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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.24 La Paz jun. 2010

 

Artículos Originales

 

Psicoanálisis y religión. Una lectura de la hoja sagrada de la coca

 

 

María Elena Lora Fuentes

 

 


Resumen:

El artículo relaciona las exploraciones teóricas y prácticas del psicoanálisis occidental como forma de entender la lectura de la hoja de coca. La lectura de la hoja de coca en la cultura andina actual es una práctica vinculada a satisfacer la necesidad de alivio a las presiones sociales y culturales del mundo globalizado, que trata de uniformar las culturas locales y tradicionales.

Palabras clave: Psicoanálisis, práctica ritual, aculturación, globalización pos-modernidad, cultura andina, acullico, lectura de la hoja de coca.


Abstract:

The article relates the theoretical and practical explorations of western psychoanalysis as a way of understanding the reading of coca leaves. In the current Andean culture, reading coca leaves is a practice related to addressing the need of relief to the social and cultural pressures of a globalized world, which is standardizing local and traditional cultures.

Key words: psychoanalysis, ritual practice, aculturation, posmodernism, globalization, andean cultura, “acullico”,


 

 

El inicio del siglo XX fue también el comienzo de una de las revoluciones teóricas más fecundas de la tradición occidental: la obra pionera del psicoanálisis La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud.Representó un punto de inflexión cuyas consecuencias habrían de comprometer el curso posterior de disciplinas tan variadas como la psiquiatría y la antropología, la filosofía y la lingüística, la sociología y la literatura.

En 1901, al inicio del siglo que experimentaría la más vertiginosa transformación de las condiciones de vida y de producción en la historia de la humanidad, nace también Jacques Lacan en Francia, el hombre que aportaría una visión a la vez complementaria y renovadora de la joven tradición freudiana y cuya obra acabaría por ligar el destino del psicoanálisis a los desafíos del mundo contemporáneo.

Se afirma que vivimos en la era posmoderna y que, en la opinión de algunos autores, el nuevo estado de la cultura está marcado por el agotamiento y derrumbe de lo que significó la vanguardia del siglo XX.Estamos ante la instauración de un orden mundial unipolar, liderizado por el capital financiero y las grandes corporaciones privadas, al que se llama comúnmente la globalización. La intención de uniformar el mundo que subyace al proyecto globalizador trae aparejada una segregación cada vez mayor de todos los hombres y colectividades que no son funcionales al sistema económico imperante. Una sola lengua, una sola moral, una sola raza, un solo sistema político y una sola ciencia, son los ideales que propugna el mundo unificado en torno a un solo mercado. Un totalitarismo de nuevo cuño, que podríamos llamar globalitario se ha impuesto en nombre de la libertad. El mercado, esa entidad sin sangre ni nombre propio, es el escenario en el que parecen agotarse todas las posibilidades humanas.

La soledad, la angustia, la infelicidad, el desamparo y la segregación son la marca que deja en los sujetos la carrera desenfrenada que impone el mercado. Se entiende que todo aquello que no encaja en estas exigencias de la era y la hora del mercado termina excluido, reprimido, olvidado. El discurso del amo actual no tolera la problemática subjetiva.

Este programa de la sociedad global que intenta la aniquilación de las culturas, las creencias y las lenguas originarias encuentra su punto de fracaso en el retorno y aparición cada vez más virulento de expresiones de malestar en forma de síntomas sociales y una ausencia de lugar para los anhelos humanos y los sufrimientos del sujeto. Frente a este escenario de la globalización, los mitos, las tradiciones, la religión, las experiencias religiosas,son respuestas que aplacan la tensión ante las interrogaciones que asaltan al sujeto, ante las angustias que persisten y un malestar que se ahonda cada día más. Las condiciones de vida del mundo actual, que se convierten en motivos en los cuales se depositan afectos diferentes, pueden convertirse en detonantes de la angustia, pues cuando lo familiar se convierte en algo extraño, aparece la dimensión del Unheimlich,cuya presencia no es sino la emergencia de lo ominoso y lo siniestro existente en el ser humano.

En este estado de la civilización, la pulsión revela aun más su cara mortífera,se redobla un vacío que presentifica la entrada de lo siniestro, de lo real. Ante esta emergencia de lo real, donde lo que es claramente familiar se torna repentinamente desordenado, ajeno y causa horror, el sujeto buscará el sentido que da la religión en la palabra de sus dioses o el alivio de una explicación que extrae de los mitos, como un intento para manejar la angustia y dar un marco al encuentro con lo real difuso.

J. A. Miller, en su curso llamado “Un esfuerzo de poesía”, advierte un retorno de la experiencia religiosa, señalando:

El efecto más propio de nuestro tiempo es la transformación de todo, de toda práctica, en una experiencia subjetiva vivida, privada; no hay nada que se le escape. Por este sesgo, no hay nada que prohíba aproximar, comparar la experiencia analítica y la religiosa. (Miller, 2003).

El ámbito de la mitología andina nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre el ritual religiosode la lectura de la hoja sagrada de la coca, como un modo de acceder a un saber nuevo y conocer las consecuencias subjetivas de esta experiencia.Las investigaciones antropológicas han revelado muchos de los significados del uso tradicional de la hoja de coca en la cultura aymara y quechua. La creencia en el origen divino de la coca y su asociación a rituales religiosos se remonta a los tiempos prehispánicos. El proceso de dominación colonial transformó y debilitó las significaciones culturales del uso de la hoja de coca, en beneficio de sus cualidades mercantiles.

No obstante estas modificaciones, es importante hacer notar que las diversas funciones de la hoja de coca como medicina y energético, como símbolo ritual que permite establecer un lazo con el Otro y medio de lectura e interpretación para responder a las interrogaciones del sujeto, perviven en el corazón de la cultura aymara y quechua. Las funciones rituales y sociales de la hoja de coca han sido objeto de valiosas investigaciones, en las que se examinan detenidamente las relaciones del consumo de coca y el trabajo, la hoja como integrador social, los usos medicinales, la predicción de diagnóstico y las ofrendas rituales, así como la nueva perspectiva sobre su aspecto nutricional en el mundo contemporáneo.

En esta oportunidad nos limitaremos a algunas consideraciones sobre el acullico (o masticación de la hoja de coca) como medio ritual y su función como método de consulta a través de sulectura. La práctica del acullico ha despertado desde los primeros tiempos de la conquista hasta nuestros días una interminable controversia entre científicos de distintas disciplinas en la que dejan traslucirse elementos de inobjetable contenido ideológico. Desde la época de la colonia, el acullico se ha visto como una costumbre desagradable a la que se ha responsabilizado incluso de las dificultades que encontraron los extirpadores de idolatrías para catequizar a los indígenas. Los primeros cronistas la asocian a una idolatría pagana, cuando no diabólica y saltan a la vista términos como adicción y hábito peligroso.Es innegable que esta interpretación oculta un juicio de valor sobre el indio y su cultura.

Este tipo de posiciones atribuyen a la hoja de coca un papel decisivo en las desventuras de Bolivia. Así, después de comparar las virtudes y defectos del español y el indio, se concluye que

del encuentro de estas dos razas tan diferentes, una enferma y otra sana, surgió la raza mestiza andina que (…) si bien fue abandonando paulatinamente el uso de la hoja de coca, sus glándulas sexuales conservan la modificación degradante que les impuso el uso milenario de la misma (…) Esta raza mestiza fue la herencia trágica que nos legó la coca (Fajardo, 1984: 65).

Como puede advertirse fácilmente, estas posiciones son más expresivas de un proceso de dominación y desprecio cultural que de evidencias científicas. Hoy día la ideología del mercado intenta derrotar las tradiciones, rituales y modos de hacer lazo social propios de una cultura arraigada en los pueblos andinos y, en su lugar, instaurar un pensamiento único a través del cual nos hablan los amos globales.Bajo el discurso falaz del respeto a la diversidad, vivimos la más completa imposición de un régimen basado en la eficiencia económica y la capacidad de consumo. El efecto segregativo de la globalización se visibiliza en esas comunidades, tipificadas como los acullicadores, cuya connotación está ligada al término de drogadicto, y,sirviéndose del uso ideológico de este concepto,sepromueve la erradicación del uso tradicional de la hoja de coca en nombre de la salud de los indígenas.

Hoy día resulta capital en la práctica de un psicoanalista el análisis de la cultura parareflexionarsobre cómo se presenta el sufrimiento humano, qué lugar tienen los deseos, qué destino tienen sus demandas y ver dónde quedan recluidas las necesidades íntimas cuando todo está regido por las leyes del mercado. Es imprescindible posibilitar una escucha que respete la dignidad humana, la de cada quien en su irreductible singularidad.

Un país como Bolivia es un escenario, donde se evidencia la abigarrada coexistencia de las culturas aymara y quechua, donde la mayor parte de la población es rural o bien proveniente de una migración reciente.Y es aquí que encontramos una práctica singular que obedece a los efectos del malestar de la civilización y que descansa sobre un orden simbólico inmutable, armonioso y universal.

Esta práctica singular es la lectura de la hoja de coca, que, desde tiempos milenarios, permanece como método de consulta especializado que, dentro de la cultura aymara y quechua, se ofrece al sujeto para responder a sus cuestionamientos e interrogantes sobre el cuerpo, la sexualidad, el dinero, la tristeza, la comunicacióncon aquello que es sobrenatural, la muerte, el origen, el futuro.Es la oferta de un espacio de palabra como medio para calmar y manejar el cuerpo, hacer lazo social y tratar las vicisitudes del sujeto en la vida cotidiana.

Es necesario ser especialista para leer la hoja de coca. Estos especialistas poseen nombres diversos siguiendo una jerarquía en la que se conjugan el saber, la experiencia y la posesión dealgunos signos de la naturaleza interpretados como sobrenaturales.Es según la pertenencia a las diferentes comunidades, y también, según el grado de conocimiento de las diversas formas de lectura, interpretación y adivinación, que estos especialistas se dividen en:

En la cultura aymara:

Ch´amakani: el que posee la oscuridad. Layk´a: el que embruja (hechiza). Amawt´as: el que conoce. Paku: el que adivina.

Yatiri: el que sabe. Qolliri: el que cura. Uñiri: el que ve.

En la cultura quechua:

Yatiri: el que sabe. Paqu: el que adivina. Jampiri: el que sana. Qallawaya:el que cura el espíritu.

Los especialistas en la lectura de coca son servidores de los dioses tutelares, su modo de vida austero es interpretado como un signo depoder para generar una comunicación entre el mundo natural y el mundo sobrenatural.Es frecuente que los curanderos y los adivinos tengan un defecto congénito o que hayan sido golpeados por el rayo.La sobrevivencia y recuperación a estos sucesos es señal de haber sido elegido por los dioses. Aquellos que son escogidos comienzan un aprendizaje a partir de la observación y transmisión de los maestros y no es sino hasta la edad de cuarenta años que se inician dentro de su práctica. La mayor parte de estos especialistas tienen más de cincuenta años.

El simbolismo de la hoja de coca obedece a una lógica en la que es importante: la forma de la hoja, su color, sus pliegues, los pequeños orificios y las marcas que puedan tener, su tamaño, su olor y sus recortes, todo está relacionado a significaciones predeterminadas.Cada yatiri desarrolla su lectura descifrando todas las combinaciones posibles que adopta la caída de las hojas, que es efecto de una combinatoria azarosa. Asimismo, el sonido que ellas generan en el roce, al caer, es escuchado de unaforma determinada, con la lógica del Sujeto supuesto Saber, función que alude a la suposición de que alguien posee una relación particular con el saber y encarna una posición singular para permitir pensar que sabe el sentido secreto de los padecimientos.

Esta escucha evoca uno de los sentidos del Sujeto supuesto Saber, cuando se le supone un saber al Otro y se instaura un vínculo que se funda en la transferencia. Se le supone un saber al yatiri cuya lectura de la caída de las hojas de coca provee un algo de sentido sobre el malestar cifrado que aqueja al sujeto. A partir del uso singular de este método se permite la introducción de la angustia como signo de la subjetividad, que la prisa de la época se empeña en borrar, y el sujeto es escuchado en una dimensión que va mucho más allá del diálogo donde se cristaliza un lazo transferencial.Asimismo se pretende desde este lugar intentar señalar un camino frente al abismo que existe entre civilización y satisfacción,en el que sea posible vivir lo invivible del sufrimiento, del vacío, de todo aquelloque evoca elno todo.

El sujeto que acude a consultar demanda al yatiriuna orientación, una cura, una dirección para resolver problemas relacionados con la sexualidad, la muerte, las enfermedades. Enseguida, el yatiri selecciona las hojas de coca. Las escoge de diversas maneras según el problema que tiene que resolver: las elige al azar o selecciona a aquellas cuyas características son adecuadas para eso que requiere ser leído e interpretado, o solamente escoge un número determinado de hojas que representen objetos o personas.

Antes de comenzar la lectura es necesario establecer una comunicación con las fuerzas cósmicas, naturales y locales (los espíritus del hogar). Por ejemplo, conAk´amani(la montaña prominente más cercana), Illapa (el rayo), las plegarias a San Pedro, a San Juan. Todo esto autoriza al yatiri a proseguir, y no es sino después de estas invocaciones que él podrámirar y leer las hojas de coca. Así, las divinidades andinas y cristianas se encuentran en este ritual, enlazándose en un sincretismo habitual, presente en la cultura aymara y quechua.

El ritual de la lectura se realiza sobre un pequeño tejido de aguayoespecial llamado incuña (tipo de tejido único y realizado en telar).De esta manera, un marco queda construido a partir de la puesta en escena del tejido que queda dividido en partes simétricas. Cada parte posee su significación propia.Las mitades: arriba (el cielo), abajo (la tierra), la izquierda, la derecha, tienen su propia significación. Se puede armar un orden dentro de la incuña y se dispone formar un triángulo, o bien un círculo con una hoja al centro y el resto de hojas alrededor, equidistantes de la primera.Dentro de este marco las hojas son lanzadas y reciben una interpretacióna medida que una significación se estructura a partir de lugares predeterminados.

Mientras las hojas caen comienza la interpretación y una lectura oracular. Cuando el yatiri intuye una probable respuesta negativa o positiva, se detiene. Cuando termina y luego de un análisis concluye que la combinatoria no es suficientemente clara, entonces él continúa arrojando las hojas hasta terminar con todas las que tiene en la mano; enseguida entabla la lectura. Tres secuencias son realizadas. La tercera lectura determina la respuesta definitiva, si hubo resultados poco esclarecedores en las dos precedentes.

El yatiri no utilizará sus técnicas de curación sintener un diagnóstico a partir de una lectura de la hoja de coca que lo oriente sobre la causa del malestar. Saber la causa le permite decidir quién debe tratar el problema y también cómo debe ser tratado.Se trata de respuestas ya dispuestas, allí donde el azar determina el modo de distribución de las hojas para cada caso particular.

De esta manera, la existencia de respuestas de tipo oracular y lacompleja gama de usos de la hoja de coca están destinadas a controlar a un Otro amenazante y hasta caprichoso, aquel que corresponde a la concepción del mundo dentro de estas dos culturas. Esta forma de apelación a las creencias y mitos religiosos es el recurso con que cuentan estos sujetos para responder a los cuestionamientos del Otro. El acto del yatiri es ruido, es golpe, que lleva al sujeto a abrirse y dejarse afectar por el Otro, conduce a mirar la incomodidad, el horror o el desamparo de la condición humana.Asimismo, su respuesta produce un efecto de apaciguamiento sobre una población que se resiste a someterse al aniquilamiento de su cultura y a una destrucción sutil y eficaz de su particularidad, propuesta en nombre de la tolerancia multicultural, del avance de la cienciay que sólo hace visible un Otro folklórico.

 

Referencias bibliográficas

1. Carter, W y M.Mamani. 1986. Coca en Bolivia. La Paz:Editorial Juventud.         [ Links ]

2. Fajardo S., Humberto. 1984. La herencia de la coca. La Paz: Editorial Universo.         [ Links ]

3. Jameson, F. y Slavoj Zizek. 1998. Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Argentina:Paidós.         [ Links ]

4. Lora, M. E. y M.Pelliza, “La feuille de coca: lecture et interprétation dans le monde andin”. En: La Lettre Mensuelle, París, 1996.

5. Miller, J. A. 2003.“Un esfuerzo de poesía”. Curso inédito.

6. Montes, F. 1984. La máscara de piedra. La Paz: Editorial Quipus.        [ Links ]

 

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