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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.22-23 La Paz  2009

 

ARTICULO ORIGINAL

 

La génesis de Bolivia, Paraguay y Uruguay

 

 

Charles Arnade

 

 


 

En 1700 se veía como si la historia de España -aquella tierra poderosa que poseía un imperio en que literalmente no se ponía el sol-había llegado a su fin. El último de sus reyes de la casa de Habsburgo, Carlos II, había muerto. Él siempre había sido un ser débil y no había dejado herederos. Cuando murió, España se encontraba en una situación completamente dislocada. Pero su imperio americano se mantenía intacto. Otros países europeos, como Inglaterra, Francia y Holanda (ahora cerca de cien años libres del yugo político español), habían incursionado en tierras americanas reclamadas por España -mayormente en Norteamérica y el Caribe. Pero la influencia española se mantenía intacta en Sudamérica, con la excepción de la parte portuguesa. Casi todo el continente sudamericano había sido organizado en un inmenso y poderoso virreinato manejado desde Lima y llamado el Virreinato del Perú; este virreinato incluía lo que ahora es Uruguay, Paraguay y Bolivia.

Cuando Carlos II murió, en Francia reinaba el poderoso Luis XIV, en cuyo imperio tampoco se ponía el sol. Luis XIV, con la aprobación del Papa, reclamó el trono español en favor de su nieto Felipe, perteneciente a la casa Borbón. La mayoría de las naciones europeas, liderizadas por Inglaterra, se opusieron a la idea, y consecuentemente, iniciaron la Guerra por la Sucesión Española, la que terminó treinta años más tarde. España estaba exhausta. Inglaterra obtuvo Gibraltar y Luis XIV la Corona española para su nieto, Felipe V. Pero la unión de Francia y España se había hecho árida para siempre. Los Borbones habían llegado al poder en España. Es verdad que España estaba en un periodo de caos cuando la casa Habsburgo llegó a su fin, y la guerra que la siguió condujo a España mucho más abajo en su camino hacia la destrucción. Pero también es cierto que el arribo de los Borbones proporcionó una nueva esperanza y nuevas ideas; además consiguió la dinámica francesa, tan admirada en aquel tiempo.

La cultura francesa y su influencia también habían cruzado los Pirineos. En 1759, el último gran rey español llegó al trono, Carlos III, de la Casa Borbón, quien antes había ocupado el trono del reino de Nápoles (el cual dejó a su tercer hijo). Este meticuloso rey sería de gran importancia en el comienzo de la historia de Uruguay, Paraguay y Bolivia (y también de Argentina).

Bajo Carlos III, las así llamadas formas borbónicas adquirieron importancia, y este rey expulsó a los jesuitas de sus dominios. Más aun, el impacto de la llustración se convirtió en algo muy novedoso en España. Los escritos prohibidos de Voltaire, Diderot, Rousseau y Montesquieu se convirtieron en algo muy popular, como también lo fueron quienes los escribieron. Lo mismo aconteció con Bacon, Locke, Adam Smith y muchos otros del resto de Europa. España misma, durante el reinado de Carlos III, produjo un potente pensador liberal, cuya influencia fue decisiva en las varias reformas. Era el monje benedictino Benito Jerónimo Feijoo: se ha dicho que Feijoo fue más popular que Cervantes. La llegada a España, no solamente de un nuevo rey, sino también de un conjunto de nuevas ideas, no produjo una revolución política ni el debilitamiento de las instituciones tradicionales. Fue una época encantadora, que ha sido llamada por el profesor Arthur Whitaker la “promoción del conocimiento útil”, y de la cual dice que fue “promovida por el gran propósito de fortificar el statu quo social y político”. El estudio de la naturaleza y por lo tanto de las ciencias se convirtió en el campo de dedicación especialmente tomado por las nuevas academias y científicos. Las colonias americanas se convirtieron en un área favorita para estos estudios, como que estas tierras eran ricas y aún no investigadas. Algo quizá mucho más importante resultó de la llustración y la llegada de los Borbones: la determinación de efectuar cambios administrativos y nuevas líneas de acción en el gobierno, y la liberalización de las políticas económicas. Esto fue de gran importancia para las colonias españolas y para nuestra área: Bolivia, Paraguay y Uruguay. Las reformas borbónicas fueron descritas por el profesor Ch. Haring como los “mayores cambios producidos en la administración política de la América española. Las fronteras territoriales fueron alteradas y un nuevo espíritu se había inyectado en el gobierno del imperio”. Ya en 1717 un virreinato nuevo había sido creado en el norte de Sudamérica, pero esto no fue confirmado hasta 1739. Luego, en 1776, bajo el reinado de Carlos III, se creó el nuevo Virreinato de La Plata (frecuentemente llamado Virreinato de Buenos Aires), y bajo su jurisdicción se encontraban las actuales Bolivia, Argentina, Paraguay y Uruguay. De esta manera había comenzado la verdadera historia de esta área. Argentina fue el corazón del virreinato, y Bolivia (entonces llamada Alto Perú), Paraguay y Uruguay fueron la periferia. Cada una de estas tres áreas mostraban desde el principio signos de desinterés o pérdida de entusiasmo en dirigir su atención hacia el nuevo centro en Buenos Aires. Si bien es cierto que los Borbones españoles trataron de descentralizar la administración, es también cierto que con la creación de dos nuevos virreinatos en Sudamérica un cierto grado de alta centralización fue el resultado, y a la vez se formaron áreas apartadas, tales como Bolivia y Paraguay, que fueron las que más se resistieron en el nuevo sistema. Por último, es interesante remarcar que las áreas periféricas del nuevo Virreinato de Buenos Aires -Bolivia, Paraguay y Uruguay-se convirtieron en repúblicas independientes. La génesis de esta independencia es un comienzo necesario para el estudio de estos tres países, cada uno muy diferente a los otros, pero todos un producto de la ruptura del Virreinato de Buenos Aires. En realidad, cuando Argentina tomó el largo camino hacia su independencia en 1810, era la ambición de los líderes -especialmente aquéllos de Buenos Aires-incluir en el nuevo territorio el del Virreinato, tal como estaba constituido en 1776. Luego fue creado un poderoso país independiente. Pero la ruptura ocurrió, y toda ella durante ‘las primeras décadas de lo que hoy es Argentina todavía; además tuvo que fortalecerse”.

El profesor Bernard Moses, un pionero en la historia latinoamericana, opina que la creación del Virreinato del Río de la Plata (Buenos Aires) fue el acto más importante de legislación de las últimas décadas del siglo XVIII.

Antes del establecimiento de este nuevo Virreinato, el centro de poder de esta región no descansaba en la ciudad de Buenos Aires, que hasta los tiempos de las reformas borbónicas estaba establecido en la majestuosa ciudad de Lima, capital del Virreinato del Perú. La verdadera capital fue Chuquisaca (también conocida como Charcas de La Plata, no se confunda con La Plata, en Argentina), la que hoy es conocida como Sucre, en Bolivia. Esta ciudad, asiento de la Audiencia de Charcas, era un distrito judicial con funciones administrativas que además servía como un sistema de prueba.

La Audiencia cubría un territorio vasto que incluía todo lo que es hoy Bolivia, Paraguay y todas aquellas partes del Uruguay que no se encontraban en manos portuguesas. Las comunicaciones eran difíciles, y Chuquisaca, situada a 2000 millas de Buenos Aires, descansaba en un valle rodeado de cadenas de montañas en las cordilleras del Alto Perú.

También había en Chuquisaca la universidad líder, denominada San Francisco Xavier, que era una vieja institución y una de las dos universidades situadas en el territorio del Virreinato. San Francisco Xavier rivalizaba y tenía un status jurídico igual que la Universidad de San Marcos, en la ciudad virreinal de Lima. Normalmente era considerada, después de las universidades de México y Lima, la más importante universidad en la Latinoamérica colonial. La única otra institución de estudios superiores en el nuevo virreinato era el Colegio Real Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat, en la ciudad de Córdoba, Argentina; pero era simplemente un colegio, y San Francisco Xavier en Chuquisaca era toda una célebre universidad de gran prestigio. La presencia de la Audiencia y de la Universidad en el Alto Perú le dio orgullo pero también fue causa de frustración para otras áreas, de modo que no existía una institución de instrucción académica en lo que hoy es Paraguay y Uruguay, y ninguna en la región de Buenos Aires. La distancia a Chuquisaca era larga y peligrosa, de tal manera que era natural que mucha gente del Alto Perú continuamente protestara por la distancia a la capital y el rol administrativo de tan alejado lugar. Era también natural que los oficiales del Alto Perú fueran bastante celosos de sus prerrogativas y no se hallaran listos para el cambio de situación. Pero el fiscal de la Corona de la Audiencia de Charcas, Tomas Álvarez de Acevedo, en 1777, sugirió la rápida creación de un nuevo Virreinato con su capital en Buenos Aires, la cual también debía poseer una Audiencia. La distancia y el apartamiento no fueron las únicas razones que tomó en consideración Álvarez de Acevedo para su requerimiento en la recomendación de la creación del Virreinato en 1776. En primer lugar, estaba la vieja disputa entre España y Portugal sobre sus fronteras, especialmente en la región conocida entonces como la Provincia Oriental, o también con el nombre más comúnmente usado de Banda Oriental. Esta región plana era una extensión de la pampa argentina que queda al este del río había duda de que los portugueses estaban decididos a alcanzar y ocupar la costa norte del estuario de La Plata, y tampoco que los españoles consideraban el estuario de La Plata de total dominio español. A mediados del siglo dieciocho, cuando España ya se había acostumbrado a la dinastía Borbón, la región que hoy conocemos como el Uruguay estaba en total desorganización y se la peleaban entre España y Portugal.

Se debe establecer que esta costa no era la única en disputa con el Portugal. Un historiador boliviano dice que “el borde entre lo que es hoy Brasil y la Audiencia de Charcas estuvo siempre en un estado de guerra, y en muchos casos se libraron combates entre España y Portugal en estos largos periodos. Esto quiere decir que el borde este de la Bolivia colonial y especialmente Paraguay estaban también en disputa. Todo aquel que sabe algo de historia del Brasil conoce cómo los pioneros brasileños, especialmente los bandeirantes, aquellos feroces cazadores de esclavos indios, presionaron en Paraguay e incluso en el este de Bolivia colonial. Esta misma gente, mucha de ella originaria de la región de Sao Paulo, era también aquélla que presionaba en el sur del Brasil, incluyendo la Banda Oriental.

Uruguay, la región extendida hacia el norte y las playas noreste del estuario del Río de La Plata; y en el lado opuesto estaba Buenos Aires. En la Banda Oriental, la pampa y las tierras altas de lo que hoy es Brasil. ¿La Banda fue parte integral de esas tierras altas brasileñas pertenecientes al Portugal o de la pampa argentina, necesaria para el desarrollo seguro de Buenos Aires? No Por este tiempo, Tomás Álvarez de Acevedo sometió su urgente propuesta para la formación de un nuevo virreinato a lo largo de la costa en disputa, pues los portugueses habían hecho avances espectaculares mucho más allá de la línea original del Tratado de Tordesillas, de 1494. España había sido incapaz de expulsar a los portugueses (brasileños) de las costas del estuario de La Plata y de lo que habían penetrado en el Paraguay y en el este de Bolivia. España incluso ofrecía el intercambio de un área del Paraguay por las costas libres del estuario de La Plata donde los portugueses habían llegado. Los jesuitas del Paraguay se opusieron a esto y desbarataron los esfuerzos de las autoridades. No cabe duda que la penetración portuguesa finalmente persuadió a Carlos II a crear un nuevo virreinato en las tierras que estaban más amenazadas por la expansión portuguesa: la Banda Oriental (Uruguay), Paraguay y el Alto Perú (Bolivia). De estos tres, el Alto Perú y el Paraguay estaban muy bien organizados administrativamente, pero no así la Banda Oriental. La situación en el Alto Perú era relativamente estable y, su separación de su gemela, el Bajo Perú, que servía de asiento de la capital del Virreinato del Perú, Lima, no era muy aceptada por muchos de sus ciudadanos.

El problema con el Paraguay era muy distinto en esta época crucial y requería soluciones rápidas del nuevo virreinato. Paraguay había sido un reino independiente del imperio español regido por los jesuitas en un régimen comunal -posiblemente este haya sido el ejemplo más cercano al actual comunismo. Se ha dicho que sólo entre 1610 y 1767, cerca de 700.000 indios fueron bautizados por los jesuitas; y a mediados del siglo dieciséis, alrededor de 150.000 indios de habla guaraní fueron concentrados en treinta comunidades llamadas reducciones, en el área paraguaya. Otras diez reducciones se hicieron en el este colonial de Bolivia. Los jesuitas también tuvieron misiones en la desorganizada región de lo que hoy es Uruguay. Los religiosos en estas tres áreas fueron tomados en el límite de combate entre España y Portugal. Pero no hay duda de que en Paraguay los jesuitas habían construido una unidad pseudo-autónoma y estaban recorriendo sus reducciones paraguayas hacia su reino, sólo bajo el nombre de la Corona española. Durante la primera década del siglo dieciocho, Paraguay había ido dentro de una política de levantamientos que no estaba exactamente definida como autoridad de la Corona. La Audiencia de Chuquisaca había demostrado simpatía por el elemento masivo, y sin darse cuenta se estaba cavando su propia fosa. La Corona tampoco estaba muy satisfecha con el comportamiento de los jesuitas durante este periodo crucial. Al mismo tiempo, los Comuneros -que era como se denominaban los rebeldes- persiguieron a los jesuitas.

En 1717 Carlos III publicó su famoso decreto en el cual decía: “He ordenado que los jesuitas deben ser expulsados de todos mis dominios en España y las Indias (América), las Islas Filipinas y otras regiones adyacentes. Tanto los sacerdotes como sus ayudantes o hermanos, quienes hayan hecho la primera profesión y el noviciado, quienes deseen seguirlos; además, todas las propiedades que se encuentren en mis dominios, serán adjudicadas”. Carlos III nunca dio una respuesta satisfactoria al por qué de esta actitud tan drástica. Cuando el Papa Clemente XIII mostró un insistente deseo de saber los motivos que le impulsaron a este acto, simplemente recibió de Carlos III la siguiente respuesta: “Para evitar al mundo un gran escándalo, he decidido esconder en mi pecho la abominable maquinación que ha sido el motivo de este severo acto. Su Santidad debe creer en mi palabra: la seguridad y reposo de mi existencia requieren de mí mismo el más absoluto silencio en este aspecto”. Y todavía hoy las razones exactas nunca se han sabido. Pero se puede decir que el rey sospechaba que los jesuitas tenían “ambiciones muy grandes en la política”. El profesor Carlos E. Chapman piensa que a Carlos III le interesaba mucho más el poder de los jesuitas en Europa, que en América, y “las autoridades reales no podían dar curso a lo que a ellos les parecía un Estado dentro de un Estado”. Al mismo tiempo, el rey y su corte estaban preocupados por el comportamiento de los jesuitas en América, especialmente en el Paraguay, en el este colonial de Bolivia y en la Banda Oriental. Los jesuitas estaban en tratos con los portugueses e ignoraban las leyes españolas y sus misiones. También habían rechazado transacciones comerciales entre Paraguay y Brasil, como estaba estipulado en el tratado entre España y Portugal en intercambio de concesiones territoriales a España en la Banda Oriental. Esto puso en peligro la supuesta paz entre España y Portugal por el límite en disputa en Sudamérica. Además, se ha dicho que los jesuitas habían descubierto oro en sus misiones o reducciones, especialmente en el este de Bolivia, pero no informaron a las autoridades españolas y estaban explotando este oro en beneficio propio. Todo era lo que más convenía a las reformas borbónicas para una mejor organización de la administración esto tuvo ciertamente algo que ver en el motivo de su expulsión.

La creación del nuevo Virreinato en Sudamérica era, por lo tanto, la respuesta a problemas inmediatos, como la necesidad establecida de determinarse contra los avances portugueses en la Banda Oriental (Uruguay), y la confusión producida por la expulsión de los jesuitas, especialmente en el Paraguay y algunas áreas en el este colonial de Bolivia (territorio de Chiquitos).

Es de importancia que en el Paraguay para una mejor economía políguay los jesuitas tenían su concen-tica de la Ilustración. En cuanto a tración más grande, y consecuente-Buenos Aires, se había convertimente, su expulsión fue una fecha histórica para este país. Los jesuitas en el Paraguay y en el este colonial de Bolivia les habían traído a los nativos un orden estricto, y su éxito había producido cierto caos que bordeaba en la anarquía. Es entonces ésta una razón más para la creación del Virreinato de La Plata, en el que Paraguay se incorporaba. Buenos Aires podía poner más atención en el Paraguay que la lejana Lima o la Audiencia de Charcas en Chuquisaca. Las autoridades chuquisaqueñas no gustaban en el Paraguay. La memoria de la revuelta de los comuneros estaba aún fresca en la memoria. Además, desde el punto de vista geopolítico, el Paraguay estaba más asociado o asimilado al sistema del Río de La Plata que al bloque de la montaña andina del Perú y Bolivia. El histórico Paraguay estaba establecido más en el área de Buenos Aires que del Alto Perú. Las comunicaciones eran mucho más fáciles con Buenos Aires que con Chuquisaca o Lima.

Cuando el Virreinato fue por fin establecido en 1776, incluía la Audiencia de Charcas, las gobernaciones de Paraguay y Tucumán y las provincias de Buenos Aires y Cuyo, que habían sido separadas de Chile. En términos modernos, el nuevo Virreinato de La Plata (como se ha dicho, también se refiere al Virreinato de Buenos Aires) incluía todo Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y el Estado brasileño de Río Grande do Sul.

Carlos III determinó que un hombre fuerte sería el nuevo Virrey en Buenos Aires, lugar que había sido elegido sin discusión alguna como capital del nuevo Virreinato. Este hombre saldría a Buenos Aires con una poderosa armada, para pelear contra los portugueses y expulsarlos de la Banda Oriental. El hombre indicado era Pedro Ceballos, quien era Gobernador en Madrid. Se le otorgaron poderes extraordinarios. Él no era nuevo en estas regiones, ya que había sido gobernador en la provincia de Buenos Aires de 1756 a 1766, y durante este tiempo había viajado mucho, incluso por la región de la Banda Oriental. Se ha dicho que era muy conocedor, no sólo del terreno, sino también de todos los entretelones y detalles de las disputas entre españoles y portugueses. Con nueve mil soldados, Ceballos sale de Cádiz, España, el 12 de octubre de 1776, para asumir su nuevo cargo.

Es conocido que el Papa Alejandro VI había señalado en 1493 la línea de demarcación para determinar qué pertenece a Portugal y qué a España; en esta primera demarcación se excluyó a Portugal del continente americano. Portugal protestó violentamente, y una línea nueva fue trazada en 1494, con el Tratado de Tordesillas, el cual dio a Portugal el extremo del sur de América, a 100 leguas al oeste de las Azores y de las islas de Cabo Verde. Si Portugal hubiera respetado esta línea, Brasil tendría bastante menos de la mitad de su tamaño actual, y todo el sur y el oeste brasileños estarían en manos españolas.

Qué lejos está hoy Uruguay de esa línea demarcatoria. Mas, alrededor de 1674, los portugueses, bajo las órdenes del gobernador de Río de Janeiro, fundaron un asiento en la otra orilla de Buenos Aires, con el nombre de Colonia de Sacramento (normalmente llamado Colonia), el cual fue una constante molestia para los españoles. Hoy Colonia aún existe y es una próspera ciudad uruguaya. Los españoles la conquistaron un año más tarde, pero la perdieron en 1681. En 1701 se la aceptó como colonia portuguesa pero fue recapturada en 1703, durante la guerra española de sucesión (llamada Guerra de la Reina Ana en la historia de América).

Con el famoso Tratado de Utrecht, España cedió Colonia y consintió la presencia portuguesa en la Banda Oriental, pero tanto la Corona como las autoridades oficiales españolas de Buenos Aires consideraron a los portugueses como intrusos. En 1724 se introducen en la Banda Oriental y establecen los asientos de San Felipe y Santiago, el cual fue frecuentemente llamado Montevideo, que hoy es la gran capital del Uruguay. Colonia estaba aún en manos portuguesas y convertida en un punto neurálgico; las autoridades de Chuquisaca y más tarde las de Lima fueron incapaces de lograr el retiro de los portugueses de Colonia. La ciudad se convirtió en un refugio de contrabandistas y naturalmente fue la llave maestra de la expansión portuguesa en la Banda Oriental, organizando expediciones a todo lo largo y alrededores del Río de la Plata, incluido Paraguay. Pero, una vez establecidos los españoles en Montevideo en 1724, también se extienden y ocupan tierras que van hasta la actual frontera brasileña. Ataques portugueses a Colonia (1735) y a Montevideo (1737) fracasan. Esto indujo a los portugueses a fundar la ciudad de Río Grande do Sul, actual capital del Estado brasileño del mismo nombre, ubicado justo al norte de Uruguay.

En 1750, España y Portugal deciden poner fin a esta disputa a través de una negociación, negando así la posibilidad de una victoria militar para ninguno de los dos bandos. Este acuerdo va a ser conocido como “Tratado de Intercambio”, y por medio de él Portugal cede Colonia, pidiendo a cambio quinientas leguas cuadradas en Paraguay (hoy pertenecen a Río Grande do Sul) entre los ríos Ibicui y Uruguay, donde existían siete misiones Grande do Sul. Con el Tratado de Paz de París, Colonia y Río Grande do Sul son devueltas a Portugal, pero las fuerzas españolas se niegan a evacuar Río Grande, la cual es capturada por fuerzas portuguesas en 1775. Los portugueses también exploran el este de Bolivia y capturan en Mojos (hoy el departamento boliviano del Beni) las misiones de Santa Catalina y San Miguel, situadas sobre el río Iténez

Es en este momento cuando se organiza el nuevo virreinato. Una vez que el virrey Ceballos llega con su ejército, se traslada rápidamente a la Banda Oriental, que ya había sido incorporada al virreinato como parte integrante de la provincia de Buenos Aires. Ceballos y sus hombres llegan hasta Montevideo en abril de 1777 y ocupan Colonia en junio del mismo año. Ceballos había decidido continuar la guerra y presionar para obligar a la retirada de los portugueses, pero fue informado que España y Portugal habían firmado en Europa el Tratado de San lldefonso, en octubre de 1777. Esto anulaba el tratado de 1750. Por este nuevo tratado se obtiene Colonia y la navegación de los ríos de La Plata y Uruguay, como totalmente pertenecientes a España; también recibe las tierras de las siete misiones ubicadas entre los ríos jesuíticas. Los jesuitas se niegan a aceptar el veredicto. El tratado de 1750 fue un error y es anulado cuando españoles y portugueses luchan en la Guerra de los Siete Años Ibicui y Uruguay. España evacuó Río Grande do Sul y el territorio adyacente que tenía ocupado. En general, el actual territorio uruguayo fue(conocida en la historia de América como una guerra francesa e india, 1756-1763). Los españoles ocupan cobrado como español, mientras el actual estado de Río Grande do Sul fue cedido a Portugal.

Colonia en 1762 y al año siguiente La creación del nuevo virreinato obtienen una de sus más decisivas naturalmente influye en la eventual victorias en este conflicto, cuando consolidación española de sus redulogran conquistar la ciudad de Río cidas pretensiones a lo largo de la frontera con Portugal. Es motivo de especulación suponer que si el nuevo virreinato no hubiera sido fundado, la Banda Oriental no estaría dentro de los países independientes de habla española de Latinoamérica, sino más bien habría sido absorbida por el imperio portugués, y más tarde llegaría a ser parte del Brasil. Esta disputa no terminó en ese momento, pues Portugal, y luego Brasil, continuaron manteniendo sus apetitos sobre toda esa tierra, sobre toda la Banda, hasta las orillas del estuario del Plata. Cuando la independencia llega a Sudamérica, nace un Brasil (abarcando todas las colonias portuguesas de Sudamérica) y una Argentina con una metrópoli, Buenos Aires -ubicada en las orillas del estuario y dominando así todo el sistema fluvial-, que desea controlar todo el país a través de la centralización; Brasil no estaba dispuesto a admitir a la Banda Oriental como parte de la Argentina. Después de muchos esfuerzos, como se verá, se acepta un compromiso y la Banda asegura su independencia del Brasil y de la Argentina, con el nombre de República de Uruguay.

No es una fantasía ni una simple especulación, sino más bien una bien fundada opinión basada en evidencias históricas, decir que cuando Uruguay consigue su independencia fue aprovechada por la mayoría de su escasa población. Es la Banda Oriental la que toma una posición decidida frente a los feroces esfuerzos de Buenos Aires por la supremacía. Al mismo tiempo asume en la misma posición contra Buenos Aires que las otras provincias interiores de Argentina, incluyendo aquellas adyacentes a Uruguay. Sin embargo, al final solamente el Alto Perú (Bolivia) y Paraguay se separaron formando países independientes. Sin lugar a dudas Paraguay fue duramente combatido por la supremacía de Buenos Aires debido a su aislada posición geográfica y a una gran cohesión nacional, en parte nutrida por las normas jesuíticas que ayudaron a esta separación. Además, Paraguay, con Asunción como capital, fue el primer asiento permanente en la zona del virreinato, desde que esté fuera fundada en 1536 (Buenos Aires fue fundada por primera vez en 1535, pero pronto abandonada y no vuelta a fundar sino hasta 1580). Históricamente más importante, Paraguay no iba a tolerar la superioridad de Buenos Aires en prestigio y señorío. Las otras provincias argentinas se rebelaron contra esta supremacía después de la independencia y nunca pudieron encontrar los caminos por los cuales Paraguay pudo separarse satisfactoriamente. Al mismo tiempo, las fuerzas paraguayas tuvieron éxitos iniciales al derrotar al ejército de Buenos Aires gracias a su excelente posición geográfica, que las ayudó a conocer todos los movimientos militares desde Buenos Aires. Una vez más las otras provincias carecían de esta ventaja inicial, combinada con las barreras geográficas naturales.

Otra parte integrante del virreinato que se separó y se independizó fue el Alto Perú, el cual tomo el nombre de Bolívar, cambiado luego a Bolivia. Otra vez, razones particulares, en la mayoría de los casos iguales a las del Paraguay, favorecieron la separación. Históricamente se explicaría así. Chuquisaca, la capital, fue fundada en 1538. Su característica sobresaliente fue el aislamiento geográfico, a lo que hay que añadir que el Alto Perú había servido como zona rectora, siendo relegada a una posición secundaria solamente con la creación del Virreinato de Buenos Aires. Esto va a reforzar un nacionalismo local o regional que lentamente va madurando y produce una aversión hacia las provincias argentinas. Además, fue el área más densamente poblada del virreinato y la más valorada entre las colonias españolas, por sus fabulosas minas de plata. La producción de plata va declinando a medida que progresa el coloniaje, hasta que, cuando los borbones asumen la Corona, será menos importante que bajo los Habsburgos.

Se puede decir que antes de la creación del nuevo virreinato la zona ocupada hoy por Argentina estaba en función de la economía del Alto Perú. Con las reformas borbónicas, el panorama cambia y naturalmente produce profundas heridas en el Alto Perú, creando muchos círculos de influencia e impidiendo su pertenencia a Buenos Aires. A esto hay que añadir que el Alto Perú había pertenecido al Virreinato del Perú cuando era considerada una zona de vital importancia, y no hay duda que las autoridades en Perú lamentaron su separación de su virreinavalles. La parte este de Bolivia, con excepción del sudeste, geográfica-mente hablando, es parte de la gran red amazónica, mas que del sistema del Río de la Plata. Solamente el sudeste boliviano puede lógicamente entrar en el complejo Argentina-Paraguay. Pero es más importante aun el diferente tipo de población del Alto Perú, pues estaba conformada principalmente por indios muy similares a los del Bajo Perú. Lingüísticamente, la mayoría pertenece a grupos quechuas y aymaras, los cuales históricamente son parte de las culturas inca y pre-inca, con centros geográficos en la zona del lago Titicaca y el Cuzco, de Bolivia y Perú, respectivamente.

Hay también especulaciones históricas sobre si la Corona habría mantenido al Alto Perú dentro del Virreinato del Perú y hubiera centralizado mas la administración en este antiguo virreinato -lo cual habría sido más fácil después de la creación del Virreinato de Buenos Aires. Con todo su territorio, el sur, Alto y Bajo Perú habrían llegado con seguridad a ser una nación. Estas especulaciones tienen cierta validez, pues, una vez conseguida la independencia, estos dos países hicieron varios intentos de unión, y algunos de ellos fueron razonables. Pero todos terminaron en fracasos.

Además, el Alto Perú era la zona menos parecida a las otras del Virreinato de Buenos Aires -Bolivia es muy diferente de Argentina, Uruguay y Paraguay. Desde el punto de vista geográfico, las partes más importantes de Bolivia son montañosas y la población está concentrada en altiplanos y encerrada en solo país si el Alto Perú hubiera sido separado del Virreinato del Perú. Continuando con esta especulación, también se debe mencionar que una de las razones básicas por las que la unión de los dos Perús fallo fue por la intervención extranjera de la Argentina y, especialmente, de Chile. Argentina, siempre con la esperanza de volver a unir el Virreinato de Buenos Aires, toleró la independencia de Bolivia (de la misma manera que las de Paraguay y Uruguay) pero estaba mal dispuesta a aceptar la unión o incorporación de Bolivia con Perú.

Fue Chile quien llevó adelante la política más agresiva respecto a la unión de Bolivia con el Perú. Chile siempre fue una parte del Virreinato del Perú y también tiene la frontera común mas larga con un solo país en todo Latinoamérica -con Argentina. No fue incluido en el nuevo Virreinato de Buenos Aires y permaneció en el Virreinato de Lima como una Capitanía General. A tiempo de crearse el Virreinato de Buenos Aires, Chile usurpó un poco de territorio al este de la cadena andina. Geográficamente es una ilógica tira delgada, pero con un área homogénea comprendida en la costa del Pacifico al sur encerrada por la cordillera que la separa de Argentina y Bolivia. Esta situación de encierro le da una unidad nacional, tal como al Paraguay. Pero al mismo tiempo, su larga costa brindó a Chile el contacto con otras partes del mundo especialmente Inglaterra y los Estados Unidos-teniendo así una visión menos cerrada que los provincianos de Paraguay y Alto Perú.

Chile fue, al igual que Uruguay más tarde, un centro interesante para Inglaterra, por su costa. Así como Uruguay se oponía a Buenos Aires, los chilenos desarrollaron un antagonismo contra la predominante Lima, a la cual estaban subordinados durante la Colonia. Y también como Paraguay, los chilenos lograron captar el potencial de la nación vecina. Bajo esta circunstancia, los chilenos, ya independientes, estuvieron muy contentos de tener una serie de países compartiendo sus fronteras, y, consecuentemente, aprobaron un Alto Perú independiente. Desde un principio vieron que era contrario a sus intereses y seguridad que les flanqueen sus fronteras al norte y noroeste, y no estaba dispuesto a tener dos vecinos poderosos -Argentina y el Gran Perú. Además, una Bolivia independiente y débil podría servir muy bien para las ambiciones imperialistas de Chile. Y fue así. En suma, Chile, incluso en sus primeros años de independencia, intervino decisivamente para obstruir la unión entre Perú y Bolivia.

Chile maduró como país independiente por las reformas administrativas y territoriales de los Borbones. La cohesión para la independencia de Bolivia, Paraguay y Uruguay fue afirmada por la creación del Virreinato de Buenos Aires, aunque las causas para que Paraguay se independizara de Argentina, Bolivia de Argentina y Perú, y Uruguay de Argentina o Brasil, son más profundas y tienen antiguos antecedentes. Al mismo tiempo, una vez que el nuevo virreinato fue creado, la Corona española decidió iniciar una reforma administrativa, con el fin de centralizar más su poder y controlar la lenta corrupción de la autoridad real en las zonas alejadas. La expansión portuguesa y los abusos de los jesuitas eran claros indicios de esto. El virreinato estaba dividido en ocho intendencias, designadas con el nombre de la ciudad principal, mas otras tres provincias añadidas a las siete intendencias; fue la Intendencia del Paraguay

El actual territorio de Uruguay fue una parte nominal de la amplia Intendencia de Buenos Aires, la cual cubría todo el obispado de Buenos Aires. De todas las zonas del virreinato, ésta fue la menos delimitada y tenía una situación muy confusa, incluso después de la creación de las intendencias. Un distinguido autor argentino dice que la región de Montevideo estaba muy consciente de su inclusión dentro del obispado de Buenos Aires, pero no se sentía incluida en la Intendencia de Buenos Aires, “o a ninguna otra intendencia”. La Intendencia de Paraguay tuvo las mismas fronteras que el obispado de Paraguay (también conocido como el obispado de Asunción). El Alto Perú, debido a su gran cantidad de población y por ser históricamente la zona más importante, tuvo tres intendencias (La Paz, Potosí y Cochabamba), coincidiendo también con los obispados, y tres provincias (Charcas, Mojos y Chiquitos).

Pero esta fragmentación no afectó psicológicamente ni destruyó el sentimiento de unidad del Alto Perú. En resumen, ninguna de las intendencias o provincias del Alto Perú llegaron a ser autónomas después de la independencia, pero se unen más bien en aquel conjunto amorfo llamado Alto Perú, correspondiendo -existió recién tres décadas antes de la Guerra de la Independencia- no pudo lograr este sentimiento de pertenencia siempre asociado a la Audiencia de Charcas, creada en 1559. El establecimiento de una Audiencia en Buenos Aires fue con seguridad un paso más hacia el fortalecimiento de Buenos Aires a expensas de otras ciudades del virreinato. Estaba destinada a ser capital del virreinato y asiento de una Audiencia, distinción que solamente tenían otras tres ciudades: México, Lima y Bogotá.

Hacia fines del siglo XVIII, la superioridad de Buenos Aires era, según el profesor Bernard Moses, “más bien proyectada que real”. Algunas ciudades, como Córdoba, Tucumán, Salta (en la actual Argentina), Chuquisaca, Potosí, La Paz, Oruro, Santa Cruz (Bolivia) y Asunción (Paraguay), fueron centros vitales y culturales. Solamente Montevideo, la gran metrópoli del Uruguay de hoy, tenía un desarrollo inferior a Buenos Aires. Pero las dos ciudades, especialmente Buenos Aires, tenían las necesarias ventajas geográficas para beneficiarse de las reformas políticas y especialmente económicas de los Borbones. Fue Buenos Aires la que empezó una senda de gran crecimiento, más o menos a los límites reducidos de la Audiencia de Charcas en el tiempo de la independencia. La Audiencia era mucho más pequeña entonces, pues se había creado una nueva Audiencia, llamada de Buenos Aires en 1783, como un cambio más de las reformas borbónicas, que abarcaba lo que hoy es Argentina, Paraguay y Uruguay. Como la Audiencia era demasiado reciente Indudablemente, las varias reformas económicas ayudaron mucho a estimular el crecimiento de Buenos Aires y consecuentemente ocasionaron la supremacía, lo que va a causar su ruptura con el resto del virreinato después de la independencia. Así, el estricto sistema de control sobre las flotas en algunos puertos de las colonias fue abandonado. Buenos Aires era ahora un puerto relativamente abierto, con un servicio bimensual entre España y Buenos Aires. En tiempos antiguos, la comunicación con el Alto Perú era a través de mulas, de allí a la costa del Pacífico y por barco a Panamá, y de allí, vía Caribe, a España -un viaje increíble. También fueron rescindidas muchas pequeñas reglas y regulaciones básicas del comercio intercolonial. Muchos impuestos y licencias fueron abolidos, rebajados o centralizados. El profesor Haring escribe que los resultados beneficiosos de estas medidas “excedieron las expectativas”, pues Buenos Aires experimenta un crecimiento explosivo, aunque en Montevideo éste es más bien paulatino, por lo cual se suscitan ciertos celos de su rival. Por el contrario, el Alto Perú decae en importancia y envidiará su glorioso pasado y el prestigio de Buenos Aires. Mas o menos lo mismo ocurre con Buenos Aires, el cual está relegado por su aislamiento geográfico.

En suma, el origen de Bolivia, Paraguay y Uruguay esta íntimamente ligado a la creación del Virreinato del Río de la Plata, también comúnmente conocido como Virreinato de Buenos Aires. La verdadera creación de una Bolivia, un Paraguay y un Uruguay independientes es el resultado de la fragmentación del virreinato después de la independencia. En la creación y en la fragmentación de esta unidad administrativa colonial están los lazos iniciales de estos tres países.

 

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