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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.20 no.36 La Paz jun. 2016

 

Reseña

 

Del péndulo al cubo: la configuración de un mercado nacional en un marco transnacional

 

 

Ernesto Araníbar Quiroga

2016, Editorial 3600, La Paz, 256 páginas.

 

 


Que Bolivia siempre se encuentra parada, de pie, con la disposición de seguir avanzando sin polarizarse ni paralizarse (p. 144)

 

Siempre he percibido que muchos de los libros que tratan sobre la historia económica de Bolivia tienen al menos tres características en común. La primera es un carácter limitado, por ceñirse a aspectos puramente descriptivos; la segunda es un sesgo político demasiado evidente, casi pasional; y la tercera es un matiz muy negativo en relación a nuestra historia. Sin embargo, Del péndulo al cubo. La configuración de un mercado nacional en un marco transnacional, no presenta estas características y se destaca por proponer una reflexión que combina un análisis histórico con un enfoque propositivo que da cuenta de los aciertos y desaciertos que nos han guiado hasta la realidad que vivimos hoy. A partir de este análisis, se proponen, además, interesantes reflexiones sobre algunas perspectivas a futuro.

Percibo que el título del libro es en realidad un condensado pero muy ilustrativo resumen del hilo conductor de las reflexiones del autor: la importancia del largo plazo para el crecimiento y el desarrollo económico de nuestro país. Esta premisa es un rasgo distintivo de los análisis realizados por economistas, debido a que tienen muy presente qué cambios en los hábitos de consumo, la productividad, el capital humano o los retornos de inversiones (principalmente en capital físico) no pueden ser inmediatos, sino que requieren periodos largos de ajuste y maduración. Quizá esta constatación es menos evidente en los análisis realizados por profesionales del ámbito político (o incluso, de algunos economistas que hayan ejercido su profesión en el ámbito político). Hoy, la importancia de la estabilidad y la sostenibilidad de los procesos de crecimiento y desarrollo parece algo obvio en muchos análisis y discursos, pero no es una característica de nuestra historia económica: en el periodo 1950-2008, el PIB real per cápita ha crecido solo en 0.6%, debido al mal desempeño económico durante las décadas perdidas (los '50 y los '80). A partir de estos datos, la reflexión que ofrece el autor es clara: los cambios pendulares de las acciones políticas, oscilantes, a veces bruscamente, entre la izquierda y la derecha y que han marcado nuestra economía, deberían dar paso a una visión más estable, robusta y sólida (imagínese un cubo) en relación a las acciones políticas.

A partir de esta premisa, Del péndulo al cubo... se articula alrededor del análisis detallado de cinco logros de la economía boliviana: i) la conquista de la democracia, ii) el abatimiento de procesos (hiper)inflacionarios, iii) el crecimiento económico acelerado, iv) la distribución más equitativa de ingresos y v) el fortalecimiento de la institucionalidad. Se puede encontrar explicaciones muy detalladas sobre el hecho de que nuestro país ha trazado una clara senda hacia el cumplimiento y consolidación de los cuatro primeros logros. Sin embargo, también se encuentran explicaciones sobre las dificultades que conlleva el cumplimiento del quinto.

Para las generaciones de jóvenes bolivianos, el primer logro se afianza cada día como un rasgo permanente de la consciencia cultural sobre lo que es un estado social bueno o deseable. Para un número creciente de jóvenes, quizá resulte difícil imaginar que durante los años '60 y '70, algunas corrientes de pensamiento muy influyentes en todo el continente percibían en el autoritarismo una forma eficiente de gestionar el poder y dirigir las acciones sociales hacia un bienestar colectivo. Hoy en día, otras corrientes de pensamiento, quizá más influyentes todavía, pregonan el respeto a la voz, a la libertad y a la heterogeneidad individual como objetivo último de toda construcción social. El sistema de las Naciones Unidas es uno de los principales embajadores modernos del rechazo al autoritarismo y el respeto a la individualidad, inculcando cada vez más en el sentido común la concepción de la libertad individual como un derecho humano irrenunciable. Sin embargo, si bien la individualidad es importante, el humano es un ser sociable por naturaleza, y esta conciencia creciente de la importancia de cada persona puede guardar relación con un mayor deseo de participación activa en los procesos de decisiones que afectan a todos. En ese sentido, no parece una coincidencia que la tasa de participación en el proceso democrático de elecciones presidenciales en el país haya pasado de un poco más del 70% en 1993 a más del 90% en 2009.

Los avances hacia el cumplimiento del segundo logro han sido remarcables. No se puede negar que el trauma de la hiperinflación del periodo 1982-1985 guarda secuelas hasta el día de hoy en muchas personas, pero la ausencia de subsecuentes episodios inflacionarios de tal magnitud ha contribuido a la reconstrucción de la confianza social en nuestra moneda y las acciones de nuestras autoridades monetarias. Hoy en día, muchas personas entienden que ese fatídico episodio de nuestra historia fue el resultado de un conjunto de situaciones complejas, y algunas, fuera del control del gobierno de turno; se guarda el deseo de que eso no tiene chances de ocurrir nuevamente y se tiene también la firme confianza en que nuestra moneda es dinero fiduciario legítimo capaz de cumplir cabalmente con sus funciones básicas y fundamentales. Esta confianza por parte de los bolivianos abre cada vez más puertas hacia políticas monetarias más eficientes y eficaces, que en algún momento parecieron prohibitivas y no muy distantes de una ilusión.

En cuanto a los logros tercero y cuarto, no se puede afirmar que estén cumplidos, pero tampoco se puede negar que se han hecho avances muy significativos. Como señala el autor, hoy podemos afirmar algo que hace algunas décadas parecía solo un lejano deseo: la mayoría de los bolivianos no somos pobres (p. 73). Sin embargo, la reducción permanente de la pobreza y la desigualdad requieren de una particular estabilidad económica, social y política. Este reto, en realidad, se hace cada vez más complejo, pues las interconexiones entre los mercados internos y externos son cada vez más densas y dinámicas. En realidad, la verdadera revolución que implica la globalización es una ventaja, pero a la vez es un gran desafío. Es una ventaja debido a que situaciones positivas en el resto del mundo tienen el potencial de generar efectos positivos más amplios y extenderse más rápidamente en nuestro país. Asimismo, si las relaciones entre los mercados internos son lo suficientemente dinámicas, estos efectos positivos pueden trascender más fácilmente del nivel macro al nivel micro. Sin embargo, la transmisión de contextos negativos puede extenderse con igual facilidad y rapidez. Así, la globalización exige también una economía sólida y estable (imagine nuevamente un cubo), con una estructura resiliente a cambios en su entorno.

En ese sentido, el autor discute la importancia de asumir el reto de generar una base de empresas que tengan amplio acceso a tecnología y una alta capacidad de innovación. Esto sugiere pensar en una transformación rápida y profunda de la matriz de productividad, tomando en cuenta de manera especial la creación y fortalecimiento de las interconexiones entre las industrias y los mercados nacionales. En línea con las características de la globalización que se mencionan en el párrafo anterior, estas interconexiones deberían adoptar un enfoque dinámico en el sentido de que no focalizarse permanentemente en algunos sectores únicamente. Esta idea contrasta con las concepciones tradicionales de integración vertical y horizontal, en el sentido de que no se debería buscar la reducción de asimetrías de información o facilitar la comunicación entre eslabones de cadenas productivas específicas y separadas únicamente, y tampoco apostar a la masificación o búsqueda de economías de gran escala en la producción de algunos sectores aislados. Por supuesto, lograr estas integraciones dinámicas en la práctica es muy complejo, pero por las ideas que se defienden en Del péndulo al cubo..., alcanzarlas es una meta ambiciosa, pero muy legítima para la economía boliviana.

El quinto logro, vinculado al fortalecimiento institucional, es aquél cuyo cumplimiento presenta las más grandes oportunidades y desafíos hoy en día. En la realidad nacional, el respeto a las instituciones, entendidas como las normas y leyes (auto) impuestas, no es aún evidente. Se pueden encontrar aún situaciones y contextos en los que las instituciones no priman por sobre la arbitrariedad individual. En ese sentido, el autor siguiere que el fortalecimiento institucional requiere trascender del hiper-presidencialismo y dotar de una musculatura particularmente fuerte a los tres poderes del Estado complementarios al Poder Ejecutivo.

Del péndulo al cubo... cierra la reflexión ofreciendo un "nuevo pacto" entre bolivianos, como i) un posible mecanismo para avanzar hacia un verdadero fortalecimiento institucional, y ii) una forma de capitalizar los resultados que hoy tenemos como sociedad de los otros cuatro logros en los que ya se han logrado mayores avances. El matiz propositivo muy particular de este libro se percibe en la lógica propuesta para este nuevo pacto: la aceptación de que no se puede y no se quiere vivir como antes, pero sobre todo, de que se puede y se quiere vivir mejor. Quizá los avances alcanzados en los cuatro primeros logros podrían perderse si no aceptamos que se puede vivir mejor. Si además abrazásemos la idea de que se quiere vivir mejor, se podría acelerar la transición hacia una verdadera economía del conocimiento, en la que los sectores y mercados están entrelazados de manera que logran generar y transmitir conocimientos para crecer e incrementar en productividad. Negar que se puede y se quiere vivir mejor implicaría conformarse con el estado de los logros actuales y vanagloriarse de un triunfalismo simplista e incluso ilusorio si se toma en cuenta el desempeño económico del resto del continente.

Es así que el libro termina en una nota positiva y con un llamativo dato que, personalmente, había pasado por alto: todo parece indicar que el año 2020 habremos llegado a vivir, por primera vez en 100 años, tres décadas seguidas de crecimiento económico positivo del PIB per cápita. En realidad, "...es un momento histórico para desterrar la imagen del péndulo y esperar un cambio total para comenzar desde la otra orilla, una vez más teóricamente desde cero y una vez más prácticamente sin poder capitalizar plenamente lo alcanzado hasta ahora" (p. 234).

 

Ricardo Nogales Carvajal

 

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