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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.24 no.44 La Paz jun. 2020

 

ARTÍCULOS Y ESTUDIOS

 

La frontera argentino-boliviana: una mirada desde las fuentes históricas del servicio diplomático

 

The Argentina-Bolivia Border: A View from the Historical Records of the Diplomatic Service

 

 

Ana Alejandra Teruel *, Ana Laura Elbirt **

 

 


Resumen***

El artículo procura aportar al conocimiento de la historia de la región de frontera argentino-boliviana en un momento clave de su desarrollo, cuando se fundan las ciudades de La Quiaca (Argentina) y Villazón (Bolivia), en la primera década del siglo XX. Se inicia con un análisis del concepto de frontera, entendido como espacio singular y como región susceptible de historiarse, para luego presentar un panorama general de la misma entre 1880 y 1930. Se pone especial énfasis en la incidencia estatal en la frontera y en la actuación y testimonios de sus representantes (diplomáticos y agentes consulares). Las fuentes utilizadas provienen, principalmente, del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina y del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

Palabras clave: Frontera argentino-boliviana; Historia del servicio diplomático.


Abstract

This article seeks to contribute to the historical knowledge of the Argentinian-Bolivian border region during a key moment on their development, during the foundation of the cities of La Quiaca (Argentina) and Villazón (Bolivia) on the first decade of the 20th century. This begins with an analysis of the concept of border, understood as a singular space and susceptible region to go down into history, and it presents a general panorama of the region between 1880 and 1930. It places a special emphasis on the impact of the Bolivian and Argentinian states and on the performances and testimonies of their representatives (diplomats and consular officials).The sources mainly used come from the archives of the Argentine Ministry of Foreign Affairs and Culture and from the Bolivian National Archive and Library.

Keywords: Border Argentina-Bolivia; History Diplomatic Service.


1. La frontera como región

Los estudios sobre las fronteras internacionales no son abundantes entre los historiadores. Taylor Hansen (2007) lo atribuye a las dificultades intrínsecas del concepto mismo de frontera que, advierte, es diferente al de límite. Mientras el límite es la línea que separa dos territorios sujetos a soberanías diferentes, la frontera es algo más que esa línea, es la zona que la rodea por ambos lados. La frontera es una zona de interacción, con un espacio propio y diferenciado del resto de los pobladores del interior de los Estados. Tiene una propia dinámica y una propia historia (Valhondo de la Luz, 2010). Quizás es en los estudios históricos sobre las fronteras denominadas "internas", refiriendo a la expansión del Estado sobre un territorio dominado por una sociedad aborigen, donde más claramente se ha evidenciado la dinámica de cambios y la historicidad del espacio fronterizo. Sin embargo, la frontera sobre la que tratamos acá es fundamentalmente internacional, aunque en su sector oriental, como veremos más adelante, tuvo la singularidad de ser también frontera con el indígena.

El campo de la historia fronteriza es bastante complejo debido a los numerosos elementos que con el tiempo fueron transformando las regiones estudiadas en las entidades con las características y elementos de identidad que tienen hoy en día (Taylor Hansen, 2007). La frontera internacional delimitada por el área de las ciudades gemelas de La Quiaca y Villazón, tiene una fuerte impronta asociada al contrabando, más que en grandes escalas, "al menudeo", con "paseros" y "bagayeros" que cruzan el río llevando productos de un lado a otro, fenómeno tan antiguo como la frontera misma. Hoy es una de esas regiones sobre cuyos habitantes pesa el estigma peyorativo de la otredad, especialmente en la consideración desde Argentina (Karasik, 2010). Es también una de esas regiones consideradas marginales cuando el análisis parte de una mirada desde las regiones hoy centrales en los actuales y respectivos Estados nacionales. Desde esta perspectiva, Benedetti y Salizzi (2011) afirman que estas conurbaciones transfronterizas1 son "expresiones materiales de la espacialidad social fronteriza argentino-boliviana, cuya singularidad derivada de la función de paso internacional acordado por ambos estados, en un espacio que es periférico con respecto a los centros urbanos más importantes de ambos países" (p. 148).

Nuestra propuesta es otra. El proyecto en el que se inscribe este artículo procura realizar un análisis histórico de la frontera como espacio singular, desechando el presupuesto de marginalidad y adoptando un concepto más flexible desde el punto de vista analítico: el de "extracéntrico", acuñado en los estudios culturales por Ana Teresa Martínez (2013). A diferencia de la noción de periferia, lo "extracéntrico" posibilita abordar la región en sus relaciones con otros posibles centros, más allá de la vinculación con la metrópoli. Esto permite pensar la frontera en dos dimensiones: a) como borde del territorio del Estado nacional y, por ende, límite de la acción de las políticas estatales de cada país; b) como una región en sí misma, integrando territorios de dos o más Estados con otros posibles centros, más allá de las capitales administrativas nacionales. La frontera, entonces, como espacio social, puede ser tratada en tanto región susceptible de historiarse, analizando sus singularidades y las dinámicas relaciones que, como parte, establece en diferentes momentos con un todo. Justamente, una de las bondades del recorte regional como instrumento analítico es que permite percibir procesos que las denominadas historias nacionales soslayan (Teruel, 2008).

En la instancia de este artículo vamos a privilegiar el análisis de la intervención de los Estados en los asuntos de la frontera y la actuación y testimonios de sus representantes (diplomáticos y agentes consulares). Para ello, hemos acudido al archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, además de informes oficiales de Bolivia provenientes del Archivo y Biblioteca Nacionales situado en Sucre.

El artículo sigue una estructura en la que se presenta la especificidad de la actividad diplomática y las características de la misma y de las relaciones bilaterales argentino-bolivianas entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. La documentación de Cancillería es una fuente histórica que sirve no sólo para reconstruir la gestión estatal en la frontera, sino que en ese repositorio se encuentra otro tipo de registros a los que se le ha prestado menos importancia. Nos referimos, entre ellos, a los informes de viajes e inspección de los cónsules argentinos en las ciudades bolivianas del área de la frontera. Estas fuentes no sólo proporcionan información sobre los asuntos económicos, sino también sobre la vida cotidiana, sobre las relaciones sociales, sus habitantes y las conceptualizaciones e imaginarios que los funcionarios diplomáticos elaboraron sobre esa sociedad.

Antes de continuar con los diplomáticos y los informes consulares, dedicamos un apartado a brindar un panorama de la frontera, entre 1880 y 1930, que describe la región desde las tierras altas hasta las bajas orientales. El propósito es destacar las diferentes y dinámicas vinculaciones que, en un corto período histórico, se tejen involucrando al espacio de frontera. Los grandes protagonistas son el ferrocarril, que reconfigura el espacio, la minería y el tráfico ganadero.

En el apartado siguiente retomamos las fuentes diplomáticas para abordar temas que competían específicamente a la frontera, y eran tratados con frecuencia en la correspondencia e informes de los cónsules. Finalmente nos centramos en un individuo, el diplomático boliviano en Argentina más importante en el período, José María Escalier, cuya figura surge nítidamente y adquiere un perfil particular cuando la enfocamos desde la frontera, justamente porque representa esas dos dimensiones del análisis que proponíamos líneas más arriba: en relación a su actuación como representante del Estado nacional y en relación a la región de la frontera en sí misma y en los vínculos con otros centros, más allá de las capitales administrativas nacionales.

 

2. La actividad diplomática y la frontera

La actividad diplomática forma parte de un entramado mayor destinado a proveer de significaciones sociales acerca de la identidad de la nación y de los actores legitimados para las artes del gobierno. En palabras de Hobsbawm (1991), forma parte de la "ingeniería social" del Estado moderno sobre la totalidad de cuyos habitantes gobierna, y cuyas fronteras o límites lo separan de otros territorios. En definitiva, la diplomacia contribuye a la invención de una "comunidad imaginada" (Anderson, 1993[1983]) en la que se funda la legitimidad de los Estados modernos.

En los estados burocráticos y dotados de un buen aparato policial, un sistema de documentación y registro personales hacía que los habitantes tuvieran un contacto todavía más directo con la maquinaria de gobierno y administración, especialmente si se desplazaban de un lugar a otro. En los estados que aportaban una alternativa civil a la celebración eclesiástica de los grandes ritos humanos, como hacía la mayoría, los habitantes podían encontrarse con los representantes del estado en estas ocasiones de gran carga emocional; y siempre eran apuntados por la maquinaria de registro de nacimientos, matrimonios y defunciones, que complementaba la maquinaria de los censos. El gobierno y el súbdito o ciudadano se veían vinculados inevitablemente por lazos cotidianos como nunca antes había ocurrido. Y las revoluciones decimonónicas en el campo del transporte y las comunicaciones tipificadas por el ferrocarril y el telégrafo reafirmaron y normalizaron los vínculos entre la autoridad central y sus puestos avanzados más remotos (Hobsbawm 1991, p. 90).

El órgano del Estado que se encarga de coordinar toda la actividad exterior es la Cancillería o Ministerio de Relaciones Exteriores. Los representantes diplomáticos informan al ministerio acerca de los asuntos internos y externos del país en que están acreditados, representan intereses nacionales y negocian diversos asuntos que van desde los políticos, comerciales y financieros hasta los tecnológicos, culturales y religiosos. Íntimamente relacionados con la función diplomática están los servicios consulares que históricamente precedieron al intercambio de diplomáticos y que desarrollan una labor que no siempre se puede distinguir con precisión respecto de la de los diplomáticos, aunque en general se considera que la esfera de acción consular comprende especialmente los intereses comerciales y la protección de los ciudadanos de su país (Solveira, 1997).

En Argentina, el servicio exterior adquirió mayor dinamismo a partir de 1880 con el propósito de promover el conocimiento del país —fundamentalmente en Europa— para fomentar la inmigración y el movimiento comercial. No obstante, afirma Solveira (1997) que "esta gravitante vocación europeísta, en la que lo económico era excluyente y en la que jugaba un papel fundamental la diplomacia comercialista, no llegó a eliminar la agenda diplomática en la que a las cuestiones territoriales se les asignó un lugar privilegiado. En esa agenda diplomática ocupan un lugar sobresaliente, sin duda, los países limítrofes" (p. 8). Con el correr de los años se acrecentó el interés por fortalecer las relaciones con el continente, tendencia que se acentuó con el gobierno de la Unión Cívica Radical a partir de 1916 (Solveira, 1997).

En 1879 ya había una legación argentina en Bolivia, pero hasta 1911 su mantenimiento no fue estable, como ocurrió en muchos otros casos, principalmente por razones económicas y dificultades en el reclutamiento del personal. En la primera década del siglo XX se generaron tensiones entre ambos países ocasionadas por la mediación argentina en el conflicto limítrofe peruano-boliviano, cuyo laudo el presidente Montes de Bolivia consideró "de una completa parcialidad contra nosotros, y que él importa una desgracia nacional" (Cisneros y Escudé, 2003). La hostilidad de la prensa, en gran parte en manos de Ismael Montes, según el informe del representante argentino en La Paz2 y los ataques contra a la legación argentina llevaron finalmente a la ruptura de las relaciones diplomáticas en julio de 1909. No obstante, pasado un tiempo, como respuesta a gestiones de otros países para el restablecimiento de las relaciones bilaterales, se llegó finalmente a un acuerdo, firmándose, el 13 de diciembre de 1910, un protocolo que expresaba que "el Gobierno de Bolivia reconoce la sinceridad y el espíritu de rectitud del presidente de la Nación Argentina, al pronunciar en calidad de árbitro entre Bolivia y Perú, el laudo de 9 de julio de 1909", con lo que, el 9 de enero de 1911, Argentina declaró restablecidas las relaciones diplomáticas (Cisneros y Escudé, 2003).

 

3. Caracterización de la frontera argentino-boliviana

En esta frontera actualmente hay, en palabras de Benedetti y Salizzi (2011) tres conjuntos de aglomeraciones: La Quiaca y Villazón, Aguas Blancas y Bermejo y Profesor Salvador Maza y Yacuiba. "Estos tres lugares de frontera concentran el grueso de la población que reside sobre el límite internacional, de las movilidades transfronterizas y de la infraestructura de integración binacional" (Benedetti y Salizzi, 2011, p. 148).

A comienzos del siglo XX, estas aglomeraciones eran sólo dos, y La Quiaca-Villazón las únicas ciudades "gemelas", recién fundadas. Al oriente, se encontraba sólo Yacuiba. En esta extensa línea limítrofe podemos distinguir dos regiones: la oriental de tierras bajas y la occidental de tierras altas, cada una con su historia y características peculiares.

La frontera de las tierras altas, alejada de los principales puertos y centros económicos y administrativos nacionales, adquirió una inusitada actividad generada por la llegada del ferrocarril y la fundación de La Quiaca (1907, Jujuy, Argentina), terminal del Ferrocarril Central Norte, y de Villazón (1910, Omiste, Bolivia), desde donde las vías férreas tendrían continuidad a Oruro y La Paz. La Quiaca contaba en el año 1914 con 744 habitantes3, entre los que había extranjeros que llegaban a tentar fortuna con la minería, otros contratados como técnicos, o bien a establecer casas de comercio y/o adquirir tierras. En unos pocos años se constituyó en el centro urbano más notorio de la Puna argentina (Teruel, 2016), cuyo dinamismo estaba estrechamente vinculado al de Tupiza, capital de la provincia boliviana de Sud Chichas. Tupiza era la ciudad más importante de Sud Chichas, tenía 1.644 habitantes en el año 1900,4 y una gran actividad comercial motivada por la principal riqueza de la región: la minería. La fundación de Villazón en 1910 —con alrededor de 626 habitantes en 1916 (Chambi Cáceres, 2013)— no logró desplazarla en su rango de ciudad decana, aunque perdió su rol de cabecera en la aduana nacional de Bolivia, que en 1911 se asentó en el nuevo centro urbano.

Estas novedades en el transporte, las comunicaciones y los nuevos poblados, generaron expectativas de negocios, ya fuera en especulación por la compra de tierras, en el comercio y el contrabando. Fundamentalmente las nuevas expectativas se correspondían con el desarrollo minero boliviano que, en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo una inyección de capital chileno y británico que, sumado al local, permitió invertir en maquinaria pesada, redes de transporte y procesos de producción modernos. Otro factor de modernización fue la presencia de ingenieros de explotación minera, como los hermanos Francke, de Alemania, que asociados a Aramayo formaron la poderosa compañía minera que actuaba en Tupiza (Langer, 1997).

En la Puna de Jujuy, la etapa industrial de la explotación minera fue más tardía que del lado boliviano, y los intentos de explotaciones auríferas poco fructíferos pero muy interesantes socialmente. Los comienzos del siglo XX presenciaron la llegada de osados empresarios "que hablaban italiano, inglés y, otros, quichua" (Paz, 2014, p. 6; Alonso, 2010), con emprendimientos arriesgados —y en general nulos resultados— para la exploración de aluviones auríferos y "pirquineros" que extraían oro por métodos rudimentarios. Mejor suerte tuvo la explotación de bórax desde los albores del siglo XX, a cargo de la Compañía Belga, luego fusionada como Compañía Internacional de Boráx (Bovi y Fandos, 2013).

La actividad minera de Bolivia —especialmente la explotación en Huanchaca— había motivado el trazado del ferrocarril al Pacífico que, en 1890, unió Antofagasta con Uyuni, pueblo fundado en ese año con el propósito de que fuera un núcleo distribuidor hacia Potosí, Chile y el Sur hasta la frontera argentina (Mesa et al., 2003). Cuando el trazado de la vía férrea desde Villazón llegó a Tupiza, en 1924, y un año más tarde se prolongó a Uyuni, quedó conectada una amplia región del Norte argentino y el Sur boliviano con los puertos chilenos del Pacífico.

Hacia los establecimientos salitreros del Pacífico se orientaba una buena parte del tráfico del ganado proveniente de la región chaqueña (Langer y Conti, 1991). Nos referimos a la otra zona de la frontera, la que abarcaba desde las tierras pedemontanas hacia el Chaco. Se trataba de un frente de colonización abierto hacia el Este y por lo tanto "frontera" en los dos sentidos del término: como border era una frontera internacional, mientras que en el sentido anglosajón de frontier era una frontera "interna" con un territorio indígena a dominar por parte de ambos Estados nacionales. Esta línea de colonización se había visto activada como parte de la "era del progreso", preocupada por la nacionalización efectiva de los confines del territorio nacional fuera de la órbita estatal (Combès, 2019).

En 1883, Daniel Campos llevó a cabo una expedición bordeando el río Pilcomayo hasta su confluencia con el Paraguay. El correlato del lado argentino fueron pequeñas campañas desde la década de 1870 coronadas por la acción bélica emprendida por el general Benjamín Victoria en 1884, que logró establecer una línea de fortines sobre el río Bermejo. No obstante, los márgenes del río Pilcomayo continuaron dominados por tobas, pilagás, chorotes, matacos, entre otras etnias, hasta finalizada la primera década del siglo XX.

El pueblo de Yacuiba, originariamente boliviano, pero en disputa en la demarcación limítrofe con Argentina, era el más importante en esa frontera. Eudoro Calbimonte, perito boliviano en la demarcación limítrofe, afirmaba en 1903 que "Yacuiba, en el Gran Chaco, tiene la misma importancia que Tupiza, en Sud Chichas"5. Destacaba la necesidad de retenerla en jurisdicción boliviana pues era puerta de entrada a las provincias de Salinas y Gran Chaco, del departamento de Tarija; de Azero, en el de Chuquisaca, y de todas las provincias orientales de Santa Cruz de la Sierra y del departamento del Beni.

Yacuiba era desde 1880 la capital de la provincia Gran Chaco (Tarija). Según el Censo del año 1900 tenía 1.388 habitantes6; sin embargo, Calbimonte, en su informe ya citado al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Bolivia, explicaba que luego del terremoto que sufrió en el año 1898, sólo había con residencia fija entre 350 y 400 personas que habitaban unas 82 casas dispersas en 34 manzanas. La diferencia con las cifras oficiales del censo posiblemente se deba a lo que el funcionario mencionado denominó la "población flotante" de matacos, chorotes y chiriguanos que asistían en tiempos de cosecha.

En Bolivia, con el arribo del Partido Liberal al poder —y en el contexto del reconocimiento de la pérdida del Acre, frente a Brasil, y del litoral marítimo, en manos de Chile—, la cuestión territorial sobre el Chaco (pendiente de definición con Argentina y Paraguay) adquirió interés nacional. Durante la presidencia de Ismael Montes, el nuevo prefecto de Tarija, Leocadio Trigo, fue designado Delegado Nacional del Gran Chaco. Entre 1905 y 1909, su figura fue central en esa frontera. De él, afirma Combès (2019) que, a diferencia de quienes lo precedieron en las expediciones al Chaco, "Trigo no explora con fines científicos, para abrir una ruta hacia Asunción, reconocer un territorio ignoto o verificar la navegabilidad del río. Lo mueve 'el deseo de hacer real la ocupación del suelo boliviano en todo el curso del alto Pilcomayo" (p. 14)7. Y así explica también que no fuera casualidad que "su compañero de exploración en 1906 es el ingeniero Herrmann, representante de la Casa Studt y Cia de Berlín, decidida a 'industrializar' y modernizar el gran Chaco" (Combès, 2019, p. 15).

Mientras eso sucedía en la frontera boliviana, del lado argentino avanzaba la colonización y, en 1911, el general Rostagno ponía fin a la última campaña del Chaco y prometía convertir a los indígenas industriosos productores agrícola-ganaderos. Sin embargo, los indígenas no tuvieron mejor destino que el de braceros. Ya en un testimonio de 1908 del Ministerio de Agricultura de Argentina se afirmaba:

No hay, propiamente hablando, en toda la zona recorrida [entre Resistencia y Santa Cruz de la Sierra], indios salvajes. Todos estos indios invariablemente van a trabajar a los ingenios y obrajes del Chaco Austral, sobre el río Paraná, los de Formosa; y los de la zona norte, a los ingenios de Jujuy en San Pedro, de Leach Hnos., y en Ledesma de Ovejero y Zerda.

Concluida la cosecha, regresan al centro del Chaco; allí la pesca y la caza les proporciona alimento abundante hasta la próxima cosecha8.

No fue casual que los inicios de la modernización tecnológica de las haciendas azucareras del oriente de Jujuy y de Salta se produjeran a la par del avance del trazado de las líneas férreas y de las campañas de conquista al Chaco (Teruel, 2005). El arribo del ferrocarril a Tucumán permitió el traslado de maquinaria importada de Inglaterra y la transformación de las haciendas en modernos ingenios-plantación, proceso que comenzó en la hacienda Ledesma, en 1876, y en la de San Pedro, en 1878. Así se formaron Lesdema Sugar Estates and Refining Company Limited (1914) y Leach's Argentine Estates Limited (1913).

Unos años antes arribaba a Embarcación (Salta, Argentina), a orillas del Bermejo, el ramal ferroviario del Ferrocarril Central Norte que, pasando por los ingenios azucareros, tenía por objetivo llegar a Yacuiba. La época es coincidente con la modernización azucarera y con el boom salitrero en el Pacífico, generadores, respectivamente, de la demanda de mano de obra para los ingenios y de ganado chaqueño para el comercio regional.

 

4. Consideraciones de los diplomáticos sobre la frontera

La documentación de las dos primeras décadas del siglo XX, depositada en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, da cuenta de los temas que preocupaban a los diplomáticos en la época. El trazado de la línea demarcatoria de límite entre ambos países y los conflictos suscitados en los sitios de soberanía en disputa fue un tema central, habida cuenta de que el período que tratamos fue el de culminación de la definición limítrofe, un proceso largo con varias idas y vueltas entre el tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán, de 1889, y el de Carrillo-Díez de Medina de 1925 (Cisneros y Escudé, 2003). Acá no nos internaremos en la cuestión de definición de los límites, sino que nos referiremos a otros temas que competían específicamente a la frontera, y eran tratados con frecuencia en la correspondencia e informes de los cónsules.

El ferrocarril: fue preocupación dominante. En la correspondencia y en los informes consulares hay un prolijo seguimiento de los trabajos de extensión de las líneas férreas hasta la frontera, su arribo a La Quiaca en 1907 y las múltiples dificultades y oscilantes negociaciones para su trazado desde Villazón hasta Tupiza. El vice cónsul argentino en esa ciudad decía en 1908 que "La línea férrea argentina a Bolivia es esperada como el advenimiento del Mesías"9. Como telón de fondo aparece la preocupación por la competencia con Chile por el control del mercado del Sur boliviano, la desconfianza de los diplomáticos argentinos respecto a los procederes del país trasandino y las sospechas de que éste ponía obstáculos para la finalización del trazado del ferrocarril de Villazón a Tupiza y de allí a Uyuni. En 1914, el cónsul argentino en La Paz adjudicaba la paralización de las obras de extensión del ferrocarril a Tupiza a los intereses chilenos del ferrocarril a Antofagasta, que desde Atocha embarcaba el mineral "de los establecimientos mineros de Aramayo, Frank y Cía, de Compañía Oploca de Bolivia y de varias otras empresas que tienen que hacer sus exportaciones forzosas a Europa por vía Antofagasta", y afirmaba que de establecerse la conexión con el ferrocarril Central Norte argentino, el mineral se embarcaría vía Atlántico "que ofrece mayores ventajas"10. Al respecto, Ricardo C. Acuña, cónsul general en La Paz, escribía al Ministro de Relaciones Exteriores .

No sería temerario decir que la falta de cumplimiento del gobierno de Bolivia de los tratados de ferrocarriles con la República Argentina, han sido instigados por la Bolivian Raywail, puesto que, si hubieran llevado a la práctica las líneas proyectadas y pactadas por ambos gobiernos, como lo era la de La Quiaca a Tupiza, de Tupiza a Potosí y Potosí y Sucre, la República Argentina ya hubiera sido comercialmente dueña de todo el centro y sud de Bolivia. Bajo esa base fue que nuestro gobierno construyó el ferrocarril a La Quiaca, el que se encuentra estacionado y sin esperanzas de resultados beneficiosos como era de esperar. Para ello es indispensable continuar cuanto antes la línea de La Quiaca a Tupiza11.

Si bien el ferrocarril tardó más de diez años en cruzar de La Quiaca a Villazón, diferentes fuentes testimonian que paulatinamente las minas bolivianas de San Vicente, Portugalete, Guadalupe y Atocha comenzaron a canalizar sus exportaciones ultramarinas vía océano Atlántico por el Ferrocarril Central Norte desde La Quiaca. Es interesante destacar el aumento del volumen de minerales en las cargas del Ferrocarril Central Norte; Bovi y Fandos (2013) señalan que creció un 91% entre 1910 y 1925, año en el que el ferrocarril llegó a Uyuni. Por la aduana del Sur boliviana no sólo pasaban bismuto, estaño, plomo, antimonio, sino también coca, cueros, colchas de vicuña, café en grano, fruta seca y también libras esterlinas (Nina Mendoza, 2016).

La fundación de Villazón (1910): denominada "Quiaca boliviana", respondió a la necesidad del gobierno de Bolivia de controlar el comercio fronterizo, establecer una aduana más cercana a los puestos argentinos, y un poblado. Un importante protagonista de la región, el médico y diplomático José María Escalier, uno de los hacendados más ricos de Sud Chichas (Teruel, 2008a), a poco de asumir Eliodoro Villazón la presidencia de Bolivia le escribía diciendo: "Yo creo que el gobierno debe tratar de fundar un pueblo en la frontera. Esto conviene al país para no entregar toda la vida de esta región a la explotación de los de la Quiaca Argentina" (citado en Chambi Cáceres, 2013, p. 17).

También Ricardo Acuña, cónsul argentino en La Paz, seguía con atención el desarrollo de la nueva villa. Cuatro años después de su fundación, en su informe, confirmaba los temores de Escalier, pues el pueblo dependía en gran medida de casas comerciales y consignatarias que eran de capitales y materias primas argentinas: dos molinos para trigo con fuerza motriz, una fábrica de cerveza, una de jabón y una de confección. Los principales productos argentinos que se internaban a Bolivia por esa frontera eran: azúcar, arroz, jabón, cerveza, harina de trigo, trigo en grano, maíz, carne salada, calzado y especialmente animales en pie12.

Unos años antes, en 1911, el mismo cónsul informaba al Ministro de Relaciones Exteriores su preocupación sobre la internación de coca a las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca y Tucumán, su consumo y la necesidad de realizar un estudio sobre sus efectos. Señalaba que, entre las exportaciones de Bolivia a Argentina, la coca era la que sumaba mayor valor monetario; en 1910 eran nueve mil bultos que significaban 189.000 kl, y afirmaba, con cierto extrañamiento que:

Los obreros son los que más la mastican y va haciéndose extensiva esta costumbre hasta en personas de significación social (...) son conocidos los desórdenes nerviosos y gasto prematuro del marfil de la dentadura de estos viciados, cuya fisonomía se hace característica por la palidez y por la laxitud que les invade, creyéndose, según autores de reputación, que es raro el órgano que no sufra la acción poco saludable de este vegetal13.

No obstante, al ser partícipe de esa opinión, el cónsul mencionaba que había quienes sostenían las virtudes nutritivas de la coca afirmando que en Bolivia "no es raro ver indios cocanómanos que viven regularmente hasta más de cien años, a cuya edad aún son aptos para el trabajo". De allí concluía, no sin cierto cinismo, que quizás habría que considerar un estudio del tema para establecer si efectivamente la coca tiene cualidades que hagan "necesario establecer plantaciones de esa hoja en la República"14.

El tráfico ganadero en la frontera oriental: en esta porción de la frontera la definición de la línea demarcatoria fue una constante preocupación y punto de fricción, pues recién en 1925, con el tratado Carrillo-Díez de Medina, quedó definitivamente aceptada la soberanía de Bolivia sobre Yacuiba, a la vez que la región de Toldos pasaba a jurisdicción argentina. El proyecto conjunto de policía fronteriza para el Chaco "previniendo los ataques de indios y la acción de bandoleros" fue otro de los temas que ocupó a los diplomáticos, pues cada vez que se trataba resurgía la cuestión de los límites internacionales sin definir en torno al río Pilcomayo. Otra de las constantes fue la de los derechos aduaneros impuestos al tráfico de ganado de uno a otro lado de la frontera. En 1903, el perito boliviano Calbimonte se quejaba de que la mitad del ganado que se engordaba en el Noreste de Jujuy y de Salta y se subía al tren para su comercio provenía de Bolivia, aunque en las estadísticas argentinas no se lo consignara de tal forma. Calculaba entre 15 mil a 20 mil las cabezas exportadas anualmente desde Yacuiba15. Unos años después, el cónsul argentino responsable de la legación de La Paz, en su recorrido por la zona, manifestaba su mayor admiración por

Toda la fauna y flora de la región de Yacuiba, y muy especialmente la que abarca las riberas del río Bermejo, Tarija, Itaú, las Juntas de San Antonio y Pilcomayo, es de un porvenir seguro (...)

El ganado vacuno que crece en estos puntos, por razones del clima tropical y por la buena calidad de los pastos, de manera sorprendente, son grandes, corpulentos y vivos (...) El ganado de estas regiones es hoy objeto de las mayores especulaciones, por las valorizaciones que adquiere día a día en todos los mercados del mundo. Durante el año 1913 se embarcó en la estación terminal de Embarcación, 26.636 vacunos y en el primer semestre de 1914, 9.137 cabezas de las que proceden de Bolivia 7.000 a 8.000 por año16.

Para ese entonces estaba pronto a arribar el ramal "azucarero" del Ferrocarril Central Norte argentino a Embarcación, en Salta, distando unos 140 km con Yacuiba. El comercio con Argentina se hacía vía Embarcación; de allí en carros tirados por mulas que llegaban hasta Santa Cruz de la Sierra. Se trataba de un servicio regular de más de 200 carros. El cónsul hacía saber al Ministro de Relaciones Exteriores que, dada la importancia de ese comercio, se hacía necesaria la presencia de un cónsul de tercera clase para el lugar, que podría establecerse en Caipitande (Nueva Yacuiba), población que se estaba formando a un kilómetro del paralelo 22 y "frente al pueblo argentino de Yacuiba (actualmente bajo la soberanía de Bolivia)"17. En Caipitande se estaba instalando una oficina telegráfica como en Caiza, Fortín Ballivián, Magariños, los Esteros Nuevos o Pilcomayo. Un dato que llamó la atención del cónsul fue que, a pesar de la proximidad de los ingenios azucareros de Jujuy, la exportación de azúcar a Bolivia tenía reducidas dimensiones, puesto que allí se consumía azúcar hamburguesa que, al igual que el alcohol, se importaba mayormente de Alemania, "por ser más barata".

 

5. El caso particular e ilustrativo de José María Escalier

En Bolivia, así como en Argentina, las ideas liberales tuvieron como eje vertebrador al proyecto de "orden y progreso" con el objetivo de modernizar al país con la mirada puesta en Europa y, como sucedáneo, en Argentina (Stefanoni, 2015, p. 27). El liberalismo estuvo acompañado por la consolidación de La Paz como sede del gobierno en reemplazo de la aristocrática ciudad de Sucre, en correspondencia con la transformación del "ciclo de la plata" al "ciclo del estaño".

En 1920 el Partido Republicano tomó el poder por la unión de diversos sectores disidentes al Partido Liberal. Este proceso estuvo liderado por Bautista Saavedra, José María Escalier, Daniel Salamanca y José Manuel Ramírez. Los tres primeros conformaron la Junta de Gobierno de transición tras el derrocamiento a los liberales.

Hijo de Juan José Escalier, importante hacendado de Sud Chichas, José María nació en 1849 y estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires. En esa ciudad se desempeñó como Jefe de Clínica en los hospitales Nacional de Clínicas y Rivadavia, y Jefe de Servicio en el Hospital Durand, cargos que lo llevaron a la presidencia de la Asociación Médica Argentina entre 1901 y 190218.

En 1908 asumió como Ministro Plenipotenciario de Bolivia por designación de Ismael Montes, cargo que ocupó con el objetivo de representar al país en Argentina en ocasión del laudo arbitral por el litigio entre Perú y Bolivia. Entre 1910 y 1911, durante la presidencia de Eliodoro Villazón, fue Ministro de Asuntos Exteriores, posición desde la que incidió para la fundación de "La Quiaca" boliviana, denominada luego Villazón. Fue también, junto al "barón del estaño" Félix Avelino Aramayo, fundador del diario La Razón, órgano estratégico de difusión del Partido Republicano19. En 1921, luego de la "revolución" contra los liberales, se unió a Daniel Salamanca en contra de Saavedra, a quien consideró un "caudillo de la plebe", y conformó el Partido Republicano Genuino (Stefanoni, 2015, p. 33). En 1930 tuvo una nueva, pero breve, actuación como Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia.

Antes de su participación en el derrocamiento de los liberales, José María Escalier fue candidato a la Presidencia de Bolivia en 1917, momento en el que ya contaba con una inmensa fortuna valorada en tierras y en maquinaria moderna agrícola en el extremo sur boliviano. Su figura resulta interesante por cuanto su trayectoria biográfico-intelectual tuvo lugar en la frontera, entendida en múltiples sentidos: a) su fortuna se cocinó muy cerca del límite con Argentina, en Sud Chichas, donde sus haciendas de Mojo y Lonte abastecieron a las minas de Aramayo; b) sin embargo, José María residió la mayor parte del tiempo en Buenos Aires, donde ocupó un lugar destacado como médico; c) a la vez se desempeñó en cargos diplomáticos, en representación del gobierno boliviano, en Buenos Aires, con un gran protagonismo en la gestión de los asuntos exteriores de su país entre 1908 y 1918; d) a ello se sumó un rol político importante, traducido en la creación del Partido Republicano y en su candidatura a la presidencia de Bolivia. No sin razón, nuestro diplomático había sido definido como "típico ejemplar moderno de la larga simbiosis boliviano-argentina"20.

Detengámonos en algunos de los puntos mencionados. En la revista porteña El Gladiador del 29 de julio de 1904 se publicó en media página una nota titulada "Banquete al Dr. Escalier" que señala:

En uno de los salones de Jockey Club tuvo lugar el banquete ofrecido por un crecido número de sus amigos, al Dr. José María Escalier, quien con motivo de haber terminado la misión diplomática especial que le fue confiada por el gobierno de Bolivia, ha sido objeto de elocuentes demostraciones de aprecio de parte de la sociedad argentina a la que se halla tan estrechamente vinculado (Revista El Gladiador, 1904, Año III, N° 139).

Dirigida por Aurelio Gimenez, El Gladiador fue fundada en 1901. Junto con Caras y Caretas se constituyó en una de las publicaciones que transformaron el campo cultural rioplatense al incorporar elementos propios de la cultura popular, como la caricatura. Esto se combinó con las extensas secciones dedicadas a los eventos sociales de las élites, como el caso de la nota sobre el banquete a José María Escalier desarrollado en el Jockey Club. Cabe destacar que este Club surgió en 1882 por iniciativa del ex presidente Carlos Pellegrini, "secundado en la empresa por un entusiasta conjunto de caballeros representativos de la actividad política y económica del país"21.

Del otro lado de la frontera, el periodista y político liberal boliviano Casto Rojas le dedicó varias de sus columnas a Escalier, a quien criticó por su actitud antimontista y por su candidatura republicana en 1917:

El doctor Escalier se había guardado toda la bilis de que está preñado su espíritu, para cuando dejara de ser presidente el temido doctor Montes... Habíase guardado todo su encono contra el exmandatario de la Nación y contra el partido liberal que le infiriera la más despampanante de las derrotas, para cuando se hallara a conveniente y prudencial distancia de tiempo y de lugar (...) Es de presumir cuánta mortificación habrán causado en un corazón mordido por el odio y el despecho, como revela tener el doctor Escalier, las brillantes cónicas de las fiestas de trasmisión presidencial, el unánime aplauso a la obra liberal en el gobierno de Bolivia, el reconocimiento de los altos prestigios de estadista del mandatario que había hecho oír su voz en el continente, abogando por los fueros de la justicia y el derecho. (...) Es de presumir cuánta mortificación habrá esto causado al doctor Escalier, en medio de los círculos sociales y políticos argentinos, acostumbrados al comentario risueño y desapiadado de los hechos y de las gentes (Rojas, 1918, p. 43).

Casto Rojas ocupó diversas funciones públicas y se desempeñó como Secretario Privado de Ismael Montes. En sus notas de opinión construye la imagen de Escalier como un extranjero que "hace cerca de medio siglo que no conoce nuestro país y cuando le conoció, apenas era un niño que carecía de propio discernimiento" (Rojas, 1918, p. 83). Este periodista sostuvo que la condición de extranjería hace que la "actitud de defensa" de Bolivia por parte de Escalier resulte problemática, puesto que incluso tuvo una "desgraciada actuación en el asunto del laudo argentino" (Rojas, 1918, p. 76). Difusor de la opinión de una facción del Partido Liberal cercano a Montes, Casto Rojas afirmó:

En cuanto a su conocimiento de la acción política, el doctor Escalier no se hace sino eco de las pasiones e inquinas que por estafeta le envían sus parciales de estas comarcas. No le reconocemos al doctor Escalier la capacidad e imparcialidad suficientes para juzgar desde Buenos Aires ninguna acción política en Bolivia (Rojas, 1918, p. 127).

Para Casto Rojas, la condición necesaria para conocer la realidad boliviana y defender los intereses del país pareciera asentarse en la idea de cercanía, es decir, de vivir en la patria. Sin embargo, los republicanos utilizaron los distintos órganos de difusión de su partido para proponer otros argumentos para legitimar la figura de Escalier: su prestigio científico construido en Argentina, un país que gozaba en el contexto latinoamericano del momento de un gran potencial.

El doctor Escalier es una eminencia en el mundo científico y su nombre es honor de Bolivia. Lejos de su patria desde su niñez, ha vivido en ella (...) con el corazón y la inteligencia, siguiendo atentamente la vida nacional, inspirándose en sus grandes ideales y sirviendo hasta el sacrificio todo interés boliviano. Desde su juventud se cobijó bajo la bandera de nuestra legación en la gran metrópoli del Plata, mereciendo el aprecio y el respeto de todos nuestros enviados diplomáticos (La Razón, 10-07-1918).22

En el mismo orden de los argumentos, se postula a Escalier como un nexo con ambos países, y a su casa en Buenos Aires como la "casa de todos los bolivianos" que residen en Argentina. El 25 de julio de 1918, el periódico La Razón publicó una nota que destacaba la "unánime" elección de Escalier como presidente del comité a cargo de la celebración de los festejos patrios bolivianos en Buenos Aires. Tras la celebración del aniversario, el 9 de agosto de 1918, La Razón editó una nota titulada "Argentina. La colectividad boliviana y los festejos patrios"; se destaca en el artículo:

Nunca la colectividad boliviana conmemoró con tanto entusiasmo el aniversario patrio. Anoche se llevó a cabo un gran banquete en el Jockey Club, habiendo presidido la mesa los doctores Escalier y Villazón. Los concurrentes nacionales al banquete fueron más de setenta, constituyendo el grupo más representativo tanto social como intelectualmente" (La Razón, 09-08-1918)23.

Residente en Buenos Aires desde los inicios del siglo XX, Escalier vivió en un país en donde la llegada masiva de inmigrantes europeos a la pampa húmeda produjo un sacudón de las ideas dominantes que resquebrajaron el orden conservador hacia 1910. En Bolivia, los festejos del Centenario de la República mostrarían la crisis del liberalismo y la activación de diferentes figuras del socialismo. José María Escalier fue una figura que actuó también en esta frontera en términos de la historia de las ideas, es decir, en un tiempo límite entre la crisis de un modelo estatal y la emergencia de un proyecto de renovación nacional "vitalista, indigenista y socialista" (Stefanoni, 2015, p. 20).

Hacia 1925, José María Escalier ya no iba a ser criticado por los liberales que lo acusaban de desconocer la situación boliviana al residir en la capital argentina. Por esos tiempos surgieron otros detractores como Roberto Hinojosa, estudiante boliviano exiliado en Buenos Aires y Montevideo por sus manifestaciones públicas contra Bautista Saavedra. En su experiencia en el destierro tuvo contacto con la izquierda y el reformismo universitario de 1918, y llegó a escribir en el reconocido diario Crítica de Natalio Botana. En 1927, Hinojosa, en una columna de ese diario, incluyó a Escalier, junto a Patiño y a Aramayo, entre los explotadores de indios de su país (Stefanoni, 2015, p. 100). No fue casual, entonces, que en 1930 este referente del movimiento universitario proclamara desde Villazón una revolución armada boliviana sostenida en la nacionalización de minas y ferrocarriles, y en la eliminación del latifundio. Pero eso ya es capítulo de otra historia.

 

6. Consideraciones finales

En el amplio espacio a ambos lados de la línea divisoria internacional fue configurándose y reconfigurándose la frontera como región en su doble juego: como diferenciadora de pertenencias estatales, y como homogeneizadora de características sociales, económicas, intereses, dificultades y oportunidades. La consolidación de ambos Estados nacionales en el último tercio del siglo XIX se proyectó en la frontera, diferenciando un territorio largamente unido por un pasado común y lazos familiares. Si bien el fortalecimiento de la presencia estatal fue un factor que no puede obviarse, ello no disminuyó los intereses comunes que provocaron transformaciones conjuntas en el vasto territorio de la frontera. Sin duda, el símbolo de esos cambios fue el ferrocarril, seguido de la fundación de las ciudades gemelas Villazón-La Quiaca y, finalmente, el trascendente avance de la "frontera interior" hacia el Chaco y el sometimiento y semi-proletarización de sus habitantes nativos. También entre estas novedades se cuenta la relevancia y presencia en la frontera del servicio diplomático, cuya representación bilateral terminó de organizarse en las dos primeras décadas del siglo XX, a la par que culminó la definición de los límites fronterizos. La figura de José María Escalier como individuo ilustra muy bien este momento.

Finalmente, retomamos una cuestión de orden metodológico. Se trata de la importancia de integrar los espacios de frontera internacional en el abordaje de los estudios históricos. El conocimiento de los procesos sociales, políticos y económicos en espacios a uno y otro lado de la frontera internacional permite una lectura diferente a aquélla que se hace cuando la frontera implica un límite, un non plus ultra. Es decir, cuando cambiamos el lugar donde se posa la lupa, el margen puede pasar a ser el centro, y los sucesos que allí ocurren adquieren otra significación.

 

Notas

* Doctora en Historia (Universidad Nacional de La Plata). Investigadora CONICET (UE CISOR- CONICET/ Universidad Nacional de Jujuy), San Salvador de Jujuy, Argentina.
Contacto: aateruel13@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0033-3847

** Doctora en Comunicación (Universidad Nacional de La Plata). Becaria Posdoctoral CONICET (UE CISOR-CONICET/ Universidad Nacional de Jujuy), San Salvador de Jujuy, Argentina.
Contacto: analaura1605@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9373-2440

*** Este trabajo fue realizado en el marco del Proyecto SECTER-UNJu 2018-2019 y del PICT 2017 N° 1493 ANPCyT Dinámicas sociales, económicas y culturales en la historia de la frontera argentino-boliviana: La Quiaca-Villazón (1900-1930). Su publicación no entraña conflicto alguno de interés con institución o persona. Las autoras agradecen las sugerencias recibidas de los evaluadores anónimos.

1 Los autores refieren a los tres conjuntos de aglomeraciones actuales localizados en la frontera argentino-boliviana: La Quiaca y Villazón, Aguas Blancas y Bermejo y Profesor Salvador Maza y Yacuiba (Benedetti y Salizzi, 2011, p. 148).

2 Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina (en adelante AMRE). Sección Diplomática y Consular. Caja Perú y Bolivia 1904-1909. Arbitraje argentino (N° 858). La Paz, junio 12 de 1906.

3 República Argentina. Tercer Censo Nacional. Levantado el 1 de julio de 1914. Buenos Aires: Talleres Gráficos de L. J. de Rosso y Cía.

4 Oficina Nacional de Inmigración, Estadísticas y Propaganda Geográfica (1902). Censo general de población de la República de Bolivia según el empadronamiento del 1 de setiembre de 1900. La Paz.

5 Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre (en adelante ABNB). Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Bolivia. Año 1903. Anexos.

6 Oficina Nacional de Inmigración, Estadísticas y Propaganda Geográfica (1902). Censo general de población de la República de Bolivia según el empadronamiento del 1 de setiembre de 1900. La Paz.

7 Las comillas en el original indican cita de texto de Trigo.

8 Boletín del Ministerio de Agricultura. 1908. Buenos Aires, Talleres Gráficos Meteorológicos, 1908. T. IX. p. 244.

9 AMRE. Informe anual del vice consulado argentino en Tupiza 1907. Firmado por Ricardo Acuña, 5 de abril de 1908. Caja Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Perú 1908 (caja 1042).

10 AMRE. Informe sobre vías de comunicación, comercio, producción y características generales de las regiones de Villazón, Tupiza, Tarija y Yacuiba, 6 de agosto de 1914. Caja división América y Africa, año 1914. Otra opinión en el mismo sentido aparece en el informe de la Legación argentina sobre relaciones políticas y comerciales entre Bolivia y Chile, La Paz, 7 de setiembre de 1917. Caja Bolivia-Ecuador. Año 1917 (N° 1701).

11 AMRE. Informe sobre vías de comunicación, comercio, producción y características generales de las regiones de Villazón, Tupiza, Tarija y Yacuiba, 6 de agosto de 1914. op. cit., 1914.

12 Ibíd.

13 AMRE Cónsul argentino remite un informe sobre el consumo de la coca en las provincias del Norte y efectos que esta produce. Tupiza, 26 de octubre de 1911. Caja América y África. Bolivia 1911 (N° 1225).

14 Ibíd.

15 ABNB. Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Bolivia. Año 1903. Anexos.

16 AMRE. Informe sobre vías de comunicación, comercio, producción y características generales de las regiones de Villazón, Tupiza, Tarijay Yacuiba, 6 de agosto de 1914. Caja división América y África, año 1914.

17 Ibíd.

18 Datos extraídos del sitio oficial de la Asociación Médica Argentina, recuperado de: https://www.ama-med.org.ar/images/uploads/files/07JOSÉ%20M%20ESCALIER.pdf (fecha de consulta: 22/06/2019).

19 La Razón fue una publicación periódica de ocho páginas editada en La Paz entre 1917 y 1952. Fue fundada por Félix Avelino Aramayo y José María Escalier para "propiciar la causa del Partido Republicano y combatir la del Partido Liberal". Cuando llegó a la presidencia Saavedra, el diario se "situó del lado del Partido Republicano Genuino de D. Salamanca, lo que le valió la represión gubernamental, y a lo largo de su existencia sufriría ocho clausuras y tres destrucciones parciales", varios directores fueron arrestados, detenidos o incluso se exiliaron. En 1935 Carlos Víctor Aramayo adquirió la propiedad del medio" (Barnadas, 2002, pp. 38-39).

20 La expresión pertenece a J.L. Jaimes [1905], citado en Barnadas (2002).

21 Información extraída del sitio web oficial del Jockey Club Buenos Aires, recuperado de: http://www.jockeyclub.org.ar/JockeyNeWeb/HISlahistoria.php (fecha de consulta: 22/06/2019).

22 ABNB. Hemeroteca.

23 ABNB. Hemeroteca.

 

Recibido: febrero de 2020
Aceptado: marzo de 2020

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