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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult v.25 n.46 La Paz jun. 2021

 

ENSAYO VISUAL

 

Educar en tiempos de pandemia

 

 

Mónica Navia*

 

 


La pandemia provocada por la covid-19 ha sorprendido a Latinoamérica y al mundo. Entre sus efectos está el aumento de las brechas sociales, económicas y educativas. En un reciente informe de UNICEF (2021), se estima que 114 millones de estudiantes se han quedado sin escolarización presencial, a causa de la cuarentena, que provocó el aislamiento social y el cierre de las escuelas. El dato más preocupante es que millones de estudiantes podrían abandonar definitivamente sus estudios.

En este nuevo contexto de transición a la pospandemia —o de incertidumbre sobre la prolongación y el alcance de las medidas de prevención y vacunación—, son muchas las preguntas que nos planteamos: ¿cuáles han sido los efectos del cierre de las escuelas en los niveles de aprendizaje de los estudiantes?, ¿qué pérdidas y vacíos han quedado, y seguirán creándose, mientras continúan los cursos remotos o a distancia?, ¿cómo se han ampliado las brechas socioeconómicas y tecnológicas?, ¿qué dimensiones alcanzarán los índices de reprobación y abandono escolar?, ¿podemos distinguir efectos emocionales, afectivos, de distorsión u otros? Por sobre todo, ¿qué iniciativas o acciones están tomando gobiernos, instituciones, maestros y profesores para llevar adelante la tarea de enseñanza y aprendizaje en esta nueva normalidad?

Como han señalado varios autores, la pandemia también se convierte en una oportunidad para profundizar en el desarrollo de las estructuras digitales de las universidades y de unidades educativas. Sin embargo, hay costos severos si no se mira de manera crítica las implicaciones que tienen para las instituciones, los estudiantes y sus familias, en términos de garantizar de manera equitativa el derecho a la educación para todos los grupos sociales. A la vez, no podemos negar que desde los sectores empresariales, con la digitilización de la universidad, se intenta no solo ampliar su mercado, sino también, las concepciones de sociedad y vida que están implícitas en las ofertas educativas y tecnológicas que se ofrecen a las instituciones educativas. En estas propuestas, se elude la riqueza del diálogo y el desarrollo crítico que se genera con el contacto presencial y cara a cara de los estudiantes con sus docentes y con sus pares, que se aprecia tanto en las aulas como en los diferentes espacios de encuentro de las instituciones.

En el caso de la vida universitaria, la riqueza de esta comunicación permite valorar la vida social y política del entorno en el cual se encuentran las universidades. Pensar las escuelas, y como señala Agamben (2020), las universidades desde las tecnologías digitales, supone “la cancelación de la vida de cada experiencia de los sentidos y la pérdida de la mirada, permanentemente aprisionada en una pantalla espectral”, pero aún más, del fin del estudiantado como forma de vida.

El reto más importante será imaginar la escuela en la pospandemia, pero también la sociedad, su relación con su entorno, el cuidado de sí mismo y el de los otros, pues se trata de pensarnos solidarios; pero siempre en una visión crítica frente a las desigualdades, y en la búsqueda de oportunidades, para poder poner en juego nuestras capacidades humanas, socioculturales y como personas/mundo.

En este ensayo visual, presentamos imágenes que muestran diferentes formas en las que se hace presente la conjunción entre los procesos educativos y la vida cotidiana enfrentados a la pandemia en Bolivia, México, Perú y Argentina. El objetivo es brindar imágenes, casi pinceladas, de formas de acción que han permitido, con las limitaciones y oportunidades locales, salir adelante.

Expreso mi agradecimiento a quienes tuvieron la gentileza de compartir en esta revista registros fotográficos que dan cuenta del desarrollo de las actividades que se impulsan desde espacios cotidianos, escolares y universitarios. Varias de estas fotografías fueron tomadas con celulares y enviadas desde comunidades de diferentes puntos de Latinoamérica; por esta razón, algunas pueden no tener buena resolución. Pero por sobre la calidad digital de cada una se impone el valor testimonial de cada rincón desde donde se sigue llevando adelante los caminos de una formación para todas y todos.

En la comunidad de Monte de los Olivos, situada en los Altos del Estado de Chiapas, México, el maestro tzotzil, Bartolomé Vásquez López, enseña a sus estudiantes bajo una pedagogía en la que los aprendizajes se detonan tanto en el aula como en diferentes espacios de la comunidad. Desde las montañas de Chiapas se muestra que es posible pensar la educación en la cual los estudiantes de manera libre pueden desarrollar su curiosidad y su imaginación aprendiendo en un ambiente de confianza y colaboración, como lo ha mostrado la cineasta mexicana Marissa Elizondo en el documental Sembradores, enfocado en la educación realizada por el maestro Vásquez López. La pandemia no ha detenido su tarea.

 

La Paz, Bolivia. En una zona rural, se encuentra la comunidad altiplánica de Pizacaviña (p'isäqaywiña, donde deambulan las perdices, en idioma aymara), en el municipio de Calamarca, del departamento de La Paz. Lucio Torrez Soria/Lucian de Silenttio, estudiante de Filosofía y egresado de Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés, quien retornó a su comunidad durante la cuarentena rígida producida por la pandemia, decidió organizar un proyecto educativo alternativo debido al cierre de la escuela de Pizacaviña y del colegio de Calamarca, de nivel secundario. Con la aprobación de los mallkus (autoridades originarias del lugar), lleva a cabo un Taller Itinerante de Lectura y Escritura (se lo encuentra en Facebook, con este nombre), en el cual desarrolla actividades alternativas relacionadas con el fortalecimiento de competencias en lectura y escritura bilingüe. Aun cuando Torrez no es maestro, él ha creado sinergias con instituciones, maestros en ejercicio y académicos para llevar adelante este proyecto.

 

La Paz, Bolivia: Camila, de ocho años, realiza actividades formativas en la sala de su domicilio. Ciudad de México: Elian, de seis años, pasa clases a distancia con el acompañamiento de un familiar; ella funge como mediadora para facilitar los aprendizajes escolares. La modalidad de la educación a distancia ha permitido que muchos niños del sistema de educación puedan continuar su formación; en este nuevo contexto, los familiares y el empleo de los recursos tecnológicos juegan un papel muy importante.

 

En la bahía de Copacabana, del departamento de La Paz, Bolivia, a unos pasos del lago Titicaca, cada martes y jueves, a las tres de la tarde, Joaquín toma clases mediante el sistema radiofónico local. Debido al cierre de las unidades educativas, las radiodifusoras y televisoras locales de municipios de todo el país destinaron parte de su programación para apoyar la formación de los estudiantes. La iniciativa ha brindado un espacio que permita aumentar la cobertura de los servicios de educación para llegar donde se encuentren los estudiantes, “estén donde estén. Ya sea que acompañen y ayuden a sus padres en el trabajo, vayan a las chacras [lugares de sembradíos] o se queden en casa”, como afirma la profesora Paula Villarroel, entrevistada por el medio de prensa local Página Siete.

 

La Paz, Bolivia. A unos cien metros de la oficina central del Ministerio de Educación, en la misma acera, una vendedora ambulante de barbijos improvisa un espacio para que su hijo pueda pasar clases virtuales, según las instrucciones emanadas por la oficina gubernamental. Muchos niños se ven obligados a acompañar a sus padres a los puestos de trabajo, desde donde continúan su formación. En Bolivia, de acuerdo con el Ministerio de Educación, en 2019 había 2.901.316 estudiantes matriculados en la escuela. Actualmente muy pocas unidades educativas realizan actividades semipresenciales. Esto se determina en cada unidad educativa en acuerdo con las juntas escolares locales. Por esta razón, el número de estudiantes que pasan clases a distancia, en condiciones precarias, como se aprecia en esta fotografía, revela, por un lado, un sistema inequitativo de acceso a la educación; por otro lado, imágenes como ésta demuestran los esfuerzos por salir adelante.

 

En la comunidad El Rocío, Yautepec, del Estado de Morelos, para cerrar el primer trimestre de las actividades escolares de una escuela comunitaria, en noviembre del 2020 se pidió a los docentes difundir fotografías en las que demostraran contacto con los miembros de la comunidad y estudiantes, chocando los puños de la mano. Las actividades de atención educativa a los estudiantes se continuaban desarrollando en las diferentes comunidades a lo largo del país, orientando el desarrollo de actividades de aprendizaje con medidas de bioseguridad. En la foto se muestra una actividad didáctica desarrollada en una escuela preescolar, que consistió en solicitar a los estudiantes recolectar hojas de los diferentes árboles que se encuentran en la escuela.

 

En la localidad de Apolo, al norte del departamento de La Paz, Bolivia, por iniciativa de Félix Oliver Cortez, director de la Unidad Educativa “Nazario Pardo Valle”, se reiniciaron las actividades educativas con medidas de bioseguridad financiadas por la propia comunidad docente, debido a que apenas reciben apoyo de las autoridades. La profesora Victoria Mamani, quien está a cargo de formar a 30 niños de la escuela, expresa su preocupación, no solo por la salud de la comunidad educativa, sino porque sus estudiantes proceden de familias, muchas de ellas comerciantes, afectadas económicamente por la pandemia. Como ella misma señala, “hay niños que vienen sin desayunar, sin su recreo y por eso no atienden en clases, se duermen o están pensando en qué van a almorzar. Es muy triste ver esa realidad de los pequeños. Esta pandemia ha desnudado la pobreza en áreas rurales”.

 

Inclusión a distancia. Son muchas las brechas que hay que enfrentar cuando se trata de realizar estudios universitarios. Esto se complejiza en el caso de estudiantes portadores de una discapacidad. En Lima, Perú, una estudiante recibe clases en línea, con el apoyo de su madre, quien ocupa el lugar de intérprete de señas; con el apoyo de sus profesores, que envían lecturas para que pueda ampliar los temas abordados, y utilizando recursos tecnológicos, como la computadora y el celular que, a través del transcriptor digital de voz, facilita la interacción y en ocasiones, “nos brinda voz”, como ella afirma.

 

La educación a distancia abrió oportunidades a sectores de la población que no podían acceder a ésta, por diversas situaciones materiales. Desde Lima, Perú, un estudiante retoma los estudios universitarios para concluir su formación. Las plataformas digitales se constituyeron en espacios ideales para la realización de las clases.

 

El aislamiento y el distanciamiento social fueron medidas impuestas por las autoridades sanitarias en diferentes países para enfrentar la pandemia. Fue necesario buscar nuevas formas de encuentro. En la imagen estudiantes de la ciudad de Rosario, Argentina, charlan, con medidas de bioseguridad y mascarillas. Aunque parte importante del rostro esté cubierto, la expresividad y riqueza de la comunicación se develan con las miradas y el lenguaje corporal.

 

La asesoría de tesis y la elaboración del trabajo de titulación fueron procesos académicos interrumpidos por la pandemia. Muchos estudiantes tuvieron que regresar a sus lugares de origen; otros tuvieron que trabajar para sobrellevar la situación económica —tanto de ellos como de su familia— agravada por la cuarentena. El acceso a internet y a los equipos digitales, el desarrollo de habilidades tecnológicas generaron no pocas tensiones en el contacto con los diferentes actores educativos. La nueva normalidad hizo más complejo el camino para culminar los estudios.

 

Lourdes Díaz Ortíz, originaria de la región Mixteca, del Estado de Guerrero, México, defendió en forma remota la tesis “Experiencias formativas y abandono escolar de jóvenes na savi de una escuela telesecundaria en Guerrero”, para titularse como Licenciada en Educación Indígena de la Universidad Pedagógica Nacional, el 10 de marzo del 2021. Joel Landeta Ortega, del Estado de Oaxaca, México, por su parte, defendió el 30 de noviembre de 2020, su trabajo “De Los Reyes, Mazatlán Villa de Flores a la Universidad Pedagógica Nacional, Ajusco: Ser mazateco y ser estudiante universitario”.

 

La Paz, Bolivia. Las clases remotas en el sistema universitario marcaron la dinámica formativa de las universidades públicas y privadas en el país. Diferentes instituciones promovieron webinars, cursos breves y conferencias en línea. Asimismo, se abrieron diferentes programas de educación en pregrado y en postgrado. En suma, cada universidad tomó iniciativas que le permitieron consolidar prácticas formativas según las características particulares de cada ámbito de formación y mediante plataformas diversas.

 

Notas

* Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, La Paz. Contacto: monicanavia@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9197-5695

 

Referencias

1. Agamben, Giorgio (23 de mayo de 2020). “Requiem por los estudiantes”. Artillería. Texto publicado en el sitio web del Istituto Italiano per gli Studi Filosofici. Artillería. Recuperado de https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=1514

2. Chuquimia, Leny (7 de septiembre de 2020). “En Copacabana la educación no para y va de las aulas a la radio y la televisión”. Página Siete [Sección Gente]. Recuperado de https://www.paginasiete.bo/gente/2020/9/7/en-copacabana-la-educacion-no-para-va-de-las-aulas-la-radio-la-television-267071.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

3. UNICEF (24 marzo 2021). “Nota de prensa. 114 millones de estudiantes ausentes de las aulas de América Latina y el Caribe”. El mayor número de niños fuera del aula en el mundo. Recuperado de https://www.unicef.org/nicaragua/comunicados-prensa/114-millones-de-estudiantes-ausentes-de-las-aulas-deam%C3%A9rica-latina-y-el-caribe

 

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