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Revista Ciencia y Cultura

versión On-line ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.28 La Paz jun. 2012

 

ARTÍCULOS Y ESTUDIOS

 

Las ediciones del Vocabulario de la lengua aymara

 

The Vocabulario de la lengua Aymara different editions

 

 

Hans van den Berg *

 



Resumen:

El trabajo efectúa una revisión comentada de las varias ediciones del Vocabulario de la lengua Aymara, de Ludovico Bertonio, desde la edición príncipe, realizada en 1612, hasta las ediciones  más actuales. Incide en el contexto original de publicación de las obras en vida de Bertonio  (impresión, comentarios, introducciones y dedicatorias). Finalmente, pone especial atención en las diferentes características de cada una de las ediciones, de acuerdo al proceso histórico de valoración de las lenguas originarias en Bolivia.

Palabras clave: Bertonio, Vocabulario Aymara, ediciones coloniales.


Abstract:

This work consists on a critical review and comments on the different editions of Vocabulario de la lengua Aymara written by Ludovico Bertonio starting with the princeps, dated in 1612, to the latest. Considers the original Bertonio’s context in which they were published (printing, comments, introduction and to whom they were dedicated). Finally pays special attention to each of these editions specific features related to the historical process in whichnative languages attain more and more importance.

Key words: Bertonio, Aymara Vocabulary, colonial editions


 

 

1. Introducción

Antes de la publicación de la magna obra de Ludovico Bertonio ya se conocía un vocabulario de la lengua aymara, breve, muy breve por cierto, a saber, el que fue integrado en la Doctrina Christiana y Catecismo para Instrucción de los Indios, de 1584, y se titula “Vocabulario breve de los vocablos que ay en esta doctrina por su Abecedario”1. Este vocabulario sólo presenta la parte aymara– castellano. Precisamente por la brevedad de este texto, se puede suponer que los que se han dedicado a la traducción de esta amplísima obra que primero fue compuesta en  castellano y luego fue ampliada con las versiones en quechua y aymara, han debido tener a su  disposición otras listas, más amplias, de palabras a su disposición, pero lastimosamente éstas nunca fueron publicadas. Es así que con toda razón el vocabulario de Bertonio es considerado como la primera obra verdadera en este campo.

 

2. La edición príncipe

Bertonio, Lvdovico

Vocabvlario de la lengva aymara, Impresso en la casa de la Compañía de Iesús de Iuli Pueblo en la Prouincia de Chucuito. Por Francisco del Canto. 1612.

+ http://es.scribd.com/doc/62970054/Ludovico-Bertonio-Vocabulariode-la-lengua-aymara-1612-2-vol

La primera referencia explícita al Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio data del  30 de agosto del año 1610, siendo la aprobación que dio el jesuita Francisco de Contreras 2,  catedrático de filosofía y teología del Colegio de San Pablo de Lima y a la sazón censor de imprenta en aquella ciudad, quien evaluó la obra de Bertonio por orden del virrey Juan de Mendoza y Luna.

Por mandado de V. Excellencia he visto este vocabulario de la lengua Aymara del padre Luis Bertonio dela Compañía de Iesus, juzgo ser vna obra muy necessaria, assi por las muchas naciones que se doctrinan por medio desta lengua, como por no auer cosa ninguna impressa tocante a esta materia, fuera de que esta trabajado con muy gran propiedad, curiosidad y cuydado, y se echa de ver el gran zelo que a las almas tiene su autor.
Lima, a 30 de agosto de 1610 años.
Francisco de Contreras (Bertonio 1612, p. Ir).

Una referencia implícita y remota podría, sin embargo, encontrarse en un documento del año 1595, a saber, en una carta que el provincial de los jesuitas del Perú escribió el 12 de marzo de aquel año al general de la compañía de Jesús, Claudio Aquaviva, en la cual dice que los padres de Juli “tienen hecho un vocabulario y parece ser útil que se imprimiesse” (Egana, 1974: 709). Bertonio se había establecido en Juli ya en el año 1585 y debe haber sido por eso uno de los padres que se dedicaban a la elaboración del vocabulario mencionado en la carta del provincial Sebastián. Por otro lado, él mismo, al final de la carta que dirigió a los sacerdotes y curas doctrinantes para presentar su vocabulario y que está incluida en el mismo vocabulario, dice: “Trabajo ha sido de muchos años, especialmente por auersepassado en compañía de muchas enfermedades y otras ocupaciones muy forçosas” (Bertonio 1612, fol. A 4v).

Casi un mes después de la aprobación del padre Contreras, el 24 de septiembre de 1610, el mismo virrey hizo merced al padre Gonzalo Suárez, procurador de la provincia peruana de la compañía, “de darle licencia para que pueda hacer imprimir el dicho libro intitulado Vocabulario de la lengua aymara, que juntó y compuso el padre Luis Bertonio” (Medina, 1904: 129). 

El mismo Bertonio dio indicaciones para la impresión, concretamente acerca de la carátula y de los documentos que debían ser reproducidos antes de sus propias introducciones. Reproducimos este valioso documento de mano de Bertonio, que encontró el jesuita Enrique Torres Saldamando en el Archivo Nacional del Perú a comienzos de los años ’80 de siglo XIX3.

+ “Tras de esto se puede poner la licencia y privilegio de S. S., en suma nomás, como es costumbre.

Esto se hizo efectivamente, poniendo esta licencia al inicio de la obra:

SUMMA DEL PRIVILEGIO.

Tiene el Padre Luis Bertonio de la compañía de IESVS licencia y priuilegio del Excellentíssimo señor Marqués de Montesclaros, Visorrey destos Reynos del Pirú, para que él y no otra persona alguna pueda imprimir este vocabulario so las penas contenidas en el dicho Priuilegio.

Su data en Lima a 24 de septiembre de 1610 (Bertonio 1612, fol. Ir).

+ Y después la dedicatoria, en latín, para el señor obispo de La Paz, cuyo título comienza: “Illmo. ac Rever. D. Dominico Centeno”, etc., todo lo cual tomará un pliego. La dedicatoria, de letra grande,

De hecho, se puso primero una dedicatoria en la misma carátula de la obra, en castellano: “Dedicado al Illvstríssimo y Reuerendíssimo Señor Don Fray Domingo Valderrama Centeno, Maestro en sancta Theología, Arçobispo, y primer Obispo de la Paz, del Consejo de su Magestad.”

Domingo Valderrama, natural de Quito, entró en la Orden de los Predicadores, y fue nombrado arzobispo de Santo Domingo el 25 de septiembre de 1606. Fue ordenado en 1607, pero ya el 28 de mayo de 1608 fue nombrado obispo de La Paz. Murió en el año 1616.

Bertonio mismo dirigió una carta al obispo Valderrama, presentando en ella dos razones por las que dedica su obra a él: en primer lugar, porque él es obispo de una feligresía que en su mayor parte habla la lengua aymara y por eso es importante que sepa algo de esta lengua. En segundo lugar, siendo él “hijo del santísimo patriarca Dominico, de su nombre, de su doctrina, de su espíritu y heredero de sus virtudes”, debe ser una antorcha que lleva la luz del Evangelio a su gente y para quien este léxico debe llegarle como algo grato con que puede apoyar a sus sacerdotes, para quienes es indispensable aprender el idioma de sus fi eles para mostrarles el camino de la salvación. Esta carta, que no lleva fecha, está reproducida en las primeras páginas del Vocabulario (Bertonio 1612, fols. IVr-IVv).

+ y también la suma del privilegio y licencia del Padre Provincial;

LICENCIA DEL PADRE PROVINCIAL.

Con la facultad que para ello tengo de N. P. G. Claudio Aquaviva doy licencia al Padre Luis Bertonio de la compañía de IESVS, para que imprima el Arte, Vocabulario, y Phrases de la lengua Aymara. Que ha compuesto: attento a que auiendolos visto los tres Padres de arriba, que son graues, doctos, e intelligentes de la lengua, apprueuan tanto estos libros, y dizen ser de tanto provecho para los proximos.

Fecha en Iuli en 2 de Junio de 1611 años.

IuanSebastian. Prouincial (Bertonio, 1612, fol. IIIv).

Aquí se presenta un problema de fechas, ya que, como veremos más adelante, la aprobación de los tres padres está fechada en Juli el 1 de junio de 1612.

+ las aprobaciones, unas de letra cursiva y otras de letra común, como mejor pareciere.

De hecho, hay sólo una aprobación, la de los padres Hernando de Herrera, Pedro de Onate y Diego de Torres, la misma que está reproducida efectivamente en la obra. Esta aprobación vale no solamente para el vocabulario, sino también para otras obras de Bertonio4.

Approbacion cometida por el padre ProuincialIuanSebastian, a los tres infracriptos padres.

Por orden del Padre IuanSebastian, provincial de la Compañía de Iesus en esta prouincia del Piru, hemos visto el Arte, Vocabulario, y Phrasis, que compuso  en la lengua Aymara el padre Luis Bertonio de la misma Compañía, obra no menos desseada de muchos, que bien acabada y perfecta: porque en el arte con breuedad y buen orden se contienen todos los preceptos necessarios para hablar bien, y en el Vocabulario gran propiedad y copia de vocablos acomodados a la lengua Española y modo nuestro de hablar, y en las Phrasis muchos modos de decir acomodados a lo Espiritual, para la declaración de los mysterios de nuestra sancta fe, de que tenía falta esta lengua, y todo con tanta propiedad y elegancia que no ay mas que dessear, por auer el autor con su industria, trabajo, y ejercicio de mas de veinte y cinco años salido tan perfectamente con esta lengua, que ha excedido a los que la mamaron en la leche, y assi juzgamos ser obra muy vtil, y digna de imprimirse, y que sera gran seruicio de Dios N. S. y ayuda para los que la ejercitan en la conuersion de las almas destos naturales, y predicación del sanctoEuangelio.

Dada en Iuli en primero de Iunio de 1612.

Hernando de Herrera. Pedro de Onate. Diego de Torres (Bertonio, 1612, fols. IIIr-IIIv)

+ Y sírvase el señor Francisco del Canto de hacer que todo este pliego vaya muy bien impreso, de buena tinta y sin borrones, para que sea conforme a la letra del mismo libro, que por ser nuevamente fundada, salió buena la obra que con ella se hizo; y aunque los cuerpos del Vocabulario no son sino ochocientos y doce, sírvase sacar ochocientos y veinte y cinco, para enviar a algunas partes.

+ En la primera plana póngase el título como está y un IESUS, de las mejores estampas que hubiese, En el centro de la carátula del Vocabulario se encuentra un cuadrado dentro del cual están las letras IHS. Fuera del cuadrado, siguiendo el curso del reloj, está la siguiente frase: DEDITE IN LVCEM / GENTIVM VT SIS / SALVS MEA, VSQ; AD EX / TREMVM TERRE ISA, 49.

El texto es de Isaías 49, 6: “Dedi te in lucemgentium, ut sissalus mea usque ad extremumterrae”, “He aquí que yo te he establecido para que seas luz de las naciones, y seas mi salud hasta los extremos de la tierra” (Biblia Vulgata).

+ y al remate de ella podrá decir así: “Impreso en la casa de la Compañía de Jesús de Juli, pueblo de la provincia de Chucuito, en la imprenta de Francisco del Canto, año de M.D.CXII.”

Habiéndose añadido este conjunto de indicaciones al auto del virrey del Perú del 24 de septiembre de 1610, llama la atención que ya aquí se indica como año de impresión del Vocabulario a 1612. Es posible que originalmente esta última indicación o instrucción llevase como año 1610, pero que, porque por motivos desconocidos, se atrasó la impresión de la obra, se cambió el año. Es posible también que, dado el mencionado atraso, se redactaran las instrucciones recién en el año 1612.

El 11 de julio de 1611, Bertonio redactó una carta dirigida “a los sacerdotes, y curas de la nación Aymara”, la misma que fue incluida en su obra. En esta carta relata en la primera parte la historia o el proceso de la composición de su vocabulario, empezando por decir que: “El principal intento que tuue(Sacerdotes de Christo) en sacar a luz este Vocabulario de la lengua aymara fue acudir al buen desseo que vuestras mercedes tienen de saber hablar congruentemente a los indios de sus Doctrinas” (Bertonio, 1612, fol. A 1r).

Los jesuitas de Juli no solamente lograron evangelizar y cristianizar a los aymaras lupacas de la provincia de Chucuito, sino también alfabetizar y formar a un cierto grupo de los convertidos, para que pudiesen escribir “en su lengua Aymara, con la mayor propiedad que fuessepossible, Los principales misterios de la vida de Christo, Grande copia de Exemplos, y vidas de Santos, Muchos sermones de diuersas materias, Varias comparaciones tocantes a vicios, y virtudes,  Algunos tratados dela Missa, de la Confessión, y Comunión, de la vana superstición dela Ydolatría, y de otras muchas cosas, que fuera largo de contar, […], ayudándose también de algunos libros de romance, cuya lengua bastantemente entienden, y con esta luz escriuieron tan bien en su lengua, y con tanta propiedad y elegancia, que es cosa de admiración para los que la entienden” (Bertonio, 1612, fols. A 1r-1v).

Una vez obtenido este amplio material, Bertonio se puso a analizarlo y a hacer un fi chero de las palabras que encontraba en cada renglón de los manuscritos que hicieron sus colaboradores aymaras. En una tercera instancia, el jesuita ordenó las palabras alfabéticamente y compuso de esta manera el primer vocabulario extenso de la lengua aymara. Por el énfasis que pone Bertonio en su carta en la importancia de proporcionar a los sacerdotes un medio para poder doctrinar y predicar en aymara, se puede tener la impresión que su vocabulario pretende ser en primer lugar un diccionario o léxico religioso-católico, pero no es así. Él mismo dice que juntó otra gran cantidad de palabras de “diuersos géneros de cosas” y que en esto le sirvieron también “los trauajos que algunos Padres desta Casa versados en esta lengua auían puesto en recoger cosas tocantes a ella” (Bertonio, 1612, fol. A 1v).

El hecho es que el vocabulario del padre Bertonio es un verdadero tesoro para nuestro conocimiento de la cultura aymara de aquellos tiempos, algo que han revelado claramente investigadores que han analizado desde mediados del siglo XX hasta nuestros días esta obra sobre diferentes temáticas (Tavel, 1991).
En un apéndice a este artículo damos una información bibliográfica al respecto de estas investigaciones.

El autor del vocabulario comprensiblemente no pretendió haber sido exhaustivo en cuanto al registro de las palabras que abarca la lengua aymara. Por eso dijo al final de esta pequeña historia de la composición de su obra: “Con todo esto, si andando el tiempo pareciere que este vocabulario es diminuto y limitado, espero que Nuestro Señor se seruirá de poner en coraçón a otro, para que tome trauajo de anadirle de todo lo que pareciere necessario, y conueniente para saber muy perfectamente esta tan abundante, y copiosa lengua” (Bertonio, 1612, fol. A 1v). Además, hace constar igualmente que los vocablos que ha colocado en su vocabulario son propios de la lengua o el dialecto aymara que se habla en la provincia Chucuito y que en otras regiones del mundo aymara puede haber cierto número de palabras que no conocen los lupacas5.

Los destinatarios del vocabulario de Bertonio eran en primerísimo lugar los sacerdotes y curas que vivían dentro de la nación aymara. Ellos tenían el deber y la obligación de aprender a la perfección la lengua de sus neófi tos y feligreses, para poder comunicarse debidamente con ellos, ensenarles la doctrina cristiana, predicarles y escuchar sus confesiones. En esto Bertonio era muy tajante y lo explicitó interpretando de una manera original la parábola del buen samaritano del evangelio de san Lucas6, aplicándola a los doctrineros y curas de su tiempo, grandemente preocupado por el hecho de que el número de aymarahablantes entre los sacerdotes era todavía muy bajo: “Contemos agoraquántos son los Predicadores que sabiendo bien esta lengua, con la claridad y sufi ciencia que se requiere, ensenen la doctrina Euangélica. No dixera mal si afi rmara que apenas llegan a veynte” (Bertonio, 1612, fol. A 3r).

La nación aymara, como en otro tiempo el hombre que fue agredido por ladrones, “está bien lastimada y herida en el entendimiento, con su poca capacidad, y en la voluntad con la muchedumbre de malos hábitos, y mucho estrago de vicios, con poca esperança de su mejoría” (Bertonio, 1612, fol. A 3r). Los sacerdotes de hoy no pueden comportarse como aquel sacerdote o levita que se pasó de largo, no prestando ninguna atención al hombre que yacía en el camino. Deben ser como el buen samaritano y procurar que se curen las heridas de este pueblo, con sus palabras, que deben ser las palabras del pueblo, las palabras de la lengua aymara.

Que no se acobarde el que debe aprender esta lengua aymara, dice Bertonio, al ver “la oscuridad de los modos de hablar, y el rodeo y phrasi del lenguaje, que verdaderamente es difficultoso y bien diferente del nuestro”, porque “sin duda es menos que el dela lengua Latina, Italiana, y Española, porque éstas tienen varias declinaciones de nombres, varias conjugaciones de verbos, tienen varios géneros y pretéritos, varios casos con que se construyen los nombres y verbos, y las demás partes de la Oración” (Bertonio, 1612, fol. A 2r).

Al contrario, la lengua aymara “se contenta con vna sola declinación de todos los nombres y partes declinables, con vna sola conjugación de todos los verbos, no resultan barbarismos, ni solecismos por causa de los géneros o pretéritos, porque no los hay” (Bertonio, 1612, fol. A 2r). En otro trabajo, que está también incluido en la edición príncipe de su vocabulario7, Bertonio da indicaciones acerca de los pasos que se deben tomar en el proceso de aprendizaje de la lengua aymara. En primer lugar, enfatiza allá que en los que se deciden  a aprender esa lengua debe haber “vndesseo grande de salir con ella para procurar de veras la saluación de los indios, porque sin este despertador cessará todo el cuydado que en esto deueauer” (Bertonio, 1612, fol. B 1r). Quiere decir que al iniciar el aprendizaje debe haber una verdadera y profunda motivación. Dada ésta, el primer paso será el estudio del Arte breve, primer texto que redactó Bertonio y que fue publicado ya en el año 16038. Una vez alcanzados los rudimentos de la gramática aymara, se debe empezar a hablar la lengua, “aunque sea tartamudeando”. Los siguientes pasos son tres: 1. “estudiar con cuidado el arte grande”9; 2. “construyr cosas algo más dificultosas como son sermones, exemplos, y otras cosas que ay en esta lengua, traducidas, y compuestas con mucha propiedad de los mismos indios” (Bertonio, 1612, fol. B 1r); y 3. “venir a la práctica sugetándose al trabajo de la composición” (Bertonio, 1612, fol. B 1v). En este proceso de aprendizaje es absolutamente necesario acudir con frecuencia a un maestro experto en la lengua, para que corrija las faltas que se encuentran en las composiciones. En caso de que no haya maestro disponible, se debe acudir a los indios ladinos. Es de mucha importancia también leer “poco a poco el vocabulario, y las frasis para echar de ver que esta lengua no es corta, y que tiene muchos modos de hablar” (Bertonio, 1612, fol. B 1v).

Ya hemos indicado que, a mediados del año 1612, tres jesuitas que por entonces se encontraron en Juli, dieron, a solicitud del padre provincial Juan Sebastián, su parecer acerca del vocabulario de Ludovico Bertonio. Fue entonces que entró en la recta final el largo proceso de la impresión de esta obra. Diego de Torres Rubio, uno de los evaluadores del libro, llevó el original o una copia a Lima. Allá, el 13 de agosto, se encargó al doctor Arias de Ugarte hacer la tasación, y el 16 de agosto se encomendó la corrección al padre Diego de Torres Rubio.

Éste presentó el 21 de agosto una pequena lista de erratas, la misma que se publicó en el libro impreso (Bertonio, 1612, fol. Iv). Por la misma fecha, el Dr. Arias tasó la obra. Al pie de la carátula de la misma se lee: “Está tassado este Vocabulario a un Real cada pliego”. La impresión misma del Vocabvlario de la lengva aymara debe haberse realizado en el último cuatrimestre del año 1612.

 

3. 1879. La edición de Karl Julius Platzmann

Bertonio, Ludovico

Vocabulario de la lengua aymara compuesto por el P. Ludovico Bertonio. Publicado de nuevo por Julio Platzmann, Parte primera, Edición facsimilara, Leipzig, B. G. Teubner, 1879. + Parte segunda, Edición facsimilara, Leipzig, B. G. Teubner, 1879.

http://archive.org/stream/vocabulariodela00unkngoog#page/n8/mode/2up

Recién en el año 1879 se reeditó el vocabulario de Bertonio. Durante los largos años que separan esta segunda edición de la edición príncipe de 1612 se publicaron solamente dos vocabularios de la lengua aymara: el Vocabvlario breve aymara de los vocablos más comunes de que ordinariamente vsamos, que se encuentra en Arte de la lengva aymara, del jesuita Diego de Torres Rubio, editada en Lima, por Francisco del Canto en 161610, y el Breve catálogo de aymará de las voces más usuales al castellano, editado en La Paz (Imprenta de la Opinión) en 185711.

Julius Platzmann nació en Leipzig, Alemania, el 31 de enero de 1832, y murió en la misma ciudad el 6 de septiembre de 1902. Originalmente se interesó y especializó en artes y botánica, y de 1856 a 1864 trabajó en Brasil, investigando y dibujando la flora de aquel país. Se estableció nuevamente en su ciudad natal y en 1867 su amigo Ernst Curtius (1814-1896), un historiador y arqueólogo, le regaló la obra Wörtsammlung Brasilianischer Sprache12, de Karl Friedrich Philipp  von Martius (1794-1868). Con este obsequio cambió la vida académica de Platzmann: empezó a interesarse por un tema lingüístico que en aquellos tiempos estaba de moda en Europa, a saber, la búsqueda de la lengua original de la humanidad. Se metió de lleno en esta temática, y ya en 1871 publicó un primer libro, titulado Amerikanisch-asiatische Etymologienvia Bering- Strasse ‘fromthe East tothe West’13, del cual muchos años más tarde dijo que fue “ein übereiltes und verfrühtes Unternehmen”, “una empresa apresurada y prematura”. En estos mismos años empezó a coleccionar y editar obras antiguas sobre lenguas indígenas creadas por misioneros. Así reeditó en 1874, como primera obra, el Arte da gramática da lengua mais usada na costa do Brasil (1595), del jesuita José de Anchieta, una gramática tupí.

Dos años más tarde publicó una obra bibliográfica titulada Verzeichniseiner Auswahl Amerikanischer Grammatiken, Wörterbücher, Katechismen, u. s. w. (“Catálogo de una selección de gramáticas, diccionarios, catecismos, etc. americanos”) 14, en la cual encontramos tres obras de Ludovico Bertonio: el Arte breve de la lengua Aymara, el Arte y grammatica muy copiosa de la lengua Aymara y el Vocabvlario de la lengva Aymara. Con respecto al vocabulario, pone Platzmann una pequena nota: “El Vocabvlario es la más rara de sus obras y a la mayoría de los bibliógrafos desconocido. Aun los pocos que mencionan este libro parece que no lo han visto, ya que dejan de dar cualquiera indicación más precisa (número de páginas, etc.) y solamente presentan muy brevemente el título” (Platzmann, 1876: 4). Platzmann reditó un considerable número de libros antiguos, que consideraba como ‘campos de diamante’ de la etimología, obras maestras de tiempos ya remotos, que, según él, debían ser editadas facsimilarmente, porque no se podría mejorarlas, “como tampoco se puede mejorar un Raphael o un Rembrandt”15.

Fue en 1879 que Platzmann publicó el Vocabvlario de la lengua Aymara y lo presentó en el Congreso Internacional de Americanistas de aquel año, con la siguiente dedicación: “A Su Majestad Leopoldo II, Rey de los Belgas, el Augusto y Alto Protector del Congreso Internacional de Americanistas por ocasión de la tercera sesión, realizado en Bruselas del 23 al 26 de septiembre de 1879, bajo la presidencia de honor de Su Alteza Real el Conde de Flandres y el padrinazgo de la Ciudad de Bruselas”.

Esta edición no tiene presentación o introducción. Platzmann solamente ha puesto las siguientes palabras después de la dedicación: “Mientras que publico de nuevo este libro sumamente importante y casi totalmente desconsiderado, doy a cualquiera la oportunidad de hacer grandes descubrimientos en el campo de la ciencia de lingüística comparada. Quod vide bitis vidi16”.

 

4. Un “curioso incidente tipográfico”

En el mismo año 1879 en que Karl Julius Platzmann hizo publicar en Leipzig lo que podemos llamar la segunda edición del Vocabvlario de la lengva aymara, apareció en Lima la obra Biblioteca Peruana, de Mariano Felipe Paz Soldán (1821-1886), en la que encontramos un párrafo que ha suscitado, en palabras de José Torribio Medina, un “curioso incidente tipográfico” (Medina, 1904: XXXVIII):

Según opinión del presbítero Dr. D. Manuel Gonzalos La Rosa17, no existió en Juli imprenta de un modo permanente, porque Francisco del Canto, que residía en Lima con su imprenta, fue a Juli con solo el objeto de imprimir el Padre Bertonio, que por su vejez no podía trasladarse a Lima, publicara sus varias obras y corrigiera allá las pruebas, y una vez concluida la impresión, regresó con cuanto llevó de su imprenta. Por eso existen varias obras publicadas en Juli por del Canto, el año de 1612 (Paz Soldán, 1879: VIII) 18.

La afirmación de González de la Rosa, que en sí ya es una hipótesis, ha causado que se hayan elaborado otras tres hipótesis con respecto al tema de la impresión del vocabulario de Bertonio por Francisco del Canto en Juli, cada una de las cuales fue defendida con algunos argumentos.

La primera de estas hipótesis la encontramos en la obra Los antiguos jesuitas del Perú: biografías y apuntes para su historia, de Enrique Torres Saldamando (1846-1896), editada en Lima en 1882, es decir, tres años después de la publicación de la obra de Paz Soldán. Este historiador peruano de la Compañía de Jesús defiende que los mismos jesuitas tenían una imprenta en Juli, desarrollando su hipótesis de la siguiente manera. En primer lugar, desbarata el argumento de González de la Rosa en sentido de que Bertonio era demasiado viejo para viajar a Lima: “Si bien es cierto que Bertonio tenía sesenta años cuando se hizo la impresión de sus obras, no consta que entonces tuviera impedimento alguno para venir a Lima” (Torres, 1882: 74). Por otro lado, argumenta que en sí no hubiera habido ningún problema para imprimir las obras de Bertonio en Lima: 1. porque en Lima fácilmente se hubiera podido hacer las correcciones necesarias a estas obras, estando allá, entre otros, Francisco de Contreras y Diego de Torres Rubio, ambos perfectamente versados en la lengua aymara; 2. aun en el caso de que no hubiera habido tales expertos en Lima, Bertonio hubiera podido mandar a Lima a uno de los habitantes de la residencia jesuítica de Juli que era entendido en esa lengua; y 3. para trasladar la imprenta de Francisco del Canto a Juli se tendría que haber tramitado una autorización especial del Consejo Supremo de las Indias, y es poco probable que se hubiera obtenido tal autorización.

Una vez dicho esto, de manera tajante, Torres Saldamando pone en esta parte de su obra dedicada a Ludovico Bertonio dos afirmaciones: 1. “Pero no solamente no llevó Canto su imprenta a Juli, 2. sino que ni aún estuvo allí” (Torres, 1882: 75). Por lo que respecta a la primera de estas afirmaciones, dice: “Solo en el año de 1612 no fue posible llevar la imprenta [para] hacer la impresión de más de dos mil páginas que tienen las obras de Bertonio, y restituir la imprenta a Lima” (Torres, 1882: 75). En cuanto a la segunda afirmación, no presenta este autor un argumento claro, sólo dice que Francisco del Canto, en Lima, prestó una colaboración importante en relación con la impresión de las obras de Bertonio, en primer lugar, al atender las indicaciones de Bertonio que ya hemos presentado en la primera parte de este artículo, elaborando el primer pliego que no se pudo hacer en Juli, y en segundo lugar, al aceptar que su nombre figurara como impresor, lo que Torres Saldamando argumenta de la siguiente manera: “Los jesuitas, aún cuando por leyes especiales estaban autorizados para tener imprentas en sus casas y colegios, debían ponerlas a cargo de seglares. A fi n de llenar aparentemente esta fórmula arreglaron con Canto que prestara su nombre para aparecer como impresor, y así se hizo” (Torres, 1882: 78).

Termina Torres Saldamando su exposición diciendo: “Por el tenor de la licencia para imprimir el vocabulario19 consta que había imprenta en Juli”.

Veintidós años después de la publicación de la obra de Enrique Torres Saldamando, el gran bibliógrafo e historiador chileno José Toribio Medina (1852-
1930) logró hacer editar su gran obra La imprenta en Lima (1584-1824), en cuyo primer volumen retoma el tema de la imprenta de Juli y la publicación de las obras de Bertonio en 1612. En la parte de su obra dedicada al impresor Francisco del Canto, al referirse a las cuatro obras de Bertonio que se publicaron en Juli en 1612 y “en cuyas portadas se lee haber sido impresas en aquel pueblo por Francisco del Canto”, dice:

Este hecho, que a primera vista se presenta con los caracteres de normal, dista, sin embargo, mucho de serlo. !Cuatro obras, y de ellas una de gran volumen, impresas en un mismo año a centenares de leguas de Lima, por un impresor que aparece a la vez actuando en esta ciudad! Otra circunstancia curiosa: después de la fecha que las obras de que tratamos llevan en la portada, el año de 1612, no se ve salir ninguna datada por Canto en Juli. De ahí que por algunos se haya creído que éste  hubiese ido allí con el sólo objeto de que el P. Bertonio, autor de las obras de nuestra referencia, que por su vejez no podía trasladarse a Lima, corrigiese las pruebas, y concluida la impresión, hubiese Canto regresado a la capital con el material que llevara de su imprenta (Medina, 1904: XXXVI).

Después de haber escrito esto, Medina cita largamente a Enrique Torres Saldamando, dándole, como dice, la razón en cuanto a que Francisco del Canto no se fue a Juli: “Queda demostrado de manera que no deja lugar a dudas que Francisco del Canto no estuvo en Juli” (Medina, 1904: XXXVIII). Sin embargo, no estaba en todo de acuerdo con Torres Maldonado, presentando luego su propia hipótesis y argumentándola, en una parte de su obra titulada “Imprenta de Juli”, que se inicia con las palabras: “Pero resta por averiguar si la imprenta que funcionaba allí [en Juli] en la residencia de la Compañía era o no de su propiedad” (Medina, 1904: XXXVIII). En primer lugar, resalta que en tres de las obras se lee “en la emprenta de Francisco del Canto” y en la cuarta, la Vida de Christo: “impreso con la emprenta de Francisco del Canto”. A base de esta fácil constatación, Medina admite por un lado que las obras de Bertonio fueron impresas en Juli y, por otro lado, que se hizo la impresión con la imprenta de Francisco del Canto o, tal vez mejor dicho, con materiales de imprenta que proporcionó a los jesuitas de aquel pueblo altiplánico y lacustre: “si bien no habían sido impresos por él, lo fueron con tipos de su propiedad” (Medina, 1904: XXXIX). Medina comparó detenidamente los impresos de las cuatro obras de Bertonio con otros que habían salido en Lima de la imprenta de Francisco del Canto y llegó a la conclusión de que “los tipos empleados son efectivamente los mismos” (Medina, 1904: XXXIX)20. Según Medina, “a los jesuitas no les convenía en manera alguna adquirir una imprenta, de por sí muy costosa en aquellos años, para llevarla a Juli a fi n de dar a luz sólo cuatro obras y dejarla perder en seguida. Más cuenta les hacía alquilar alguna. A Francisco del Canto, por su parte, también convenía quedarse en Lima, donde estaba el verdadero asiento de sus negocios de librero e impresor, y arrendar una parte bien corta, por cierto, de su material tipográfico” (Medina, 1904: XXXIX)21.

Con todo, Medina reconoce que Torres Saldamando tenía razón en cuanto a la necesidad que tenía Bertonio de hacer elaborar e imprimir la portada en Lima: “Robustéce aún esta suposición nuestra con el hecho de que en Juli no pudo componerse la portada de los libros de Bertonio, pues, entre otras cosas que escribía a Canto a Lima, dábale sus instrucciones sobre la manera como había de hacerla” (Medina, 1904: XXXIX). De esta manera tenemos aquí una segunda hipótesis: los libros de Bertonio se imprimieron en Juli, con excepción de las portadas, con material tipográfico arrendado por Francisco del Canto22.

Otros veintidós años después, el bibliógrafo peruano Carlos A. Romero (1863- 1956), en un pequeño artículo titulado “Francisco del Canto y los libros que aparecen impresos en Juli, en 1612”23, presenta una tercera hipótesis: los jesuitas no tenían imprenta en Juli, ni permanente ni temporal, es decir en arriendo, y las cuatro obras de Ludovico Bertonio que aparecen impresos en Juli, de hecho fueron impresas en Lima.

Este autor hace primero las siguientes afirmaciones:

Suman en total estos cuatro volúmenes algo más de 2.100 páginas y éste es un poderoso argumento contra la supuesta impresión de estos libros en Juli. Habría sido enteramente imposible en aquellos tiempos, con tan escasos y deficientes elementos, y en tan apartado lugar, imprimir cuatro voluminosos libros en dos idiomas, en el corto plazo de un año, tanto más que la dirección del trabajo y la corrección de pruebas corrían necesariamente a cargo del casi valetudinario autor P. Bertonio, conocedor del aymara, quien, como es sabido, sufría aguda enfermedad de gota; sin contar con que habría sido, también, precisa la conducción de sendas cargas de papel de imprenta por riscos y quebradas, pues no había caminos apropiados para la conducción y que era así mismo necesaria la presencia allí de buenos encuadernadores con un buen taller para encuadernar con el clásico pergamino los millares de ejemplares de las cuatro obras arriba mencionadas (Romero, 1926: 231-232).

En segundo lugar, extendiéndose, como ya lo había hecho José Toribio Medina en su obra, sobre la vida particular tormentosa de Francisco del Canto, afirma Romero que para ese impresor habría sido imposible ausentarse durante un largo tiempo de Lima: “su vida, desde su llegada al Perú, antes de 1590, hasta su muerte, ocurrida en 1618, es un encadenamiento de encarcelamientos y solturas provisionales alternados, que no le permitían materialmente, libertad de acción, y, mucho menos, el ausentarse de la capital del virreinato por un año para ir a imprimir libros en lejanas tierras” (Romero, 1926: 232). Precisamente en ese año 1612, debido a una querella que se había hecho contra él, se embargaron  sus bienes, en cuyo inventario figuran “la emprenta con todas las letras y aderezos” y también “seis resmas impresas de obras de los Padres de la Compañía”24, las que, según Romero, “no podían ser sino las del padre Bertonio, pues en los años de 1611 y 1612 Canto no imprimió más obra de jesuitas que el Compendio de algunas de las muchas y graves razones, etc., del padre Luis de Valdivia, y que no era sino un folleto de 8 páginas en folio” (Romero, 1926: 232)25. Fue a base de estos argumentos que Romero sacó su conclusión: “Lo dicho basta para probar que ni Francisco del Canto ni su imprenta se movieron de Lima en los años 1610 a 1613, inclusive” (Romero, 1926: 233).

En su gran obra Adiciones a “La Imprenta en Lima” de José Toribio Medina, en la que trabajó muchísimos años y fue editada, póstumamente, recién en el año 2009, Carlos Romero anade todavía un argumento más a lo que dijo en su artículo de 1926:

Con respecto a la imprenta de los jesuitas en Juli, para nosotros es ya asunto concluido. Solo vamos a anadir una observación más, y es que en el curso de medio siglo de nuestras investigaciones históricas han pasado por nuestras manos algunos millares de documentos de la Compañía de Jesús, como cartas annuas, cartas de edificación (necrologías), relaciones de misiones, correspondencia con los generales de la orden, inventarios, etc. y nunca, ni una sola vez siquiera, encontramos alusión alguna a la existencia de dicha imprenta (Romero, 2009: 32).

Pero el asunto no concluyó ahí. En 1985 Pierre Duviols retomó el tema presentando parte de un documento que había encontrado en el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús, a saber, la carta annua de precisamente ese ya famoso año 1612. En este manuscrito se dice lo siguiente con respecto a la residencia de Juli:

Se ha hecho una obra de mucha utilidad para mejor enseñanza de los indios con imprimir cuatro libros, uno del vocabulario muy copioso de esta lengua aymara, otra una vita xri26 en la misma lengua, otro un arte que, aunque se ha impreso otra vez, ha parecido conveniente se imprima de nuevo por la falta que hay de él y la demanda para aprender esta lengua, otro de la administración de los sacramentos, confesionario y devociones y ejemplos muy a propósito para que los curas con poca lengua que sepan puedan descargar sus conciencias y doctrinar a sus indios. Ha costado toda esta obra once mil pesos y se han dado por bien empleados, por el mucho fruto que de él se espera y aún ahora se ha cogido, pues los impresores que han estado en este puesto ocupados en la obra, por haber visto el modo y buen ejemplo que los de esta casa les han dado, se han determinado de ser de la Compañía y así han hecho sus ejercicios para arraigarse más en su vocación que, a lo que se puede entender, es de nuestro Señor. El trabajo de esta impresión ha tomado el padre Luis Bertonio, que, aunque la enfermedad de la gota le ha apretado y aprieta, ha contrastado todas las dificultades por acudir a esta obra tan de N. S. como lo ha hecho, trabajando incansablemente casi diez años en ella. Pero ha cogido el fruto de sus trabajos y celo, porque la obra de todos cuatro libros es en lengua muy consumida y perfecta27

Este texto coincide con un documento que ya conocía Enrique Torres Saldamando y que José Toribio Medina reprodujo en su obra, a saber, la licencia que dio el virrey en 1612 para la impresión en Juli de la obra Vida de Christo, de Bertonio:

Don Juan de Mendoza y Luna […]

Por cuanto el padre Gonzalo Xuárez, procurador general de la Compañía de Jesús, me hizo relación que el padre Luis Bertonio, de la dicha Compañía, había compuesto un libro intitulado Instrucción de doctrina y explicación de la vida de Jesucristo28 ., en la lengua aymara, que era de mucha utilidad y provecho. Y porque el dicho padre estaba en el pueblo de July, que por ser población grande y donde  había comodidad, se podía hacer la dicha impresión con más perfección, corrección y elegancia, me pidió y suplicó le mandase dar licencia para que se pudiese imprimir el dicho libro y que fuese en el dicho pueblo de July, por las dichas causas, en que recibiría merced. Y por mi visto lo susodicho, juntamente con el dicho libro que de suso se ha fecho mención y los pareceres que cerca dello dieron el doctor Diego Ramírez y bachiller Miguel Gómez Hidalgo en esta ciudad de los Reyes, en veinte y ocho de Enero y diez y seis de Febrero deste año de seiscientos y doce, y la licencia del Ordinario eclesiástico paras poderse imprimir el dicho libro; y atento a que por todo ello parece que no hay inconveniente en la dicha impresión, y que antes se sigue utilidad de hacerse, acordé de dar y di la presente, por la cual doy licencia, poder y facultad al dicho padre Luis Bertonio, de la Compañía de Jesús, para que pueda hacer e imprima el dicho libro e Instrucción de doctrina y explicación de la vida de Jesucristo, sin que por ello incurra en pena alguna, guardando en ella los requisitos de la nueva ley que trata en razón de las impresiones de libros, la cual pueda hacer y haga en el pueblo de July. Y mando a cualesquiera justicias y jueces de S. M. que en lo susodicho no le pongan ni consientan poner embargo ni impedimento alguno, so pena de cada mil pesos de oro para la cámara de Su Majestad.

Fecha en los Reyes, a veinte y ocho días del mes de Febrero de mil y seiscientos y doce años.

El Marqués. – Por mandado del Virrey. – Don Alonso Fernández de Córdoba (Medina, 1904: 128-129).

Resumiendo, tenemos entonces cuatro hipótesis:

1. González de la Rosa: El impresor Francisco del Canto fue personalmente a Juli con su imprenta e hizo allá la impresión de las obras de
Bertonio.

2. Enrique Torres Saldamando: Francisco del Canto no fue a Juli y tampoco mandó allá su imprenta. Los jesuitas tenían una imprenta propia.
 
3. José Toribio Medina: Las obras de Bertonio se imprimieron en Juli con material que Francisco del Canto arrendó.

4. Carlos A. Romero: Las obras de Bertonio se imprimieron en Lima.

Analizando detenidamente todas las argumentaciones que hacen los autores mencionados, me parece que la hipótesis de José Toribio Medina pueda ser la más acertada. Así lo aceptaron también dos importantes historiadores jesuitas. En primer lugar, Rubén Vargas Ugarte dice en su obra Historia de la Compañía de Jesús en el Perú: El grueso de la impresión de las obras de Bertonio se hizo en Juli “con material tipográfi co que proporcionó del Canto y con alguno o algunos ofi ciales del mismo, aunque prestaron su ayuda algunos hermanos coadjutores que allí moraban. De este modo el mismo P. Bertonio pudo vigilar la impresión” (Vargas, 1963: 384).

Por otra parte, Enrique Fernández García, en el prólogo de la edición del vocabulario que se hizo en Arequipa en 2005, dice:

Consta documentalmente que hacia 1612 el impresor limeno Francisco del Canto envió operarios propios y los aparejos necesarios para imprimir en esta residenciadoctrina de la Compañía de Jesús en Juli la obra del padre Ludovico Bertonio. Sin duda el mismo misionero lingüista supervigilaría personalmente la impresión para evitar todo defecto, tras la experiencia negativa de la edición romana de 1603 hecha por el procurador Diego de Torres Bollo (Fernández, 2005: 12).

 

Más adelante, el mismo autor habla de “aquella imprenta temporal, improvisada y en seguida suprimida” (Fernández, 2005: 13).

 

5. 1945, 1954. La edición truncada de Arthur Posnansky

Bertonio, Ludovico

Vocabulario de la lengua aymara, compuesto por el P. Ludovico Bertonio (año 1612). Publicado de nuevo por Julio Platzmann, Parte primera. Edición facsimilar, Leipzig, B. G. Teubner, 1879, en Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, 68, 1945, pp. 207-300; 71-72, 1954, pp. 36-49.

Arthur Posnansky nació en Viena, Austria, en el año 1873 y murió en La Paz en 1946. Emigró a Sudamérica en 1896 y se estableció en Bolivia, donde recibió la nacionalidad boliviana por haber tomado voluntariamente parte en la Guerra del Acre. Fue un hombre altamente polifacético: militar, arqueólogo, botánico, escritor, cineasta, etc. Se hizo famoso por sus investigaciones acerca  de la cultura tiwanakota y su descubrimiento y restauración del llamado templete semisubterráneo de Tiwanaku. Su obra más famosa es Tiahuanacu, la Cuna del Hombre Americana29.

Posnansky publicó por entregas la famosa obra de Phelipe Guamán Poma de Ayala, El Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno, pocos años después de que se hizo el descubrimiento de su manuscrito en la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca30.

En 1945 Arthur Posnansky tomó la iniciativa de reeditar el vocabulario de Bertonio, porque consideró “extraordinaria su importancia para la etnología y la sociología, así como para el folklore y folkway del indio Kolla” (Posnansky, 1945: 202). Quiso publicar en su integridad esta obra del jesuita italiano, “por ser una obra rarísima, tanto la original, como la edición facsimilar hecha por Julio Platzmann, en Leipzig, en el año de 1879”31, pero trágicamente no lo  logró. Apenas pudo publicar una pequena primera parte: los prólogos y la letra a, hasta la palabra andar. Ocho años después de su fallecimiento se retomó el proyecto, pero la ejecución del mismo llegó apenas a una sola publicación: de andas hasta arcángeles.

 

6. 1956. La edición del Instituto Indigenista Boliviano.

Bertonio, Ludovico

Vocabvlario dela lengva aymara, edición facsimilar, La Paz, Talleres Don Bosco, 1956.

+ http://200.87.17.235/bvic/Captura/upload/VocL1.pdf.

A solicitud del Instituto Indigenista Boliviano, dependiente del Ministerio de Asuntos Campesinos, el gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro autorizó el 9 de abril de 1953 reeditar “la obra clásica del Padre Ludovico Bertonio, intitulada Vocabulario Aymara”, “a fi n de actualizar los estudios lingüísticos de los idiomas vernaculares”32.

Por causas desconocidas, la re-edición facsimilar de la obra de Bertonio pudo realizarse recién en el año 1956, a saber, en los talleres Don Bosco de la ciudad de La Paz. La obra no está precedida por alguna presentación o introducción. Es simplemente una nueva edición principal facsimilar de la publicación de 1612.

 

7. 1984. La edición de CERES–IFEA–MUSEF

Bertonio, Ludovico

Vocabvlario de la lengva aymara, Cochabamba, CERES – IFEA – MUSEF, 1984.

Esta co-edición del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) de Cochabamba, el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) de Lima, y el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) de La Paz, es una nueva edición facsimilar de la obra de Ludovico Bertonio. Al respecto dicen los editores: “Por consideraciones prácticas de costos y tiempo, la presente edición es una reproducción off set del original, en base a la que se realizó en La Paz en 1956. No era viable emprender el arduo trabajo de adaptar la ortografía ni el orden alfabético a los criterios actuales más rigurosos” (p. LXIII).

El vocabulario va precedido por un extenso estudio de Xavier Albó y Félix Layme que se publicó también en la Revista Andina del mismo año 1984 (Albó y Layme, 1984a) en que se publicó esta obra. En este estudio los autores hablan primero del mundo aymara, de la nación lupaqa, de los jesuitas y las culturas andinas, y de los jesuitas en el mundo lupaqa, para dedicarse, luego, a la persona de Ludovico Bertonio y sus obras. En la última parte de su escrito, Albó y Layme resaltan de manera especial la fi gura de Bertonio como lingüista, sociolingüista y etnógrafo.

Queremos señalar aquí lo que dicen del propio vocabulario:

El corpus así logrado tuvo indudablemente graves deficiencias, que han sido señaladas por Briggs (1976: 48): la fuente de muchos vocablos son textos (o al menos sugerencias y conceptos) traducidos del castellano al aymara; no al revés.  En su prólogo Bertonio reconoce incluso que no ha pretendido anotar todos los vocablos “porque no es necesario saverlos todos para ensenar nuestros sagrados misterios”. Sin embargo, y pese a la limitación impuesta por los condicionamientos ideológico-metodológicos en que se movían aquellos primeros misioneros, pudo más el espíritu escudrinador y en última instancia científico de Bertonio. Para la composición de su Vocabulario hurgó mucho más allá de los textos escritos. El cuidado y respeto con que analizaba las frases escritas en que resultaba difícil “entender a qué tiran”, lo tuvo también en la averiguación de signifi cados “con mucho trabajo” y en la búsqueda complementaria de la “otra gran multitud de vocablos” […] Briggs tiene también razón cuando anade: “Sin embargo, Bertonio fue un observador cuidadoso y un organizador incansable de su materia”(Albó y Layme, 1984: 46) XXXII.

 

8. 1993. La edición de Radio San Gabriel

Bertonio, Ludovico

Transcripción del Vocabulario de la lengua aymara, La Paz, Radio San Gabriel, Instituto Radiofónico de Promoción Aymara, 1993.

+ http://www.lenguandina.org/index_aymara_php#

En la presentación de esta novedosa edición del vocabulario de Bertonio, Jaime Calderón Manrique, director pedagógico de Radio San Gabriel, indica que fue la intención de la dirección de ese medio de comunicación “presentar la TRANSCRIPCIÓN DEL DICCIONARIO DE BERTONIO con motivo del 500 aniversario del Descubrimiento de América”, pero que “razones que escapan a nuestra voluntad, nos impidieron cumplir nuestro deseo” (Calderón, 1993: 5). La obra de transcripción fue realizada por un grupo de profesores que buscaban implementar en Radio San Gabriel el llamado Sistema de Autoeducación de Adultos a Distancia (SAAD), aplicando el alfabeto oficial único, aprobado en Bolivia bajo la presidencia de Hernán Siles Zuazo por medio del Decreto Supremo No 20227 del 8 de mayo de 1984. Resalta Jaime Calderón que

es admirable el grupo de Maestros Rurales que, temerosamente y tras muchas vacilaciones, se ha abocado a la tan colosal tarea de transcribir al Bertonio. Habrán logrado sacar de esa mina un metal fi no o sólo un mineral de baja ley? De todas maneras, nos han ayudado a dar un paso más, de acercamiento a la lengua y a la cultura del pueblo aymara. Han vencido muchos obstáculos, han demostrado la tenacidad del aymara y están poniendo en manos de su pueblo y de los estudiosos e investigadores, un instrumento para conocer mejor su mentalidad y cosmovisión (Calderón,1993: 5).

Aplicar el mencionado alfabeto oficial único significó alterar el orden en que Bertonio había colocado los vocablos que había registrado, porque este nuevo alfabeto para escribir la lengua aymara es bastante diferente del que había establecido Bertonio. Además, por más que se haya logrado un consenso con respecto al alfabeto y su uso, esto no significa que también se ha llegado a un consenso en cuanto a la ortografía de cada palabra, lo que fácilmente se puede constatar al comparar este vocabulario de Bertonio en transcripción y otros vocabularios de la lengua aymara que se han elaborado y publicado en las últimas décadas33.

 

9. 2005. La edición de Arequipa

Bertonio, Ludovico

Vocabvlario de la lengva aymara. Transcripción del texto original de 1612, Arequipa, Ediciones El Lector, 2005.

Esta segunda transcripción del vocabulario de Bertonio es totalmente diferente de la que hicieron los maestros reunidos por Radio San Gabriel de La Paz. No se aplica un nuevo alfabeto para la escritura de la lengua aymara, sino, manteniendo el alfabeto de Bertonio y su ortografía, solamente se usan letras de imprenta actuales, se cambia la letra u por la v del castellano actual (por ejemplo: mouimiento = movimiento) o al revés, y no se mantienen las abreviaturas de ciertas palabras.

Lastimosamente esta transcripción tiene bastantes errores, en especial en las partes escritas en castellano o en latín. Demos dos ejemplos. En la primera página de la obra está la SVMMA DEL PRIVILEGIO (!aquí se mantiene la v para u!): “Tiene el Padre Luis Bertonio de la Compania de Jesus, licencia y privilegio del excelentisimo Señor Marquez de Mentes Claros, Visorrey de estos reynos del Piru, para que el y no otra persona alguna pueda imprimir este
Vocabulario, son las penas contenidas en el dicho privilegio”.

La dedicatoria al obispo de La Paz empieza, en el original con las palabras: “DVAE suntpotissimumcausae, illustrissime Praesul, quae me  summoperepermouerunt, vt hoc Aymaraicae linguae lexicon, non sine te auspice, teq; patrono, lucemauspiceret”. La transcripción tiene las siguientes palabras: “DVAE suntpotissimumcaunae, illustrissime Praenul, quae me sunioperepermouerunt, vt hoc Aymaraicae linguae lexicon, no sineteaulpice, teq; patrono, lucemauspiceret34.

Por más que los intentos de hacer una transcripción de esta obra de Bertonio sean loables y creativos, dada la gran dificultad de hacerla, algo en lo que todos los interesados están de acuerdo, me parece aconsejable que por de pronto, para cualquiera uso de este vocabulario, se siga consultando el original. Así lo han hecho todos los que en las últimas dos décadas han hecho investigaciones temáticas de este siempre valioso y altamente importante libro de Bertonio.

 

10. 2008. La edición de la Universidad Mayor de San Andrés

Bertonio, Lvdovico

Vocabvlario de la lengva aymara. Castellano aymara–aymara castellano. 1612– 2008, La Paz, Instituto de Estudios Bolivianos, 2008.

La última edición del Vocabvlario de la lengva aymara de Ludovico Bertonio, hecha por el Instituto de Estudios Bolivianos de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, es nuevamente una edición facsimilar, en este caso precedida por una introducción del académico aymara, catedrático de la misma universidad, Zacarías Alavi Mamani.

Zacarías Alavi empieza resaltando que Bertonio compuso su vocabulario en función de la evangelización de los aymaras:

El Vocabulario de la Lengua Aymara escrito y publicado en 1612 por Juan Ludovico Bertonio tenía como destinatarios principalmente a los sacerdotes y curas de la nación aymara. En su momento, este vocabulario tenía una única finalidad: la evangelización para la salvación de las almas de los “salvajes”, los “bárbaros”, los “rudos”, términos con que los denominaron y calificaron a los habitantes de los pueblos originarios de Abya Yala (Alavi, 2008:5).

Al igual que Albó y Layme, también Alavi habla de los jesuitas en Juli y su labor de evangelización, pero aborda más específicamente el tema del aprendizaje de la lengua aymara y resume y comenta brevemente las anotaciones que Bertonio puso en su obra después de su carta a los sacerdotes y curas. Importante es la parte de esta introducción dedicada a “la actualidad y caída de vocablos en el Vocabulario de la Lengua Aymara”, es decir “la vigencia y la caída de los lexemas” del vocabulario de Bertonio.

Por más que Zacarías Alavi sea bastante crítico en cuanto a la propia finalidad primordial de la obra de Bertonio, enfatiza también claramente el valor y la importancia de la misma, senalando que se pueden descubrir en ella “vocablos existentes en la lengua aymara, con la distinción de lo humano y no-humano y otras características semánticas”, “la riqueza de los sinónimos o vocablos aymaras para decir la misma cosa”, “la riqueza metafórica existente y la gran diversidad de formas expresivas” y “aspectos didácticos de la enseñanza del aymara como segunda lengua” (Alavi, 2008:18).

Recibido: marzo de 2012
Manejado por: I.V.E.
Aceptado: mayo de 2012

 

Referencias


1. Alavi Mamani, Zacarías. 2008. “Vocabvlario de la lengva aymara. P. Lvdovico Bertonio, 1612”. En: Bertonio, Lvdovico, Vocabvlario de la lengva aymara. castellano-aymara aymaracastellano.
1612, La Paz, Instituto de Estudios Bolivianos, pp. 5-46. http://www.lenguandina.org/textos/zacarias.htm

2. Albó, Xavier y Félix Layme. 1984. “Ludovico Bertonio (1557-1625): fuente única al mundo aymara temprano”. Revista Andina (Cusco), 2 (1), pp. 223-264. También en: Ludovico Bertonio, Vocabvlario de la lengva aymara, Cochabamba, CERES – IFEA – MUSEF, 1984, pp. XI-LXII y en Transcripción del Vocabulario de la lengua aymara. P. Ludovico Bertonio. 1612, La Paz, Radio San Gabriel, 1993, pp. 19-72.

3. Calderón Manrique, Jaime. 1993. “Presentación y agradecimiento”. En: Transcripción delVocabulario de la lengua aymara. P. Ludovico Bertonio. 1612, La Paz, Radio San Gabriel, pp. 5-6.

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5. Duviols, Pierre. 1985. “Sí, hubo imprenta en Juli”. Revista Andina, 5, pp. 187-190.

6. Egana, Antonio de. 1974. Monumenta Peruana. Vol. 5 (1592-1595), Romae, Institutum Historicum Societatis Iesu.        [ Links ]

7. Fernández García, Enrique. 2005. “Prólogo”. En: Bertonio, Ludovico, Vocabvlario de lalengva aymara. Transcripción de la edición de 1612, Arequipa, Ediciones El Lector, pp. 9-13 (no numeradas).

8. Guzmán de Rojas, Iván. 1984. “A propósito de la reedición del Vocabulario Aymara de Bertonio”, en Presencia [La Paz], miércoles 19 de diciembre de 1984, p. 3.

9. Kammler, Henry. 1994. Karl Julius Platzmann: ein Leipziger und die Indianer-sprache n. Quetzal. Political und kultur in Lateinamerika. On line magazine.         [ Links ]

10. Medina, José Toribio.1904. La imprenta en Lima (1584-1824). Tomo I, Santiago de Chile, Impreso y grabado en casa del autor, MCMIV.        [ Links ]

11. Orellana de Quinche, Amanda. 2000. “Diccionarios aimaras modernos”. En: Luis Miranda (ed.) Actas I Congreso de lenguas indígenas de Sudamérica, Lima, Universidad Ricardo Palma, II, pp. 373-379.

12. Posnansky, Arturo. 1945. “Las obras del padre Ludovico Bertonio”, Boletín de la SociedadGeográfica de La Paz, 68, pp. 202-206.

13. Romero, Carlos A. 1926. “Francisco del Canto y los libros que aparecen impresos en Juli en 1612”, Boletín Bibliográfi co, publicado por la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Año IV, 3er Trimestre, pp. 229-233.

14. ---------- 2009. Adiciones a “La imprenta en Lima” de José Toribio Medina, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva-Agüero – Academia Nacional de Historia – Universidad San Martín de Porres.

15. Tavel, Iván. 1991. “Ludovico Bertonio. Primer etnólogo del mundo aymara”, Yachay [Cochabamba], 13, 1991, pp. 77-88.

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Anexo

Bibliografía de investigaciones temáticas del Vocabvlario de la lengva aymara de Ludovico Bertonio

Agricultura

Ballón Aguirre, Enrique, Rodolfo Cerrón-Palomino, Emilio Chambi Apaza y Edgar Quispe Chambi Terminología agraria andina: nombres quechumaras de la papa, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas” – Centro Internacional de la Papa, 2002.

Hawkes, J. G.
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Yapita Moya, Juan de Dios
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Cosmovisión

Bouysse-Cassagne, Th érese y Olivia Harris
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Montes Ruiz, Fernando
La máscara de piedra. Simbolismo y personalidad aymaras en la historia, La Paz, Comisión Episcopal de Educación, Secretariado Nacional para la Acción Social – Editorial Quipus, 1986.

Danzas

Embajada de Bolivia en el Brasil
Danzas populares.
http://www.embolivia.org.br/bolivia/cultura/folklore/128-danzas-populares.

Las ediciones del Vocabvlario de la lengva aymara

Derecho

Jordán Quiroga, Augusto
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División del tiempo

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Estética

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Ganadería

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Minerales

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+ Una primera versión, más reducida, de este estudio fue: “Pensamiento político aymara”, en Raíces de América: El mundo aymara, comp. Xavier Albó, Madrid, UNESCO – Alianza editorial, 1988, pp. 365-443. http://casadelcorregidor.pe/colaboraciones/_biblio_Platt_2.php

Tavel, Iván
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Religión

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Mamani Villca, Miguelina Angelina
Análisis del discurso ritual en el aymara de las comunidades de Quilumblaya y de Pococata de la provincia Camacho del departamento de La Paz, La Paz, Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Carrera de Lingüística e Idiomas, 2009 (Tesis de licenciatura).

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Tavel, Iván
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Textiles

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Los textiles aymaras del altiplano peruano. Cambios y continuidad desde el siglo XVI, Puno, Casa del Corregidor, 2009. http://casadelcorregidor.pe/colaboraciones/Lefebvre.php


 

Notas

* Universidad Católica Boliviana, La Paz, Bolivia. e-mail: rector@ucb.edu.bo

1. Doctrina 1584, fols. 79b-84a.

2. Contreras nació en La Paz en 1577. Sus padres, sevillanos, eran encomenderos de Caracollo (Oruro) y él había aprendido a la perfección las lenguas aymara y quechua. Murió en Lima en 1654.

3. Estas indicaciones valían también para las otras obras de Bertonio, como él mismo lo determinó: “Este pliego impreso se envía porque servirá para dar luz de lo que se ha de hacer en los tres que se han de imprimir” (Medina, 1904: 130). En esta aprobación se pone “Hemos visto el Arte, Vocabulario, y Phrasis” (Bertonio, 1612, fol. III).

4. En esta aprobación se pone “Hemos visto el Arte, Vocabulario, y Phrasis” (Bertonio, 1612, fol. III).

5. Es de observar aquí que al fi nal de toda la obra, Bertonio indica que hasta en el pueblo mismo de Juli hay diferencias en cuanto al habla de la lengua aymara: “Si alguno muy versado en esta lengua no entendiere algunos vocablos de los que aquí ponemos, ruegole yo que no lo repruebe luego; porque es cierto y muy aberiguado, que vnosvsan de vn vocablo de
que no vsan otros, no solo en diversas Prouincias, sino en vn mismo pueblo, como en este de Iuli, donde los Hanansayas se diferencian en algo de Aransayas y Hayankas y los Chinchaysuyos aquí nacidos hablan diferentemente delas otras tres parcialidades nombradas” (Bertonio, 1612, Segvnda parte, fol. 398).

6. Lc 10, 25-37.

7. “Algvnas anotaciones para saberse aprovechar deste vocabulario, y hablar con más propiedad esta lengua Aymara” (Bertonio, 1612, fols. A 5r – B 2v).

8. “Arte breve dela lengvaaymara, para introdvctión del arte grande dela misma lengva”, Roma, por Luis Zanneti, Ano de 1603.

9. “Arte y grammaticamvy copiosa de la lengvaaymara. Con muchos, y varios modos de hablar para su mayor declaración”, Roma, por Luis Zanneti, ano de 1603. Esta obra fue reeditada, con las correcciones debidas, en 1612 en el Perú, bajo el título“Arte de la lengva aymara, con vna silva de phrases de la misma lengva, y su declaración en Romance", Impresso en la casa dela
Companía de Iesús de Iuli en la Provincia de Chucuyto”, por Francisco del Canto, 1612.

10. Es un vocabulario espanol–aymara de apenas cincuenta páginas, no numeradas, que se encuentra después de la gramática. Esta obra de Torres Rubio fue reeditada en Lima (Imprenta Lyrsa) en 1967.

11. Este pequeno libro de apenas veinte páginas ha sido reeditado numerosas veces, con diferentes títulos y en diferentes lugares; desde la segunda edición se le aumenta el quechua (Catálogo de aymará de las voces más usuales al castellano y quichua. Segunda edición– Aumentada la quichua, Puno, Imprenta popular por Simón Alcócer, 1868).

12. El título completo es: Wörtsammlung Brasilianischer Sprache. Glossaria linguarum Brasiliensium. Glossarios de diversas lingoas e dialectos, que fallao os Indios no imperio do Brazil, Leipzig, F. Fleisher, 1867.

13. Leipzig, Druck von B. G. Teubner, 1871.

14. Leipzig, K. F. Köhler, 1876.

15. Citado en Kammler, Henry, Karl Julius Platzmann: ein Leipziger und die Indianer-sprachen (http://www.quetzal-leipzig. de/themen/ethnien-und-kulturen/karl-julius- platzmann. La cita es de una obra de Platzmann, titulada Wesshalbich Neudrucke der alten Amerikanischen Grammatiker veranlassthabe (“Por qué he originado reimpresiones de antiguas gramáticas americanas”), Leipzig, B. G. Teubner, 1893.

16. “Lo que vosotros veréis, ya lo he visto yo.”

17. Debe ser Manuel González de la Rosa (1841-1912), historiador.

18. Paz Soldán no hace referencia a ninguna publicación de González de la Rosa. Puede ser que haya recibido esta información en una conversación personal con él.

19. Se refi ere a la licencia dada por el virrey el 24 de septiembre de 1610.

20. Más adelante en la misma página dice: “Los tipos empleados en las obras del padre Bertonio, de que tratamos, son los mismos en todos: no hay en ellos vinetas ni letras de adorno, de modo que para componerlas ha bastado una fundición de dieciséis páginas del 4.” espanol, tal vez unas ochenta libras en todo” (Medina, 1904: XXXIX).

21. Dice Medina, más adelante en la misma página: “Y, por fi n, si la imprenta de Juli hubiese sido de propiedad de los jesuitas, .qué se hizo después de concluidas las impresiones que allí efectuaron? .Cómo es que no se conoce libro alguno fuera de aquéllos, salido de allí o de otra parte adonde pudieron trasladarla?” (Medina, 1904: XXXIX). Aquí Medina hace otra pequena observación importante para robustecer su hipótesis: “La difi cultad que pudo quizás ofrecerse estaba en la prensa; pero no olvidemos cuán sencillas eran las que entonces se conocían, muy fáciles de fabricar; y que, por otra parte, Canto debía contar con la que había sido de Ricardo y con la suya propia” (Medina, 1904: XXXIX).

22. Con respecto a este punto, Medina hace aun la siguiente observación: “El punto que al respecto no nos es posible determinar ni por conjeturas, es quién fue el cajista y prensista que tuvo a su cargo el material tipográfi co de Canto en Juli. Posiblemente algún empleado de aquél, o algún hermano jesuita adiestrado especialmente al intento en Lima” (Medina, 1904: XXXIX).

23. Boletín Bibliográfi co, publicado por la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Ano IV, 3er Trimestre, 1926, pp. 229-233. Agradezco al padre Alexander Lam, provincial de los Agustinos del Perú, por haberme proporcionado una copia de este artículo.

24. El inventario está reproducido en Romero (2009: 29-30). Es de observar que el texto, en vez de “la emprenta con todas sus letras y aderezos”, reza: “Dos prensas con sus letras con sus caxas para ymprimir”.

25. El jesuita Luis de Valdivia (1561-1642) trabajó la mayor parte de su vida en Chile y propagó vehementemente la guerra defensiva con respecto a los araucanos. El folleto fue impreso por Francisco del Canto en 1611.

26. Libro de la vida y milagros de nuestro senor Iesu Christi.

27. Fol. 146 de la carta annua de 1612. En Duviols (1985: 189-190).

28. Esta obra fue editada en el ano 1612, bajo el título: Libro de la vida y milagros de nuestro Senor IesuChristo en dos Lenguas, Aymara, y Romance, traducido de el que recopiló el Licenciado Alonso de Villegas, quitadas, y anadidas algunas cosas, y acomodado a la capacidad delos Indios, Impresso en la Casa dela Companía de Iesús de Iuli, Pueblo en la Provincia de Chucuyto por Francisco del Canto. 1612. – La obra de Alonso de Villegas (1533-1603) de la cual Bertonio sacó el texto para su vida de Jesús, se titula: Flos Sanctorum, y Historia general, de la vida y hechos de IesuChristo … y de todos los Santos que reza y haze fi esta la Yglesia católica, Toledo, por la viuda de Iuan Rodríguez, 1591.

29. El primer tomo de esta obra (volúmenes I y II) fue editado en Nueva York ( J. J. Augustin Publisher) en 1945, y el segundo tomo (volúmenes III y IV), después de su muerte, en La Paz (Don Bosco) en 1957.

30. Boletín de la Sociedad geográfi ca de La Paz, 1941-1943. En 1944 se publicó la obra en su totalidad por la Editorial del Instituto “Tihuanacu” de Antropología, Etnología y Prehistoria.

31. Posnansky usó para su publicación del vocabulario de Bertonio la edición de Leipzig de 1879, que ya conocía muchos antes, porque tomó la frasecita latina de Platzmann para el título de un libro suyo: Quod Vide bitis Vidi… .Pudo evitarse la guerra del Chaco? (La Paz, 1936), recordando sin duda lo que él ya había experimentado en la guerra del Acre.

32. El decreto está reproducido en Gaceta Campesina II (2), 1953, abril.

33. Un excelente ejemplo de tal comparación lo presentó Zacarías Alavi Mamani en su presentación de la edición del Vocabvlario del Instituto de Estudios Bolivianos (Alavi, 2008: 37-42).

34. “Dos razones muy fuertes me movieron grandemente, ilustrísimo Superior, para que este léxico de la lengua aymara, no llegue a ver la luz sin tu auspicio y sin ti como patrono”.

 

 

 

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