En la ciudad de los anillos existe una fascinación por lo nuevo. Mientras en el corazón del artista hay una búsqueda que mira preponderantemente al pasado. Así, de esta dicotomía cotidiana nacen las observaciones y cuestionamientos que lo van nutriendo.

La celeridad del crecimiento de la ciudad lo aturde y decide conocerla en intimidad, observando minuciosamente sus cicatrices, grietas, recovecos. Al contacto con la piel de la ciudad va descubriendo el carácter de la urbe desde una perspectiva burda, una arqueología de las materias, un reconocimiento de la flora preponderante que recupera su espacio entre el concreto y sigue dando frutos en plena calle, las hormigas brotando de toda abertura, los rastros del quehacer humano que se incrustan en las veredas y muros, los sonidos y vibraciones de los micros y el wifi, los tonos de la luz dorada cansada que baña el área cruceña. El verde mate del monte que puebla la ciudad y reclama su lugar como habitante originario en pleno auge vertical.

En esos tejemanejes descubre que Santa Cruz tiene alma rural y, a pesar del frenesí económico y la explosión urbana que viene sufriendo desde mediados de siglo XX, su corazón es verde. La ciudad delimitada por quintas y estancias agrícolas deja ver hasta el presente ciertas características arquitectónicas de su pasado. Pero ante todo los cruceños guardan el distendido espíritu rural a pesar de sus aspiraciones. Los malls, torres, infraestructuras colosales no escapan de la arena del Piraí y del manto cerebó del incansable sol. La ciudad se rebela, sus habitantes se salen de la raya e invaden los límites del orden y civilidad. La contemporaneidad es adoptada con la calma y la voluntad relajada de un rural sin prisas, mientras el artista se halla en la disyuntiva ciudad/pueblo anonadado. Entre las aspiraciones megalómanas americanas y el remanso verde mate encuentra la belleza de la ciudad indomable. No es Miami pero tampoco es Macondo. Es lo que hay y mientras los habitantes le sigan susurrando historias, no importa que el pasto sea más verde y mejor cuidado en otro lugar.

Proverbio francés: Ailleurs l'herbe est plus verte