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Revista Ciencia y Cultura

versão impressa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.27 no.50 La Paz jun. 2023  Epub 30-Jun-2023

 

RESEÑAS

Prólogos y epílogos de Luis H. Antezana

Christian Jiménez Kanahuaty

Antezana J., Luis H.. 2020. Plural editores, La Paz: 557 páginas,


El libro Prólogos y epílogos, publicado por Plural editores en 2020, es un trabajo de compilación, organización y anotación realizado por Alfredo Ballerstaedt G. con un prólogo escrito por Leonardo García Pabón y en realidad está compuesto por dos secciones y una coda. La primera sección es la llamada “Prólogos” y reúne 28 textos. La segunda parte, “Epílogos”, agrupa siete trabajos y la “Coda” está compuesta por dos escritos, uno de los cuales también funciona como un post scriptum del autor en razón de la publicación de este libro.

El autor no es otro que Luis H. Antezana: filólogo, investigador, catedrático, ensayista y traductor. Dicho esto, hay que anotar, de forma preliminar, una cuestión. Este es un libro que bien podría ser denominado como un “producto del amor”, porque todos los involucrados -desde el editor, el prologuista, la editorial y hasta las personas que colaboraron en su edición- rinden, a su modo y desde distintas distancias, un tributo de agradecimiento y reconocimiento a Antezana por su labor crítica y académica de más de cuatro décadas. Cuarenta años que se materializan tanto en estos prólogos y epílogos como en los libros monográficos y ensayísticos que Antezana preparó y puso en circulación para alimentar tanto el debate dentro de las ciencias sociales y humanas en general como dentro del campo de la literatura boliviana en particular.

Este libro ordenado cronológicamente sirve entonces como muestra de un recorrido de formación intelectual y académica que se puede leer como una teorización práctica sobre el acto de escribir prólogos y epílogos. Demuestra así Antezana que no existe realmente una teoría sobre cómo se deberían escribir textos de esta naturaleza, y tras afirmar tal idea, lo que hace a continuación es esbozar -y poner en debate- una serie de consideraciones sobre el tema, que son tanto producto de la experiencia como resultado de una elaboración meditada sobre el “acto de acompañar un texto” para que el lector no se pierda pero, al mismo tiempo, encuentre su propio camino (modo) de lectura.

En ese sentido, es también un libro que tiene una fuerte apuesta pedagógica, porque implica pensar en dos dimensiones casi epistemológicas: 1) ¿Cómo se lee? y 2) ¿Con qué herramientas teóricas, emocionales, históricas, sociales, culturales e incluso políticas leemos? Y si uno revisa la producción de Luis H. Antezana, podrá darse cuenta que ambas series de preguntas no son esporádicas ni casuales ni recientes. Son, al contrario, la base fundacional de su estrategia analítica que, como toda estrategia, también goza de un alto componente creativo. Así, Elementos de semiótica literaria (1977), Álgebra y fuego (1978), Teorías de la lectura (1983) y Ensayos y lecturas (1986), junto con La diversidad social en Zavaleta Mercado (1991) y Dice que dijo (2003), se convierten en el subsuelo teórico-normativo sobre el cual Antezana levanta y construye ciertos procedimientos de lectura que luego utilizará para escribir tanto los prólogos y los epílogos reunidos en este libro.

Y es de esa manera que se convierten en una herramienta pedagógica, porque Antezana demuestra con el ejemplo. Establece así modos de leer y maneras de escribir sobre lo que se lee y cómo conectar lecturas entre sí y extraer de esa conexión tanto un sentido como un significado que no sean sólo de carácter individual, sino colectivo. Por ello, el trabajo de Antezana es de “acompañamiento”. Acompaña al lector hacia el libro y al autor hacia el lector. Es un doble movimiento que habla, por un lado, de la calidad del prologuista en tanto sabedor de que su oficio debe estar al servicio de una obra, como también, del hecho de que cada lectura en sí misma condensa nuevas interrogantes y experiencias de aprendizaje. Lo que implica que este libro es un mapa sobre la creación intelectual en y sobre Bolivia desde distintos campos del saber: literatura, historia, sociología política, antropología estatal, etnohistoria, biografía y fútbol.

Podría hacerse foco en cada una de ellas a la manera en que un observador verifica cómo está armado un vitral. Se dará cuenta que su hechura corresponde a la sumatoria de varios fragmentos. Cada fragmento, al margen de estar cortado de forma desigual, tiene un color determinado. Pero cuando el observador se aleja comprende que los fragmentos dialogan entre sí y conforman una figura mayor, que no se pudo percibir al principio dada la cercanía de la mirada, cuya imagen final corresponde a la totalidad. Entonces, cada fragmento cuenta una historia y es independiente del resto. Pero cuando se juntan los pedazos, los fragmentos cobran nuevo valor y significado: de este modo se puede leer Prólogos y epílogos de Luis H. Antezana. Como una muestra virtuosa de objetos sociales y experiencias cognoscitivas específicas, que, al unirse y dialogar entre sí, conforman un otro discurso que connota la sociedad boliviana, haciendo hincapié en sus matices, contradicciones y elaboraciones superadoras.

Pero, además, para aquellos interesados en cómo se forma el campo intelectual en Bolivia, el libro resulta especialmente atractivo porque entiende a través de su cronología, en principio, el modo y las herramientas teóricas y metodológicas con las que se pensó Bolivia desde inicios del largo siglo XX y luego, explica de forma lateral, la manera en que se seleccionaron los objetos sociales para ser pensados. Por ello, el efecto que se tiene al recorrer el volumen es que se consolida un paisaje sobre el modo en que la sociedad se piensa y organiza a través de sus mediaciones y sujetos a lo largo del tiempo; lo cual. Lo cual es todo un reto, teniendo en cuenta el tratamiento fragmentario que las ciencias sociales han elaborado a la hora de pensarse a sí mismas en el país.

Por otro lado, también habla del registro creativo. El teatro, la novela, la poesía y la canción forman los cuerpos conceptuales y experimentales sobre los cuales repara para preguntarse sobre las estrategias creativas con que los autores abordaron la formación de sus obras, pero también establece las continuidades y rupturas dentro de la narrativa y la poesía, mostrando al lector quiebres, bifurcaciones y recuperaciones. Con ellas, arma un panorama de la literatura en Bolivia de largo aliento y convierten a la crítica literaria en el esfuerzo intelectual más interesante por capturar todos estos momentos y darles un sentido tanto histórico como estético.

Finalmente, no hay que olvidar que en este libro también se encuentran reunidas algunas entrevistas que demuestran tanto la capacidad como entrevistador que tiene Antezana, como la manera en que la entrevista puede informar y alimentar la reflexión teórica, aunque esta trate sobre la elaboración de una novela o del crecimiento de un personaje de ficción. No en vano la entrevista es también un método de conocimiento y, por lo mismo, Antezana escribe como si estuviera conversando, reflexiona a nuestro lado y hace del acto de lectura una labor compartida en la cual tanto el que guía como el autor y el lector, al final de la partida, sacarán lecciones y aprendizajes constitutivos de sus nuevas búsquedas e intereses.

Christian Jiménez Kanahuaty

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