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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult v.21 n.38 La Paz jun. 2017

 

IDEAS Y PENSAMIENTOS

 

Breve revisión a la historia de la Unión Soviética en el centenario de la Revolución Rusa

 

Brief history of the Soviet Union in the centennial of the Russian Revolution

 

 

Jorge Velarde Rosso*

 

 


Resumen:

El trabajo presenta una investigación sobre la historia de la Unión Soviética, enfatizando en cómo el terror y la violencia de Estado institucionalizados fueron a la vez requisitos necesarios para la subsistencia del régimen socialista y causa de su final. El análisis recorre todas las fases de este proceso histórico, desde la consolidación del Estado soviético en los años 20 hasta su desmoronamiento final, en los años 80, pasando por los procesos de apertura, reforma y estancamiento económico.


Abstract:

The paper presents an investigation into the history of the Soviet Union, emphasizing how institutionalized terror and state violence were both necessary requirements for the subsistence of the socialist regime and the cause of its ending. The analysis covers all phases of this historical process, from the consolidation of the Soviet state in the 1920s to its final collapse, in the 80's, through the processes of opening, reform and economic stagnation.


 

 

1. Introducción

El desmoronamiento del bloque socialista fue un hecho imprevisto para su tiempo. Por aquel entonces casi nadie parecía cuestionar el statu quo mundial, incluso se lo consideraba razonable. El inestable equilibrio de los años cincuenta y sesenta había sido reemplazado por un equilibrio menos tenso, que muchos consideraban benéfico. Expertos y especialistas concluían en que un cambio de la situación no sería deseable ni posible (Benz, 2005: 81). Sin embargo, en ese contexto surgieron tres importantes líderes que ayudarían a transformar positivamente ese statu quo. Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña, y el papa Juan Pablo II. Estas tres figuras compartían entre sí un fuerte sentimiento anticomunista y sentían que parte de la responsabilidad moral de sus respectivos cargos estaba estrechamente vinculado a la transformación de aquellas dictaduras a las cuales el resto del mundo parecía haberse acostumbrado.

Pero la confluencia de estos tres personajes, cada uno con su propio temperamento fuerte y decidido, no habría tenido el efecto transformador que tuvo si desde el interior de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no hubiera surgido otro personaje tan decidido y fuerte como aquellos tres. Mijail Gorbachov también estaba decidido a transformar la realidad de la URSS, aunque en un sentido distinto al de Reagan, Thatcher y Juan Pablo II. Si estos querían ver el fin del sistema soviético, aquél quería modernizarlo y actualizarlo para los retos del mundo tecnológico moderno de fines del siglo XX. Gorbachov era consciente de que el lento y burocrático Estado socialista no podría competir en el ágil y acelerado mundo contemporáneo si no se adaptaba parcialmente. Pero sus reformas no dieron el resultado esperado por este reformista soviético. Lo que lleva necesariamente a formularse la pregunta de por qué las reformas, que eran imprescindibles para revitalizar al bloque, fueron las mismas que causaron su desmoronamiento.

La muerte de Juan Pablo II el dos de abril de 2005 trajo consigo muchas emisiones televisivas y publicaciones en prensa escrita a propósito de su amplia labor. En un par de biografías o documentales sobre el pontífice polaco, Gorbachov declaraba que Juan Pablo II había jugado un rol fundamental en el desmoronamiento del bloque: "Todo lo que ha ocurrido en Europa oriental no habría sucedido sin la presencia de este Papa, sin el gran papel —también político— que ha sabido jugar en la escena mundial" (Gorbachov, 2005: XLI).

Aquellos reportajes insistían en el rol protagónico del Papa polaco: "Los historiadores coinciden en atribuir la caída del comunismo a dos hombres: Mijail Gorbachov y Juan Pablo II"1. Con esto no se pretende afirmar que el Papa Juan Pablo II haya acabado con el socialismo —aunque muchos así lo crean—2, pero era una veta que, incluso por la coyuntura, valía la pena profundizar. Sin embargo, él mismo parecía minimizar su rol expresamente: "El árbol ya estaba podrido... yo tan sólo le di un buen sacudón"3. Y en otra declaración similar, más contundente aun, que figura en el libro que publicó pocos meses antes de morir, dice: "sé que sería ridículo considerar al Papa como el que derribó con sus propias manos el comunismo" (Juan Pablo II, 2005: 205).

Entonces, y asumiendo el rol protagónico que el Papa Wojtyla jugó en el desmoronamiento del bloque (Lecomte, 1992), revisé las afirmaciones que hacía sobre el sistema socialista, y cómo, según él, éste cayó por sus propios errores y abusos, por las fuertes contradicciones internas que le eran inherentes. Decidí comprobar esta afirmación, que luego se convertiría en la hipótesis de este trabajo: "El comunismo cayó al fin a causa de la insuficiencia socioeconómica de su sistema" (Juan Pablo II, 2005: 65)4. Por lo tanto, el objetivo del trabajo es tratar de mostrar algunas importantes contradicciones internas e insuficiencias socioeconómicas del socialismo y como éstas fueron las que condenaron al sistema a fracasar. La idea de presentar esta breve revisión de la historia de la URSS bajo este provocador título tiene muchísimo que ver con la conmemoración del centenario de la revolución que le dio origen. Y se admite la 'culpa' de que tanto el título como la hipótesis no sean del todo inocentes, toda vez que en el continente latinoamericano la historia de la Unión Soviética todavía es romanceada y vista como un modelo a emular. ¿El socialismo del siglo XXI no quiso presentarse acaso como una versión democrática de su par autoritario del siglo XX? Y la creciente violencia en Venezuela, punta de lanza de ese supuesto socialismo democrático, ¿no sería muestra de que el autoritarismo y la represión de las libertades individuales son inherentes al socialismo de cualquier siglo? Las conclusiones las sacará el lector de estas líneas.

Este trabajo empezará revisando, sumariamente, el surgimiento del socialismo real y el breve gobierno de Lenin. El siguiente punto, que será abordado a detalle, será la consolidación del Estado soviético de manera definitiva, y el surgimiento de los problemas crónicos del régimen soviético. Luego se estudiarán de manera sumaria, los intentos de apertura de Jruschov, el periodo de estancamiento e inmovilismo de Brezhnev y los cortos gobiernos de Andropov y Chernienko, llegando por fin al gobierno de Gorbachov. Es de vital importancia analizar este periodo mostrando la real necesidad de las reformas. Por lo tanto, se verá la situación socioeconómica de la Unión Soviética durante la década de los ochenta, las expectativas que tenían las reformas —tanto en el gobierno como en la sociedad civil— y su desengaño. Por último, se darán las conclusiones del análisis.

La Unión Soviética impuso su sistema y modelo a casi todos los países del bloque de una manera muy clara y notoria5. Por tanto, entender el funcionamiento y los problemas de la Unión Soviética, es entender el funcionamiento y muchos de los problemas del bloque. Esos problemas crónicos e inherentes del sistema —al menos eso se pretende demostrar— lo llevaron al colapso. Por esta misma razón, en el presente trabajo no se describirán a detalle los hechos que llevaron al fin del socialismo en Europa oriental6, ya que esto complicaría demasiado al texto.

Para terminar esta breve introducción, quizá convenga hacer notar el curioso hecho de que el desmoronamiento del bloque socialista y de la Unión Soviética se produjo sin derramamiento de sangre, y nadie —salvo la vieja guardia marxista— salió a defender el sistema que había gobernado con mano de hierro durante tantas décadas la vida de tantos millones de personas. ¿No es ésta una muestra de las fuertes contradicciones, abusos y errores que le eran inherentes? ¿Qué se puede pensar de un sistema que cuando empieza a desmoronarse sus habitantes no lo defienden, es más, festejan su fin? ¿No es ésta la prueba de que se trataba de un totalitarismo cruel, donde el hombre del presente era sacrificado a "un futuro cuya efectiva realización resulta por lo menos dudosa"? (Benedicto XVI, 2005:31b). Todo esto, ¿no habla de una enfermedad incurable, propia de la aplicación práctica de la ideología marxista? Si es así, la historia de la Unión Soviética y del bloque socialista debería ser una lección a no olvidar en el siglo XXI.

 

2. La Revolución Rusa y el triunfo de los bolcheviques

Entre los acontecimientos más trascendentes del siglo XX se encuentra sin duda alguna la Revolución rusa de 1917. "Sobre todo (porque) inauguró la era de las revoluciones modernas. Al demostrar que los marxistas podían conquistar el poder y establecer su 'dictadura del proletariado' socialista, los bolcheviques sirvieron de inspiración a los revolucionarios de todo el mundo para emular su victoria. Después de 1917, el mundo nunca volvería a ser el mismo" (Times Books Ltd., 1996: 234). De ahí que sea todavía necesario entender más y mejor la historia interna de este primer experimento marxista.

La Rusia prerrevolucionaria era un país en proceso de industrialización que no tenía —ni pretendía tener— paralelo en una modernización política7. Este desfase entre modernización económica e inmovilismo político, junto a otras características de la Rusia zarista8, convirtieron al gran imperio en caldo de cultivo para movimientos revolucionarios, no necesariamente marxistas. No es de extrañar entonces que, en marzo de 1917, el amotinamiento del ejército, en un contexto de generalizadas revueltas e inestabilidad, obligará al zar Nicolás II a abdicar al trono.

Se instaló un gobierno provisional de corte más bien moderado —burgués, en lenguaje marxista— que buscaba establecer un régimen democrático liberal.

Pero en octubre9, los bolcheviques, sector marxista más radical, se impusieron sobre los demás movimientos políticos. Al frente de los bolcheviques se encontraba Lenin, que se convirtió en el presidente del nuevo gobierno. No importa tanto analizar los hechos concretos que llevaron a tal victoria sino más bien centrar la atención en el objetivo que perseguía Lenin. La finalidad de esta victoria tenía para él una trascendencia capital, pues de allí debería extenderse la revolución a los países industriales. Lenin

... veía, como todos los demás marxistas, rusos y no rusos, que en Rusia no se daban las condiciones para la revolución socialista. Los marxistas revolucionarios rusos consideraban que su revolución tenía que difundirse hacia otros lugares. Eso parecía perfectamente factible, porque la gran guerra concluyó en medio de una crisis política y revolucionaria generalizada, particularmente en los países derrotados (Hobsbawm, 1998: 66).

Este dato, aportado por un autor declaradamente afín al modelo marxista, es de suma importancia. Esta cita revela que la causa final que los bolcheviques tenían en mente era la "revolución generalizada". Y es que para Lenin y para muchos marxistas, "sólo hacía falta una señal para que los pueblos se levantaran a sustituir el capitalismo por el socialismo, transformando los sufrimientos sin sentido de la guerra mundial en un acontecimiento de carácter más positivo: los dolores y convulsiones intensos del nacimiento de un nuevo mundo" (Hobsbawm, 1998: 63).

Lo que pocos saben es que en las elecciones a la Asamblea Constituyente los bolcheviques no salieron ganando. Por lo tanto, Lenin se vio obligado a prohibir por la fuerza toda oposición política. Y es que, teniendo en cuenta que su objetivo iba más allá de las fronteras rusas, no podía permitir que, a causa del escaso apoyo popular hacia los bolcheviques, se estropeara todo el plan de revolución mundial; "el programa de Lenin, de comprometer al nuevo gobierno soviético (es decir, básicamente al partido bolchevique) en la 'transformación socialista de la república rusa' suponía apostar por la mutación de la revolución rusa en una revolución mundial" (Hobsbawm, 1998: 70).

La revolución rusa pretendió ser un chispazo de revoluciones, por eso se buscó implantar el modelo marxista en un país que evidentemente no cumplía con los requisitos teóricos mínimos para ello (país principalmente agrario, población proletaria minoritaria, etc.) En todo caso, lo que Rusia más necesitaba era una revolución burguesa10, pero eso no satisfacía los afanes de Lenin ni de los bolcheviques.

 

3. Conformación y consolidación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)

3.1. El gobierno de Lenin

Después de la guerra civil (1918—1921), el país se encontraba destruido y su economía estaba en ruinas. "El dinero perdió todo significado y fue reemplazado por un sistema de trueque, el que, combinado con un intento de dirección estatal de la economía, fue dignificado con el título de 'comunismo de guerra'" (Times Books Ltd., 1996: 234). El sistema de 'comunismo de guerra' trajo consigo la nacionalización de todas las empresas, con excepción de las más pequeñas. La pérdida de valor del dinero fue conocida oficialmente como suspensión sistemática de la "economía del dinero". La producción agrícola fue requisada y los trabajadores fueron controlados estrictamente.

Sin embargo, todas estas medidas no consolidaron el régimen, de hecho lo desestabilizaron fuertemente. Una serie de huelgas y disturbios alcanzaron su punto culminante en el motín de la base naval de Kronstadt (febrero de 1921), que hasta entonces era leal al nuevo régimen. La rebelión fue duramente aplastada, pero para poner fin a la oposición campesina y revitalizar la economía, Lenin se vio obligado a retroceder en sus medidas. Nació así la llamada Nueva Política Económica (NEP), "la política de incautaciones fue reemplazada por un 'impuesto en especies' y se les permitió a los campesinos vender el excedente de su producción en el mercado libre. Las empresas privadas fueron liberadas del control gubernamental y el comercio minorista, en su mayoría, regresó a manos particulares y, en consecuencia, se restauró la economía de mercado" (Times Books Ltd., 1996: 236). Estas medidas tuvieron un éxito inmediato, pues la producción industrial y agrícola alcanzó los niveles de 1913 (antes de la implementación de la NEP la industria apenas alcanzaba a producir un séptimo de ese nivel).

Otro elemento importante, que permitió la permanencia de Lenin en el gobierno, fue la efectiva actuación de la Cheka11, fundada por él mismo, en 1917, con el fin de proteger y consolidar la revolución comunista. Su funcionamiento fue el de una policía secreta (sin status oficial) que perseguía y asesinaba a cualquiera que fuera identificado como contrarrevolucionario. Mediante el uso del terror, Lenin consolidó el dominio del Partido Comunista en toda la Rusia zarista y pudo fundar oficialmente, el 30 de diciembre de 1922, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Nominalmente, era una federación de distintas repúblicas gobernadas por soviets. En la práctica, la URSS surgió como un Estado centralista y totalitario de partido único donde las repúblicas no contaban con ninguna autonomía.

3.2. Marxismo-leninismo

La conformación de la Unión Soviética de la manera antes descrita es producto directo de las ideas de Lenin. Por esta razón, es necesario y pertinente hacer un breve análisis sobre algunas de las características del marxismo-leninismo y su influencia en la Unión Soviética. Un elemento fundamental se perfiló ya en su tratado ¿Qué hacer?, de 1902; a saber, la necesidad de una cúpula dirigente dentro del partido que se encargue de dirigir al proletariado a la conquista del comunismo. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Lenin, en su obra Imperialismo, fase superior del capitalismo, denuncia que los países imperialistas extraían excedentes de sus colonias, permitiendo que los obreros de dichas naciones vean claras mejorías en su nivel de vida. Este grupo de proletarios conformó la "aristocracia obrera", la cual, conforme con el capitalismo, impedía la unidad de clase. "Abandonado a sí mismo, el proletariado nunca se levantaría contra el orden existente" (Palmowski, 2002: 512).

Por lo tanto, Lenin concluyó que la revolución socialista se produciría en países menos industrializados. "Por ello,... insistía en la importancia de la elites dentro del partido y de 'revolucionarios profesionales', que serían los encargados de preparar y acometer la revolución y de crear una conciencia comunista entre los obreros" (Palmowski, 2002: 512). Es importante tener presentes estas características, al momento del análisis, porque "durante gran parte del siglo XX, el comunismo soviético pretendió ser un sistema alternativo y superior al capitalismo, destinado por la historia a superarlo" (Hobsbawm, 1998: 64). De hecho, como lo menciona el propio Hobsbawm, tan sólo cuarenta años después de la revolución de octubre, "un tercio de la humanidad vivían bajo regímenes que derivaban directamente... del modelo organizativo de Lenin, el Partido Comunista. La mayor parte de esos regímenes se ajustaron al modelo de la URSS" (Hobsbawm, 1998: 63), y este modelo implica, también, las reformas estalinistas que se verán a continuación.

3.3. Estalinismo: modernización y terror

Stalin se caracterizó más por ser un hombre de acción que de palabras —de hecho el estalinismo es mucho más una praxis que una teoría. En su juventud, aumentó el poder del partido bolchevique georgiano, su patria natal, mediante expropiaciones que, de hecho, eran robos de millones de rublos a los bancos. Esto llamó la atención de Lenin, y así, en 1912, entró al Comité Central del Partido (Palmowski, 2002: 725). Poco a poco fue ganando espacios de poder dentro del mismo, hasta que en 1922 fue nombrado por Lenin secretario general. "Originariamente era un nombramiento administrativo, pero que él aprovechó para sentar las bases de su propio poder personal desde el corazón mismo del partido" (Palmowski, 2002: 725). Poco tiempo después, la salud de Lenin empezó a empeorar, hasta que murió en 1924. Stalin aprovechó la situación para ganar poder y sucederle, aunque los candidatos 'naturales' eran en todo caso Trotsky (líder del Ejército Rojo), Kamenev (Presidente del Soviet de Moscú) o Zinoviev (líder del KOMINTERN). Una vez que logró consolidar su poder, tanto en el partido como en el país, Stalin comenzó a eliminar a sus rivales (reales o posibles), al tiempo que empezaba a poner en marcha lo que luego se denominarían planes quinquenales.

Después de resaltar algunos rasgos personales importantes de Stalin, es necesario desarrollar detalladamente las medidas por él implantadas, ya como continuación de las políticas leninistas, ya como creación propia. Primeramente, como secretario general construyó una base de poder leal a él dentro del enramado partidario. Esto le favoreció porque con la muerte de Lenin empezó un debate entre los líderes sobre la continuación de la NEP. Los moderados, liderados por Bujarin, creían que continuar con la NEP produciría un desarrollo gradual que conduciría a una economía urbana; y ésta, liderada por el partido, se transformaría en una economía socialista. El otro grupo, liderado por Stalin, consideraba que era necesaria una rápida modernización desde arriba, eliminando todo vestigio del capitalismo burgués (Times Books Ltd., 1996: 71). Debido a su poder Stalin ganó una vez más la batalla política. Dentro del partido ya no había nada ni nadie que le impidiera llevar a cabo sus planes en toda la Unión Soviética, y "en lo sucesivo, el secretario general del Partido Comunista sería el máximo dirigente del Estado (aunque rara vez ostentaría el cargo)" (Palmowski, 2002: 779).

Una segunda característica importante del estalinismo fue el eficaz uso del terror. Como ya se vio, Lenin también lo utilizó muy eficazmente a través de la Cheka, que se oficializó en 1922 al crearse la "GPU y luego la OGPU" (Palmowski, 2002: 184)12. Aunque en el futuro seguiría cambiando de nombre, sus funciones fueron las mismas, y sus métodos tampoco variaron mucho. En 1934 pasó a ser la NKVD13, cuyas funciones principales seguían siendo la seguridad del Estado y la persecución de los enemigos de la revolución, mediante el uso de la vigilancia y juicios políticos, deportaciones a los Gulags14, etc. Con estos instrumentos, la NKVD se convirtió en la principal herramienta de Stalin para mantener un férreo control político, esto antes, durante y después de la Gran Purga (1936-1938)15. También sirvió como medio para imponer el modelo a los países satélites de la URSS, ya que la NKVD participó en la conformación de las fuerzas policiales de dichos países. En 1954 pasó a denominarse KGB16.

Con el poder absoluto en sus manos, Stalin puso rápidamente en marcha un plan de modernización de la URSS. La tan esperada revolución mundial, que debía venir como consecuencia de la revolución rusa, no llegó. Stalin se convenció pronto de que no llegaría, por eso apuntó a una rápida industrialización para construir el "socialismo en un solo país". Esta determinación fue de capital importancia, porque Lenin esperaba la cooperación de los futuros gobiernos revolucionarios, que vendrían después, para solucionar los graves problemas socioeconómicos de la Rusia zarista. Por eso Stalin, al reconocer que no había que contar con que tales revoluciones se produjeran, debía crear un método que permitiese a un país eminentemente agrario con una población campesina iletrada, transformarse en una sociedad industrial; con un proletariado instruido que tuviese conciencia de su clase.

Todo esto implicaba una segunda revolución. Se entiende entonces la razón práctica17, más allá de la excesiva paranoia de Stalin, de la eliminación total de la disidencia. Pero no sería correcto olvidar que esta característica es una continuación —más brutal— del "modelo leninista de 'partido de vanguardia', una organización disciplinada y eficiente de revolucionarios profesionales, con la misión de llevar a cabo las tareas que les asignase la dirección central" (Hobsbawm, 1998: 385). La creciente 'autoritarización' —si vale el término— de la Unión Soviética tiene sus inicios en 1917. "Las circunstancias de los años 1917-1921 (dirigencia de Lenin) impusieron un modo de gobierno cada vez más autoritario dentro y fuera de un partido consagrado a realizar cualquier acción que fuese (o pareciese) necesaria para mantenerse el frágil y amenazado poder de los soviets" (Hobsbawm, 1998: 386)18.

Una tercera característica del estalinismo es la casi total omnipresencia del Estado, sobre todo a través del aparato de seguridad. El Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), como grupo de vanguardia del proletariado, debía saber y controlar todo lo que ocurría en el territorio de la Unión Soviética. Desde aquí se fijaban los objetivos que "una vez fijados, tenían que entenderlos y cumplirlos, hasta en las más recónditas avanzadillas de la producción en el interior de Asia, administradores, gerentes, técnicos, y trabajadores que, por lo menos en la primera generación, carecían de experiencias y de formación" (Hobsbawm, 1998:381). Esta debilidad del sistema de producción soviético reforzaba aún más la necesidad del centralismo, hasta el punto de que "todas las decisiones pasaron a concentrarse cada vez más en el vértice del sistema soviético. La fuerte centralización (...) compensaba la escasez de gestores. El inconveniente de este proceder era la enorme burocratización del aparato económico, así como del conjunto del sistema" (Hobsbawm, 1998:381).

Todo esto con el fin de poner en marcha los planes quinquenales (cuarta característica) a través de los cuales se establecían —para un periodo de cinco años— las metas que debía alcanzar la economía. Dicha planificación era posible, pues se nacionalizaron todas las industrias y se colectivizó la agricultura casi de manera total. Stalin consideraba que para crear rápidamente una sociedad socialista, se debían eliminar todos los vestigios y rasgos del 'capitalismo burgués'. Hay que decirlo todo, no se equivocó, porque y "dejando de lado las consideraciones políticas, la continuación de la NEP, con o sin enmiendas, habría producido en el mejor de los casos un ritmo de industrialización modesto" (Hobsbawm, 1998:379). La nacionalización de las industrias hizo que el desarrollo de éstas se convirtiera en un objetivo primordial de los planes quinquenales, sobre todo de las industrias pesada y militar, pues ambas aseguraban, en aquel momento, la continuidad del régimen. Pero la medida económica que tuvo más impactos sociales fue la colectivización forzada de la agricultura. Los llamados kulaks, propietarios agricultores 'ricos y exitosos' que resurgieron con la NEP, se convirtieron en los enemigos de la revolución. Por extensión, el término fue utilizado para denominar, perseguir y eliminar a todo campesino que se opusiera a la colectivización. Por medio de expropiaciones, colectivización, deportación masiva a tierras menos fértiles (a menudo a Siberia) y ejecuciones (incluso se llegó a inducir hambrunas en ciertas zonas) se buscó romper la resistencia campesina. Stalin logró así 'deskulakizar' la agricultura a costa de millones de vidas, "según cínica confesión del propio Stalin a Churchill" (Times Books Ltd., 1996: 73). En términos prácticos, lo cierto es que, estos métodos funcionaron, pues a finales de la década de 1920 cerca al 93 por ciento de las granjas habían sido colectivizadas.

Frente a tales reformas, las transformaciones no se hicieron esperar. La producción industrial creció considerablemente. Al finalizar el segundo plan quinquenal, en 1937, la industria pesada había superado en 10 por ciento las cifras previstas. Pero "este éxito no se hizo extensivo a la agricultura y a quienes vivían de ella, ya que la industrialización se hizo a costa de la explotación del campesinado"(Enciclopedia universal ilustrada. 1973:382). La mayor parte de la población tuvo que soportarlos sacrificios de la industrialización."Cualquier política de modernización acelerada de la URSS, en las circunstancias de la época, habría resultado forzosamente despiadada, porque había que imponerla en contra de la mayoría de la población, a la que se condenaba a grandes sacrificios, impuestos en buena medida por la coacción" (Enciclopedia universal ilustrada, 1973: 380).

¿Cómo entender esta aparente contradicción, de implantar medidas 'despiadadas' para la mayor parte de la población? Si se tienen en cuenta dos principios fundamentales del marxismo-leninismo, las políticas estalinistas son todo, menos ilógicas. Los dos principios son: a) el determinismo histórico —de 'comprobación' científica— que aseguraba el triunfo final del socialismo sobre el capitalismo, y b) la vital importancia de una cúpula dirigente, que debería dirigir al proletariado en su lucha por el socialismo y el comunismo. Tomando en cuenta estas premisas, se hace comprensible que "para un país atrasado y primitivo, carente de toda asistencia exterior, la industrialización dirigida, pese a su despilfarro e ineficiencia, (funcionara) de una forma impresionante" (Enciclopedia universal ilustrada, 1973: 380)19 que permitió que en pocos años la Unión Soviética se consolide como potencia industrial y militar mundial. De manera paradójica, este aislamiento de la economía soviética la hizo inmune a los efectos del 'crack' de la bolsa neoyorquina. Por esta razón, mucha gente, tanto dentro como fuera, llegó a pensar que el sistema soviético era superior a cualquier otro. Y es que mientras que todas las economías del mundo retrocedían, la soviética crecía considerablemente.

Pero este crecimiento tenía un condicionante, que al parecer casi nadie vio en su momento, y es que; "mientras la economía se mantuvo a un nivel de semisubsistencia y sólo tuvo que poner los cimientos de la industria moderna, este sistema improvisado,..., funcionó" (Hobsbawm, 1998:381). Si se hubiera reconocido a tiempo este principio, tal vez se podrían haber tomado medidas oportunas. El sistema, que funcionaba de 'forma impresionante', hacia crecer la industria pesada y militar en detrimento de las industrias de consumo y de la agricultura. Nunca, hasta las reformas de Gorbachov, se intentó seriamente revertir este efecto perverso de la economía planificada socialista, que arrastró de manera crónica y que resultó ser fatal. Resulta curioso, por decir lo menos, que en un país principalmente agrario, con una población mayoritariamente campesina, ellos "no sólo pertenecían a una categoría legal y política inferior, por lo menos hasta la Constitución de 1936 (totalmente inoperante); no sólo tenían que pagar más impuestos a cambio de menos protección, sino que la política agrícola que sustituyó a la NEP, la colectivización forzosa de la tierra en cooperativas o granjas estatales, fue entonces, y seguiría siéndolo más tarde, un desastre" (Hobsbawm, 1998:382). Con el tiempo la URSS parecería "un gigante torpe dando manotazos sobre montañas de petróleo, gas natural o acero, pero incapaz de cultivar un delicado grano de trigo" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:329). Pero en aquel momento, tanto dentro como fuera de la Unión Soviética, se sorprendían por los grandes logros del socialismo y muchos llegaron a pensar que realmente el socialismo reemplazaría al capitalismo.

4. Dialéctica reforma-estancamiento

En este apartado se pretende evidenciar brevemente un curioso proceso —que podríamos llamar dialéctico— iniciado tras la muerte de Stalin; a saber: intentos de reforma frenados por el 'conservadurismo'20 partidario. Este proceso dialéctico tiene dos momentos bien diferenciados; el primero es la implementación de algunas reformas con el fin de modernizar a la URSS, dejando de lado algunas prácticas estalinistas. En un segundo momento, se observa el "triunfo" del movimiento conservador que restaura, en mayor o menor medida, los métodos del estalinismo. Es curioso que este proceso se repitiera dos veces, la primera con el ciclo Jruschov-Brezhnev y la segunda —aunque mucho menos significativa por su alcance y duración— con el ciclo Andropov-Chernienko. Por último, antes de empezar el desarrollo de ambos, es importante mencionar otra característica. Cada etapa de los dos ciclos esta encarnada en la persona que dirigía el Partido Comunista (y por lo tanto también la Unión Soviética) en aquel momento, lo que evidencia el centralismo personalista de la administración soviética.

4.1. Jruschov-Brezhnev

Al morir Stalin, el seis de marzo de 1953, "el primer acto de los nuevos gobernantes estuvo cargado de significación: en lugar de personificar el poder en una sola persona, éste fue distribuido en una dirección colegiada" (Cuenca, 1992:3973) formada por sus más cercanos colaboradores21, unidos por el "temor al antiguo ministro del Interior, Laurenti Beria (liquidado a fines del mencionado año)" (Cuenca, 1992:3973). En 1956, apartado Malenkov, Jruschov logró imponer su figura de líder sobre los demás miembros de la dirección22. A este efecto, aprovechó el vigésimo Congreso del PCUS, que se hizo famoso en todo el mundo y en la historia, porque en él, con mucha habilidad, no dudó en denunciar los abusos del régimen estalinista23. La denuncia de estos abusos le permitió iniciar un proceso de 'desestalinización' de la URSS. Este proceso implicó la liberación de presos políticos, el reblandecimiento de la censura y la implementación de reformas económicas importantes; en política exterior se buscó un acercamiento con los países occidentales (doctrina de la coexistencia pacífica). Estas dos últimas medidas son dignas de un mayor análisis.

Las reformas económicas buscaban una mayor eficiencia de la agricultura y la industria de consumo, revertir el empobrecimiento campesino y descentralizar la planificación económica. El impulso dado al sector agrario se basó en un plan de cultivo intensivo de tierras vírgenes en Kazajstán, con resultados irregulares24. Precisamente por eso el Gobierno se vio obligado a cambiar repetidas veces de planes, agravando más la situación, porque le quitaba toda continuación, además de generar algunas situaciones caóticas. Las reformas económicas dieron mayor importancia a los bienes de consumo y buscaron la creación o crecimiento de otros sectores industriales descuidados o inexistentes hasta el momento, en detrimento de las industrias tradicionales del carbón, acero, etc. Se dio cierta autonomía a las industrias y el sistema de precios al por mayor también fue reformado. A pesar de los esfuerzos, "los resultados fueron decepcionantes. La descentralización económica produjo el caos tanto en la industria como en la agricultura. Los salarios se estancaron, mientras que las expectativas aumentaban. La relajación de la policía del terror trajo el problema de la disidencia política y de hasta qué punto el Estado podía tolerarla y mantener el predominio comunista" (Times Books Ltd., 1996: 168). Las áreas que mostraron un indiscutible éxito fueron la construcción y sobre todo la carrera espacial25. Esta última evidenciaba el envidiable progreso de la investigación y ciencia aplicada soviética, además de tener una gran importancia propagandística. Por último, aunque no menos importante, Jruschov intentó reducir el presupuesto armamentístico, para conducir el esfuerzo económico hacia la agricultura y la producción industrial no tradicional. "El rechazo manifestado por las más altas jerarquías castrenses hizo dar marcha atrás a Jruschov en dicha política, indudablemente la más adecuada a la situación y las necesidades del país" (Cuenca, 1992:3974).

En cuanto a política exterior, en pocas palabras, se puede decir que se llevó a cabo un serio intento de acercamiento hacia Estados Unidos y otras potencias occidentales. Lo que no implica que dejará de apoyar el crecimiento de la influencia socialista en el mundo o que no estuviera convencido del "triunfo definitivo del socialismo". De hecho, "en 1960, Nikita Kruschev, lanzando un resonante desafío a los Estados Unidos, proclamó: 'Los enterraremos'" (Brzezinski, 1986: 132). Apoyó abiertamente focos revolucionarios en el Tercer Mundo26, cuyo ejemplo más notorio fue, sin duda alguna, Cuba. Aunque no se entrará en detalles sobre la llamada "Crisis de los misiles", este hecho demuestra su efectivo apoyo. Es más, "la cúpula militar y los jerarcas del partido interpretaron que la capitulación soviética en la crisis... había dejado malparado el prestigio del país" (Cuenca, 1992:3974). Dicha crisis agravó también las ya tensas relaciones entre Moscú y Pekín. La doctrina de la "coexistencia pacífica" era vista por la China Popular como revisionismo que frenaba los anhelos revolucionarios de los pueblos. La ruptura definitiva llegó en 1963, tras la firma de un tratado ruso-americano sobre pruebas nucleares y una conferencia de los partidos comunistas de ambas naciones, en Moscú. Esta conferencia "sólo sirvió para establecer acusaciones corregidas y aumentadas, y afirmarse el mutuo recelo por la disputa del primer puesto en la dirección revolucionaria" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:321).

"Todavía sigue sin aclararse para los historiadores la caída de Nikita Jruschov, en octubre de 1964, acusado de una gestión ineficaz y desordenada" (Cuenca, 1992:3975), pero sin duda, la manera como llevó las relaciones internacionales de la URSS, y sus fracasos diplomáticos, jugaron un papel fundamental. Para los grupos ortodoxos del partido, él era excesivamente pacifista e innovador —según ellos en todos los aspectos, aunque de hecho sólo lo fue en algunos. Por eso idearon un "golpe de Estado de palacio... (al que siguió) otro período de liderazgo colectivo, que desembocó en 1966 en la ascensión de Leonid Brezhnev al poder como líder del partido" (Times Books Ltd., 1996: 168). Ingresamos así, en el segundo momento de esto que hemos venido a llamar 'primer ciclo del proceso dialéctico reforma-estancamiento'. En expresión de García de Cortázar y Lorenzo, este periodo "se caracterizó por una calma plomiza y por la permanencia de un control interno sobre la disidencia, asfixiante pero no demasiado cruento" (328)27. Inicialmente, la nueva dirección colectiva "puso sordina a los gestos más estridentes del antiestalinismo del período anterior y devolvió al aparato todo el peso y la influencia de sus mejores tiempos" (Cuenca, 1992:3975)28. Y por si estas dos citas no fueran suficientes, la siguiente es más directa aun, para demostrar el viraje hacía el estalinismo; "el autoritarismo y el inmovilismo volvieron a adueñarse de la Unión Soviética. El nuevo secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, continuó en líneas generales la política de Stalin" (Cuenca, 1992:3975).

En lo que respecta al retorno de la censura, el reforzamiento de la KGB y la persecución de la disidencia, basta mencionar los célebres casos del premio Nobel de Literatura Aleksandr Soljenitsin, autor del libro Archipiélago Gulag, y del premio Nobel de la Paz Andrei Sajarov, quien fuera antes uno de los más importantes físicos nucleares soviéticos. Ambos fueron exiliados por el sistema, que "siguió fiel a sus señas de identidad, brotadas del doble manantial del leninismo y del estalinismo" (Cuenca, 1992:3975). En este sentido, se puede decir que Brezhnev aprendió de la experiencia de su antecesor. Es decir, las denuncias al totalitarismo de Stalin imposibilitaron que Jruschov pudiera imponer una disciplina "religiosa" en el Estado, el partido y el ejército, de manera que tuviera su cargo asegurado. Por el contrario, Brezhnev, desde un inicio, buscó mantener "contentos" a estos grupos importantes de la vida política soviética: al Estado, mediante el retorno al centralismo y a la planificación; al Partido, a través de la eliminación de la disidencia; y al ejército, manteniendo los grandes presupuestos militares.

A pesar de que cada vez era más notoria la necesidad de profundos cambios, incluso más allá de las reformas impulsadas por Jruschov, este periodo prefirió seguir manteniendo la ruinosa prioridad de las industrias pesada y militar. Las áreas centrales de modelo 'jruschoviano' —eternas resentidas del sistema soviético— fueron nuevamente abandonadas. El sector primario seguía reportando adelantos, mientras que la producción de bienes de consumo apenas alcanzaba para abastecer el mercado interno; y ni que se diga de la agricultura, "especialmente después de 1975, cuando las malas cosechas provocaron una drástica reducción en la producción agrícola desatando la peor carestía después de la Segunda Guerra Mundial" (Times Books Ltd., 1996: 169). Sin embargo, la manera de solucionar estos problemas fue aparentemente sencilla, y es que "comprar trigo en el mercado mundial era más fácil que intentar resolver la en apariencia creciente incapacidad de la agricultura soviética para alimentar al pueblo de la URSS" (Hobsbawm, 1998:470).

Pasando a áreas más importantes de la economía soviética —por lo menos para sus dirigentes— es necesario ver con detenimiento la carrera armamentista. Fue en este periodo que los presupuestos militares alcanzaron sus picos más altos29. La justificación de esta carrera, totalmente antieconómica, pasaba por el prestigio internacional, pero sobre todo, porque la Unión Soviética mantenía su estatus de superpotencia, en gran medida, gracias a su poderío militar30. "En esta esfera, la potencia bélica de la Unión Soviética superó en muchas ocasiones a la estadounidense" (Cuenca, 1992:3976). Todo esto gracias a su gran industria y a los casi ilimitados recursos naturales del extenso país. El desarrollo de la industria pesada permitía que se extrajeran enormes cantidades de materia prima en diversas áreas. En los años setenta, le extracción de petróleo, gas y sus derivados fueron altamente beneficiosos —al menos en el corto plazo—, pues el dinero de la venta del petróleo permitía posponer las necesarias reformas económicas, pagar sus importaciones y solventar la mentada carrera de armamentos. Para finalizar con la parte militar, es necesario mencionar que el declarado intervencionismo de Brezhnev en asuntos internos de los países del Pacto de Varsovia (Doctrina de la Soberanía Limitada) y su apoyo al régimen afgano, mostraron, en el primer caso su capacidad de acción; y en el segundo, su ineficiencia.

La era Brezhnev fue para la población en general la mejor etapa que habían conocido. "Estaban cómodos en el sistema (...), que les proporcionaba una subsistencia garantizada y una amplia seguridad social (a un nivel modesto pero real), una sociedad igualitaria tanto social como económicamente y, por lo menos, una de las aspiraciones tradicionales del socialismo, el 'derecho a la pereza'" (Hobsbawm, 1998:474). Frente a esta actitud, cómoda, muchos líderes reformistas veían como un cambio urgente era necesario para parar la fuga de potencial económico, la rigidez administrativa y el desaprovechamiento de recursos. Todo esto producido por la vuelta al centralismo, que generó un alto nivel de corrupción. "El término nomenklatura, prácticamente desconocido antes de 1980..., sugería precisamente las debilidades de la egoísta burocracia del partido en la era de Brezhnev: una combinación de incompetencia y corrupción. Y se hizo cada vez más evidente que la Unión Soviética misma funcionaba, fundamentalmente, mediante un sistema de patronazgo, nepotismo y pago" (Hobsbawm, 1998:469).

Por último, y como consecuencia de todo lo antes dicho, la investigación, la calidad industrial y la tecnología fueron quedándose cada vez más rezagadas con respecto a Occidente. "La URSS se veía obligada a importar cada vez mayores contingentes de bienes de equipo y maquinaria electrónica, con el consiguiente derroche de divisas" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:331). La razón es muy simple; la excesiva centralización y planificación impedían darle a la economía la flexibilidad necesaria y la capacidad de renovarse constantemente31. En definitiva, la Unión Soviética ingresó en la década de 1980 con problemas continuamente aplazados que ya no podían esperar más. Al respecto, resulta significativamente simbólico que, "pese a la grave enfermedad que aquejaba a... (Brezhnev) desde 1975, su liderazgo, fue respaldado sin fisuras... (incluso hasta llegar a ser) nombrado por unanimidad presidente de la Unión Soviética" (Cuenca, 1992:3976).

4.2. Andropov-Chernienko

Andropov (1914-1984) sucedió a Brezhnev en el cargo de secretario general del partido (1982-1984), tras la muerte de éste. "Aunque con fama de reformista, su actuación al frente de la KGB (1967-1982), cuyo funcionamiento perfeccionó con implacable aplomo y dureza, le hizo ganar también la simpatía de los sectores más conservadores, imponiéndose a Chernienko, favorito de Brezhnev, para sustituirlo (...) Su mandato fue demasiado corto para que sus reformas económicas y dentro del Partido dejaran huella. Probablemente su mejor contribución fuera la de proponer a Gorbachov para altos puestos" (Palmowski, 2002:28). Cuando Andropov murió, y a pesar de la grave recesión económica, "la Nomenclatura, o clase dirigente, logró una vez más aplazar la hora del inevitable cambio al resultar elegido el anciano Chernienko" (Cuenca, 1992:3976), con el 'claro' fin de impedir el previsto ascenso de Gorbachov. Su gobierno de un año (1984-1985) "marcó el fin de la era Brezhnev y acabó de allanar el camino para la subida al poder de Gorbachov" (Palmowski, 2002: 185). Estos breves "interregnos" son importantes, en la medida en que demuestran el anclaje del PCUS en las viejas prácticas —que produjeron la crisis del sistema— y su obvia reticencia al cambio. Pues decir que ambos gobiernos fueron una continuación de la era 'brezhneviana'32 es lo mismo que decir —como ya se vio— que eran una continuación de las políticas estalinistas.

 

5. Reformas fatales

En los años ochenta se hizo cada vez más evidente que todos los sistemas que se proclamaban socialistas estaban pasando una profunda crisis. "La alargada gestión de Brezhnev, considerada más o menos entre 1965 y 1982 (...) ha sido uno de los períodos más estancados y degenerativos en el orden interno de la historia de la Unión Soviética" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:330). En este sentido, Hobsbawm hace notar que las crisis del 'socialismo real' se hicieron evidentes, tras la muerte de Mao Tse-tung. Esto por el hecho de que su sucesor, Deng Xiaoping, con un gran sentido pragmático, iniciara una profunda reforma económica que transformaría el régimen chino33. Y es que "el nuevo rumbo de Deng en China significaba un franco reconocimiento público (desde dentro del 'sistema') de que eran necesarios cambios radicales en la estructura del 'socialismo realmente existente'" (Hobsbawm, 1998: 468). En la Unión Soviética los cambios radicales llegarían casi diez años después.

5.1. Mijaíl Gorbachov: leninismo y mercado

En marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov asumió el cargo de secretario general del Partido Comunista. Con 54 años al momento de asumir el cargo, se mostraba como un renovador después de sus ancianos antecesores. A diferencia de ellos, trató de modernizar el régimen de una manera clara y decidida y "como representante del ala más abierta de la jerarquía, durante los siguientes cinco años trató de modernizar el socialismo a través de un paquete de reformas políticas y económicas" (Times Books Ltd., 1996: 208). Estas reformas recibirían nombres —en ruso— que quedarían como términos sinónimos del fin del socialismo: Perestroika, que significa reestructuración, y Glasnost, que significa transparencia. Ambas medidas intentaron salvar al régimen, y en realidad terminaron con él.

Con la Perestroika y la Glasnost no se pretendía destruir el sistema soviético, se quería en todo caso reformarlo desde adentro para darle mayor vitalidad: "Es posible pero poco probable qua algún reformista influyente de la Unión Soviética considerase el abandono del socialismo, aunque sólo fuera porque ello parecía difícil desde el punto de vista político" (Hobsbawm, 1998: 476).

Mucho menos se debería dudar de las intenciones del principal artífice de las mismas; es decir, en la real convicción de Gorbachov en la ideología marxista. Él mismo pretendió corregir esta errónea concepción, cuando en febrero de 1991, durante una gira en Bielorrusia declaró así: "¡Yo soy comunista, como lo eran mi padre y mi abuelo! ¡Y lo seguiré siendo!" (Lecomte, 1992: 23). Sus deseos reformistas surgían de la indignación ante la creciente corrupción e ineficiencia de la era Brezhnev, pues Gorbachov pertenecía a una parte del partido que todavía creía en la posibilidad de alcanzar el comunismo. Con una comparación irreverente y fuera de lugar, pero de todos modos ilustrativa, Hobsbawm refuerza esta idea al decir que: "un partido comunista, por degradado que esté, que no tenga algunos dirigentes socialistas es tan impensable como una Iglesia católica sin algunos obispos o cardenales que sean cristianos, al basarse ambos en sistemas de creencias" (Hobsbawm, 1998: 475). Antes de seguir, tal vez sea necesaria la siguiente aclaración sobre el hecho de que los planes de Gorbachov eran de carácter reformista y no revolucionario. Porque si realmente hubiera buscado abandonar el socialismo, no se podría hablar de un régimen 'herido de muerte desde su nacimiento', como se pretende demostrar aquí. Más adelante se hará un análisis detallado al respecto, por ahora basta la aclaración.

Liberalización y democratización del sistema soviético, "ésta era (...) la postura de Gorbachov, que la consideraba una forma natural de restaurar o establecer un socialismo mejor que el 'realmente existente'" (Hobsbawm, 1998: 476). Gorbachov sabía que "lo único que hacía funcionar al sistema soviético, y que concebiblemente podía transformarlo, era la estructura de mando del partido-estado heredada de la etapa estalinista" (Hobsbawm, 1998: 477). Pero sabía también que, para modernizar la URSS, debía primero vencer los obstáculos contrareformistas que la misma estructura partido-estado ofrecía. 'Liberalización' y 'democratización' habían sido palabras tabú en la historia de la URSS, y muchos líderes dentro del partido no querían saber nada al respecto, por eso Gorbachov sabía muy bien que debía fortalecer su poder dentro del partido sí es que quería que sus reformas tuvieran éxito.

¿No recuerda esto las prácticas estalinistas? Aunque no haya implicado muertes, y aunque haya perseguido objetivos contrarios, ¿no es en principio la misma manera de hacer política? Lo que sucedió fue que la garantía de sobrevivencia del sistema durante años fue tener muchos intereses de clase —por usar la terminología marxista— por parte de la dirigencia de la burocracia34. Por lo tanto, estas clases debían ser eliminadas. Comenzó así a afianzar su poder político, designando nuevos líderes de tendencia reformista en cargos gubernamentales y partidarios, mientras poco a poco iba cercando a los grupos conservadores. De esta manera ganó márgenes de maniobra que le permitieron llevar a cabo sus transformaciones desde el seno mismo del Estado, "una situación familiar en la historia de Rusia incluso en los días de los zares. La reforma venía desde arriba" (Hobsbawm, 1998: 477).

5.1.1. Perestroika en la economía

La liberalización estaba plasmada en la parte económica de la Perestroika, con la cual Gorbachov buscó dar mayor dinamismo a la economía, pues es un hecho evidenciable que para ese entonces estaba en franca decadencia. Al respecto, es notable que se reconociera oficialmente la necesidad de "producir con mejor calidad, rapidez y menor costo; elevar la productividad del trabajo, el rendimiento de cada rublo invertido y los ritmos generales de crecimiento" (Katin, Morozov et al., 1986:3)35. La liberalización debía aumentar la baja productividad, reconocida también oficialmente, como lo demuestra la siguiente declaración de los medios oficiales soviéticos: "Las mayores dificultades surgen en este terreno a causa de la incapacidad o falta de disposición de personas concretas en el cumplimiento de sus funciones con espíritu de iniciativa, creador y sin formalismo" (Katin, Morozov et al., 1986:3).

Otro indicador es la progresiva reducción del crecimiento; según "Abel Aganbegyan, un asesor de Gorbachov (...) hubo un crecimiento cero desde 1980 a 1985"36. La desaceleración notable del crecimiento económico fue, de hecho, una desaceleración constante desde la década de los setenta, pero sólo en los ochenta llegó a niveles alarmantemente bajos. Al respecto, resulta muy ilustrativa la siguiente cita:

En los años ochenta, las cifras oficiales le atribuían a la Unión Soviética un crecimiento económico de alrededor del 2 por ciento por año, pero había una considerable polémica acerca de lo que significaban tales cifras. Un problema es el relleno de las estadísticas oficiales en el cerrado sistema soviético. Según fuentes soviéticas, la producción industrial se ha inflado en más de un 3 por ciento por año... Aun más fundamental es la naturaleza cuantitativa más que cualitativa del crecimiento económico soviético. Si, por ejemplo, el plan central soviético produjo billones de zapatos izquierdos pero ningún zapato derecho, dicha cifra aparecería como un aumento en el producto nacional, aunque los zapatos izquierdos solos no tuvieran ningún valor. El problema soviético no es la cantidad sino la calidad (Nye, 1991:120).

Y es que la impresionante industrialización soviética de la época estalinista había empezado a mostrarse contraproducente37, pues el alto grado de centralización económica dio al sistema productivo las siguientes características: 1) burocracia muy numerosa, corrupta e ineficiente, 2) primacía de la cantidad sobre los beneficios, como criterio de éxito administrativo, 3) precios determinados por los planificadores y no por el mercado.

Todas estas características configuraron lo que sería el problema más grande de la industria soviética, a saber; la falta de flexibilidad para mantener el ritmo acelerado de cambio tecnológico propio de una economía basada en la informática, como había empezado a ser la economía mundial: "En la medida en que las computadoras y los microchips se convierten no sólo en herramientas de producción sino que están incluidos en los productos, los ciclos de vida de los productos se acortan" (Nye, 1991:121). Para una economía planificada, esta transformación mundial fue fatal, pues gran parte de la producción se volvió obsoleta en pocos años. En este contexto, la falta de flexibilidad era tal, que el sistema que no pudo prevenir los cambios y en consecuencia condujo a la industria hacia metas obsoletas. Pero además de la imposibilidad de prever cambios, "la investigación y el diseño industrial en tecnología de alcance medio habían sido despreciadas y la URSS se veía obligada a importar cada vez mayores contingentes de bienes de equipo y maquinaria electrónica, con el consiguiente derroche de divisas" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:331).

Ante esta situación, Gorbachov buscó rectificar la planificación central dando mayor autonomía a las empresas estatales, permitiendo el surgimiento de cooperativas privadas, incentivando este tipo de inversiones, legalizando el trabajo individual autónomo, buscando una mejora en la comercialización de productos, otorgando un régimen de libertad de precios y cerrando las fábricas poco rentables. Se buscaba con estas medidas reducir el déficit fiscal, aumentar el mercado de consumo y el comercio exterior. De hecho, establecieron un calendario para llegar a una economía de mercado en el año 2000 (Delgado de Cantú, 2000:846; García de Cortázar y Lorenzo, 1990:332ss). Es necesario aclarar que estas medidas estaban inspiradas en la NEP leninista. El mismo Gorbachov lo expresó así: "La esencia de la Perestroika... revive el concepto leninista de la construcción socialista, tanto en la teoría como en la práctica" (Gorbachov, 1987:84).

5.1.2. Perestroika en la política

A diferencia de las reformas de Deng Xiaoping en China, Gorbachov sí buscó transformar la política junto con la economía. Por eso, en el presente trabajo se dividió a la Perestroika en sus dos radios de acción, pues esta medida trascendía el plano meramente económico.

Ciertamente, 1988 fue el año de mayores cambios políticos, pero antes es necesario revisar su antecedente inmediato. Desde 1986 Gorbachov fue transformando al Soviet Supremo. "Se le dio un papel más relevante, con funciones similares a las de un Parlamento. Sus miembros fueron elegidos en unas elecciones disputadas (aunque todavía eran miembros del Partido Comunista)" (Palmowski, 2002: 305). Esto le permitió seguir con sus reformas, pues este nuevo Soviet Supremo era mucho más afín a ellas. Se puede decir que logró apartar a sus adversarios de los puestos influyentes. Con el camino allanado, en junio de 1988 logró que el PCUS aprobara reformas políticas más trascendentales aun. La medida más importante fue sin lugar a dudas la transformación del Soviet Supremo en un parlamento llamado Congreso de Diputados del Pueblo. Dos tercios de sus miembros serían elegidos por voto popular. Además propuso cambiar el régimen a uno de tipo presidencialista "con base social independiente de la estructura del Estado y dotando de mayor poder a los soviets electivos" (Cuenca, 1992:3978). La complejidad del proceso —por la gran cantidad de cambios en un muy breve tiempo— es descrita con relativa sencillez por Gloria Delgado de Cantú:

En marzo de 1989, el pueblo soviético participó en las primeras elecciones libres celebradas desde 1917 y eligió un renovado Congreso de Diputados del pueblo, cuyos miembros deberían nombrar un nuevo Soviet Supremo. Asimismo, se procedió a la elección de los órganos legislativos de las repúblicas y de los gobiernos locales. Tres meses después, Andréi Gromiko abandonó su cargo de jefe del Estado (que desempeñaba desde 1985) y Gorbachov le sucedió en el puesto. Este Congreso, convocado en mayo, constituyó el Soviet Supremo y eligió a Gorbachov presidente para un mandato de cinco años (Delgado de Cantú, 2000:847)38.

Estas reformas pretendían democratizar el 'socialismo real' en la Unión Soviética. Aunque había un cupo de escaños reservados exclusivamente para miembros del PCUS, fue la primera vez que la mayoría de los representantes podían llegar sin tener que pertenecer necesariamente al Partido Comunista39. "El propio PCUS, con el equipo de Gorbachov al frente fue el mayor propagandista y el mejor animador en los comicios, proponiendo a los soviéticos la elección de una nueva generación de diputados abiertos al diálogo" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:337). Los efectos de estas reformas no se harían esperar, y junto con las transformaciones económicas darían un giro inesperado en la historia universal.

5.2. Otros cambios

5.2.1. Glasnost

Después de haber revisado con cierto detalle la Perestroika —tanto en la política como en la economía— es necesario pasar a ver la segunda vertiente de reformas de Gorbachov, conocida como Glasnost. Como ya se dijo, con este término se pretendía demostrar la voluntad política de dar mayor transparencia y apertura al sistema. Lo primero que se debe mencionar con respecto a la Glasnost, es que formaba parte del proyecto de reformas políticas de Gorbachov. Con ella se "propició un debate abierto acerca del estado de la Unión Soviética y su historia" (Palmowski, 2002: 300). Y es que a través de ella se pretendió revertir la opinión generalizada sobre la corrupción del Estado, pues ésta había alcanzado magnitudes impresionantes: "Se calculaba que la población urbana soviética gastaba unos veinte mil millones de rublos en artículos de consumo y servicios médicos y legales privados, y unos siete mil millones de rublos en 'propinas' para asegurarse de ser atendida (...), una suma comparable, por aquel entonces, al total de importaciones del país" (Hobsbawm, 1998: 384).

Sin embargo, y a pesar de sus 'buenas intenciones' Gorbachov nunca hubiera previsto que la Glasnost reactivara viejos nacionalismos de las distintas repúblicas soviéticas. Pues seguramente era consciente de que la apertura favorecería la corriente crítica en la sociedad, en el partido, en los medios de comunicación, etc., extendiendo a amplios sectores la crítica contra el sistema.

5.2.2. Convivencia pacífica

Por último, es necesario ver la política exterior de Gorbachov, tal vez el único campo en el que sus reformas obtuvieron el resultado esperado. Desde el inicio de su gobierno, en 1985, centró su atención en las relaciones internacionales. Naturalmente, el primer objetivo fue Estados Unidos, con quien buscó un acercamiento. Reemplazó al veterano ministro de exteriores, Gromiko, sustituyéndolo por Shevardnadze, "su propio protegido" (Palmowski, 2002: 305). La razón del gran interés soviético en las relaciones internacionales ya no residía en la propagación de la revolución mundial, sino más bien en un reconocimiento de la necesidad de cambiar el rumbo de éstas si se quería reformar la URSS internamente. Gorbachov buscó entonces una verdadera convivencia pacífica con los Estados Unidos. La justificación fue que nadie sobreviviría a una guerra nuclear y que por lo tanto ambas potencias debían frenar sus carreras armamentísticas. Coincidentemente, los Estados Unidos crearon un programa defensivo de carácter fantástico conocido como 'Guerra de la Galaxias'. El presidente americano, Ronald Reagan, se caracterizaba por ser un ferviente anticomunista. Así, el nuevo pensamiento de Gorbachov pronto empezó a contrastar frente al lenguaje duro de Reagan. Sin embargo, aquél no se cansó en afirmar sus ideas pacifistas. Éstas se basaban —en sus puntos más importantes— en; 1) el fin de la tesis de la lucha de clases como motor de la historia y como elemento de las relaciones internacionales; 2) necesidad de soluciones comunes ante el creciente número de problemas comunes; 3) reconocimiento de la primacía del derecho internacional. "No obstante que las desavenencias persistían entre los dos bloques, se avanzaba en el proceso de negociación y empezaban a resurgir los signos de cooperación mutua" (Delgado de Cantú, 2000:839). En este sentido destacan los encuentros con distintos líderes occidentales, sobre todo con Reagan y posteriormente Bush; de hecho Gorbachov "mantuvo más contactos con los presidentes americanos (...) que ningún otro líder soviético" (Palmowski, 2002: 305).

En cuanto a los países del bloque socialista, también experimentaron cambios en sus relaciones con la URSS. Éstos se manifestaron en la retirada de tropas soviéticas de los países de Europa Oriental. Pero más importante aun es el hecho de que esta retirada significaba el fin de la doctrina de Brezhnev de soberanía limitada. De hecho, Gorbachov no propició directamente las transformaciones de estos países, incluso llegó a declarar ante el Consejo de Europa que "toda interferencia en los asuntos interiores, toda tentativa de limitar la soberanía de otro Estado —amigo, aliado o cualesquiera— sería inadmisible" (Delgado de Cantú, 2000:841).

Las posibles razones de estos grandes cambios en la política exterior soviética serán analizadas más adelante. Por ahora basta con mencionar que gracias a éstos Gorbachov fue muy admirado y respetado en casi todo el mundo. Como dato anecdótico, es interesante mencionar que él poseía mayor aprobación y aceptación en el extranjero que en su propio país.

5.3. Despertar nacionalista y el "Golpe de agosto"

Ya se ha dicho que Gorbachov estaba convencido de la viabilidad de sus reformas, y realmente creía que se podía alcanzar la sociedad comunista40. Por lo tanto, se debe considerar el papel de Gorbachov como el de un reformador que nunca pretendió acabar con el sistema socialista, sino más bien viabilizarlo en el mundo de fin de milenio. De hecho, uno de los pilares de su política exterior de coexistencia pacífica fue el reconocimiento de que "la división del mundo en dos sistemas antagónicos e irreconciliables había dado paso a un mundo inter-dependiente y global que necesitaba soluciones también globales y comunes" (Delgado de Cantú, 2000:839; ver también Katin, y Morozov, 1986, sección 1; Krotkov, 1986:33-47; APN, 1980: 79-130).

No cabe duda que las reformas de Gorbachov se inspiraban en la NEP leninista, pues lo decía él mismo abiertamente al referirse a sus reformas, como se señaló antes. Principalmente por dos razones; primero porque demostraron ser efectivas para reactivar una economía centralizada, y también porque resucitaba la imagen de Lenin. No resulta extraño, entonces, que García de Cortázar y Lorenzo escriban: "La gestión del equipo Gorbachov inspirada en la mejor vena del socialismo ruso, trataría entonces de devolver a la revolución su imagen participativa y su carga de ideales honestos y pacifistas, como primer peldaño para abordar otros graves problemas socioeconómicos" (1990:320)41. Sin embargo, a pesar de estas 'honestas y pacificas' intenciones, sus reformas fueron fatales para el sistema socialista, no sólo en la URSS, sino también en toda Europa Oriental.

Una clara demostración de la seguridad que tenía Gorbachov y su equipo en el socialismo es la Glasnost misma, pues la represión de la época de Lenin y Stalin se podría entender por la necesidad de implantar un régimen nuevo; pero la represión —aunque mucho menos cruenta— de la época de Brezhnev se explica más por continuismo, ya que la población daba señales de aceptar el régimen sin problemas. De hecho, la Glasnost también demuestra este convencimiento, pues nunca se imaginaron que con ella se levantarían tantas voces disidentes. Mucho más aun, no esperaban que la Glasnost reactivara los distintos nacionalismos dentro de la URSS, y es que "la Unión Soviética heredó el viejo imperio de los zares de Rusia y, aunque su Constitución reconocía amplios derechos a las nacionalidades, de hecho estaba estructurada como un imperio centralizado" (Cuenca, 1992:3979).

"La apertura al debate era, sin duda, más significativa que la apertura económica para promover el cambio" (Murillo, 2005:93). De donde se deduce que antes de implementar una reforma tan trascendental se debe confiar en que es 'segura'. Naturalmente que sabían que era riesgosa, pues la apatía de la sociedad era también signo de disconformidad, lo que no imaginaron es que por esa vía se manifestaría en su verdadera magnitud el sentido de la protesta contenida y silenciada durante siete décadas. Y es que por primera vez el Estado permitía a sus ciudadanos expresarse libremente, otorgándoles a la vez mayor información veraz. "La Glasnost se proponía movilizar apoyos dentro y fuera del aparato contra esas resistencias (las del propio sistema), pero su consecuencia lógica fue desgastar la única fuerza capaz de actuar" (Hobsbawm, 1998: 477). Los 'apoyos fuera del aparato' eran en realidad la población y organizaciones de la sociedad para que recuperaran la confianza en el partido-estado. En este punto entra la Perestroika, ya que la democratización "implicaba la separación entre partido y Estado y (...) el desplazamiento del centro efectivo de gobierno del partido al Estado" (Hobsbawm, 1998: 478). Es importante hacer notar que, en este contexto, el partido había perdido su capacidad de reaccionar ante la vorágine de reivindicaciones que llegarían muy pronto. La prueba más clara y evidente de esa pérdida de capacidad fue el frustrado "Golpe de agosto". La siguiente cita puede resumir muy bien las razones que llevaron a la facción más conservadora del sistema soviético a intentar derrocar a Gorbachov42:

A pesar de las innumerables dificultades, el líder soviético dio pruebas de un gran talento táctico, a través de una senda erizada de peligros y flanqueada por obstáculos, conquistando objetivo tras objetivo. Hasta ya entrada la década de los noventa, los enfrentamientos entre comunidades étnicas y religiosas antagónicas del sur y del sudeste del país, el desafío abierto de los antiguos países bálticos para lograr su independencia, la hostilidad en la calle de las minorías progresistas y el implacable acoso del Estado por los restos de la vieja guardia comunista no pudieron detener la firme andadura del autor de la Perestroika (Cuenca, 1992:3980).

Y es que todo lo antes descrito había generado un terrible descontento, pues las medidas impulsadas no parecían dar un fruto exitoso. Lo peor de todo fue que a estas alturas los nacionalismos ya habían conseguido algunos éxitos —los países bálticos habían logrado proclamar unilateralmente su independencia de Moscú— y mayores divisiones parecían inevitables. Al respecto, a fines de abril de 1991 Gorbachov firmó un 'Tratado de la Unión' para preservar la existencia de un centro político federal común que se haría cargo de las fuerzas armadas, de la política exterior y de la coordinación de la política financiera interna y externa. Dicho tratado entraría en vigor el 20 de agosto del mismo año. Nótese que este tratado es un intento —algo desesperado— por mantener la unidad de la URSS cuando los signos de desintegración eran abrumadores. Por eso, para "la mayor parte del antiguo partido y el establishment soviético, este tratado era otra de las fórmulas de papel de Gorbachov, condenada al fracaso como todas las demás. Lo consideraban como la tumba de la Unión" (Hobsbawm, 1998: 489).

Evitar que este tratado fuera puesto en marcha fue la razón por la cual el intento de golpe se produjera justo el 19 de agosto. Aprovecharon la estadía de Gorbachov en su casa de campo en Crimea, donde fue arrestado, y así poder proclamar un "Comité de Emergencia". De esta manera, "la maquinaría del poder real se ponía en marcha otra vez, con la secreta esperanza de que la ciudadanía les daría la bienvenida o, por lo menos, aceptaría pacíficamente la vuelta al orden y al gobierno" (Hobsbawm, 1998: 490). El golpe fracasó principalmente por la oposición de Boris Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, pues él supo conducir el rechazo de la gente contra los golpistas. Este intento fallido sólo aceleraría la desintegración de la URSS; en septiembre se votaría por la definitiva disolución de la URSS, y en diciembre los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia crearon la Comunidad de Estados Independientes (CEI), abierta a la incorporación de otras naciones. El 25 de diciembre de ese año, en un mensaje televisivo, Gorbachov dimite al cargo de presidente ejecutivo de la ya inexistente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

 

6. Conclusiones y discusión

Quizá una de las tareas más importantes de los historiadores académicos tenga que ver con el cuestionamiento de las versiones oficiales u oficiosas de la historia. Los nuevos descubrimientos obligan a este tipo de reescritura de la historia. A ello habría que sumar la necesidad de reinterpretar ésta cada cierto tiempo. Cada generación debe entender la historia, y en ese proceso la reescribe necesariamente. Por eso las conmemoraciones o aniversarios son momentos propicios para desempolvar un poco nuestros conocimientos. El centenario de la Revolución rusa no puede ser la excepción. De ahí que el presente artículo haya adoptado la forma de una revisión cronológica general sobre uno de los Estados que más ha influido en la historia contemporánea mundial. Esta revisión parece necesaria en contextos como el boliviano, ya que muchos de los hechos generales aquí estudiados son prácticamente desconocidos. La influencia cultural del marxismo en Bolivia ha sido significativa, y eso ha producido que durante la existencia de la URSS y también después haya habido defensores oficiales (dependientes en mayor o menor grado del Moscú soviético) y oficiosos. El desconocimiento de la historia de la Unión Soviética en las generaciones más jóvenes ya tiene solo que ver con el deficiente sistema educativo nacional.

No en vano esta revisión ha querido basarse en gran medida en uno de los libros más citados y conocidos del historiador marxista inglés Eric Hobsbawm. Muchas de sus contundentes declaraciones han apoyado la hipótesis inicial del trabajo. En este punto es necesario recordar que la idea de que el comunismo cayó por las contradicciones internas que tenía provenía, al menos en la redacción original de este texto, de una cita del Papa Juan Pablo II, un reconocido anticomunista. La búsqueda bibliográfica llevó de manera relativamente lógica a consultar a uno de los historiadores contemporáneos más influyentes. El estudio del texto de Hobsbawm fue entonces una grata confirmación de la intuición inicial de esta investigación. De ahí que citarlo repetidas veces y utilizar muchos de sus planteamientos como apoyo para la hipótesis planteada, evite posibles críticas, de 'sesgo ideológico'. Si un autor marxista concluye con un diagnóstico similar a la presente hipótesis, esta última gana fuerza43.

Como se dijo en la introducción, lo que se ha tratado de mostrar en el presente trabajo son las fuertes contradicciones internas de la Unión Soviética, y cómo ellas fueron las causantes de su desmoronamiento. Pero esto en sí mismo no sería una característica propia de la URSS, ya que el colapso de cualquier régimen puede ser entendido como fruto de sus contradicciones internas. Por eso en esta conclusión se quiere resaltar solamente su mayor característica-contradicción, a saber, la necesidad de la violencia estatal sistemática en el sistema socialista. Sobre esta característica han corrido ya ríos de tinta en casi todos los idiomas. Por intentar añadir algo al debate sobre el centenario de la Revolución rusa, parece importante hacer notar la contradicción que implicó la misma creación de la URSS.

La razón por la cual se promovió a toda costa la revolución en Rusia tenía más que ver con la 'esperanza' de que ésta sería el detonante de otras revoluciones en el resto de Europa. Dice Hobsbawm: "el programa de Lenin, de comprometer al nuevo gobierno soviético (es decir, básicamente al partido bolchevique) en la 'transformación socialista de la república rusa' suponía apostar por la mutación de la revolución rusa en una revolución mundial" (Hobsbawm, 1998: 70). Y más adelante: "Para Lenin, Moscú sólo sería sede temporal del socialismo hasta que pudiera trasladarse a su capital permanente en Berlín. No es ninguna coincidencia que el idioma oficial de la Internacional Comunista, el estado mayor de la revolución mundial, fundada en 1919, no fuese el ruso, sino el alemán" (Hobsbawm, 1998: 376). Pero tales intenciones de Lenin no llegaron a cumplirse. He aquí uno de los problemas estructurales e inherentes más terribles que tuvo la URSS.

Puesto que "el fin es lo que explica por qué (o mejor, para qué) opera la causa eficiente" (Ferrater, 1971: 706), no resultará muy exagerado afirmar que desde sus primeros años la Revolución Rusa no cumplió el fin para el cual fue constituida en la mente de su principal ideólogo y estratega. Esta ruptura en la relación causa-efecto de la Revolución rusa —entiéndase la revolución mundial— y el efecto de la Revolución rusa —la creación y desarrollo de la Unión Soviética—, terminaría otorgándole una característica macabra. "Si miramos hacia atrás, podemos ver que la justificación original de la decisión de establecer un gobierno socialista en Rusia desapareció cuando la 'revolución proletaria' no consiguió adueñarse de Alemania. Y lo que es peor: Rusia, tras la guerra civil, se encontraba en ruinas y mucho más atrasada que en la época de los zares" (Hobsbawm, 1998: 378). La revolución mundial que justificaba el esfuerzo de Lenin de implantar el socialismo en el antiguo imperio no se produjo, y ese hecho condenó al país a sufrir los efectos de un aislamiento que acentuó su pobreza y su atraso. Ante esta situación, Lenin decidió implantar la NEP para reconstruir la economía destruida en los años de la guerra civil44. Por eso Gorbachov pretendió resucitar la NEP como una muestra de inspiración en "la mejor vena del socialismo ruso" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:320). Hobsbawm lo expresa así:

La NEP fue un tema de acalorada discusión en la Rusia de los años veinte, y volvió a serlo en los años ochenta, pero por la razón contraria. En los años veinte se veía como una derrota del comunismo, o por lo menos como una desviación en la marcha hacia el socialismo, fuera del camino principal, al que era necesario regresar de un modo u otro. Los radicales, como Trotsky, querían romper lo antes posible con la NEP y emprender una campaña de industrialización acelerada, que fue la política que acabó adoptando Stalin. Los moderados, con Bujarin a la cabeza..., eran plenamente conscientes de las limitaciones políticas y económicas con que el gobierno bolchevique tenía que actuar.., y eran partidarios de una transformación gradual... Por otro lado, las polémicas de los años ochenta eran análisis retrospectivos en busca de una alternativa en la historia socialista al estalinismo que sucedió a la NEP, una vía hacia el socialismo diferente de la que habían propuesto tanto la izquierda como la derecha bolcheviques en los años veinte (Hobsbawm, 1998: 378).

Sea cual fuere la situación, lo que es evidente es que la recién creada URSS debía sobrevivir sola. "El comunismo soviético se convirtió, por lo tanto, en un programa para transformar países atrasados en avanzados" (Hobsbawm, 1998: 376), porque evidentemente, en términos puramente prácticos, tanto la NEP como las políticas estalinistas dieron buenos resultados. Pero es necesario recalcar que su éxito fue meramente coyuntural, adaptado a las urgencias de esa situación; "¿Quién iba a preocuparse de las consecuencias que pudieran tener para la revolución, a largo plazo, las decisiones que había que tomar en ese momento, cuando el hecho de no adoptarlas supondría liquidar la revolución y haría innecesario tener que analizar, en el futuro, cualquier posible consecuencia?" (Hobsbawm, 1998: 71).

En este contexto destaca la característica macabra de la historia de la Unión Soviética y de su modelo de gobierno, a saber, la utilización del terror como método para controlar la disidencia. Es necesario dejar en claro que esta característica la implantó el propio Lenin mucho antes de que Stalin llegara al poder. Fue Lenin quien creó el modelo organizativo del Partido Comunista, guiado por una vanguardia de revolucionarios profesionales dispuestos a obedecer cualquier orden que la dirección central les asignase. Stalin simplemente 'mejoró' esa estructura inherentemente autoritaria para implantar uno de los regímenes más crueles y con mayor número de víctimas y muertos que haya conocido la humanidad. Por eso parece imprescindible recordar que

...en el Partido Bolchevique, tal como fue concebido por Lenin, la ortodoxia y la intolerancia habían sido implantadas, no como valores en sí mismas, sino por razones prácticas. Como un buen general —y Lenin fue ante todo un estratega— no quería discusiones en las filas que pudiesen entorpecer su eficacia práctica. Además, al igual que otros genios pragmáticos, Lenin estaba convencido de estar en posesión de la verdad, y tenía poco tiempo para ocuparse de las opiniones ajenas (Hobsbawm, 1998: 387s).

La insistencia en recalcar la autoría de Lenin en la conformación del carácter autoritario de la Unión Soviética es fundamental, porque muchos autores que no toman en cuenta este aspecto pretenden redimir la figura de Lenin atribuyendo toda la culpa de los crímenes del sistema a la paranoia de Stalin. Se pretende dar una visión de que fue Stalin quien impuso a la URSS su brutalidad personal sobre la racionalidad de Lenin, Zinoviev o incluso de Trotsky. Pero lo que en realidad hizo Stalin fue llevar esa característica hasta el paroxismo. Tomándole la palabra a Hobsbawm: "cualquier política de modernización acelerada de la URSS, en las circunstancias de la época, habría resultado forzosamente despiadada, porque había que imponerla en contra de la mayoría de la población, a la que se condenaba a grandes sacrificios, impuestos en buena medida por la coacción" (Hobsbawm, 1998: 380).

La victoria del partido bolchevique, es necesario decirlo claramente, fue más un golpe de Estado que una revolución generalizada. Fanatizados por la idea de poseer la verdad histórica, los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, no creyeron encontrar ningún freno en su intento por implantar la revolución socialista en Rusia y esperar que se propague por Europa. La mayoría de la población del ya disuelto imperio zarista tendría que sufrir las consecuencias, pues ése era el costo necesario, el parto doloroso de un nuevo mundo. La violencia estatal fue desde un inicio la condición necesaria del socialismo y sería la principal contracción que la llevaría hasta su fin. En un sistema autoritario como el de la Unión Soviética, la planificación central de la economía y de la sociedad era posible en el sentido de que era imaginable, pero la complejidad de la realidad hizo que tales planes fueran crónicamente ineficientes. Funcionaba porque nadie se atrevía a cuestionarlos, y quienes lo hacían pagaban —incluso con sus vidas— las consecuencias de semejante atrevimiento.

La economía se caracterizó por estar "firmemente articulada en torno a la inflexible consigna de Stalin de dar prioridad a las industrias básicas sobre las de consumo, según exigía su estrategia internacional" (Cuenca, 1992:3973). Priorizar la industria pesada fue muy útil para la URSS en sus primeros años, pues le permitió posicionarse como una potencia mundial. Su acelerado ritmo de crecimiento fue admirado no sólo por los marxistas. "Puede que los soviéticos, duros e inflexibles, hubieran conseguido mediante esfuerzos titánicos levantar la mejor economía del mundo al estilo de 1890, (...) pero ¿de qué le servía a la URSS que a mediados de los años ochenta produjera un 80 por 100 más de acero, el doble de hierro en lingotes y cinco veces más tractores que los Estados Unidos, si no había logrado adaptarse a una economía basada en la silicona y en el software?" (Hobsbawm, 1998:250s). En síntesis, la incapacidad de la URSS para adaptarse a los distintos cambios hizo que su economía se estancara y fuera incapaz de renovarse.

Esta falla del sistema fue permanente en la historia de la Unión Soviética: "En el país que... ocupaba la cabecera de la investigación espacial y desarrollaba programas científicos de punta, podían suceder cosas tan inauditas y exasperantes como la inexistencia de jeringuillas desechables en hospitales y clínicas, o la escasez de fruta fresca en las tiendas de Moscú" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:333). Tan tarde como la década de los ochenta se puede leer la siguiente declaración oficial al respecto: "disminuyendo las pérdidas podemos aumentar en el 20% (en ciertos índices en el 30%) el volumen de alimentos" (Murajovski, 1986:22). Esta confesión propia de la era Gorbachov permite hacerse una idea de la terrible situación agraria, pues incluso después de la Glasnost los datos seguían inflándose (Nye, 1991:121). De todos modos, no deja de ser muy significativo que el vicepresidente del Consejo de Ministros y presidente del Comité Agroindustrial admita abiertamente tal grado de ineficiencia.

Esta referencia a la década de los ochenta remite a la Glasnost y cómo esta apertura fue un factor clave en el desmoronamiento del bloque, pues la Glasnost permitió la manifestación de todo aquello que había permanecido oculto a base de represión y mentiras. Sin retornar al análisis específico de estas reformas, es necesario recordar que la Glasnost y la Perestroika "diluían los puntos de apoyo que habían sostenido al sistema soviético. Éstos eran: la constitución de la URSS..; el Ejército, elemento de presión y coerción para el adoctrinamiento... Por último, el liderazgo del PCUS como símbolo de la centralización política de la Unión Soviética" (Delgado de Cantú, 2000:847). Pero los 'diluían' porque ellos eran a la vez, parafraseando a Afanassiev, el lastre y freno que atrasaba cada vez más el progreso de la Unión Soviética. Sin estos tres pilares, manifestación del poder central y autoritario de la URSS, "el imperio soviético había dejado de existir por muerte natural" (Murillo, 2005:91) La Unión Soviética, y por lo tanto también el bloque socialista, necesitaban de la represión y la mentira para seguir existiendo, aunque fueran éstas también las causas de sus males y problemas.

Perestroika y Glasnost se pueden resumir ambas en una palabra: libertad. Lo que buscaba Gorbachov era dar libertad a un régimen que había vivido de la represión y que había llegado a depender vitalmente de ella. Seguramente Gorbachov estaba convencido de que la sociedad soviética ya estaba lista para vivir sin represión. Lo que no vio Gorbachov es que ya "casi nadie creía en el sistema o sentía lealtad alguna hacía él, ni siquiera los que los gobernaban. Sin duda se sorprendieron cuando las masas abandonaron finalmente su pasividad y manifestaron su disidencia, (...) pero lo que les sorprendió no fue la disidencia, sino tan sólo su manifestación" (Hobsbawm, 1998: 484). Quizá una prueba contundente de ello es que en el momento de la verdad, ni en la Unión Soviética ni en ningún país de Europa oriental el Gobierno ordenó al Ejército disparar a la multitud. El sistema que había dividido el mundo entero y que se proclamaba vencedor de la historia se desvanecía pacíficamente. ¡Qué ironía!

 

NOTAS

* Profesor Universidad Católica Boliviana "San Pablo". Contacto: jevelarde@gmail.com

1 AFP, "El Papa peregrino. Juan Pablo II",, Santa Cruz (El Deber) 2005, p. 24.

2 Es opinión muy difundida entre algunos marxistas de línea dura considerar al Papa como el enemigo que destruyó al socialismo (Huidobro,2000; Bernstein y Polito, 1996).

3 AFP, "El Papa peregrino. Juan Pablo II", p. 20.

4 Es necesario aclarar que el término comunismo es usado por el Papa para referirse al socialismo. Aunque la utilización del término no es correcta, él lo hacía a propósito, porque es lícito deducir que, al provenir de un país socialista, conocía muy bien la diferencia. El comunismo fue la ideología de las sociedades socialistas. Por lo tanto, la utilización del término comunismo se debe a que el Papa pretendía mostrar la inviabilidad de esta ideología. Como explica en su libro Memoria e identidad, el socialismo cayó, pero muchos todavía consideran a la ideología de este sistema como viable, y eso pretende combatir, sutilmente, al cambiar de términos. En el trabajo utilizaré el término correcto.

5 Existía la convicción de "la importancia del papel que desempeña el ejemplo soviético y la de las relaciones entre la evolución de la Unión Soviética y la evolución de las nuevas naciones marxistas" (Pundeff, 1965:43).

6 El tema no será trabajado debido a la complejidad del mismo, pues cada país del bloque tuvo una manera muy particular de dar fin a sus respectivos regímenes socialistas. Al respecto, remito al lector a algunos de los textos que fueron utilizados en el presente trabajo. Cuenca (1992): este libro forma parte de una excelente enciclopedia de historia básicamente descriptiva, aunque con leves análisis relativamente neutros. Por su fácil lectura, la brevedad y la amplitud de temas permite tener un panorama general claro. Excelente para tener un primer acercamiento al tema; García de Cortázar (1990): escrito en un estilo que hace la lectura muy amena, tiene un análisis detallado, marcadamente a favor de Gorbachov y lastimosamente desactualizado; Delgado de Cantú (2000): el texto mezcla descripción con análisis de una manera muy clara y nada apasionada, aunque muchas veces da información muy general; Palmowski (2002): es un diccionario editado por las universidades de Oxford y Complutense, de gran calidad, bueno para aclarar detalles importantes.

7 "Para 1914, la autocracia estaba aún intacta, pero coexistía con movimientos políticos en crecimiento, tanto conservadores como liberales y socialistas, cuyos miembros esperaban reformas políticas" (Times Books Ltd, 1996:36).

8 Los cambios iniciados en las últimas décadas del siglo XIX produjeron el surgimiento de una nueva clase empresarial e intelectual. Además, la rápida industrialización, la urbanización, la profesionalización, la reducción notable del analfabetismo y las reformas agrarias de Stolypin, produjeron una transformación social importante. Rusia se convirtió en la quinta potencia industrial del mundo con un régimen político-administrativo demasiado anticuado. Además, la Primera Guerra Mundial y los constantes fracasos militares provocaron la pérdida de credibilidad de la realeza —ya debilitada debido al 'extraño' consejero de la zarina: el monje Rasputín. Las nuevas clases, surgidas de la modernización, exigían un cambio político que no llegaría, que el zar Nicolás II no estaba dispuesto a dar.

9 Octubre en el calendario juliano vigente en Rusia, noviembre en el calendario gregoriano.

10 "Si Rusia no estaba preparada para la revolución socialista proletaria que preconizaba el marxismo, tampoco lo estaba para la 'revolución burguesa 'liberal" (Hobsbawm, 1998:65).

11 En ruso significa Comisión Extraordinaria Rusa para la Supresión de la Contrarrevolución y Sabotaje.

12 La sigla significa Administración Política Única del Estado.

13 Significa Comisariado Soviético Popular para Asuntos Internos.

14 Campos de trabajos correctivos.

15 Poco antes de que se iniciara, las críticas a Stalin aumentaron dentro y fuera del partido. La causa fue la dureza del primer plan quinquenal. Aprovechando esta coyuntura, Stalin ejecutó a algunos adversarios y posesionó a sus 'amigos' (Jruschov, Vyshinsky, Yezhov, etc.), reformó el sistema de trabajos forzados y dio inicio en 1936 a la Gran Purga. Aunque el uso del terror fue casi constante durante la era estalinista, la brutalidad alcanzó en esta etapa su clímax. Se produjeron juicios 'educativos' televisados a los antiguos líderes soviéticos, que bajo tortura confesaron crímenes falsos contra la revolución. Entre los más importantes en ser ejecutados se encontraron Zinoviev, Kamenev y Bujarin, además de un setenta por ciento de los miembros del Comité Central del Partido Comunista, cincuenta por ciento del Congreso del Partido, ochenta por ciento de los coroneles y noventa por ciento de los generales del Ejército Rojo. Aunque el número de muertos no se ha determinado aún, se sabe que sobrepasó el millón de personas. La Gran Purga fue también conocida como la 'Yezhovshchina', porque Yezhov la llevó a cabo, aunque también él sería ejecutado poco tiempo después.

16 Comité para la Seguridad del Estado.

17 No se pretende, ni de cerca, justificar las medidas de Stalin. Al mencionar que se 'entiende la razón práctica' se reconoce que una revolución desde arriba debe ser, al menos allí, completamente homogénea, y para eso todo tipo de disidencia debe ser eliminada.

18 Al respecto, es interesante conocer la opinión de Hobsbawm: "También podría decirse que, en el Partido Bolchevique tal como fue concebido por Lenin, la ortodoxia y la intolerancia habían sido implantadas, no como valores en sí mismas, sino por razones prácticas. Como un buen general —y Lenin fue ante todo un estratega— no quería discusiones en las filas que pudiesen entorpecer su eficacia práctica. Además, al igual que otros genios pragmáticos, Lenin estaba convencido de estar en posesión de la verdad, y tenía poco tiempo para ocuparse de las opiniones ajenas. En teoría era un marxista ortodoxo, casi fundamentalista... En la práctica, no dudó en modificar las opiniones de Marx y en agregarles generosos añadidos de cosecha propia, proclamando siempre su lealtad literal al maestro" (Hobsbawm, 1998: 387s).

19 Las cursivas son mías.

20 En este caso el término quiere referir un intento de conservar formas y prácticas estalinistas. Con el tiempo, se conoció a este grupo como la 'ortodoxia partidaria' inflexible a las reformas, so pretexto de mantenerse fieles a la doctrina marxista-leninista.

21 Malenkov, inicialmente la figura principal, fue Presidente del Consejo de Ministros entre 1953 y 1955; Jruschov, Secretario General del PCUS; Molotov, Ministro de Relaciones Exteriores; Kaganovich, Viceprimerministro Ministro del Consejo de Ministros y Bulganin: Presidente del Consejo de Ministros de 1955-1958.

22 Posteriormente, sin llegar necesariamente a asesinarlos, Jruschov excluyó a todos los antiguos colaboradores fieles de Stalin; a los miembros del Presidium colegiado (Kaganovic y Molotov) y, en 1958, a Bulganin, llegando así a ocupar oficialmente el cargo de Jefe de Gobierno y reincorporando la figura de un solo líder absoluto.

23 Este acto tomó por sorpresa a más de uno, pues Jruschov era considerado por Stalin como un fiel partidario y amigo, pero afianzo definitivamente su poder.

24 Irregulares porque los éxitos fueron muy localizados (Cuenca, 1992:3974; Times Books Ltd., 1996: 168s).

25 Durante su gobierno, la URSS llevó una clara delantera frente a Estados Unidos en este tema. Se lanzó el primer satélite artificial (Sputnik I,1957), el primer ser viviente en el espacio (la perra Laika, 1957), el primer vuelo espacial humano (Yuri Gagarin, 1961), y la primera mujer (Valentina Tereshkova, 1963), entre otros.

26 "A partir de documentos y declaraciones soviéticos sobre asuntos internacionales, se puede tener la impresión de que en los años '50 los dirigentes soviéticos esperaban que los acontecimientos en el Tercer Mundo incitarían a las nuevas naciones a adoptar las formas políticas y el sistema socioeconómico derivado más que nada de la experiencia soviética. Se consideraba que la historia se inclinaría a favor de la Unión Soviética; 'la revolución mundial' sería alcanzada a través de una transformación mundial. Aquélla era la época del gran optimismo soviético expresado finalmente a través el poco afortunado desafío lanzado por Kruschev a los EE.UU" (Brzezinski, 1986:148).

27 Las cursivas son mías.

28 Las cursivas son mías.

29 Por ejemplo, en 1969 alcanzó un trece por ciento del total presupuestado; en la década de 1980, un quince por ciento, alcanzando, según Hobsbawm, un cuarto de la producción total (254).

30 Brzezinski va más allá al afirmar que "el poder militar soviético es en realidad la única base para la condición de la URSS en tanto que potencia mundial, ya que en todos los otros aspectos no es siquiera un rival verdaderamente competitivo para los EE.UU" (Brzezinski, 1986:267).

31 "Por ejemplo, en... 1985, los medios de comunicación soviéticos publicitaron una directiva del Politburó a fin de que los zapatos para el público soviético cumplieran con las normas mínimas de desgaste y estilo" (Brzezinski, 1986:133).

32 A pesar del supuesto reformismo de Andropov. No olvide el lector que reformismo, para los miembros conservadores de cualquier grupo, no significa necesariamente ser un reformista en sentido pleno. Éste fue el caso de Y. Andropov.

33 El modelo de Mao tenía un marco institucional político y económico muy similar al soviético. No olvidemos que la ruptura entre la URSS y China tuvo como justificación el supuesto revisionismo soviético, en contraposición a "los ideólogos maoístas (que) resucitaban la memoria de Stalin y su dureza antioccidental, para oponerla a Kruschev y a sus excelentes relaciones con los Estados Unidos" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:20).

34 Al respecto, Hobsbawm menciona: "La estructura del partido-estado era (...) el mayor obstáculo para transformar el sistema que lo había creado, al que se había ajustado, en el que tenía muchos intereses creados y para el que le era difícil encontrar un alternativa" (Hobsbawm, 1998:477).

35 El texto carece de numeración, sin embargo, posee al menos una división en grandes secciones. La cita corresponde a la sección 3.

36 Citado en Nye (1991:120). Para dar una idea al respecto, en los años treinta el crecimiento económico fue de un veinte por ciento anual, en la época de la posguerra, cinco al seis por ciento, desde el inicio de los setenta 3,7 y 2,7 en la segunda mitad de dicha década.

37 Marshall Goldman, en su obra Gorbachev's Challenge menciona que "el modelo de crecimiento de Stalin eventualmente se convirtió en un estorbo más que en un factor que facilitara las cosas" (citado en: Nye, 1991:121).

38 Como se ha visto en el trabajo, generalmente el Secretario General del Comité Central del PCUS era quien efectivamente gobernaba. El jefe de Estado obedecía a sus mandatos. En cuanto a su elección como presidente, es importante resaltar que hasta entonces la URSS no era una república presidencialista. A partir de estas reformas se designó al jefe de Gobierno como presidente. Es por eso que en algunas fuentes puede leerse que Gorbachov fue el primer presidente de la URSS —pudiendo causar confusión en aquellos que desconocen estos complejos detalles formales.

39 "Se fijaría un calendario y un sistema electoral bastante complicado y en pirámide, que fue estimado en Occidente como colchoneta de posibles sorpresas antiperestroika (...) El poder político del Estado (...) lo constituirán dos parlamentos. Uno conocido como Congreso de los Diputados Populares, con 2.250 miembros, que celebrará una sola reunión anual, y otro de 500 diputados, de carácter permanente, que recibirá el nombre de Soviet Supremo de la Unión Soviética. El Congreso popular elegirá a su vez al presidente del Soviet (¿?) Supremo. A pesar de todo, la participación electoral del censo soviético no será todavía abierta y contará con cien escaños reservados a los candidatos del PCUS, y otros 750 a organismos como el Komsomol, Veteranos del Trabajo, etc. A los ciudadanos no integrados en los anteriores les queda la opción de escoger sus propios candidatos a los 1500 escaños reservados a las territorialidades y nacionalidades (...) A pesar de la complejidad y el control que desde el poder dirigente puede ejercerse en las distintas fases electorales, (se observa) el carácter pluralista que por primera vez adquieren unas elecciones soviéticas" (García de Cortázar y Lorenzo, 1990:337). Tomando en cuenta que este libro fue publicado en 1990, se entiende el carácter optimista de los autores y también su desconocimiento de los sucesos posteriores, evidencia de ello es la última frase del párrafo citado, que dice: "Es un empeño arriesgado e innovador, aunque de perspectivas todavía desconocidas" (338).

40 Recuerde el lector las palabras de Gorbachov citadas en la página 104.

41 Las cursivas son mías.

42 "El intento de golpe de Estado (...) fue organizado por personas que se habían beneficiado personalmente del régimen de Gorbachov, como el vicepresidente Yanaev y el ministro de Defensa Yazov, aprovechando el descontento generalizado dentro del ejército y los funcionarios de la administración. Su objetivo era frenar las reformas de Gorbachov; en particular, la inminente reestructuración descentralizadora de la Unión Soviética" (Palmowski, 2002:12).

43 En diversas partes de su obra, Hobsbawm hace distintas afirmaciones sobre problemas crónicos de la URSS, que posteriormente le acarrearían la 'muerte'. Al respecto: "El desmoronamiento político del bloque soviético empezó con la muerte de Stalin en 1953, pero sobre todo con los ataques oficiales a la era estalinista en general.." (Hobsbawm, 1998: 396). Aunque estos diversos planteamientos pueden llegar a ser contradictorios, lo que Hobsbawm pretende mostrar son los males internos que se arrastraban por largos años, incluso desde el principio, como se pretende demostrar aquí.

44 Aunque hay quien diga que Lenin era más partidario del gradualismo, la evidencia histórica hasta, el momento, no es concluyente. Sin embargo, recuerde el lector que la implementación de la NEP fue anunciada tan sólo un mes después de la rebelión de Kronstadt (febrero de 1921). Y en aquel momento, "el régimen no estaba dispuesto a hacer concesiones y aplastó despiadadamente la rebelión, pero se garantizaron las concesiones económicas" (Times Books Ltd., 1996:234). Pronto Lenin descubriría la efectividad de la NEP para revitalizar la economía. Aquí, en opinión del autor, radica la razón del hecho de que Lenin no se pronunciase abiertamente, pues aunque él no estuviera de acuerdo, la realidad era contundente. Sin embargo, léase la nota 46 a propósito de la NEP. Para terminar, es necesario aclarar que hasta que no se encuentre un documento concluyente al respecto, todo, incluyendo tanto la presente interpretación como la de Gorbachov, son conjeturas.

 

Referencias

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