SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número34Kurze Einführung in die Neue Phänomenologie: (Breve introducción a la Nueva Fenomenología) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.19 no.34 La Paz jun. 2015

 

RESEÑAS

 

La invención del amor

 

 

José Ovejero

2013, Alfaguara, Buenos Aires, 256 páginas.

 

 


¿Es esta una novela "especialmente reseñable", para aprovechar la jerga crítica que se usa en la presentación del libro? En la medida en que ha recibido el Premio Alfaguara 2013, hay que partir del hecho de que esto la hace ya atendible, pues se supone que ésa es una de las funciones de los premios. Así que ahí voy, con la importante advertencia de que incluso si, como se está comprobando, resultó nomás reseñable, no es seguro que sea especialmente digna de leerse.

Si he de usar alguna frase panorámica para comentarla, diré que "La invención del amor" arranca bien, nos llama la atención un ratito y luego se diluye sin descanso en una neutralidad narrativa sin grandes sorpresas. Pero ésta quizá sea solo una impresión mía, debido a que no suelo visitar con frecuencia la novelística contemporánea. Quiero decir que la agilidad narrativa, la rápida construcción de una atmósfera vital precisa e interesante impactan, pero solo cuando no se las compara con productos similares de la actualidad. He concluido esto al recordar experiencias de hace tiempo con obras igualmente actuales, por ejemplo, "Plataforma", de Michel Houellebecq. Lo cual no significa que no tengan sus propias particularidades, ni sus virtudes puntuales. Hablo de cierta atmósfera general en la que está metido el novelista profesional, pero éste es un tema que ameritaría un tratamiento más amplio. Volvamos a la novela.

El discreto encanto con el cual Ovejero atrae al lector necesita una composición de lugar: imaginen que alguien los confunde por teléfono con un hombre para avisarles que Clara, su amante, acaba de morir en un accidente. Cualquier otro disuelve el malentendido pronto y ya, dice que no conoce a ninguna Clara y prosigue sus actividades. Pero Samuel, el protagonista de esta historia, hace lo contrario: sigue la corriente y decide apoyar la confusión actuando como el Samuel verdadero, al que estaba dirigida la llamada que anuncia la defunción de su querida.

¿Por qué lo hace? Pues por hacer algo diferente y salir de la avasallante rutina a la que nos tiene sometidos la vida. Es que Samuel es uno de esos personajes que pululan en la narrativa actual: un don nadie apático, cansado de vivir a los cuarenta y tantos años (no se ha casado, no tiene hijos, trabaja por trabajar); un hombre del subsuelo desprovisto del pathos que tenía el creado por Dostoievski; una vida sostenida en el vacío, en medio del batiburrillo minimalista de cosas que nos hacen comprar. Todo bien reforzado por ese estilo de presente de indicativo tan nouveau roman, "me despierto y enciendo internet; después me ducho y canturreo una canción mientras busco algo de comer en el refrigerador. Más tarde voy a la oficina", y así página tras página la liturgia de la más chata e insustancial cotidianeidad, salpimentada por reflexiones de similar densidad: "cuarenta (años) bien mirado, no es tanto; a veces aun levantamos la cabeza y nos preguntamos ¿Por qué no? Todavía estoy a tiempo... Y después de atisbar esa posibilidad continuamos rumiando con placidez nuestras vidas, ni muy felices ni muy infelices: moderadamente satisfechos..."

El hecho es que el mencionado disparador hace que la novela tome aire y pretenda volar: no es cualquier historia de amor, es una historia de amor que se construye sobre una situación ficticia. Y así vemos a Samuel asumir poco a poco el simulacro, conocer a la hermana, enterarse sutil y astutamente de la vida de Clara, incluso conocer al viudo, agregar detalles de su propia cosecha, acomodar el pasado. La situación comienza a divertirle y a animarlo a avanzar. Si a ratos esto puede parecer inverosímil o difícil, no es así porque en ese entramado vital a nadie le importa mucho lo que les pasa a los otros. Samuel le dice a su mamá que Clara ha muerto, y como ésta tiene Alzheimer, termina por incorporar el hecho a su maltratado registro de relaciones de su hijo. Le miente a su hermana que ha perdido a su amante, y ésta le cree porque ve a su hermano cada muerte de obispo.

Todo esto hasta terminar enamorándose de la hermana de la fallecida. Si como "happy end" este final resulta irrisorio, es porque la ligereza de la forma de contarlo no consigue hacer entrañable al personaje central. Y aquí un apunte final acerca de esta narrativa de inicios del siglo XXI. Quizá el aurea mediocritas que trata tan monotemáticamente no sea producto de una presunta nueva realidad más ligera, más chirle, más vacía, más posmoderna (tengo para mí que la condición humana siempre ha sido la misma) sino la confesión de impotencia de la literatura frente al mercado y las tecnologías. Quiero decir que quizá hoy se escriba menos para el público que para los jurados. A propósito, debo informar, para terminar, que, además de este premio, José Ovejero es Premio Ciudad de Irún 1993 de poesía, Premio Grandes Viajeros 1998 para libros de viajes, Premio Primavera 2005 de novela, Premio de novela Ramón Gómez de la Serna 2010 y Premio Anagrama de ensayo 2012.

Wálter I. Vargas

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons