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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.29 La Paz dic. 2012

 

 

 

La inactualidad de la revolución. A propósito de La revolución antes de la Revolución

 

 

Laura Gotkowitz

 

 


La revolución antes de la Revolución. Luchas indígenas por tierra y justicia en Bolivia 1880-1952. La Paz, PIEB/Plural Editores, 2011. Traducción de Hernando Calla y revisión de estilo de Luis H. Antezana, de A Revolutionfor Our Rights: Indigenous Struggles for Land and Justice in Bolivia, 1820-1952. Duke University Press, 2007.

La inactualidad evidente del 'discurso político' de Benjamin se convierte sin embargo en una peculiar actualidad de otro orden cuando, en los inicios de este nuevo siglo -¿milenio?-, en condiciones en que la cultura política de la modernidad capitalista parece irremediablemente fatigada, nos percatamos de lo mucho de ilusorio que ha tenido toda esa actividad política, aparentemente tan realista, del siglo XX; del alto grado de 'inactualidad' respecto de la vida profunda de las sociedades modernas, del que han adolecido las nociones de 'autoridad', de 'legitimidad'y de 'gobierno' lo mismo de los viejos Estados nacionales tradicionales que de sus reacomodos transnacionales 'posmodernos'.

Bolívar Echeverría. Introducción a las Tesis sobre la historia y otros fragmentos de Walter Benjamin

 

¿Por qué la inactualidad de la revolución? ¿Es que ya no hay revoluciones, y tampoco revolucionarios? ¿O es que la idea de revolución se agotó y más bien se necesita otra idea, otro nombre? ¿O, sencillamente, será necesario replantear y resignificar aquello que nombramos como revolución? Hoy en día, es bastante aleccionador el cómo solamente tener el gesto de poner en cuestión el sentido de la idea de revolución empieza a inquietar y despertar sospechas, temores y ortodoxas lecciones de diversa índole. No pretendo entrar en la arena moralista y dogmática, que indudablemente está al acecho con sus prejuicios y su ceguera ante las complejas dimensiones históricas y los tiempos en que se despliega, pero hay que reconocer a aquellos sujetos que hacen y luchan por su memoria y su dignidad a contrapelo de la historia y contra la versión de los vencedores.

La inactualidad de la revolución, en el título de este escrito, convoca nuevamente a la reflexión sobre la temporalidad y la forma de acción política. Si hablamos de actualidad, ¿a qué tiempo nos referimos?, ¿actuales a qué, a quién? A aquella pretensión de un tiempo homogéneo, un tiempo que compartimos, cooperamos y administramos por el bien de todos y el bien común. Por ende, hay que luchar y esforzarse para hacerlo más inclusivo, más participativo, más democrático, para que finalmente asuma la figura de la gran conquista social política: un tiempo de la revolución, o lo que hace posible la revolución. Pues la estrategia colonial más audaz y eficaz es la de imponer "un solo tiempo", este curso del tiempo que definirá lo revolucionario.

El debate que abren los movimientos sociales e indígenas busca justamente desmontar la pretensión del uno y lo único, la idea de que hay un solo y único curso del tiempo y la historia. No hay príncipe, ni rey, ni divinidad que preserve y cautele el orden de las cosas ni los gobiernos de los hombres. No hay principio como tampoco hay fin. Dejemos a los hegelianos de derecha y de izquierda con sus especulaciones y apocalípticos mensajes. La tarea es pensar y trabajar pluralmente, en la pluralidad del mundo, de la materia y de la vida. Y esto no nos lo enseñan, en todo caso lo aprendemos en la vida práctica, en la cotidianidad, en el esfuerzo colectivo y social, en la pluralidad de nuestra vida y la vida que nos rodea. El debate abierto es entre un pensamiento plural —diría, inmanente— y aquella mentalidad trascendente que solo puede pensar en lo único, en el Uno -o como queramos denominarlo o nombrarlo.

La inactualidad del 'discurso político' de Benjamin que destaca Bolívar Echeverría se da a partir de nuestras realidades: 'nuestras' porque potencialmente son comunes a partir de la resistencia ante los despliegues de los dispositivos de dominación y poder, y 'realidades' porque es una realidad múltiple y se puede nombrar por su singularidad plural. El cómo se activa la inactualidad del discurso político es un trabajo de contracorriente, a 'contrapelo de la historia', como ya lo afirmaba Walter Benjamin.

El libro de Laura Gotkowitz titulado La revolución antes de la Revolución busca repensar el sentido de la revolución desde Las luchas indígenas por la tierra y justicia en Bolivia, como indica el subtítulo. Incluso el uso o no de la mayúscula en revolución en el título ya indica las posibles denominaciones del mismo nombre. Porque finalmente en Bolivia se pretende que hubo una revolución y que ésta es la única revolución. Este es el pensamiento instituido, la versión oficial y escolarizada del acontecer político boliviano.

Replantear la revolución, resignificarla en nuestras realidades es finalmente descolonizar ese pensamiento, ese saber y ese poder que viabiliza la cultura nacional y el Estado-nación, la modernidad y el desarrollo como un destino y futuro, siempre anunciado y, una y otra vez, pospuesto. Descolonizar es desmontarlos como espacio y tiempo únicos, dejar de pretender ser aquellos convidados postergados y subsumidos a la no contemporaneidad del banquete del progreso. Es empezar a pensar con la propia cabeza y hacer con las herramientas y manos que tenemos, colectivamente, multiplicando, pluralizando.

Escribe Laura Gotkowitz en la conclusión y epílogo: "Esta revolución antes de la revolución -las rebeliones de fines de la década de 1940, que, a su vez, estuvieron conectadas con el Congreso Indigenal de 1945 y las redes de caciques apoderados de la década de 1920- fue una fuente clave para 1952. Digo esto no sólo porque muchas de las ideas y tácticas asociadas a 1947 volvieron a surgir inmediatamente después de 1952, también lo digo debido a la expectativa y temor asociados a un momento que algunos de los propios actores ya consideraban revolucionario. Los líderes del levantamiento de Ayopaya de 1947 hablaban acerca de un gobierno revolucionario que asociaban con el gobierno de Villarroel y el MNR (1943-46). Pese a su ambigüedad, los años de Villarroel fueron una condición clave de la emergente situación revolucionaria en Bolivia, pues permitieron que ciertos grupos percibieran una alternativa viable al orden existente"(pág. 369).

Esta "revolución antes de la revolución", como señala Laura Gotkowitz, no es la tarea de una pugna en la historia de las ideas; el trabajo del historiador a contracorriente es el de la configuración de aquellas prácticas culturales, sociales y hasta legales como herramientas de contrapoder y autodeterminación colectiva. Como describe, la autora: "Los reclamos por derechos en los años pre-revolucionarios tenían, por tanto, poco que ver con el sufragio y mucho más con los derechos civiles y sociales. Cuando los líderes indígenas y campesinos empleaban ocasionalmente el término ciudadano, no lo utilizaban para reclamar derechos al sufragio; lo utilizaban, más bien, en conjunción con demandas más amplias de protección, el cumplimiento de las leyes o el fin de toda servidumbre. Dicho esto, los líderes rurales de las décadas de 1920 y 1940, por supuesto, no ignoraron los derechos y la participación política. En primer lugar y ante todo, exigieron los derechos políticos practicándolos: estableciendo redes supralocales, presentando demandas, encontrándose cara a cara con funcionarios de gobierno, organizando congresos, publicando artículos en sus periódicos propios y en los nacionales, difundiendo leyes, realizando huelgas y, en algunos casos, interviniendo en campañas electorales... Los orígenes culturales y políticos de la revolución boliviana no sólo tienen que ver con ideas sobre derechos, participación, soberanía e igualdad, sino también con la manera en la que dichas ideas adquirían determinados significados al ser practicadas". (pág. 368).

Es interesante recalcar, como un síntoma de los propios procesos políticos que se viven, el hecho de que la historiadora ha modificado el título, lo cual no obedece solamente al carácter de la traducción como tal sino al sentido posible que conlleva una u otra opción. Es decir, en la versión primera en inglés, se titula, en una traducción tentativa: "Una revolución por nuestros derechos", puesto que para la tradición anglosajona hablar de rights tiene una eficacia y amplitud distintas a las de nuestra tradición colonial de los derechos. Es decir, el llamado a la revolución migra de una lengua a otra, de una tradición a otra; parece decirnos, como en un susurro, que para un lector anglosajón está fincado en los derechos y para el lector boliviano esta palabra parece ser un pleonasmo, o implica la urgencia de resignificarlo.

Es verdaderamente un libro que invita a recorrer aquel tiempo en el que fluyeron distintas estrategias para generar condiciones de afirmación y consolidación de proyectos de vida, de vidas colectivas y modos comunitarios. Es empezar a despejar las sombras que la versión o las versiones de una y única revolución triunfadora y oficial nos ha querido inculcar como condena y destino de una inalcanzable cultura nacional, republicana, monocultural y monolinguística. Invitar a la lectura de este libro es una convocatoria a empezar a trabajar en una historia en clave plural, a pensar el tiempo como pluriverso. A practicar la inactualidad del discurso político como herramienta de descolonización.

 

Oscar Vega Camacho

 

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