularmente na América Latina , torna-se mais rápido, as demandas do contexto assim causa . Esta agitação foi causada pelo chamado " processo de modernidade " , o que aumentou a sociedade de consumo, dependente da tecnologia , individualista e competitivo no mercado de trabalho.

Famílias nessas circunstâncias são muitas vezes abandonadas no sentido de união e interação de seus usuários.

Uma das consequências ou o crescimento ex- líder das constantes mudanças e estresse , muitas vezes resultantes, é a estrutura de família monoparental , cujas principais causas são o divórcio dos pais ou deserção de um deles , a morte de um dos pais ou a migração de trabalhadores , eo estado da mãe ou padresolterismo .

Neste contexto, as crianças : crianças ou adolescentes são confrontados com uma condição que deve lidar com o pai, assumindo a forma de uma responsabilidade maior para a família e muitas vezes fazendo o papel de um adulto.

Em paralelo, eles devem continuar a estudar, brincar e sonhar de forma adequada, muitos não e estão imersos em situações de risco , mas um grande percentual de crianças e adolescentes certamente sobrellevarán da adversidade e ainda mais , conseguem emergir mais forte será resiliente.

O presente estudo foi desenvolvido em torno do tema da resiliência em crianças pertencentes a um único pai. Pretende-se identificar a presença dessa capacidade e da dinâmica dos fatores envolvidos. Os sujeitos são crianças de 9-12 anos de Educação Geral Unit" Esteban Arce " .

Palavras-Chave

Resiliência, Famílias monoparentais, Fatores de resiliência, Fatores de risco, Abordagem flexível.


 

 

I. INTRODUCCIÓN                                 

Todas las personas en algún momento de la vida, han atravesado circunstancias adversas, unas más devastadoras y traumáticas que otras, y asimismo las formas de afrontamiento han sido diversas.

Es natural que ante sucesos complicados, como el fallecimiento de un ser querido, el divorcio o separación de los padres, entre otras circunstancias, la reacción inicial se torne desadaptativa. En algunos casos estas reacciones se vuelven comportamientos patológicos.

En el campo de la salud mental, es habitual la presencia de ideas esquemáticas sobre la respuesta del ser humano ante la adversidad (Avia y Vázquez, 1999), ideas preconcebidas acerca de cómo reaccionan las personas ante determinadas situaciones, basadas generalmente en prejuicios y estereotipos y no en hechos y datos comprobados. Es así que la Psicología tradicional a lo largo de su abordaje y atención se ha centrado en la patología, en lo insano y anormal.

Los aspectos negativos que la persona presenta como síntomas de una posible alteración han servido para dar diagnósticos y planificar intervenciones bajo ese foco, sin embargo se han olvidado las fortalezas conservadas y las capacidades potenciales que tienen las personas.

La realidad demuestra que, si bien algunas personas que experimentan situaciones traumáticas llegan a desarrollar trastornos, en la mayoría de los casos esto no es así, y algunas incluso son capaces de aprender y beneficiarse de tales experiencias.

Al focalizar la atención de forma exclusiva en los potenciales efectos patológicos de la vivencia traumática, se ha contribuido a desarrollar una "cultura de la victimología" que hasesgado ampliamente la investigación y la teoría psicológica (Gillham y Seligman, 1999) y que ha llevado a asumir una visión pesimista de la naturaleza humana.

Es entonces que surge la Psicología positiva, con un enfoque optimista de la realidad, que no condena al sujeto que ha sufrido una situación traumática.

Para la Psicología positiva, el ser humano tiene una gran capacidad para adaptarse y encontrar sentido a las experiencias traumáticas más terribles, capacidad que ha sido ignorada por la Psicología durante muchos años (Park, 1998; Gillham y Seligman, 1999; Davidson, 2002). Numerosos autores proponen reconceptualizar la experiencia traumática desde un modelo más saludable que, basado en métodos positivos de prevención, tenga en consideración la habilidad natural de los individuos de afrontar, resistir e incluso aprender y crecer en las situaciones más adversas.

La resiliencia es un concepto que se enmarca dentro de esta nueva corriente de la psicología, entendida como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas. La resiliencia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovido desde la niñez. (Grotberg, 1995).

Es importante considerar que las personas, si bien comparten características comunes como seres humanos, cada una manifiesta diferentes formas responder, afrontar y experimentar una experiencia adversa.

Se puede decir entonces que la resiliencia nunca es absoluta, total, lograda para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de muy diferentes maneras en diferentes culturas (Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J. y Cyrulnik, B.,2001).

Es así que en el presente estudio se aborda particularmente la presencia de la capacidad resiliente en niños y niñas que pertenecen a una familia monoparental, esta circunstancia considerada como adversa. Asimismo se identifica la manifestación e interacción de los distintos factores que hacen posible que una persona sea o no resiliente.

 

II. ESTRUCTURA CONCEPTUAL

A. FAMILIAS MONOPARENTALES

a. Definición

La Oficina de Planificación Social y Cultural de los Países Bajos propone la siguiente definición para familia monoparental: "Una familia en la cual un solo progenitor cohabita con sus hijos en un hogar, sin la presencia de una pareja fija y en presencia de por los menos un hijo que no ha alcanzado todavía la edad de 18 años" (Asociación Internacional por la Seguridad Social 2003).

La conceptualización de la monoparentalidad como realidad terminológica y social ha sido un fenómeno reciente como se demuestra con la aparición del término "monoparental", importado del francés, como aproximación a la expresión anglosajona "one-parent family" hace escasamente veinte años. Desde que el fenómeno de la monoparentalidad fue acuñado se confirma la preferencia por una definición mínima, ayudada en parte por el impulso de las estadísticas y el desarrollo censal. A ello ha contribuido, también, la necesidad planteada desde diversos organismos de contar con una categoría aglutinante que sirviera para realizar registros cuantitativos y diseños de políticas sociales y planes de intervención sobre las familias monoparentales problemáticas. (Barrón, 1998)42

La definición mínima de la monoparentalidad toma la estructura familiar (o composición familiar) como principal elemento definitorio, desde la consideración frecuente de que cada tipo de familia comporta un único tipo de configuración familiar.

Esta supuesta correspondencia lleva a contemplar la monoparentalidad como aquella (única) estructura familiar integrada por un progenitor y su progenie, composición que asumen la mayor parte de las definiciones que se han ido formulando en la literatura académica e institucional.

En el caso de las familias monoparentales, las definiciones al uso congelan una realidad de la que se desconoce, entre otros muchos aspectos: a) las situaciones que las han originado, b) el tipo de organización doméstica que adoptan y los roles particulares que asumen sus miembros, c) los potenciales integrantes del hogar, además del núcleo monoparental y, d) la duración o cronología de los trayectos monoparentales43.

b. Tipos de familias monoparentales

Para identificar y señalar los tipos de familias monoparentales más comunes, es necesario hacer La distinción entre núcleo, hogar y familia monoparental44.

a)     Núcleo monoparental: el grupo monoparental en sí mismo, definido como la configuración formada por un progenitor (padre o madre) con alguno de sus hijo/as soltero/as.

b)  Hogar monoparental: donde sólo reside ese núcleo monoparental.

c)       Familia monoparental: grupo monoparental que puede formar un hogar monoparental independiente o integrarse en un hogar más amplio en el que residen otros núcleos o personas.

Esta distinción evita, por un lado, confundir lo que sería el grupo familiar monoparental con su situación residencial y por otro, permite identificar los diferentes tipos de hogares en los que habitan las familias. De esta forma, un núcleo monoparental puede compartir la vivienda con otras personas (sean parientes o no) y conformar un hogar monoparental extenso, o bien ocupar la totalidad de una vivienda sin la presencia de otros núcleos o individuos, esto es, constituyéndose como hogar monoparental simple.

Otro criterio para diferenciar los tipos de familias monoparentales es el g{enero del progenitor a cargo, de esta forma la monoparentalidad puede ser de dos tipos:

a)    Monopaternales: cuando es la figura paterna quien asume la jefatura familiar y se hace cargo de su progenie.

b)    Monomaternales: cuando es la figura materna quien asume la jefatura familiar y se hace cargo de su progenie.

c. Causas de entrada a la monoparentalidad

Entre las causas que orig inan la conformación de una estructura familiar monoparental se pueden señalar diversas. Tradicionalmente se han distinguido tres rutas posibles:

a) La maternidad solitaria o extra-conyugal

b) La viudedad

c)  La separación y/o divorcio, estas dos últimas, lógicamente, con existencia de progenie.

Otros tipos de monoparentalidad sin quiebra del vínculo matrimonial incluirían aquellas situaciones de separación por la ausencia parental debida a la emigración (Iglesias de Ussel, 1994 y Millar, 1994)45 o por específicas profesiones que impiden la convivencia conyugal.

 

B. RESILIENCIA

a. Definición

Rutter (1992) menciona que la resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un medio insano. Estos procesos tendrían lugar a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. De este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños nacen, ni que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso interactivo entre éstos y su medio46.

Asítambién Grotberg (1995) define resiliencia como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas. La resiliencia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovido desde la niñez. Asimismo Grotberg, agrupa en cuatro dimensiones los factores resilientes: yo tengo (apoyo percibido); yo soy (fortaleza intrapsíquica); yo estoy (fortaleza intrapsíquica) y yo puedo (adquisición de habilidades interpersonales y de resolución de conflictos)47.

b. Factores resilientes

La resiliencia nunca es absoluta, total, lograda para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de muy diferentes maneras en diferentes culturas (Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J. yCyrulnik, B., 2001)48.

Una de las cuestiones que más interés despierta en torno a la resiliencia es la determinación de los factores que la promueven, aunque este aspecto ha sido escasamente investigado. Se han propuesto algunas características de personalidad y del entorno que favorecerían las respuestas resilientes, como la seguridad en uno mismo y en la propia capacidad de afrontamiento, el apoyo social, etc.

En estudios con niños, uno de los factores que más evidencia empírica acumula en su relación con la resiliencia es la presencia de padres o cuidadores competentes49.

Una serie de estudios conducidos por Werner (1982,1989) y Garmezy (1993), han dado cuenta de algunos de los factores que se observan comúnmente en los niños que, estando expuestos a situaciones adversas, se comportan en forma resiliente. De acuerdo a estos autores, se distinguen cuatro aspectos que se repiten en forma recurrente, siendo éstos últimos los que ayudan a promover los comportamientos resilientes. Uno de estos aspectos, apunta a las características del temperamento, en las cuales se observan manifestaciones tales como un adecuado nivel de actividad, capacidad reflexiva y responsividad frente a otras personas.

El segundo aspecto al que se refieren los autores mencionados es la capacidad intelectual y la forma en que ésta es utilizada.

El tercer aspecto, se refiere a la naturaleza de la familia, respecto de atributos tales como su cohesión, la ternura y preocupación por el bienestar de los niños.

El cuarto aspecto, apunta a la disponibilidad de fuentes de apoyo externo, tales como contar con un profesor, un padre/ madre sustituta, o bien, instituciones tales como la escuela, agencias sociales o la iglesia, entre otros50.

Fergusson y Lynskey (1996)51 dan cuenta de una serie de factores que actúan en calidad de protectores, y por tanto pueden proteger o mitigar los efectos de la deprivación temprana, promoviendo a su vez los comportamientos resilientes en niños que viven en ambientes considerados de alto riesgo. Entre estos factores se encuentran:

•   Inteligencia y habilidad de resolución de problemas. Se ha observado que los adolescentes resilientes presentan una mayor inteligencia y habilidad de resolución de problemas que los no resilientes. Según los autores, esto significa que una condición necesaria aunque no suficiente para la resiliencia, es poseer una capacidad intelectual igual o superior al promedio.

•  Género. El pertenecer al género femenino es considerado como una variable protectora, según lo indican estudios que han observado una mayor vulnerabilidad al riesgo en los hombres.

•    Desarrollo de intereses y vínculos afectivos externos. La presencia de intereses y personas significativas fuera de la familia, favorece la manifestación de comportamientos resilientes en circunstancias familiares adversas.

• Apegoparental. Estudios longitudinales han destacado que la presencia de una relación cálida, nutritiva y apoyadora, aunque no necesariamente presente en todo momento (Greenspan, 1997), con al menos uno de los padres, protege o mitiga los efectos nocivos de vivir en un medio adverso.

• Temperamento y conducta. Investigaciones con adolescentes han observado que aquellos que actualmente presentaban características resilientes, habían sido catalogados como niños fáciles y de buen temperamento durante su infancia.

•  Relación con pares. Los autores replican lo observado por Werner en el estudio con niños en Kauai, señalando que los niños resilientes se caracterizaron por tener una relación de mejor calidad con sus pares que los niños no resilientes.

Por otra parte, en el International Resilience Project, Grotberg (1995) estudió la presencia de factores resilientes en niños entre la infancia y los doce años. En lugar de identificar niños resilientes y conocer las características o factores que los diferencian de sus pares no resilientes, la autora trabajó en base a estos factores con el fin de determinar de qué forma éstos eran promovidos en los niños52.

Los resultados señalaron que, ningún factor en particular y por sí solo promovía la resiliencia. A modo de ejemplo, la autoestima, que si bien constituye un rasgo de resiliencia, no promueve por sí sola un comportamiento resiliente a menos que estén involucrados además otros factores.

De esta manera, Edtih Grotberg (1995) en sus primeras investigaciones, ha identificado factores resilientes y los ha organizado en cuatro categorías diferentes: "yo tengo" (apoyo); "yo soy" y "yo estoy" (atañe al desarrollo de fortaleza intrapsíquica);"yo puedo" (remite a la adquisición de habilidades interpersonales y de resolución de conflictos'53

c. Perfil del niño resiliente

Frecuentemente, en lo publicado sobre este tema, se define al niño resiliente como aquel que trabaja bien, juega bien y tiene buenas expectativas. Esto pareciera demasiado abstracto para llevarlo a la práctica, por lo que se ha tratado de sintetizar y expresar más gráficamente aquellos atributos que han sido consistentemente identificados como los más apropiados de un niño o adolescente resiliente54. Entre ellos cabe destacar los siguientes:

• Competencia social. Los niños y adolescentes resilientes responden más al contacto con otros seres humanos y generan más respuestas positivas en las otras personas; además, son activos, flexibles y adaptables aún en la infancia. Este componente incluye cualidades como la de estar listo para responder a cualquier estímulo, comunicarse con facilidad, demostrar empatía y afecto, y tener comportamientos prosociales.

Una cualidad que se valora cada vez más y se la relaciona positivamente con la resiliencia es el sentido del humor. Esto significa tener la habilidad de lograr alivio al reírse de las propias desventuras y encontrar maneras diferentes de mirar las cosas buscándoles el lado cómico.

Como resultado, los niños resilientes, desde muy temprana edad, tienden a establecer más relaciones positivas con los otros. En los adolescentes la competencia social se expresa especialmente en la interrelación con los propios pares y en la facilidad para hacer amigos de su edad. Esta cercanía con los amigos es progresivamente selectiva y pasa de actividades grupales a otras en pareja; es frecuente que se inicien relaciones sentimentales que tengan valor como indicadores positivos de competencia social. En este aspecto del perfil, el adolescente resiliente muestra capacidad para establecer relaciones positivas con otros seres humanos.

Resolución de problemas. Las investigaciones sobre niños resilientes han descubierto que la capacidad para resolver problemas es identificable en la niñez temprana. Incluye la habilidad para pensar en abstracto, reflexiva y flexiblemente, y la posibilidad de intentar soluciones nuevas para problemas tanto cognitivos como sociales. Ya en la adolescencia, los jóvenes son capaces de jugar con ideas y sistemas filosóficos. Los estudios hechos con adultos que sufrían de problemas psicológicos han identificado consistentemente la falta de esa capacidad en la infancia. Por el contrario, los estudios hechos con personas resilientes encuentran repetidamente la presencia de capacidades para la resolución de problemas en la infancia.

Autonomía. Distintos autores han usado diferentes definiciones del término "autonomía". Algunos se refieren a un fuerte sentido de independencia; otros destacan la importancia de tener un control interno y un sentido de poder personal; otros insisten en la autodisciplina y el control de los impulsos. Esencialmente, el factor protector a que se están refiriendo es el sentido de la propia identidad, la habilidad para poder actuar independientemente y el control de algunos factores del entorno. Otros autores han identificado la habilidad de separarse de una familia disfuncional y ponerse psicológicamente lejos de los padres enfermos, como una de las características más importantes de los niños que crecen en familias con problemas de alcoholismo y enfermedad mental. Los niños son capaces de distinguir claramente por sí mismos, entre sus experiencias y la enfermedad de sus padres, por lo tanto, entienden que ellos no son la causa del mal y que su futuro puede ser diferente de la situación de sus padres. Ese distanciamiento provee un espacio protector para el desarrollo de la autoestima y de la habilidad para adquirir metas constructivas.

Sentido de propósito y de futuro. Dentro de esta categoría entran varias cualidades como factores protectores: expectativas saludables, dirección hacia objetivos, orientación hacia la consecución de los mismos (éxito en lo que emprenda), motivación para los logros, fé en un futuro mejor, y sentido de la anticipación y de la coherencia. Este último factor parece ser uno de los más poderosos predictores de resultados positivos en cuanto a resiliencia.

De estas cualidades, las que se han asociado con más fuerza a la presencia de adultos resilientes han sido las aspiraciones educacionales y el anhelo de un futuro mejor. Cuando un futuro atractivo nos parece posible y alcanzable, somos fácilmente persuadidos para subordinar una gratificación inmediata a una posterior más integral.

Aunque los estudios actuales permiten identificar características adicionales de los niños resilientes, las cuatro que se han mencionado engloban los atributos que frecuentemente están asociados con experiencias exitosas de la vida. De allí que se las considera como los factores básicos para constituir el perfil del niño resiliente.

 

III.     MÉTODO

Se aplicó el método cualitativo para la revisión bibliográfica respecto a las temáticas de monoparentalidad y resiliencia. Posteriormente se siguió parámetros del método cuantitativo de la investigación, con la aplicación de la Escala de Resiliencia Escolar, que permitió obtener los datos del estudio como tal.

Bajo la guía deldiseñodescriptivotransversal, se administraron los instrumentos en un momento dado de forma natural a 31 sujetos que viven en familias monoparentales.

Los resultados obtenidos son de carácter descriptivo, en torno a la capacidad resiliente y los factores que la constituyen, cinco dimensiones que indican la presencia de dicha capacidad: identidad -autoestima; redes - modelos; aprendizaje -generatividad; recursos internos y recursos externos.

 

IV.    POBLACIÓN

La Unidad Educativa "General Esteban Arce" se encuentra ubicada en la zona Max Paredes de la ciudad de La Paz. Un espacio urbano donde se concentra gran parte de la actividad comercial. Caracterizada asimismo la zona, por sus costumbres y frecuentes festividades.

El establecimiento educativo cuenta con aproximadamente 400 estudiantes cursantes del nivel primario. En los cursos 3ro a 7mo, considerando que en algunos niveles hay dos paralelos, existen 140 niños y niñas entre 9 a 12 años que han logrado la lectura y escritura comprensiva. De esta población se ha seleccionado una muestra no probabilística de sujetos tipo.

Se identificaron 31 niños y niñas que viven en familias monoparentales.

 

V. INSTRUMENTOS

Para identificar a los sujetos de la muestra se aplicó un cuestionario de identificación y descripción de datos particulares, con el fin de indagar sobre la monoparentalidad. El cuestionario consta de dos partes: los datos de identificación y los datos de la unidad de convivencia.

En la segunda parte, se elaboraron ocho preguntas abiertas, cuyo contenido aborda la situación familiar en la que viven los niños y niñas.

La resiliencia fue medida con la Escala de Resiliencia Escolar de Saavedra E. y Castro A. (2008). El instrumento fue en Chile, a través de una investigación con 300 sujetos. La escala final contiene 27 reactivos cuyas posibilidades de respuesta son: muy de acuerdo; de acuerdo; ni en acuerdo, ni en desacuerdo; en desacuerdo y muy en desacuerdo.

Además de obtener la estimación general de resiliencia, la escala permite disgregar el resultado en cinco dimensiones, para que de esta manera se pueda identificar las fortalezas y debilidades en el proceso resiliente. Los factores son los siguientes:

•     Identidad - autoestima

•     Redes - modelos

•     Aprendizaje - generatividad

•     Recursos internos

•     Recursos externos

 

VI. RESULTADOS

La aplicación de la Escala de Resiliencia Escolar permitió obtener una estimación general de la capacidad resiliente en los niños y niñas que viven en familias monoparentales. También se evaluó la presencia y el nivel de cada factor que interviene o constituye la resiliencia. Los datos se interpretan según las escalas definidas por el instrumento: nivel alto, nivel medio y nivel bajo.

Se hizo asimismo un análisis de la relación que podría existir entre la presencia de capacidad resiliente y ciertas características de la situación familiar monoparental.

El procesamiento de la información se hizo con el programa SPSS.

En los siguientes cuadros (1A y 1B) se presentan los datos correspondientes a la muestra y también la información respecto a particularidades de la situación monoparental que describen los niños y niñas en el cuestionario.

Se observa en el cuadro 1A, las frecuencias de presencia de los datos de la muestra. En cuanto a la edad de los sujetos, la mayor parte de la muestra, estuvo constituida de niños y niñas de 9 años. De los 31 sujetos, 14 son mujeres y 17 son hombres. La razón o causa de entrada a la monoparentalidad que prevaleció en comparación a las otras, fue el divorcio/ separación de los padres. Un número de 22 niños y niñas viven solamente con la mamá y solo 9 viven con el papá y 13 viven en una familia monoparental simple, mientras que 18 sujetos viven en una familia monoparental extensa.

El cuadro 1B expresa las frecuencias sobre características de la situación monoparental en la que viven los niños y niñas. Se puede observar que de los 31 sujetos, 17 cuentan con el apoyo de una persona adulta de confianza, y 14 no perciben dicho soporte.

En cuanto al tiempo de ausencia de uno de los progenitore, 8 de los niños y niñas viven con un solo papá o la mamá desde que nacieron, de 13 niños el progenitor se ausento hace más de 4 años (hace mucho) y de 10, el progenitor no vive con ellos desde hace menos de 4 años (hace poco).

Algunos de los niños y niñas mantienen contacto con el progenitor ausente, en este grupo se encuentran 11 niños y niñas de los 31 evaluados. 20 de los sujetos, no mantiene ningún tipo de vínculo con el progenitor ausente.

 

RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

A continuación se presentan los resultados de la investigación como tal, con las tablas y gráficos referentes al nivel general de resiliencia y los niveles que se identificaron para cada factor.

También se incluye las tablas que muestran la predominancia de los niveles altos en unos grupos en comparación a otros, según las características de las unidades de observación que se expresan en los cuadros 1Ay 1B.

Se complementa la información con el análisis descriptivo correspondiente, al pie de cada gráfico o tabla.

El gráfico 1 muestra los resultados del nivel general de resiliencia que presentan los niños y niñas que pertenecen a familias monoparentales.

De los 31 sujetos a quienes se aplicó el instrumento, el 29% con 9 sujetos presenta un nivel general de resiliencia alto, el 38,7% con 12 sujetos, tiene un nivel medio y el 32,3% con 10 sujetos, presenta un nivel general de resiliencia bajo.

La mayoría de los niños y niñas que pertenecen a una familia monoparental, presentan un nivel de resiliencia general medio. Ninguno niño o niña carece de la capacidad, sin embargo, ésta necesita seguir siendo fortalecida.

 

En cuanto a la edad de los sujetos, se puede percibir en la tabla que, la mayoría de los niños más pequeños presentan un nivel de resiliencia más significativo en comparación a los otros grupos de edad.

Respecto al sexo, se pudo identificar que la mayoría de las niñas presentan un nivel alto de resiliencia en contraste con los niños quienes presentan niveles más bajos.

Los niños y niñas que viven en familias monoparentales por la separación de sus padres y aquellos cuyo progenitor a cargo es soltero(a), son los que presentan mayor resiliencia comparación a los otros dos grupos.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños y niñas que viven solo con la mamá, presentan un nivel de resiliencia más significativo. (Tabla 1A).

Considerando el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas que viven en una familia extensa tienen un nivel de resiliencia más significativo que aquellos que viven en una familia monoparental simple.

La presencia de un adulto de confianza parece jugar un papel importante en la presencia de la capacidad resiliente, pues la mayoría de los niños y niñas que perciben ese soporte externo, manifiestan un nivel alto de resiliencia global.

Respecto al tiempo de ausencia de uno de los progenitores, la mayoría de los sujetos cuyo progenitor se distanció hace mucho tiempo (más de 4 años), presentan un nivel alto de resiliencia.

Y finalmente, aquellos niños y niñas que mantienen contacto con el progenitor ausente, manifiestan en su mayoría un nivel más significativo de resiliencia global, en contraste a los que no mantienen ninguna relación (Tabla 1B).

El gráfico 2 muestra los resultados concernientes al factor Autoestima -Identidad que hace referencia a la dimensión "yo soy" "yo estoy" que define Grotberg E., aludiendo a las fortalezas internas y aspectos más estructurales de la personalidad, tales como identidad personal, auto imagen, auto evaluación, vínculo, seguridad de base, entre otras.

Se puede evidenciar en el gráfico, que el 35,5% con 11 sujetos tiene la presencia del factor en un nivel alto, 38,7% con 12 sujetos está en un nivel medio y el 25,8% con 8 sujetos, tiene un nivel bajo del factor.

De esta manera el porcentaje mayor de los niños y niñas evaluados, están situados en un nivel de autoestima-identidad entre medio y alto, la diferencia entre estos dos niveles es de 1 sujeto solamente.

En la tabla 1A se observa, en cuanto a la edad de los sujetos que, la mayoría de los niños y niñas de 12 años manifiestan un nivel del factor autoestima - identidad, más significativo, en comparación a los otros grupos de edad.

Considerando el sexo de los sujetos, la mayoría de las niñas presenta un nivel del factor autoestima - identidad alto. Los niños presentan niveles más bajos, solo tres de ellos presentan un nivel alto.

Los niños y niñas que viven en familias monoparentales por la separación de sus padres presentan en su mayoría un nivel alto del factor autoestima-identidad, en comparación a los otros tres grupos.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños y niñas que viven solo con la mamá, presentan un nivel del factor identidad-autoestima más significativo en comparación a aquellos que viven solo con el papá (Tabla 2A).

Considerando el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas que viven en una familia extensa tienen un nivel dl factor autoestima-identidad más significativo que aquellos que viven en una familia monoparental simple.

Sobre la presencia de un adulto de confianza, la mayoría de los niños y niñas que perciben ese soporte externo, manifiestan un nivel alto en el factor autoestima-identidad.

Respecto al tiempo de ausencia de uno de los progenitores, no se identifica relevancia en el contraste de los resultados.

Y por último, aquellos niños y niñas que no mantienen contacto con el progenitor ausente, manifiestan en su mayoría un nivel más significativo del factor autoestima-identidad, en contraste a los que sí mantienen relación (Tabla 2B).

El gráfico 3 denota los resultados del factor Redes-Modelos, que hace referencia a la dimensión "yo tengo" en Grotberg E. y alude a la percepción de apoyo, redes afectivas, redes sociales, orientación, percepción de metas a futuro.

Se puede observar que, el 22,6% con 7 sujetos presenta un nivel alto en el factor redes y modelos; el 35,5% con 11 sujetos, tiene un nivel medio y el 41,9% con 13 sujetos percibe redes y modelos de apoyo en su entorno en un nivel bajo.

La mayoría de los sujetos se sitúa entre los niveles bajo y medio en cuanto al factor redes y modelos.

En la tabla 3 Ase observa, respecto a la edad de los sujetos que, el grupo de niños y niñas de 9 años es más numeroso en presencia de un nivel alto del factor redes-modelos en comparación a los otros grupos de edad. Sin embargo, la mayoría de los sujetos se sitúa en niveles medio y bajo respecto al factor.

Considerando el sexo de los sujetos, se identifica que la mayoría de las niñas manifiesta un nivel medio del factor redes-modelos, solo 4 presentan niveles altos. Los niños en su mayoría tienen un nivel bajo del factor. La presencia es más significativa en las niñas.

Los niños y niñas que viven en familias monoparentales por la separación de sus padres presentan en su mayoría un nivel más significativo del factor redes-modelos, en comparación a los otros tres grupos.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños(as) en ambos casos, presenta un nivel bajo del factor redes-modelos. (Tabla 2A).

Según el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas en ambos casos, presenta niveles bajos en el factor redes-modelos. El número de sujetos que pertenecen a una familia monoparental extensa y que tienen un nivel alto es mayor en comparación al otro grupo.

Sobre la presencia de un adulto de confianza, la mayoría de los niños y niñas que perciben ese soporte externo, manifiestan un nivel alto en el factor redes-modelos.

Respecto al tiempo de ausencia de uno de los progenitores, la mayoría de los niños y niñas cuyo alejamiento con el papá o la mamá fue hace mucho tiempo, presentan un nivel del factor redes-modelos, más significativo que los otros grupos.

Y, aquellos niños(as) que mantienen contacto con el progenitor ausente tienen un nivel medio del factor rede-modelos en contraste con el otro grupo cuya mayoría se sitúa en el nivel bajo. En ninguno de los casos la mayoría se situó en niveles altos. (Tabla 3B).

El gráfico 4 expresa los resultados obtenidos respecto al factor Aprendizaje-Generatividad, el cual hace referencia a la dimensión "yo puedo" en Grotberg E. y alude a las posibilidades de expresión, búsqueda de ayuda, enfrentamiento de dificultades, entre otras.

Se observa que el 25,8% de los niños y niñas evaluados, tiene un nivel alto en el factor aprendizaje-generatividad. El 38,7% tiene un nivel medio y el 35,5% tiene un nivel bajo.

El porcentaje mayor de los sujetos tiene un nivel medio del factor D3 aprendizaje -generatividad, seguido de un porcentaje no muy distante, se encuentra el nivel bajo.

En la tabla 4A se observa, sobre la edad de los sujetos, que la mayoría de los niños y niñas de 9 años manifiestan un nivel del factor aprendizaje-generatividad, más significativo, en comparación a los otros grupos de edad.

Considerando el sexo, la mayoría de los niños tiene un nivel medio del factor aprendizaje-generatividad en contraste con las niñas, cuya mayoría tiene un nivel bajo. Solo 4 sujetos en ambos casos presentan niveles altos.

Los resultados sobre la causa de entrada a la monoparentalidad y la presencia del factor aprendizaje-generatividad, no tiene mayor relevancia, pues el número de sujetos se dispersa en los tres distintos niveles para los cuatro motivos de entrada.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños y niñas que viven solo con la mamá, se sitúan en el nivel medio del factor aprendizaje-generatividad en comparación al otro grupo donde la mayoría presenta predominantemente un nivel bajo. Un solo con la mamá presenta un nivel alto número significativo de niños(as) que viven respecto del factor. (Tabla 2A).

Sobre el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas que viven en una familia extensa tienen un nivel del factor aprendizaje-generatividad más significativo que aquellos que viven en una familia monoparental simple.

En el caso de los niño(as) que cuentan con el apoyo de un adulto de confianza, el nivel del factor aprendizaje-generatividad es más significativo que en el otro grupo.

Aquellos niños(as) que se distanciaron recientemente con uno de los progenitores presentan un nivel del factor más significativo.

Y por último, los niños y niñas que mantienen contacto con el progenitor ausente, manifiestan en su mayoría un nivel más significativo del factor aprendizaje-generatividad, en contraste a los que no mantienen ninguna relación (Tabla 3B).

En el gráfico 5 se presentan los resultados sobre el factor Recursos Internos, que adicionalmente se incluye dentro de la escala, basado en el modelo que el autor Saavedra E. resalta como base de la construcción de la conducta resiliente.

El factor recursos internos está asociado a ítems que valoran también anteriores factores, y hace referencia a las "condiciones de base" y "visión de sí mismo" aludiendo a recursos y condicionantes nacidos desde el sujeto, en la construcción de la respuesta.

Se puede observar respecto a la presencia de este factor en los sujetos evaluados, que el 41,9% tiene un nivel alto, el 32,3% tiene un nivel medio y el 25,8% tiene un nivel bajo en recursos internos.

La mayoría de los sujetos tiene un nivel alto en el factor recursos internos, equiparando con el resultado del factor autoestima -identidad, cuyos ítems, gran número de ellos, están contemplados en la evaluación de ambas dimensiones.

En la tabla 4A se observa respecto a la edad que la mayoría de los niños y niñas de 9 y 12 años manifiestan un nivel del factor recursos internos más significativo, en comparación a los otros grupos de edad.

Considerando el sexo de los sujetos, la mayoría de los niños y niñas evaluados, en ambos casos, presentan niveles altos del factor recursos internos.

La mayoría de los niños y niñas que viven en familias monoparentales por separación de sus padres, aquellos que tienen un progenitor soltero y los que tienen a uno de los padres de viaje, presentan niveles más significativos que el cuarto grupo.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños y niñas que viven solo con la mamá, presentan un nivel alto del factor recursos internos, en comparación a aquellos que viven solo con el papá (Tabla 4A).

Considerando el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas, presentan en ambos casos, un nivel del factor recursos internos alto.

Sobre la presencia de un adulto de confianza, la mayoría de los niños y niñas que perciben ese soporte externo, manifiestan un nivel alto en el factor recursos internos.

Respecto al tiempo de ausencia de uno de los progenitores, aquellos niños y niñas que se alejaron de uno de los padres hace mucho tiempo presentan un nivel más significativo del factor recursos internos en comparación a los otros grupos.

En la mayoría de los niños que mantienen contacto con el progenitor ausente, como en aquellos que no, se presento niveles altos del factor recursos internos (TABLA 4A).

El factor Recursos Externos, es otra dimensión adicional, en base al modelo de autor de la escala, Saavedra E. Alude a la "visión del problema" y "respuesta activa", refiriéndose a aspectos interaccionales con el entorno que intervienen en la construcción de la conducta resiliente. Los ítems que evalúan esta característica, también están asociados a los factores redes-modelos y aprendizaje-generatividad.

Se puede observar en el gráfico 6 que el 22,6%, de los niños y niñas evaluados, tiene un nivel alto de presencia del factor recursos externos, el 45,2% tiene un nivel medio y el 32,3% tiene un nivel bajo.

El porcentaje mayorde los sujetos evaluados está situado en un nivel medio respecto a la presencia del factor recursos externos.

Se identificó respecto a la edad de los niños y niñas, que la mayoría que corresponde al grupo de 10 años manifiesta un nivel del factor recursos externos alto, en comparación a los otros grupos de edad, aunque la diferencia en número de sujetos no es significativa. La mayoría en los otros grupos de edad se sitúa en el nivel medio del factor.

Considerando el sexo de los sujetos, no se identifican niveles altos significativos. La mayoría de los sujetos varones presentan un nivel medio del factor recursos externos.

La mayoría de los niños y niñas que viven en familias monoparentales por separación de sus padres, presenta un nivel alto del factor recursos externos.

Según el tipo de familia monoparental por jefatura del hogar, la mayoría de los niños y niñas en ambos casos manifiestan un nivel medio del factor recursos externos. Hay una presencia más significativa en el nivel alto, por el número de sujetos en el grupo que vive solo con la mamá (Tabla 5A).

Considerando el tipo de familia monoparental por situación residencial, la mayoría de los niños y niñas en ambos casos, presenta un nivel del factor recursos externos medio. Un número menor se sitúa en el nivel alto.

Sobre la presencia de un adulto de confianza, la mayoría de los niños y niñas de ambos grupos manifiestan un nivel medio del factor recursos externos. Aunque no es el grupo más significativo, un número mayor de sujetos que perciben una persona adulta de confianza presenta niveles altos del factor, en contraste al otro grupo.

Respecto al tiempo de ausencia de uno de los progenitores, la mayoría en dos grupos se sitúa en el nivel medio (hace mucho y hace poco). El tercer grupo, tienen la mayor parte de sujetos situados en el nivel bajo.

En la mayoría de los niños que mantienen contacto con el progenitor ausente, se presento un nivel más significativo del factor recursos externos (TABLA 4A).

 

CONCLUSIONES

Se ha llegado a la conclusión de que los niños y niñas de 9 a 12 años que pertenecen a familias monoparentales son resilientes. Mediante la aplicación de la Escala de Resiliencia Escolar se pudo identificar distintos niveles de la capacidad en los niños y niñas, la mayoría de ellos manifiestan un nivel medio,.

Ninguno de los sujetos evaluados carece de capacidad resiliente, sin embargo, se hace necesario el fortalecimiento de la misma para lograr niveles más altos y su sostenibilidad.

No ha sido suficiente determinar el nivel general de resiliencia que tienen los niños y niñas que pertenencen a familias monoparentales, sino que fue de vital importancia, como base para el posterior desarrollo de proyectos entorno a la temática, indagar sobre los factores integrantes e interactuantes dentro del proceso resiliente. Es así que se concluye lo siguiente sobre la presencia de los cinco factores en los niños y niñas de familias monoparentales:

Los factores más fortalecidos en el grupo de niños y niñas de la muestra, son autoestima - identidad y factores internos. Lo que indica que los sujetos cuentan con un repertorio adecuado de fortalezas personales, condiciones internas, tienen una adecuada visión de sí mismos y cuentan con recursos que nacen desde ellos para la construcción de respuestas resilientes.

Respecto a los factores redes-modelos; aprendizaje-generaividad y recursos externos, si bien los niños y niñas no carecen de estas dimensiones del su proceso resiliente, los niveles manifestados en la mayoría, oscilan entre medio y bajo, indicando que existe una relativa percepción de apoyo social y afectivo externo, que consecuentemente afecta en la construcción de metas a futuro, en la búsqueda de ayuda en el entorno (redes-modelos) y en la capacidad de aprendizaje en base a la experiencia (aprendizaje-generatividad). Estas dificultades producirían que el niño o niña tenga una visión poco adecuada del problema, y una interacción y expresión con el entorno, limitadas (recursos externos).

Se hizo también una relación de los resultados obtenidos con características de los sujetos de la muestra y la situación monoparental.

Referente a la edad de los niños y niñas, aquellos que tienen menos años presentan niveles altos de resiliencia global y lo mismo en la mayoría de los factores. En el factor autoestima e identidad, los niños y niñas de 12 años presentan un nivel alto, probablemente porque, al ser una etapa de ingreso a la adolescencia, se está consolidando la personalidad dando énfasis a aspectos de carácter más introspectivo.

En cuanto al sexo de los sujetos, se identificó que la estimación general de resiliencia es mayor en las niñas que en los niños. Asimismo sucede con los factores autoestima-identidad; redes-modelos; y recursos internos, aunque en este último ambos presentan niveles altos. En el factor aprendizaje-generatividad y recursos externos los niños tienen un nivel más significativo.

Con estos resultados se puede decir que las niñas tienen mayor capacidad reflexiva y expresiva, mientras que los niños manifiestan un carácter más práctico, dando respuestas ante los problemas.

Respecto a la causa de entrada a la situación monoparental, los niños y niñas cuyos progenitores se separaron presentan un nivel alto tanto en la capacidad de resiliencia global, como en los distintos factores. Esto indicaría que una estructura familiar biparental habría sido de riesgo, siendo una mejor opción para el niño o niña que viva con uno de los padres.

Asimismo, los sujetos que tienen mamá soltera, presentan niveles altos en el resultado global y en el factor recursos internos.

Sobre el tipo de familia según la jefatura del hogar, aunque en la mayoría de las familias monoparentales el progenitor a cargo es la madre, como menciona Millar (1994), cabe pensar en un número creciente de padres que por diferentes circunstancias asumen el cuidado cotidiano de su progenie: hombres solteros que deciden engendrar y/o ejercer una paternidad en solitario.

En la muestra de 31 sujetos, 9 de ellos están a cargo del papá y 22 a cargo de la mamá.

Se manifestaron niveles altos en la estimación global de resiliencia y en todos los factores en este último grupo, probablemente por el rol de protección que juega la madre en la sociedad, los hijos sienten mayor seguridad que aquellos que viven con el padre. Sin embargo, no se debe desmerecer la función que cumplen los padres responsables.

Por otro lado también están los tipos de familias monoparentales según la situación residencial. Los niños y niñas que viven en familias extensas presentan niveles de resiliencia más significativos, en el resultado global, como en las cinco dimensiones. De esta manera, el hecho de habitar y convivir con familiares secundarios, se constituiría de algún modo en un soporte externo.

Respecto a la presencia de un adulto de confianza, aquellos niños y niñas que cuentan con dicha figura, presentan un nivel de resiliencia global alto, igualmente en los cinco factores. En muchos casos, la persona de confianza es el mismo progenitor a cargo. El apego con el padre o con la madre ayudaría a fortalecer las capacidades positivas de los niños y niñas. Estudios longitudinales han destacado que la presencia de una relación cálida, nutritiva y apoyadora, (Greenspan, 1997), con al menos uno de los padres, protege o mitiga los efectos nocivos de vivir en un medio adverso.

Otras personas de confianza consideradas son maestros, tíos, padrinos, etc.

Algunos de los niños(as) todavía mantienen contacto con el progenitor ausente, es probable que este familiar juegue un papel importante en la presencia de la capacidad resiliente. En este sentido se han manifestado niveles altos en la capacidad global y en cuatro de las cinco dimensiones en la mayoría de los niños y niñas que mantienen algún tipo de relación con el padre ausente. En el factor autoestima-identidad, los niños y niñas que no tienen contacto con la persona ausente tienen un nivel alto, lo que quiere decir que el hecho de no ver a uno de los padres, les evita afrontar confusiones y conflictos existenciales. Al respecto se hace necesario trabajar con temas sobre el perdón, y con los progenitores a cargo, dándoles a entender que no es fructífero negar a la persona que se ha alejado.

Por último, resultó importante identificar el tiempo transcurrido desde la ausencia de uno de los progenitores y su relevancia en el resultado de la capacidad resiliente. En la estimación global de la capacidad, los niños y niñas cuyo padre se alejó hace mucho tiempo (más de 4 años) presentan un nivel significativo, lo mismo en los factores redes-modelos y recursos internos. Estos resultados indican que el tiempo, cuanto más haya pasado desde la situación adversa, posibilita desarrollar mejores formas de afronta miento.

 

Notas

41 Psicóloga (Universidad Mayor de San Andrés). Auxiliar de Investigación Titular del Instituto de Investigación, Interacción y Postgrado de Psicología. Correo Electrónico.:maguimaya@hotmail.es

42 Barrón S. (1998) "Para un análisis más elaborado sobre la institucionalización/representación de la monoparentalidad como categoría socio-ideológica de problemas sociales".

45  Millar, J. (1994) "Defining Lone Parents: Family Structures and Social Relations" traducido y citado por Barrón S (1999) en "Familias monoparentales: un ejercicio de clarificación conceptual y sociológica"

46  Rutter, Michael & Rutter, Marjorie (1992). Developing Minds: Challenge and Continuity across the Life Span. Penguin Books, traducido y citado por María Kotliarenco M. Cáceres I. Fontecilla M. (1997) en "Estado de Arte en Resiliencia".

47 Grotberg E. (1995) en Melillo A. y Suárez Ojeda E. (2005) “Resiliencia, Descubriendo las Propias Fortalezas”

48 Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J. y Cyrulnik, B. (2001). “La Resiliencia: Estado de la Cuestión” en Vera Poseck B., Carbelo Baquero B. y Vecina Jiménez M. (2006) “La Experiencia Traumática desde la Psicología Positiva: Resiliencia y Crecimiento Postraumático”.

49 Ídem pág. 50

50 Kotliarenco M. A., Cáceres I. Y Fontecilla M. (1997), Estado de Arte en Resiliencia.

51 Fergusson, D. M. y Lynskey, M. T. (1996). “Adolescent Resilience to Family Adversity”, traducido y citado por Kotliarenco M. A., Cáceres I. Y Fontecilla M. (1997), Estado de Arte en Resiliencia.

52  Grotberg (1995) citada en Kotliarenco M.A., Cáceres I. Y Fontecilla M. (1997), Estado de Arte en Resiliencia.

53   Melillo A. y Suárez Ojeda E. N. (2005) Resiliencia, Descubriendo las Propias Fortalezas.

54 Munist M., Santos H., Kotliarenco M. A., Suárez Ojeda N. Infante F., Grotberg E. (1998) Manual de Identificación y Promoción de la Resiliencia en Niños y Adolescentes.

 

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