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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.29 La Paz dic. 2012

 

RESEÑAS

 

¿Pitaq kaypi kamchiq?
Las estructuras del poder en Cochabamba, 1940-2006

 

 

José Miguel Gordillo, Alberto Rivera Pizarro y Ana Eva Sulcata

 

 


Supongamos por un instante que nos piden citar el hecho más trascendental en la vida republicana del país, aquél que haya afectado estructuralmente toda la armazón de la sociedad; probablemente el más nombrado sería el de la Revolución Nacional de 1952. Pero las reflexiones que produjo este hecho son diversas y en muchos casos no sin celajes ideológicos o producto de análisis rudimentarios. Para algunos la revolución fue el resultado de factores que confluyen en torno a ideólogos y caudillos de determinación y convicción férreas de nacionalismo, o de las masas populares en un momento de autodeterminación producto de la insatisfacción.

Probablemente una crítica de fondo poco podría hacer con tales insumos, puesto que los logros y los fracasos que se pretende atribuir a la Revolución —además haciendo un puente con la situación actual— dejan de lado muchos elementos estructurales, como, por citar alguno, el mercado interno y externo junto al rol de la oligarquía terrateniente. Es preciso ir buscando una respuesta, hoy cada vez más, que no sobredimensione a los caudillos, que no busque sólo engrandecer a las masas populares sin comprenderlas y que no romantice el destino aciago de los subalternos.

Por eso el trabajo de Gordillo, Rivera y Sulcata (2007) aporta significativamente al tema desde el análisis de las estructuras de poder en Cochabamba, cuyo recorrido pasa por su origen republicano con resabios coloniales y desemboca en los efectos del neoliberalismo. ¿Pitaq kaypi kamachiq?, título que lleva el libro, repara en el pasado con una mirada sociológica para poder entender las características actuales de una región de gran vitalidad económica-productiva, política e intelectual, pero carente de un proyecto societal y de elites protagónicas en dicho cometido.

Son cinco los capítulos que componen el libro, divididos en dos partes claramente identificables. La primera, que abarca los tres primeros capítulos, trata de todo aquello que está en torno a la Revolución de 1952, desde ciertas consideraciones de la herencia colonial hasta los años sesenta, pero poniendo mayor énfasis en la última década prerevolucionaria. La segunda parte se enfoca en las elites emergentes que han podido consolidarse en todo este proceso y se afianzan en el periodo democrático que se inicia a partir de 1982 y se extiende durante el periodo del neoliberalismo.

Precisamente para comprender la actual estructura social y económica en la región, el trabajo de Gordillo et al. plantea casi como algo imprescindible remontarse hasta aquellas elites aferradas únicamente a sus privilegios heredados y cómo encararon las políticas revolucionarias del MNR. El eje sobre el cual gira la explicación de los autores se sitúa en la fragilidad estructural de la elite para poder afrontar la conducción de la producción y los embates del mercado. Así por ejemplo, se puede ver que la elite cochabambina de fines del siglo XVII era algo más dinámica en el sentido de control de la producción y circulación de alimentos, pero esto cambiará a mediados del siglo XVII, cuando el mercado potosino reduzca notablemente tras la caída de la producción de plata. De igual forma se puede apreciar que a fines del siglo XIX y principios del XX, a pesar de los esfuerzos de aplicar un modelo liberal para insertar a Bolivia en el mercado mundial, la economía nacional estaba centrada en la minería, no sólo de la plata, sino también del estaño, lo que fue desplazando a regiones como Cochabamba y Santa Cruz, hecho que debilitó a la clase terrateniente, permitiendo que surjan otros sectores que le disputaron el poder político y el prestigio. Así se inicia todo un proceso de, como yo lo llamaría, circulación de las elites, puesto que aparecen nuevos actores sociales —que vieron a la elite incapaz de modernizar sus técnicas de producción y cambiar su mentalidad colonial—, tales como comerciantes, transportistas, inmigrantes, e incluso sus propios herederos, que los enfrentarán en la Revolución Nacional de 1952.

Cuando hablan de las elites de antes del 52, los autores las caracterizan como una clase no orgánica, parasitaria y rentista, respaldada por un Estado que todavía mantiene la estructura social forjada en la Colonia, sin capacidad de control sobre la producción y la circulación de productos. El auge del estaño fue devastador para los terratenientes, pues no estaban a la altura del libre mercado que se impulsaba desde el Estado. Mercancías y gente que llegaban del extranjero en torno al apogeo minero se constituirán en una férrea competencia que irá desplazando a las elites terratenientes. Según los autores, estos inmigrantes tendrán un rol modernizador al impulsar transformaciones en los hábitos de consumo e introduciendo nuevas técnicas y tecnologías de producción, como cerveza, embutidos, derivados de la leche, ropa, conservas y otros. Después de la Guerra del Chaco estos inmigrantes serán empoderados desde la banca, para constituirse en un sector industrial: Taquiña, San Luis y Coronilla, Dillman, entre otras, serán algunas de las empresas de la región (pag. 11).

El liberalismo será interpelado por el nacionalismo y la Revolución Nacional de 1952, suscitando nuevos cambios en la estructura del poder. A pesar de que muchos de los protagonistas de la revolución eran hijos de las viejas elites, ellos darán paso a nuevos sectores en ascenso. El efecto más fuerte sobre la economía que se destaca de este proceso es que se marginó a la naciente industria, no sólo porque se afectó la propiedad de muchos de los terratenientes y empresarios, sino porque el fomento al sector industrial no estaba contemplado dentro de los procesos de la Revolución Nacional, lo cual provocó que muchos de los intelectuales, industriales y trabajadores calificados abandonaran la región. El panorama mostrará como principales actores a las elites emergentes, donde aparecen las clases medias y sectores populares copando posiciones de poder, "ya no basadas en la propiedad territorial, sino más bien en el manejo del conocimiento con la profesionalización de las nuevas generaciones y con el desarrollo de las economías urbanas que transforman los anteriores patrones de acumulación y generación de riqueza" (pág.133). Este nuevo grupo se mostrará carente de un proyecto colectivo para Cochabamba. De esta manera es que "el hito neoliberal" de 1985 acentuará los intereses individuales y la inestabilidad social. Así las estructuras del poder se asentarán en las elites burocráticas junto a las elites políticas que ahora ajustan sus relaciones e influencias con nuevos focos de poder, como los movimientos sociales y lo medios de comunicación.

Definitivamente, se ha dicho mucho sobre la Revolución Nacional de 1952, pero lo que ofrece ¿Pitaq kaypi kamchiq? está más allá de sus páginas, puesto que no sólo contribuye a la comprensión de la trayectoria social, política y económica de la región en torno a la Revolución, sino que además aporta insumos valiosos con los cuales interpelar al presente, de manera que la construcción del futuro no sea otra frágil invención.

 

Mircko Vera

 

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