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Revista Ciencia y Cultura

versão impressa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.28 no.52 La Paz jun. 2024  Epub 30-Jun-2024

https://doi.org/10.35319/rcyc.2024521319 

RESEÑAS

Dolce mio foco. Una edición de la poesía de la Miscelánea Austral de Diego Dávalos y Figueroa con un recorrido por sus coloquios

Javier de Navascués

Paz Rescala, Laura. Plural, La Paz: 2019. 472 páginas,


Esta edición no se centra en la selección de los poemas contenidos en Miscelánea austral (Lima, 1602) sino que acompaña los mismos poemas de un compendio en prosa de las ideas que vienen a contextualizarlos. Por tanto, la labor de edición no se limita a fijar el texto (de acuerdo a los criterios refrendados por el GRISO de la Universidad de Navarra), o a la anotación de la poesía, sino que alcanza a los coloquios prosificados entre los dos protagonistas, Delio y Cilena. El aparato de notas, por cierto, prescinde de la compulsa de variantes en los ejemplares conocidos, trabajo que ya había realizado la autora para la edición facsimilar completa de Miscelánea austral. Estamos, en definitiva, ante un planteamiento original que, junto a las labores tradicionales del editor textual, busca acercar la obra de Dávalos al lector interesado.

Una introducción y un amplio estudio preliminar abren el volumen. En ellos se explican los principales elementos en juego, empezando por los protagonistas del libro, Francisca de Briviesca y Diego de Dávalos, amada y enamorado respectivamente enmascarados bajo los nombres de Cilena y Delio. Los cuarenta y cuatro coloquios mantenidos en un jardín a las afueras de La Paz (el lugar concreto no acaba de determinarse) parten de los temas del amor petrarquista y van derivando a otros muy dispares, de forma que, uno a uno, van componiendo un conjunto variado y multiforme. En medio de los diálogos se van insertado distintas composiciones escritas por Delio dirigidas en su mayoría a su amada Cilena: sonetos, canciones, octavas reales, quintillas y hasta una composición en verso suelto. La acumulación de temas y lecturas se sostiene en el saber humanista de la época. De hecho, el escrutinio de las lecturas italianas de Dávalos rebasa la consideración de que éstas sean simples motivos de inspiración.

En la Miscelánea austral, el juego intertextual deviene en traducción más o menos fiel de pasajes ajenos, a veces sin que el autor declare su fuente. El trabajo de Paz Rescala sigue a los de Alicia Colombí-Monguió, quien ya mostró con elocuencia en su día el modus escribiendi de Dávalos: la doctrina de la imita- tio que lleva a citar, explícita o implícitamente, a Dante, Petrarca, Cavalcanti Equícola (a éste muy profusamente), Baptista Carmelita, Baptista Campo Fregoso, Luigi Tansillo, Luigi Bembo, Guittone d’ Arezzo, Orazio Rinaldi, Betussi, Vittoria Colonna, etc.

Como se detalla en el estudio preliminar y luego en las notas de cada coloquio, Dávalos leyó atentamente a estos autores, y los copió o se apartó de ellos cuando le pareció conveniente. El aparato de notas comenta en cada momento las referencias de todos estos y otros autores italianos. No siempre hay una concordancia absoluta en las traslaciones que realiza Dávalos: de Bettusi se aleja conscientemente cuando éste critica la vida licenciosa de la corte papal, o de Equicola soslaya los pasajes más directamente eróticos en sus traducciones. Entonces, ¿hubo plagio en su caso?, se pregunta el lector actual. Paz Rescala acude a la misma tradición en la que se acomoda el propio Dávalos para encontrar que, en efecto, desde presupuestos actuales, no pocas páginas de la Miscelánea austral podrían tal vez hoy ser tildadas de plagio. Sin embargo, en absoluto serían percibidas como tales en su tiempo, ya que el taraceado de distintos textos ajenos formaba parte de un tipo de composición textual característica en el humanismo del siglo XVI. Este trabajo consistiría en “retomar otros textos (la mayor parte de las veces de forma fragmentaria) y a partir de ellos formar algo nuevo”. Además, “Dávalos va un paso más allá en relación de lo que muchos harán (como antologías de dichos, de historias o de anécdotas) y construye dos eruditos personajes” (p. 79). Otro aspecto interesante de nuestro poeta “plagiario” es que su erudición, muchas veces, se nutre del italiano antes que del latín.

La Miscelánea austral no solo considera motivos propios de la discusión petrarquista. Después de los debates, por ejemplo, acerca de si los celos reflejan el amor verdadero, si cesa el amor cuando se obtiene o si el amor espiritual en exclusiva es válido cuando une a un hombre con una mujer, los protagonistas discuten o dialogan sobre la etimología de los nombres de las naciones, la calidad de los frutos españoles trasladados a América, o la capacidad de los indígenas para amar del mismo modo que los europeos. Son precisamente los coloquios dedicados al medio americano los que han merecido reproches por parte de cierta crítica, que ha visto en Dávalos la mirada del encomendero incapaz de percibir la singularidad de su entorno o indiferente a la violencia desatada a partir de la conquista. La lectura de Delio, por ejemplo, de la imagen del indígena en La Araucana vendría a poner en duda la calidad ennoblecedora que Ercilla habría tejido en torno al pueblo mapuche. Sin negar lo evidente, Paz Rescala plantea una explicación a partir de los veinticinco primeros coloquios que se centran en una ética derivada de una estética del gesto cortesano. “Lo que Dávalos construyó frase a frase es el cortesano que añoraba ser, es el cortesano que no pudo ser y que casi fue” (p. 89). Desde América trata junto a su amada de elaborar un telar de lecturas y de aficiones que les recuerde sus orígenes. Como buen segundón, siente el “exilio” de un entorno letrado y sublimado por el recuerdo. Podríamos decir que Dávalos (al igual que su amada interlocutora) es un inadaptado al medio y por eso se refugia en la cultura letrada clásica y “moderna” (es decir, italiana y española). El resultado sería esta obra que es “laboratorio de la nostalgia” y a la vez “miedo a amar lo desconocido” (p 99), aunque a veces el medio y la historia americana se encuentren fascinantes.

La abrumadora erudición que acomete esta edición no elimina su honestidad, como cuando la editora reconoce ciertas “deudas pendientes”: desde un buceo más hondo en las fuentes latinas y españolas hasta el estudio pormenorizado de los poemas traducidos de Dávalos. En realidad, una polímata tan exuberante como Miscelánea austral no se agota fácilmente y la labor de Laura Paz Rescala no hace sino consolidar y avanzar en los primeros estudios solventes que se han hecho hasta ahora. Algunas pequeñas erratas he podido constatar, como Fernández de Herrera, en lugar de Fernando de Herrera, (p. 42), Moringo en lugar de Morínigo (39), o “injiere” (300), etc. La información que se ofrece, no obstante, es sobresaliente. En cuanto al aparato de notas, es muy amplio y permite una lectura densa y centrada al mismo tiempo en cada tema tratado. Quizá se echa en falta mayor contextualización histórica en ciertas opiniones de los contertulios, que no hacen otra cosa que referirse a cuestiones de actualidad desde un punto de vista bastante común para el momento. Así, en nota 709 la editora califica de “ligeramente paradójico” que el texto ensalce al virrey Francisco de Toledo por sus medidas a favor de los indígenas cuando hoy se le recuerda por la ejecución de Túpac Amaru I y por la instauración de la mita. En realidad, la percepción de sus contemporáneos estaba más cerca de lo que aseguran Delio y Cilena; basta con confrontar lo que dicen sobre las leyes toledanas autores, no solo españoles, sino indígenas, como Guamán Poma de Ayala (bien que puede haberlo expresado por pura corrección política).

Con todo, la anotación es, en general, de una calidad excelente. El resultado final es el de un volumen imprescindible para el conocimiento de uno de los nombres mayores de la producción cultural en Charcas. Este trabajo, como otros que se han ido realizando en los últimos años, están permitiendo rescatar un patrimonio literario que merece un puesto muy superior, no solo en el ámbito de la literatura boliviana, sino dentro del canon de las letras coloniales americanas.

Javier de Navascués

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