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Revista Ciencia y Cultura

Print version ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  no.29 La Paz Dec. 2012

 

TESTIMONIO

 

Vivencias de la insurrección

 

 


 

Un helicóptero. ¡Dios mío!, ¿dónde habrá una manifestación?

Elena Poniatowska

Yo conocí el pongueaje. Tenía una amiga que vivía en El Prado y tenía los pongos para bajar las bicicletas y subirlas. Yo aprendí a manejar la bicicleta en El Prado. Vivíamos en alquiler en una casa de unos hacendados y los indígenas venían a traer las cosas de la finca y dormían sobre las lozas tapados con sus ponchos, o sea que la situación de los indígenas era bien dura. Por culpa del pongueaje a las muchachas les pegaban con un kimsacharani. Era relativamente frecuente ver eso.

Teresa Gisbert2

Yo he vivido eso del pongueaje. Era un mundo muy primario en el cual todavía se cocinaba con leña, con taquia. Un mundo donde los indígenas llevaban los productos de la finca e ingresaban a un tercer patio y ahí se examinaban sus productos para ver si habían cumplido...

Enrique Arnal3

El año 52 ante toda esta insurrección popular en una institución como el Colegio Militar uno se supedita al mando de los superiores. Tal es así que en 1952, en el Colegio Militar, nosotros no jugábamos ningún papel ni ideológico, ni institucional, sino que estábamos solamente aprendiendo nuestra formación militar, basada en un régimen militar alemán. Dentro de esa disciplina, los cadetes, sean de cualquier año, también estaban supeditados a los militares. Y nosotros no teníamos posibilidad de preguntar siquiera.

Oscar Vega4

En 1946 yo he visto el colgamiento de Villarroel y también he visto cómo los sacaban a los del panóptico y los baleaban. También a los edecanes que los sacaban de la cárcel y los llevaban a la plaza Murillo. Yo vivía en San Pedro, lo vi todo. La gente cerraba sus puertas, nosotros estábamos acostumbrados, sabíamos que esto iba a durar 3 o 4 días. Cuando oíamos tiros, nosotros teníamos el baño siempre lleno de agua y todo el mundo compraba cosas por quintales, no llegaron nunca a cortar el agua pero sí muchas veces la luz.

Teresa Gisbert

Eran los días de la Revolución, el tiroteo seguía. Por esos días, Jaime Saenz tenía un huésped, su amigo el poeta Enrique Molina. Estábamos charlando los tres, le contábamos cosas que habíamos visto en la Revolución. Enrique nos dijo: 'Qué pueblo maravilloso tienen ustedes'. Yo conté lo que había visto desde esa ventana: la toma del Laikacota, cuando ya parecía perdida la Revolución. Vi a los milicianos desfilando con las manos en alto, cuando de pronto un disparo tocó a uno de ellos, seguramente en la munición que cargaba, porque el miliciano ardió en cosa de segundos, ardió con unos colores morados, violetas, rojos. Este relato emocionó tanto a Enrique que se puso a lagrimear.

Oscar Soria5

Porque esos días empezando del 9 de abril, nosotros salimos de Irpavi, del Colegio Militar. En esas épocas había el tranvía hasta Obrajes pero Calacoto era propiedad agrícola, no era un centro urbano como ahora. Entonces cuando salimos, ni siquiera en vehículos, como un acto de campo, a pie, unos grupos fueron bajo el mando de los brigadieres, ni siquiera de los oficiales. Fueron hacia Miraflores y nosotros fuimos hacia San Jorge con la instrucción de que ibamos a defender al gobierno. Subimos esa colina al cuartel de San Jorge por el cerro y ahí entramos a una especie de cuartel. Entonces cuando llegamos nosotros no pasó nada en el trayecto.

Oscar Vega

No creo que tenga ninguna importancia literaria, pero igual te lo cuento. Fue en el camino hacia El Alto, donde por razones que no recuerdo votaba en las elecciones de 1956 la aristocracia o por lo menos la gente contraria a Paz Estensoro, contraria al MNR. Íbamos en el auto de la embajada uruguaya eln doctor Cardozo, líder socialista, el Tape López Silveira, que hizo la guerra en España, Burgos, que llevó la peor parte, y el conocido revolucionario Rubeck Orlando. Bueno, como te contaba, íbamos de viaje hacia El Alto cuando un campesino, que había resuelto que nadie pasara a votar a El Alto, nos tiró un tiro. La bala podrida pegó atrás, en la valija del coche, y de las esquirlas dos le entraron a Burgos que estaba sentado con Cardozo. Como dicen las viejas, una desgracia con suerte, porque una le recorrió toda la barriga, así, por debajo de la piel y salió por el otro lado, y la otra hizo un camino misterioso y se le quedó a dos centímetros del corazón. Era un pedacito de bala, ni la bala entera, por supuesto, pero no se pudo extraer. Ya en La Paz los médicos me dijeron que no había caso: Burgos tenía que marchar con ella, y todo era cuestión de tiempo: la esquirla se le iba a ir acercando al corazón.

Bajamos, me acuerdo. Yo tenía las manos en los bolsillos del sobretodo y habíamos salido del auto. Mientras tanto, en el coche, el doctor Cardozo atendía a Burgos. Entonces el tipo que había tirado se nos acercó y apuntó con la carabina, una carabina tan vieja que debía ser de la guerra del Pacífico. De lo que me acuerdo es de eso: de tener a un indio con el rifle apoyado en mi barriga mientras me dice exaltado: "te voy a matar, hijo de puta. Te ibas a votar a El Alto, contra la revolución". Y la mujer atrás, llorando: "No lo matés, por favor, no lo matés". Yo tenía una indiferencia total, no de coraje sino como un estado psicológico; ni sombra de miedo, como si estuviera soñando. Lo único que atinaba a decir era: "¡Pero cómo me vas a matar a mí, si soy uruguayo!"

Juan Carlos Onetti6

Entonces ahí había militares, soldados y entonces el grupo llegó ahí, hemos subido hasta el cerro de Irpavi a pie. Nos han hecho descansar y nos han indicado la acción que debíamos desarrollar. Debíamos tomar la universidad porque se entendía que ya los insurrectos habían entrado a la ciudad, incluso habían entrado a la universidad. Entonces la instrucción era que había que retomar esa parte central y de la parte de Miraflores se entiende que la instrucción era similar. Entonces por la avenida 6 de agosto, nosotros, como en las películas, pegados a la pared, de subida, vinimos a pie hasta llegar a lo que es la Plaza Isabel la Católica, no por la Arce sino por la 6 de agosto, escudados. Incluso escuchábamos disparos. Yo no me acuerdo que hayamos disparado algo al subir, yo por lo menos no disparé ni un tiro al subir pero notábamos que había disparos que de repente eran orientados a otro lugar y llegaban cerca de los lugares por donde nosotros andábamos.

Oscar Vega

Justamente en esos momentos nos avisan que había ocurrido una cosa parecida con un minero de Milluni, que venía desde El Alto retomando la ciudad, haciendo retroceder a las tropas del ejército. A este minero le alcanzó una bala y voló porque estaba cargado de dinamita. Una de sus manos quedó colgada de la rama de un arbolito del parque de la universidad. Nos avisan esto y nos vamos, Jaime (Saenz), Enrique (Molina) y yo, a ver cómo había sido aquello. Este hecho me sirvió para escribir el cuento Preces en el cerro, que ganó el concurso de cuentos de la revolución.

Oscar Soria

Entonces era una acción militar como de película, ¿no? Y nosotros jóvenes, cadetes, disciplinados llegamos hasta lo que es ahora el Ritz. Esa era una construcción que estaba recién en armazón, nada más que sus vigas y todo, llegamos hasta ahí, ahí hemos debido estar unos dos días seguramente y nosotros siempre actuábamos en función a las instrucciones, nos quedamos ahí y por suerte no avanzamos más. ¿Por qué no avanzamos más? Ya nos anoticiamos, cuando volvimos a Irpavi, lo que había pasado: en la Arce, donde es al lado de ASFI, ahí había un convento de monjitas, un centro católico, ahí había estado concentrado el alto mando militar, en la plaza Isabel la Católica a mano derecha, esa entradita. Entonces estaban esperando los que nos dirigían, cadetes de curso superior esperando las instrucciones. Entonces pasó la noche, no pasó nada, al día siguiente tranquilos, cuando en el segundo día dicen: "Señores hay instrucción de retornar al Colegio Militar". Entonces dijimos: "Vamos a volver". Éramos unos veinte el grupo de esta zona. Entonces nos bajaron en vehículos, vinieron ahí a la plaza, góndolas, y nos bajaron hasta el Colegio Militar entiendo que lo que ocurrió es que el alto mando que estaba ahí llego un acuerdo con la insurrección que se consolidó.

Oscar Vega

Yo tenía una mirada doble. Toda la visión aristocrática que protestaba y que sufría: tenía un alumno que estuvo un tiempo en los campos de concentración y volvió medio "loco" y nunca se recuperó. Y por otro lado los movimientistas, a los cuales yo conocía pues trabajaba con ellos. En muchos casos nosotros éramos totalmente ajenos. No te olvides que tanto mi marido como yo somos hijos de españoles. Por ejemplo, la gente durante y después de la Guerra del Chaco tenía problemas, lloraba; yo no, yo no tenía nadie de nadie porque vivía toda la familia junta con mis abuelos, mis tías que eran costureras, vivían de eso. Mi padre hacía edificios hasta que llegó a la universidad. Mi tío se fue con unos catalanes y poco a poco se fue comprando lo que es hoy la librería Gisbert, si te das cuenta era así.

Teresa Gisbert

Nosotros éramos como los niños de colegio que teníamos que esperar las instrucciones de la profesora. Cuando retornamos al Colegio Militar, nos piden que nos tranquilicemos y nos hacen formar. Sin embargo, tanto en la noche como en el día siguiente a nuestro regreso, en el Colegio Militar se sintieron disparos de morteros. Explotaron algunos en el Colegio Militar y ante esa situación, no tanto los oficiales sino los brigadieres, encabezados por el brigadier mayor que era Natusch Busch, nos hicieron formar y como nosotros no estábamos ya con instrucciones de combatir él dijo: "La única forma de garantizar a la gente del Colegio Militar es replegarnos hasta Cota Cota". Cota Cota era una zona lechera y nos fuimos todo el Colegio Militar, nos fuimos ahí porque así lo determinaron los brigadieres. Yo no sé si hablaron con los oficiales, no sé, pero fuimos para evitar mayor enfrentamiento, ya que caían morteros.

Oscar Vega

En la compañía de Jesús, en la plaza de Cochabamba. Ahí arriba en la cúpula, había un tipo con una ametralladora, apuntando. Seguramente era del gobierno, del gobierno que cayó. Con una ametralladora, apuntando a la plaza. Yo lo descubrí. Yo lo miraba ahí arriba al hombre, con su ametralladora. Y a veces me subía por la escalera de la casa, al segundo piso, para mirarlo mejor.

Mauricio Peña Davidson7

El cambio social era visible porque había una evidente ebullición social. Se habían creado milicias que tenían puestos de vigilancia en Miraflores. La plaza del Estadio era la Troya de La Paz, de la revolución. Había sido tomada por el MNR y había una permanente presencia de un estado de efervescencia revolucionaria.

Enrique Arnal

La gente se quejaba mucho, había escasez de víveres muy notoria. Mi hijo Andrés estaba pequeñito. Para conseguir una lata de leche, había que hacer colas toda la noche, había que ir a los barrios altos para conseguir un poco de arroz, un poco de azúcar o lo que fuera porque había una escasez bastante notoria, eran tiempos terribles. También surgieron los campos de concentración, que fue terrible. Yo tenía un amigo que era movimientista y le pregunté: "¿Y es así?" y me respondió: "Mucho peor".

Teresa Gisbert

Después de eso nos hacen levantar las filas y nos vamos a ordenar nuestras cosas, ya no había clases ni nada. Y como ya nos dieron la información de que se cerraba el Colegio Militar, estábamos arreglando nuestras cosas para irnos y tuvimos que salir de noche, con boinas porque nos dijeron, y era correcto, que en la ciudad nos podían tratar mal, y hubo gente que sufrió cuando volvió a sus barrios. Cuando salimos hacia la ciudad, como yo tenía un hermano que estudiaba en la universidad, ingeniería, llegué a su casa y lo primero que tuve que hacer es pedirle que me consiga un pasaje a Cochabamba. Tuve que salir con la vestimenta medio de disfraz, como uno tenía el corte (de pelo) pequeño, de militar. Llegamos a Cochabamba sin problema y cuando llegamos a Cochabamba lo primero que uno hace es integrarse a la familia.

Oscar Vega

Se realizaban allanamientos constantes a las viviendas de personas no inscritas en el partido gobernante y con mayor saña se requisaban y destrozaban las pertenencias de los opositores. Para agravar esta situación, el gobierno ofrecía pagos en efectivo o en cupos a los denunciantes de personas contrarias al régimen; incluso se daban las venganzas personales.

Jorge Alvéstegui Alvarez8

Como no había plata, todos los edificios quedaron parados. Entonces no podíamos trabajar como arquitectos, entramos a trabajar en la universidad como profesores de Historia del Arte y todo el mundo traía sus cuadros para ver si eran auténticos o no. De eso en España hicimos unos cursos. Preguntaban si era tela o tabla, pero generalmente era tela. Porque en ese tiempo no habían especialista en la historia del arte, pero si arqueólogos como Carlos Ponce, no dejaban que ningún extranjero entre.

Teresa Gisbert

Como mi familia es de la provincia Carrasco, entonces yo fui a ayudar a mi familia el año 52. Dejé de estudiar ese mismo año porque, después del cierre del Colegio Militar, yo no me sentía cómodo y además en esa época la universidad ya no recibía a nadie. Entonces yo me fui a mi pueblo. Mis hermanos y todos estaban en la ciudad pero yo me fui a mi pueblo y me quedé en mi pueblo y llegó un momento en que iba de vez en cuando a la ciudad pero mi centro de actividades era mi pueblo. Después me di cuenta que tenía que estudiar y fui a la casa que compraron mis papás en la ciudad. Me dieron un cuarto ahí en la casa y me puse a estudiar.

Oscar Vega

A mi familia (la revolución) la cambió en un sentido profundo, porque mi padre era gerente de la Patiño Mines. Entonces la Patiño Mines fue nacionalizada y mi padre tuvo en algún momento la visión de negociar con el nuevo gobierno las condiciones de la toma de la empresa. La Patiño Mines tenía su sede en la avenida Mariscal Santa Cruz, el edificio existe, Corporación Minera de Bolivia, es ese que tiene las columnas de mármol. Esa empresa se manejaba con sesenta empleados. Cuando ingresó la nacionalización y se tomaron todas las instalaciones, el número de empleados en ese edificio subió a tres mil. Se creó una burocracia ineficiente y una gran pérdida económica para el manejo de la empresa porque había que dar pues el poder a los militantes. Mi padre se quedó sin trabajo. Le ofrecieron continuar dirigiendo la Patiño Mines nacionalizada, pero él no aceptó. Claro, él pertenecía a otro mundo. No rechazaba aquello pero decía "¿Qué espacio puedo tener ahí?".

Enrique Arnal

¿Por qué soy economista? Porque en ese momento yo decía: "Yo quiero ser ingeniero" pero ese momento no había en Cochabamba. Entonces digo: "¿Y qué puedo estudiar en la Universidad Mayor de San Simón?" Entonces veo ahí medicina, área social. "Medicina no", había la facultad de derecho de la cual dependía la carrera de economía, ni siquiera era carrera. Entonces era la única opción que tenía porque los horarios me permitían trabajar. Entonces tuve que elegir entre derecho y economía, nunca había pensado ser economista, menos abogado, así que decidí estudiar economía, pero para poder estudiar tenía que trabajar. Como le digo, la única oportunidad que se me apareció fue la de aplicar a la oficina de la renta en Cochabamba, un amigo de la universidad me contactó. Entonces me preguntaron si era del MNR o no. Yo les dije que no, recién estaba llegando de mi pueblo, etc. Entonces el abogado me dijo: "Me parece bien pero yo solo le puedo dar un trabajo de diligenciero", yo le dije: "No tengo ningún problema". O sea durante dos años, durante mis dos primeros años de estudio yo era un diligenciero. Tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo entonces.

Oscar Vega

Confinaron en campos de concentración, al estilo nazi, a personas heterogéneas, de diferente filiación política, grado de cultura y extracción social, calificadas de opositoras. Se las rodeaba de espías o "buzos" lo que dificultaba la convivencia que de por sí era difícil. Los detenidos vivían acosados por el hambre y la necesidad de subsistir; sin juicios, sin apelaciones, por tiempo indefinido, padecían el hostigamiento de sus verdugos. Falangistas, piristas, pursistas, socialdemócratas, independientes y hasta movimientistas en desgracia soportaron una despiadada persecución, encarcelamiento, torturas, confinamiento y exilio que condujeron a estos hombres más allá del límite de su resistencia física, mental y moral.

Jorge Alvéstegui Alvarez

Había implicaciones si eras del partido o no, porque existían cupos para comprar, porque no era venta libre. Los libros estaban restringidos, a tal punto de que a las librerías que les llegaban libros los vendían a puerta cerrada y solo a los intelectuales, y lo que sobraba recién abrían porque la importación estaba muy limitada.

Teresa Gisbert

La revolución del 52 tuvo una gran influencia en el arte. La tendencia era dirigida hacia los muralistas invitados que acompañaron la revolución mexicana de 1910, la gran revolución del siglo XX, antes que la soviética. Estaba dirigida hacia ese movimiento mural, bueno ya conocemos a los pintores, "Riveras", etc. La revolución boliviana quería tener presencia mural que acompañe el movimiento y oficializó, o creó, pintores de corte. A unos dos o tres pintores los incluyó. Claro, yo no tengo nada en contra los que ejercieron y dominaron el movimiento mural. Ese movimiento social tenía como meta resaltar lo que era victimado en Bolivia En esa época eran los mineros, los campesinos, como ahora. Un rescate de la humillación, traducido a la pintura. Los movimientos sociales y la doctrina social que comunicaba al público, la causa de la revolución, porque lo que se veía era eso: gentes malignas oprimiendo a gentes angelicales.

Enrique Arnal

Entonces trabajábamos con gente del movimiento, pero nosotros nunca fuimos políticos y nunca nos interesamos por eso. Por eso te digo que existía esa faceta: una vida cotidiana muy dura para los que no eran de uno u otro partido.

Teresa Gisbert

Claudio San Román, en un recinto situado en la calle Potosí frente al Palacio de Justicia, ejercía la dirección del control político. Allí se colgaba a los prisioneros de las muñecas, durante horas, hasta hacerles perder el conocimiento. Eran encerrados desnudos en calabozos durante varios días. Desnudos se los amarraba a una silla, se les conectaba un polo eléctrico a una oreja y el otro polo en los testículos. Permanentemente se los golpeaba con laques, palos y se les propinaba culatazos. Se les aplicaba también electricidad en brazos y piernas, exigiéndoles que firmaran declaraciones previamente redactadas a conveniencia de los torturadores, declaraciones en las que se inculpaba a parientes, amigos o desconocidos.

Jorge Alvéstegui Alvarez

Y el hecho de que nos hubieran publicado el libro sobre Perez de Holguín indica que todo lo que era boliviano les interesaba. No les importaba de qué color era y lo publicaban.

Teresa Gisbert

Yo por otra parte tenía la idea de fomentar las artes, entonces se creó un salón de artes que era anual, con premios bien financiados. Yo participé en uno llevando esta figura de lo local a lo universal en un cuadro que presenté para competir en ese concurso. El día anterior, un personaje del gobierno me dijo: "quiero felicitarte porque has sacado el segundo premio". Entonces yo le pregunté quién había sacado el primero. Entonces me dijo: "fulano de tal". Yo le dije: "para eso no deberían hacer concursos, deberían darle una medalla al merito individualmente". Entonces llegó el día de la inauguración y yo renuncié públicamente al premio. Los demás pintores se solidarizaron conmigo y descolgaron sus cuadros y dejaron el cuadro premiado solo. Entonces esa fue una reacción general en contra de este manipuleo de concursos, de esa exaltación de pintores elegidos de antemano. Eso produjo alguna reacción, me amenazaron con mandarme a la sección segunda de San Román. Tenía que afrontar las consecuencias nomás.

Enrique Arnal

Esta sociedad no se rompe, es como un tejido. Tú puedes ser de cualquier partido, pero alguien de tu familia, tu tío, tu primo puede ser de otro partido y entonces a base de muñeca van adelante. Las relaciones familiares eran una cosa, y las relaciones políticas eran otra, a veces chocan pero en general no chocan.

Teresa Gisbert

 

 

 

Notas

1    Poniatowska, Elena, La noche de Tlatelolco, Era, México, 2007.

2    Historiadora del arte.

3    Pintor.

4    Economista.

5 Entrevista realizada por Rubén Vargas a Oscar Soria y publicada en 1987 en el periódico Presencia.

6 Fragmento de "Creación y muerte de Santa María", entrevista a Juan Carlos Onetti. Tomado de Onetti. Réquiem por Faulkner y otros escritos, Arca, Buenos Aires, 1975.

7 Periodista.

 

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