SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número22-23Hombres en armas: milicias americanas y guerrillas en la independenciaApuntes sobre algunos textos en latín y presencia clásica en los albores de la independencia en Bolivia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.22-23 La Paz  2009

 

ARTICULO ORIGINAL

 

La Tea de Murillo, símbolo de la lucha actual contra el odio y el racismo*

 

 

Daniela Franco Pinto

 

 


 

 

Introito

La tarea que se presenta no es fácil: abordar la Bolivia actual a partir de un hecho histórico libertario nos sugiere un número considerable de posibilidades e ideas, ¿pero cuáles debemos priorizar?, ¿qué orden jerárquico debe imponerse en el desarrollo temático?, ¿qué disciplina será la más apropiada para poder apro ándonos del proyecto integrador que tanto deseamos. El tercero supone un corte más teórico y abstracto y en el que intentaremos mostrar los mecanismos por los cuales se propicia la formación de la identidad. Con ello se tratará de mostrar las herramientas y los recursos que como sociedad poseemos para generar una conciencia nacional que sortee las discriminaciones y que pueda erigir una unidad.

Una historia que no terminamos de conocer ni de comprender

De la misma manera que sucede cuando uno despierta de un sueño, a doscientos años del comienzo de la independencia de nuestra nación los bolivianos no poseemos un conocimiento cabal sobre los dieciséis largos años de luchas emancipadoras que se dieron dentro y fuera de nuestro territorio. Los conocimientos parciales que ha aportado la enseñanza de la historia de principios del siglo XX se presentan como una sumatoria de fechas y nombres visibles; como en los sueños, sólo recordamos algunos aspectos, ciertas ideas que nos esforzamos por presentar como principales; lo demás se difumina de forma caótica y confusa, incomprensible e incompatible con los viejos esquemas planteados por la historia de vieja escuela.

Se suele presentar a los partícipes de la guerra de independencia como dos bandos claramente definidos: el de los patriotas-criollos y el de los realistas-españoles, invisibilizando y desvalorizando la participación del mundo indígena. En los años setenta, con motivo de los homenajes del sesquicentenario de la independencia, comienzan a circular las investigaciones sobre la participación indígena y popular en la guerra de la independencia1. Desde entonces el papel del indio, de la mujer, del campo como sostén de las guerrillas o republiquetas, se visibiliza como una gran veta a ser investigada, pero sobre todo como una tarea pendiente de reivindicación que no ha concluido y que no se divulga lo suficiente en la educación escolar.

El antiguo esquema de la independencia saltaba de las gestas emancipadoras de Chuquisaca y La Paz de 1809 al último periodo de la guerra, con la intervención de Bolívar y Sucre. Se dejaba olvidado el largo periodo de la guerra de guerrillas, emprendido en las republiquetas con la participación de los tres ejércitos auxiliares argentinos, y se presentaba a las grandes rebeliones indígenas de Amaru y Katari como un capítulo oscuro y de barbarie2. Los jóvenes bolivianos no conocen nuestra historia emancipadora; y lo que saben de ella pasa por el filtro estratificado del panteón jerárquico que se ha construido de manera regional. Chuquisaca reivindica el 25 de mayo y a sus doctores, con mezquino propósito regional, y las demás regiones levantan a sus héroes criollos, jamás a los líderes indígenas.

Es menester, en la actualidad, construir una figura auténticamente nacional sobre la gesta de Murillo y sobre la de los distintos héroes regionales, así como sobre la lucha de las mujeres y de los indígenas. Cabe recalcar que el mundo indio sufrió un proceso de segregación, siendo que no fue integrado y reconocido en su labor por la historia oficial. Desarrollemos este punto.

Después de la guerra federal de 1900, los gobiernos liberales vencedores intentan construir por primera vez el gran proyecto de nación, elaborando un panteón nacional en el que Murillo brilla con méritos propios; lamentablemente el proyecto liberal carece aún de la fuerza del mundo andino, al que se sepulta en el olvido3. Liberales en La Paz y conservadores en Sucre cierran filas contra el mundo indígena y contra el proyecto del Zárate Willca. La colonia sigue viva, el racismo se mantiene, la división entre campo y ciudad se conserva; la política altoperuana de dos caras continúa y una vez más la tea emancipadora no se consolida en toda Bolivia.

Posteriormente, ni el crisol sangriento del Chaco ni la tempestad briosa del pueblo en 1952 lograron romper definitivamente los lazos protervos que aún nos unen a la colonia. Los hechos racistas de mayo de 2008 en Sucre contra indígenas quechuas, la masacre en Pando y muchos ejemplos más de estos días nos confirman dolorosamente que la colonia continúa. La luz de Murillo tiembla, en momentos decrece, pero no muere, hacen falta millones de manos para avivar el fuego de Murillo e incendiar de libertad Bolivia y quemar la última raíz4 de la colonia.

Queremos las manos de Juana Azurduy, las de Apiwaypi Tumpa, las del guerrillero Chinchilla, las del cura Idelfonso Muñecas, las de Camargo, las de Warnes, las de Monteagudo, las del Moto Méndez, las de Bartolina Sisa, las de Lanza, las de La Madrid, las de Zudáñez. Queremos las millones manos que lucharon aquel tiempo pero que fueron olvidadas y sepultadas en el anonimato. Queremos las manos del presente y del pasado, queremos las manos de Luis Espinal, las manos mineras, las manos de Adela Zamudio, las manos de Arturo Borda, de Tristán Marof, de Hilda Mundi, las de Ibáñez, las manos muralistas de Alandia Pantoja, las manos cantoras de Benjo Cruz; queremos a Marcelo Quiroga, queremos a Matilde Cazasola y a Lorgio Vaca, queremos las manos cambas, las manos chapacas, las manos guaraníes, las manos mosetenes, las manos aymaras y quechuas, manos zafreras y recolectoras de castaña, las manos migrantes que hoy están en España, Estados Unidos o Argentina, que regresen y sean millones para juntas retomar el fuego y la tea de Murillo.

 

1.Manipulación y falsos debates

Infortunadamente, la forma de hacer política al viejo estilo altoperuano y colonial permanece enquistada dentro de la mentalidad de ciertos políticos sucrenses y cruceños. La manipulación mediática de la historia ha pasado a ser en sus manos un peligroso instrumento de odio y racismo, del que no hemos visto todavía su peor rostro. La estrategia política que vemos configurarse hoy es la de utilizar un recurso poco usual, vale decir, la manipulación histórica. Ciertos intereses políticos erigen entonces un discurso sobre el pasado, pero no un discurso ‘neutral’ y ‘fidedigno’, sino que se trata de un discurso histórico que alimenta el odio regional y la violencia.

El historiador Ernst Bloch explica la peligrosidad del odio construido sistemáticamente, pues es una verdadera construcción que responde a determinados proyectos de tipo político, económico y social. El odio racial o regional jamás existe de forma natural, sólo se presenta cuando se lo construye sistemáticamente en un largo periodo histórico5. La manipulación del caudillo o héroe regional se convierte en este momento en el arma del odio racial; he ahí la pertinencia de reconocer la lucha de los diversos héroes regionales y destacar que la ‘libertad’ fue buscada a nivel nacional.

El punto más álgido al que llega el odio, según los parámetros que otorgan los diversos investigadores del tema, es alcanzado cuando uno de los bandos comienza a deshumanizar simbólicamente al otro, es decir, que se comienza a negar la humanidad del otro; deviene entonces un proceso de desantropomorfización del otro para comenzar a nombrarlo de manera zoomorfa. Los insultos racistas que se acuñan en Sucre y Santa Cruz contra los paceños como el conocido "los paceños son llamas" o "paceño cruce de llama con adobe" nos ilustran que el discurso construido sobre el odio está alcanzando las cuotas más altas y peligrosas.

El ataque a las instituciones es otro marcador que debe alertarnos, sobre todo cuando se estrella incluso contra sectores religiosos como el caso de la Iglesia o algunas entidades que, en determinados momentos, denuncian casos de racismo e intolerancia. Por ejemplo, los ataques a la radio católica ACLO en Sucre por denunciar el racismo del comité interinstitucional o los numerosos ataques a las diversas ONGS que trabajan con campesinos y la Iglesia. La intolerancia nacida del discurso regionalista, creado históricamente, comienza por develarnos la prevalencia de sus contenidos coloniales.

Debemos reconocer que la hazaña de Murillo, como la lucha de todos aquellos que brindaron su vida y su muerte por la libertad, nos enseña el sendero a recorrer hoy para combatir contra una adversidad separatista y racista. La tea de Murillo debe ser avivada a escala nacional, su luz debe apelar en cada uno de nosotros pulsiones de vida, de integración y sobre todo de nación. Esta capacidad de integrar y crear un proyecto común es la que, a pesar de las mil diferencias étnicas o culturales existentes entre las diferentes regiones de Bolivia, prevalecerá sobre la división regionalista y separatista. Aquí radica el gran mérito de La Revolución del 16 de julio de 1809 y su importancia en la Bolivia actual. Retomar el gran proyecto de Pedro Domingo Murillo y de todos los patriotas de la independencia es la gran labor que permanece pendiente.

De la manipulación a la creación de falsos debates históricos el camino es muy corto; y por esas tortuosas sendas de especulación histórica ya circulan versiones que provocan ilusorios debates. La mesa coja de Javier Mendoza, por ejemplo, se la utiliza como el caballo de Troya que nos enloda en un falso debate, al cuestionar solapadamente la paternidad de la proclama de Murillo.

La historia de la humanidad entera está plagada de estos falsos debates que en el fondo encubren proyectos diversos, sean estos legítimos o no. Ernst Gellner, estudioso de los procesos nacionalistas, nos señala que en muchos de los casos la sumatoria de estos falsos debates ayuda a comprender la complejidad de la construcción de los procesos nacionalistas, es decir, revela lo difícil que resulta dar a luz una nación6.

Los sinuosos caminos que hoy recorre nuestra patria están tachonados todavía de estructuras coloniales que nos impiden avanzar. La oscuridad actual del terreno nos llama a alumbrarnos bajo la luz de la tea emancipadora, construida esta vez con todos y todas, siempre sumando fuerzas para desbrozar por fin nuestro común camino hacia la construcción de una identidad nacional.

El papel del discurso histórico en la creación de la identidad nacional

Llegados a este punto nos preguntamos qué importancia posee el discurso histórico de una nación sobre el devenir existencial de sus componentes humanos, qué tipo de consecuencias quedan propiciadas sobre nuestra mente y nuestro actuar a partir de aquello que se erige como un discurso del pasado. En este sentido, hablar de la "Guerra de la Independencia" es discurrir a la vez sobre los efectos que este hecho discursivo opera sobre nosotros hoy en la actualidad. Se trata entonces de demostrar que la importancia de tal suceso no queda únicamente situada a nivel fenoménico sino también a nivel discursivo, un discurso vigente hoy en tanto conlleva efectos sobre nuestra existencia, sobre nuestra consciencia-identidad y nuestra realidad coyuntural. Es en este punto que quisiéramos abordar entonces los efectos del discurso histórico, aquéllos que se precipitan sobre un plano psicológico, a nivel de la identidad y la consciencia nacional.

En un país que lucha hoy por la creación de representaciones que se proyecten todas hacia la creación de una identidad nacional que pueda sortear las sutiles diferencias regionales, culturales y raciales, es menester incurrir en el discurso histórico oficial y extraoficial, a fin de encontrar ahí representaciones que puedan servirnos para encarar tal proyecto psicológico- nacional. Las diferencias que constituyen nuestra realidad no son diferencias extremas y decisivas sino tan sólo características propias que configuran la particularidad y singularidad propia de cada ser humano, de cada región, de cada porción de nuestra nación, características estas que muestran la diversidad y la riqueza cultural de nuestro país. Sin embargo, cabe anotar que la coyuntura política actual ha configurado un terreno de lucha y poder por el cual se ha tratado de extrapolar, exagerar e incluso satanizar estas diferencias. Ciertos medios de comunicación masiva y algunos centros de poder cuyas voces se propagan han invadido nuestra cotidianidad erigiendo un discurso cuyo mensaje divisionista plantea la insostenibilidad de una convivencia nacional en la que se acepten, toleren e incluso admiren las diferencias de los individuos, de las regiones, de las lenguas, de las culturas al interior de nuestra comunidad.

Contra este afán divisionista que propicia una guerra absurda pero cruel entre el oriente y el occidente de nuestro país, creemos hoy que es necesario desempolvar la historia incurriendo en aquello que se dijo y aquello que no se dijo del pasado, con la finalidad de sortear estos intereses mezquinos y separatistas que aquejan nuestra existencia como Bolivia, construyendo así una reflexión que se proyecte a pensar la identidad y la unidad nacional. Para generar este cometido es preciso hablar hoy sobre los mecanismos psicológicos y discursivos que propician las identificaciones de los hombres; sabemos que la identidad es un proceso por el cual el hombre en su singularidad reconoce su ser en ciertos contenidos simbólicos de su entorno. En consecuencia, no podemos hablar de unidad, de identidad o de consciencia nacional si no conocemos los procesos que las constituyen.

El discurso psicoanalítico generado por Sigmund Freud y su sucesor Jacques Lacan ha proporcionado un saber que nos orienta sobre los procesos que configuran la realidad mental del hombre en tanto un individuo social. El psicoanálisis plantea que es el discurso social el que crea al hombre, determinando en él, a nivel inconsciente, su pensar, su actuar y su devenir en tanto ser histórico: "El mundo de las palabras crea el mundo de las cosas. El hombre habla, pero es porque el símbolo lo ha hecho hombre"7.

Bajo esta perspectiva el mundo social del hombre, la conciencia nacional, el ejercicio político, los prejuicios raciales, las costumbres y todo lo que podría configurar el ser social están determinados por las identificaciones que propicia el hombre al enajenarse con las palabras, enajenación que se produce a un nivel inconsciente: "El hombre no inventó la palabra, el pensamiento, la polis o las leyes sino éstas lo han hecho como su criatura, el hombre depende del poder de lo simbólico, del Otro, que lo domina interiormente…proceso inconsciente que desconoce la determinación exterior de su existencia histórica"8.

Cabe entonces preguntarse cómo se genera el encuentro del ser hombre con el lenguaje. Jacques Lacan, en su texto Subversión de sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, plantea que el ser humano nace prematuramente y que para subsistir debe aferrarse a la existencia del semejante; sin embargo, sólo se puede acceder a este semejante a partir de la palabra. Lacan plantea que para la supervivencia del hombre es esencial que éste sea escuchado y reconocido por el semejante; antes de este reconocimiento el hombre es nada, es un sujeto vacío o tachado9.

El ser humano, al nacer, preserva su existencia únicamente al relacionarse con su semejante y con el mundo discursivo de éste; en consecuencia, el ‘semejante’ va más allá de ser un personaje concreto del entorno familiar del niño y se constituye entonces en el mundo simbólico que el niño tiene enfrente y que le viene del mundo social, cultural e histórico que le toca vivir. Así, el hombre, para constituir un contenido de sí mismo y sortear su mortalidad erigiendo una identidad por la cual se reconozca como un ser social, debe aferrarse a cierto contenido discursivo que le viene del entorno, de aquello que Lacan denominó el Otro: "… el hombre al nacer es un sujeto tachado…y es solamente a partir de los significantes que va a recibir del Otro que va a tener su identidad…que parece colmar la falta de ser del sujeto"10.

Si antes de reconocerse en ciertas palabras, ciertos discursos, o aquello que Saussure llamó significantes, el hombre no es más que un contenido vacío, vemos entonces la gran importancia que poseen aquellos discursos que circulan como contenidos históricos; a partir de ellos los sujetos constituirán sus identificaciones. Entonces, es el discurso social e histórico el que servirá de recurso para la creación de una identidad nacional que unifique nuestro territorio.

Por ello reconocemos como necesarias las figuras de Murillo y de todos aquellos combatientes que participaron en la guerra por la emancipación nacional para crear en conjunto un símbolo patrio que hable al corazón de todos los bolivianos haciéndolos confluir en un camino de la lucha por la igualdad y por la libertad.

El símbolo que proponemos hoy es la "tea de luz y esperanza" que fue sostenida por Murillo pero que ha de ser reavivada por cada uno de nosotros; fuego que representará a la nación entera enriquecida por nuestras diferencias, aquéllas que serán respetadas y admiradas; candela que llamará al combate contra el odio y el racismo coloniales. Ofrecemos aquí esta "tea de luz y esperanza" como un símbolo que contiene en su interior diversas historias, vidas y luchas; un significante que se brinda como un recurso que puede generar una identificación que sortee la muerte y apunte a la vida como nación boliviana.

 

Referencias bibliográficas

Arce, René. 1987. Participación popular en la independencia de Bolivia. La Paz: Fundación Cultural Quipus,         [ Links ]

Arnade, Charles. 1988. La dramática insurgencia de Bolivia. La Paz: Ed. Juventud         [ Links ]

Braunstein, Néstor. 1994. Nada más siniestro que el hombre. México: Ed. Siglo XXI         [ Links ]

Condarco Morales, Ramiro. 1982. Zárate, el temible Willca. La Paz: Editorial Renovación.         [ Links ]

Gellner, Ernst. 1994. Encuentros con el nacionalismo. Madrid: Alianza editorial.         [ Links ]

Hasler, Alfred. 1975. El odio en el mundo actual. Madrid: Alianza editorial.         [ Links ]

Lacan, Jacques. 1992. Escritos 1. Función y campo de la palabra. Buenos Aires: Ed. Paidós         [ Links ]

Mitre, Bartolomé. 1887. Historia de Belgrano y de la independencia argentina. Buenos Aires: Ed. Félix Lajouane. 2 tomos.         [ Links ]

Miller, Jacques Alain. 1987. "Intervención. Comentario de La Dirección de la cura". Cuadernos del Colegio Freudiano de Córdoba. Buenos Aires.         [ Links ]

Rivera Cusicanqui, Silvia. 1982. Oprimidos pero no vencidos. La Paz: Hisbol         [ Links ]

 

Notas

1 Rene Danilo Arce Aguirre ha publicado un trabajo histórico titulado Participación popular en la independencia de Bolivia, premiado y editado por la Organización de Estados Americanos en 1975.

2 Sobre la rebelión y el proyecto de Tupac Amaru, el historiador argentino Bartolomé Mitre es enfático al puntualizar que un gran sector de los patriotas argentinos, a la cabeza del general Belgrano, apoyaron y vieron con gran simpatía la restauración del incario. A tal punto alcanzó su entusiasmo que el himno argentino incluye dos estrofas reivindicando el proyecto inca y la bandera argentina ostenta orgullosa el sol, símbolo del inmenso imperio incaico anterior a la conquista española.

3 Solamente a través de Ramiro Condarco, en su libro Zárate, el temible Willca, se reivindica y visibiliza al indio y al proyecto indígena que existió durante la llamada guerra federal.

4 Tomamos a Silvia Rivera Cusicanqui en su explicación de la raíz del colonialismo mental que todavía poseemos los bolivianos.

5 Hasler, 1975

6 Gellner, 1994

7 Lacan, 1992: 265

8 Braunstein,1994: 203

9 Jacques Alain Miller comenta en "Intervención. Comentario de La dirección de la cura" el planteamiento que Lacan hace en Subversión del sujeto acerca de cómo el hombre construye su subjetividad a partir de la alienación que él mismo propicia en el mundo simbólico.

10 Ibíd, p. 19.

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons