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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.24 no.44 La Paz jun. 2020

 

ARTÍCULOS Y ESTUDIOS

 

Tensiones y flujos socioeconómicos en la frontera boliviano-argentina: el caso de la Feria Binacional de Camélidos y la Manka Fiesta

 

Tensions and Socio-Economic Flows on the Argentinian-Bolivian Border: the Case of the Bi-national Andean Camels Fair and the Manka Festivity

 

 

Natividad González *, Liliana Bergesio **

 

 


Resumen

Las ferias en la frontera argentino-boliviana tienen varios ejemplos; entre ellas, la Feria Binacional de Camélidos y la Manka Fiesta. La primera fue un proyecto con objetivos políticos —la habilitación de un paso fronterizo— que tuvo a la feria como medio para visibilizarlo. La segunda es un encuentro secular, en la que se reúnen anualmente personas provenientes del centro/sur de Bolivia y del noroeste argentino. Aquí proponemos comparar ambos procesos, con base en registros etnográficos propios, para focalizar en los motivos del cese de la primera y el sostenimiento de la segunda, considerando la historia y las características propias de las fronteras estatales y las ferias campesinas andinas.

Palabras clave: Frontera; ferias campesinas; Bolivia-Argentina; Estado; relaciones multidimensionales


Abstract

The fairs at the Argentinian-Bolivian border have many examples, among them the Bi-national andean camels fair and the Manka Festivity. The former was a political purpose project —as the legal habilitation of a border crossing pass— which had the fair as a way to make it visible. The second is a secular encounter, where people from center/south Bolivia and northeast Argentina gather together annually. Here we seek to compare both processes, based on our own ethnographic records, in order to focalize on led the first one to cease, and the second to remain, considering the history and characteristics of state's borders and andean peasant fairs.

Keywords: Border; country-side fairs; Bolivia-Argentina; State; Multidimensional relationships.


1. Introducción

El área andina comprendida entre el sur de Bolivia y el norte de Argentina tiene un antiquísimo proceso sociocultural conjunto, no exento de gran complejidad (Albeck y Palomeque, 2008; Gil Montero, 2008; Karasik, 2000, entre otros) que se manifiesta en términos políticos, económicos y expresiones culturales locales, muchas veces atravesados por el devenir histórico del área, donde priman las coyunturas y estructuras estatales.

En este sentido, las ferias que aquí proponemos comparar resultan ser expresiones en las cuales la frontera constituye un factor de gran relevancia. En el caso de la Feria Binacional de Camélidos (FBC), la habilitación de un paso fronterizo, entre las localidades de Río Mojón (Sud Lípez, Potosí, Bolivia) y Ciénega de Paicone (Santa Catalina, Jujuy, Argentina) constituyó un proyecto político local, que encontró en el desarrollo ganadero regional, en auge a principios del siglo XXI, un medio para visibilizarlo. La reunión de ganaderos y asociaciones de productores1 de ambos países, así como de entidades gubernamentales y diversas organizaciones no gubernamentales (ONG), imprimió un orden general regido por la territorialidad estatal (González et al., 2014).

Por otra parte, la Manka Fiesta es una feria que se realiza en la localidad de La Quiaca —algunas fuentes la ubican a fines del siglo XIX—, en la que se reúnen, durante la cuarta semana de octubre de cada año, feriantes, artesanos, productores y visitantes de distintas regiones; sus puntos más distantes son el sur de La Paz (Bolivia) y el oeste salteño (Argentina), aunque mayoritariamente quienes asisten provienen del área norte de Jujuy y Salta (Argentina) y del sur de Potosí y Tarija (Bolivia). En ambos casos, la ubicación de cada feria en la frontera trae (o trajo) aparejadas situaciones de control aduanero, sanitario, bromatológico y policial que los feriantes y visitantes deben enfrentar.

En este trabajo, entonces, buscamos poner en relieve el hecho de que ambas ferias se han realizado en el límite interestatal, resaltando las características que adquieren por este motivo. En un primer momento, exponemos algunas consideraciones teóricas relativas a las fronteras y al Estado; seguidamente, realizaremos un breve repaso sobre la constitución del límite internacional en esta porción del planeta para, luego, analizar los casos donde, en base a la descripción etnográfica y entrevistas propias2, se expondrán las principales características de ambas ferias andinas. Finalmente se presentan algunas reflexiones, buscando avanzar en el estudio de las fronteras en el área andina desde una perspectiva histórica y multidimensional.

Se busca así analizar dos procesos que a primera vista lucen contradictorios: la frontera, como división y marcación de otredades; y las ferias, como instancias de interacción social y fluido intercambio. Así, las ferias de frontera, al unir ambos términos de la ecuación, se definen a partir de una complejidad socioespacial que entrecruza esas características en apariencia antagónicas. Focalizar en las ferias de frontera, entonces, permite indagar cómo se comporta este espacio tan sensible a la territorialidad estatal en una instancia espacio/temporal caracterizada por la generación y sustentación de vínculos y el tránsito de personas y productos provenientes de distintos regímenes legales (aduaneros, sanitarios, migratorios, etc.). Observar puntualmente las ferias propuestas, una "creada" recientemente y organizada por instituciones estatales y la otra arraigada a procesos culturales seculares, permite sopesar el papel del Estado y las tensiones respecto a prácticas populares y/o consuetudinarias.

Para ello, la metodología se centra en el relevamiento etnográfico y en entrevistas realizadas en ambas ferias de frontera. Por un lado, en el caso de la FBC, se relevó a través de entrevistas semiestructuradas a algunos de sus organizadores —especialmente a pobladores de Ciénega de Paicone, integrantes de la Cooperativa Agroganadera Cuenca Río Grande de San Juan y técnicos del Programa Camélidos y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)—; también se revisaron documentos inéditos (tales como actas, notas de reuniones, fotografías, fichas de registro) (González, 2012; González et al. 2014). Por otro lado, en el caso de la Manka Fiesta, los relevamientos para este trabajo se focalizan en registros elaborados en base a las ediciones de los años 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019 (Bergesio et al., 2016b; Bergesio y González e/p; Bergesio et al., 2019). Esta información de primera mano se entrecruza con los debates teóricos sobre las fronteras en su tensión entre la normatividad estatal y las prácticas sociales consuetudinarias.

 

2. Las fronteras estatales

La concepción estatal del espacio proviene de la física moderna, por lo que sus principales atributos están ligados a lo absoluto, la inmovilidad y la homogeneidad. En las propias ciencias sociales existe, en general, una fuerte tradición que concibe el espacio en relación inmediata con el medio físico, anclando a su representación cartográfica, que permite fijar diversas situaciones en su escala y lugar preciso, así como hacer generalizaciones. Sencillamente este espacio es excluyente y exclusivo, estático, plano, sin fisuras, solapamientos, ni rugosidades (González et al., 2019).

Esta concepción positivista del espacio es funcional a la consolidación del dominio territorial, siendo el Estado-nación el resultado de este ideal de objetivación, en tanto constituido por un territorio único, definible y controlable (Naharro et al., 2010). Esta concepción deviene en la construcción de la "trampa del territorio" (Agnew, 1994), que se compone de tres aspectos: a) la soberanía de los Estados modernos requiere de territorios delimitados; b) existe una oposición fundamental entre los asuntos "internos" y "externos" de cada país en el mundo moderno, y c) el territorio estatal actúa como el contenedor geográfico de la sociedad, separando a "unos" de "otros".

La universalización de esta concepción occidental de territorio, efectuada principalmente a través del colonialismo, la convirtió en habitual, lo que lleva a naturalizar la relación entre espacio geográfico, poder y la definición de un otro externo desligado del espacio concreto de vida cotidiana, construido por relaciones, personales e históricas, y con rugosidades espacio-temporales que le dan densidad (González et al., 2019). A partir de esta construcción del Estado-nación como diferenciadora del otro (Segato, 2007), los límites y las fronteras se trasformaron en elementos de crucial importancia, pues donde termina un territorio empieza el otro; son excluyentes.

Así, las fronteras estatales son instancias donde la soberanía, la territorialidad y el control estatal se ponen de manifiesto (Paasi, 2011; Sack, 1983). En este sentido, frontera y límite son construcciones sociales e históricas (Benedetti y Bustinza, 2017; González, 2019). A pesar de que al finalizar la Guerra Fría se había proclamado un "mundo sin fronteras" (en consonancia con el "fin de la historia" y otros términos que abogaban por la primacía de Occidente sobre la realidad social y económica del resto del mundo), los acontecimientos de principios del siglo XXI impusieron que se abandonara esta idea y se prestara "más atención a las fronteras como la suma de procesos sociales, culturales y políticos, más que líneas ya fijadas" o flujos más o menos controlables (Johnson y Jones, 2011, p. 61).

Esta postura derivó en la necesidad del estudio de las fronteras como problemática de análisis de múltiples disciplinas, que identificaron una gran variedad de instancias en que aquellas son promulgadas, materializadas y puestas en práctica. A partir de esto fue posible definir distintos caminos para su abordaje: ya que la frontera no solo refleja el poder en la delimitación y clasificación de los territorios, sino que además lo hace en relación a la representación e identidad (Paasi, 2011).

Entonces, la relación entre poder y espacio trae a colación dos instancias clave para pensar las fronteras, la cuestión de la soberanía y la movilidad. En cuanto a la primera, basta agregar que debe ser puesta en práctica y que el Estado lo hace a través de políticas y acciones explícitas, donde las disposiciones de aduanas y migraciones tienen un rol fundamental. Así, el Estado se presenta y construye a sí mismo como soberano (Salter, 2011). En relación a la movilidad, concebir a las fronteras como "motores de conectividad" (Rumford, 2011, p. 67) significa ver en la materialidad del espacio, a la vez, un condicionante y una invitación para la acción (Silveira, 2009); se trata de un contexto cargado con normas, disposiciones, relaciones, puentes, ríos, pasos, controles, materialidades todas que aceitan o entorpecen la bisagra, el contacto, el movimiento. Estas instancias se relacionan con el "trabajo de frontera" (borderwork) (Rumford, 2011, p. 67), que pone en relieve las oportunidades que brinda este espacio, donde algunos actores subalternos se manifiestan como agentes sociales creativos, desafiantes y emprendedores.

La idea de que las fronteras se constituyen en una red de flujos, asociada a la creciente focalización de los controles, permite entenderlas "como porosas, es decir que crean regímenes de permeabilidad selectiva o filtros que permiten la movilidad de algunos y no de otros" (Porcaro, 2017, p. 93). Este cambio de perspectiva es decisivo en términos políticos, puesto que "las fronteras ya no aseguran territorios sino que aseguran flujos" (p. 93), buscando impactar en los elementos que transitan en el espacio.

Esto requiere buscar las características de las zonas de frontera en el espacio cotidiano, ya que la interdependencia y vecindad une y separa a los pobladores mediante lazos productivos, familiares, festivos, de enemistad, competencia, etc. (González et al., 2019). Así, pensar en fronteras, no como líneas fijas e inquebrantables, sino como áreas porosas, como un espacio amplio donde confluyen fronteras étnicas, políticas y administrativas, pasadas o presentes, y donde su población hace uso de esa porosidad con fines y objetivos conjuntos y programados, conlleva pensar el espacio no necesariamente desde el posicionamiento frente a un otro, sino en contigüidad, vecindad y relación, donde la frontera muda su vocación divisoria a una de encuentro por el accionar de las prácticas populares (González, 2012).

 

3. Definición del límite interestatal

Como primer ejercicio para abordar el área de estudio es necesario realizar una abstracción de las actuales fronteras interestatales y observar el centro/sur de Bolivia y el norte de Argentina como una unidad espacial, identificando macro ambientes con distintas características productivas. En efecto, el altiplano y las altas cumbres que predominan hacia el oeste van dando paso a valles, cada vez de menor altitud, hacia el este: valles recorridos por ríos, bolsones ocupados por lagunas, altos y secos parajes se presentan tanto en el sur potosino como en el norte jujeño. En este amplio espacio, las poblaciones históricamente han complementado sus recursos domésticos con las producciones de los otros ambientes (Bergesio et al., 2019) intercambiando productos mediante la articulación de diferentes pisos ecológicos (Bergesio y González, e/p).

• Hacia el oeste, en un área que se corresponde con la cordillera de Lípez y la alta cuenca del río Grande de San Juan, se encuentran poblaciones que se dedican a la ganadería de llamas (minoritariamente poseen ovejas) y los cultivos microtérmicos, por lo que los principales productos son fibra de llama (esquilada o en cueros), hilos y algunas prendas tejidas, quinua y papas. Además, estas poblaciones tienen acceso a plantas medicinales de altura y a los recursos de las salinas (sal en panes) y lagunas altoandinas (como la coipa y algunas algas).

• En una sección que también se encuentra en un ambiente de puna, pero en una posición central donde predominan las planicies y cuencas endorreicas, los rebaños de ovejas son más numerosos, por lo que sus productos derivados se suman a la lista ya expuesta. Éste es el ambiente donde se encuentran las ciudades de La Quiaca/Villazón y Abra Pampa y las poblaciones especializadas en la alfarería (como Casira —boliviana y argentina— y Calahoyo).

• Hacia el este, descendiendo en altitud (3000 msnm), aparecen valles surcados por ríos que posibilitan una agricultura más extendida, como son los casos de Yavi e Iruya en Argentina y Talina y Tupiza en Bolivia. Es la principal zona de producción de variedades de papas y otros tubérculos (ocas y ollucos principalmente).

• Finalmente, los valles de Humahuaca, Sococha y Tarija (con una altitud promedio de 2500 a 2800 msnm), donde se cultiva una amplia gama de hortalizas y frutales, tienen como principales productos variedades de maíces y frutas deshidratadas, además de plantas medicinales propias de estos pisos como de otros más bajos, a los que tienen recurrente acceso, y elementos de madera (cucharas, platos, etc.) (Bergesio et al., 2016b).

La traza del límite internacional en esta área fue un proceso que duró varios años, principalmente debido a su complejidad orográfica. El texto del primer tratado, firmado en 1889 por Quirno Costa (por Argentina) y Vaca Guzmán (por Bolivia), tuvo carácter transaccional, por lo que ambas naciones debieron resignarse a ceder "derechos tradicionales" (Carrillo, 1925, p. 55), como se entiende que eran las Reales Cédulas de 1807 y 18113 (González, 2019).

La firma de este tratado (uno dentro de una larga serie) se enmarca en un proceso general de organización territorial y fijación de límites entre los nóveles países del Cono Sur que se da en los primeros años de la década de 1880, que incluye como hito a la Guerra del Pacífico (Benedetti, 2005).

Esta guerra se desencadenó por la ocupación chilena de suelo boliviano en el desierto atacameño. En la práctica, el área atacameña cordillerana (es decir, Atacama La Alta) pasó a ser un área de gran conflictividad, ya que, a pesar de la incorporación de Atacama a Chile y su flanco oriental a la Argentina,

Bolivia siguió considerando a las regiones orientales de Atacama como parte de su territorio. En 1886 el gobierno de ese país declaró por ley que esas tierras formaban parte de la provincia de Sud Lípez. Además, intentaba mantener su autoridad en la zona a través del cobro de la contribución indigenal (Benedetti, 2005, p. 9).

Incluso en el año 1900, "pobladores de Susquis, Rosario y Coranzuli se presentan en San Cristóbal (capital de Nor-Lípez, Bolivia) 'pidiendo pagar la contribución indigenal y así legitimar su pertenencia al territorio boliviano'" (Delgado, s.f.,p. 15-16).

Algunas de las dificultades que provocaron que el Tratado de 1889 no se hiciera efectivo tenían relación directa con la demarcación física del límite; otras, con la burocracia de las relaciones diplomáticas (ratificaciones, rectificaciones, pedidos, cambios, etc.) o con coyunturas internacionales que imponían retrocesos en las tratativas.

Los problemas se debían a que el Tratado de 1889 recitaba que la línea demarcadora seguiría desde el Zapaleri4 "hasta encontrar las serranías de Esmoraca, siguiendo por las más altas cimas hasta tocar en el nacimiento occidental de la quebrada de La Quiaca" (Carrillo, 1925, p. 37). Pero los mapas y las indicaciones del Tratado de 1889 no se correspondían con la realidad orográfica del área o en ellos figuraban los nombres locales, que pueden cambiar con el tiempo o según el/los informante/s, o repetirse en diferentes accidentes (Carrillo, 1925; Paleari y Rosso, 1989). Es así que:

• no existía una serranía de Esmoraca y, por lo tanto, no poseía una línea de altas cumbres;

• entre los cerros de la zona occidental y las nacientes del río La Quiaca se interpone el curso del río Grande de San Juan, por lo que cualquier línea se corta necesariamente; y

• existen varias "líneas de altas cumbres" posibles entre el Zapaleri y La Quiaca: una propuesta por Bolivia (hacia el este: cerros Incahuasi y Granada) y otra por Argentina (en el oeste: cerros Uturunco, Soniquera, Escala y Bonete).

La actual línea imaginaria que divide Bolivia de Argentina y los actuales departamentos de Rinconada y Santa Catalina (en Jujuy) de la provincia de Sud Lípez (en Potosí) corre desde el cerro

Zapaleri o Sapalegui (5.649 metros), en dirección al norte-noroeste, llega al cerro Brajma, sigue al cerro Tinte (5.860 metros) y continúa por los cerros: Negro (5.680 metros), Vilama (5.210 metros), Bayo (5.490 metros), Alcoak (5.130 metros) y Panizos (5.360 metros). Del Panizos la línea continuará por la cumbre chilena y sierra de Hornillos, hasta el cerro Limitajo (5.200 metros). Del [cual] continuará por las cumbres que se encadenan hacia el norte-noreste, pasando por los cerros Cuevas (5.490 metros) y Panizos [sic.] (5.494 metros), hasta llegar a la cima de La Ramada (5.540 metros) [allí] se trazará una línea recta a la confluencia de los ríos San Antonio y San Juan, de donde continuará por el curso de este último hasta su unión con el Río Mojinete. De este punto se trazará otra línea recta hacia la cima del cerro Branqui [siguiendo las altas cumbres de los cerros Vaqueros, Grande, Cóndor, Tablón hasta Abra de Huajra]... Desde el Abra de Huajra continuará por la línea de hitos ya colocados en las Quebradas del Cuartel y de La Quiaca, siguiendo por ésta hasta encontrar el desemboque de la Quebrada de Sansana. Desde esta confluencia se trazará una línea recta a la naciente occidental de la Quebrada de La Raya, por la cual se descenderá hasta su unión con el río Yanalpa" (Carrillo, 1925, p. 165; resaltado nuestro).

Según el texto del tratado firmado en la ciudad de La Paz el día 9 de julio de 1925, entre el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Argentina en Bolivia, Dr. Horacio Carrillo, y el Ministro Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores, Sr. Eduardo Díez de Medina. Este documento fue aprobado por el Congreso boliviano, pero respecto a la Argentina solo fue aceptado por el Senado y no por el Congreso. La aprobación total se dio recién en septiembre de 1938 y fue finalmente ratificado en la Cancillería argentina el día 11 de octubre de ese año, es decir, 13 años después de la firma del tratado final, cuando los cancilleres Cantilo y Díez de Medina firmaron el acuerdo5.

En los últimos meses del año 1940, el límite entre Argentina y Bolivia quedó establecido; en este proceso participó el Coronel Biedma, quien emprendió el viaje desde La Quiaca hasta el cerro Zapaleri, "punto en que se procederá a colocar otro hito tripartito entre Chile, Argentina y Bolivia"6. Sin embargo, en 1952, habitantes de Lagunillas del Farallón se quejaban de que todavía no tenían documentos argentinos:

Doña Eva Duarte de Peron.

Tengo el honor de dirigirme a vuestra dignísima Señora, para que por su digno intermedio, podamos tener lo que años venimos pidiendo a nuestras autoridades sin tener ni esperanzas normalizar nuestra situación. En el año 1940 se han puesto los hitos los límites desde la abra granadas, Cusi Cusi asta el punto Limitajo y Alcohaca la distancia ventisinco kilo metros algo mas qui antes esas zonas pertenecían qui antes a Bolivia hoy territorio argentino. Los habitantes de esta región se encuentramos sin ninguna clase de documentos, de nacimientos ni fe de bautismos principalmente. Sin el cual no podemos sacar la libreta de enrolamiento y hoy nos encontramos en las difíciles situaciones de no poder engresar a ningún trabajo ni continuar viajes por la falta debuestro documentos (carta de pobladores de Lagunillas del Farallón a Eva Duarte de Perón7).

 

4. La Feria Binacional de Camélidos8

Esta feria reunió en sus cinco ediciones (entre los años 2003 y 2009) a ganaderos de llamas de la alta cuenca del Río Grande de San Juan, específicamente de los territorios municipales de Cusi Cusi (provincia de Jujuy, Argentina) y San Antonio de Esmoruco (provincia Sud Lípez, departamento de Potosí, Bolivia).

La propuesta de realizarla surgió como producto del II Encuentro de Integración Binacional Sud Lípez-Cuenca del Río Grande de San Juan (en el año 2002), oportunidad en la que se reunieron pobladores, miembros de ARCCA9, la Cooperativa Río Grande San Juan10 y autoridades de las localidades que conforman ambas jurisdicciones, con el propósito de avanzar en la gestión para la habilitación de un paso internacional entre Ciénega de Paicone (Jujuy) y Río Mojón (Potosí). Entre las propuestas para visibilizar políticamente este paso se encontraba la realización de una feria que congregase a productores de ambos lados de la frontera, incentivando, además, la ganadería camélida que se estaba afianzando en la región, con organizaciones de productores dedicadas a la comercialización de fibra.

Es así que, en junio de 2003, se llevó a cabo en Río Mojón, localidad fronteriza del territorio boliviano, la I Expo Feria Binacional de Llamas11. La convocatoria resaltaba como antecedente que

la ganadería camélida constituye para los pobladores de la región alto andina, una actividad importante que les permite obtener recursos económicos para satisfacer sus necesidades elementales de vida. Esta crianza sin embargo atraviesa por problemas de diversa índole que limitan su desarrollo y agudizan aún más las bajas condiciones económicas de los productores (...) Incentivar a los productores el mejor aprovechamiento de este recurso a través de la realización de ferias, permitirá lograr alternativas óptimas de manejo del rebaño que se refleje en la calidad de los productos para obtener vías adecuadas de comercialización12.

Los objetivos propuestos en esa oportunidad eran:

• Revalorizar el recurso camélido en comunidades alto-andinas por su importancia socioeconómica para el productor ganadero.

• Exponer la riqueza genética de llamas en las comunidades andinas de Bolivia y Argentina.

• Efectuar intercambio de experiencias entre productores de ambos países a fin de consensuar problemas y soluciones comunes para lograr un aprovechamiento racional y sostenido de este recurso.

• Mostrar el mejor aprovechamiento de los recursos derivados de la ganadería camélida, mediante la participación de artesanos y gastrónomos13.

Parte de las actividades propuestas fueron: exhibición, concurso y remate de animales; exposición y venta de artesanías; demostración y expendio de comidas típicas y subproductos de carne de llama; conferencias y exposiciones de organizaciones, profesionales de la producción agroindustrial y quehacer técnico-científico. Se definieron dos tipos de llamas, k'ara y th'ampulli (de acuerdo a variaciones fenotípicas) con tres subcategorías etarias para los concursos.

El transporte de animales estaba a cargo de los productores ganaderos, en tanto que el alojamiento, la alimentación de los expositores, la contratación de un auxilio veterinario y la provisión de forrajes corrían a cuenta del Comité Organizador, compuesto por la Asociación Zonal de Criadores de Camélidos (AZCCA) San Antonio de Esmoruco14, la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan y los pobladores de Río Mojón. Los auspiciantes15 fueron instituciones locales, gubernamentales (de Potosí) y no gubernamentales regionales16 relacionadas con la ganadería de camélidos.

La II Feria Binacional de Camélidos indicaba en su subtítulo el objetivo principal: "para la integración de los pueblos originarios alto andinos". Esta edición también se llevó a cabo en Río Mojón entre los días 31 de agosto a 3 de septiembre del año 2006 (tres años luego de la primera). La experiencia adquirida es palpable en la convocatoria, donde se agregó la promoción de las potencialidades de la llama a la población urbana y sus aptitudes productivas comerciales y turísticas17, además de una sistematización y un reglamento más amplio y claro (por ejemplo, las categorías de llamas son las mismas, aunque ahora se aclara que los años se determinan por la dentición).

Una situación de importancia para la organización de esta segunda edición de la Feria es que en 2005 se formó en la provincia de Jujuy el Programa Camélidos18, debido a lo cual el gobierno jujeño pasó a ser un actor importante en la organización y financiamiento de la misma; los organizadores continúan siendo, además, los pobladores y gobiernos locales ya mencionados, en tanto que entre los auspiciantes se encuentran los gobiernos de Jujuy y Potosí, programas nacionales (de Argentina y Bolivia) y ONG regionales y extra-regionales (del ámbito nacional o internacional).

La Feria Binacional de Camélidos fue adquiriendo importancia, pues la segunda edición marcó un hito en cuanto a la cantidad de auspiciantes que obtuvo y en relación a las repercusiones para la realización de la tercera edición. Asimismo, la participación de organismos técnicos en su organización se observa en la convocatoria, pues se hace referencia a los camélidos en vez de llamas y se promueve la creación de un área natural binacional protegida.

La tercera edición de la Feria Binacional de Camélidos se llevó a cabo en la localidad fronteriza argentina de Ciénega de Paicone, en mayo de 2007.

En las invitaciones se resaltaba "la participación del sector ganadero y la trascendencia de las ediciones pasadas de estas jornadas de encuentro en el contexto social de la región", en tanto que en la convocatoria se recuerda que estas "comunidades comparten una cultura, tradición, costumbres, folclore, producción y parentesco familiar donde sus ancestros, antes de la división política del estado, pertenecían a una sola región [sic]. Ahora, ambos actores [los gobiernos municipales de Cusi Cusi y San Antonio de Esmoruco], tienen el interés común de posicionar la llama como el recurso importante de la puna andina".

En esta edición hubo un cambio cualitativo importante, ya que se incorporaron al proceso organizativo el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA), de Argentina, y el Servicio Nacional de Seguridad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), de Bolivia. Concretamente, SENASA intervino en la realización de la Feria Andina de la Llama19 del año 2007 en la que se implementó un proceso de preselección llevado a cabo por técnicos de ese organismo y del Programa Camélidos. En dicho proceso se verificaban los documentos de los animales que cada productor pretendía llevar al concurso y se realizaba una inspección sanitaria; la documentación obtenida se debía presentar para ingresar los animales al predio de la feria. Este sistema contrasta con el de las ediciones previas.

Esta modalidad de trabajo se aplicó en la organización de la Feria Binacional de Camélidos, por lo que en la nueva convocatoria se aclaraba como se llevaría a cabo la acreditación:

• La identificación de los animales que ingresen al evento debe estar amparado por DTA (Documento de Transito Animal), guía de traslado omitido por autoridad oficial, y trasladados en vehículos habilitados.

• Los animales que ingresen al evento de camélido Binacional deben presentar y estar amparados por el Certificado Sanitario Libre de Fiebre Aftosa avalado por SENASA Argentina y SENASAG Bolivia. El arribo y admisión de los animales se controlará con Veterinario Oficial20.

La principal preocupación de SENASA es que en esta feria se reunían animales de Argentina con Bolivia, y que en ese momento (año 2007) se estableció una "zona de alta vigilancia" en las regiones fronterizas de Argentina para el control de la fiebre aftosa; cabe aclarar que, aunque las llamas son susceptibles de contraer el virus, la Puna (en Jujuy o Potosí) es territorio natural libre de aftosa21.

De todos modos, era necesario que los productores que llevarían animales estuvieran detallados en un "Padrón de productores participantes"; además cada animal procedente de Bolivia debía contar con un certificado de Libre de Aftosa otorgado por SENASAG, un certificado zoo-sanitario, sus respectivas guías de movimiento y debía estar identificado e individualizado con un arete o caravana.

A los organizadores y auspiciantes locales (municipios, sociedad civil y asociaciones de ganaderos) y regionales, en esta edición se sumaron el SENASAG, y organizaciones extra-regionales por Bolivia (v. gr. Medicus Mundi y el Programa Mundial de Alimentos) (González et al., 2014).

La cuarta edición de la Feria Binacional de Camélidos se realizó los primeros días de junio del año 2008 en la localidad argentina de Ciénega de Paicone. Las convocatorias se realizaron sobre la base de un mismo modelo donde se añadieron requisitos nuevos (v. gr. la documentación de sanidad). En general, son todas cosas que se suman en la organización; no suele sacarse nada de la edición anterior. La experiencia suma, no quita.

La admisión de camélidos no presenta inconvenientes, aunque ahora hay una restricción sobre los productos que no se pueden ingresar a la Argentina; esto significa que los productores bolivianos no podían ingresar verduras, frutas ni derivados de camélidos para vender o cambiar. Así, aunque las ferias ganaderas en Argentina tuvieron como objetivo que las llamas se registren para que su valor económico aumente en el futuro, "el problema se plantea si estas ferias incluyen intercambio o venta de animales o productos. Dentro del país esto está permitido, pero para afuera de Argentina este no es el lugar para la toma de decisiones ya que esta política depende de los directores de SENASA y de SENASAG justamente por el tema de las barreras sanitarias. La intención de los países estaría clara ya que las fronteras son imaginarias y que debería haber acciones sanitarias comunes”22.

La quinta y última edición de la feria Binacional de Camélidos tuvo lugar en la localidad de Ciénega de Paicone, durante los días 21 a 24 de mayo de 2009. Desde la edición anterior, la Feria ha adquirido mayor notoriedad regional, pues los nuevos actores interesados en el proceso (tanto comunidades participantes como posibles auspiciantes) son varios. Entre ellos, cabe mencionar a las comunidades de Alota y San Agustín23, la ONG Veterinarios Sin Fronteras y un representante de la cámara de Diputados por Bolivia, así como el INTA por Argentina.

En un sentido casi opuesto, los requisitos de SENASA aumentaron, pues el predio debió ser modificado para su habilitación; se exigió el Certificado Sanitario Libre de Fiebre Aftosa, Brucelosis y Parásitos externos de las llamas y se efectuó una inspección clínica en la puerta de la feria a cada productor (aunque no a todos los animales); es decir, además de haber presentado la documentación obligatoria por cada animal (previamente preseleccionado y clasificado por SENASA y Programa Camélidos), el productor debía pasar por otra inspección para poder ingresar sus animales a la feria.

La sexta edición de la Feria Binacional de Camélidos debía realizarse en Río Mojón en el año 2010; sin embargo, no se concretó. La información recabada mediante entrevistas apunta a que SENASA exigía que los animales, al regresar de Bolivia, debían permanecer aislados en cuarentena, para monitorear el posible contagio de aftosa (también los vehículos, al regresar a Jujuy, debían desinfectarse). Las apreciaciones sobre este tema es que (1) era un requisito exagerado, con altos costos de dinero y trabajo y (2) fue "la gota que derramó el vaso", pues el costo en dinero podría haberlo afrontado la provincia de Jujuy, pero los productores estaban cansados de requisitos y papeleo y, por sobre todo, no dejarían a sus llamas en otro pueblo (en Ciénega de Paicone) y "solas" durante 40 días.

 

5. Manka Fiesta: la feria del altiplano andino

La Manka Fiesta es una feria/fiesta de venta e intercambio que se realiza desde hace más de cien años en la ciudad fronteriza de La Quiaca (Jujuy, Argentina) separada por un puente y paso internacional de otra populosa urbe como es Villazón (Potosí, Bolivia) (Bergesio, 2007).

Ambas ciudades se fundaron casi de forma simultánea (en 1907), si se quiere espejada, impulsadas por el movimiento económico que generó la naciente actividad ferroviaria en la zona y por la expectativa boliviana, ante la necesidad de unirse al Atlántico por medio de este ferrocarril. Este núcleo se transformó, hasta mediados del siglo XX, en centros de un circuito que incluía el traslado en ferrocarril de miles de personas hacia el oriente jujeño (a los ingenios azucareros en los meses de marzo y octubre) y el paso permanente —casi cotidiano— de personas relacionadas con el trabajo en las minas y del comercio vinculado a ambas actividades, entre otras posibles. La ubicación de La Quiaca/Villazón se constituye así en un recurso, en tanto centro articulador, que funciona como una bisagra entre tierras bajas y altas, entre Argentina y Bolivia. Si bien esto cambió hacia las décadas de 1960 y 1970, este tramo de la frontera mantuvo su relevancia ahora como lugar de concentración de los braceros (trabajadores del campo jornalizados) de origen boliviano que migraban a la Argentina y, con el tiempo —y sobre todo en la década de 1980—, solo fue lugar de paso. Esta situación se consolidó en la década de 1990, cuando la comunidad boliviana adquiere mayor estabilidad y proyección, por ejemplo, con el manejo de la cadena alimenticia de frutas y hortalizas. Esto reforzó las redes formales e informales y mantuvo la conexión de migrantes bolivianos en Argentina con sus lugares de origen, conservando la frontera su función de lugar de paso (Benedetti y Salizzi, 2011). Ambas ciudades tienen una intensa actividad económica y de constante intercambio. La Quiaca/ Villazón representa así, densamente en términos históricos y simbólicos, a la frontera argentino/boliviana, por ser considerada el punto de entrada de la población boliviana, siendo en este paso internacional donde parece estar jugándose su destino en Argentina (Karasik, 2000), tanto en términos simbólicos, como formales/legales.

El nombre de Manka Fiesta es un vocablo híbrido quechua-castellano y se traduce habitualmente como "Fiesta de la olla" o "Fiesta de la olla de barro cocido" (manka significa olla en quechua). Allí se reúnen anualmente, en el tercer y cuarto domingo24 del mes de octubre, mujeres y hombres dedicados a la producción agropecuaria y de artesanías del centro/sur de Bolivia y norte de las provincias de Jujuy y Salta en Argentina (Bergesio et al., 2016b).

Si bien no hay datos certeros sobre su antigüedad, en general hay acuerdo en que la Manka se realiza desde fines del siglo XIX y hay quienes incluso —aunque sin citar sus fuentes y por lo tanto es discutible— remontan su origen a épocas anteriores a la llegada de los españoles a América25, fundamentando su actual importancia y perdurabilidad (Bergesio y González, e/p).

La Manka Fiesta es un espacio/tiempo fundamentalmente heterogéneo en el que se suceden, a su vez, distintos momentos. Por un lado, está la preparación para formar parte de la Manka, que lleva, en la mayoría de los casos, varios meses de acopio de mercadería. Luego está el traslado hacia la feria, donde los grupos se organizan para el viaje, ya sea en conjunto o de forma individual. Luego deviene el armado de los puestos y acomodar la mercadería y los productos. En la última década, el inicio de la Manka es precedido por un acto oficial por parte de las autoridades municipales de La Quiaca y un homenaje a la Pachamama. En esta feria/fiesta, durante el día, se ofrece, vende, compra e intercambia, es decir, se trabaja en los puestos, donde también se come y cuida a los menores de edad que acompañan a sus familias en la jornada. Y por la noche, en las carpas, se celebra con bebidas, comidas y bailes y algunos hasta duermen a la intemperie o en improvisadas tiendas, entre los productos que se llevaron, para cuidar el puesto propio y alguno ajeno cercano (Bergesio et al., 2019).

La Manka Fiesta es, entonces, una feria periódica rural/urbana que, "si bien funciona en La Quiaca, el playón ocupado por la feria cada tercer domingo de octubre ocupa claramente un ámbito liminar, territorial y social" (Karasik, 1984, p. 55). Es decir, aunque la Manka Fiesta se lleva a cabo en La Quiaca, no depende de la ciudad para su existencia. La ciudad mantiene, al igual que su vecina Villazón, al menos en apariencia, su rutina, mientras se lleva a cabo la feria en un predio amplio y espacioso. Desde la entrada a La Quiaca no hay carteles ni ninguna identificación que diga ni cuándo ni dónde es la Manka Fiesta. Tampoco hay afiches o carteles en la terminal de ómnibus. Sin embargo, se llega a ésta sin dificultad, preguntando a cualquier persona.

En la actualidad (año 2020), la Manka se localiza en un espacio central de la ciudad: el predio abierto de la ex-estación de ferrocarril. Los techos de lona azul de varios de sus puestos se ven desde lejos y en el ingreso hay un gran cartel puesto por la municipalidad de La Quiaca que informa sobre la feria; el municipio además organiza un festival folclórico que le sirve de antesala y contribuye a darle el marco de fiesta durante el fin de semana. La municipalidad es también quien asigna los lugares que ocuparán los feriantes, agrupándolos por rubros, y cobra un canon por el uso del espacio. Además, coordina las tareas de seguridad, cubierta por policías de la provincia y gendarmería, cuyos agentes recorren el predio durante las horas en que está habilitado (de 8 a 24 horas, aunque en sí el predio no se clausura en ningún momento), siendo la presencia de seguridad más numerosa durante las horas diurnas (Bergesio et al., 2019).

Es decir, no se trata de un espacio sin reglas ni control; por el contrario, los puestos se organizan por zonas en base al rubro (cerámicas, artesanías en madera, cestería, lanas, productos medicinales, agropecuarios, de herrería, muebles de madera, carpas de comida, etc.). Entre los puestos hay espacios a modo de peatonales o pasillos por donde la gente circula. Además hay zonas para los servicios, aunque éstos son hasta hoy muy precarios: zona de baños y espacios para estacionar vehículos26.

El predio donde se instala la feria es a campo abierto, cubre cerca de dos hectáreas. Hay, además, cerca de doscientos metros (en una hilera doble) de pequeñas estructuras de chapa y postes, llamados carpas, donde se expenden comidas y bebidas. Algunos de estos puestos funcionan en horario continuado; pero la mayoría lo hace por las noches (cuando ésta es la única actividad en la feria). Allí muchos ofrecen números musicales en vivo y otros solo música grabada, pero abunda sobre todo el consumo de bebidas alcohólicas. En la feria también hay un área de juegos infantiles, cuyos puestos son conocidos como dicharacheros, entre los que hay peloteros, metegoles y juegos de azar (premios con un número, hay que sacar a ciegas un papelito y se gana el premio que ostenta ese número) (Bergesio et al., 2016b).

La cantidad y variedad de productos que se ofrecen es muy grande, pero guarda cierta constancia en las distintas ediciones. Es así que se pueden encontrar productos agropecuarios frescos y procesados, artesanías en una gran diversidad de materiales y artículos industriales nuevos y usados que cubren un amplio espectro.

Para el intercambio de productos en la Manka hay diferentes tipos de pesos y medidas. Al kilogramo, litro o metro deben agregarse la onza, el quintal, la cuarta, la libra, la arroba, el puñado, la pieza y sus fracciones, el plato y el almudo (que puede traducirse como "una bolsa de..." de tamaño mediano a grande) y los instrumentos de medición, que son: la balanza de uno o dos platillos; la romana (marcada en kilogramos y libras), los costales y las manos para contar por unidades o puñado (Bergesio y González, e/p).

En la Manka Fiesta participa un estimado de 2.500 feriantes con un promedio de 2,5 personas adultas en cerca de 1.000 puestos (los hay de una sola persona hasta de cuatro o más). Estos feriantes son, mayoritariamente, productores de las zonas de puna y valles, tanto de Argentina como de Bolivia. El lugar de origen de los productores es variado, por lo cual la diversidad de productos también lo es. En las últimas ediciones (2017, 2018 y 2019), además de los feriantes de los lugares cercanos a la ciudad de La Quiaca (de uno y otro lado de la frontera), como los alfareros de Casira (argentina y boliviana) y Calahoyo, se pudieron identificar productores que vinieron desde La Paz y Sucre (Bolivia) como extremo norte, Cafayate (Salta, Argentina) en el extremo sur, Susques (Jujuy, Argentina) en el extremo oeste y Santa Victoria e Iruya (Salta, Argentina) y Tarija (Bolivia) en el extremo este.

Como se observa, los feriantes en su mayoría recorren grandes distancias, por lo que suelen venir las familias completas (mujeres, hombres, niñas/os y ancianas/os). Cada uno se ocupa del transporte de las personas y de los productos a ofrecer en la feria, así como de su alojamiento (en casas, tiendas de lona, camiones, etc.) y de la comida. Por ello es común ver, cerca del puesto, el bracero donde se preparan los alimentos y a varios niñas/os durmiendo en mantas debajo del puesto o jugando a los lados.

En la Manka Fiesta suele haber mucha gente circulando todo el tiempo por los senderos peatonales, intercambiando, viendo y comprando. Sin embargo, entre estos visitantes se puede notar una escasa presencia de gente que se viera como turista (no más del 20% del total). En total, se estima en cerca de 2.000 el número de visitantes27 los días de mayor presencia en la feria (tercer sábado y domingo de octubre).

También suele haber una importante cantidad de acopiadores de diversos productos y/o materiales, sobre todo de alfarería, cestería y caña hueca, y también de fibra de oveja y llama. Estos acopiadores suelen ser, por lo general, hombres de mediana edad de diversas procedencias: bolivianos radicados en Buenos Aires o que viven en Bolivia, tucumanos, salteños y jujeños28. Esta situación parece haberse mantenido por décadas (Bergesio et al., 2016b). Por lo descrito, es posible observar distintas esferas de participación en esta feria29. Por un lado, se encuentran los feriantes de origen campesino e indígena, que asisten a la Manka Fiesta con el motivo de participar en una feria en la que saben que se (re)encontrarán con ciertas personas (amigos, familiares, antiguos compañeros de intercambio); en muchos casos asisten con sus familias, siendo el intercambio de los productos (ya sea la compra-venta, el trueque u otras formas) una razón más, entre otras. Algunas de estas personas van con una cantidad importante de producción (por ejemplo, quienes esquilaron vellón y lo llevan a vender en la feria; o quienes tienen papa semilla y la trasladan en varios costales); otros, con algunos elementos que les permitan costear el viaje (algunas artesanías, por ejemplo, para vender y pagar los gastos).

Por otro lado, hay quienes acuden explícitamente a vender o comprar con el principal objetivo de un intercambio comercial que los beneficie en términos monetarios. En este sentido, es posible englobar a quienes ponen puestos de venta de ropa, bijouterie, carpas de comida, muebles, materiales de construcción industriales, etc. Dentro de este grupo también hay quienes aprovechan la feria (la concentración de gente), ya que venden productos, quizás elaborados por ellos mismos, tales como panificados, gelatinas, helados.

Finalmente, están los visitantes a la feria. Aquí también es posible distinguir, al menos, dos escalas: visitantes que acuden a comprar artículos generales, artesanías o productos específicos y en cantidades pequeñas (el consumidor final); y quienes asisten como parte de su circuito general de comercio, para proveerse de productos que luego serán revendidos en otras localidades o momentos (González et al., 2019).

Desde las visiones institucionales, como la Dirección General de Aduanas y la Municipalidad de La Quiaca, que desde hace décadas coordinan su organización, se enfatiza que se trata de una feria de intercambio, por lo que se organiza con el objetivo de distinguir entre los puesteros ligados al ámbito rural (quienes venden artesanías y productos agrícolas) asociados30 a intercambios como el trueque o mixtos (que combinan trueque con intercambio monetario en una sola transacción), y aquellos que solo venden productos industriales o servicios. Llamativamente, aunque hay presencia de feriantes ligados a la escala mayorista (como los acopiadores de fibra o los revendedores de muebles y ropa), los representantes del municipio afirman que la Manka Fiesta es de nivel minorista, ligada al consumo familiar, ámbito al cual le atribuyen valores positivos, ligados a la tradición y la cultura local (González et al., 2019).

Esta visión opera fuertemente cuando se debe cruzar la frontera, ya que no hay normativas que amparen a los feriantes, sino que el trato, el momento y las cantidades que se puede pasar se acuerda entre Migraciones y Aduanas con la Municipalidad31, dejando a criterio de cada agente cuánto volumen representan productos "para el intercambio" o qué son "artículos artesanales". Por lo tanto, algunos feriantes acreditan la factura artesanal de sus productos mediante fotografías, o indican explícitamente que "son para el cambio" (trueque), lo cual suele habilitar el tránsito internacional sin mayores impedimentos, aunque sí de forma discrecional en base a criterios ad hoc (González et al., 2019).

 

6. Ferias de frontera: el Estado y el espacio/tiempo del encuentro

En las páginas precedentes hemos observado distintas instancias de encuentro y ruptura. El rol del Estado (especialmente argentino, pero también boliviano) estuvo enmarcado en la territorialidad que se caracteriza por espacios contenedores de procesos unificadores, en los que se busca, además, la separación real del territorio nacional (de cualquiera de ambos lados). Si bien, en trabajos anteriores, el problema de la relación espacial con "el otro" (González, 2019), la importancia económica de la Manka Fiesta (Bergesio et al., 2019; Bergesio y González, e/p), la historia y características de la Feria Binacional de Camélidos (González, 2012; González et al., 2014) y aspectos migratorios y de seguridad (González et al., 2019; López et al., 2019) ya han sido analizados, hasta el momento no se había puesto el foco en el accionar del Estado en cuanto a las ferias de frontera. Por el contrario, las ferias son sinónimo de tránsito e intercambios.

Ahora bien, las ferias aquí descritas tienen características particulares, ya que enfatizan su condición convocante, de encuentro, frente al escenario de separación y deslinde que proponen las instituciones nacionales. El peso local que adquiere la participación en estas ferias (o su realización incluso, en cuanto a la FBC) de los lazos familiares, de amistades y de la historia en común de la región, promueve una visión de la frontera que busca dar relevancia a la movilidad, el tránsito, las rugosidades y fisuras que presenta el espacio positivo. Se trata de un espacio no normativo que se construye (o construyó) y fluye en base a procesos anclados en las historias familiares, los circuitos de intercambio, las necesidades de productos específicos y los procesos populares locales. No se trata de negar la existencia de fronteras en el ámbito espacial cultural andino, donde se localizan los procesos analizados, sino, por el contrario, de atender a las distintas formas o dimensiones que pueden tomar las fronteras, relacionadas con otras concepciones territoriales.

La normativa estatal-nacional, que enfatiza el territorio moderno, promueve visiones espaciales homologadas en la cartografía, que admiten con dificultad los procesos arriba mencionados. Este corsé que implica algunas disposiciones de control estatal, incluso va en contra de acciones políticas del mismo sector, aunque de diferentes niveles, que pueden terminar saboteando las propias iniciativas del Estado, como se mostró en el caso de la FBC.

En este sentido, la convocatoria anual sostenida de la Manka Fiesta, un encuentro popular y consuetudinario, sin organización (más que en lo inmediato relativo a la ciudad de La Quiaca, donde sí se hace cargo la Municipalidad de esa ciudad) contrasta con la falta de decisión en continuar con la FBC, aunque ésta contaba con organismos estatales y ONG de nivel internacional que la avalaban. Así, las tramas de relaciones sociales de larga data se muestran más sólidas y constantes que las iniciativas estatales que buscan construir esos vínculos. En el primer caso, el de la Manka Fiesta, la acción popular encuentra la manera de colarse por las grietas y penetrar el cerco fronterizo separatista, mientras que, en el segundo, el de la FBC, el Estado se enfrenta con su propia estructura reglamentaria que corta el flujo del intercambio en la línea de frontera.

Las ferias de frontera exaltan, así, las características comunes de las ferias: su historicidad y multidimensionalidad. Para comprender el mundo de las ferias es necesario dar cuenta de las múltiples dimensiones que las configuran, más allá de tomar la decisión metodológica —y política— de hacer foco en solo una —o unas pocas— de ellas; dando cuenta, a su vez, de las relaciones que se entablan. En este sentido, es fundamental no perder de vista que dichas dimensiones están entrelazadas, y por ello, más allá de la dificultad analítica de considerarlas de forma conjunta, se debe observar la necesaria vigilancia epistemológica de no olvidar su interrelación. Es decir, las ferias son espacios sociales multidimensionales donde esas diversas dimensiones en juego se interrelacionan entre sí de manera, a su vez, cambiante, dependiendo de la coyuntura. En este sentido, las ferias se presentan como un espacio social caleidoscópico donde, sin embargo, se pueden identificar ciertas continuidades estructurales. Estas características se ven complejizadas por su factor fronterizo, una condición que impone mayor complejidad, incluso en términos espaciales (aún considerando el espacio cartográfico), constituyéndose una especie de encuentro liminar (Turner, 1974), donde lo que prevalece es el tiempo sobre el espacio. Las ferias de frontera, así, constituyen un "caso" particular de ferias, donde la frontera imprime su presencia, en constante tensión con la feria misma.

Metodológicamente es relevante considerar que cada una de las dimensiones (físico-estructural, sociodemográfica, legal-institucional, política, económica, histórica y cultural) solo pueden ser aisladas con fines analíticos dado que, en realidad, se encuentran todas fuertemente imbricadas, en constante interacción, y que la tensión entre ellas es cambiante, dependiendo del contexto. Por ello, omitir este entramado puede conducir a caer en simplificaciones que reducen el poder explicativo del análisis en cuestión (Bergesio, 2019).

 

7. Reflexiones finales

En cada caso, cuando se analizan las ferias y las fronteras, recuperar su historia, sus recorridos y vaivenes, forma parte fundamental de avanzar en su comprensión. Las fronteras, como ya se puntualizó, son el resultado de procesos históricos, y las ferias, además de tener su propia historia particular, son parte de procesos regionales y/o nacionales mayores que tampoco deberían ser pasados por alto, porque éstos afectan directamente a su auge o declive.

Este ejercicio de considerar las fronteras desde la óptica de las ferias campesinas muestra que los procesos de "deslinde territorial" están anclados en otros, de índole comunitario, histórico —incluso familiar— que componen el multidimensional y caleidoscópico rompecabezas de fuerzas que se tensan en las fronteras. Poner la atención en las ferias de fronteras, como una instancia donde se manifiestan las posibilidades que presentan unas y otras (las fronteras y las ferias) supone complejizar procesos en sí multidimensionales, pero que en estas ocasiones permiten ver contradicciones, pujas y estructuras de procesos legales, normativos y consuetudinarios que se entrelazan en estos puntos espacio/temporales, develando tensiones tanto socioculturales como políticas y analíticas.

 

Notas

* Doctora en Ciencias Antropológicas (Universidad Nacional de Córdoba); CIITED-UNJu-CONICET, UNICCS-FHyCS-UNJu, San Salvador de Jujuy, Jujuy, Argentina.
Contacto: pykari2@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4458-9809

** Doctora en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Jujuy); UNICCS/CETAS-FHyCS/FCE-UNJu; San Salvador de Jujuy, Jujuy, Argentina.
Contacto: lilianabergesio@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0273-9434

1 En este trabajo no se discutirá si se trata de productores de la agricultura familiar, pequeños productores o campesinos, pues no es el eje del mismo. Para un análisis del tema ver Bergesio et al. (2016a). Asimismo, aunque se habla aquí de "los productores","los feriantes"o "los artesanos", bajo estas denominaciones se incluyen tanto mujeres como varones, ambos presentes en similares porcentajes en las ferias analizadas.

2 En este trabajo se entrecruzan trabajos previos de las autoras sobre ambas ferias, exponiéndolas aquí por primera vez de forma comparativa y con un marco teórico diferente, centrando la mirada ahora en sus vínculos con la frontera internacional.

3 Éstas revisten especial importancia en esta historia, pues establecieron que el Corregimiento de Chichas, la Puna de Jujuy y Tarija serían parte de la Gobernación del Tucumán; hacia el Oeste se encontraba el Corregimiento de Lípez y de Atacama, que dependían de la Real Audiencia de Charcas (Delgado y Göbel, 2003).

4 Al sur de este hito hubo algunos cambios, pero se resolvieron mejor y prontamente, dado que corresponde con la frontera argentino-chilena, delimitada con claridad (en esta sección) en 1899.

5 Diario El Día, 11/10/1938 "Ratificación del tratado limítrofe", p. 1.

6 Diario El Día, 25/11/1940 "La frontera con Chile y Bolivia quedó demarcada", p. 1. Cabe destacar que este Coronel ya había estado en la comitiva que oportunamente había colocado el hito en Esmeralda, punto tripartito entre Argentina, Bolivia y Paraguay.

7 Archivo Histórico de Jujuy. Cuestión de Límites. Caja 8, Carpeta F, 2, zona III. (Se respeta la escritura original del texto).

8 Apartado basado en González (2012), salvo indicación en contrario.

9 Asociación Regional de Criadores de Camélidos de Potosí (Bolivia).

10 Que nuclea a ganaderos de la Comisión Municipal de Cusi, Jujuy (Argentina).

11 Los nombres de la feria cambian, pues se respetaron los documentos originales de organización.

12 Invitación a la I Feria.

13 Ibídem.

14 Asociación Zonal de Criadores de Camélidos, una instancia intermedia entre los ganaderos y ARCCA.

15 Se distingue entre organizadores y auspiciantes, ya que los primeros están involucrados directamente con la realización del evento, en tanto los segundos hacen aportes en dinero o especies para el mismo.

16 El nivel "regional" refiere a la provincia de Jujuy o al departamento Potosí, excepto indicación en contrario.

17 Convocatoria II Expo Feria Binacional de Camélidos.

18 Dependiente de la Dirección de Desarrollo Ganadero, del Ministerio de la Producción y Medio Ambiente.

19 La Feria Andina de la Llama congregaba a ganaderos de toda la Puna jujeña. Se realizaron cinco ediciones hasta el año 2011 en Abra Pampa; sus organizadores eran CFI y el gobierno provincial.

20 Convocatoria tercera edición.

21 De hecho, en mayo de 2012 Bolivia consiguió el certificado de que el Altiplano es zona libre de aftosa sin vacunación, a diferencia de Argentina, que sí lo es, pero con vacunación.

22 Ibídem. Nuestro resaltado.

23 Departamento de Potosí, Provincia Baldivieso, AZCCA Alota. Es importante destacar que esta AZCCA tenía su producción dedicada a carne-fibra, mientras que las otras organizaciones presentes estaban dedicadas a la fibra.

24 La Manka llega a su punto máximo el tercer domingo de octubre; y, habitualmente, se prolonga hasta mediados o fines de la semana siguiente. Estas fechas (los días anteriores y posteriores) varían cada año, pero siempre es el tercer domingo de octubre cuando alcanza su máxima expresión en número de feriantes y visitantes.

25 En la declaración del Congreso nacional se resalta que "La Manca Fiesta es una festividad de pura raigambre nativa realizada desde antes de la llegada de los españoles. Tiene su origen en el pueblo inca, en la época en que por nuestro país pasaba el extenso y famoso 'Camino Inca', que permitía no solo el paso de hombres y mujeres sino también el intercambio cultural entre una región y otra del gran imperio aborigen de América del Sur. Los quechuas la llamaron 'Manca Fiesta'y los españoles 'Fiesta de las Ollas', debido a las vasijas de barro de muchos tamaños donde los puneños de ambos lados de la frontera traían los alimentos que iban a trocar. Es una auténtica feria popular que se celebra desde hace siglos y es una de las pocas manifestaciones indoamericanas que aún perduran en nuestro país". Fuente: Cámara de Diputados de la Nación; Sesiones Ordinarias 2004; Orden del Día N° 1316; Comisión de Cultura; Dictamen de Comisión. Impreso el día: 8 de octubre de 2004; Término del artículo 113: 20 de octubre de 2004. Recuperado de: www.diputados.gov.ar/dependencias/comisiones/periodo-122 (fecha de consulta noviembre de 2007); (resaltado en el original). Si bien los aspectos históricos de esta cita son cuestionables, resulta importante el reconocimiento que hace de ella este poder del Estado nacional.

26 Por décadas, era tradicional en la Manka Fiesta la presencia de burros para el acarreo de mercaderías y la disposición de un espacio para que quedaran sujetos. Pero hace cerca de dos décadas que no se registra ya la presencia de estos animales, sustituidos por el traslado en camiones o camionetas.

27 Para realizar este estimado se hizo un conteo de ingreso y egresos de personas en la entrada principal en las horas pico (entre las 12 y las 18 horas) los días sábado y domingo, durante 15 minutos, descontinuados cada dos horas, en las ediciones de la feria de los años 2017 y 2018.

28 La incidencia que tiene la Manka Fiesta sobre el precio regional de la fibra de camélido es importante, tanto que, en 2012, cuando casi no hubo acopio de fibra, el precio no pudo determinarse y se hablaba del "efecto Manka".

29 No nos referimos aquí a "tipos" de feriantes, sino a objetivos principales de participación y su relación con ámbitos económicos específicos.

30 Cabe indicar que la asociación, tanto al ámbito de procedencia como a los objetivos de intercambio, se realiza sobre premisas, preconceptos y estereotipos de los agentes estatales sobre los feriantes.

31 Específicamente en relación al valor de los productos ingresados, Aduana tiene un tope nacional fijado en dólares. En el caso del horario, Aduana y Migraciones acuerdan a partir de qué hora podrán los feriantes hacer el paso, aunque esto no implica la falta de control.

 

Recibido: febrero de 2020
Aceptado: marzo de 2020

 

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