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Revista Ciencia y Cultura

Print version ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.27 no.51 La Paz Dec. 2023  Epub Dec 20, 2023

https://doi.org/10.35319/rcyc.2023511226 

ENSAYO VISUAL

Creadoras, mujeres artistas en Bolivia: desmontando el proceso

D. Jackeline Rojas Heredia* 

*Jefa de la Unidad de Museo del Museo Nacional de Arte.


El Museo Nacional de Arte (MNA), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB), inauguró en octubre la muestra bienal Creadoras, mujeres artistas en Bolivia, una exposición que integra las obras de 104 artistas, algunas de ellas nacidas antes de finalizar el siglo XIX, la mayoría contemporáneas. Esta integración se intentó trabajar de manera cronológica, pero durante el proceso se notó que no era posible. Entonces se analizaron distintas interrogantes cuyas respuestas despertaron el interés por investigar.

¿Qué motivó en las mujeres el interés por el arte? ¿Desde qué lugar, espacio, posición surgió en las mujeres ese interés? ¿Desde dónde observaron el mundo las artistas? ¿Cómo surge ese impulso creativo? Pero entre todas esas interrogantes surgió una pregunta más importante, además de las reconocidas artistas, María Luisa Pacheco, María Esther Ballivián, Inés Córdova y la escultora Marina Núñez del Prado, ¿hubo otras mujeres destacadas en las artes plásticas?

La respuesta es “Sí” y se buscó en la propia colección de obras que alberga el Museo. En la misma se notó que, antes de la donación de bienes culturales de Gil Imana e Inés Córdova, las obras de arte hechas por mujeres eran poco más de un centenar, sin tomar en cuenta que el Museo alberga obras que datan desde el siglo XVI y que muchas de esas creaciones son de autores anónimos.

Entonces, el MNA albergaba y alberga las creaciones de varias artistas bolivianas, obras que, en la mayoría de los casos, fueron donadas. En medio de esa colección existen creaciones de artistas mujeres extranjeras que ya sea por alguna invitación, exposición colectiva internacional o por el desprendimiento de alguna embajada llegaron a integrar los bienes que resguarda el Museo.

Muy pocas de esas obras poseen amplia información, los registros apenas detallan el nombre, la fecha, procedencia y técnica. El “cómo” en varios casos es un misterio.

Algunos nombres destacaron en esa búsqueda, uno perteneciente a una exdirectora del MNA, Magda Arguedas Villanueva, quien no solo trabajó en la institución sino que dejó obra; en otros casos, las artistas que viven, radican en otras ciudades del país y del exterior. Para conocer un poco más se acudió a los libros sobre historia de arte, tanto universal como nacional, en ellos escasamente se halló información relevante: páginas enteras dedicadas a las reconocidas, mencionadas líneas arriba; sobre las otras, alguno que otro párrafo o absolutamente nada.

La indiferencia por la creación de las mujeres no es exclusiva en Bolivia. En la historia del arte, a nivel mundial y de acuerdo con la bibliografía consultada, la mujer es la eterna representada, objeto de deseo o rechazo, pocas veces incluida como “sujeto”, de ahí que el concepto de “genio creador” refuerza la naturalización sobre la escasa presencia de la mujer en el arte y en la historia en general. Por eso no es extraño que, en 1971, la historiadora del arte estadounidense Linda Nochlin plantee la interrogante: ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?

Varias centurias atrás, las mujeres religiosas eran las únicas que podían acceder a la cultura. Por norma general la mujer solo tenía dos caminos: casarse o internarse en un convento. Es a partir del Renacimiento que empiezan a surgir mujeres artistas, muchas veces porque se trataba de familiares de artistas varones, que se formaban en los talleres de éstos.

Entre los siglos XVI y XXI se registra una notable producción creadora; sin embargo, las mujeres permanecen prohibidas de asistir a clases presenciales, prohibidas de estudiar la anatomía de un cuerpo hasta finalizar el siglo XIX. Es cierto que en medio de esas barreras destacaron famosas rebeldes como Hilma af Klint (1862-1944, Suecia), la primera mujer en crear obras abstractas en 1906; pese a que se atribuye y difunde a Kandinsky como el inventor de la abstracción en 1910.

Otro caso es el de Artemisia Gentileschi, artista del Barroco (1593-1654, Italia), quien tuvo que luchar para que se respete su autoría en sus creaciones y no se le atribuya todo a su padre. Así como esas mujeres, es justo creer que también en la historia de la producción artística boliviana se hayan dado casos de mujeres invisibilizadas.

En Bolivia y concretamente en el MNA tenemos pioneras, por ejemplo, Elisa Rocha de Ballivián. Con uno de sus retratos, Señora Esslinder, de 1893, iniciamos la sala de obras de la colección del MNA que integra la muestra Creadoras, mujeres artistas en Bolivia. La artista fue una de las primeras bolivianas en formarse académicamente en Chile, es pionera porque se dice que instaló una escuela de arte en su domicilio en La Paz antes que se abriera la Academia de Bellas Artes en el país (1926).

Elisa Rocha de Ballivián, contemporánea de Adela Zamudio, quien además de ser escritora fue pintora, es reconocida también por ser la abuela de María Esther Ballivián. Otra pionera es la chuquisaqueña Olga Campero, cuya producción ya se visualiza en el siglo XX, la artista fue la primera en trabajar con el desnudo femenino, un escándalo para la época en Bolivia.

La colección del MNA tiene importantes obras, como el collage titulado: Del mundo, de Yolanda Aguirre, Las Madrinas de Norah Beltrán, La protesta ecológica de Beatriz Mendieta, Las beatas de María Teresa Berríos o El amor de María Haydé Aguilar. Tiene también obras de extranjeras como Alicia Bustamante, Kalamarca, que data de 1943, curiosamente anterior a la existencia del mismo Museo Nacional de Arte.

Bustamante -de la corriente indigenista y contemporánea de “El pintor del Altiplano”, David Crespo Gastelú- recorrió los pueblos andinos de Bolivia. Seguramente fue amiga de Crespo Gastelú, aunque no se haya encontrado algo que pruebe tal suposición.

La muestra Creadoras quiso revelar el sentimiento de la mujer artista, para lo cual se tomó en cuenta un tema recurrente en varias de las obras de colección: el nexo con la tierra, los motivos andinos, la Pachamama, que se pueden apreciar en obras de María Luisa Pacheco, Agnes Ovando de Frank, Norah Beltrán, Cecilia Wilde, Sandra de Berduccy, y que coincidentemente continúan siendo fuente de inspiración para otras creadoras como: Ángela Murgia, Erlini Chove, Rocío Chuquimia, Luz Asturizaga Chura, Roxana Usnayo Quelca y más.

Se decidió llevar al interior del Museo aquellas expresiones más urbanas. La lucha de las mujeres por sus derechos y por ejercer esos derechos a lo largo de la historia ha tomado las calles y se ha visualizado en pancartas, murales, grafitis, fotografías. Entonces el equipo analizó, por conveniente, contar con el trabajo de cuatro artistas jóvenes provenientes de la ciudad de El Alto, ellas son: Reyna Mamani Mita, Elvira Janeth Quispe Guzmán, Carla Pamela Casa Guarabia y Lenia Esmirna Orellana Gómez.

Las artistas plantearon una narrativa que integra la historia de tres generaciones de mujeres; la primera migrante del campo a la ciudad. Las tres con características similares a todas las mujeres: el deseo de salir adelante, de vencer obstáculos, de lograr una vida mejor, carrera en la cual las mujeres caen como “víctimas del sistema financiero”, esclavas de las deudas bancarias. Esa es la historia de la mencionada instalación que integra espejos en los cuales los rostros de las mujeres visitantes se pueden reflejar.

También se hizo necesario recrear un espacio en el que se pudiera dar vida a artistas que dejaron un legado poco conocido en la especialidad pictórica, nos referimos a Adela Zamudio, Josefina Reynolds y Rosenda Caballero, más conocida como Gloria Serrano. Las dos primeras no solo fueron mujeres de letras, también fueron pintoras. El MNA no cuenta con obras ni de Zamudio ni de Reynolds y las circunstancias para acceder a cualquiera de estas creaciones no son las más optimas, pero recrear a través del sistema digital de una sala inmersiva permite conocerlas en su faceta pictórica y un poco más como mujeres influyentes, independientes y pioneras.

La muestra Mujeres, como proyecto, estaba presente desde 2021, pero no desde la mirada de mujer, vale decir, no desde la creadora o al menos no estaba definido del modo en que se trabajó. Es una exposición distinta porque integra obras de la colección con obras de artistas actuales, es distinta porque permite al público un acercamiento a las creaciones hechas por mujeres y es la primera vez que un Museo Nacional de Arte, en Bolivia, traza el camino para descubrir a las primeras creadoras bolivianas, conocer a las contemporáneas y cubrir parte de la deuda histórica que se tiene, como país, con las artistas mujeres.

Acciones similares se llevan adelante en otros países, en España, la Asociación de Mujeres en las Artes Visuales Contemporáneas-MAV impulsa desde 2009 un observatorio de género que monitorea y denuncia la inequidad en el mundo del arte. El Museo Reina Sofía incluye entre sus propuestas Feminismo, un recorrido por los espacios de la colección dedicados a las vanguardias artísticas que cuestiona la visibilidad y el rol de la mujer en la historia del arte.

En Los Ángeles, la gran exposición Radical Women: Latin American Art 1960/1985, exhibida en las salas del Hammer Museum, reunió el trabajo de 120 mujeres artistas y colectivos con más de 280 obras en fotografía, video y otros medios experimentales. Un trabajo curatorial que tomó siete años. Muchos países están cuestionando el contenido de su legado histórico realizado solo por varones y están corrigiendo la omisión a las mujeres, la omisión a su mirada, a su sentir y sobre todo, a su creación.

Si bien en 1985 el colectivo de artistas feministas Guerrilla Girls inició la lucha para que las mujeres ingresen a los museos, no como “objeto” para el deleite masculino sino como sujeto creador, hoy esa lucha continúa y se conquistan espacios. Hoy al menos 10 salas en el Museo Nacional de Arte y varias actividades fortalecen esa presencia.

Elisa Rocha de Ballivián

Óleo/Vidrio opalina (1897)

“Retrato de la señora Esslinder” 

Olga Campero

Óleo/Tela (siglo XX)

“Mujer desnuda” 

Agnes Ovando de Frank

Óleo/Tela (1969)

“Sullus” 

María Teresa Berríos

Mixta/Lienzo (1969)

“Amor de perdicao” 

Inés Córdova

Collage/ Tela (1972)

“Collage” 

Patricia Mariaca

Óleo/Tela (1992)

“Saliendo del mar de Galilea” 

Norah Beltrán

Óleo/Lienzo (1976)

“Las Madrinas” 

Yolanda Aguirre

Collage/Cartón

“Del mundo” 

Sandra de Berduccy

Textil interactivo (2016)

“Jiwasanaka y territorio Lupaqa” 

Rosmery Mamani

Carboncillo (2023)

“Madre aymara” 

Muestra “Creadoras” del Museo Nacional de Arte

Instalación de arte urbano 

Lesly Moyano

Fotografía (2022)

“Retrato de familia” 

Referencias

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