Los cánones de belleza, ya establecidos en la sociedad desde hace siglos, poco o casi nada se han modificado. A lo largo de los años siempre ha predominado una idea desde la belleza hegemónica blanca. Desde los parámetros europeos, claramente tenemos un ideal de belleza que se basa en proporciones que generalizan y condicionan la manera en la que debemos ver al mundo, donde los colores de piel y los cuerpos de proporciones diversas más voluptuosos o más delgados no son permitidos. Todo esto lo vemos constantemente en la información de comerciales, la música, el cine, el teatro y el arte, materiales que consumimos constantemente y que refuerzan dichos estereotipos.
Sabiendo esto no es de extrañarse que, durante muchos años, haya buscado reconocerme en todos estos medios y particularmente en fotografías, dibujos, pinturas, donde no encontré imágenes que tengan un cabello similar al mío o que se vean como mi papá. Entonces cuando entré a la Universidad, a la Carrera de Artes, esta inquietud se convirtió en una necesidad artística y empecé a crear espacios de auto reconocimiento con mis dibujos, fotografías, pinturas, bocetos inacabados, debido a mis inseguridades. Dudé si estos trabajos serían aceptados, pensando que no estaban muy relacionados con los cánones y estándares acostumbrados; sin embargo, continué y empecé mi exploración en el arte desde los retratos y la visibilización de la imagen afro boliviana en salas de exposiciones de Bolivia, escuchando más de una vez críticas que cuestionaban el contenido preguntando “¿desde cuándo estas galerías deberían prestarse para mostrar estos retratos de negros?”. Estas críticas siempre me parecieron de lo más alentadoras, pues en realidad se estaba generando espacios de debate y se estaba mostrando los cánones que siempre han estado en Bolivia al menos desde la colonia, pero que en muy contadas ocasiones han sido protagonistas de las obras.
Con el paso del tiempo pude encontrar otros referentes artísticos internacionales como Aida Mülenet, artista etíope que habla de su identidad desde sus proyectos de fotografía y pintura; también Kara Walker pintora estadounidense que cuenta la historia afroamericana desde sus obras de figura y fondo en blanco y negro. En Latinoamérica tenemos a Liliana Angulo artista colombiana cuya obra representa la identidad del pueblo negro, sólo por ponerlas como ejemplo. En el arte contemporáneo, la búsqueda de espacios de representación afro va tomando más fuerza hasta incluso convertirse en un tema de tendencia, ya que hay más movimientos sociales que demandan su visibilidad Lo mismo ocurre con otras minorías de grupos sociales que encuentran en el arte un espacio de lucha desde la creación.
A medida que pasaron los años y que mi trabajo fue transformándose y transmutando hacia otros espacios, encontré que mi cuerpo era también el soporte de un lenguaje reivindicativo; el performance, el audiovisual y las instalaciones fueron complementando mi trabajo y durante mis últimos procesos encontré formas extrañamente expresivas en mi cuerpo pintado de negro, color rechazado en la lucha contra el Tundiqui que es una danza estereotipada donde continúan cosificándose los cuerpos. Estas imágenes expresivas con las que peleo al jugar entre reflejos que generan reflexiones son las que le han dado forma a mis inquietudes y nuevas propuestas de representación de lo afroboliviano cuestionándome si lo afro viene sólo desde la piel o es más un tema de identidad adquirida desde la familia y la crianza. El problema no está en los cuerpos pintados que buscan representar a otros cuerpos sino en lo que éstos nos provocan cuando los vemos. Hace poco realicé unos ejercicios que comparto en este artículo donde al intentar usar el rostro pintado en protesta frente a lo que ocurre con el Tundiqui encontré contrastes de luz donde el juego de ser otra con la máscara puesta. Esto me llevó a la libertad de muchos gestos “monstruosos” que sin duda no están dentro de lo que llamamos hermoso. Sin embargo, hay mucho potencial en empezar a intervenir estos espacios en los cuales no vemos nuestra representación y trabajar de manera invertida con ellos.