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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.27 La Paz nov. 2011

 

 

 

La cruz de Carabuco en Bolivia (1897)

 

The cross of Carabuco in Bolivia (1897)

 

 

Adolfo F. Bandelier*, Dr. Edwin Claros Arispe**

*Adolph Francis Alphonse Bandelier (1840-1914), Investigador suizo especializado en etnología, arqueología y prehistoria. Con estudios de campo en Ecuador, bolivia y relacionado con la expedición Hemenway con el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Bandelier revisó la hasta entonces conocida hostoria de los incas y aportó datos que mitificaban dicha historia.
** Vicerrector Académico Nacional de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo", Investigador de la Biblioteca Etnológica Boliviana, La Paz, Bolivia, claros@ucb.edu.bo.

 

 


Resumen:

El texto recopila las distintas referencias coloniales sobre la cruz de Carabuco y la tradición de Tunupa, confrontando las distintas fuentes.

Palabras clave: Cruz de Carabuco, Tunupa.


Abstract:

A scientific document gathers the many references in colonial texts on the Carabuco Cross and the Tunupa tradition by confronting the different sources.

Key words: Carabuco Cross, Tunupa.


 

 

Noticia previa

La Cruz de Carabuco, desde finales del siglo XVI, adquirió una inesperada devoción religiosa cristiana y, al mismo tiempo, relevancia simbólica por su vinculación, por una parte, a tradiciones de origen occidental y, por otra, a tradiciones ancestrales de origen indígena. Por estas razones, en 1985 visité Carabuco para conocer la afamada Cruz y poder apreciar las "pinturas" sobre el apóstol, portador de la cruz, y sus seguidores indígenas. Me encontraba en plena preparación de mi tesis de licenciatura sobre "Tunupa-Apóstol". Fue una estadía brevísima, apenas un día. Recuerdo muy bien que en el altar mayor del santuario se encontraba, en una urna, una pequeña cruz, y otra muy grande, forrada con terciopelo muy vistosa, apoyada a la pared, en el lado derecho del presbiterio. El sacristán me informó que es esta cruz forrada, grande y pesada, la que sacan de la iglesia los devotos pasantes, el día 3 de mayo, fiesta de la "Santa Vera Cruz". Sobre las "pinturas" del apóstol no obtuve el resultado planificado. Los cuadros de las postrimerías estaban deteriorados y la luz al interior de la iglesia era muy tenue. Las condiciones de tiempo no eran las óptimas para obtener fotografías de calidad aceptable. Pero lo peor fue que todas las fotos sacadas se "velaron".

Adolfo Bandelier, el autor del artículo "La Cruz de Carabuco", estuvo en este pueblo lacustre en 1897 y visitó su iglesia. Bandelier dice: "vi la enigmática cruz de madera… Además de la cruz la iglesia contiene dos grandes y muy antiguos cuadros en los cuales se observan detalles que se relacionan tradicional y legendariamente con la cruz que está representada" 1 . A raíz de esta visita, más sus conocimientos sobre los temas centrales del personaje mítico Viracocha, el misterioso Tonapa y la tradición oral popular de "Juan Rubio", escuchada durante su visita a Bolivia, estructuró su estudio, originalmente titulado "The Cross of Carabuco in Bolivia" y publicado en "American Anthropologist", en 1904 2 .

En primer lugar, presenta las primitivas referencias sobre la cruz, una enumeración de las informaciones que Bandelier pudo tener a la mano. Un segundo bloque está conformado por un conjunto de referencias a tradiciones orales sobre el personaje "Tonapa" (el maestro y milagrero indígena), y que estudiosos y cronistas hispánicos, o algún escritor indígena, ha conservado en forma de texto escrito. El personaje "Juan Rubio" sirve al autor como motivo y argumento para buscar textos antiguos sobre el mítico personaje indígena.

1. Referencias sobre la cruz. Bandelier nos presenta:

  • Una corta alusión al viajero Simón Pérez de Tórrez (Barcia, 1600: fol 14) 3 .
  • Otra breve referencia al viajero Cristóbal Jaque de los Ríos de Mancaned (1606) 4
  • Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua (1613)
  • Alonso Ramos Gavilán (1621).

Bandelier indica que ningún jesuita de la época (Acosta, Oliva, Cobo o el jesuita Anónimo) ha prestado atención a la cruz de Carabuco. Es evidente que Adolfo Bandelier desconocía el relato jesuítico del Colegio de La Paz de 1599, incorporado luego en lo que posteriormente se llamó la "Crónica Anónima de 1600" o "Annua de 1600". Este informe menciona la famosa Cruz de Carabuco y el relato mítico de Tumcapa:

"Después de cuaresma vinieron a llamar de un pueblo de indios llamado Carabuco, 20 leguas de esta ciudad, para que fuese allá alguno de los nuestros a predicar a muchos españoles que se juntaron allí a la collocación de una sancta cruz, a la qual se hacía solemne fiesta…

Dicen los indios mas uiejos que oyeron referir a sus antepasados que tenían por tradición cierta por sus quipus…" la llegada de un hombre barbudo, de cabello negro y largo, de vida santa y ejemplar, acompañado de doce discípulos. Este santo varón y sus compañeros sufrieron atentados de muerte, así como la destrucción de la cruz.Esta tradición del hombre barbudo coincidía con la tradición de un santo indígena de nombre Tumcapa. Por la singularidad del tema, en la sección Anexos se reproduce el relato de Tumcapa, publicada en la Crónica Anónima de 1600.

También es innegable que Bandelier se olvidó de citar a Guamán Poma de Ayala, quien recoge la tradición de la predicación del Evangelio a todo el mundo por los santos apóstoles, y "le cupo la suerte al santo apóstol San Bartolomé y salió al Collao y por sus santos milagros dejó la Santa Cruz de Carabuco" ("Nueva Corónica i Bven Gobierno", Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979: 65-68).

2. Referencias a relatos indígenas de Tonapa:

  • Juan de Betanzos (1551)
  • Pedro Cieza de León (1552)
  • Primeros religiosos agustinos (1555)
  • Cristóbal de Molina (1572)
  • Miguel Cabello Balboa (1586)
  • Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua (1613)
  • Alonso Ramos Gavilán (1621)
  • Antonio de la Calancha (1639)

Sobre este personaje indígena existen otras referencias también muy importantes que pueden completar el panorama de datos que propone Bandelier, como lo referido por Ludovico Bertonio (1612), Juan Anello Oliva (1639), Antonio Ruiz de Montoya (1639), Diego de Molina (1641), Francisco de Ávila (1646-48), Juan de Solórzano Pereyra (1648), Antonio de Castro y del Castillo (1651), Bernabé Cobo (1653) y Diego de Mendoza (1663).

Todos estos autores indican de una u otra forma tradiciones sobre el personaje indígena. Uno de los textos más impresionantes es el de 1602, recogido por los jesuitas en Juli, ya comentado en el artículo de Alonso Ramos Gavilán sobre el discípulo del Redentor.

Las publicaciones del artículo de Bandelier son las siguientes:

"The Cross of Carabuco in Bolivia". En: American Anthropologist. Vol. VI, N° 5. Oct-Dic. de 1904.

"La cruz de Carabuco en Bolivia". En: Revista Khana, nums. 25-26, La Paz, 1957: 138-159.

"La cruz de Carabuco en Bolivia". En: Taipinquiri Cosmovisión andina. Expresión y sentimiento espiritual andino-amazónico. Segundo encuentro de cosmovisión andina-amazóncia. La Páz, 1996: 367-400.


Referencias

  1. Claros Arispe, Edwin. "Tunupa-Apóstol. Encuentros y desencuentros entre el discurso mítico y el discurso teológico". Cochabamba, UCB. Dos volúmenes (Tesis de Licenciatura), 1986.
  2.         [ Links ]
  3. Egaña, Antonio de y Fernández, Enrique. Monumenta Peruana. VIII (1603-1604). Roma: Monumenta Historica Societatis Iesu, vol. 128, 1986.
  4. Ministerio de Desarrollo Económico. Entre el infierno y la gloria. Restauración de dos lienzos monumentales: 'El infierno' y 'La gloria' . Templo de Carabuco. La Paz, 2003.
  5.         [ Links ]
  6. Ministerio de Desarrollo Económico. "El purgatorio", "el Juicio final", "El infierno" y "La gloria". Restauración de cuatro lienzos monumentales. Serie de "Las Postrimerías". Templo de Carabuco. La Paz, 2005.
  7.         [ Links ]

1 Ramos, -Historia de Copacabana (edición 1860, parte I cap. 28, p. 56)"Después, el mismo Ilustrísimo Vergara hizo un nuevo escrutinio, haciendo excavar tres estados en el lugar donde se halló la cruz, hasta que se encontró el tercer clavo, que lo llevó a Chuquisaca, de donde en su muerte lo tomó el licenciado Alonso Maldonado, llevó consigo a España. Los otros dos están en Carabuco y son de la misma hechura de los de Jesucristo. Cuando se dividieron los Obispados, dividieron también esta santa Cruz, aserrándola por medio, de modo que salieron dos; la una quedó allí, y la otra se llevó a la Catedral de Charcas". Sucre era antes "Ciudad de La Plata", y "Chuquisaca" es el nombre quichua

2 Ídem. "El celoso sacerdote la armó con gran devoción y la colocó en una capilla, donde por muchos años fue presentada, cortando los devotos sus astillitas de aquel santo madero, como se sacan y veneran las partículas de la verdadera cruz".

3 Existe una concienzuda descripción de estas toscas pinturas, hecha por el Presbítero Avelino Uría. Tradición del Santuario de Carabuco (La Paz, 1877). No trae detalles de la tradición, pero dice (p. 2): "Colocados en el interior del templo, con el título de Novísimos o Postrimerías del Hombre, cuadros existentes desde el tiempo del coloniaje y conservados cuidadosamente hasta hoy día". Los cuadros están divididos cada uno en ocho campos menores, conteniendo representaciones de hechos históricos y los de milagros atribuidos. Catorce están dedicados a la historia o tradición, los diez y seis restantes a los milagros. La tradición, cual lo representa el primero, varía tan solo un poco de lo que dicen Ramos y otros autores. El Santo está representado en su llegada a Carabuco en compañía de cinco indios, sus "discípulos", y en actitud de plantar la cruz sobre un cerro dedicado a los sacrificios de los indios (II); en su ida de allí a Sicasica (III); en su retorno a Carabuco (IV ), donde después de haber sido triturado él sobrenadó en las aguas del lago con la protección de la Virgen (VIII-IX). El hallazgo de la cruz atribúyese a un fiscal (sacristán o custodio de la iglesia), quien tuvo noticia de ella durante una fiesta y borrachera de los indios, por medio de una mujer, a la cual se le obligó después a señalar el sitio donde se la había enterrado (la cruz). Dícese que fue menester someterla a tormento, antes de que revelara el lugar (XIV ). Todo esto está representado die la manera más burda posible. Puede ser que la obra sea de mano india, aunque la ejecución artística de los mestizos o cholos de los pueblos no es superior a la de los aborígenes.

4 Simón Pérez de Tórrez, Discurso de mi viaje (In Barcia, Historiadores primitivos de Indias, vol. III), Dio comienzo a su viaje en 1580 y estuvo en América del Sur cuando ocurrió la erupción del Volcán Omate, lo que fue en 1600 (fol. 12 y I3). Debió haber estado en Carabuco acaso en ese año, o poco antes (fol. 14). De aquí me fui a Carabuco, Ciudad de Indios, ay veinte leguas: En esta ciudad ay una cruz, que hallamos cunado llegamos a aquella tierra, que estaba echada en la Laguna, sin saber quien lo había hecho, agora sacan mucho palo de ella, é nunca le falta nada". En el margen está: "Cruz milagrosa".
La visita de Pérez debe haberse verificado antes de la del Obispo Ramírez de Vergara, por ende ésta es la más antigua noticia de la cruz de la que yo tengo noticia.


Documento de la Biblioteca Aymara

La cruz de Carabuco en Bolivia

Conforme al objeto indicado en el título que antecede, mi propósito, más que el de presentar conclusiones, es de hacer una enumeración de todas las informaciones tocantes a este tópico cual incentivo a más completas indagaciones.

Cuando estuve en el pueblo de Carabuco, en 1897, hice por supuesto una visita a su muy interesante iglesia y ví la enigmática cruz de madera, la cual es conocida desde hace más de tres centurias y cuya historia hállase relacionada de la manera más curiosa con la tradición indígena. Carabuco es un pueblo de indios aymaras, situado sobre la ribera oriental del Lago Titicaca, en Bolivia, a tres días de camino al Norte de La Paz. Es un pueblo antiguo, puesto que está mencionado desde 1573 como ya había existido antes de la conquista española. En 1591 contaba 722 indios tributarios, número que es claro comprendía todo el distrito. La cruz hallábase colocada de tal manera, que sería imposible examinarla a no ser sacándola fuera del marco, cosa que no la permitirían las gentes del lugar. Los indios tributan a esta reliquia la misma supersticiosa importancia que a las imágenes, y acaso aún mayor, por cuanto la consideran como la confirmación de alguna de sus antiguas tradiciones.

Todo lo que pudimos ver es una cruz tosca de madera cuyo tronco es de tres pies de largo, hecho de una rama descortezada al parecer de unas cuatro pulgadas de diámetro. Sin un examen más prolijo, era del todo imposible determinar cómo habrá sido cortada. Los brazos son de la misma madera. Dos toscos clavos de cobre están remachados en el madero y un anillo de cobre también la rodea. La cruz no es completa, un tercer clavo habiendo sido llevado a España y una parte de la madera hállase en la catedral de Sucre, la anterior capital de Bolivia 1 . Originalmente la cruz puede haber sido de unos seis pies de largo. Dícese que la madera no fue pulida, pero antes de que la cruz fuera puesta bajo de vidrios, acostumbrábase arrancarle costillas o tiras como reliquias 2 , de tal suerte que así se la ha desfigurado en vez de perfeccionarla, y su tamaño un tanto ha disminuido. Además de la cruz, la iglesia contiene dos grandes y muy antiguos cuadros en los cuales se observan detalles que se relacionan tradicional y legendariamente con la cruz que está representada 3 . La más remota información concerniente a esta singular reliquia alcanza a la segunda mitad del siglo XVI. Simón Pérez de Torres, viajero español que estuvo en América Meridional pocos años antes de finalizar dicha centuria, visitó Carabuco, y en su discurso asienta esto:

"De aquí me fui a Carabuco, Ciudad de indios, a veinte leguas: En esta Ciudad ai una cruz, que hallamos cuando llegamos a aquella tierra que estaba hecha en la Laguna, sin saber quien la había hecho; agora sacan mucho palo de ella y nunca le falta nada" 4 .

Otro viajero español que llegó a Lima en 1600 y escribió una relación de su viaje seis años después, habla de Carabuco como sigue:

"Al Norte de este Lago (Titicaca) están los llanos (planos) de Guarina, y en sus orillas, Carabuco, donde uno vé una cruz que, conforme a la tradición de los indios, allí fue llevada por uno de los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo, y puesta por él sobre la cima de un cerro. A la llegada de los españoles, los indios, observando que aquellas plantaban por doquier cruces como señales de dominio trataron de destruir ésta. Finalmente la arrojaron al Lago, pero, a pesar de que la cargaron con sendas piedras, siempre salía a flote a la superficie. Los españoles, habiendo tenido conocimiento de este milagro por medio de un indio, que a no dudarlo aguardaba una gratificación, extrajeron la cruz del lago y la colocaron en Carabuco en una capilla que don Alonso Ramírez de Segura, entonces obispo del Cuzco, había construido allí" 5 .

Las relaciones de estos primitivos escritores se completan con el testimonio de un indio, Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua, quien escribió sobre las antigüedades del Perú probablemente hacia 1613. Salcamayhua refiere, cual después se verá, los viajes y hechos de un hombre blanco que se dice apareció en las altas mesetas del Perú mucho antes que los españoles, y al cual le dá el nombre de Tunupa, Tonapa y Ttonapa. Respecto a él dice (sigo el texto casi literalmente):

"Este hombre dicen ellos, que andaba predicando, llegó a los Andes de Caravaya, y allí hizo una cruz muy grande, y la cargó sobre sus espaldas, hasta que la plantó sobre la cima de Carabuco, donde les predicó en alta voz, derramando lágrimas" 6 .

En 1621 encontramos, en cuanto alcanzan nuestras investigaciones, la más positiva noticia de la cruz, hecha por un sacerdote, el fraile agustino Alonso Ramos, conforme a cuya historia de Copacabana los posteriores agustinos del Convento de esta orden en Copacabana, basan sus relaciones. Después de referirse al relato del hombre blanco que corresponde al mencionado Tonapa, y a la cruz que cargó a cuestas, Ramos continúa como sigue:

"Los indios intentaron quemarla (la cruz), y no habiendo logrado su intento, la enterraron cerca del lago, donde permaneció mil quinientos años. En un día del Corpus (Christi) los Urinsayas, que estaban de guerra con los anansayas 7 , se retaron unos a otros, y los Anansayas dijeron a los Urinsayas que éstos eran inmorales (viciosos), brujos, y que sus antepasados habían lapidado un Santo, intentando quemar una cruz que consigo cargaba, y que ellos la guardaron (la cruz) en lugar secreto, no queriendo mostrarla. Habiéndose traslucido esto por algunos muchachos se lo comunicaron al Padre Sarmiento, que era el Cura. Éste descubrió la cruz en tres pedazos y una plancha de cobre (una hoja) con la cual la cruz estaba forrada (ceñida). Con la cruz solamente se encontraron dos clavos. El señor don Alonso Ramírez Vergara, Obispo de Charcas, mandó hacer nuevas excavaciones y encontróse el tercer clavo que lo tomó, y a su muerte el Licenciado Alonso Maldonado, Presidente de la Audiencia (de La Plata o Charcas) lo tuvo en herencia y llevóselo a España. Cuando se hizo la división de obispados, éstos (asimismo) se partieron la cruz, aserrándola en dos partes, haciendo dos de ella, una (de las cuales) quedó en Carabuco y la otra está en la Catedral de La Plata (Sucre)" 8 .

Debo advertir que lo anterior es una versión del texto original de Ramos, que difiere un tanto de las dos reimpresiones hechas por el P. Rafael Sans; una fechada en 1860, la otra en 1886. La fiesta que celebran los indios tenía doble aspecto. Ostensiblemente era el Corpus Christi, pero ésta coincidía con una de sus antiguas festividades. Hay que notar lo que Ramos afirma sobre que el Obispo Ramírez de Vergara indagó el asunto con toda seriedad y quedó satisfecho de la autenticidad del hallazgo. De ahí que se empeñara en que la cruz fuera colocada de manera conveniente, cual desde entonces lo ha sido, en una capilla de donde se han extraído muchas astillas de madera para llevarlas fuera 9 .

El Obispo Ramírez de Vergara ocupó la Sede episcopal de Charcas desde la última década del siglo XVI hasta la primera del XVII. De dicho período tenemos otros datos tocantes a la Cruz de Carabuco; ellos son de Ramos y de su moderno editor, Sans. Ramos dice:

"No muy distante de Carabuco se encuentran tres piedras de forma triangular, donde dicen los indios ligaron al Santo y le dieron sendos golpes con el intento de matarlo. Hacia el año 1600 un corregidor, deseoso de averiguar lo concerniente a la tradición de este varón misterioso, hizo ante él compareciera un cacique de Carabuco llamado Fernando, quien, a juzgar por su aspecto y sus dichos parecía haberlo conocido, pues se le calculaba tener una edad de 120 años, y (habiendo sido) llevado al pueblo de Ancoraymes se le ordenó (lit. se le impuso) que declarara cuanto él había oído de sus mayores respecto al Santo y a su cruz. Y (él) declaro haber oído que muchos años antes de que los Cristianos llegaran a estas partes se había visto un hombre de elevada estatura, blanco y delgado, vestido como ellos, que predicaba en alta voz que debían rendir adoración a un sólo Dios, condenando (encarándoles) sus vicios, y que con algunos indios que le siguieron llevaba una cruz, de la cual tenía horror el enemigo malo, (de suerte) que éste les incitó a darle muerte, y que si así no lo hacían les iría mal en todo, y que era menester contrariar los oráculos dados por aquél, y que por consiguiente le ataron con ligaduras a unas piedras y le pegaron con crueldad. Durante dicho tormento (agregaba, que había oído a personas de su familia) que algunas hermosas aves bajaron para posarse a su lado, que al presente juzgaba fuesen ángeles que Dios le enviaba para consolarlo. Que también era cosa que se tenía por cierto, que el Santo llevaba consigo un pequeño cofre que según ciertas tradiciones, se halla enterrado en alguno de los cerros de Carabuco, y que habiendo los indios dejado al Santo atado, las aves bajaron a desatarlo, y que éste, poniendo su manto sobre las aguas, se metió en el lago, dirigiéndose hacia Copacabana y atravesando un totoral (grupo de altas cañas lacustres), dejó un sendero que hasta el día los indios veneran; por lo cual dicen ellos que las cañas de este canal sor sabrosas al paladar y benéficas contra las dolencias. En su idioma llamándolas paquina o sehego. Esta relación fue
anunciada al autor por Diego de Núñez de Raya, hombre de bastante edad, compañero y secretario de varios visitadores. Fides sit penes illum" 10

La otra relación es del año 1599, y ella fue referida a Cristóbal Muñoz Cebada por un "indio viejo". Guarda silencio cuanto a la cruz, pero habla del Santo y de su cruel tormento en Carabuco. He de tratar de tal relato después 11 .

La tradición del hallazgo de la cruz en la última mitad de la décima sexta centuria, es de verdad dudosa. Que ella no fue descubierta antes, fácilmente se explica. La ribera oriental del Lago Titicaca, donde está situado Carabuco, al sur de la actual frontera del Perú, fue ocupada por los españoles en fecha comparativamente posterior. Los dominicos fueron los primeros en establecer Misiones a las orillas del lago, pero solamente sobre las orillas occidentales; allí permanecieron hasta 1569, en que fueron quitadas a dichos dominicos y devueltas a los clérigos seglares 12 . El Padre Sarmiento, en cuyo tiempo se dice fue descubierta la cruz, era un clérigo seglar. Ello nos conduce a inferir que el descubrimiento de la Cruz ocurrió después de 1569 -entre este año y el de 1599. La tradición del hallazgo es auténtica a no dudarlo, y mal podemos considerar como antojadizos los datos que los indios poseían respecto a la existencia de la cruz . Que la cruz se puso a flote cuando se celebraba una fiesta de indios, mientras éstos se emborrachaban, ello es muy probable 13 . Cuando el aymara está ebrio, o acaso, cuando se halla en un estado próximo a la embriaguez, es que se torna comunicativo. De otra manera es hostil, o estúpido. Las dos parcialidades (Huaransaya y Huarinsaya ) son formas harto conocidas. El hecho de que el lugar donde la cruz estuvo enterrada sea el día señalado, poco significa en el caso del pretendido fraude piadoso".

Se presentan dos objeciones respecto a estas primitivas informaciones. La versión de los dos seglares, Pérez de la Torre y Jaque, está en contradicción con la versión eclesiástica en cuanto al lugar del hallazgo. La primera dice que fue en el lago, la segunda que era cerca de éste. Tal contradicción, empero, es sólo aparente. Si el sitio indicado en el día es aquel donde la cruz fue descubierta, él se halla tan próximo a la orilla que una creciente de las aguas bien puede haberla cubierto temporalmente en cualquier tiempo. No es de creer que la cruz hubiere estado sumergida en el agua, cual lo asegura Jaque, quien, téngase entendido, no parece que hubiera visitado Carabuco, y que tan sólo escribió según informaciones obtenidas en otras partes de Bolivia 14 .

Más de peso es la objeción de que ninguno de los jesuitas de la época que eran de especial ilustración, tanto por su ministerio y en calidad de investigadores de los indios y sus antiguedades, ninguna mención hicieron, según lo que de ello conozco, de la Cruz de Carabuco. Ni Acosta 15 , ni Oliva 16 ni Cobo 17 ni el anónimo contendor de Polo de Ondegardo 18 , hacen alusión alguna en esta materia, muy probablemente porque ellos consideraban la cosa de carácter espurio, teniéndose en cuenta que Cobo no deja de mencionar todo lugar existente sobre la costa oriental del Lago Titicaca, mientras que Acosta se fue del Perú más o menos en el tiempo al que se atribuye el descubrimiento de la cruz, o poco después 19 . La gran fama que la imagen de la Virgen de Copacabana adquirió en Bolivia inmediatamente después de 1582 20 desvió la atención tanto del clero como del pueblo de que un hallazgo curioso en un pueblo remoto de una de las parroquias menos frecuentadas. El clero secular y los agustinos eran los únicos que estaban en contacto con los moradores de las costas orientales del Titicaca y fueron ellos quienes prestaron atención a lo que allí ocurría y se hallaban interiorizados de la tradición, junto con la clase de seglares que residían en esos lugares o visitaban las riberas de dicho lago en forma oficial o casualmente, y los indios. Es evidente que el origen de la cruz se relaciona con la tradición india que pretende ser primitiva, en el sentido que antecede a la colonización española.

El hallazgo de la cruz ocurrió hacia medio siglo después de la llegada de los españoles a la hoya del Titicaca 21 . Puede haber sucedido que en e; transcurso de estos 50 años, o algo parecido, algunos misioneros aportaron por acaso a los sitios del oriente del lago y llegaron a ser víctimas de su celo evangélico a manos de los aymaras; pero si tal fue el caso, ello nos fuera conocido. Es también posible que en el curso de esta misma mitad del siglo, la cruz fuera intencionalmente encerrada con el propósito de producir en lo venidero, con un nuevo descubrimiento, la impresión de un milagro. No quiero que se crea que sostengo semejante teoría, pero ello entra en las cosas humanas si tal cosa se ejecutó, y nada menos que con un intento piadoso muy sincero. Pero ¿qué diremos respecto a la tradición indígena? Es posible que la persona o más personas que ocultaron bajo tierra la cruz inventaron así mismo la conseja, y se propusieron grabarla en la mente de los indios 22 ; pero mal puede creerse que el indio aymara la hubiera forjado para echar sobre sí un borrón ante los blancos, puesto que ello menoscababa el prestigio de sus antepasados. Puede, pues, manifestarse que la Cruz de Carabuco no presenta un origen anterior a la cuarta o quinta década de la décima sexta centuria: al presente es un enigma, y aún aparece más enigmática al través de otras tradiciones de las cuales voy a ocuparme.

1. La tradición de "Juan Rubio"

En nuestra residencia en Pelechuco pasamos algunas semanas en la hacienda Keara, en la cual su dueño había enganchado algún número de indios tanto de quichuas como de aymaras de varias partes de Bolivia y el Perú. Entre éstos había uno de Azángaro, de la región septentrional de la hoya del Titicaca, por ende quichua. Este hombre nos contaba como tradición muy conocida la historia de Juan Rubio. Este nombre de Rubio u hombre hermoso es español, por lo tanto. Se dice de tal individuo que durante el tiempo de los "Chullpas" (por consiguiente antes del siglo XV, en la noche de los tiempos) vino del oriente anunciando a los Chullpas la próxima aparición del sol. Vino de hacia el occidente, y nada se sabe de su suerte. Cerca de Sicasica esta tradición nos fue relatada casi en las mismas palabras y también supimos que muchos de los mestizos y aun de los moradores blancos del lugar tenían conocimiento de ella.

Una relación indígena sobre una persona o personas es siempre sospechosa. A no ser que se cuente con señas históricas que sirvan para perpetuar un hecho, el indio rara vez recuerda las fechas, aún aproximadas, y hay acaecimientos que los juzga antiguos poco después de sucedidos. Por lo tanto, las personas fácilmente se tornan míticas y tales mitos son considerados sin vacilación como "antiguos", tradición histórica, aunque comparativamente ellas sean recientes; de ahí que no sea fácil precaverse contra los errores que emanan de semejante fuente. Sólo los relatos preservados por las congregaciones religiosas indígenas informan una tradición definida y aún cuando se quiere uno interiorizar de sus ficciones, ellos a veces adaptan sus relaciones a lo que sospechan o creen ser del gusto de su interlocutor blanco. El inventor procede así tanto por halagar como por ocultar la verdad. Con esto hay grandísimo menoscabo en el valor de las tradiciones cuidadosa y ordenadamente recogidas durante la primera ocupación de los españoles. Es sobremanera difícil separar el grano de la paja que los indios informantes pueden haber intencionalmente puesto de su cosecha. El peligro disminuye a medida que nos acercamos al primer contacto, a pesar de que aún así un deseo de captarse la buena voluntad de sus nuevos amos puede haber inducido a los indios a dar cierto colorido o a cambiar mucho de lo que era original.

Con estas observaciones preliminares voy a escudriñar una serie de narraciones relatadas por los aborígenes del Perú y Bolivia a los españoles en los primeros tiempos, y que tienen concomitancia con el asunto de la cruz de Carabuco y la historia de Juan Rubio. Tales narraciones, en su mayor parte, fueron relatadas en menos de treinta años después del desembarco de Pizarro.

2. Las tradiciones sobre Tonapa

En un anterior número de esta revista he consignado el caudal de los conocimientos de los indios tocantes a los tiempos primitivos de la Isla Titicaca y aproveché de la oportunidad para hacer relación de los sitios en los cuales un personaje llamado Viracocha (en homenaje a la brevedad) desempeña papel muy importante. En análogas condiciones aparece otro individuo misterioso, Tonapa, que manifiestamente es el mismo Juan Rubio portador de la cruz de Carabuco. Mientras que Viracocha está dotado, según la tradición india de un poder creador (no obstante su humana esencia). Tonapa está representado como maestro y a quien así mismo se le atribuyen algunos milagros.

Encuentro la más antigua mención sobre Tonapa en un fragmento del libro escrito por Juan Betanzos concluido en el Cuzco en 1551. Con toda probabilidad es el más fidedigno relator en este asunto y de tal período, de cuanto hasta hoy es conocido, sin que ello signifique que haya que atenerse a él en lo absoluto. Betanzos dice:

"Que preguntando a los indios que tenía este Viracocha cuando ansi le vieron los antiguos , según de ellos tenía noticia, y dijéronme que era un hombre alto de cuerpo y que tenía una vestidura blanca que le daba hasta los pies, y que esta vestidura tenía ceñida; é que traía, el cabello corto y una corona hecha en la cabeza á manera de sacerdote, y que traía en las manos cierta cosa que á ellos les párese el día de hoy como esos breviarios que los sacerdotes traían en las manos . Y esta es la razón que yo desto tuve, según que los indios me dijeron. Y preguntéles cómo se llamaba aquella persona en cuyo lugar aquella piedra era puesta, y dijéronme que se llamaba Con Tice Viracocha Pachayachochic, que quiere decir en su lengua Dios Hacedor del Mundo" 23 .

El nombre de Tonapa no está mencionado por Betanzos, pero lo hace presumir después que sea el mismo personaje. Agrega además que este hombre fue al Cuzco y de ahí al mar, llegando a parar en Puerto Viejo, en el Ecuador, "y como llegase a la provincia, de Puerto Viejo se juntó allí con los suyos que ante él enviaba en la manera ya dicha, donde como allí se juntasen, se metió por la mar juntamente con ellos. Por ello dicen que andaba él y los suyos por el agua así como si anduvieran por tierra" 24

La carrera de este personaje misterioso comenzó, según opina Betanzos, en Tiahuanacu 25 .

Algunos «mitos de observación» tienen su fundamento. La alba vestidura, la tonsura y el libro nos inducen a sospechar que hay una apariencia del monje dominico 26. Pero toda esta relación podía no haber sido fraguada con este motivo, por cuanto la parte aquí referida atañe a la comarca vecina, de Sicuani, no distante del Cuzco 27 , el resto es a todas luces del aymara boliviano o peruano, quiere decir, de otra fuente lingüística 28 . Por lo tanto no se hace alusión a Carabuco, pueblo en el cual no se pensaba en ese entonces.

Pedro de Cieza, contemporáneo de Betanzos, relata sustancialmente la misma historia respecto a Viracocha, a quien llama además Tupaca y Araun, nombres que le dan en el Collao, es decir, entre los aymaras. Que tales denominaciones o título se aplican a Tonapa, cosa que se verá en otras fuentes 29 .

En la primera parte de su crónica Cieza menciona otra tradición respecto a los hombres blancos, lo que trae el recuerdo de los discípulos atribuidos a Viracocha y Tonapa. La relación fuele hecha en el distrito de Huamanga del Perú, coneccionando con interesantes ruinas sobre el Río Vinagrete. "Preguntando a los indios comarcanos quien hizo aquella antigualla, responden que otras gentes barbadas y blancas como nosotros, los cuales muchos tiempos antes que los ingas reinasen, dicen que vinieron a estas partes hicieron allí su morada 30 ".

Como Cieza asienta idéntica cosa respecto a las ruinas de Tiahuanacu 31 , el origen de tal noticia se presenta sospechoso. Los aborígenes pueden haber querido complacerse en halagar a sus visitantes, a quienes por cierto temían, atribuyendo esos edificios a hombres blancos.

La noticia tocante al hombre blanco que ocupara algunas de las islas del Lago Titicaca, cual lo refiere Cieza, ninguna relación tiene con Tonapa 32.

Me guardo de repetir lo que dice Cristóbal de Molina, que recogió la tradición india en el Cuzco hacia 1570. Es la historia de Viracocha sin mención de Tonapa 33 .

Miguel Cabello Balboa, que vino al Perú en 1566, asevera que encontró una tradición entre los indios del Perú y Chile que dice que en tiempos remotos hombres blancos y de aspecto de sacerdotes visitaron dichas comarcas 34 .

No mucho después del tiempo de Betanzos y de Cieza, las misiones de agustinos se establecieron en Huamachuco, al este de Trujillo y norte de Lima, en el Perú 35 . En su primera relación sobre tales misiones se dice:

"Arriba hemos hecho mención de cómo, cuando Ataguju creó sus servidores Sugad-cabra y Ucioz-gabrad, él (hizo) juntamente con éstos a Guamansuri; luego el diablo se propone, y convence a los indios que dicho Ataguju ha enviado del cielo a dicho Guamansuri al mundo, y que él vino al mundo a la provincia de Guamachuco, de donde debía comenzar, y cuando llegó encontró allí Cristianos, quienes en la lengua de Guamachuco se llaman Guachemines, y que vino muy pobre entre ellos" 36 .

En seguida se dice:

"Y dicen los indios que aquel Viracocha les quería hacer cristianos y lo echaron de la tierra" 37.

El último hace mención de una estatua de piedra, en el Callao (comarca aymara), la cual dice que representa un hombre con la cabeza tonsurada. Esto lo refieren por haberlo oído 38 , pero ello muestra que el Tonapa o Viracocha de la tradición era muy conocido en el Perú y Bolivia unos treinta años después de la conquista.

El indio Salcamayhua disponía de varias tradiciones de los quichuas como de los aymaras 39 , y es lo más explícito que ningún otro autor en lo tocante a Tonapa. Identifica a éste con el Viracocha de Betanzos, Cieza y los agustinos llamándole "Tonapa o Tarapaca Viracocha pachayachichan o Pacchacan", etc. 40 . Le describe como "un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos largos, y con camisas algo largas, y dicen que era un hombre pasado más que de mozo que traía las canas, era flaco, el cual andaba con su bordón, y era que enseñaba a los naturales con gran amor, llamándoles a todos, hijos e hijas, el cual no fueron oídos ni hecho caso de los naturales, y cuando andaba por todas las provincias a hecho muchos milagros, posibles", etc. 41 .

Las aventuras de este personaje cuales las relata Salcamayhua pueden resumirse como sigue:

Tonapa vino al Perú de lugares ignotos y apareció en Apotampo, sitio que don Marcos Jiménez de la Espada identifica con Paccaritambo 42 . Anduvo predicando en todo el Collasuyo. "De estas prédicas los viejos modernos del tiempo de mi padre, don Diego Felipe, suelen dezir casi eran los mandamientos de Dios, principalmente los siete preceptos : no les faltaua solamente nombre de Dios Nuestro Señor, y de su hijo Jesuccisto Nuestro Señor les faltua que es público notario entre los viejos; y las penas eran graues para los que quebrantavan" 43 .

Después de visitar varios pueblos del Collao, se encaminó a los Andes de Carabaya y allí (como se ha dicho antes), talló una gran cruz que consigo cargó a Carabuco. De lo que allí ocurrió se dice:

"Y en ella, una hija de un cacique de aquella provincia dicen que fueron echados en la cabeza con agua, los indios, viendo aquella manera, se entendieron que lababa la cabeca y así los tresquiló después que fué preso el Tunapa á buen recaudo, junto en la laguna grande de Carapuco... Dizen que al amanecer entraron á Tunapa do estaba preso un mancebo muy hermoso, y los avía dicho: no tengas pena, que ya vengo á llamaros en nombre de la matrona que os esta aguardando solo, el cual está para irse al lugar de ... Y diziendo ansi, dizen que tocándole con los dedos á los cordeles que esyaban atados de los cuatro bracos, manos y piez y en ella dizen que abia mucha gente de guardia, questaban ya sentenciando el dicho Tunapa á muerte cruel. Como digo, que al amanecer como á las cinco horas de la mañana, entraron en la laguna juntamente con el dicho mancebo, tendiéndoles sobre el agua, la manta que traía, el qual manta cirvió en lugar de balca etc" 44 .

Después de su escapada de Carabuco, Tonapa, permaneció algún tiempo "sobre una peña llamada Titicaca" 45 , y fuéronse luego por Tiquina a Tiahuanacu donde encontró indios que bailaban y bebían. Les predicó, pero no quisieron escucharle: así los convertió en piedras, las cuales piedras (estatuas) "son visibles en el día presente" 46 . Tonapa entonces descendió el Chacamarca (Desaguadero) hácia el océano, y se creé que pasó por el estrecho hacia la otra mar 47.

Salcamayhua más adelante vuelve á referirse á Tonapa, diciendo que era una costumbre de los Incas la de sacar agua de la piedra del Titicaca, sobre la cual él estuvo sentado, y que llevó el agua al Cuzco para bautizar a los niños 48 y que el jefe Capac Yupanqui oyó de boca de los curacas de Asillo y Hururu, cómo, en tiempo lejanos, allí apareció "un pobre viejo flaco, barbudo y con cabello como la mujeres y camisa larga, un gran consejador en acto público á toda la república, y les decía que el hombre se llamaba Ttonapa Vihinquira, el cual dicen que en la lengua de esta provincia hablara mejor y que los había desterrado á todos los ydolos, imagenes de los demás Happiñuñas, á los cerros nebados, donde jamás los hombres los llegaban, que son Lloqces o Quenamaris" 49 .

Agrega que existen vestigios de Tonapa que asimismo estuvo entre los Huancas y Chinchaysuyos, según aseveración de indios de dichas localidades50 . Más adelante hace alusión a una casucha sobre el camino del Cuzco á Jauja, y á dos piedras allí inmediatas, que Tonapa las cambió de un ídolo de hembra é indio en otras piedras a causa de su representación de acto inmoral.

Igualmente habla de otros vestigios, representados en piedras, no lejos de Pachacamac 51 .

Ramos era una contemporáneo de Salcamayhua. El primero vivía en las cercanías de Cuzco, mientras que Ramos tenía su residencia en las orillas del sur del Lago Titicaca, entre los aymaras. Completando los pasajes antes citados de Ramos, debo llamar la atención sobre la relación de la historia de Sicasica, sobre la cual recogimos una información en las cercanías del expresado pueblo:

"Así es que el año 1599 don Cristóbal Muñoz Cebada se informó de un indio anciano, que declaró sabía por sus antepasados, que no lo tenían por cosa asentada, que al distrito de Sicasica había ido un Varón venerable en la presencia, grande de estatura, de barba crecida, blanco y zarco, que predicaba una ley como la que ahora tienen los cristianos, comprobando su doctrina con milagros, y se esforzó en persuadir a los indios que edificasen una capilla al Dios verdadero. Para verificarlo juntaron mucho ichu o paja, en la que solía dormir el santo; más una noche se les presentó el enemigo reprendiéndoles terriblemente la facilidad con la que habían creído a un hombre advenedizo: les mandó para la obra y prender fuego a la paja. Hicieronlos así los indios, y ardiendo el ichu con grandísima fuerza, salió el santo del incendio paso a paso sin lesi´pon ni sobresalto alguno alguno, con gran asombro de los bárbaros que luego quedaron muy confusos y arrepentidos. Contó más el indio, que, después de este milagro, yendo el Predicador con indios a otras rancherías disipó con oraciones una terrible tormenta. Pero ni esos prolijos impidieron que lo aborreciesen los naturales, por el celo con que les reprendía sus lúbricos vicios, y habiendo convertido a solo seis se los llevó consigo donde los martirizaron. El Santo les increpó esa crueldad con sus discípulos y entonces atándolo de pies y manos lo amarraron en una balsa que impelieron a la laguna, y que vieron a una señora muy hermosa que puesta sobre la frágil chalupa, dirigía su rumbo. Sorprendidos los indios de tal maravilla y deseosos de ver su fin siguiéndola con sus balsas y vieron que el santo y la señora pasaron el Desaguadero y nunca más tornaron a ver. Y además era tradición muy recibida entre los indígenas que en otra ocasión el Santo Misionero atravesó la laguna y fue Puno, donde predicó a la gente que halló reunida en una gran fiesta. Estuvo allí algunos días en una cueva, que hasta hoy la llaman la del Santo. En Carabuco tenía cerca de su choza una fuente venerada por los comarcanos por sus maravillosos efectos. Esto depuso aquel indio y otros compañeros suyos, asegurando que así lo habían recibido de sus mayores" 52 .

Me guardo de relatar los comentarios dados a estas varias narraciones por cuanto nada tienen que ver con mi propósito.

La antigüedad de la cruz está establecida hasta antes de las últimas décadas de la décima sexta centuria, y la manera cómo ella fue descubierta parece que está perfectamente probada.

Cuanto procedió al hallazgo se basa en afirmaciones de los indios, cuyo posible origen precolombino es la única cuestión que está por resolver. La tradición de la cruz solamente necesaria es acaso una relación, aunque un entierro arbitrado con el intento de su ocultación no parece que hasta ahora haya sido probada. Mas hay directa relación con la historia oída a los indios en cercano día y corre unida por ellos como tradición de tiempos primitivos.

Tiene todos los caracteres de probabilidad que el Viracocha de Betanzos y de Cieza es Tonopa de Salcamayhua y de Ramos 53 . Vira en quichua significa sebo o grasa, o gordo: Cocha, significa laguna o mar, un manto extenso de agua 54 del hecho que sebo o gordo es más ligero que el agua, el sentido de vira ha sido interpretado en los primitivos relatos tocantes al personaje mítico como "espuma". La interpretación es enteramente gratuita. El quichua llama a la es puma pozoco 55 ; por lo tanto hay vocablos precisos, en ambos idiomas distintos de vira. La explicación de gordo, o grasa, así como de espuma, encuéntranse primero en las crónicas de Cieza, y consígnanse también después en Zárate 56 . No podemos comprender cómo (siendo conocida la etimología de la palabra Viracocha) Betanzos haya podido traducir con Tici Viracocha Pachayachachic como "Dios. Hacedor del Mundo". Aunque la palabra Viracocha parece ser quichua y de ahí haber pasado al aymara, no encuentro Tonapa en ninguna de las dos lenguas. En todo caso, Viracocha significa algo que se hunde, pero que flota sobre la superficie del agua. Siendo así parece consiguiente preguntar: ¿puede ello tener alguna relación con la tradición de Tonapa que flotaba sobre las aguas del Lago Titicaca? Deliberadamente hasta ahora no he querido citar a ningún autor del siglo XVIII. a Fray Antonio de la Calancha, quien copia a Ramos en lo que se refiere a Copacabana y las islas del Lago, pero en cuanto a la historia de Viracocha, él sigue una autoridad muy posterior al Licenciado Polo de Ondegardo, quien vino al Perú antes del año 1544 y escribió sus varias relaciones y memorias entre 1550 y 1575 57 . Calancha dice:

"Al uno llamaron Tunupa, que quiere decir gran sabio, señor y creador 58 . Y al otro Taapac, que significa el hijo del creador". En esto se funda en la autoridad de Ramos, negando que Tunupa era idéntico con Viracocha 59 . Luego entra en la relación de los viajes de Tunupa que sale del Brasil, va de ahí a través del sur de Bolivia, donde encuentra las huellas de su paso 60 , y le hacen peregrinar por gran parte de la América Meridional. Pero Calancha a su vez asienta que el segundo de estos misteriosos viajantes (Taapac) es aquél del cual más se habla en Bolivia 61 . La muerte de Taapac es atribuida por él a los indios de las orillas del Titicaca, donde, dice, el cuerpo fue colocado en una balsa, "y las tranquilas aguas haciendo las veces de remo, los céfiros sirviendo de piloto… el cuerpo navegó con tal velocidad que quedaron absortos y, poseídos de temor aquellos mismos que le habían matado sin piedad…"

La balsa con el precioso tesoro (el cuerpo de Taapac) llegó a la playa de Cachamarca, donde está el Desaguadero. Es cosa averiguada en las tradiciones de los indios que la misma balsa, abriéndose paso por tierra, formó el Desaguadero; por cuanto no lo tenía antes, y desde entonces "él corre y sobre las aguas cuyo curso dirigió el santo cuerpo se fue hasta el pueblo de Aullagas, muchas leguas distante de Chuchuito y el Titicaca en dirección de la costa de Arica y Chile. etc" 62 .

Es positivo que, desde algo menos de dos décadas después de la conquista hasta el posterior siglo, dichos escritores -sacerdotes, funcionarios civiles españoles, militares y viajerosque se impusieron la tarea de transmitir las tradiciones indias, aseveran uniformemente que la tradición de Viracocha y Tonapa es de origen indígena primitivo.

A esto, cual se ha dicho, hay que oponer serias objeciones y bastante se ha agregado en el transcurso del tiempo; además, como lo hemos asentado, la tradición ha tomado tales raíces que lo inventado en su totalidad dentro de los veinte años después de la conquista con el propósito de halagar a los cristianos apenas puede ser admisible. Agréguese que el supuesto martirologio de Tonapa no merecía el mayor crédito de parte de los indios, aunque éstos hayan sido los inventores, una vez cristianizados, con el fin de echar un baldón sobre aquellos que todavía eran recalcitrantes.

Someto estos datos sin emitir una opinión. Si ulterior indagación pudiera anotar que tales tradiciones son espurias, ello despojaría a la antigua historia del Perú de un serio tropiezo y presentaría en todo su valor las tradiciones indias bajo una nueva luz. Por otra parte, si la historia probara que ambas cosas son auténticas y positivas, lo que puede ser determinado únicamente por posteriores investigaciones en una y otra parte del Atlántico, cuánto se ganaría en materia de los conocimientos tocantes a los tiempos precolombinos en América.
Respecto a los mitos y tradiciones concernientes a la isla Titicaca, no se puede alcanzar al presente conclusión alguna, sea negativa o afirmativa. Entre los anhelos que se desean, diremos que éstos son:

1. Más pruebas adicionales tocantes a la cruz de Carabuco.
2. El examen detenido de la cruz, de su madera y fabricación y de sus clavos de cobre y fajas.
3. Investigación entre los indios de Carabuco y esa comarca respecto a los recuerdos sobre el origen y descubrimiento de la reliquia.
4. Pesquisa entre los indios, tanto quichuas como aymaras, sobre las tradiciones de Viracocha y Tonopa.
5. Estudio de los documentos aún puestos de lado, escritos e impresos, para una posible nueva información. Tal examen no podría revelar algo de nuevo, pera en esto, así como de cualquiera otra investigación, un testimonio negativo tendría un carácter tan importante como el positivo.



Notas al Pie

1 Se trata de 30 pinturas en forma de óvalos con textos en la parte inferior. Tanto las pinturas como los textos se refieren al apóstol y su cruz, sus seguidores indígenas y los milagros de la cruz. Sin embargo, Bandelier se equivoca al decir que eran solo dos cuadros. En total son 4 lienzos, dos grandes, "El infierno" y el "Juicio", y dos más pequeños, el "Purgatorio" y la "Gloria".

2 Vol. N° 5. Oct-Dic. de 1904.

3 "Discurso de mi viaje (1600)". In Barcia "Historiadores primitivos de Indias". Vol III, fol 14.

4 "Voyage aux Index orientales et occidentales…". 1606. Este viajero llega a Lima en 1600. El 15 de julio del mismo año emprende viaje a Potosí y de paso es probable que haya visitado Carabuco, pero se presume que Cristóbal Jaque obtuvo el informe sobre la cruz de algún español afincado en Carabuco. Este viajero inexplicablemente confunde el nombre del prelado Ramírez y el lugar de su residencia. Afirma que se trata de Don Alonso Ramírez de Segura, obispo del Cuzco. Lo correcto debe ser Alonso Ramírez de Vergara, por entonces obispo de La Plata, Chuquisaca, cuyo período episcopal fue de 1594 a 1601 (Claros, 1986:53, t. II).

5 Cito de la tradición francesa en los Archives des Voyages, bajo el título de Voyage aux lndes orientales et occidentales, dans le quel on raconnte le voyage que les Espagnoles qui résident aux Philippines du Ponent firent au royaume de Cambodge, et ce qui leur arrive dans ce pays ainsi que dans la Cochinchine, avec une description des forteresses que les Portuguais posedent dans L'Inde, la Perse, L'Arabie et L' Ethiopie Occidentales, por Chiristobal de Jaque de los Ríos de Mancaned natif de Ciudad Rodrigo, ecrit en 1606. La identidad del autor está plenamente comprobada en otras fuentes. Dejó Lima para ir a Bolivia (Potosí) en julio 15 de 1600 (p. 342). Es raro que Jaque, que en lo posterior se casó en Bolivia (p. 344), llame al Obispo Ramírez "Segura" y le haga Obispo del Cuzco en vez de Charcas. La fecha de 1592, por lo tanto, es la menos dudosa.

6 En mis traducciones de Salcamayhua sigo religiosamente el texto. Escribe él como puede hacerlo un indio de los altiplanos del Perú y Bolivia; su ortografía es más que grotesca, y el estilo ha menester especial conocimiento del español del indio de tales regiones. Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú (p. 238). Este varón dicen que, andando predicando, llegó a los Andes de Caravaya, y en ella hizo una cruz muy grande, y los trajo por sus ombros, asta ponerles en un cerro de Carapucu, en donde les predicó dando, grandes bozes, echando lágrimas".

7 He tenido con frecuencia oportunidad de tratar a estas parcialidades o agrupaciones que desempeñan parte muy importante en la organización de los indios y que existen en el día presente.

8 Historia del célebre y milagroso Santuario de la insigne Imagen de Nuestra Señora de Copacabana (Lima, 1621; lib. 1, cap. IX).

9 Ramos. Historia de Copacabana (edición de 1860, p. 56) "El celoso Sacerdote la armó con gran devoción y la colocó en una capilla, donde por muchos años fue frecuentada, cortando los devotos sus astillas de aquel santo madero como se sacan y veneran las partículas de la verdadera cruz". También Pérez de Castro, Discurso, etc., folio 14".

10 Historia de Copacabana (lib. 1. Cap.39. p.57)

11 Idem (p.60) Los indios entrados en años no siempre están informados ni tampoco siempre puede dárseles crédito, al contraroi, ellos son engañosos con astucia, especialmente ellos pertenecen al gremio de los curanderos.

12 Fray Juan Melendez. Tesoros verdaderos de las Indias. Historia verdadera de la Provincia de San Juan Bautista del orden de Predicadores. (Roma, 1681 vol I., p-620).
"Tuvimos (como hemos dicho) encuentros en esta Provincia de Chucuyto, en Luli, en Copacabana, y en los demás pueblos Vicarias, hasta el año de 1569, en que despojados nuestros frayles de toda la Prouicia, sucedió todo aquel cuento que ya dexamos escrito del Virrey Don Francisco de Toledo y el modo, y los motivos que tuvimos para boluer al pueblo de Pomata". No parece que los dominicos extendieran sus casas al oriente del Lago Titicaca (p. 399). En el año 1565 tenía la Orden asignada al convento de San Pedro Mártir de Juli, doce Religiosos Dominicanos• (p. 411) Aceptaron la Vicaria y Casa de santo Domingo del Pueblo de Acora en la Provincia de Chucuyto (en el capítulo de 1565), la de Panamá, la de Ylaui, la de Zepita, la de Yunguyo, la de Copacabana en la misma prouincia de Chucuyto (p.444-446). Mientras los jesuitas poco después consiguieron a Juli y los Agustinos a Copacabana. Los otros pueblos recibieron Clérigos seglares".

13 En Bolivia cada fiesta termina en pelea. Tal fue el caso antes y después de la conquista, sin que toda reunión en una fiesta de cualquiera clase se verificara sin degenerar en repugnante orgía. Y la cosa es tan comprobada que ni es menester recurrir a pruebas ducumentarias.

14 Vovage aux Indes orientales et occidentales. (pp. 342343). Se presume que recogió sus informes en Copacabana.

15 Enrique Torres Saldamando. Los antiguos Jesuitas del Perú. (Lima, 1882, p.2). "Llegó a Lima en Abril 27. 1569, y al Cuzco en 1571, donde permaneció como visitador hasta 1576. Visitó casi todo el Perú y Bolivia llenando funciones de la orden. En 1577 (p. 6) estuvo a cargo de la reducción de Juli, una de las más importantes de la orilla occidental del Lago Titicaca. Desde 1576 hasta 1580 fue provincial de los jesuitas.

16 Oliva estuvo en el Perú desde 1597 hasta su muerte en 1642. Visitó la orilla occidental del lago y la parte central de Bolivia.

17 El Padre Bernabé Cobo llegó a Lima en 1590 (Antiguos jesuitas, etc. p. 93). En 1615 fue a Juli y visitó la parte central de Bolivia y La Paz, hasta 1618. Hay varias obras debidas a su pluma que permanecen inéditas.

18/ La fecha de esta relación (Relación de las costumbres antiguas de los naturales del Pirú, publicada en Madrid en 1879) no es conocida, pero ella fue escrita sea al final del siglo XVII o en las dos primeras décadas del siglo XVIII.

19 Acosta partió del Perú para Europa en 1585 (Antiguos Jesuitas, p. 10).

20 Es curioso que el origen de la imagen de la Virgen de Copacabana se halle vinculado a una pelea entre las dos comunidades de Anansaya y Hurinsaya. Las dos parcialidades en Copacabana riñeron respecto al establecimiento de una cofradía o hermandad, estando la primera en favor de poner a ésta bajo la protección de nuestra Señora de la Candelaria, y la otra de San Sebastián. El indio Francisco Titu Yupanqui, de Copacabana, a instancia del cacique de los Anansaya, dio comienzo a la obra de la imagen; en junio de 1582 (Ramos, Historia de Copacabana, edición de 1860, pp. 65-66). Ella fue instalada en la iglesia de Copacabana el dos de febrero de 1583, y su fama se difundió rápidamente. La parroquia estuvo entonces a cargo de sacerdotes seglares. La parroquia estuvo entonces a cargo de sacerdotes seglares. La naturaleza de la reyerta, entre tanto, fue enteramente diferente en los dos lugares, y parece que no hubo relación entre ambas. Que el motivo de la pelea hubiese sido de carácter religioso, ello es natural, siendo la fiesta de doble aspecto, sirviendo la celebración del Corpus Christi de velo para una antigua fiesta que más o menos coincidía con la otra. Ramos, (Historia, p. 56 dice que era el "Inti Raymi''. La carta pastoral de Exortación e Instrucción contra las Idolatrías, etc. (1649. fol. 43) marca claramente que la fiesta de Corpus Christi coincidía casi con la fiesta tradicional del Oncoy-Mita, cuando las Pléyades hacen su primera aparición. Parece que el Inti-Raymi era el antiguo nombre del período lunar que aproximadamente corresponde a nuestros meses de Mayo o Junio (véase Velasco, Historia de Quito). Esto está corroborado por Cristóbal de Molina. (Las fábulas y ritos de los Incas, traducidos por Markham. Hakluyt Society, 1873. p. 16) "Comenzaban a contar el año a mediados de Mayo, días más días menos, en el primer día de la Luna, cuyo mes, siendo el primero de su año, era llamado Hauca y Liusque, y en él celebraban las siguientes ceremonias, llamadas lnti-Raimi, o las fiestas del Sol". Por lo tanto, Ramos tenía algún fundamento para su aseveración. También puede ser que la fiesta tuviera un nombre distinto en las varias partes del Perú.

21 La primera visita al lago se verificó probablemente en 1538 o a comienzos de 1539. La fiesta no es cierta, pero ello no debe haber sido después de 1539, ni antes de 1538, a menos que Almagro pasara hacia el 1535.

22 En concomitancia a esto, haré mención de la relación de referencia por lo nuevos indios de México, como si fuera una tradición antigua. Compárese mi escrito "El Montezuma de los Indios del Pueblo", American Anthropologist, Oct, 1892.

23 Suma y Narraciones de los Incas que los indios llamaron Capaccuna, etc. (1551, publicada en Madrid, 1880; cap. II, p. 7): "Que preguntando a los indios que tenía este Viracocha cuando ansí le vieron los antiguos, según que de ellos tenía noticia, y dijéronme que era un hombre alto de cuerpo y que tenía una vestidura blanca que le daba hasta los pies, y questa vestidura traía ceñida; é que traía el cabello corto y una corona hecha en la cabeza a manera de sacerdote; y que andaba destocado, y que traía en las manos cierta cosa que á ellos les parece el día de hoy como estos breviarios que los sacerdotes traían en las manos. Y esta es la razón que yo desto tuve, según que los indios me dijeron. Y pregúnteles como se Ilamaba aquella persona en cuyo lugar aquella piedra era puesta, y dijéronme que se llamaba Con Tici Viracocha Pachayanchacic, que quiere decir en su lengua "Dios Hacedor del Mundo". Esta historia fue referida á Betanzos en Cacha, a las cinco leguas al norte de Sicuani en el camino al Cuzco, donde aún se ven interesantes ruinas de arquitectura incaica. Háblase allí el idioma quichua, y hay probabilidad que en este tiempo acaso la lengua fuera una mezcla de quichua y aymara. En todo caso, ellos moraban en los confines del Collao donde se habla el aymara, y no es improbable que ellos hubieran oído la tradición de los Collas. Además, las "gentes de Cacha aseguraron á Betanzos que era una tradición local y que hallábase relacionada con fenómenos volcánicos, cuyos vestigios aún se ven patentemente en el día, Betanzos dice (pp. 5 y 6): "Y viendo esta admiración llamé en este pueblo de Chaca á principales más ancianos é preguntéles que hobiese sido aquello de aquel cerro quemado, y ellos me dijeron esto que habéis oído. Y la guaca de este viracocha ésta en derecho desta quemadura un tiro de piedra della, en un llano y de la otra parte de un arroyo que está entre esta quemadura y la guaca". Esta es una muy buena descripción de la corriente de la lava al frente de las ruinas de eso que en el día de hoy se llama el "Templo de Viracocha'', en Rayti (cerca de Cacha), que visitamos en 1894. El misterioso personaje relacionado con dicha erupción vino (según las aseveraciones de los Canas) de Bolivia (cap. I, p. 1): "Y en estos tiempos que la tierra era toda noche, dicen que salió de una laguna que es en esta tierra del Perú en la provincia que dicen de Collasuyo, un señor que llamaron Con Tici Viracocha". Según nota del pié de Don Marcos Jiménez de la Espada (p. 1) el manuscrito original dice Con Tici Viracocha, por el cual ha sustituido. Es una cuestión si Tici no es el sentido correcto. Si Viracocha salió del Lago Titicaca, el cambio hecho por Espada no estaría justificado. Sea lo que fuese la tradición de Viracocha aparece originariamente haber sido aymara, la cual combinada con su reaparición independientemente entre otras tribus, le daría algún tinte de autenticidad. La relación hecha a Betanzos en Cacha también ha sido repetida a Cieza, si este no la obtuvo directamente de Betanzos (cosa que no es improbable, o al menos de algunos en el Cuzco) Priemra parte de la Crónica del Perú (ed. De Viedma, col , cap. XCVIII, p. 441) Como el mismo lo asienta, Cieza no podía conversar directamente con los indios.

24 Suma y narraciones …… "Y como llegase a la provincia de Puerto Viejo, se juntó allí con los suyos que ante él enviaba de la manera ya dicha, donde como allí se juntasen se metió por la mar juntamente con ellos, por do dicen que andaba él y Ios suyos por el agua ansí como si anduvieran por tierra".

25 Idem. p. 5.

26 Los indios conocían el hábito característico de los dominicos por lo menos en 1533.

27 Véase la nota 23.

28 Esto mismo está indicado por Cieza. Segunda parte de la Crónica (p. 5). El no creía que tal personage hubiera sido un misionero cristiano (p. 9), pero repite la tradición de su llegada a la costa y su desaparición en las aguas del océano (p. 8) "Y sobre esta materia dicen más, que siendo de allí, fue hasta llegar a la costa de la mar, donde, tendiendo su manto, se fue por entre sus ondas, y que nunca jamás pareció ni le vieron, y como se fue, le pusieron por nombre Viracocha, que quiere decir espuma de la mar'', Cieza bebió sus informaciones en Cacha en 1549, esto es, diez y seis años después de la ocupación del Cuzco por los españoles. Betanzos conoció esa historia pocos años antes, de suerte que la tradición de Viracocha fue conocida por los españoles acaso dentro de la década de su primera llegada.

29 Segunda Parte (p. 6): "Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracocha, aunque en la provincia del Collao ie llaman Tuapaca, y en otros lugares della Arnaun".

30 Primera parte de la Crónica (cap. LXXXVII, p. 434): "Preguntando a los indios comarcanos quien hizo aquella antigualla, responden que otras gentes barbudas y blancas como nosotros, los cuales muchos tiempos antes que los ingas reinasen, dicen que vinieron a estas partes y hicieron allí su morada". Hay otra mención de la tradición en la Descripción de la Tierra del Repartimiento de los Rucanas Antamarcas y de la Corona Real. Jurisdicción de la Ciudad de Guamanga (1586, en las Relaciones Geográficas de Indias, vol. II. p. 210): "par 21 Respóndese al capítulo veinte y uno, que junto al pueblo de la Vera Cruz de Cauana está un pueblo derribado, al parecer antiquísima cosa. Tiene paredes de piedra labrada, aunque la obra tosca; las portadas de las casas, algunas de ellas algo de dos varas en alto, y los umbrales de piedra muy grandes; y hay señales de calles. Dicen los indios viejos, que tienen noticias de sus antepasados de oídas, que en tiempos antiquísimos, antes que los Ingas los señoreasen, vino á esta tierra otra gente á quien llamaron Viracochas, y no mucha cantidad, y que á estos los seguían los indios viniendo tras ellos oyendo su palabra, y dicen ahora los indios que debían ser santos. A éstos les hacían caminos, que hoy día son vistos tan anchos como una calle de una parte y de otra paredes bajas, y en las dormidas les hacían casas que hasta hoy memoria dellas, y para esta gente dicen que se hizo este pueblo dicho, y algunos indios se acuerdan de haber visto en este pueblo antiguo algunas sepulturas con huesos, hechas de piedras cuadradas y enlucidas por dentro con tierra blanca, y al presente no parecen hueso ni calavera destos".

31 Primera Parte, p. 446.

32 Idem. (p. 443); Segunda Parte (p. 4): "También cuentan lo que yo tengo escrito en la primera parte, que en la isla del Titicaca, en los siglos pasados hobo unas gentes barbadas, blancas como nosotros, y que saliendo de Coquimbo un capitán que habia por nombre Cari, allegó a donde agora es Chucuito, de donde, después de haber hecho algunas nuevas poblaciones pasó con su gente a la isla y dio tal guerra a esta gente que digo, que los mató á todos. Chiriguana, gobernador de aquellos pueblos, que son del Emperador, me contó lo que tengo escripto". Esto fue comunicado a Cieza por un aymara en 1549.

33 Las Fábulas y Ritos de los Incas (traducido por Markham. pp. 6-8). Hace mención de Viracocha, pero como una deidad, y dice que tuvo dos hijos, uno de los cuales se llamaba Tocapo Viracocha. Estos hijos "se fueron hasta llegar a la mar, de donde se subieron al cielo, después de haber cumplido cuanto tenían que hacer en este mundo". Ello recuerda la desaparición de Viracocha en la Costa del Ecuador, cual lo refieren Betanzos y Cieza.

34 Miscelánea Antártica, (M. S. Segunda Parte. Cap. 19, fol.258): "Que los indios antiguos dan para tenerla por las antiguas tradiciones de sus mayores... y la misma razón can los de Chile señalando su venida de acia el estrecho aquien llamamos de Magallanes". Idem Tercera Parte, cap. 6, fol. 333: "Porque también dicen que a pocos años después (la muerte de Cristo) fueron muertos en las partes superiores desde Pírú ciertos varones de aspecto y presencia venerable, barba larga, vestido onesto",etc.La nota siguiente se refiere á semejante tradición de Huamachuco,la cual puede ser la misma que la relata Balboa. Aunque los Jesuitas no hacen mención alguna de la Cruz de Carabuco, uno de ellos, el Padre Anello Oliva, se refiere a la tradición de Tonapa en su Historia del Perú y Varones insignes en Santidad de la Compañía de Jesús, de 1631 (Lima. s. f. pero de 1S93, poco más o menos, p. 127): "Confírmase este conocimiento con una larga y gran tradición que tienen los naturales desta tierra que vino á ella un hombre con barbas (conocido por estas señas por no tener los indios ningunas) y el cabello crespo, los ojos carcos de buena estatura, vestido de una camiseta morada y una manta carmesí, y que saliendo de la mar auía predicado a la gente de la costa que no adorasen al Sol, Luna ni otras cosas… sino á Pachacamac, que era el Todopoderoso. Mas porque predicó que el Pachacamac teniendo un hijo se lo auian muerto los hombres y que assi lo auia querido su padre por amor de los mismos hombres, le apedrearon y aún le quisieron matar, y dicen se fue hundiendo aunque pareció en el pueblo de Hilavaya donde predicó lo mismo y por esta razón también le quisieron matar y de hecho le echaron al mar... (p. 128): y que tercera vez el mismo después de lo sucedido auia parecido en Copacauana al famoso templo del Sol que tengo contado estaba en la Isla de Titicaca y que predicando lo mismo que otras veces quisieron también matarle sacrificándole al Sol lo cual porque no faltaron algunos que lo contradixessen tomaron resolución de quitalle la vida de tal suerte que no quedasse memoria del y que lleuandole muerto á una isla despoblada de la propia laguna en una canoa se hundió la canoa con la gente que la llebaba y el cuerpo de manera que nunca más pareció". Esta tradición obtúvola de cierto Catari de Cochabamba en el centro de Bolivia. Ella consigna que la tradición de un hombre blanco y barbado era corriente entre los indios de la costa del Perú. Oliva no es una autoridad que merezca mucha confianza por cuanto no ejerce un criterio sagaz en las narraciones que recogiera pero tampoco las inventa. Hilabaya o Ilavaya es un pueblo próximo a Sorata, del cual Carabuco distará menos de dos días de viaje.

35 Los agustinos llegaron al Perú en 1550. Su primera tentativa de conversión entre los indios fue en Huarochiri, pero luego tuvieron que abandonar ese lugar con motivo de la venida de los rebeldes al mando de Francisco Hernández Girón. Esto fue en 1552 o 1553. La misión de Huamachuco probablemente comenzó en 1554, cual se asienta en la Relación de la Religión y Ritos del Perú, hecha por los primeros Religiosos Agustinos que allí pasaron para la conversión de los Naturales (Documentos inéditos de Indias, vol. III, p. 11): "En este tiempo se retiró el dicho Francisco Hernández con su exército, y fue hasta Pucara, donde fue del todo desbaratado, y así los religiosos tornaron a su obra y enviaron á otros dos a la provincia de Guamachuco, que fueron el padre Fr. Juan de San Pedro y Fr. Juan de Canto...". La acción de Pucara ocurrió en octubre 8, 1554. Carta de los Oydores que fueron con el ejército real en persecución de Franco Hernández, a la Audiencia de Panamá, Cuzco, Nov. 5. 1554: Bravo de Saravia, Carta a la Audiencia de Panamá. Enero 12, 1555 (Doc. inéd. de Indias. vol. III. pp. 314-317). La fecha de la relación generalmente se da como de 1555, según Ternaux Compans (Recueil de Documents et Mémoires originaux sur l' Historire des Posessions espagnoles en Amérique, 1840, p. 83, nota), aunque ella es posterior a 1560. (Relación de la Religión, etc., p. 55).

36 Relación (p. 22). Allí se recuerda la obra que se dice hicieron los Viracochas en la provincia de Guamanga. Véase la nota 30.

37 Relación (p. 24). "Y dicen los indios que aquel Viracocha les quería hacer cristianos y lo echaron de la tierra".

38 Ut Supra: "De aquí verá V.S. como sin duda por aquella tierra muchos años antes había memoria de cristianos y se había predicado el Santo Evangelio, porque por los indios es muy común, y allá en el Collao se halló una estatua de piedra en un lugar que no me acuerdo del nombre, questo muy público es, como Apóstol y con su corona y axotas (ojotassandalias) como acá los pintan". La estatua aquí mencionada es probablemente la piedra esculpida que se dice existe o entonces existía en Cacha, lugar al cual, se dice como se relacionaba directamente la tradición de Viracocha. Betanzos la describe en nota anterior (Suma y Narración, p. 6) como sigue: "En la cual guaca pusieron un bulto de piedra grande de casi cinco varas en largo y de ancho una vara o poco menos, en memoria de ese Viracocha y de aquello allí subsedido, lo cual dicen estar esta guaca desde su antigüedad hasta hoy". Mucho más positivas son las afirmaciones de Cieza (Segunda Parte, p. 9, cap. V ): "Yo pasando por aquella provincia fui a ver este ídolo, porque los españoles publican y afirman que podría ser algún apóstol, y aún á muchos oí decir que tenía cuentas en las manos, lo cual es burla, si yo no tenía los ojos ciegos, porque aunque mucho lo miré, no pude ver tal ni más que tenía puestas las manos encima de los cuadriles, enroscados los brazos, y por la cintura señales que debían significar como que la ropa que tenía se prendía con botones". La creencia de los españoles de que esta estatua representaba algún Apóstol explica las aseveraciones de los agustinos.

39 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua, autor de la Relación de Antigüedades deste Reyno del Pirú, citada en las anteriores notas, era natural de la provincia de Orcosuyo, por ende vecino quechua de los aymaras. Hacegala de fe cristiana y receló mucho que obraba a causa de la severa investigación que entonces se ejercía respecto a las prácticas idolátricas; pues él escribió hacia 1631 (según Jiménez de la Espada), cuando Arriaga y el P. Terhuel llevaban a cabo su famosa pesquiza oficial. Su libro fue publicado por Jiménez de la Espada en Tres Relaciones de Antigüedades peruanas, 1879, y asimismo hay una versión de Markham. Yo me refiero al original español. Espada ha puesto esmero en conservar el estilo y la ortografía del autor (p. 234) "Digo que hemos oydo siendo niño noticias antiquísimas y las ystorias, barbarismos y fábulas del tiempo de las gentilidades, que es como se sigue, que entre los naturales á las cosas de los tiempos pasados siempre los suelen parlar", etc. El vocablo parlar es hoy usado por el aymara boliviano en vez de "hablar" y considerándolo como legitima aymara. No encuentro esto en ningún vocabulario de la lengua. La extremada devoción a la fe cristiana de que Salcamayhua se jacta hace que la pureza de sus recuerdos tradicionales sea algo sospechosa. Entre tanto, el fondo se halla tan conforme con Betanzos y Cieza, que tales recuerdos o fueron tomados de los escritos de éstos, o eran tradiciones originales conservadas entre los indios de dicha comarca, embellecidos por supuesto, en este tiempo y con otras galas de su cosecha. Acaso no pudo consultar el manuscrito de Betazos o la segunda parte de Cieza, y el libro de Ramos fue dado a la estampa después que él escribió su Relación. Véase nota 53.

40 Relación (p. 236): "Los yndios de aquel tiempo dizen que suelen burlar deziendo tan parlero hombre, aunque los predicaua siempre, no fueron oydos, porqué los naturales de aquel tiempo no hezieron caudal ni casso del hombre. Pues se llamó a este marón", etc. Se siguen los nombres dados en el texto. En la misma página hay agregadas dos designaciones más en quichua, pero no me atrevo a dar el significado.

41 Idem: "An llegado á estas provincias y reinos de Tabantinsuyu un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos largos y con camissas algo largas, y dizen que era ya hombre passado más que de moco que trayeya las canas, hera flaco el qual andaua con su bordón, y era que enseñaba a los naturales con gran amor, llamándolos á todos hijos y hijas, el cual no fueron oydos ni hecho casso de los naturales, y como andaua por todas las provincias an hecho muchos milagros. etc. Visibles, solamente con tocar a los enfermos los sanaba, el qual no trayera enteres ninguno ni trayera hatos, el qual dizen que todas las lenguas hablaua mejor que los naturales, y le nombrauan, etc".

42 Idem, nota 3.

43 (p. 237): "Los viejos modernos del tiempo de mi padre, don Diego Felipe, suelen decir que casi era lo mandamiento de Dios, principalmente los siete preceptos; no les faltaua solamente nombre de Dios nuestro Señor, y de su hijo Jesucristo nuestro señor les faltaua, que es público notorio entre los viejos; y las penas eran graues, para los que quebrantauan". Este pasaje está precedido por uno que, si es genuina tradición de los tiempos precolombinos, no carece de interés. Dice que Tonopa llegó hasta un pueblo llamado Apotambo (no está precisado si este es el nombre del lugar o el de su jefe de él), cuyo jefe le recibió bien, pero sus gentes le escucharon sólo a ocultas de su jefe. y a esos les dio un pedazo de su borbón y talló en el marcas que correspondían a cada una de las partes de sus dichos. Bastones con incisiones o tajaduras se usaban y aún se usan entre los indios del Perú y en otras partes, a veces sustituyendo los cordeles anudados (quipus), y tal costumbre es a no dudarlo una supervivencia de tiempos anteriores a la conquista. El pasaje se lee como sigue (p. 237): "De modo que en un palo les recibieron lo que les predicaua, señalándoles y rayándoles cada capítulos de los rrazones".

44 (238). La primera parte del parágrafo ha sido citada en mi texto, por lo tanto lo consigno aquí en el original español: "Este barón, dizen que andando predicando, llegó a los Andes de Carabaya, y en ella hizo una cruz muy grande, y los trajo por sus ombros, asta ponerles en un cerro de Carapucu, en donde les predicó dando grandes bozes echando lágrimas. Y en ella, una hija de un cazique de aquella provincia, dizen que fueron echados en la cabeza con agua, y los indios, biendo aquella manera, se entendieron que lababa la cabeza y asi lo tresquiló después que fue preso Tunapa a buen recaudo, junto en la laguna grande de Carapuco. Carapuco quiere decir quando cantan cuatro bezes muy á a la madrugada un abe llamada Pucupucu. Dizen que al amanecer entraron á Tunapa do estaba preso un mancebo muy ermozo, y los auia dicho: 'no tengas pena, que ya vengo a llamarlos en nombre la matrona que os está aguardando solo, el cual para irse al lugar de hulguras'. Y diziendo ansí, dizen que tocándole con los dedos á los cordeles questaban atados de los cuatro brazos, manos y piez; y en ella dizen que abia mucho gente de guardia que estaban ya sentenciado el dicho Tunupa á muerte cruel. Como digo, que al amanecer, como a las cinco oras de la mañana, entraron en la laguna juntamente con el dicho mancebo, tendiéndoles sobre el agua la manta que traía, el cual manta ciruio en lugar de balza, de cuya llegada en el dicho pueblo de Carapuco y la provincia della alternaron los curacas y principales della". Tres puntos requieren ser considerados en estos hechos. Primero, el corte del cabello de la muchacha después que fue bautizada, lo que muestra que ella era muy joven, de suerte que según la costumbre aymara, aún hoy día observada, ella todavía no había sido lavada, acto de limpieza que solo se ejecutó después de la rajadura. Segundo, la creencia en el ave cuyo canto al despertar la aurora pronosticaba malandanzas; ello es también en el día presente una superstición aymara. Tercero, el plantamiento de la cruz en una altura próxima de Carabuco, cosa asimismo narrada por Cristóbal de Jaque (Voyage, etc. p. 342).

45 Idem: "Dicen que el dicho Tonapa, después de haberse ya librado de las manos de aquellos bárbaros, estuvo buen rato encima de una peña llamada Titicaca", posiblemente llamada Titikala, la llamada peña sagrada en la isla.

46 Es la misma tradición que la de Viracocha narrada por Betanzos y Cieza, Suma y Narración (p.2) "Sagrada Parte de la Crónica (p. 7). Es menester también tomar nota que Cieza menciona un segundo personaje parecido al Viracocha que vino después: "Sin esto, dicen que, pasados algunos tiempos, volvieron á ver a otro hombre semejante al que está dicho el nombre del cual no cuentan: y que oyeron a sus antepasados por muy cierto, que por donde quiera que llegara y hobiese enfermos, los sanaba, y a los ciegos con solamente palabras vista les daba; por las cuales obras tan buenas y provechosas era de todos muy amado; y desta manera, obrando con su palabra grandes cosas, llegó á la provincia de los Canas, en la cual, junto á un pueblo que ha por nombre Cacha", etc. El texto de Salcamayhua (p. 239) es como sigue: "Y como se partió de aquel lugar, toda la gente questauan baylando se quedo hechas piedras, combertiéndose, que hasta el día de hoy se hecha de ber. Remitió á los que han pasado por allí".

47 (p. 240): "Dizen quel dicho Tunupa pasó siguiendo al rrio de Chacamarca, hasta topar en la mar. Entiendo que pasó por el estrecho hacia la otra mar. Esto an averiguado por aquellos ingas antiquísimos". Hay que observar que él siempre insiste en que obtuvo sus informaciones de fuentes genuinas incaicas.

48 (p.261): "En este tiempo dicen que se acordó de yr en busca del lugar a dó el barón Ttonopa abia llgpado, llamado Titicaca, y de allí dizen que las truxo agua para ongir con ella año nuevo infante Ingaruca diciendo muchas alabanzas de Ttonopa y aún dicen que en aquel manantial que está encima de las peñas biuas como en una taca, estaua el agua llamado Capachana Quispisutoc Vno; y después dicen que otros ynagas suelen mandar traer un pomo llamado Coriccacca, y los ponía ante ssí, para que estuviera en medio de la plaza del Cuzco, llamado Haocaypata Cucipata, alabando e! agyia tocada de Ttonopa". No me ha sido posible encontrar otras referencias sobre tal costumbre del Inca, y inclinóme a creer que Salcamayhua fue engañado por sus informantes o extremó su celo religioso más allá de los límites marcados á la historia india.

49 Idem: "Y en este tiempo dicen los curacas de Asillo y Hururu les contó al ynga que como antiguamente, abia llegado un pobre viejo flaco, barbudo y con cabellos como mujeres, y camisa larga y gran consejador en acto público á toda la república, y les dezia que el hombre se llamaba Tonopa Vihinquira, el cual dizen que en la lengua de esta provincia hablaua mejor y que los había desterrado á todos los ydolos, y ajines de los demás Hoppiñonos, á los serros nibados, donde jamás los hombres los llegauan, que son Iboques o Quenamaris. Y tras desto dizen que todos los curacas y sus historiadores de lo orejones les dixieron lo mismo que habían desterrado ese mismo Ttonopa á todos guacas y ydolos á los serreros de Aosancta y Quiyancata y Sallcantay y á Pitosiray". Asillo, así como Orurillo (Hururo), está en las cercanías de Azángaro, á donde fue el indio que en Keara primeramente nos refirió la tradición de Juan Rubio. Parece, pues, que dicha tradición es la misma que la de Tonapa y que ella está generalizada en Azángaró hacía tres siglos

50 Idem: "Y como cada provincia de los curacas de Tauantinsuyo estauan en la plaza de Huacaypata, todos en sus lugares y asientos dizen que los Guacas y Chinchasuyos los dixeron que el Ttonapa Varivillca abia también estado en su tierra, y que Ios habia hecho una casilla para su morada, y que en el entretanto los habían desterrado a todos los uacas y ydolos y apiñuños de las provincias de Hatunsaussaguanca, haciendo grandísimas burlas y vitupedios; de modo el dicho Ttonapa Varivillca los habia desterrado,hechándoles a todos los uacas a los serrons nibados y carámbanos,como en Pariaca y Uallollo. Pariaca y Guallollo son dos cerros de le comarca de los Yauyos, al este de Lima. La Descripción y Relación de la Provincia de los Yauyos toda, Anan Yauyos y Lorin Yauyos, hecha por Diego Dávila Brizeño, corregidor de Guarochocheri, 1865 (sic) (Relaciones geográficas, vol. 1, p. 2) trae la tradición de una guerra entre ambos cerros que al parecer recuerda algún disturbio orgánico de los tiempos precolombinos. El Padre Francisco de Ávila, Cura de San Damián en la provincia de Huarocheri (anexas de Yauyos), en su Relación de los Errores, Falsos Dioses y otras Supersticiones y ritos diabólicos en que los indios de las provincias de Huarochiri Mama y Chaclla Vivían en la Antigüedad, etc. (traducido por Markham en Narraciones de los Ritos y Leyes de los lncas. Soc. Hakluy 1873 Cap. I p. 123) menciona también esta guerra. Refiere asimismo (p. 124 y sigs.) la historia del ídolo Coniraya que recuerda la tradición de Tonapa, porque allí dice: "Dicen que en tiempos remotos el Coniraya Uiracocha se apareció en la forma y traje de un indio muy pobre vestido de harapos, de suerte que aquellos que no sabían quién era é le despreciaban y le llamaban vil piojoso. Dicen que él era el Creador de todas las cosas: y que á su palabra y mandatos hacia que los llanos y campos se formaron en las faldas escarpadas de los cerros, y que los muros de contención se levantaran para sostenerlos. Él también hizo que corrieran los canales de irrigación con solo clavar en el suelo un carrizo, cual lo llamamos en España, y fuese en varias direcciones, arreglando todo. Su gran ciencia hacía que pudiera inventar chascos y engaños tocante las huacas e ídolos en los pueblos que visitaba". Luego prosigue con la narración como se hacía a una mujer preñada llamada Cavillaca, haciéndola comer una fruta llamada lucma, la cual es muy conocida en el Perú. "Cuando trascurrían los nueve meses ella concebía y llevaba en si un hijo permaneciendo virgen". En seguida tiene alguna semejanza con la historia de Tonapa y de la manera como nació Cristo, representando esto por un indio, según tradición relatada por su tribu hace algunas centurias. La mezcla de las ideas católicas es interesante. En el curso de tres cuartos de siglo esa parte de historia puede haberse difundido por el contacto. Hay que tomar debida nota de los moradores de Huarochiri que elevaban sus preces a Caniraya como al Viracocha (Narraciones, etc. 124): "Es por lo tanto cierto que se le invocaba y reverenciaba casi antes de la llegada de los españoles a estas tierras. Porque cuando los indios le tributaban culto, decían, Coniraya Uiracocha (tal es el nombre que ellos daban, aún dan, a los españoles), tú eres el señor de todo: tuyas son las cosechas y tuyas son todas las gentes! Cuando comenzaban una empresa ardua o difícil, arrojaban un puñado de coca (la muy conocida hoja) al suelo, cual una oblación, y decían: Dime, oh señor Coniraya Uiracocha, qué es lo que debo hacer? La misma costumbre prevalecía entre los tejedores de telas, cuando su obra era penosa y difícil. Esta invocación y costumbre de implorar al ídolo con el nombre de Viracocha a no dudarlo prevaleció mucho antes de que se tuviera noticia de los españoles en el país. No consta si Coniraya o Paricaaca fuera el primero: pero como es más probable que Coniraya fuera el más antiguo, ante todo relataremos su origen e historia. "La manera cómo la mujer Cavillaca llegó a ser madre, recuerda la tradición de Pose yemo entre los Tehuas de Nuevo México, con la diferencia que en la última tradición es el niño el que desempeña el papel más importante, mientras que en Huarochiri madre e hijo son convertidos en piedras en la costa (p. 127), y sólo Coniraya permanece como actor prominente, aunque él también al fin es transformado en peña.

51 Relación, etc. p. 263.

52 Historia de Copacabana, ed. de 1860, cap. 30, p. 69.

53 Véase notas 23, 28 y 39, también Cieza. Segunda parte, p. 6. Tuapaca es probablemente Tarapacá. Es posible que el padre Ramos, antes de escribir su libro Copacabana, o en el tiempo en que la escribiera leyera el libro del dominico Fray Gregorio García. Origen de los Indios del Nuevo Mundo. 1607. Cito la edición de 1729, después de compararla cuidadosamente con la edición princeps (lib. VI. cap. VII. pp. 331-333), en la cual asienta el autor que copia a Betanzos. La llama (al margen), "Historia M. S. de los Incas".

54 Torres Rubio, Arte y Vocabulario de la Lengua Quichua. ed. de 1574, fol. 104, 77.

55 Idem, fol. 95: Bertonio, Vocabulario, I. p. 229.

56 Segunda Parte (p. 10): "Que tanto decir como espuma de la mar: y cuanto es nombre es verdad, porque vira es nombre de manteca y cocha de mar". Agustín de Zárate. Historia del Descubrimiento y Conquista de la Provincia del Perú. ed. de Vedia. vol. II. p. 47. "Que es tanto como espuma o grasa de mar". Zárate publicó su obra en 1555, dos años después de ver la luz la primera parte de la crónica de Cieza.

57 Crónica moralizada del Orden de San Agustín en el Perú, vol. I, 1638. lib. 11, cap. X. p. 366. "Asentado este se conforman los Autores en dezir, que en todas las tierras de Chuiquiago, Chuquisaca, Potosí y sus comarcas donde el licenciado Polo izo la aueriuación, i en las de Chucuito". La relación que escribía Ondegardo sobre los ritos y tradiciones de los indios peruanos existe, en manuscrito, en Lima, nunca fue publicada.

58 Crónica, vol. I., p. 320: "Al uno lo llamaron Tunupa, que quiere decir gran sabio, señor y criador. Y al otro Taapac, que significa el ijo del creador, así lo testifica el Padre fray Alonso Ramos en su Copacavana". Antes dice: "No era él de Viracocha como pretende el Padre fray Gregorio García, que ese dieron al primero que le después del diluvio vino por la parte del Setentrion á poblar este nuevo mundo, con otros que le acompañaron, i andando el tiempo lo adoraron por Dios como lo hemos dicho".

59 Compárese las aserciones de Calancha con Gregorio García. "Origen de los Indios" (reimpreso por Barcia, 1729. lib. V. cap. VII, pp. 330-332).

60 Crónica, 320: "Pues venimos siguiendo á estos dos Predicadores del Evangelio, preguntemos las señas, aspecto, talle y vestido, i el nombre con que les llamavan. En todas las Provincias pasado el Brasil donde llamavan Tome, desde el Paraguay asta Tarija 500 leguas les llamaron Tume, i Tunume como veremos".

61 Véase nota 58.

62 Crónica, vol. 1. p. 338. Calancha merece ser citado sobre todo porque se refiere a Ondegardo.

 

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