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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.21 La Paz nov. 2008

 

Capítulo 1

 

Las actividades agrícolas y sus posibilidades

 

 

Dr. R.P. Hans van den Berg O.S.A.

Rector Nacional de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

 

 


1.1. Las actividades agrícolas

El ciclo agrícola anual del Altiplano comienza, según indican la mayoría de los autores que hemos podido consultar, después de la época de frío, o sea, al final del invierno o al comienzo de la primavera del hemisferio sur. Sin embargo, no hay coincidencia en cuanto al momento preciso. Esto no es de sorprender pues, aunque el Altiplano tiene en general un clima bastante uniforme, como ya observó un autor anónimo del siglo XVI1, existen ciertas diferencias climatológicas que originan la presencia de microclimas, resultantes también de la altura, del tipo de paisaje y de otros factores ecológicos2, de modo que el momento de la siembra, con la que se comienza el ciclo, puede diferir de una zona a otra. Además, este momento es dependiente, también, de la situación climatológica concreta del año en curso. Así, Buechler dice que en la región de Compi (prov. Omasuyos, La Paz) "el ciclo agrícola comienza después de Carmen (16 de julio) con la siembra de habas" (1980: 40), mientras INDICEP, que nos proporciona datos sobre el departamento de Oruro, indica que el "Año Nuevo Agrícola" se celebra a comienzos del mes de agosto3. Otros sitúan el comienzo del ciclo agrícola recién en septiembre. Loza, hablando de la agricultura del Altiplano de La Paz, proporciona el dato más concreto, diciendo que "el novilunio en la primavera es cuando se inicia el año agrícola aymara" (1972: 71). El Almanaque de Santa Rosa de Yanaque (prov. Chucuito, Puno) nos informa que "el ciclo agrícola anual se inicia en este mes, con el abonamiento de tierras" (Almanaque: septiembre).

Sólo un autor, Solc, ubica el inicio del ciclo agrícola en otra época del año, concretamente después de la estación de lluvias, o sea, aproximadamente en marzo: "El ciclo anual agrícola empieza en la primavera4, después de la época de lluvias, cuando la tierra es todavía suave y se puede labrar fácilmente" (1969: 34). Me parece que hay una suficiente buena lógica en esta afirmación, ya que después de la temporada lluviosa el campesino empieza a roturar los terrenos que han descansado durante algunos años, para prepararlos, a fin de que en la próxima época de siembra puedan recibir las semillas. Sin embargo, ya que se trata de una preparación temprana y que la preparación más inmediata de los terrenos se realiza después de la época fría, o sea, varios meses después de la primera roturación, se puede mantener la afirmación de los autores arriba citados, en el sentido de que el ciclo agrícola anual comienza en la primavera. Esta constatación coincide, además, con la división del tiempo de los aymaras: el calendario aymara, según veremos más adelante, empieza después del solsticio de invierno.

Ya que pretendemos presentar en este capítulo las actividades agrícolas del Altiplano en orden cronológico, empezamos con la descripción de aquella actividad con la que Solc hace comenzar el ciclo agrícola anual, es decir: la primera roturación de los terrenos que han descansado durante los años anteriores.

La primera labranza se llama qhulli, del verbo qhulliña, 'arar la tierra'5. Se la empieza, generalmente, a finales de febrero o a comienzos de marzo. El momento exacto para comenzar esta actividad es determinado, principalmente, por el carácter que ha tenido la época de lluvias que termina. De todos modos, es indispensable para la roturación que el suelo, que se ha endurecido a lo largo de los años de descanso, esté bien remojado. Esta primera labranza concluye normalmente a comienzos de abril, siendo marzo el mes en que se realiza este trabajo más intensamente.

Después de esta primera labranza, se deja, nuevamente, descansar la tierra por un tiempo. Recién a finales del invierno (julio-agosto) o a comienzos de la primavera (septiembre) se realiza la segunda etapa de la preparación del suelo. Aprovechando una nevada o una lluvia que suaviza la tierra, las mujeres campesinas van a las chacras que han sido roturadas medio año antes para golpear y machacar los terrones con largos palos, actividad que se llama k'uphaña, 'desterronar'6.

Después del desterronamiento se realiza una segunda labranza, que se llama kuti, del verbo kutiña, 'volver (a hacer)'; qhullikipaña, 'arar otra vez'7; o warwichu, del castellano 'barbecho'. Esta segunda roturación se hace "llevando el arado en forma perpendicular a los surcos de la primera labranza. Una vez que un surco ha sido abierto, el siguiente se comienza en el montón de tierra que queda al lado del anterior. Por consiguiente, antes de concluir warwichu, la reja ha pasado por la mayor parte del terreno dos veces, de ida y de vuelta, y la tierra está bien pulverizada" (Carter y Mamani, 1982:89).

A continuación de esta segunda labranza se realiza, a menudo, una tercera. Se cruza "los campos en dirección oblicua, es decir en un ángulo de 45 grados de los surcos cortados en q'ulli y en warwichu" (Carter y Mamani, 1982:89). Los autores que acabamos de citar llaman a esta tercera roturación "riwulaña", lo que no me parece correcto, ya que el verbo riwulaña es la forma aymarizada del verbo castellano 'rebolar' (trabajar nuevamente con la bola), que se usa para un segundo desterronamiento.

Algunas veces, según las circunstancias climatológicas y en relación con éstas la situación del terreno, concretamente en el caso de una larga época seca, o cuando la tierra es sumamente dura, se efectúa todavía una cuarta roturación, llamada en algunas zonas rijaña, del castellano 'reja'.

Cuando la tierra está suficientemente roturada, el campesino va a dedicarse al rastrillo8. Según la necesidad, a veces, se realiza después del rastrillo un segundo desterronamiento, llamado riwulaña. Lo realizan las mujeres nuevamente con palos largos pero también se suele hacer por medio de ovejas que se hace dar vueltas sobre la tierra roturada y rastrillada.

Otra actividad relacionada con la siembra es la preparación del abono que, en forma rudimentaria, se realiza durante todo el año, siendo recogida regularmente la taquia, 'el guano' de las llamas y de las ovejas, y guardada en bolsas grandes. La preparación inmediata se realiza desde mediados de agosto.

Al iniciarse la propia siembra, se traslada el abono a la chacras y "se prepara una especie de mazamorra con el jiri9 y un poco de agua para untar las papas que servirán de semilla" (Carter y Mamani, 1982: 90).

La época de la siembra abarca un período largo del año, a saber, desde finales de julio (en algunas zonas del Altiplano) hasta comienzos de enero. No queremos entrar en demasiados detalles, pero para dar una idea general de la siembra de los productos agrícolas principales, agregamos el siguiente esquema:

- habas  fines de julio-agosto-septiembre
- oca  agosto-septiembre
- quinua agosto-septiembre-octubre
- papa septiembre-octubre-noviembre
- cebada noviembre-diciembre
- alfalfa diciembre-enero

En cuanto a la siembra de la papa, el momento en que se realiza depende de las variedades de este tubérculo. Los aymaras distinguen principalmente tres grupos de variedades: 1) papas 'amargas'; 2) papas ni 'amargas' ni 'dulces'; 3) papas 'dulces'. Las papas 'amargas' son, generalmente, muy resistentes al frío y se prestan bien para hacer ch'uñu y tunta10. Son sembradas en tierras de mantillo en una fecha temprana. El segundo grupo está formado por algunas variedades que no son ni 'amargas' ni 'dulces'. Son menos resistentes al frío que las papas 'amargas'. El tercer grupo es el formado por las llamadas papas 'dulces', muy susceptibles a la helada. Son las últimas que se siembran, con preferencia en tierras arenosas.

Los aymaras usan dos verbos distintos para la actividad agrícola de la siembra: phawaña y sataña. Bertonio, en su vocabulario de 1612, ya observó las diferentes maneras de sembrar: "Sembrar quinua, trigo y otras semillas derramando: phahuatha" (1612,I: 428); "Satatha: sembrar a mano cualquiera cosa que sea no derramando la semilla" (1612, II: 312). En diccionarios modernos del aymara encontramos todavía la misma distinción.

Ya que los ritos agrícolas de los aymaras del Altiplano se realizan casi exclusivamente en relación con el cultivo de la papa, presentaremos aquí en detalle sólo la siembra de este tubérculo.

En el día de la siembra y en el mismo campo de cultivo, las mujeres preparan la semilla de papa: jathachaña, 'hacer la semilla', de jatha, 'semilla'. Sacan los brotes, cortan las papas en pedazos y las untan con el guano que han preparado antes. Luego los hombres abren los surcos. Detrás del campesino que abre los surcos camina una mujer que echa las semillas y las pisa, a cada paso. Esta actividad se llama iluña, "sembrar, derramar papas una por una en el surco" (Cotari, Mejía y Carrasco, 1978: 94). Parece que en tiempos de Bertonio se sembraba también la papa sin hacer primero los surcos: "Hiluña: Palillo con que siembran las papas, o mayz sacando la tierra; Hilutha: trabajar con este instrumento" (1612, II: 133). Detrás de la mujer camina una tercera persona, encargada de espolvorear el abono sobre las papas sembradas en los surcos. Esta actividad se llama, generalmente, wanuña, del castellano 'guano' 11. Por último, se cubre los surcos con tierra: pampachaña, "aplanar el suelo o el terreno" (Cotari, Mejía y Carrasco 1978: 258)12.

Para el período comprendido entre la siembra y la cosecha se nombra a una persona que tiene como responsabilidad vigilar los sembrados para que los animales no los destruyan y para que no haya robos. Esta persona también tiene que observar los fenómenos meteorológicos, en especial la granizada y la helada, y tomar previsiones para que no se dañen los cultivos. Se llama generalmente yapu kamana, 'cuidador de la chacra'.

Las actividades que se realizan entre la siembra y la cosecha consisten principalmente en el aporco y la desyerba, que comienzan generalmente a fines de diciembre o un poco antes. La frecuencia con la que los campesinos tienen que aporcar y desyerbar depende de la calidad de la tierra y de las lluvias.

El primer aporco consiste en levantar tierra alrededor de los tallos de las plantas que están desarrollándose. Para esta operación se usan distintos verbos. Miranda la llama irnaqaña, "poner tierra con ayuda de la liukhana" (1970:172). Solc y el diccionario de INEL hablan de kawaña: "el azadoneo en las hileras" (Solc, 1969: 37); "cobijar con tierra la raíz y parte del tallo de las plantas" (Carvajal, Huanca y Vásquez 1978: 83). En el sur del Perú se llama a este tipo de aporco picha, ‘limpieza' o jisq'a13, mientras que Camacho habla de lakkacha14.

En el mes de enero se realiza el segundo aporco. Esta vez "se da más tierra a los cultivos para que enraícen las plantas" (Almanaque Santa Rosa: enero) y tomen mayor vigor. En el sur del Perú se llama a esta forma de beneficiar a las plantas en crecimiento, todavía hoy, como en tiempos antiguos: thumi15. En Bolivia se la llama wachuña, de wachu, "surco o fila en sembrados" (Miranda, 1970: 291), o qutuña, "amontonamiento de las hileras" (Solc, 1969:37), de qutu, 'montón'.

Un tercer tipo de aporco se realiza en el mes de febrero: "se abre zanjas más profundas para que el agua circule alrededor de las plantas, y a éstas se les da más tierras, para que soporten los frutos que han empezado a cargar" (Almanaque Santa Rosa: enero). El Almanaque citado llama kahua, de kawaña, 'el azadoneo en las hileras', a este tipo de aporco, lo que probablemente no sea la expresión más apropiada, ya que en este momento del año, es decir, en plena época de lluvias, se trata, de hecho, de hacer canales de drenaje, uma larq'a16, "para que el agua estancada no destruya las plantas" (Carter y Mamani, 1982:137).

Tal como en el caso de la siembra, también la cosecha, llamayu, abarca un período largo del año, a saber desde febrero hasta julio. El comienzo de la cosecha está determinado por las lluvias, las condiciones atmosféricas, la calidad de la tierra, y el mismo producto. Siguiendo el resumen de los principales productos que presentamos anteriormente, podemos dar el siguiente cuadro aproximativo de las cosechas:

- haba  abril-mayo
- oca después de mediados de abril
- quinua fines de marzo-abril-mayo
- papa  de febrero hasta julio
- cebada abril-mayo
- alfalfa  mayo-junio

En cuanto a la cosecha de papas, ésta depende de las variedades. Las papas 'dulces' son las primeras en cosecharse; después se cosecha las del grupo de variedades que no son 'dulces' ni 'amargas' y, al último, las variedades 'amargas'.

La cosecha misma es una actividad bastante sencilla. Los campesinos, primero, pasan con su arado por el centro de las hileras y rompen las plantas. Después desentierran las papas.

Inmediatamente después de cada cosecha se efectúa la selección, jatha pallaña, 'escoger la semilla', es decir: se determina cuáles de las papas cosechadas serán para la alimentación, para la venta y para la preparación de ch'uñu y tunta, y cuáles serán usadas como semilla para la siguiente siembra.

La última actividad del ciclo agrícola es la preparación de ch'uñu y tunta, que se efectúa en los meses de junio y julio, aprovechando las heladas características de estos meses. Se trata de un proceso de deshidratación de los tubérculos que se realiza exponiéndolos a la intemperie y pisándolos. Las papas se deshidratan por la congelación durante las noches de helada, por los rayos del sol durante el día y por las pisadas. Al final del proceso se sacan las cáscaras y queda el ch'uñu o la tunta17.

 

1.2. Las posibilidades para la agricultura

La meseta andina, que se encuentra a casi 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, entre la Cordillera Real u Oriental y la Cordillera Occidental de los Andes, y que se extiende desde el sur del Perú hasta el norte de la Argentina, es una región ecológica y climatológica muy peculiar. Desde hace por lo menos 2000 años, los pobladores de esta meseta han cultivado la tierra pero tanto la naturaleza como el clima siempre han puesto grandes restricciones a la posibilidad de hacer agricultura. En esta parte de nuestro estudio queremos ofrecer una información básica sobre la ecología y el clima del Altiplano, habitat de los aymaras desde hace muchos siglos. Indicaremos también cuáles son los productos principales que se pueden cultivar en esta región.

 

1.2.1. La ecología del Altiplano

1.2.1.1. Un poco de historia

Lamentablemente no se ha hecho todavía ningún estudio serio sobre la historia ecológica del Altiplano: sólo encontramos observaciones generales al respecto en algunos autores que sugieren que la situación ecológica actual es muchísimo más desfavorable que la de comienzos de la época colonial, debido a una explotación irresponsable del medio ambiente a lo largo de los últimos cuatro siglos. Hasta qué punto estas observaciones se basan en una toma de conciencia de la actual crisis ecológica, en un conocimiento real de la historia ecológica del Altiplano o en un deseo de idealizar el pasado precolombino del hombre altiplánico, debería ser investigado por ecólogos competentes y expertos en ecología histórica.

Posnansky se basa principalmente (o exclusivamente) en Cieza de León para argumentar que el medio ambiente altiplánico era bastante agradable y positivo a mediados del siglo XVI: "Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú se maravilla del clima suave y de la abundancia de ríos y lagos de aguas claras del Altiplano y de sus condiciones favorables para una colonización por elementos europeos" (1982: 14). Más adelante afirma este autor que "una mayor parte de las colinas y serranías estaban cubiertas por bosques y tholares18 como inclusive una mayor parte de las pampas" (1982: 15), y que por estas circunstancias "no se conocían heladas ni en primavera ni en otoño sino sólo en invierno" (1982: 15), de modo que se podía cultivar productos mucho más variados que en la actualidad. Me parece que el texto mismo del cronista Cieza de León no se presta para presentar un panorama tan optimista. Ciertamente, Cieza empieza indicando lo que más le llamó la atención en un sentido positivo: "Es la tierra del Collao toda llana, y por muchas partes corren ríos de buen agua. Y en estos llanos ay hermosas vegas muy espaciosas, y que siempre tienen yerua en cantidad, y a tiempos muy verdes aunque en el estío se agosta como en España" (1984 [1553]: 271-272). Pero después presenta observaciones que contradicen las afirmaciones de Posnansky: "pero como sea tan fría no da fructo el mayz, ni ay ningún género de árboles. Antes es tan estéril que no da fructas de las muchas que otros valles produzen y crían" (1984 [1553]: 272). Queremos limitarnos a este ejemplo para indicar que sería necesario comparar lo escrito por Cieza de León con las observaciones y descripciones de otros autores del siglo XVI para poder formarnos una idea más clara de la situación ecológica de aquellos tiempos.

Que deben haberse producido cambios ecológicos en el Altiplano durante los últimos siglos, me parece lógico. Se han producido dondequiera que el hombre ha desarrollado su existencia. Pero cuáles han sido exactamente estos cambios no se logra establecer todavía con certeza por falta de investigaciones detalladas de las fuentes que están a nuestra disposición. Los autores que hemos podido consultar parten del presupuesto de que hay una diferencia enorme entre la situación ecológica del siglo XVI y la actual. El mismo Posnansky indica que "actualmente este Altiplano tiene aspecto desolador típico de una zona destruida por el hombre" (1982:13). Las causas de los cambios ecológicos habrían sido principalmente las siguientes19: deforestación continua para satisfacer las demandas de madera para las minas, incontrolada explotación de leña, sobrepastoreo por la nueva ganadería introducida, contaminación de las aguas por el producto no purificado de los relaves de las minas, intensificación de la agricultura por el crecimiento demográfico (en especial en el último siglo) y agotamiento del suelo.

1.2.1.2. La situación ecológica actual20

El Altiplano es una unidad fisiográfica que se deja subdividir en tres partes: el Altiplano norte, que comprende la zona llana entre el lago Titicaca y el lago Poopó; el Altiplano sur, que comienza al sur del lago Poopó y se caracteriza por la presencia de grandes salares y pampas desérticas; y las serranías que se encuentran casi en medio Altiplano norte, comenzando al sur del lago Titicaca, en el puerto de Guaqui, y extendiéndose hasta Corque, en el departamento de Oruro21.

Esta unidad fisiográfica se encuentra dentro de dos regiones latitudinales bioclimáticas, a saber: la subtropical y la templada, a las cuales corresponden, respectivamente, dos regiones físicas: la región subtropical de tierras altas y la región templada de tierras altas. Dentro de estas regiones encontramos a su vez, diferentes "zonas de vida" o "unidades climáticas naturales"22.

En la región subtropical de tierras altas tenemos, en primer lugar, el piso montano, al que corresponden una zona de bosque húmedo y una zona de estepa. El bosque húmedo montano subtropical es una de las formaciones más importantes de las alturas, y alcanza sus mayores proporciones en el llamado Altiplano norte. "En términos de bioclima es el más favorable para la agricultura y la ganadería y durante siglos ha estado densamente poblado y aprovechado casi en su totalidad para tales fines. En esta zona se llegaron a domesticar una serie de plantas autóctonas como la papa, quinua, oca, cañahua y otras" (Montes, 1982: 485). En cuanto a paisaje, es una región de serranías y planicies con pequeños valles y ríos intermitentes23. Las partes más importantes para la agricultura son las terrazas aluviales formadas en los valles estrechos de las serranías.

La estepa montano subtropical es una formación muy compleja, "presentándose paisajes tales como complejos volcánicos, colinas y serranías, planicies aluviales bien drenadas, planicies aluviales fluvio-lacustres con problemas de drenaje, depresiones con afloramientos salinos, etc." (Montes, 1982: 484). Esta estepa abarca una gran parte de las tierras altas de los departamentos de La Paz, Oruro y Potosí. Gran parte de esta zona no es apta para la agricultura y se aprovecha principalmente en el pastoreo de ganado ovino24.

Una segunda zona de vida de la región subtropical es el piso montano bajo, al que corresponde la estepa espinosa, "una faja de un ancho promedio de 30 kilómetros que se localiza a lo largo del río Desaguadero, desde su confluencia con el río Mauri hasta su desembocadura en el lago Poopó" (Montes, 1982: 480). Es una zona de mucha erosión, intensamente cultivada y sobrepastoreada25.

La región templada de tierras altas comprende igualmente dos zonas de vida: el piso montano y el piso subalpino. Al primer piso corresponden el desierto montano templado y el matorral desértico. El desierto montano se encuentra en una parte de las tierras altas de los departamentos de Oruro y Potosí: "predominan rocas volcánicas y sedimentarias, alternando con planicies en las que se han formado suelos muy superficiales y salinos. Gran parte de estas planicies están ocupadas por salares" (Montes, 1982: 494). Debido a la extrema aridez de esta zona, es muy poca la tierra que puede ser cultivada26.

El matorral desértico es una zona ondulada y escarpada con grandes elevaciones y muy seccionada por valles pequeños. "Por la extrema aridez de la región son escasos los lugares para la agricultura, los cuales están ubicados en pequeños valles donde se cultiva muy rudimentariamente quinua, oca y algo de papa, combinada con crianza de ovinos y auquénidos" (Montes, 1982: 495).

Finalmente, al piso subalpino corresponde igualmente un matorral desértico, que coincide con las amplias planicies al sur del río Desaguadero hasta el límite con la República Argentina. Es una zona extremadamente árida, sin vegetación natural, a excepción de aislados pajonales donde es imposible practicar la agricultura27.

 

1.2.2. El clima y las estaciones del Altiplano

1.2.2.1. Datos generales sobre el clima

El clima del Altiplano es típico de las tierras altas: bastante frío y seco. Se pueden distinguir tres tipos de clima globales dentro de esta totalidad climatológica: un clima templado con invierno seco-frío en la zona aledaña al lago Titicaca, un clima semi-desértico con inviernos secos en el Altiplano sur, y un clima de tundra bastante frío en el resto del Altiplano28. Pero dentro de estos tres tipos globales se puede distinguir todavía un "finísimo mosaico" de microclimas que guardan relación con las diferentes zonas de vida que hemos conocido en la parte anterior de este estudio29.

A pesar de las muchas diferencias locales que encontramos en el Altiplano, podemos dar una breve descripción del ciclo climatológico anual general, que es característico para esta unidad fisiográfica en su totalidad, tomando en cuenta que el Altiplano sur es, en general, mucho más seco que el Altiplano norte.

El primer período del año solar, que en el hemisferio sur empieza a finales de junio, se caracteriza generalmente por cierta inestabilidad climatológica. Durante las primeras semanas prevalece aún el frío con todo su rigor; las heladas son frecuentes y constantes, lo que posibilita la elaboración del ch'uñu, y los campesinos cuentan también con posibles nevadas. A mediados de agosto empieza a calmar el frío, y a finales del mismo mes pueden presentarse nevadas y lluvias ligeras que son aprovechadas para realizar la segunda roturación. Todavía a comienzos de septiembre puede haber tales precipitaciones.

Luego el clima se estabiliza y comienza un período seco que dura habitual-mente hasta fines de noviembre o comienzos de diciembre. Es la época de mayor calor en el Altiplano, que es seguida por un período de lluvias. La temporada lluviosa es de poca duración: unos noventa a cien días en el Altiplano norte y mucho menos en el Altiplano sur. Además, en las regiones lacustres especialmente, las lluvias tienen también sus ciclos: "En la Meseta del Co-llao, el lago Titicaca es casi un mar mediterráneo. Tiene un régimen de aguas cíclicas, pues cada doce años, poco más o menos, aumenta o disminuye la intensidad de las lluvias, y paralelamente a esta situación, los ríos llevan gran cantidad de agua o viceversa, provocando que el nivel del agua suba o baje" (Gallegos, 1980: 135). Durante esta época, en especial en el curso del mes de enero, y más precisamente a comienzos de febrero, hay que contar con posibles heladas que pueden ser muy perjudiciales para las plantas que están en crecimiento.

Desde fines de marzo y durante el mes de abril hay un período de transición que se caracteriza por frecuentes granizadas, las mismas que marcan el final de la época de lluvias y anuncian la llegada del período de frío, que comienza normalmente en el mes de mayo y dura, como hemos visto, hasta mediados de agosto.

1.2.2.2. Las estaciones en la meseta andina

La sucinta descripción del ciclo climatológico anual del Altiplano que acabamos de presentar sugiere ya que dentro de este ciclo se pueden distinguir varias estaciones. Los mismos aymaras hablan, generalmente, de una época fría, una época seca y una época lluviosa. Sin embargo, no hay uniformidad entre los autores que hemos podido consultar, con respecto al número de estaciones. Encontramos principalmente tres corrientes: una que divide al año en dos estaciones, otra que lo divide en tres, y todavía otra que presenta una división del año en cuatro.

Conocemos tres autores que dicen que los aymaras dividen el año solamente en dos estaciones. El primero es Tschopik: "Los Aymaras dividen el año en dos estaciones vagamente definidas. La estación de lluvias, aproximadamente de octubre hasta abril, es llamada 'tiempo verde' o 'tiempo de lluvia'; la época seca, de mayo hasta septiembre, es llamada 'tiempo seco' o 'tiempo de helada" (1946:512). Barstow dice más o menos lo mismo: "el año aymara está dividido en dos épocas o estaciones grandes: jallupacha (aymara, 'tiempo de lluvia') y thayapacha (aymara, 'tiempo frío'), también conocido como juyphipacha (aymara, 'tiempo de helada')" (1979:224). Este autor añade todavía: "En Chucuito (Perú) Tschopik encontraba las mismas distinciones" (1979:224). Un tercer autor, Papadakis, no hace referencia a los aymaras, sino simplemente al mismo clima: "Una característica general del clima es que el año se divide en dos estaciones: un verano lluvioso y un invierno seco" (1958:105). Nos parece que estas afirmaciones son demasiado superficiales e insuficientemente detalladas. Analizaremos a continuación las otras corrientes señaladas y trataremos de descubrir cuál de las dos se acerca más a la realidad climatológica de la meseta andina y a la actividad agrícola correspondiente.

Los europeos, acostumbrados a su división del tiempo y al curso regular de las estaciones en su continente, cuando llegaron a estas partes tuvieron ciertas dificultades para identificar las estaciones del Altiplano. Buscaban el verano o el invierno y, a veces, usaban parte de la estructura climatológica del hemisferio norte para indicar las estaciones del mundo en que hacían sus observaciones. Así, por ejemplo, Bertonio presenta, en su vocabulario de 1612, dos veces la palabra 'invierno': "Inuierno quando aca llueue: Hallupacha. Inuierno quando hace frío. Thaa vel Cchiui pacha. Huyphi pacha" (1612,I:283). En el primer caso se trata de la época del año en que los europeos conocen el invierno, en el segundo, de la época del verano del hemisferio norte. Torres Rubio, el segundo autor de un vocabulario aymara en la época colonial, da para la palabra 'verano' como equivalente en aymara: lapaca pacsi (1966 [1616]: 134: 161), literalmente, 'mes seco', sin duda basándose en la experiencia española de tener el verano como una época seca y con sol. De hecho, la nomenclatura europea para la división del año en estaciones no sirve. En parte, tanto Bertonio como Torres Rubio se han dado cuenta de esto, porque ninguno de estos autores presenta en su vocabulario las palabras 'primavera' y ótoño' y sus eventuales equivalentes en aymara.

Analizando los datos que nos proporciona Bertonio, podemos llegar a una división del año en tres estaciones: una estación fría con sol, una estación seca y relativamente calurosa y una estación de lluvias. Como veremos, puede ser que cada estación se deje subdividir en sub-estaciones. Los datos de Bertonio son válidos hasta la actualidad y la nomenclatura de su época tiene en gran parte vigencia aún.

El vocabulario de Bertonio es rico en expresiones que indican la época fría del año y que abarca una buena parte del mismo: de mayo a septiembre, más o menos. Tres veces encontramos la expresión lupipacha (lit. 'tiempo de sol'), de lupi, 'sol', y pacha, 'época, tiempo': "Estio; lupi pacha, auti pacha" (1612, I:235); "Verano. Lupipacha" (1612,I:467); "Lupipacha: Tiempo que ordinariamente haze sol, como el estio" (1612,II:197). Bouysse, que se basa en su estudio exclusivamente en los datos de Bertonio, presenta a lupipacha como la segunda estación del año, o sea, la época seca, lo que, según mi parecer, no es correcto, ya que el mismo Bertonio da como sinónimos lupipacha y autipacha, dándonos a entender que se trata efectivamente de la época fría, como veremos un poco más adelante30.

Otras expresiones que da Bertonio para esta estación son: thaa pacha, chhiui pacha y huyphi pacha31, cada uno de los cuales traduce algo de la situación climatológica de aquella época del año: thaa pacha. 'época de frío', siendo thaa: "El frío, o cosa fría, o lugar de mucho frío" (Bertonio, 1612, II: 342); cchiui pacha, "época en que se hielen los sembrados, de Cchiuitha: helarse los sembrados" (Bertonio, 1612, II: 87); huyphipacha, 'época de escarcha', de "huyphiq" (Bertonio, 1612, II: 171). Relacionadas con estas expresiones están algunas otras que hemos encontrado: casiui pakhsi y huari kasaa. Ambas expresiones traducen la experiencia del intenso frío que hace gemir hasta a las vicuñas: casiui pakhsi, 'mes de gemir'32, de kaasitha, "gemir el carnero" (Bertonio, 1612, II: 43), y paksi, 'mes'; huari kasaa, "tiempo de grande hielo, que aun las vicuñas lo sienten, y lloran con ser animal de puna" (Bertonio, 1612, II: 151), de huari, 'vicuña' y kaasitha, 'gemir'.

Finalmente, está la expresión autipacha para indicar esta época del año. Como ya hemos visto, Bertonio presenta a auti pacha como sinónimo de lupi pacha, dando ambas expresiones como traducciones de la palabra castellana 'estío'33. Pero, en otra parte de su vocabulario, fija más claramente el período que abarca este auti pacha, período que subdivide en tres 'subestaciones': primero viene el jach'a auti, 'auti grande': "por Corpus Christi hasta dos meses después"; luego, el auti: "mes de agosto, o cerca, quando no suele llover"; y, finalmente, el jisk'a auti, 'auti pequeño': "desde septiembre hasta la semana tercera que no es tiempo tan seco" (Bertonio, 1612, II: 28).

Varios autores modernos, pasando por alto las observaciones de Bertonio, colocan el auti pacha entre la estación fría y la estación lluviosa, identificándolo con la estación seca. Demos algunos ejemplos. Miranda dice: "auti orasa o auti pacha - época de verano, en que el sol es muy quemante, se dice también lapaqa" (1970: 121). Cotari, Mejía y Carrasco presentan: "otoño [sic!] - awtipacha - otoño, época seca sin lluvias" (1978, II: 138). En De Lucca, finalmente, encontramos: "Estío, verano, temporada seca -Lapaca, awtipacha" (1983: 686).

El mismo Bertonio aporta otra traducción más de la expresión autipacha: "tiempo de hambre" (1612, II: 28). Torres Rubio da para auti solamente la traducción "hambre' (1966 [1616]: 141). No queda muy clara cuál es la relación entre la época fría y el hambre, ya que esta época cae justamente después de las cosechas, cuando hay una relativa abundancia en el Altiplano. Bouysse dice al respecto: "¿Por qué esta terminología que significa hambre, cuando nos encontramos en el período que sigue a las cosechas y que teóricamente debe ser una época de abundancia? No hemos encontrado ninguna respuesta satisfactoria a esta cuestión" (1980: 219-220). En la versión española de su obra, esta autora formula la misma pregunta, pero ya no la deja sin respuesta: "¿Por qué esta terminología que significa hambre? Auti designa un período seco durante el cual la tierra está hambrienta, porque no llueve. Sabemos que, en efecto, en ciertas regiones la tierra producía poco, y la visita de Chucuito dedica veintiun páginas a un cuestionario hecho a pedido de los caciques, y que trata de la esterilidad del país lupaca" (1987: 281)34. Esta explicación no me parece muy convincente. Podría ser, como me ha sugerido mi colega Federico Aguiló en una comunicación personal, que la palabra auti en su significado de 'hambre' originalmente haya sido una palabra del vocabulario de los pastores, tal vez etimológicamente relacionada con el verbo awatiña, 'pastorear': por las continuas heladas en esta época del año, los pastos en las alturas de las cordilleras se vuelven inservibles para las llamas, las alpacas y las vicuñas, y estos animales pasan hambre. Por eso, en la época fría los pastores bajan con sus rebaños de las alturas buscando refugio en zonas menos elevadas. Puede ser que ellos hayan pasado la palabra auti a los agricultores y que éstos hayan dado a la palabra el significado de 'frío'.

Sobre la estación seca hay mayor claridad en cuanto a su nomenclatura: la expresión lapaca pacha, 'época seca', es una de las más constantes que hemos encontrado en los autores que hemos podido consultar.

Sin embargo, podemos preguntar si no ha habido y hay también una subdivisión de esta estación que abarca el período del año que va desde septiembre hasta fines de noviembre. Decimos esto porque llama la atención que Bertonio use tres veces el vocablo lapaca, hablando de septiembre, de octubre y de noviembre. En este caso, la intensidad del fenómeno climatológico va creciendo, mientras que en la época anterior va disminuyendo. Septiembre es un mes no tan seco todavía: (jisk'a) lapaka pakhsi. En octubre, la sequía va intensificándose: "Mes de mucha seca por Octubre. Lapaka pakhsi" (1612,I: 314). Noviembre es considerado, generalmente, como el mes más seco y caluroso: (jach'a) lapaka; "Lapaca: Tiempo de mucha sequía por el mes de Noviembre" (1612, II: 189)35.

Todos los autores coinciden en identificar un período del año como estación de lluvias, usando, sin embargo, distintas expresiones para indicar la misma, siendo las más comunes jally pacha, 'época de lluvias', y uma chucha, 'tiempo de agua'.

También aquí podemos pensar en la existencia de una subdivisión. Algunas expresiones pueden sugerirnos esto. Torres Rubio anota para diciembre: hachachucha, (lit., 'tiempo grande'), que significaría 'época en que las lluvias son intensas' (1966 [1616]: 152). La misma idea está expresada en la terminología que presenta Soria Lens: hallu warta para el período de mediados de enero a mediados de febrero36, 'el vaciar la lluvia', de hallu, 'lluvia', y wartaña, "vaciar, echar el contenido de un recipiente" (De Lucca, 1983: 453).

La estación de lluvias empieza con precipitaciones no tan intensas, lo que equivaldría a un período o subestación que podríamos llamar uma chucha, 'época de agua', ojallu chucha, 'época de lluvias'. Luego viene una temporada en que las lluvias son más intensas: jach'a uma chucha, 'gran tiempo de agua', o jach'a jallu pacha, 'gran época de lluvias'37. Finalmente, hay un período en que las lluvias van a disminuir poco a poco: jisk'a uma chucha, 'pequeño tiempo de agua', o jisk'a jallu pacha, 'pequeña época de lluvias'.

Dos autores han seguido a Bertonio en cuanto a la división del año en tres estaciones: Paredes y Bouysse. El primero dice lo siguiente: "Para el indio no hay propiamente sino tres estaciones: jallu-pacha, tiempo lluvioso en que germinan las plantas; juipfi pacha, o thaya-pacha, tiempo de heladas y fríos, en el que cosechan y hacen chuño, y lupipacha, el estío. A esta última estación le dan también el nombre de Auti-pacha, tiempo seco, dividiéndola en dos períodos: Jacha-auti, que es por Corpus Christi, hasta dos meses después, y en jiskca-auti, que comprende los meses de Septiembre y Octubre" (1976 [1920]: 113). Observemos la inexactitud con que presenta Paredes los datos que ha recogido de Bertonio. Bouysse, por su parte, sitúa los datos que nos ha proporcionado Bertonio en el esquema (occidental, eventualmente incaico) de los solsticios y equinoccios, diciendo: "El año aymara estaba dividido en tres grandes estaciones. La estación fría es la más larga, ya que ocupa casi medio año (de un equinoccio al otro), y corresponde al otoño y al invierno; lleva los nombres de thaa, chui, huipi pacha. La estación cálida y soleada (la actual primavera) o lupipacha va del equinoccio de septiembre al solsticio de diciembre. La estación de lluvias o hallu pacha dura desde el solsticio de diciembre hasta el equinoccio de marzo" (1987: 277-278). Ya hemos observado que Bouysse da el nombre de lupi pacha a la estación que Bertonio llama lapaka. Por lo demás, queremos observar que, según nuestro parecer y con base en las afirmaciones de Bertonio y de los mismos aymaras, en realidad no hay una división tan exacta de las estaciones como Bouysse quiere hacernos entender.

Cuatro autores presentan una división del año en cuatro estaciones, a saber: Viscarra, Camacho, Soria Lens y Chukiwanka.

Viscarra38, seguido por Camacho39, presenta una mezcla de las estaciones del hemisferio norte y las eventuales cuatro estaciones del Altiplano en cuanto al orden:

invierno
otoño
verano
primavera
Viscarra
kalattiry
warattaku
mamapokowi
phanchiry
Camacho
kalattiri
huarakapi
khoskhoya
phanchiry

En la nomenclatura usada, probablemente inventada por Viscarra, encontramos elementos climatológicos y elementos relacionados con la agricultura. Analicemos las distintas expresiones. Kalattiri viene de "calatiraatha: Enmudecer, estarse quedo, o embelesado atónito" (Bertonio, 1612, II: 33). Probablemente Viscarra haya escogido esta expresión en relación con la experiencia del frío. Warattaku (huarapaki) viene de "huaratha: Derramar agua, Trigo, arena, Papas" (Bertonio, 1612,II:150)40. Se trata, sin duda, de la época de la siembra. Mamapokowi se refiere a la época de lluvias. Pokowi viene de "Phokhotha: Llouer a cántaros" (Bertonio, 1612, II: 274), mientras que mama es usado en composiciones y significa 'grande'41. Se podría, entonces, traducir esta expresión por 'época en que llueve grandemente'. Phanchiry es una "capulla de flor por abrirse" (Miranda, 1970: 225); la palabra viene del verbo phancheña, "abrirse, florecer" (De Lucca, 1983:346). Se trata de la época del florecimiento de las plantas.

Tenemos, entonces, las cuatro estaciones siguientes: una estación fría, una estación de siembra, una estación de lluvias y una estación de florecimiento. La división me parece demasiado artificial y no suficientemente en conformidad con la realidad. En primer lugar, porque lo que se suele llamar 'estación' normalmente está en relación con las distintas situaciones climatológicas que se presentan a lo largo del año y en base a las cuales se organiza la actividad agrícola. En segundo lugar, porque la estación de lluvias coincide precisamente con la época del florecimiento de los cultivos.

Soria Lens42 y Chukiwanka43 presentan, por su parte, nombres de estaciones que también menciona Bertonio, mientras que, en adición, aportan también nombres nuevos:

invierno
otoño
verano
primavera
Soria Lens
auti
michua
hallupacha
kjhopa
Chukiwanka
luxupacha44
yuripacha
jallupacha
llamp´upacha

Las expresiones que Soria Lens usa para primavera y otoño coinciden en cuanto a significado con las que usan Viscarra y Camacho para otoño y primavera. Michua estará relacionado con michca: "Siembra adelantada para tener producción temprana" (Miranda, 1970: 206). Kjhopa viene de "copa: Color verde" (Bertonio, 1612,II: 52) y se relaciona con "Copachanocatha: Ponerse verde el campo con los sembrados" (Bertonio, 1612, II: 52).

Luxupacha indica bien el invierno, siendo luxu 'congelación'45. El uso de yuripacha, por Chukiwanka, no está muy claro, tratándose de la 'primavera' altiplánica: yuri viene de "Yuritha: Nacer" (Bertonio, 1612,II:397). Podría tener relación con el desparramar de la semilla que causa el nuevo nacer de los cultivos! Llamp'u es 'blando'46. La expresión sin duda se refiere a la tierra que se ha puesto blanda gracias a las lluvias que han caído.

Encontramos, entonces, en estos autores lo mismo que lo hallado en Viscarra y Camacho: una mezcla de situaciones climatológicas y actividades agrícolas, y una coincidencia entre la estación de lluvias y la época del crecimiento de las plantas.

Como conclusión de este análisis, podemos afirmar que los datos encontrados en Bertonio, aquel perspicaz observador del siglo XVII, corresponden más a la realidad climatológica del Altiplano. Se puede dividir el año en tres estaciones: una fría, una seca y una lluviosa, mientras que hay, al mismo tiempo, indicios climatológicos (o, mejor dicho, variaciones climatológicas) en cada estación, que permiten afirmar la existencia de 'subestaciones'. A esta división del año en tres estaciones corresponden nítidamente las tres grandes etapas del ciclo agrícola anual: la siembra, el crecimiento y la cosecha de las plantas.

La división del año en cuatro estaciones que encontramos en Viscarra, Camacho, Soria y Chuquiwanka probablemente esté relacionada con el deseo de equiparar el ciclo climatológico anual del Altiplano al ciclo europeo.

 

1.2.3. Plantas alimenticias cultivadas

A pesar de ser el Altiplano una zona que pone grandes restricciones a la agricultura, se consigue cultivar muchas plantas alimenticias, y éstas, además, en un gran número de variedades, en particular la papa. Ofrecemos a continuación una lista de las plantas más importantes, de las cuales indicaremos tanto el nombre en aymara como el nombre científico y el nombre en castellano.

  aymara
kiwicha
jupha
latín
Amarentus caudatus
Chenopodium quinoa
castellano
achita
quinua
* Cereales qañawa
tunqu
siwara
jawasa
Chenopodium pallidicante
Zea mays
Hordeum vulgare
Vicia haba
cañihua
maíz
cebada
haba
* Leguminosas phuruti
tawri
apilla
ch´uqi
Phaseolus vulgaris
Lupinus mutabilis
Oxalis tuberosa
Solanum tuberosum
frijol
altramuz
oca
papa
* Tuberosas isañu
iakachu
ulluku
Tropaeolum tuberosum
Arracacia xandhorrhiza
Ullucus tuberosus
mashua
racacha
papalisa

De todas las plantas que se cultivan en el Altiplano, la papa es considerada por los aymaras como la más importante y la más apreciada. Por eso, se entiende que los ritos agrícolas estén casi exclusivamente relacionados con el cultivo de este tubérculo y, asimismo, que en la tradición oral de los aymaras encontremos varias leyendas sobre la papa. Como ejemplos reproducimos aquí dos relatos.

El primero, recogido en la región de Jesús de Machaca (prov. Ingavi, La Paz), refleja algo de la historia de la entrada de los aymaras en el Altiplano y en su lucha contra los urus, que ya vivían desde hacía mucho tiempo en la meseta.

Antiguamente estaban los urus. Los aymaras llegaron, pero no tenían cómo vivir. Todo lo que hacían, se lo quedaban los urus. Sembraban quinua y se lo quedaban los urus. Pero por fin descubrieron la papa y con ella lograron engañar a los urus. Cuando empezó a crecer la planta y salió el pequeño fruto que hace la mata en su parte superior, los urus llegaron, como de costumbre, y se lo llevaron este fruto, pensando que ésto era lo que se comía. Pero los aymaras se quedaron con el verdadero fruto, la papa que quedaba escondida bajo la tierra en las raíces. Así empezaron a imponerse sobre los urus (Albó, 1971-1974: XA-0354).

La segunda leyenda, recogida por Frontaura, hace entender que los aymaras han considerado siempre la papa como un regalo, como un don de las fuerzas de la naturaleza.

Tres imillas47 habían surgido, repentinamente, del Lago y permanecían a su orilla. Al principio, viéndolas, el Kampo48 había creído que eran indiecitas del pueblo que estaban recogiendo chchokheyuyus49 para su comida. Pero le llamó la atención verlas, en días sucesivos, en igual actitud y en el mismo lugar. "Yo soy Chchiarimilla", le dijo una de ellas. "Yo, Jankkho imilla". "Yo, wila imilla"50. Somos chchokhes. A todos los labradores del contorno del Lago les vamos a acompañar durante cinco años, tiempo en que habrá mucha abundancia de todo. Y Kampo les dijo que, por lo menos, fueran a dormir a su casa. Rehusaron. Al poco tiempo, desaparecieron (Frontaura, 1935: 210).

En otra versión de esta leyenda, que ha recogido Víctor Ochoa, las doncellas se hospedan en la casa del campesino:

(...) las jóvenes desaparecieron en la cama que había preparado la familia. Al día siguiente, cuando los dueños de la casa fueron a la cama para saludar a las jóvenes, se sorprendieron ante la desaparición misteriosa de las doncellas. Ellos, al descubrir la cama, encontraron tres hermosas papas que descansaban entre las frazadas (1979: 5).

 

Notas

1     "En toda esta tierra fría y alta, los tiempos son generales, por ser de una misma constelación y temple" (Anónimo 1906 [siglo XVI]: 149)

2     Véase Winterhalder y Thomas, 1978.

3     Véase INDICEP, 1974a: 4.

4     El autor se refiere a la primavera del hemisferio norte, que corresponde al otoño del hemisferio sur.

5     Véase Cotari, Mejíay Carrasco 1978:309.

6     K'uphaña: "Acción de golpear y destrozar los terrones que hay en la chacra" (Cotari, Mejíay Carrasco, 1978:188).

7     Véase Cotari, Mejíay Carrasco, 1978:309.

8     No he podido encontrar la palabra aymara para rastrillar: en ningún diccionario moderno se encuentra esta palabra. El aymara antiguo ha conocido los siguientes verbos: "Rastrillar, despajar golpeando. Chamchutha, Leketha" (Bertonio, 1612,I:399). Enlaparte aymara-castellano de su vocabulario, Bertonio traduce estos verbos como sigue: "Chamchutha: Desmenuçar algo con machete, o con piedra" (1612, II: 69). "Leketha: Batir, golpear, herir" (1612, II: 193).

9     Jiri es la parte verduzca interior del abono.

10   Ch'uñu y tunta son papas deshidratadas.

11   Carter y Mamani, llaman a esta actividad umachaña, lit. 'hacer agua', lo que no está claro. En Bertonio encontramos: "Umachatha: Hacer que el barro o la maçamorra este liquida" (1612, II: 375). De Lucca tiene: "Umachaña: aguar, añadir agua" (1983: 430). Bertonio da: "Huanunchatha: Estercolar la tierra para fertilizarla" (1612, II: 147).

12   Bertonio da: "Pampachatha. Allanar el suelo" (1612, II: 246).

13   Véase Almanaque 1982, enero. Picha viene de pichaña, 'barrer. Jisq'a no lo hemos encontrado en ningún diccionario.

14   De Lucca da: "Lacachaña. Canalizar un poco, inducir al agua de regadío para que vaya por determinado sitio" (1983: 261).

15   En Bertonio encontramos: "Thumitha. Desheruar la yerua que esta entre la mata de las papas con el Liucana" (1612, II: 368).

16   "Umalarq'a. Canal, acequia o acueducto" (Cotari, Mejía y Carrasco 1978: 404).

17   Para detalles sobre la preparación del ch'uñu y de la tunta, véase Carter y Mamani, 1982:105-108.

18   T’ula o pachataya (Lepidophyllum quadrangulare): planta arbustiva de la familia de las Compuestas. Sus tallos y raíces sirven de combustible. Véase Girault 1988: 291.

19   Véase Montes, 1982: 468 y Posnansky, 1982:13-14.

20   Para la parte que sigue, me baso principalmente en Montes, 1982. Véase también Posnansky, 1968.

21   Véase Montes, 1982: 146-148.

22   Montes define la "zona de vida" de la siguiente manera: "La zona de vida puede definirse como una unidad climatológica natural en que se agrupan diferentes asociaciones correspondientes a determinados ámbitos de temperatura, precipitación y humedad. Incluye también relaciones bioclimáticas y bióticas, como la fauna y el hombre en sus actividades socio-económicas y técnico-culturales, además comprende factores físicos del ambiente ecológico, en especial la geomorfología, la hidrografía y suelos" (1982: 468).

23   Véase Montes, 1982: 485.

24   Véase Montes, 1982: 484.

25   Véase Montes, 1982: 480.

26   Véase Montes, 1982: 494.

27   Véase Montes, 1982: 499.

28   Véase Montes, 1982: 129.

29   Véase Gallegos, 1980:135, citando a Winterhalder y Thomas.

30   Véase Bouysse, 1987:278.

31   Véase Bertonio, 1612, vol. I: 283.

32   Véase Bertonio, 1612:314; vol. II: 37.

33   Véase Bertonio, 1612, vol. I: 235.

34 Para la visita mencionada, véase Diez de San Miguel, 1964.

35   Para el mes de noviembre, Bertonio menciona también: "Chucha pospuesto a Huaña, es el mes de Nouiembre: que es tiempo seco, Huaña chucha" (1612, II: 91). "Huañachucha: Mes de nouiembre que aun no han entrado las aguas" (1612, II: 147).

36   Véase Soria Lens, 1955:133.

37   Para la época de mucha lluvia, Bertonio dice: "Thikrasi pacha: Tiempo de muchas aguas, quando por el mucho llouer se caen las casas" (1612, II: 353). La expresión se deriva del verbo: "Thikhrasitha: Caerse la pared sin derribarla" (1612,II:353). Cfr.: "Tiempo de muchas aguas. Thikhrasi pacha, vel Vma chucha, Hallu" (1612,I: 448).

38   Véase Viscarra, 1901:516.

39   Véase Camacho, 1945:11.

40   "Huaracatha: Derramar parte de algo, y parte guardarlo" (Bertonio, 1612, II: 150).

41   Cfr.: "Mama hampatu: Sapo grande. Mama cota. Mar o laguna grande. Mama amca. Papa grande" (Bertonio, 1612, II: 213).

42   Véase Soria, 1955: 131.

43   Véase Chukiwanka, 1981:15.

44   El almanaque aymara que Chukiwanka publicó el mismo año 1981 da, en vez de luxupacha, juyp'ipacha, época de escarcha', expresión que hemos encontrado ya en Bertonio.

45   Véase Bütner y Condori, 1984: 121.

46   Cfr.: "Llamppo vraque: Tierra templada, y fertil" (Bertonio, 1612,II: 201).

47   Imilla: 'muchacha, doncella'.

48   Kampo: cuidador de las chacras durante la época del crecimiento de los cultivos.

49   No está claro a qué planta se refiere: chchokhe (ortografía actual, ch'uqi) es la papa: yuyu no se encuentra en ningún diccionario.

50   La palabra imilla es usada también para una variedad muy apreciada de papas. Chchiaraimilla, 'papa negra'; Jankkho imilla, 'papa blanca'; Wila imilla, 'papa roja'.

 

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